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La chica que vestía de blanco (1)

en Sadomaso

Todos los hechos relatados a continuación son pura y dura ficción y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

 

 

 

-Pero papa, no puede llevarme a mi hermano pequeño al viaje.

-¿Por qué no? Sobra una plaza y si no la cubrís, no hay viaje.

-Porque van todas mis amigas. ¿Es qué no lo entiendes?

-Pero también van chicos, ¿Verdad? Pues él, uno más.

-Pero...

-No hay peros que valgan, hija. Sé a lo que vas, lo sé de sobra. No me hace ninguna gracia, pero tampoco puedo impedírtelo.

-¿Y vas a dejar que mi hermano pequeño venga conmigo a pesar de todo?

-A lo mejor, su sola presencia logra impedir lo que yo no puedo.

Mi padre se echo a reír mientras mi hermana iba a encerrarse en su habitación. Yo no sabía que hacer ni como sentirme. ¿Utilizado? Seguramente, pero tampoco podía esconder la alegría por ir de viaje a la sierra, andar por allí y bañarme en el lago. Lo que si sabía bien es que no podía esperar absolutamente nada de las amigas de mi hermana.

Clara era la mayor del grupo. 21 años, estudiante de medicina, deportista, alegre, simpática, morena, de 1,70 seguramente. Tenía una cara muy bonita. ¿Cuántas veces me había corrido en ella en mis fantasías? No lograba recordarlo mientras la veía bajar de su Seat Ibiza. Lastima su poco pecho. Viéndola, con esa forma de andar, con las gafas de sol, los pantalones cortos y la camiseta ajustada, tenía la sensación de que era la más guarra de las amigas de mi hermana, que se la metía hasta la garganta y aún más.

-Al final nos tenemos que conformar con tu hermano.

-Tenéis a los otros cuatro. Porque una de vosotras se quede a dos aguas no va a pasar nada

Mi hermana me dio una colleja. Desde luego tenía muy claro que ella desde luego no iba a ser.

-Era esto o no había viaje, lo sabes muy bien -dijo al final

-Si, lo sé -aseguro Clara- Será mejor que no nos estropees el viaje, jovencito

-Ni notaréis mi presencia.

-¿Y dónde se supone que vas a dormir?

-Pues con mi herma...- Ahora la colleja me la dio Clara. La verdad es que no había caído en la cuenta- Con uno de los chicos, supongo

-¿Ves como ya estorbas? Somos en total diez y solo una de nosotras viene con novio. -Y el plan era que los chicos no durmieran juntos, ya lo captaba. Me pregunte quienes eran los famosos chicos para tener a estas perras tan cachondas... Y si algún día yo sería igual, ya puestos -En fin, ya veremos que hacemos cuando lleguemos allí.

La siguiente parada era para recoger a Laura. Una pelirroja de 19 años y generosa de pechos, con metro ochenta de estatura, y un culo... ¿Cuántas veces me había masturbado pensando en meterla por ahí? Ni la menor idea. Pero la mataba la cara. No es que fuera fea, pero no me terminaba de convencer.

Sólo saludo antes de subirse al coche, a la parte de atrás, conmigo. Y me miraba con cara de mala hostia. Pero si de no ser por mi el viaje no se hubiera podido realizar. Pues nada, apenas si podía aguantar su mirada, así que mire a la calle.

-¿Tienes idea de por quién estás viniendo, Miguel?

-Que yo sepa, o iba, o no había viaje. No tengo ninguna culpa de que esos inútiles no hayan encontrado a ningún reemplazo Así que tal... -me una colleja. ¿Pero es que todas me iban a dar?.

-Jesús es modelo de ropa interior. -Esta afirmación dejaba bien claro que mi viaje no iba a ser muy agradable. Ni me atreví a mirar a Laura. - ¿No vas a decir nada?

-¿A quién tenemos que recoger ahora? -conteste intentando cambiar de tema

-A Mónica y ya terminamos -Me contesto Mi hermana- A Vanessa la llevan sus padres al punto de reunión.

-¿Y van a dejar que vaya si ven a los chicos con los que pensáis ir? -asegure con sorna

-Ellos no van a ver una mierda. O mejor dicho, solo te van a ver a ti.

-¿A mi? ¿Por qué?

-Porque les diremos que eres el único semental que viene con nosotras -Laura me había puesto el pie en el regazo mientras me contestaba- Digamos que sus padres son un poco protectores con su hija.

-¿Acaso no lo son todos?

-Hay padres y padres -me respondió Clara – Y Vanessa los tiene de los peores.

-Imagina, ha ido siempre a un colegio para chicas cristianas. -siguió mi hermana

-¿Y cómo demonios os conoce?- pregunte asombrado -¿No será...?

Me gane otra colleja

-No se que es lo que piensas que somos, pero no lo digas. -Respondió Laura quitándome el pie de encima

-¿Cómo no voy a pensarlo? ¿Acaso no vais a lo que... -me dio otra colleja

-¿Es que no tenemos derecho?- Me preguntó Clara.

-Todo el derecho del mundo. Tenéis píldoras, preservativos, y todo lo demás para no quedaros embarazadas o enfermas. -A Laura aún no le gustaba la respuesta- Y diablos, sois mayores de edad. Ya debéis saber muy bien a quien lleváis a vuestra cama.

-A ti no. -Me respondió mi hermana como si no lo supiera ya.

Mónica era una belleza rubia de veinte años, que estaba dando sus primeros pasos en el mundo de la moda. Y una auténtica cotorra. No se callaba para nada. Si esto, si lo otro, si lo de más allá. Estaba seguro de que incluso con la polla en la boca seguiría habla que te habla, habla que te habla.

