miprimita.com

El contrato, tercera parte

en Grandes Series

  1. La decisión

    Estaba claro que el pedazo de mierda de mi propietario no había tomado la decisión correcta. Un maldito gordo de mierda se estaba llevando el mejor coño y demás agujeros que había probado en toda mi vida, y estaba hay, parado, mirando como un bobo. Pero para eso están las pollas, para pensar en lugar de sus propietarios. Tome el control de la situación en un segundo y mire a mi alrededor. Estaba claro que las putas sabían algo por la forma que tenían de mover la cabeza y que el armario ropero de tres puertas con la nariz rota que se acercaba a nuestra posición no venía con intenciones de alquilar la chica por un rato. En cuanto se sentó delante de mi, empezó a hablar de cosas que realmente no me importaban una puta mierda.

    -No.

    -¿Cómo dice? ¿De verdad piensas que estás en posición de negociar?

    -No voy a negociar una puta mierda. He dicho no. Dos horas, es el trato, ni un minuto más en esta pocilga. Y ahora, tengo que asegurarme que ese cerdo haga lo que se le ha dicho.

    Me levante y el capullo me cerró el paso. Mire atrás y vi a otros tres capullos con aspecto de que venían a tocar los cojones.

    “¿Ves en que lío te has metido, pedazo de subnormal? Y ahora por tu culpa tenemos que mandar a cuatro tíos al hospital, con lo jodida que esta la sanidad”

    Mire de nuevo al armario que tenía delante de mis narices, sonría como un puto cerdo.

    -Voy a divertirme de lo lindo con esa...

    Ni si quiera le deje terminar la frase. ¿Pero quién cojones se creía qué era ese puto mierda? Aquí el único que se divertía con ella era YO, YO, y nada más que YO. Que el imbécil de mi propietario hubiera decidido alquilarla por un rato, no significaba que yo estuviera de acuerdo. Y así se lo dije, solo que me parece que no estaba consciente para escucharlo. Mire a los tres acojonados imbéciles que habían visto volar a un maromo de 150 kilos mal contados de un simple puñetazo.

    -¿Vosotros también tenéis que decirme alguna gilipollez? ¿Pero de verdad os creéis que iba a traer a una preciosidad como esa a un garito como este sin saber usar los puños?

    Me acerque a la barra del bar para pagar lo que le debía y una de las chicas que estaban viendo el espectáculo se acerco para comentarme algo que yo ya me olía. Así que me mostré en todo mi esplendor.

    -¿Y cómo hace para que le quepa?

    -Con paciencia y mucha práctica.

    Y me fui a ver que hacía el gordo, pues no me fiaba demasiado de él

 

  1. La vuelta.

    La verdad es que no sabía en que estado de ánimo se encontraba mi mascota. ¿Enfadada, indiferente, aterrorizada? No me había hablado desde que salimos del motel camino a casa.

    -¿Estás bien?

    -¿Acaso te importa?

    -Pues claro que me importa.

    -No parecía importarte cuando me prostiuías

    -Si, que me importaba, ¿Vale? ¿Crees que si no me importara hubiera luchado por ti?

    -¿Cuánto te ofrecían?

    -No me llegaron a hablar de dinero. Creo que dijo algo así como lárgate con tus putos 500 euros y no vuelvas a asomar la jeta por aquí. O algo así, la verdad es que no estaba escuchando.

    -Mal hecho.

    Pasamos un tiempo sin hablarnos, pero estaba claro que la conversación no había terminado.

    -¿Piensas volver a hacerlo?

    -Seguramente. Por muy en desacuerdo que este mi polla, seguramente lo volveré a hacer.

    Mi mascota no dijo nada, porque no había más que decir. Esa noche, cada uno se acostó en su habitación y no la toque hasta la noche siguiente, y la volví a besar, que hacía mucho tiempo que no lo hacía.

