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La princesita

en Sadomaso

Laura resultaba muy alta para su edad. Era al menos de diez centímetros más alta que su hija, quince centímetros más alta que él. Al verlas juntas, parecían la I y el punto. En verdad, el contraste resultaba grotesco. No solo era alta y delgada, no excesivamente, con un pecho que llamaba la atención inmediata de cualquier hombre que pusiera sus ojos en él. También poseía una gracia natural innata, una seguridad en si misma de la que se sabe deseada por cualquiera que se cruce con ella, un pelo rubio, largo y sedoso, quizá demasiado liso para su gusto, y unos ojos de un azul muy vivo. Y todo ello con apenas 16 años recién cumplidos.

-papa, ¿Me estás escuchando?

-Claro que si, hija.

-Entonces, ¿Qué te he dicho?

La verdad es que no tenía ni la menor idea de lo que le habían dicho. Sonrío como un idiota mirando a Laura. Ella, le devolvió la sonrisa. Estaba maravillosa. Vestía una camisa roja que mostraba un poco de canalillo y un falda negra que apenas cubría sus rodillas. Era increíble lo bien que la quedaba el uniforme escolar. También llevaba una zapatillas azules de tela, sin calcetines.

-Esta bien papa- dijo su hija- Tenemos que terminar el trabajo, así que vamos a estar bastante ocupadas en mi cuarto.

-¿Solo vosotras dos? ¿No hay nadie más en el grupo? -pregunto.

-Solo nosotras dos, papa. -Respondió la hija mientras iban de camino a la habitación, en el piso de arriba

-¿Por qué?- pregunto de nuevo -Pensé que era un trabajo de varios, no de parejas

-Porque por razones obvias ningún chico puede concentrarse con ella al lado- contestó su hija y lanzó un largo suspiro antes de continuar- y ninguna otra chica quiere trabajar con ella.

-No es culpa mía - Su voz era maravillosa. -Ninguna de las dos cosas lo es.

-No, pero es lo que hay. Y ahora tenemos que hacer entre las dos el trabajo de cinco.

-¿Y es lista? -pregunto verdaderamente preocupado, un tanto enfurecido -Porque mi hija trabaja muy duro para sacar las notas que saca.

-Soy la primera de la clase -contesto divertida- No soy sólo melones. -Puso sus manos en los mismos cuando los dijo. La envidia le corroía por dentro en esos momentos.

-Oh, así que ella es la que...

-La que siempre me gana, si es ella. -Su hija se cruzó de brazos. Sabía, porque la había oído mil veces, que odiaba a muerte a la primera de su clase porque nunca estaba a su altura, por más que se esforzase. Estaba convencida de que “la princesita”, pues así es como la apodaban en clase, sacaba sus buenas notas chupando todas las pollas y lamiendo todos los coños del profesorado.

-Entonces todo esta bien. - aseguro mucho más tranquilo – Os dejare trabajar a las dos.

Se fue a la cocina y se puso a guisar. Desde que se había quedado viudo era una de sus aficiones favoritas. Necesitaba no pensar demasiado en la belleza que tenía arriba. Al cabo de un rato, decidió preparar un par de bocadillos para ambas y subirlos junto a un refresco. El olor a tabaco que salió de la habitación donde estaban las dos le puso de muy mala leche. Entró sin llamar. Su pequeña estaba en el ordenador mientra Laura fumaba en la cama.

-En esta casa esta prohibido fumar.

-Se lo he dicho papa, pero no me ha hecho ni caso

-Están las ventanas abiertas y es verano, no pasa nada. -Aseguro Laura con desdén mientras le daba una calada al cigarrillo

Antonio, a pesar de su edad y un cierto sobrepeso, recorrió el pequeño espacio que separaba la puerta de la cama antes de que Laura tuviera tiempo de hacer nada. Le arrancó el cigarrillo de la mano y la bofetada que la metió resonó en todo el pasillo.

-Prohibido es prohibido. Es mi casa, y se cumplen mis reglas, princesita. Supongo que mi hija te lo ha dejado bien claro, ¿Verdad hija?

-Así es papa.

