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De niña a perra cap 4

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Creo que fue la primera vez que iba contento de verdad al trabajo. Cuando la entregue su maleta con el resto de su ropa y utensilios para limpiar y acomodar su nueva estancia, mi perra estaba desecha. Lloraba a lágrima viva mientras murmuraba que se quería ir a su casa. Pero que la chica regresara a su casa e incluso que sus padres la buscasen lo había descartado desde que me puse a leer el diario de la chica. Debo reconocer que en un primer momento me arrepentí de haberla encerrado en el sótano, pero al menos podía tener sus movimientos controlados mientras pensaba en el lío en que me había metido. Luego deduje que era había acertado de lleno.

Por lo que pude leer, sus padres eran bastante religiosos, fanáticos en realidad. Así que no sorprendió demasiado que no llamaran a su hija, y que incluso saliera que tenían el teléfono móvil desconectado. La habían abandonado como la perra que era.

Descubrir este detalle me tranquilizo un montón pues si los padres se ponían a buscarla, estaba en problemas muy serios. Desde ese momento sabía que era libre de hacer cualquier cosa que quisiera con ella, y desde luego lo pensaba hacer.

Violarla había sido un placer. Era la primera vez que había tomado algo que quería de verdad sin miramientos y me había encantado. Era sobretodo la sensación de haberlo hecho y no arrepentirme de nada, y de saber que podía volver a realizarlo siempre que quisiese. Nunca jamas había tenido semejante poder y desde luego nunca me había sentido tan vivo como entonces.

Empezaba a entender a todos esos degenerados que se decidan a secuestrar y violar, ya sea a sus propias hijas o a desconocidas que encuentran en la calle. Si quieres hacer algo, lo haces, si quieres tomar algo, lo tomas. Esta iba a ser mi nueva filosofía de vida desde ese momento.

Pase todo el día del trabajo hablando con unos y con otros sobre los resultados del viaje de empresa que acababa de realizar. Los datos no eran buenos, mejores de lo esperados, pero no buenos y así me lo hizo saber mi jefe, un jovencito que no iba ni por su cuarto afeitado.

La bronca que me cayo fue descomunal. Fui puesto como ejemplo de viejo impotente, inútil incapaz de adaptarse a la nueva era, inútil (por partida doble, hasta para insultar era un imbécil) y el tipo de trabajador y subordinado que no necesita la empresa. Evidentemente mi cabreo al salir de la reunión era descomunal

-Menuda mierda de tío.

-Ni que lo digas.

-Hoy te ha dado con todo, macho. Y no creo que halla nadie capaz de haberlo hecho mejor que tú dadas las circunstancias.

-Gracias por tu apoyo, pero ese cabrón quiere echarme y es posible que me termine yendo yo solo.

-No le hagas ni puto caso. ¿Por cierto te has enterado?

-¿De qué? -Le mire con extrañeza, porque de repente se me fue la cabeza a lo que me estaba esperando en el sótano de mi casa.- ¿Cómo voy a enterarme de algo si llegue ayer?

-Ah, pero tu estás muy puesto en estos temas- Se rió- Han entrado putas nuevas y frescas en casa Paula, muchacho. Ya he ido con los demás, y...

Nos reímos los dos juntos. Tuve que negarme a ir, con la simple escusa de que acaba de llegar de un viaje muy largo y ya tengo una edad para ir haciendo la cabra loca por ahí. Él lo entendiendo y me dijo que otro día sería.

Por supuesto que pensaba ir, las sesiones de putas que me marcaba con los amigos eran de lo más animadas, pero por lo menos no sería hasta dentro de tres o cuatro semanas la siguiente. Pensé si para entonces estaría dispuesto a compartir el bombón que tenía en el sótano con ellos.

Para levantarme el ánimo, leí las últimas entradas del diario de mi perra, que aun no las había leído.

 

“Mis padres tienen la intención de regalarme un viaje de vacaciones familiares y me has dado la sorpresa. Pero yo no quiero ir, quiero quedarme a celebrar mi cumpleaños con mi novio y perder mi virginidad de una maldita vez. Por supuesto esto no se lo he dicho, pues menudos son para estas cosas. Puedo notar en su mirada que desea hacerlo ya, y que cada día que pasa que no me entrego a él es un día que se siente más furioso y más irritado. Mis escusas sobre el embarazo no deseado o que si nos queremos podemos esperar hasta el matrimonio no le ayudan en nada. Todos sus amigos lo han hecho ya, ninguno ha dejado nunca a ninguna chica embarazada y le presionan para que se acueste conmigo de una vez. Tengo que intentar algo para no ir”

 

“Mi novio estaba hecho una auténtica furia cuando se lo he contado. Le prometí que ese día íbamos a estar por fin juntos, pero salvo milagro de Dios no hay nada hacer. Me ha dicho que ya se le ocurrirá algo”

 

