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El juguete del porte (3)

en Sadomaso

 Esa misma mañana decidí, ahí mismo, en el hotel, que debía empezar sin perdida de tiempo el verdaero adiestramiento de mi perra. Tras desnudarla completamente, espose sus manos por la espalda y puse en su culo un tapón con cola de zorra, que estaba fabricado con de pelo de no sé que y Jorge nos había asegurado que “o la pone a mil, o te devuelvo el doble de tu dinero”. Me tumbe en el suelo y coloque a Sara de tal forma que me comía la poya, a la vez que me ofrecía su vagina y su ano para que pudiera jugar con ellos. Me gusto verla concentrada y gustosa en lo que estaba haciendo. El juguete no estaba diseñado para que alcanzara el orgasmo, sólo para calentarla.

La gustaba. Se notaba en como comenzaba a mover su cuerpo y en que parecía querer correr para terminar lo antes posible. La azote con la fusta en el trasero. Esto hizo que desatendiera mi poya, así que volví a azotarla, solo que esta vez lo hice tres veces. No quise pasarme mucho esta primera vez, solo fueron un total de 10, 5 en cada carrillo, y todos ellos justificados, antes de correrme en su boca. A ella no la permití correrse, aún no.

Me levante y la vi, tumbada en el suelo, con las piernas abiertas en forma de M, con el collar y la cola puestas, y las manos esposadas. Cogí un falo de plástico y se lo metí en la vagina. Luego, acaricie su cara con él. Luego la penetre un par de veces con el falo y se la acerque a la boca. A continuación, la folle a toda pastilla con él. Una follada salvaje, un saca mete brutal sin ningún control. Pude contar un par de orgasmos.

Pase a jugar con su culo. La metí el falo por el ano y le acaricie la cara con él. De nuevo la penetre el culo, y cuando lo lleve a su boca, se revelo. Le puse el pie encima de la cara.

-Mi retrete ¿Recuerdas?

-Si -contesto

-Lame tu propia mierda, maldita perra.

Con lo bien que iba todo y me había hecho enfadar. Decidí follarla el culo con los zapatos de tacón. Suave, por supuesto, pero con los zapatos que iba a llevar puestos. Luego se lo metí en la boca, para que lo limpiara. Faltaba el final. Me orine dentro del zapato (por cierto, costaban 300 euros). La ayude a ponerse de rodillas y la tire del pelo para que gritara y abriera la boca. Hice que se lo bebiera.

-Tenemos que volver ya.

Sólo la deje que se pusiera los zapatos y las medias. Iba ir complemente desnuda debajo del abrigo largo que la llegaba hasta las rodillas. También llevaba puesto el collar, el vibrador y el tapón de zorra que tan buenos resultados había dado antes.

Lo primero que había que hacer era desayunar, puesto que Sara solo tenía semen, orina y jugos vaginales en el estómago. No había mucha gente desayunando, solo dos parejas de jóvenes que se habían retrasado por motivos obvios. El camarero nos pidió el abrigo de la señorita.

-No es una señorita, es mi perra -le susurre al oído pero de forma que Sara pudiera oírlo. La pobre no sabía donde meterse. -¿Y de qué sirve una perra si no puedo exhibirla?

El camarero miro al collar y en seguida comprendió. Nos dio su visto bueno sin más. Sara se las apaño para abrirse el abrigo lo suficiente como para poder sentarse y ser discreta y el camarero vino en seguida a atendernos.

-Yo tomare huevos con jamón y para la señorita leche, por favor. -le eche un vistazo al paquete -mucha leche.

-Tenemos de 25 marcas distintas, señor.

-Excelente.

-¿Sabes qué pasara si dejas una sola gota? -Comente a Sara -Que entraras en esa cocina y se la chuparas a los 25.

El camarero tardo lo suyo. Cuando llego traía un vaso más grande del que yo había previsto inicialmente. Me pregunte si los hijo putas lo estaban grabando todo y que harían con los vídeos. Sara cogió el vaso con titubeos y se lo llevo a la boca.

-¿No vas a olerlo? -Apestaba, claro esta. Yo encendí el vibrador a máxima potencia y casi la da un infarto. Y mientras los jóvenes estaban en sus cosas sin enterarse de nada, Sara se lo bebió -A sorbos, por favor, nada de un trago y ya esta.

Cada vez que cogía el vaso y echaba un trago, era un sufrimiento. La tiritaban las manos.