Me entere de muchas cosas que no quería enterarme, sobre todo de los otros cuatro chicos que venían de viaje con nosotros. Actor, intocable porque era su novio, un modelo, un futbolista y un estudiante, pero de notazas, para más señas. Ya no me extrañaba lo más mínimo que todas ellas estuvieran con los bajos bien hidratados.

A Vanessa la teníamos que recoger a la salida de la ciudad, en una de las muchas paradas de servicio que tienen los camioneros en la autopista. Por no haber, no había ni bar, solo unos servicios de quita y pon bastante cutres en mitad de muchos árboles

-¿Esa es Vanessa?

-Si, esa es. -afirmo Clara- Ven, que vamos a presentarte

Entre el vestido blanco, con medias blancas y el bolso bolso blanco que sujetaba con ambas manos y la inconfundible figura paterna al lado, parecía una novia a punto de casarse. Destacaba por encima de todo su pelo moreno, sus ojos azules, y su pelo peinado con una coleta. Me pregunte inmediatamente que tal le quedaría un líquido blanco resbalando por ella.

-Buenas -empezó Clara – Usted debe ser el padre de Vanessa, un placer.

-¿El chico quién es?

-Es el hermano de una amiga mía, se llama Miguel.

-Encantado -dije yo sonriendo como un estúpido a Vanessa – Un placer.

-¿No es el único chico que va en este viaje, verdad?

-No -afirmo Clara – Pero él es el único que se va a acercar a su hija. Al fin y al cabo necesita de una niñera.

El padre de Vanessa no fue capaz de entender el doble sentido de la frase, no así su hija a tenor de lo que reflejó su rostro.

-Esta bien -termino diciendo su padre. -No quería que mi hija fuera a este viaje, pero ha insistido tanto que no he podido decirla que no. Ten mucho cuidado, hija. -Dijo al tiempo que entregaba las llaves del coche a su hija.

-Esta bien, papa -Su voz era maravillosa.

Vimos como el padre se largaba con su mujer en el otro coche. Nos saludaron al pasar. Al parecer, se habían ido bastante convencidos de que su hija quedaba en las mejores manos posibles.

-¿Por qué te ha dado las llaves? Vamos diez y cabemos en dos coches. -asegure, que no entendía nada.

-Por si acaso se le ocurre ir con los chicos -contesto Clara. -Pero al menos va a ir con uno.

-¿Con quién? -tarde un segundo en entenderlo

-Al fin y al cabo es tu niñera.

-Genial. ¿Y cuánto has conducido?

-Me he sacado el carnet de conducir hace un mes -declaro Vanessa en un susurro de voz

-¿Estás de broma? Oye, yo no quiero ir con ella.

-Todo el camino es autopista, Miguel. No seas gallina y pórtate como un hombre. -afirmo Clara

-Ya, ¿Y por qué no va a ninguna de las otras chicas?

-¿De verdad quieres venir en el mismo coche que nosotras? -me preguntó Clara y llevaba razón, ¿Qué pintaba yo con un grupo de chicas mayores? Recibir colleja tras colleja.

-Bueno, esta el coche de los chicos también. -razone

-¿De verdad quieres ir con ellos? -

Clara sonreía al decir esto. Lo pensé un momento. ¿De verdad quería tirarme todo un viaje oyendo hablar a cuatro tíos de lo que se iban a hinchar a follar en la próxima semana? La verdad es que no me hacía ni puta gracia.

-Esta bien, esta bien. Iré con ella hasta la casa.

-Sabía que harías lo correcto. -Dijo Clara antes de marcharse.

Vimos partir del coche de las chicas. Estaban muy divertidas antes de lanzarse a la autopista y desde luego que sabía el porqué. Mi compañera era más alta que yo y di gracias a que no llevaba tacones. Pero al mismo tiempo parecía una niña vestida de comunión. Ni si quiera podía intuir como de grande o pequeño era su pecho con tanto blanco. Pero de un simple vistazo a sus facciones se notaba que era mayor que yo.

-Bueno, creo que es hora de que nos pongamos en marcha, ¿No?

-¿Quieres follarme?

La pregunta me dejo fuera de combate. ¿Había dicho lo que yo creía que había dicho? ¿Y por qué lo había dicho? No, espera, esas no eran las preguntas importantes, lo que de verdad importaba era...

-¿Dónde lo hacemos? Porque en el coche nos puede ver cualquiera y a los árboles no podemos ir porque...

-En el servicio. -respondió ella con firmeza – Puedes metérmela en el servicio

-Ah. Pues vamos para allá antes de que nos vea alguien.

La ofrecí una mano que ella acepto. Su piel era de lo más suave que me podía imaginar. No había mucho camino para llegar a los sucios retretes, pues no eran otra cosa lo único que nos podía dar algo de privacidad a la hora de hacerlo. Subí con ella los tres escalones que tenían, eche un vistazo a mi alrededor para asegurarme que nadie nos veía entrar, y cerré la puerta tras de mi. Dentro apestaba a mierda y apenas había sitio para los dos.