María estaba claramente asustada de la actitud de su padre. Sabía de sobra que su padre odiaba el tabaco, que no dejaba fumar a nadie en su casa, pero no hasta el punto de que pudiera abofetear a una chica delante de ella. Miro a Laura mientras esta se limpiaba la sangre del labio. En ese momento se dio cuenta de Laura no había gritado si quiera.

-Se lo voy a decir a mi padre. - Contestó mientras se levantaba de la cama y vio como su padre volvió a pegarla, esta vez en la otra mejilla. La fuerza del golpe la tiro contra el colchón. Viéndola así, con el pelo revuelto, el labio sangrando, la camisa con un botón desabrochado y la falda algo subida, cualquiera podía pensar cualquier cosa.

-Díselo a quién te de la puta gana, en mi casa no se fuma y se acabo. Y ahora, lárgate de mi casa.

-¿Y el trabajo, papa?- Salto María

-¿De verdad necesitas a la princesita esta?- Contesto su padre, bastante irritado.- Pensaba que sacaba sus notas chupando pollas.

La enseño el cigarrillo todavía humeante. Por supuesto, María entendió el mensaje simple y directo de su padre. A pesar de que todas las chicas de su clase e incluso las mayores la odiaban, nunca nadie había humillado a Laura de esta manera. Noto un odio infinito en sus ojos, en la mirada que le estaba echando a su padre.

-La necesito.- Declaro María al cabo de un minuto -No puedo hacer esto yo sola.

-Esta bien. Baja a por alcohol, algodón y algo de hielo

-Ahora soy yo la que...

Volvió a pegarla, y esta vez Laura grito de dolor. María observo como su padre deslizaba su mano por el largo pelo rubio de Laura

-No me vengas con amenazas, niña. -Replico Antonio- Si mi hija dice que te necesita, es que te necesita.

Poso su mano en el rostro de Laura y comenzó a limpiarla la sangre de los labios con el dedo gordo. María salió corriendo de la habitación y dejando a la extraña pareja completamente a solas. Entonces, mientras rebuscaba en el cuarto de baño, fue cuando se dio cuenta de que Laura no se había defendido en ningún momento, de que sus manos habían estado agarrando la sabana de la cama todo este tiempo, de que ni siquiera había protestado por las bofetadas, o cuando su padre comenzó a acariciarla.

-Papa, no tenemos alcohol.

-Esta bien hija, trae el hielo y luego sales a comprarlo.

Se dirigió al congelador, echo un poco de hielo en un trapo y subió para su habitación. En seguida noto la herida que Laura tenía en el labio. También, que seguía aferrándose a la sabana de su cama. Sus piernas, antes fuertemente cerradas estaban un poco abiertas, una de ellas incluso estirada y si su vista no la engañaba, uno de los botones de su camisa había sido cerrado a toda prisa.

-Laura, ¿Estás bien?

-Claro, Hija. Trae el hielo y ves a comprar el alcohol.

Vio como su padre levantaba la cara de Laura y le aplicaba el hielo. Ahora podía ver su mirada. Estaba asustada, pero también había ¿Deseo? Salió de la habitación, bajo las escaleras e hizo todo el ruido que pudo con la puerta de la calle. Se quito las zapatillas y subió de nuevo a su habitación. No salía el menor ruido de la misma, pero algo la decía que no estaba bien. Se atrevió a mirar, poco a poco.

Lo primero que vio fueron las zapatillas de Laura y sus piernas. Estaba arrodillada, a cuatro patas, en la alfombra de la habitación. También vio la camisa y el sujetador, tirados por el suelo. Sólo conservaba la falda. No hacía falta seguir mirando para saber que estaba ocurriendo, pero necesitaba verlo.

Su padre sujetaba con ambas manos la cabeza de la chica mientras la movía delante y detrás, con unos movimientos tan salvajes que provocaban que los pechos de Laura fueran y vinieran siguiendo el compás.

María sonrió. Estaba contemplando como se follaban la boca y la garganta de la chica que más odiaba en el mundo, y no lo estaba haciendo un tío bueno, sino su padre, un prejubilado de 56 años de edad al que nadie llamaría guapo. Cogió su teléfono móvil y se dispuso a grabar toda la escena, que finalizo a los 18 minutos y 37 segundos...