-Apágalo -dijo en el tono de voz más bajo que pudo -No aguanto más sin correrme... y no quiero manchar el abrigo

-No lo hagas sin mi permiso. -conteste de forma seca. -Si veo que el abrigo apesta, te castigare de forma brutal. Ha, y termínate el vaso

Ella apretó las piernas. Salimos al poco. Apenas podía andar correctamente de la tiritera que tenía encima, pero tenía que aguantar un poco más. La metí en el servicio de los caballeros. No estaba vacío. Había dos señores que me vieron entrar con ella al privado donde se caga.

Sara explotó, literalmente, con un Dios, que gustazo. Ni si quiera me moleste en limpiar nada, ni deje que ella lo hiciera. Cuando salimos los dos señores seguían allí.

Había esposado sus manos y quitado los zapatos. Hice que se arrodillara delante de ellos, lo que les dejo bien claro que iba desnuda por debajo del abrigo, pero no enseño nada. Les di los zapatos. En seguida estuvieron manchados de semen por dentro y por fuera. Mientras los limpiaba con la lengua entro entro caballero. Este quería orinar. Le costo 30 euros hacerlo, pero no pudo hacerlo en su boca, como quería en un principio.

-¿Puede beber agua del retrete?

-Contiene lejía -asegure- lo siento

Entró uno de los jóvenes que estaba en el comedor.

-Menuda zorra- comento -Acabo de tener sexo con mi chica, ¿Cuánto para que me la limpie?

-5 euros.

También termino entrando el otro chico.

-¿Cuánto por correrme en sus tetas?

-10 pavos.

Sara se desabrocho el abrigo dejando su hermoso cuerpo al descubierto. No quería ni mirar. La obligue. Lo hicieron los 5. Los goterones de semen bajaban por todo su cuerpo.

-¿Y por limpiarnos el culo? Ya sabe, con la lengua.

-500 pavos por persona.

El muy cabrón estaba forrado. Saco 5 billetes de 500 de la cartera y dijo que trato echo. Una detrás de otro pusieron sus culos delante de su cara y Sara se los tuvo que limpiar con la lengua.

-Este esta lleno de...

Empuje su cara personalmente. Estaba ganando 3 meses de sueldo, ¿qué me importaba a mi si comía mierda? Encima encendí el vibrador, y la muy puta se corrió mientras se lo estaba tragando.

Finalmente, se marcharon y yo me puse a follarme su boca como un loco. Entraba y salía de esa boquita con furia y frenesi, se la metí hasta la garganta. La estaba violando la boca y disfrutaba como un cabrón. Alguien abrió la puerta en pleno acto. Eran el camarero y sus colegas. Tenían prisa, así que ni si quiera se lo pensaron. Sara tuvo que quitarse el abrigo a toda prisa y tirarlo en el suelo del baño, porque los tíos iban a pajearse encima de ella mientras violaba su boca. Termino agotada, tirada en el suelo, harta de correrse por culpa del vibrador, con el cuerpo lleno de semen y meados de todos los los empleados del hotel. La broma era que la habían bañado en semen por fuera y por dentro. No permití que se limpiara, ni que llevara otra ropa.

No hablamos de nada durante el viaje de regreso. La única compañía que tuvimos fue la música y el silencio entre nosotros dos. Sólo hice una parada antes de llagar a casa. Quería realizar una fantasía muy básica.

Baje del coche y la saque tirándola del pelo. Apoye sus manos contra el vehículo, la subí el abrigo hasta las caderas e incluso tuve que separar sus piernas a patadas. Me la folle desde atrás. Al principio, ella no quería, se resistió, pero en seguida comenzó a gemir como la guarra que era.

-Si tienes que orinar o algo, hazlo ahora, aquí mismo, como la perra que eres.

Verla allí, en aquella oscuridad solo rota por la luz de una triste farola, en cuclillas, vestida sólo con un abrigo caro remangado, medias y unos tacones, haciendo sus necesidades básicas, fue una de los mejores momentos de mi vida. Cuando se levanto, era toda una dama. Recogí su mierda con una bolsa de plástico, como se hace con las mascotas. Sara me miraba temblando, no acerté adivinar si ansiosa, de frío o de miedo por lo que pudiera hacer con ella. La tire a la basura y continuamos viaje

La siguiente parada de nuestro viaje consistió en un simple paseo por la calle. Era de noche, hacía algo de fresco, pero no había mucha gente y estos estaban en sus cosas. Pero Sara pensaba que todas las miradas se clavaban en ella. Se ajustaba el abrigo cada nada, se metía las manos en los bolsillo, se ajustaba de nuevo el cuello. Lo único que lograba con ello era llamar la atención. De repente vi algo interesante. Dos de los amigos de Sara, la rubia y su novio, supuse, estaban unos pocos metros más adelante.

-Vas a tener que comportarte como mi mujercita.