“Claro que se le ha ocurrido, y valla idea más genial ha tenido además. Nos vamos a ir a un viaje con los amigos para celebrar mi cumpleaños, solo que vamos a ir él y yo solos como si fuera nuestra luna de miel. Además, para hacerlo todo más creíble, ha falsificado la fecha en que organizo todo. Mis padres no han tenido más remedio que decir que ceder ante él. Es por cosas como esta por la que estoy loca por él, es un hombre de verdad, no como el jardinero”

 

“Me he comprado un vestido blanco precioso. Hace que resalte aun más el color de mi cabello y de mis ojos. Es el vestido que quiero llevar puesto cuando me entregue a él. Lo estoy imaginando, iré descalza hacía él y nos besaremos. Luego dejaré que me toque las piernas suavemente y con cariño, por primera vez por donde el quiera. Le mostrare el preservativo antes de que me quite las bragas. Es posible incluso que le deje tocarme y acariciarme el coño, pero no demasiado. Y entrara en mi interior suave y dulcemente, con cuidado. Me va a doler, lo han dicho las monjas, pero no pienso gritar. No pienso gritar por nada del mundo

Y luego me desnudare y dormiremos juntos y desnudos en la misma cama”

 

“Hoy es el peor día de mi vida. He visto a Marta y a mi novio besándose. Y cuando les he preguntado que qué estaban haciendo con mi novio, me ha dicho la horrible verdad. Jorge solo estaba saliendo conmigo para contentar a su padre por los negocios que tiene con él mío y porque estoy muy buena. Pero que hace ya tiempo que los negocios dejaron de ser tan fructíferos y que solo salía por una apuesta que ha hecho con sus amigotes sobre si me la metía o no me la metía. Soy una maldita puta estúpida. Ya me da igual todo, me quiero morir”

 

“Estoy cayendo en muchos de los vicios que ya tenía superados. Vuelvo a acariciarme con los pies y con las manos. Incluso he vuelto a ver al jardinero y le he dejado volver a correrse en mis pechos, como cuando era una niña. Quería haberle dejado seguir un poco más, quería darle algo de felicidad a alguien en este mundo, pero me ha dicho que era cierto lo que le dije hace dos años, que no era lo suficientemente hombre para mi. Que yo necesito un amo que me domine y me someta, y que coja de mi lo que quiera antes de que yo se lo permita, y que si me follaba él mismo perdería valor para ese hombre. También me ha dicho que me valla con mis padres y que me ponga el vestido blanco para el viaje, pues el hombre que me folle llevando ese vestido, será mi hombre para siempre . Cuando he llegado a mi habitación me he masturbado como un loca.”

 

“Acabo de follar como una puta en el aseo de un avión. No puedo llamarlo de otra forma. Aun me arden la vagina y el culo y tengo un sabor repugnante en la boca. Todo comenzó porque me he puesto este maldito vestido. Y porque me he asustado. Y porque se ha aprovechado de mi. Y porque me ha chantajeado. Y porque me ha llevado a rastras hasta el aseo y no he abierto la boca en todo el camino. Me he tenido que lamer la sangre de las piernas porque ya no me quedaba nada con que limpiarme y seguía sangrando como la cerda en la que me había convertido. Cuando se lo he contado a mis padres me han dicho que el lugar de una perra como yo es al lado de su amo. Así que aquí estoy, a su maldito lado, mientras el duerme tan a gusto sin saber que mi cuerpo le pertenece por completo para disponer de él a su antojo... Si solo fuera más guapo...”

 

Era la última anotación del mismo. Desde luego tenía que darle las gracias al jardinero por el inmenso favor que me había hecho. Estaba de nuevo en la puerta del sótano, totalmente dispuesto a una nueva travesura que había estado madurando a lo largo de la tarde. Solo esperaba que mi perra no hiciera ninguna tontería.

Se levanto en cuanto oyó la puerta para esperarme de pie. Estaba maravillosa. Llevaba puesto el otro vestido que llevaba en la maleta. Era marrón y corto, con botones que pensaba arrancar de un tirón a la menor oportunidad. Remataba la figura con medias negras y unas zapatillas rojas que no pegaban con nada, pero tampoco tenía nada más que ponerse. El vestido blanco estaba cuidadosamente doblado en rincón, amarillento a causa de las meadas que había echado encima de él. Las sábanas de la cama estaban secándose en una cuerda que había para tender. La sangre seca a causa del acto de esta mañana, no había salido del todo del colchón.

Me fije en su lenguaje corporal. Su mirada era baja, sus manos estaban entrelazadas por delante y sus piernas un poco separadas. Recordaba a una sirvienta o quizás a una niña que esperaba la aprobación de las monjas. Supuse que su actitud sumisa, de niña buena, obediente, limpia y arreglada obedecía un plan para que la viera como una persona humana y no como la perra que era.

-Pronto dejaras de sangrar como una puta cerda.- No hizo ningún movimiento pero se que el reproche no la gusto. Di la vuelta al colchón. - Ves, así no me hubiera enterado que no ha logrado sacarla-. La di una hostia y la tire al suelo.- Grito de dolor.- ¿Has comido bien?