 

  1. Nueve meses. La familia.

    Me he referido varias veces a mi hija, o más bien a su habitación, pues es donde duerme últimamente Marta. Pero a ella no la he presentado formalmente. Bueno, ni a ella, ni a mi hijo, ni a la bruja de mi ex ni al mierda que vive con ella. Y esto es así, porque como buen padre divorciado, la custodia de los niños paso a mi esposa y logro que estos odiaran. Total, llevaba sin ver a mis hijos desde hace cuatro años, y ya eran mayores de edad para decidir si querían verme o no. Y no querían verme ni en pintura, o en foto, lo mismo da. Pero la situación dio un cambió drástico a partir de entonces.

    Ese día había inventado un nuevo juego. Consistía en verla comer de un plato para perros colocado en el suelo, con las manos atadas, utilizando solo su boca. Por supuesto, era comida de verdad, nada de piensos o cosas raras. Pero precisamente esa noche, me había meado en el plato y lo había hecho antes de permitirla probar bocado. Desde mi posición no podía verla la cara. Pero se notaba cuando bajaba la cabeza para comer, que no la resultaba agradable. Ese día tenía puesto un vestido largo, blanco, que la sentaba divinamente. Se lo había levantado de forma tal que su culo quedaba completamente expuesto para jugar con él a placer. Estaba jugando con mis manos en ambos agujeros, estimulándola mientras comía cuando oí la puerta. Por supuesto lo primero que hice fue ir a lavarme las manos, no quería que me oliesen a perra en celo.

    -Hola papa.

    -¿Qué coño haces aquí?

    -¿Eso es todo lo que tienes que decirme?

    -No pienso darte ni un puto duro. Ya oíste al juez, no tengo porque darte ni un puto duro ni a ti, ni a tu madre.

    -¿Al menos quieres escuchar lo que tengo que decir?

    -No, la verdad es que no. Pero supongo que será algo que merezca la pena escuchar si te ha hecho venir a verme después de cuatro años. ¿Qué ocurre?

    -Veras papa, he estado viviendo últimamente con un chico.

    -Si, lo recuerdo. Me cayo de puta madre cuando me lo presentaste

    -No hace falta que seas tan sarcástico, papa. El caso, es que hemos roto

    -Mira tú que bien, ¿Entonces?

    -Que no tengo sitio para quedarme

    -Claro que lo tienes, con tu madre y su esposo.

    -No puedo quedarme con ellos, por eso me fui con mi novio. Pero no tengo trabajo y...

    -¿Cómo que no puedes quedarte con ellos?

    -Papa, mi padrastro me mira y mama no quiere que este por allí cerca.

    Vamos, que se la quería follar y su madre no quería verla por allí ni en pintura, por si acaso. Y quería venir a vivir conmigo... Espera, no podía venir a vivir conmigo ni de puta coña, de echo, ni siquiera podía quedarse esta noche.

    -Pues que te pague un puto apartamento para ti sola

    -No pueden permitírselo.

    -Me importa una mierda.

    -¡Me ha echado de casa papa, no tengo a donde ir¡ Tengo todas mis cosas en el coche, y no sé donde quedarme¡

    -Pues haz las paces con tu novio. Preséntate allí, dile que le vas a chupar la polla, y déjate dar por culo. Suele funcionar.

    -Me ha dejado por otro

    -¿Será otra?

    -Otro, papa. Me ha dejado por un tío.

    Su puta madre. Joder, joder, joder, joder, joder... ¿Pero por qué coño ella la puede dar la patada y yo no podía? Si no la conocía de nada, joder. Si llevaba 15 años divorciado de mi esposa, y apenas conocía a mi hija. Y ahora, iba a quedar como el malo, o sacarme los cuartos otra vez. Maldita puta de mierda.

