miprimita.com

La residencia cap 1

en Dominación

Estaba totalmente desconocida. Me miraba en el espejo y no era capaz de reconocer la figura que este me enseñaba. Estaba mi melena rubia y mi cara angelical, pero el mono azul de trabajo disimulaba toda mi figura. Y para colmo, con el metro ochenta que medía, me hacía parecer ridícula. Un uniforme de mierda para un trabajo de mierda, pero el único trabajo que había conseguido, como limpiadora en una residencia.

-Vamos hija, no pongas esa cara

-Como se nota que tu no lo vas a hacer.

-No va a ser tan malo, ya lo veras.

No quería responder. La verdad es que estaba convencida de que iba a ser peor que malo, horrible. Pero mis padres ya me habían advertido que o me conseguía un trabajo o que me olvidara de seguir estudiando, y esta mierda fue lo único que había logrado encontrar. O esto o puta, claro esta.

Una compañera de trabajo, de unos cuarenta años estaba esperandome en la puerta del jardín para mi primer día de trabajo.

-Bienvenida, la verdad es que pensamos que no ibas a venir

-Solo de pensar que me tengo que poner esto.

-O vamos – Se rió

-Ayer me lo puse en casa y me sienta fatal

-¿Y qué quieres, estar divina entre todos estos viejos? Te lo advierto, pequeña, algunos de ellos no dudaran en ofrecerte dinero para ciertos favores.

-¿Favores de tipo...?

-¿Es qué acaso los hay de otra clase? Sexuales mujer, sexuales.

La mujer se reía y yo no veía la gracia por ninguna parte

-No soy una puta

-Pues empieza por no vestirte como una

Me mire, iba con camiseta, pantalones cortos, zapatillas, nada demasiado atrevido, pero mire a mi alrededor y pude observar las miradas lujuriosas de los viejos recorriendo mi cuerpo. La verdad es que me dio bastante asco.

-No soy una puta

Volví a repetir

-A ellos les da igual. Eres una mujer, joven y bonita que no estaría aquí si nadara en dinero. Entramos en el edificio principal y me señalo con la mano a un caballero que estaba sentado en un sillón leyendo el periódico al otro lado de la sala. Desde nuestra posición solo podía verle el pelo canoso que sobresalía, las manos y algo del traje.

-Don Pablo. -Me comento mi compañera entre susurros.- Un machista asqueroso. El único de todos estos que de verdad te tienes que cuidar. Piensa que las mujeres somos basura que solo servimos para limpiar, cocinar y follar. Su habitación es la 430, pero no te preocupes, no creo que te toque.

Estaba como hipnotizada observándolo y no salí de mi estado de confusión hasta que mi compañera de trabajo me agarro del brazo.

-En serio, hazme caso y alejate de ese hombre. Te tratará a ratos como una mierda y a ratos como una puta.

-No puede ser tan malo

Dije, sin demasiada convicción

-Puede ser peor.

Me llevo del brazo a la habitación reservada para poder ponerme mi uniforme y empezar a trabajar. Lo primero que tenía que hacer era presentarme a la directora para recibir ordenes.

-La verdad es que me has hecho perder una apuesta, no te esperaba

-Ya me han dicho que había una apuesta, señora

-No hace falta que me digas señora. Directora esta bien. ¿Y bien, que podemos hacer contigo? No tienes experiencia alguna y solo te hemos contratado por un favor a tu padre.

Agache la cabeza. Era cierto que mi padre me había metido aquí, porque no encontrábamos nada más. Pero era cierto que necesitaba el trabajo.

-Pero eso no significa que te necesitemos. Bien, ¿Qué te parece si empiezas por la cuarta planta? Solo hay tres habitaciones llenas ahora mismo.

Mi corazón se acelero. La directora me acababa de dejar bien claro que no me quería aquí, y seguramente utilizaría las quejas de Don Pablo para ponerme de patitas en la calle. Tenía que hablar de forma inmediata con mi compañera de trabajo...

-¿Me estás escuchando...?