Vanessa coloco sus manos a la espalda y yo la verdad es que no tenía ni la menor idea de lo que debía hacer. Pero algo dentro de mi decía que no debía dejar pasar esto por nada del mundo. Lleve una mano a su pierna, y comencé a subir. Pronto, la media se termino y empezó la carne. Vi como la chica se mordió sus labios. Decidí que la otra mano tenía que seguir el mismo camino. Llegue hasta sus caderas, deslice sus bragas hasta las rodillas, que terminaron cayendo en el sucio suelo y las arroje a la esquina contraria con el pie. Lo siguiente que decidí hacer fue abrir los botones delanteros de su vestido, uno a uno. Quería ver bien a mi chica. Al fin pude comprobar que tenía un magnífico pecho. Quería quitarla el sujetador y jugar con sus pechos, pero estaba seguro de que no tenía permiso por como me miraba. Quería arrancarla el vestido, pero eso solo lograría ponerlo lleno de mierda. Volví a colocar mis manos en sus muslos y subir despacio. Esta vez lo hice por la cara interior del mismo, hasta tocar su húmedo coño.

-Tienes que abrir las piernas si quieres que te la meta.

Vanessa cerró los ojos.

-Átame y amordázame, por favor. -suplico

-¿Qué? -Yo no entendía una mierda.

-Hazlo y seré tuya

Su respiración era muy agitada y sus dos piernas estaban cerradas con fuerza.

-Pero yo no tengo...

-En mi bolso. -dijo ella en un susurro -Date prisa.

Me había olvidado completamente del bolso que había estado agarrando todo este tiempo delante con sus manos. Entre otras muchas cosas, tenía cinta de embalar. La amordace, y salto un mecanismo interno de defensa. La chica quiso huir, pero la plaque y ate sus manos a la espalda. Su corazón y respiración estaban desbocados.

Quise tranquilizarla acariciándola la cara, pero mi contacto la dio miedo y rehuyo mi mano. Pensé un momento en si no me estaba pasando, ¿Pero no era ella la que quería hacerlo? Me quite las bermudas y los calzoncillos que llevaba. Y no se me ocurrió nada mejor que ponerlos en su cabeza como si fueran un saco para tapar su cara, y una bandera para coronarla.

Ahora tenía que abrir unas piernas para poder perforar un coño cerrado a cal y canto. La chica se resistía y volvía a cerrarlas una y otra vez a la más mínima oportunidad. Tuve que utilizar todas mis fuerzas y la cinta de embalar para sujetar su pie contra el suelo y la pared del retrete. La otra pierna fue mucho más fácil.

Decidí que el vestido blanco que colgaba de cintura para abajo podía llegar a estorbarme, así que se lo arranque y termino encima del retrete. El sujetador, blanco y de encaje, siguió el mismo camino. Tome distancia y la contemple en todo su esplendor.

Y la embestí de un golpe y hasta el fondo. Una y otra y otra vez. Era una auténtica gozada meterla en un coño de verdad, húmedo y apretado. Perdí la noción del tiempo mientras entraba y salía de ella.

Cuando al fin me corrí, me dio por jugar con sus tetas, a lamer, pellizcar y apretar sus duros pezones. Y mientras la sobaba, me dije a mi mismo que tenía me faltaba una cosa por hacer, que debía terminar a lo grande, con algo que ella ni se esperase.

Entre las cosas que la chica llevaba en su bolso había tijeras. Al principio, ella pensaba que todo había terminado. Supongo que sintió un gran alivio cuando libere sus pies. Pero solo duro unos segundos. La empuje de cara contra la pared y volví a atar sus pies como antes. En el proceso me fije que sus blancas medias se habían tintado de rojo sangre. Y no me importo lo más mínimo. Su culo totalmente expuesto me llamaba a voces.

Me costo un mundo entrar. Tuve que agarrar fuertemente sus caderas para lograrlo. No tengo ni la menor idea de cuanto la dolió a ella el proceso, pero yo disfrute cada segundo. Y comencé a follarme su culo. Esta vez con calma y despacio al principio, para coger velocidad según iban pasando los minutos.

-Ahora te voy a soltar y tú te vas a arrodillarte. Quiero correrme en esa coleta de niña que tienes.

Se comporto como un dócil perrita. En cuanto libere sus pies se dio la vuelta y se arrodillo delante de mi sin darme el menor problema. La quite los espantajos que cubrían su cabeza y los eche encima de su vestido. Puse mi polla encima de su cabeza, acariciada por su pelo, y mientras pensaba si era mejor esto o hacer que me la chupara, me orine. No mucho, pero ahora ya sabía que quería hacer mi cuerpo. Tire de su coleta hacía atrás y la mire cara a cara. Mi polla acariciaba su mejilla

-Ahora quiero que me la chupes.

Tire con cuidado de su mordaza y ella abrió la boca. No hizo falta nada más para introducirla en el único agujero de su cuerpo que aún no había visitado. Note su lengua jugando con la punta de mi polla. Sujete su cabeza con fuerza y le di gusto al cuerpo. La orina la desbordo, era demasiada para que se la pudiera tragar y resbalo por las comisuras de sus labios

-Traga más deprisa o haré que lamas el suelo.

Esto la asusto, o la puso cachonda, no estaba muy seguro. Coloco su cabeza en vertical, doblando su espalda y forzando su cuerpo. Cuando termine la meada, me mamo la polla con glotonería y no se detuvo hasta que me saco la leche. Ya no podía más, pero tampoco había terminado del todo. Cogí su dos piezas de ropa interior y me las quede. También me quede con sus medias y deshice su coleta. Me vestí, desate sus manos y salí a tomar aire fresco.

Ella me siguió a los pocos minutos. Saber que la única prenda de ropa que llevaba puesta sin contar las zapatillas era el vestido, me puso cachondo de nuevo. Pero me contuve hasta llegar al coche, un Mercedes deportivo clase C. Una vez allí, la metí mano de nuevo al muslo.

