miprimita.com

La muñeca de sus padres (1)

en Sadomaso

Para mi era una diosa inalcanzable. Recién salida de su adolescencia, dotada de una esbelta figura y un maravilloso castaño, largo y sedoso, que tan loco me traía. Lo único que podía hacer era observarla desde lejos y matarme a pajas mientras imaginaba que la hacía dulcemente mía en la intimidad de mi hogar. El día que la observe tonteando con su primer novio formal, todo cambió. Ese día, mi fantasía se volvió salvaje. Soñé que la violaba, y tuve una de las mejores corridas de mi vida...

-Ya voy, ya voy... ¿Ángela? ¿Qué pasa, qué ocurre?

-¿Puede hacerme un favor?

-Claro, por supuesto. Pasa. -Cerré la puerta tras de mi. No me podía creer que ella estuviera aquí. Sus padres y yo éramos vecinos, pero nuestra relación era nula. Ella se sentó en el sofá. Vestía un vestido blanco que dejaba sus hombros y brazos al aire y una falda muy larga. A juego, llevaba dos preciosos zapatos de tacón alto. Seguramente, se había vestido para ir a verse con su novio. Ese pensamiento me encendió, pero trate de ocultarlo lo mejor posible- ¿Ocurre algo? - Se tomo su tiempo en contestar

-¿Sabes qué mis padres se han ido unos días de vacaciones?

-Algo he notado, sí.

-Pues...

-Te has dejado las llaves dentro... -Ella asintió con su linda cabeza mientras a mi me entraba la risa.- Tenéis puerta de seguridad, si no recuerdo mal.

-Así es, no hay manera de abrirla. -Estaba increíblemente avergonzada, eso calmo mi ira.

-Pues tendremos que llamar a un cerrajero, supongo.

-¿No podrías abrirla?

-Me temo que una puerta como esa supera y con mucho mis habilidades, Ángela. Podría utilizar un mazo, pero se trata de abrirla, no de romperla. -Llame a un cerrajero mientras ella se sentaba en el sofá de mi casa. Mirándola bien, parecía una novia a punto de ir al altar. Vestida de blanco, bien peinada, maquillada- Me ha comentado que va a tardar un buen rato en venir, así que puedes ponerte cómoda, si quieres. -Esboce una sonrisa de idiota y me senté a su lado. En realidad, no tenía absolutamente nada que hablar con ella, pero su fragancia llenaba toda la habitación.- Por cierto, ¿Por qué no has utilizado el móvil? -Pregunte al cabo de un rato.- Uno de esos con conexión a internet

-No tengo internet en el móvil. Mis padres no me dejan.

-¿Por qué?

-Me siguen viendo como una niña, por eso es.

-Nadie podría confundirte con una niña.- Eso la ruborizo, pero bien sabía ella que me la comía con los ojos desde que cumplió los catorce años.- ¿Has entrado ya en la universidad?

-Este año... primero de medicina.

-Eso esta muy bien.- conteste rápidamente- Has tenido que trabajar un montón.

-Me pasaba los fines de semana estudiando mientras mis amigos se iban de fiesta- Note la tristeza de su voz- Pero era lo que...

-¿Tus padres? -Ella asintió.- ¿No quieres ser médica entonces?

-No lo sé, yo... -En ese momento mis dos mastines empezaron a ladrar- ¿Qué les pasa?

-Huelen a hembra- Dije yo sin darle importancia- Todavía es época de celo y cada vez que pasa una hembra se ponen así. Además, hace un par de años que no cogen con una buena perra y... perdona.

-No, esta bien.- dijo ella con una sonrisa- Esta bien. Entiendo lo que quieres decir. Deben tener muchas ganas los pobres.