-Si, señora directora.

-Entonces que he dicho.

No podía decirla nada, porque la verdad es que no estaba escuchando.

-Yo... La verdad es que no se que ha dicho después de que tengo que limpiar la cuarta planta

-Te decía que están ocupadas la 400, la 415 y la 430. La cuarta planta es para nuestros clientes VIP, por decirlo de alguna manera, y no quiero ninguna queja de ellos.

-¿Y no debería de mandar a una mujer con más experiencia?

-Estamos hablando de limpiar mierda, niña. No hace falta ninguna carrera para saber hacerlo, y te estoy dando solo tres habitaciones, ya que solo vas a estar media jornada. Así que dame la gracias

-Gracias, señora directora

-Ah, y empieza por la 430. A don Pablo le gusta encontrar su habitación impecable cuando va a echarse la siesta

-Si, señora diretora

-Así que presentate ante a él para pedirle la llave

-¿Qué me presente?

-Para entrar en su habitación es necesario pedir su autorización. Nadie entra en ella si él no te deja, así que como sé que te han avisado sobre él, ves y presentate formalmente.

-Si, señora directora

Don Pablo era fácil de encontrar. Todo el mundo sabía donde estaba para no estar en el mismo sitio que él. Estaba en el jardín trasero, tomando el sol, así que de nuevo solo pude ver su pelo mientras me acercaba a él.

-¿Don Pablo?

-¿Quién me busca?

-Soy Lucia, la nueva. Me han encargado limpiar su habitación

-Ordenado, niña. Aquí nadie encarga, aquí se ordena.

-Me han... ordenado limpiar su habitación.

-Tienes que aprender a obedecer. Así que eres la puta. -Me lleno de coraje, pero no rechiste.-¿Qué experiencia tienes?

-Soy nueva

-¿Nunca has limpiado?

-Solo mi habitación y mi casa cuando ayudo a mi madre.

-¿Y qué tal la chupas?

No estaba dispuesta a aguantar semejante trato.

-¿Qué que tal qué?

-La chupas, la mamas, realizas felaciones. Me has entendido perfectamente, puta.

Estaba enfadada más que otra cosa

-No estoy aquí para chupártela, así que no veo que importancia tiene eso

-O limpias bien o te hartas de comer pollas, niña. Así que dime, ¿Qué tal la chupas?

Me miro por primera vez y me sentí desnuda en cuerpo y alma ante esos ojos. No podría describir el resto de su cuerpo, pero sus ojos azules me examinaban como una ferocidad que nunca antes había sentido. No pude mentirle

-Nunca antes se la he chupado a ningún chico

-Baja la mirada, no tienes derecho a mirarme, perra. Si, eso esta mejor. No has limpiado nunca, nunca la has chupado. ¿Qué tal cocinas?

-Cocina mi madre

-¿Sirves para algo, maldita puta?

-Estoy estudiando derecho- Apenas lo dije con un susurro de voz

-Apuesto a que no te llego para medicina

Don Pablo se empezó a reír. Me sentía una inútil total y una fracasada en este momento. Acababa de darme cuenta que no servía para limpiar, cocinar ni follar y que mi única defensa era que estaba estudiando derecho, porque era cierto que no me llego para medicina.

-Bien, vamos a mi habitación.

Le seguí como una perra sigue a su dueño. En el ascensor, empezó a meterme mano al culo y darme mordisquistos en mi cuello y no reaccione de ninguna manera. Solo me estaba poniendo más y más caliente. Cuando al fin me hizo entrar en la misma, me dejo de pie en el centro de la misma.

-Al menos el culo lo tienes potente, puta. Dime, ¿cuantos años tienes?

-18.- La voz me salió de forma automática, solo para complacerle.- Los cumplí hace un mes escaso.

Me estaba tocando los pechos como quien examina melones. Comprobando el peso, la dureza, apretándolos como no había dejado antes a ningún chico.