-No tenías que haberme dado por culo. ¿Tienes idea de lo que me ha dolido?

-No vienes con instrucciones de uso. -mi mano seguía acariciando su pierna -Y desde luego no hemos hecho nada normal desde el principio.

-¡Pero eso no te daba permiso para...¡

-Pues habérmelo dicho -la interrumpí – Como me has dicho que te atara y te amordazara.

-¿Y no podías sólo haberte conformado con la parte delantera?

-No .- había subido su falda hasta arriba. Podía ver perfectamente su coño ahora mismo. Empecé a acariciarlo – ¿Y no te vas a quejar del gran final?

-Ha sido una guarrada. -La metí un dedo. Estaba seguro de que si la decía que volviéramos al retrete me seguiría sin rechistar, pero no tenía ni ganas ni fuerzas. -Estate quieto ya, por favor

-¿Es lo que quieres?

-Si. Tengo que conducir y no puedo si me estas toqueteando.

Cierto, saque mi dedo del interior de sus entrañas y me lo limpie en su cabello. Ella se bajo la falda y arranco al fin el coche, saliendo a una autopista completamente vacía. Me fije en la hora que era, ¿Habíamos estado una hora entera follando ahí dentro? No me lo podía creer. En la radio se escuchaba música clásica.

-¿Me vas a hacer escuchar esto todo el viaje? Hay cadenas de música Rock muy buenas.

-Es lo que me gusta.

-¿Y que te aten y te amordacen, también te gusta?

Hubo un silencio incómodo antes de responder. Aproveche para cambiar el dial de la radio.

-No -se sincero al tiempo que cogíamos la autopista- Pero no creo que pudiera perder la virginidad de ninguna otra forma.

No me sorprendí. Al fin y al cabo, había visto la sangre manchar sus medias blancas.

-Gracias por escogerme - dije

-Eras el único hombre que tenía a mano.

-Pero dentro de poco vas a tener a cuatro machos a tu disposición... Ah. ¿Puedo preguntar por qué esta era la única forma de desvirgarte?

-No conoces a mis padres. El sexo siempre me ha... dado miedo.

-¿Y ahora?

-Más.

-Es bueno saberlo. De esta forma te ataré más fuerte la próxima vez.

-No habrá próxima vez. - Ella lo dijo muy convencida. Yo saque sus bragas que tenía guardadas en mi bolsillo a modo de trofeo y me soné la nariz con ellas. -Eres un guarro

-Detén el coche al arcén

-¿Qué?

-Que pares el coche en el arcén, y no me hagas repetirlo.

No sé de donde salio, pero mi voz en ese momento daba miedo. Vanessa detuvo el coche unos metros más adelante y durante unos minutos no paso nada.

-No quites las manos del volante

-¿Qué piensas hacerme? -susurro mientras mi mano acariciaba el interior de sus muslos

-Nada que no te guste

Mis dedos penetraron su vagina a lo bestia y no tuve piedad alguna en la masturbación. Entraban y salían a toda velocidad. Un camión paso zumbando a toda velocidad a nuestro lado.

-¡Déjalo ya, por favor¡

-¿Así que no me ibas a dejar jugar más con esto, verdad? Pues no me ha costado mucho convencerte. -Acelere el ritmo.

Ella se agarro más fuerte al volante y abrió sus rodillas. Su respiración estaba bastante acelerada y en ese momento me detuve.

-Pídemelo

-¿¡Qué¡? -grito ella

-Dime: Por favor, permita que su esclava se corra, amo .

Estaban poniendo “"Highway To Hell” en ese mismo momento en la radio. A mi me parecía muy indicada. No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta del enorme potencial que tenía Vanessa como sumisa y esclava sexual. Esa idea me ponía cachondo perdido. ¿A los quince años mi propia esclava sexual? Iba ser la envidia de todos mis colegas. Que diablos, iba a dejar que todos mis colegas se la tirasen y aprendieran a follar con ella.

Un coche paso a nuestro lado y se paro unos metros más adelante. De él salió un hombre un poco gordo y mayor que camino hacía nosotros. Abrimos la ventanilla del coche.

-¿Tienen algún problema? -Preguntó el caballero

-Mi compañera, que no termina de encontrarse a gusto consigo misma.

-Ya -respondió el hombre - ¿Cuánto hace que se sacó el carnet de conducir?

-Un mes, pero la autopista esta vacía. -Entonces me di cuenta de que Vanessa tenía la falda subida y arrugada, y aunque no se veía nada más allá de sus piernas, estaba seguro de que el hombre tenía ahora mismo un calentón que no podía con él -¿Sabe si hay una salida de servicios por aquí cerca?

-Si, a unos quince kilómetros.

-Pues será mejor que vayamos a ella, ¿No te parece, Vanessa?

-Si -contestó ella- me parece bien.

-Hasta luego y gracias por todo -El coche arrancó de nuevo y nos lanzamos a la autopista otra vez-Ese hombre quiere follarte muy duro -la dije a Vanessa una vez que estábamos en privado -¿Has visto como te comía con los ojos? Seguro que si nos lo encontramos de nuevo tengo que separarlo de ti con una palanca.