Su padre tiro el cuerpo de Laura a un lado de un tirón en el pelo. La forma en que Laura se frotaba la cabeza con ambas manos, echa un ovillo en el suelo y con los ojos cerrados, dejaba bastante claro que la dolía horrores. María no entendía lo que estaba pasando, ¿Por qué era su padre tan violento? Pero al menos sabía que la princesita se merecía esto y mucho más. Pero mucho más. Vio como esté se levantaba de la cama y terminaba de quitarse los pantalones.

-Sabe mucho mejor que el tabaco, ¿Verdad? Además has echado un buen trago, hace mucho que ni si quiera me la meneo. Tanto, que aún sigo duro y todo. ¿Sabes qué toca ahora?

María volvió a sonreír. Una buena follada era lo que necesitaba para completar el vídeo.

-Su hija puede venir en cualquier momento -Respondió Laura -¿Y si nos pilla?

-Mi hija te odia. -aseguro Toni en el tono más duro que pudo- Todas las chicas de tu clase y de tu escuela te odian. Cualquiera de ellas estaría encantada de verte en esta situación. -Se acercó a Laura y agarro con fuerza uno de su pechos. -Eres guapa, lista y rica, ¿Y de qué demonios te ha servido todo eso? -Deslizó su mano hasta la zona íntima de su juguete sin el menor disimulo -Qué mojadita estás, ¿Alguna vez habías estado así antes?

Laura no contestó. Le daba muchísima vergüenza reconocer que era la primera vez en toda su miserable vida que estaba realmente excitada. Y no lograba entender porque su cuerpo reaccionaba como lo estaba haciendo.

-Supongo que no -Contestó para si Toni- Si hubieras estado tan caliente antes, si algún chico o chica te hubiera puesto tan caliente antes, no tendrías esto en los antebrazos -María se quedo de piedra cuando lo escucho, ¿Intentos de suicidio? ¿Odiaba a una chica que había intentado suicidarse? Fue cuando salió de su escondite y se acercó a su padre. Este, como restando importancia al echo de que estuviera allí, añadió -Aunque si hubieras ido en serio sólo una vez, ya no estarías en este mundo. ¿Tanto necesitas llamar la atención de tus padres?

-Son los únicos que me quieren. -Grito Laura con todas sus fuerzas.

-¿Y tú les haces esto?

-¿Qué otra cosa podía hacer? Nunca están conmigo. Nadie esta conmigo nunca. -parecía a punto de romper a llorar.

-Pero ahora yo estoy contigo. Y lo estaré mientras me des lo que quiero. ¿Y qué es lo que quiero?

-Follar -Declaro de forma bastante débil Laura -Quieres follarme como te de la gana. Y yo he aceptado como una completa estúpida.

-Ya te lo he explicado antes -La explicación era para su hija, pero Laura entendió que se lo estaban volviendo a repetir- No quiero ningún compromiso y menos con una niña como tú. Las putas son caras. Y tú necesitas alguien que te meta caña.

Laura gimió. El dedo de Toni se había introducido hasta el fondo de sus tiernas carnes. Sabía lo que esperaba si seguía con este trato, ¿Pero qué la esperaba si lo rompía?

No se movía del sitio, así que Toni tomo toda la iniciativa. Con una pierna volteo el cuerpo de la chica para poner su espalda contra el suelo. El hombre que iba a poseerla deslizaba sus bragas a lo largo de sus muslos. Dejo de frotarse la cabeza con las manos y se agarro lo más fuerte que pudo a la alfombra. Separo a la fuerza sus piernas dejando su coño y sus carnes rosadas del interior bien a la vista de cualquiera. María aprovecho el espectáculo para sacar todas las fotos que pudo. Su padre, incluso dilato aún más la vagina de Laura con sus propias manos.

La embestida fue brutal. Toni se la metió entera de un empujón, la sacó y volvió meterla de nuevo. Laura sabía que el pene que la estaba penetrando era grande, muy grande. Aún no estaba muy segura como había superado la follada de boca sin vomitar a pesar de que había llegado hasta su campanilla y más allá, o de superar la primera vez probando el sabor del semen. Pero lo había logrado. Volvió a sentir de nuevo como ese enorme pene se introducía en sus tiernas y prietas carnes, buscando sus más íntimas profundidades.