-Las manos a la nuca, zorra. No voy a permitir que tus brazos me impidan tocar tu cuerpo. -Esta vez me consto más acatar la orden, pero maldita sea, termine haciéndolo.- ¿Te lo han chupado alguna vez?

-No

-¿No, nunca? No me mientas, maldita puta, no estoy de humor. Y te juro que como me vuelvas a mentir...

-Se lo juro, nunca he dejado que ningún chico me chupe los pechos.

Estaba jadeando. El dejo de tocarme y dio unos pasos para atrás.

-He dicho lo, no los. Me refería a tu coño, puta. ¿Es que a parte de estúpida eres sorda?

-Yo... No, tampoco me lo han chupado nunca.

Me sentí avergonzada como nunca antes en mi vida.

-¿Y tu edad? Y no me mientas, lo haces fatal.

-17 años.- Me pego una bofetada.- 16... Tengo 16 años, recién cumplidos.

-16 años.- Asintió como si se sintiera complacido. Estaba acariciando el carrillo donde me acababa de abofetear.- Y ya sabes que no vas a servir para estudiar medicina, que pena.

Volvió a agarrar mis pechos. Yo por mi parte me sentía liberada por haberle dicho la verdad esta vez, como si me hubiera soltado de todo el peso del mundo de una sola vez.

-¿Cuántos novios has tenido?

-Uno, solo uno

Para esas alturas ya me estaba bajando la cremallera del mono.

-Vas a tener que dejarlo. No me gusta que nadie toque mis cosas.

Pensé en Miguel, en lo guapo y dulce que era, mientras Don Pablo me quitaba el sujetador y pellizcaba mis pezones y me mordisqueaba la oreja desde atrás

-No has respondido puta. -Su mano recorrió mi vientre y metió su asquerosa mano en mi braguita.- Rompe con él esta misma noche.

-Pero...

Me quito la manos de encima y se puso de nuevo enfrente mía y me beso en la boca.

-Te he dicho que rompas con él esta misma noche, puta.

Me cogió de amabas manos y me quito el mono a tirones. Empezó a tocarme y sobarme por todas partes. Primero mis piernas, luego mis pechos, los cuales recibieron el primer comentario agradable de Don Pablo

-Menudos melones te gastas, perra. ¿Son naturales?

-Si, lo son

-Son cojonudos, menudas cubanas me voy a hacer con ellos.

Metió mano por arriba de mi braguita y empezó a masturabarme. Cuando pensó que ya estaba lo suficientemente húmeda, me tumbo en su cama, tomo una pastilla azul, y se quito los pantalones.

Tenía una polla gigantesca.

-Abre las piernas todo lo que puedas, puta

Lo hice. Se tumbo encima de mi y podía notar el inicio de su enorme polla en mi húmedo agujero.

-No se te ocurra gritar.

Me tape la boca con ambas manos mientras notaba que el monstruo entraba dentro de mi. Al principio fue lento, para que me acostumbrara, luego empezó a coger velocidad. Estuvo dos horas entrando y saliendo dentro de mi.

Al terminar me obligo a limpiarla con la boca. Era una combinación de sangre, fluidos vaginales, semen y pelo que me obligue a tragar.

-Vas a tener que depilarte el coña, puta.-Yo seguía chupando como si nada.- Ah, espera, metete la punta en la boca, ahora.

Así lo hice y el muy cabrón me tiro del pelo de forma que mi cabeza quedo hacia arriba. Metió aun más la polla dentro y empezó a mearse dentro de ella mientras yo tragaba lo más deprisa que podía. No quería ni pensar en las consecuencias de que se me escapara nada

-Bueno, ya te vas pareciendo más a una mujer. ¿Qué se dice?

-Gracias, Don Pablo por enseñarme a ser una mujer de provecho.

No di ni una arcada

-Bien. No te olvides de limpiar bien el retrete. No me gustan los restos de mierda pegados.

-No tengo los instrumentos para limpiarlo, Don Pablo.

-Usa la lengua.