Los kilómetros pasaban uno detrás de otro. Mire por el retrovisor y vi como el hombre nos seguía un poco a lo lejos. La verdad es que no sabía que hacer. Por un lado, estaría encantado con la idea de terminar lo que habíamos empezado, pero por el otro, no podía hacer nada contra un hombre de verdad, sólo ver como se follaba a mi esclava, bueno, a Vanessa, delante de mis ojos, algo para lo que no estaba todavía ni remotamente preparado. Y lo que era peor, pensé al ver el cartel de dos kilómetros para la salida de servicios, es que seguramente ese hombre tenía experiencia follando y me iba a dejar a mi como lo que era, un chaval que no conocía el mundo y mucho menos a las mujeres y su cuerpo.

-Será mejor que sigas -comente a Vanessa.

-¿Tienes miedo de que me folle mejor que tú?

Me había leído la mente o el miedo, lo mismo daba. Conecto el intermitente y tomo la salida de servicio. Nos adentramos en una carretera medio deshecha durante unos cuantos centenares de metros. Vanessa se bajo la falda y se acicalo el pelo delante del espejo. Sabía que todo esto lo hacía por joderme. En unos minutos, un hombre de verdad aparcaría su coche delante de nosotros y la tomaría delante de mi. Era una idea insoportable con la que ella estaba disfrutando. Para mi consuelo, el coche y el hombre no tardaron mucho en aparecer. Vanessa bajo la ventanilla.

-Veo que estás mejor -dijo el caballero

-Si, gracias. Sólo era un contratiempo.

Si no me engañaban mis oídos y mis ojos, estaban flirteando con él, como una novata, pero lo estaba haciendo.

-Entonces, ¿Todo esta bien?

-Ahora si -dijo ella completamente feliz.

-Me alegro. Por cierto, ¿Dónde habéis estado metidos? Porque la verdad es que oléis mal

Yo no me lo podía creer. Vanessa no se lo podía creer. Era cierto, apestábamos a retrete y ninguno de los dos se había dado cuenta.

-En un retrete -dije sin poder contener la risa.

-No es el sitio más adecuado para acostarse con la novia, jovencito. Tampoco deberías de meterla mano mientras vas por la autopista, por más buena que este.

-Claro, tiene razón -No podía parar de reír. El hombre no entendía nada. -Pero ella quería algo de privacidad y yo, no supe decir que no

El hombre observo con detenimiento a Vanessa. Se estaba relamiendo los labios mientras Vanessa, perdida toda confianza, se observaba con detenimiento los pies.

-¿Por cuánto me la dejas, chico?

-Por diez pavos puede correrse en su cara y en sus tetas. -Cogí las llaves del coche por si a Vanessa se le ocurría alguna estupidez. Como no le veía muy convencido, añadí al tiempo que desabrochaba los botones delanteros del vestido de mi esclava- Piénselo bien, ella apesta. ¿No querrá que su coche apeste?

Cuando deje sus firmes y juveniles pechos al aire, se convenció. Salí del coche, y saque a Vanessa tirando de su pelo. La arrodille a la fuerza delante del hombre, con todo su torso desnudo. Este, me dio los diez euros, se saco una polla gorda y hermosa y comenzó a masturbarse. No tardo demasiado tiempo en disparar un semen blanco y espeso. Y comenzó a marcharse. Vanessa y yo vimos alucinados como subía a su coche y nos dejaba de nuevo a los dos como única compañía.

-Sera hijo de puta -Soltó Vanessa de pronto. Intento limpiarse lo pegotes, pero no la deje.

-¿Tantas ganas tenías de follártelo? Quizá le tenía que haber dado la cinta de embalar y haber pedido un buen precio por ti. -la verdad es que me estaba partiendo el culo

-¿Y ahora yo como consigo mi orgasmo?

-Solo tienes que tocarte un rato entre los árboles -la dije sin mala intención – Seguro que tienes mucha más experiencia que yo en estás cosas.

-La verdad es que...

¿Qué no se había tocado nunca? ¿De verdad? ¿Una chica de 18 años no se había tocado jamas? Tenía yo quince y ni recordaba mi primera paja.

-Entonces, vas a tener que pedirlo por esa boquita.

-No

-Ya me has pedido que te folle, que te ate y te amordace. Pedir que haga que te corras no debería ser tan difícil.

-Quiero... -empezó a decir

-No, quiero no. Lo que tú quieras, no me importa.

-Permita... -Ahora iba mejor – Que su... esclava se corra

-¿Y qué más?

-Amo -La salió del alma, pero lo había dicho al fin.

Inicie de nuevo el proceso de masturbación en el capo del coche. Ella se había relajado y su coño estaba empapado. Incluso gemía mientras mis dedos entraban y salían dentro de ella. El orgasmo que la alcanzó a los pocos minutos de empezar fue brutal, me empapo completamente la mano. La acerque a su boca y no tuve que decirla nada para que empezaran a limpiarme los dedos con la lengua. Al cabo de unos momentos, pose mi mano manchada de jugos vaginales y me limpie en su pelo. Eso no la estaba gustando, lo note en su mirada, pero no dijo nada. Tenía una idea bastante clara de lo que debía hacer, de como consolidar mi dominio sobre ella. La quite las zapatillas. No tenía ninguna gana de que largara corriendo. Entre al coche y saque la cinta de embalar.

-¿Vas a...?

-Hacer lo que me de la gana contigo, si. Ahora vas a salir y pon las manos en el capo. Mi polla necesita acción.

-¿No será por detrás, verdad?

-Será por donde me de la real gana, joder. Tu solo eres la puta esclava y ya te he dado el orgasmo que querías.

-Puedo chupártela, si quieres. -dijo ella en un tono bastante sumiso.

-Eso será después, para limpiármela.