Dolía. Estaba doliendo un montón. Nunca se había metido nada más grande que uno de sus delicados dedos, y jamás había explorado más allá de la superficie. Y ahora estaba siendo penetrada por algo grueso, largo y muy duro. Volvió a sentir como que el pene salía de ella para entrar inmediatamente, con más fiereza si cabe que las veces anteriores.

Esta vez arqueo su espalda a causa del dolor que sentía en sus parte más íntimas. No la estaban besando ni acariciando. No estaban realizando el amor. Toni se lo había dejado muy claro cuando descubrió su terrible secreto. Sólo la quería para follar. ¿Y qué era lo ella quería?

-Mi esposa jamas me ha dejado meterla tan profunda – Declaró Toni mientras la volvía a meter- Eres un juguete estupendo.

Era lógico, pensó Laura. Cada vez que entraba de ella parecía que la iba a romper en dos, que su joven cuerpo era incapaz de soportarlo. No quería imaginar el destrozo al que estaban siendo sometidas sus carnes más íntimas. Pero no pensaba gritar ni detenerlo. Le estaba dando placer, placer de verdad a alguien. No era ya la chica inalcanzable con la que todos los chicos de su clase se mataban a pajas cuando ninguno de ellos era capaz si quiera de acercarse o decirla algo.

La dieron la vuelta y fue cuando Laura chillo de dolor. La penetración anal, aunque esperada, fue demasiado repentina para poder contener el grito. Maldijo todas y cada una de las 15 embestidas que Toni hizo en su culo, todas ellas hasta el fondo.

-Estás sangrando como una puerca. Limpiame la polla antes de siga. No te la voy a meter en el coño llena de mierda.

Laura abrió los ojos, y vio el enorme falo que Toni había puesto delante de sus ojos. Estaba pringado de sangre,mierda, sus propios fluidos vaginales. ¿Cómo podía esperar ese hombre que se metiera semejante asquerosidad en la boca? Toni la ayudo. La tiro del pelo para ayudarla a que levantara y se la metió de golpe en la boca.

-Pero si esto es mucho más sano que el tabaco, mujer. ¿Cómo te puede dar asco? -Declaro Toni mientras entraba y salía de su boquita.

La arrojo contra el suelo para volver a follarse su coño. Esta vez fue una follada de verdad, no un mero calentamiento. En este momento, fue cuando Laura se dio cuenta de que estaba siendo observada todo este tiempo. La humillación que sintió en ese momento fue terrible.

María estuvo sentada en la cama, grabando el proceso de desvirgamiento, todo el tiempo. Al principio no entendía como era posible que su padre pudiera aguantar tanto tiempo, o que Laura pudiera soportar tanto dolor. El primer misterio se resolvió con una simple ojeada a la habitación. Un papel en la mesilla que ponía Viagra explicaba unas cuantas cosas. El segundo misterio también se resolvió pronto por si solo.

-Creo que esta a punto de correrse. Ven aquí y graba su cara de perra, hija.

-No ha dejado de mirarme desde que sabe que estoy aquí, papa. Tengo muy buenas tomas de su cara de perra.

El orgasmo inundo todo el cuerpo de Laura. Jamas hasta entonces había sentido nada parecido. Era una sensación completamente maravillosa.

-¿Desde cuando está aquí? -preguntó Laura con un hilo de voz

-Desde el principio, aunque hay cosas que todavía no sé. -respondió María

-¿Lo ha grabado todo? -Volvió a preguntar Laura

-Creo que faltan unas buenas tomas de cuando la dan por detrás. -Dijo María a su padre- ¿Crees que podrías...?

-No -admitió su padre -Pero hay otra polla en esta casa y hace mucho que no toca hembra.

El perro de la familia se llamaba Max. Era un pastor alemán de apenas año y medio, que jamas había estado con hembra alguna. Cuando Laura vio al perro, se derrumbo completamente.

-Por favor, con el perro no. Haré todo lo que usted quiera, como he prometido, pero no me obligue a follar con el perro.

-Te gustara, es mucho más cariñoso que yo.