Totalmente desnuda con la cabeza dentro del retrete limpiando restos de mierda mientras un hombre me miraba y se enfadaba porque no lo estaba haciendo bien. Y lo hice. Cuando al fin logre darle una lamida a la mierda, le mire buscando su aprobación, o un muestra de afecto. Él sonrió, me empujo contra el suelo y volvió a perforar mi vagina mientras me apretujaba los pechos con fuerza y me decía que había nacido para obedecerle, y que ni me ocurriera tomar anticonceptivos, pues en cuanto me dejara preñada se pensaba casar conmigo, pues solo tenía 70 años.

Cuando acabe con Don Pablo, tuve que disculparme ante Jesús y José por mi retraso. Ninguno de ellos me toco, por ahora. Se divirtieron mirándome y haciendo comentarios obscenos sobre lo que me harían o obligarían a hacer cuando Don Pablo diera su permiso.

Pero que no pudieran tocarme no significaba que no pudieran correrse encima de mi. El primero lo hizo en mis pechos, y el segundo, tras observar la corrida en mis pechos, decidió hacerlo en mi coño.

Al fin termine y me dirigí a cambiarme de ropa. Mi compañera de trabajo se dio prisa por dejarme a solas. Tenía el coño pringoso y con grumos de semen en los pelos, pero ni se me ocurrió limpiarme, me habían dejado bastante claro el castigo si me limpiaba.

Cuando salí de la residencia con mi ropa de calle, encontré a Don Pablo hablando con mi madre y la directora.

-¿Ve? Lucia ya ha terminado. Ya decía que no podía tardar demasiado, José no es muy exigente que digamos. Te estaremos esperando mañana.

-Aquí estaré, señora directora.

-Y no te olvides de lo que te he dicho, Lucia, no te olvides.

-No me olvido, Don Pablo.

Cuando me monté en el coche, mi madre solo hablo maravillas de Don Pablo, de lo buena persona que era y de lo listo que le había parecido. Me dijo que había sido juez, nada más y nada menos y que podía aprender un montón de él.

No fue hasta que me quede completamente sola en mi habitación hasta que me decidí inspeccionar mi coño. Me palpitaba de dolor y aun no podía creerme que no hubiera gritado de dolor mientras me follaba en el suelo del baño. Ahora podía ver la corrida de Don José claramente, así como resto de sangre seca y demás mierda. Tuve un momento de pánico total cuando me di cuenta de si que me lo afeitaba, significaba que lo estaba limpiando, y lo tenía prohibido.

Mire todos mis peluches y todos mis póster de chicos jóvenes y guapos. Pertenecían a una vida lejana, una vida sin problemas ni preocupaciones de ningún tipo. Una chica que no tenía que preocuparse de como llevaba o dejaba de llevar el coño.

Intente recordar con todas mis fuerzas las palabras exactas de Don Pablo, intentando decidir que hacer hasta que mi móvil sonó y no reconocí el número.

-¿Diga? ¿Quién es?

-Hola Lucia, soy yo. -Reconocí su voz inmediatamente.- Te he llamado porque como eres estúpida es posible que no sepas que hacer

-No, yo...

-No me mientas, Lucia, no me mientas. ¿Has roto ya con tu novio?

-No

-¿No? Te dije que rompieras inmediatamente. Mañana, recibirás tu castigo por desobedecerme

-Pero no me ha tocado, no he salido de casa.

Estaba sollozando.

-¿Y tú? ¿Te has tocado a ti misma?

No podía parar de llorar, pero solté un...

-No, Don Pablo. No me he tocado

-¿Tienes ordenador y cámara de vídeo en tu habitación?

Por supuesto que lo tenía, ¿Qué chica no lo tiene? Y para mi desgracia estaba empapada. Encendí el ordenador y vi el rostro de Don Pablo en la pantalla. Me obligo a desnudarme y a masturbarme hasta correrme con las piernas bien abiertas mientras el guardaba el archivo. Le tuve que enseñar mi ropa interior para que decidiera que vista la mierda que tenía, era mejor que no llevara nada. Me tuve que despedir asegurando cuanto echaba de menos su enorme polla dentro de mi, entrando y saliendo, entrando y saliendo.