Ate sus brazos con la cinta de embalar en el capo del coche de forma tal que no se podía mover. Levante su falda, y la di con su zapatilla.

-Para, por favor. Seré buena, pero no me hagas esto -Estaba a punto de llorar.

-No eres buena. - La embestí y ella grito de dolor -No me dejas hacer lo que yo quiero.

-Duele. Para, por favor te lo pido.

-Ya te acostumbraras. -la volví a dar con la zapatilla, al tiempo que la daba por culo. - Un amo tiene derecho a hacer lo que le de la gana con su esclava

-Yo no soy tu esclava. ¡Ah¡

Estuve sodomizándola y azotándola durante un rato hasta que convirtió los gritos de dolor en otra cosa. Cuando me di por satisfecho, corte la cinta.

-Ahora vas a limpiármela dentro del coche, puta.

Cuando subimos de nuevo al coche, no éramos los mismo que cuando habíamos bajado. Mi polla esperaba tranquilamente, libre, dura y al aire, porque aún no me había corrido. Mientras Vanessa respiraba con bastante dificultad. Por un momento, pensé que no lo haría, que todo esto había sido demasiado para ella. Me equivoque. Al cabo de unos pocos minutos, tenía su cabeza entre mis piernas y la punta de mi polla la tocaba la campanilla.

Tuve que contener mis enormes ganas de tocarla. No quería que recibiera placer alguno mientras movía su cabeza arriba y abajo. Pero si podía apretujar uno de sus pechos. Me sentí en la cima del puto mundo cuando me corrí al fin.

-Asegúrate de tragarlo todo, no quiero manchar la tapicería.

Cuando al fin se puso derecha, recogí los restos de semen del hombre que aún manchaban su cuerpo, y se los metí en la boca con el dedo. A continuación, cerré de nuevo los botones de su vestido.

-Arranca el coche. Tenemos que darnos un baño y comer algo.

No encontramos nada durante unos cincuenta kilómetros aproximadamente. Y cuando al fin dimos con ello, no era el mejor sitio del mundo precisamente. El burdel, porque no podía ser otra, contaba con un bar para camioneros y diez habitaciones.

-¿Cuánto dinero tienes? Por qué esto tiene pinta de que clavan.

-Tengo el dinero en la cartera, dentro del bolso.

-¿Esto es todo? - Conté mil euros. Estaba forrada. Ahora empezaba a entender muchas cosas, o al menos, una buena parte de las mismas.

-Son todos mis ahorros. -Dijo ella como si fuera poco ir por ahí con una cartera llena de cuartos- Mis padres no querían que hiciera el viaje y solo me han dado algo extra para gasolina.

Cogí la pasta, y me la guarde. Vanessa observo la escena como si fuera algo natural. La di la mano. A estas alturas, Vanessa era totalmente sumisa, lo notaba en su mano, tranquila y suave. Fue cuando se me ocurrió vestirla a mi gusto. Revise su maleta. Tal y como me imaginaba, no había nada ni provocativo ni sexy. Solo faldas largas, vestidos, camisas y algún pantalón vaquero. Ni si quiera su ropa interior era excitante. Entramos en la recepción del burdel.

-Buenos días -dije al recepcionista -Quiero una habitación por un rato.

-Son 50 euros.

-¿Por un rato?

-Si -me dijo un recepcionista con pinta de motero y que me sacaba dos cabezas al menos -Por un rato. Y viendo la chavala que tienes a tu lado, no sé porque no has soltado la pasta ya.

-Esta bien, esta bien -dije yo soltando un billete de 50 – Por cierto, ¿Venden ustedes ciertas cosas?

-Depende de que cosas quieras comprar.

-Juguetes para mi perra -dije sin pestañear si quiera.

-Si -confirmo el motorista -Tenemos de eso en la planta de abajo. Por aquí.

Le seguimos a través de una puerta medio oculta a un mundo totalmente nuevo. Era un sex shop en toda regla. El motorista nos fue guiando a través de las diferentes secciones de la tienda, que contenía desde lo más blando hasta lo más duro. Muchos de los artículos de estaban descatalogados o eran directamente ilegales. Lo primero que compre fueron unos cuantos disfraces. De novia, de colegiada y de perra. También compre unas esposas, una fusta, unos cuantos collares (hacía que se los probase para comprobar su talla de cuello), cadenas, un traje de cuero, medias, ropa interior, consoladores, juguetes variados, bolas chinas, mascaras... En total, 900 euros.

-¿Cuanto me lo rebaja si dejo que te la tires?

-Has leído demasiado porno malo, amigo. -dijo al tiempo que me cobraba

La lleve al cuchitril que habíamos alquilado. Al menos, había una cama, un baño y estaba más o menos bien equipada. Cuando Vanessa salió, vestida de colegiada, creía que me iba a reventar la polla.

-Ven -la dije- Acércate, arrodíllate aquí

Espose sus manos, la puse un collar que ate a la cabecera de hierro de la cama y un cepo bocal para mantener su boca completamente abierta. También la puse una mascara de cuero negro. Coloque su cabeza contra el suelo para introducirla un consolador en la vagina, que encendí inmediatamente y la metí las bolas chinas por el culo, a lo seco, sin lubricante. Levante su cabeza tirándola de los pelos, metí la polla en la boca y me orine dentro de ella. Intento ofrecer algún tipo de resistencia.

-¿Sabes que puedo cagarme dentro de ti o sacarte a dar un paseo? Piénsalo detenidamente.

