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La niñata 3

en Sadomaso

La obligue a tragarse los pegotes de mierda que habían quedado en el respaldo del sofá. Verla en esa posición, con ambas rodillas sobre el asiento y los pies quedando al aire, el culo levantado, la cara pegada al respaldo, y la camisa abierta y cayendo libremente me puso cachondo. La agarre con fuerza del pelo. Nunca en mi vida había estado más seguro en mi vida de que ambos estábamos listos para una buena follada.

La quite con suavidad los zapatos de tacón que llevaba puestos, y se lo clave en el culo hasta el fondo. Apenas dejo escapar un gemido de dolor. El otro, se lo clave por la puntera en la vagina. Y comencé a masturbarla. No sabía de que material estaba hecho, pero resbalaba con gran facilidad en su vagina. Y la suela, rugosa y un poco áspera, hacía maravillas. Por la cara de perra que estaba poniendo, y como abrió las piernas para facilitar la tarea, deducí fácilmente que la estaba encantando. La lleve hasta el orgasmo y a continuación puse el zapato en el suelo para que lo limpiara usando únicamente la lengua.

Pasee con ella usando su largo pelo como correa. No creo que haga falta añadir que la llevaba caminando como las perras, a cuatro patas. Primero fuimos al garaje, donde tenía la lavadora y donde la desnude completamente. También era el lugar donde tendía la ropa Y aproveche para lavarla y frotar todo su cuerpo a mi antojo. Su piel era increíblemente suave. Manosee todo su cuerpo, sus pechos, sus muslos, su zona íntima. La niñata estaba caliente y excitada, al parecer disfrutaba de las atenciones que su cuerpo recibía de un hombre. Entonces intentó besarme y yo la arroje al suelo

-¿Sabes cual es tu sitio?

-Soy tu juguete... Pero hasta los juguetes disfrutan cuando son usados por su amos.

-Eres la mujer que mato a mi esposa.

-Y soy la mujer que se ha entrado a ti ha cambió. Creo que has salido ganando con el cambio.

Estaba más guapa y más seductora que nunca. Se había tapado los pechos con el pelo y la vagina con la mano. Creo que comenzó a acariciarse.

-¿Has tenido alguna vez un novio?

-He ido siempre a una escuela para chicas.

Me situé delante de ella, entre sus piernas. Ella dejo de acariciarse y me lo enseño de nuevo. Su pecho bajaba y subía de lo excitada que estaba. Aparte un poco el cabello dejando al descubierto dos bellos pezones duros como piedras. Quería ser tomada y quería serlo ahora.

Me fije en la habitación. Había varias cosas interesantes en ella. Agarre un trapo y lo use como mordaza. También la vende los ojos y la ate la manos. Eso aumento aún más su excitación. Me lance sobre ella y comencé a chuparla y mordisquearla los pezones al tiempo que la metía mano. Su cuerpo, completamente entregado, respondía de una manera que jamas había imaginado con mi mujer. Se los chupe como un recién nacido y se los mordí como un animal rabioso. Hilillos de sangre recorrían sus hermosos pechos cuando me aleje de ella.

Sabía que muchas mujeres se pinzan los pezones y nunca había entendido el porque. Cogí dos pinzas metálicas bien fuertes, pues necesitaba de toda mi fuerza para poder abrirlas, y se las coloque de golpe. El cuerpo reacciono dando varios espasmos de dolor

-Martúrbate con el zapato... No, con la puntera no, que sé que te gusta, con el tacón. No te quitare las pinzas hasta que te corras.

Se clavo el tacón hasta el fondo. Comenzó un movimiento frenético. Supuse que quería llegar lo antes posible, pero con las veces que se había corrido ya y lo pequeño del tacón, no lo logro.

-Quizás necesites algo más gordo.

Cogí un sacude polvos, uno de esos con el palo bien largo y la empuñadura bien gorda. No podía ver lo que se la venía encima, así que tiritaba de miedo. De todas formas separo las piernas e intentó relajarse. La penetración logro que se la curvara la espalda y un grito ahogado salió de su garganta. No necesite mover mucho esa cosa dentro de ella para lograr que se corriera de nuevo.

-Vamos a tener que trabajar con esto, no quiero que te conviertas en un coñazo. - Mencione mientras inspeccionaba con mis manos su zona íntima. La clave el tacón- que no se te caiga.

La coloque de nuevo a cuatro patas y la obligue a mantener el zapato simplemente usando los músculos de su vagina. Al final, el zapato termino cayendo. La azote con el quita polvos un par de veces (parecían latigazos, pero no dejaron marca) y volví a colocárselo. Esta vez aguanto más tiempo, pero cuando volvió a fallar, fui impecable. A la tercera, introduje el quita polvos en el coño con el consiguiente dolor que eso la provocaba. En el culo la metí el mango de un martillo hasta el fondo.

Era divertido verla a cuatro patas y vendada, arrastrando esa larga cosa por toda la casa. La lleve hasta una dispensa. Allí la quite la venda y el quita polvos, y lo cambié por otra cosa, su propia mano. Se la metí entera dentro de su coño y me asegure de que no pudiera sacarla con cinta de embalar. La otra la pegue a la pared, y me asegure de que no pudiera mover sus pies. No la saque el martillo del culo. Cerré la puerta y la deje en la total oscuridad

Tarde algunas horas en volver a abrirla. El hedor era insoportable. Había aprovechado bien el tiempo, por lo visto. Ella apenas me podía mirar de lo avergonzada que estaba. La di de beber el agua directamente de mi polla y algo para comer que devoro con ansias. Cambie su mano y el martillo por los dos nuevos y bonitos vibradores que había comprado, así como las pinzas por dos nuevas con vibración. Los puse al máximo, conectados todo a la red eléctrica. Su cuerpo no tardo mucho en experimentar las convulsiones de los orgasmos interrumpidos a los que era sometido. Volví a cerrar la puerta

Fue al mediodía del día siguiente cuando al fin, sus padres, llamaron al móvil de su hija.

 

Capítulo dedicado a Marta, espero que la haya gustado.