A la mañana siguiente me fije en mi hermana, 5 años mayor que yo, y en mi madre. Me pregunte si alguna de ellas había caído tan bajo o se había degradado tanto por hombre alguno. Una parte de mi también se pregunto si alguna vez habían tenido dentro una polla tan gigantesca como la que yo había disfrutado.

Me tuve que poner el chándal. Tocaba la estupidez de educación física en el instituto, nada menos que a primera hora de la mañana, y no había más remedio. Estuve pensando todo el camino al mismo que le iba a contar a Miguel, tan joven y tan inocente. Le iba a partir el corazón. Pero cuando llegue al instituto, vi a Don Pablo a tomando café en el bar. No sabía como lo había sabido, aunque caí rápidamente en la cuenta de que mi madre estuvo hablando con él.

Se me acelero el corazón y me humedecí. Deseaba ir con él. Deseaba escaparme con él. Deseaba follar con él toda la mañana. Deseaba que no me hubiera tocado educación física y verme más bonita y apetecible.

-Acabo de ver a mi abuelo. -Mentí a mis amigas- Ahora vuelvo.

Entre en el bar y me senté justo enfrente de él.

-Hola, Lucia

-No pueden vernos juntos. Aquí no, por favor.

-No te preocupes por ellos, en cuanto te haga una barriga, todo esto dejara de importarte.

-Si hago pellas o me llevas contigo, avisaran a mis padres. Espera hasta esta tarde donde seré...-No quería decirlo, pero lo solté.-Tuya.

-Tu madre ya sabe que vas a estar conmigo todo el día -Ese comentario me dejo helada. Pero Don Pablo no había terminado- En cuanto vio la pasta, se acabaron los problemas.

-Estas mintiendo, solo lo haces para hacerme daño.

-Abre los ojos una vez, maldita estúpida. Tus padres te han vendido. Puedes venir conmigo, y follar todo el día, o ir al instituto, y follar muy duro toda la tarde, aparte por supuesto de obligare a tus padres a devolverme los dineros. Si quieres que te diga la verdad, prefiero la segunda opción

¿De verdad mis padres me habían vendido?

-¿Por cuánto...?

-No has salido barata, si es lo que quieres saber. Es difícil encontrar a una rubia virgen y joven hoy en día

No podía creérmelo y no lo creí, así que me marché al instituto. No me engañaba, sabía que por la tarde iba a ser suya, para disponer de mi como le diera la real gana, lo había dejado bastante claro. O quizá estaba aquí porque él deseaba que estuviera aquí. Cuando salí al patio, le vi hablar con mi profesor de educación física.

-Lucia, ven para acá. -Fui como un ternero al matadero- Tu abuelo me ha dicho que tienes que ir con él. He llamado a tus padres y todo esta en orden. Así que, te dejo con él.- Nos dejo a solas

-Vamos a recoger tus cosas, Lucia.

Así que era verdad, mis padres me habían vendido como una puta. Estaba hundida. Don Pablo me llevaba agarrada de la mano a través de los pasillos que tan bien conocía.

-¿Cual es tu pupitre?

-Ese de allí

-Siéntate en la mesa, que vamos a hacerlo

Me quite los pantalones del chándal y las bragas. La verdad es que me daba igual todo. Don Pablo me atravesó la vagina de un golpe y yo me agarre a él para facilitar el coito. Supe por la expresión de su cara que se había vuelto a correr dentro de mi.

-Llevo deseando hacer esto años. O vamos, no pongas esa cara, si te ha encantado.

-Acabo de ser vendida por mis padres. Pongo la cara que me da la gana.

-Nah, eso es mentira niña, le dije a tu madre que necesitaba ayuda para resolver un asunto. -Señalo su pene- Este asunto.

-Entonces, ¿todo es mentira?

-Vamos a follar todo el día. Eso no es mentira, Lucia.

Y me beso. Fue el beso más dulce que nunca me habían dado hasta ahora.