La coloque las pinzas para los pezones que había comprado y me fui a dar un baño. No podía creer lo que me estaba pasando. No podía creer que tenía a una chica de esa forma en la otra habitación. El teléfono móvil comenzó a sonar. Cerré la boca de Vanessa para que no emitiera ningún ruido y descolgue

-Hola hermanita. ¿Qué tal?

-¿Dónde estáis? Nosotras estamos a punto de llegar.

-Nos queda bastante aún. Entre que no podemos ir a más de ochenta y los polvos que vamos echando por el camino...

-O vamos, Miguel. ¿Polvos? ¿Vanessa no esta contigo?

-Esta en el servicio, claro.

-Esa chica va para monja de clausura. ¿Te puedes creer que ni si quiera se masturba?

-¿En serio? No puede ser.

-Si, en serio. Nos estuvo contando cuanto miedo y asco la da tocarse, o que la toquen

-Guay -dije yo- Con el cuerpazo que tiene.

-Ya ves. Se bueno con ella, ¿Vale? Necesita mucho cariño.

-¿Y por qué la habéis invitado a este viaje?

-Para ver si alguno de los chicos es capaz de meterse entre sus piernas -me contesto mi hermana – y porque esta forrada. -Se sincero

-Si, la verdad es que se la nota con pasta. -Tenía la tarjeta de crédito en mi mano -¿Tenéis intención de que os pague casi todo?

-Casi no, todo.

-Vosotras sabréis. Venga, hasta más tarde.

-Adios, hermanito.

-Para esto sirven las amigas -dije una vez apagado el teléfono -Menudas víboras son. -Me fije que el consolador había hecho bien su trabajo. Había un charco importante en el plástico donde estaba situada mi perra. Abrí la cremallera que mantenía su boca cerrada, y la situé la cabeza encima. -Saca la lengua y lame. Decidí empezar a sacar las bolas chinas de su culo, una a una. Vanessa daba un gemido, entre el dolor y el placer, cada vez que sacaba una de esas bolas. Termine subiéndola a la cama, esposando sus manos y sus pies a la cama, formando una equis gigante. Me la folle bien duro. Mi polla perforaba una y otra vez la zona alta de su vagina, su parte más estrecha. Vanessa se revolvía y retorcía debajo de mi en cada embestida. -Una buena esclava solo vive para complacer a su amo en todos sus deseos, niña -Cuando acabe, note las señales que las esposas la habían dejado en muñecas y pies, pero no la libere. Aún no. Quite unas cuantas bolas hasta quedarme con solo dos, introduce un pequeño vibrador en su vagina, y utilice las bolas a modo de tapón en su vagina y en su ano. Al fin la libere -Ahora vamos a ir a por dinero y a comer algo. -No nos vio nadie salir de la habitación ni llegar al cajero. Active el vibrador en cuanto llegamos a él -¿Cuál es tu número secreto?

-Ya te he dado todo lo que tengo.

-Aún no. Se puede sacar más pasta gracias a esto, y no creo que a tus padres les extrañe.

-Por favor, no. -Le di más fuerte al vibrador. Su cara era todo un poema -5555 -dijo ella al cabo de un rato.

-Gracias

-Déjame correrme.

-No lo has pedido de la forma correcta.

Ella trago saliva.

-Permita que a su esclava que se corra, amo.

-¿Y qué lo pongas todo perdido, puta? No.

-Por favor, haré lo que sea.

Fijo de nuevo la vista en sus zapatillas mientras me situaba detrás de ella. Detuve el vibrador, la agarre un pecho y con la otra mano la quite la bola de su vagina. Mis dedos volvieron a masturbala. Vanessa se abandono al placer que la estaba produciendo en una situación totalmente diferente. En el baño estábamos solos. En la vía de servicio, no esperábamos que entrara, pero aquí al lado de un cajero automático, era bastante distinto. No tardaron en pasar 6 chavales, de no más de trece o catorce años, con un balón de fútbol, alucinados por el espectáculo. Vanessa tuvo que chupársela y tragarse la corrida de los seis en un callejón cercano. Dos veces, porque no se habían quedado satisfechos solo con una. Termino en el suelo, abierta de piernas con las rodillas a lo alto, todo el coño al aire y la camisa desabrochaba

-Tiene el coño peludo -comentó uno de ellos.

-Haré que se lo afeite.

-¿Y la vas a poner anillos o algo? -comentó otro. -Mejora mucho el sexo.

-No lo había pensado -En realidad si, ¿Pero que demonios le iba a decir ella a sus padres? Hola papa, mama, he decidido ponerme anillos en los pezones, en la vagina y en la lengua -Voy a masturbarla. Así podéis ver la cara de puta que pone cuando se corre.

La introduje dos dedos y comencé a meterla caña

-¿Y por qué no te la follas? -Me pregunto uno de ellos, con sorna.

-Porque de esta forma, os podéis correr encima de ella, muchachos. -Vanessa empezó a gemir de puro placer, y los seis muchachos descubrieron pronto que sus pollas no estaban tan vacías como ellos creían.- En la cara -les indique -Correos en su cara al mismo tiempo que la zorra.

-Quiero mear -anuncio cuando los chicos se marcharon y nos quedamos a solas

-No lo están pidiendo de la forma adecuada.

El control que ejercía sobre ella era cada mayor y más placentero. Volvía a tener los agujeros taponados mientras nos dirigíamos cogidos de la mano de vuelta al burdel, y tal y como había previsto, me iba a tener que pedir permiso hasta para ir a cagar

-Permita a su esclava mear, amo.