Nos cogimos de la mano. La tenía toda sudada.

-Hola, buenas noches- dije -Estamos tomando un poco el aire fresco. Demasiado ejercicio, ya sabéis como son estás cosas.

-Sí -dijo el chico- lo sabemos

Paso sus brazos alrededor de la rubia. Si esos dos habían follado alguna vez en condiciones, yo era cura. Miraran a Sara de forma rara, pues no hacía tanto frío como para llevar puesto un abrigo hasta el cuello.

-Por cierto, como sois amigos de mi mujer y tal, ¿qué tal si un día quedamos para cenar?

Era pura cortesía, por supuesto. No quería ni de coña.

-Me encantaría -dijo para mi sorpresa la rubia- Sara es una excelente cocinera. -Yo no tenía ni la menor idea – Siempre me estaba diciendo que los hombres se fijan primero en las tetas y luego en lo que se meten para el estómago. -Una referencia tan explicita al sexo oral hizo que Sara agachara la cabeza.- No pasa nada, Sara, es tu marido, es normal que se la comas.

-Sí... es lo normal. -dijo ella. -Pero no tiene porque gustarme hablar de ello.

-¿Y sabe bien? -Preguntó la cabrona- ¿No tendrá un regusto apolillado?

-Eres la hermana de Carlos- Afirme sin dudarlo ni un solo segundo. Me enfade con Sara, recibiría su castigo más tarde -¿Esta bien?

-Se ha pasado todo el día llorando por esta maldita perra, pero si, ya esta bien.

-Lo siento por él -No quería defender a mi mujer, no tenía defensa posible lo que había hecho – Lo que mi mujer le ha hecho es injustificable. Yo no lo sabía y puedes estar segura de que lo he hablado claro con ella. -A Vanessa no pareció importarle. -Por cierto, sino venís a la cena, lo entenderé.

-Si que vamos a ir -Afirmo Vanessa- No se preocupe, mi hermano no me importa una mierda. Y resultara interesante conocer al hombre que ha conseguido que Sara lleve dos días seguidos los mismos zapatos... y un accesorio como ese en el cuello.

Las mujeres suelen fijarse más en estas cosas que lo hombres, pero entonces lo siguiente me dejo sin habla.

-Apostaría a que ahora mismo esta desnuda debajo de su abrigo.

-¿Y qué si lo estuviera? -pregunte en todo desafiante

-Mi perro tiene puesto el vibrador al máximo desde hace un rato. Pensaba llevarle al callejón para que se corriera de una vez, pero seguro que le gusta más si lo hace encima de ella.

-¿Y a mi por qué debería de gustarme?

-Follaremos delante de ella.

La rubia sabía negociar. Arrastramos a los perros al callejón cercano. El chico quería hacerlo en la cara, y yo no me negué. Sara ni si quiera intento limpiarse y el semen resbalaba por sus mejillas.

-Siempre supe que era muy sumisa. -Dijo Vanessa contemplando su cuerpo desnudo cuando nos quedamos a solas- Y el imbécil de mi hermano siendo un caballero con ella. Si quiere, puedo hacer que lama su cuerpo. Seguramente la gustaría.

-No, quiero que duerma así, tal cual esta.

-Me parece bien. Orínela en la cara cuando este en la cama, en la suya si es posible ahora que sus padres no están. Siempre ha sido muy limpia y muy coqueta. Es bueno que aprenda rápido que ahora es una guarra y se acostumbre lo antes posible. Ha sido un placer, señor...

-Victor.

-Victor. Por cierto, ¿La vas a castrar? ¿O anillar? Conozco un sitio muy bueno.

-No, por el momento no.

Sara se tapo el semen con el pelo como mejor pudo y volvimos caminando al coche. Al fin llegábamos a su casa.

-¿Vas a hacerlo? -Me pregunto. -¿Vas a dejarme dormir en mi habitación? ¿No te ha bastado con todo lo que me has hecho durante el día?

-Saliste muy cara. Tuve que vender mi alma al diablo para poder tenerte. Y lo cojonudo del caso es que eres mía desde hace año y medio. Bien se tiene que estar descojonando el demonio a mi costa.

La lleve en brazos, como mi mujer que era, hasta su habitación y la metí en la cama una vez que la desnude y la esposa a la misma. Encendí el vibrador al máximo y justo cuando llego el orgasmo me mee en cara, su boca y pelo. Me desperté por la mañana temprano, pues iba a cumplir otra de mis fantasías. Sara estaba dormida, atada, incapaz de defenderse. La viole.

-¿quieres que pare ¿Quieres que pare?

-No... -dijo ella entre jadeos- No... No te pares... No te pares.