    -Escucha, hija. No puedes venir y decir que te vas a quedar conmigo porque tu madre no aguante que tu padrastro quiera follar contigo en lugar de con ella. No puedes venir y decirme después de cuatro años que no te puedes quedar en ningún sitio porque el marica de tu novio que nunca me has presentado te ha largado. Y no puedes hacerlo porque eres mayorcita desde hace tiempo y no me haces ni puto caso. Ni puto caso en todos estos años.

    -Te lo pagare, ¿De acuerdo? En cuanto encuentre trabajo.

    -Como no sea de puta.

    -¡Papa¡.

    -Ni papa ni hostias, ambos sabemos como esta el mundo ahí fuera.

    Mi hija estaba al borde del llanto. Debería haberme dado pena, debería haber sentido algo por ella. Pero la puñetera verdad, es que la tenía dura. Supongo que esos dos años prácticamente abusando de mi mascota me habían transformado. Morena, ojos verdes, buenas tetas, alta. No me extrañaba que el marido de mi ex la quisiera a ella en su cama en lugar de mi mujer.

    -¿Entonces me vas a echar de casa tú también?

    ¿Y qué hacía yo con mi mascota? Si esta maldita zorra se me metía en casa, podía despedirme de lo que estaba haciendo. Y no me salía de los cojones.

    -Si.

    Y cerré la puerta. Volví con mi mascota que me estaba echando de mucho de menos.

    -Siguen llamando a la puerta, ¿Quién es?

    -La imbécil de mi hija.

    -¿Y no la vas a dejar pasar?

    -Algo me dice que si la dejo, no me la voy a quitar de encima.

    -Entonces, ¿No la dejas pasar por mi?

    -En cierta forma, si.

    Ana seguía aporreando la puerta.

    -No se va a marchar.

    -No

    La desate la manos y la ayude a ponerse de pie. No había nada ni en su vestido ni en cuerpo, al menos a simple vista, que delatara a que nos dedicábamos. Así que la lleve al salón y me dispuse a abrir la puerta.

    -Ya era hora.

    Ana entró como un rayo y lo primero que vio fue a mi mascota, que estaba de pie en medio del salón.

    -¿Marta? ¿Qué haces aquí?

    Un imprevisto, se conocían. ¿Cómo cojones podía adivinarlo?

    -Es mi novia.

    -¿Novia? Papa, Marta me contó lo que pensaba hacer su padre.

    -Oh, entonces ya sabes lo que hay.

    -¿Cómo pudiste?

    -¿Yo? O sea, te recojo en mi casa después de que la puta de tu madre te eche fuera, lo que significa que tengo que resignarme a no poder hacer con ella lo que me venga en gana mientras estés aquí. Me quedo con ella cuando la digo mil veces que no lo haga. ¿Y el malo soy yo?

    -Me enfermas, papa

    -Pues vete a tomar por culo de mi casa, pero si te quedas, será bajo mis normas.

    -Yo... Sabes que no tengo aun ningún sitio al que ir.

    Me acerque a mi mascota, la apoye contra la mesa, la levante la falda por detrás, y me puse a darla por culo delante de mi hija.

    -Será mejor que encuentres trabajo pronto, muchacha. Porque de una forma u otra pienso cobrarme.

    Mi hija se dio la vuelta, pero ante los gemidos de placer de su amiga, volvió a mirarnos y se acerco.

    -¿Y no la duele?

    -Ni lo sé, ni me importa.

    -¿Y hasta dónde habéis llegado?

    -No quieres saberlo, ¿Y sabes por qué? Porque sino encuentras trabajo pronto, tu harás cosas peores.

    Mi hija se retiro a su habitación, acojonada. Tenía motivos de sobra para estarlo. Con mi mascota, hacerla comer mierda, que se tirase a un perro o prostituirla me estaba bastante vetado.

    -Tienes tres meses... En tres meses viene mi abogado y firmara tu nuevo contrato laboral sino tienes un empleo.

    Ya me estaba imaginando al hijo puta de mi abogado redactando de contrato de dominación de mi propia hija