-¿De verdad quieres hacerlo aquí, en mitad de la calle? ¿Es qué no has aprendido nada? -Volvía a mirarse las zapatillas como si tuvieran la respuesta a todas las preguntas del universo.- Esta bien, puedes hacerlo allí, detrás de ese árbol, como una verdadera perra.

El chorro de pis no tardo demasiado en salir. Y su cara daba gloria bendita verla. Esta totalmente avergonzada de lo que estaba haciendo. Para más mala leche, encendí de nuevo el vibrador que llevaba dentro.

-¿Quieres correrte de nuevo? -Ella afirmo con la cabeza, varias veces, suplicando con los ojos.

La lleve hasta un banco donde se encontraba un viejecito dando de comer a las palomas. Arrodille a Vanessa delante de él.

-Escuche -le dije - Mi perra quiere correrse, otra vez. Y he pensado que lo haga mientras le chupa la polla, porque la mía ya no da más de si. ¿Acepta?

Le quite la bola de la vagina a Vanessa al tiempo que se metía la polla de un tipo que podía ser su abuelo en la boca. Y se corrió de puro gusto al tiempo que le relamía la polla al viejo.

-¿Quieres venir a comer a mi casa, joven?

Dude al principio, y el viejo puso 50 euros delante de mi cara. Su casa no estaba demasiado lejos. Era de una única planta, con patio privado y jardín delantero. No había nada más destacable. La colocamos el collar y la hicimos caminar a cuatro patas por la casa. Incluso, la dimos de comer en el suelo, en el plato del perro. Le di de nuevo al vibrador. Dentro de poco, estaría deseando correrse de nuevo

-Es una esclava obediente -me dijo el anciano.

-Si, no tengo queja

-¿Puedo manosearla un poco? Hace mucho tiempo que no...

-Por favor, sírvase.

El anciano se dio un auténtico festín con el cuerpo de Vanessa. No solo la sobo y la acaricio, también la lleno de chupetones el cuello y los pechos.

-Por favor, amo, permita que su esclava se corra.

-No.

-Por favor -dijo ella al cabo de un rato, mientras el viejo seguía a lo suyo -Haré lo que sea.

-No.

Se la notaba cada vez más ansiosa. Quería correrse, necesitaba correrse y yo no se lo permitía. Vanessa se movía y se retorcía mientras el viejo no paraba de sobarla un solo momento. Tenía que haberle cobrado más.

-¿Tiene cuerdas de tender la ropa?

-Claro -me dijo el anciano -En el patio.

Atamos sus pies a la silla, de forma que sus piernas quedaban abiertas y formando una V. También ate sus manos encima de la cabeza. La quite la bola

-Gracias, amo, gracias.

La penetre con furia. En realidad , estaba bastante furioso, sobretodo conmigo mismo. No paso demasiado tiempo en sufrir un orgasmo que sacudió todo su cuerpo. Eso no me detuvo, por supuesto. No pare hasta que me corrí dentro de ella, y dado el día que llevaba, tarde bastante tiempo en lograrlo.

-Ten cuidado -me dijo el anciano cuando salimos al patio a tomarnos un refresco -Ahora mismo si la examina un médico, podría denunciarte por violación

-Es mi esclava -confirme -puedo hacer con ella lo que me plazca. ¿Quiere darla por culo por 50 pavos?

El anciano me dio la pasta feliz de la vida y no comento nada más. Vi como la sodomizada con las manos atadas y apoyada en la mesa. El anciano era más fuerte y alto que yo. Y no tenía rastro alguno de compasión. Vanessa gemía de dolor en cada embestida, en cada penetración -Que pietro lo tiene -grito el anciano, que aumentaba el ritmo. Me fui al patio para no verlo.

-He terminado -anuncio el anciano – Puedes llevarte a la perra de mi casa.

Estaba destrozada. La sangre manchaba sus muslos, pero ya no sangraba. Volví a ponerla las bolas chinas, tapando sus dos agujeros de nuevo

-Volvamos a la habitación -declare- Necesitas descansar antes de ponernos en marcha.

Subió al coche vestida formalmente, con ropa interior y todo lo demás. Por fuera, parecía que no había pasado nada de nada durante el día. Por dentro, era otra muy distinta. No hubo ni una queja por su parte en ningún momento. Había asimilado hasta tal punto que era mía y que la había prostituido por 50 pavos, que llegado cierto momento, me pidió permiso para cagar.

-Puedes entrar al servicio tú sola.

-No puedo. Tengo que quitarme las bolas.

-¿Aún las llevas? -Yo no podía creerlo

-Claro. Las ha puesto ahí mi amo y señor.

Paramos en la cuneta y Vanessa se puso a cagar delante de mi. Fue lo último que pudimos hacer juntos antes de llegar a la casa de alquiler, donde ya nos estaban esperando todos los demás. Y durante toda la semana, nada de nada. No nos dejaron solos ni un segundo. En realidad, las únicas veces que alguien estaba solo, era porque estaba en el baño. Durante toda una semana, en una casa llena de guarras y tíos pidiendo guerra, no se echó ni un solo polvo, porque siempre había alguien para joderte, o alguna actividad que hacer, o cualquier cosa antes de follar.

Por supuesto, la actitud de Vanessa hacía mi cambio radicalmente. Ahora eramos simples amigos, nada más ni nada menos. Eso si, todos los intentos de los chicos de intentar ligarsela daban en hueso. No había manera de que ella les hiciera el menor caso.

No recibí noticias suyas durante un mes, cuando mi hermana me puso al teléfono con ella. Me estaba invitando a su casa...