Toni soltó a Max y este se dirigió directamente a husmear el coño empapado de Laura y comenzó a lamerlo. Era la primera vez que se lo hacían y Laura comenzó a sentir un enorme placer creciente.

-No le he traído aquí para que lama el coño, sino para que folle contigo. -Le recrimino Toni.

-Por favor, deje que...

Toni la soltó una bofetada en la cara al tiempo que María sujetaba a Max.

-A cuatro patas, zorra.

Laura entendió en seguida en mensaje. No había ningún placer para ella, al menos no de esta forma. En seguida sintió las patas delanteras del perro apoyadas sobre su espalda. Max la trato como si fuera su perra, como si de verdad pudiera tener perritos con ella. Su semen, caliente y espeso, caía a lo largo de los muslos de la chica al poco tiempo de comenzar el coito.

-Ahora si que parece una perra de verdad- se rió Toni- Hija, ¿Por qué no restriegas tu coño por su cara?

Levantó la cabeza de Laura del suelo tirándola del pelo de nuevo. Su hija tenía el coño peludo y completamente descuidado. Parecía un maldito felpudo. Y se lo restregó por la cara hasta que se corrió, hasta que vio a la chica que más odiaba en el mundo llena de sus jugos vaginales y su corrida. Pero faltaban unos detalles para hacerla una foto. Cogió un poco del semen que resbalaba por su muslos y se lo pego en la cara y el pelo. Todavía no estaba satisfecha.

-Vamos al patio. Quiero dejarla bien guapa para la siguiente foto.

No la permitieron levantarse. La llevaron a cuatro patas como si el pelo de la chica fuera su correa. Bajar las escaleras fue toda una odisea.

María quería mearla. Quería regarla entera. Quería poner el culo directamente en la boca de la chica y que Laura se lo tragara todo. Su padre accedió. Total, seguro que era mucho más sano que el tabaco.

Tuvieron que atarla las manos y los pies. Lo hicieron con una cuerda de tender la ropa. También la desnudaron completamente, y colocaron un pinza de la ropa en cada pezón y el juguete del perro en su vagina. Para completar el cuadro, la pusieron el collar de castigo Max.

María puso el culo en la boca totalmente abierta de Laura. El collar hacía que se ahogara y doliera algo. Para un perro, es algo. Para una chica, es bastante. La confirmación de María tenía previsto dese el principio algo más que mearse vino cuando dejo el rostro de Laura cubierto de mierda tras restregar en el su culo. Termino de limpiarselo con el largo y rubio pelo del juguete, que adquirió por momentos una tonalidad marrón.

No estaba satisfecha con eso. Ni si quiera cuando noto la húmeda y caliente lengua de Laura limpiando su ano mientras su padre se entretenía metiendo y sacando el juguete de la vagina. Quería más. Quería ver como se revolcaba en su mierda. Quería verla comer su propia mierda.

Se dirigió a la cocina y no tardo mucho en encontrar un laxante. A esas alturas, Laura estaba aterrada. La habían vuelto a utilizar de retrete y la orina que no había logrado tragarse se escurría por su perfecto cuerpo. La vista del laxante apenas si produjo alguna reacción en ella.

Se cago mientras se corría otra vez a causa de la masturbación a la que la estaban sometiendo. Toni paso la mano por sus muslos, antes blancos y puros, ahora llenos de mierda, y se la metió en su indefenso coño. La obligaron a comer a base de azotes. La obligaron a mantener la cabeza en el suelo poniendo su pie encima de ella. La sodomizaron cuando termino. Volvieron a follarse su boca...

Hoy era un día importante. Su hija María venía acompañada de unos cuantos compañeros de clase para realizar un trabajo. Sus ex-compañeros de clase, para ser exactos, y la casa tenía que estar perfecta. Cuando los chicos la vieron, no se lo podían creer. Era ella, si, pero nunca la habían visto vestir falda larga y zapatillas de andar por casa. Ni una sola vez. María los había informado que desde que se caso con su padre, las relaciones con su madrastra eran tirantes, y que estaba dispuesta a hacer lo que sea con tal de agradarla. Y esto implicaba agradar a sus amigos. Ninguno de ellos supo a que se refería hasta que la propia María dejo al descubierto los pechos anillados de su madrastra, y no necesitaron más explicaciones.