La podía forzar a tener sexo y podía pegarla, pero no la podía obligar a comer ni a beber, ni a que no intentara suicidarse. Esta eran mis mayores preocupaciones. Pero no es fácil matarse de hambre. Sin esperar respuesta me dirigí a la cocina y el baño, y la perra los había limpiado. Se me ocurrió que bien podría limpiarme la casa en ropa interior, pero eso sería otro día. La mire y vi que no apartaba ojo de la bolsa que llevaba conmigo. Cuando se dio cuenta de que no debería estar haciendo eso, ya era tarde, pero no quería volver a pegarla de nuevo

-Si. He comido bien

Saque la bascula que llevaba en la bolsa.

-No quiero que te atiforres como una cerda ni que te mates de hambre. Llevare un control de tu peso desde ahora.

Me senté en la cama, y saque las esposas, la correa, el bozal y la fusta que había comprado en el sex shop. Estos objetos ya la gustaban mucho menos.

-Mira perra, hoy no voy a follar contigo. Has tenido un par de días muy duros y tus zonas necesitan descanso por el momento, así que se me ha ocurrido utilizar esto.

De nuevo la tenía muy asustada.

-Pero yo creía... -La mire preguntándome que mierda pasaba por su cabeza. Estaba encerrada en un sótano, la había violado esta mañana, y ella creía cosas raras.-

-Oh, venga ya perra, no me vengas con gilipolleces, eres mucho más lista que todo eso. ¿Qué creías? ¿Qué te iba a subir para cenar los dos juntos y tú hacer como que no ha pasado nada para jugármela por la noche? ¿O que al verte así te haría el amor despacito y dulcemente? ¿O de que me iba a olvidar de que eres mi perra? Levantate y súbete la falda, quiero verte las bragas. - no se movió.- Que lo hagas de una puta vez - la grite.

Al fin se movió. Se levanto la faldita con ambas manos. Luego la obligue a caminar con la falda levantada hasta mi. La ate las manos a la espalda con las esposas, y la acomode sobre mis rodillas. Levante su falda, la baje las bragas, la metí un dedo en el coño y empecé a azotarla.

-Que soy un inútil...-azote- Un viejo acabado- azote – Una reliquia- azote, azote- un... -azote.

Mientras liberaba todas las tensiones del día, escuche sus gritos y sus suplicas de que parara al principio, promesas de que se portaría bien y que haría todo lo que yo quisiera, pero me fije en que ya se había quitado los zapatos y se estaba acariciando los pies. Luego se callo, y cambió sus gritos por gemidos de placer hasta que se termino corriendo encima de sus medias. Se puso a llorar. Aun no había terminado con ella. Cogí con el dedo todo lo que pude de sus jugos y se lo metí en su culo

-Has dicho que no ibas a follar conmigo hoy.-

No logre acertar si quería que me la follara ahí mismo o si de verdad no quería. Seguramente, era una mezcla de las dos cosas

-Cierto, pero ya es mañana. Son las doce y cuarto perra.

La coloque con el torso contra la cama, las rodillas en el suelo, y las piernas y los glúteos bien abiertos y se la metí de un viaje y hay la deje un rato. Luego la metí otro y otro, y otro viaje más, todos hasta el fondo. La perra se corrió antes que yo. Era un vició que tenía que quitarla, o quizás no.

Decidí que me quería correr en su boca. Era un desperdicio gastarlo en cualquier otro lugar de su cuerpo. Así que dicho y hecho, cuando noté que iba a venirme, la pedí una buena follada oral. Y lo hizo, valla si lo hizo. De rodillas, con las manos esposadas a la espalda y su mejor vestido. “Si la viera ahora el jardinero” De hecho, termine llamándole, pero es otro capítulo

Mi semen la goteaba por la boca cuando la puse el saco y la mordaza que había traído conmigo en la cabeza. Luego me puse detrás y destroce los botones de su vestido dejando sus pechos al aire. Los manosee, los estruje, pellizque sus pezones, la masturbe hasta que tuvo otro orgasmo. El tercero de la noche.

El cuarto se lo saque a base de masajearla los pies con una crema que la pasaba entre los dedos. Solo el hecho de quitarla las medias y acariciar sus muslos estando vendada y atada fue para ella un torrente de placer difícilmente asumible. Pero cuando empecé con pies se convirtió en una auténtica catarata. Si los tres anteriores habían sido buenos, este fue brutal. Ni punto de comparación. Su cuerpo se arqueo y se movió como si la hubiera dado una descarga eléctrica en el pecho. Su pecho subía y bajaba como si estuviese corriendo a toda pastilla.

Para entonces ya estaba de nuevo en forma, la separe las piernas y penetre su vagina salvajemente. Y por una vez, nos llego el orgasmo a los dos al mismo tiempo. El quinto de la noche para ella y el segundo para mi.

Estaba destrozada del ejercicio físico que habíamos realizado. Así que la unte las cremas que me había recomendado el amigo del sex shop, la quite la mordaza, la levante entre mis brazos, y la tumbe en mi cama. Aun tenía las manos atadas y el saco en la cabeza cuando no quedamos los dos dormidos, pero al menos durmió conmigo aquella noche