-Sí, así es.- Confirme mientras la miraba. Ella tenía fija la mirada en el suelo- Si pillaran a alguna, estoy seguro de que la reventaban.- Hubo una reacción, casi imperceptible. Se estaba mordiendo los labios al tiempo que se sujetaba las manos. ¿Estaría pensando que era a ella a la que reventaban? Al final todas las mujeres son unas auténticas putas. Dalas un buen macho que las meta caña y serán completamente suyas. - Sobre todo bingo, el mayor. No esta acostumbrado a estar tanto tiempo en el dique seco. Bueno, voy a hacer cosas. Puedes ponerte todo lo cómoda que quieras, como si estuvieras en tu casa.

-De acuerdo, y gracias.

Cuando estaba saliendo del salón, los perros volvieron a ladrar. Ella miro en su dirección, pero no era precisamente miedo lo que tenía en la mirada.

-¿Has querido tener alguna vez un perro?

-¿Qué? No, no... Si, pero mis padres siempre me han dicho que dan mucho trabajo.

-Y lo dan.

El hombre llevaba ya unas buenas cuatro horas haciéndonos esperar. Durante la espera, observe con placer como Ángela se disculpaba con su novio por su tardanza, y un par de horas y pico más tarde, como discutían y rompían por teléfono a causa de esto. Estaba tumbada en el sofá, echa un ovillo, pero no había derramado ni una lágrima. Me senté a su lado y la quite los zapatos de tacón sin que ella opusiera la menor resistencia. Empecé a masajearselos.

-¿Mejor?- No contestó, pero tampoco hizo nada por detenerme.- Ese novio tuyo es un imbécil. Eres toda una belleza, inteligente... Cualquier hombre desearía estar contigo

-No es verdad.-Contestó- Soy muy aburrida. Nunca estoy disponible, no voy de fiesta con él, nunca salgo con él... ni tan si quiera le dejo besarme con lengua... o meterme mano.

-Eso es porque a ti hay que tomarte- Metí mi mano por debajo de su falda y la agarre el culo- sin pedirte permiso, ¿ves? Esto es lo que te pone cachonda. -Ella me miro. Parecía que sus ojos se iban a salir de sus órbitas. Pero sólo me miraba.-Eres una auténtica perra y yo todo este tiempo pensando que eras una señorita.

La tenía agarrada del tobillo y del culo.

-¿Porqué ha roto contigo?- pregunté.

-Hoy se suponía... Habíamos quedado con otra pareja y...

-Hoy era el gran día.- Sentencie.

Tire de ella hasta que su coño se estampo contra mi cuerpo, y la mire a los ojos. No era miedo precisamente lo que vi en ellos. Coloque mis manos en sus muslos...

-Por favor, no...

-A las perras se las toma...- susurre mientras me inclinaba hacía ella

El timbre de la puerta sonó en ese momento y los dos nos quedamos sin saber que hacer. Me levante y ella se recompuso enseguida para seguirme como la perrita que era.

-Van a ser unos 1.200 euros, señorita.

-¿Tanto? Eso es un robo. -Comenté

-Pues pongan una puerta de las que se abren con tarjeta de crédito. Entonces, ¿van a pagarme ahora?

El muy cabronazo estaba dispuesto a dejar a la chica en la estacada. Pensé que Ángela no tendría un sitio para dormir ni para quedarse... Pero sólo por un segundo, porque si que tenía un sitio.

-Puedes quedarte aquí hasta que regresen tus padres. A mi no me importa.

El cerrajero echo un vistazo a la chica de arriba abajo al tiempo que se relamía los labios el muy cerdo.

-¿1.200 euros?

-Eso dice. Es un atraco, en mi opinión.

-No tengo 1.200 euros.- Confirmo Ángela.- Es la primera vez que me quedo sola en casa, no puedo decirles a mis padres que me he gastado 1.200 euros simplemente porque se me han olvidado las llaves.

-Ese no es mi problema. Pero no pienso hacer el trabajo sin cobrarlo antes.

-Pero tengo que entrar en mi casa.

-Bueno, podemos hacer una cosa- Comento el cerrajero que no la quitaba ojo de encima- Puede pagarme él y ya encontraras la manera de devolvérselo. -A los tres se nos paso lo mismo por la cabeza, para que engañaros.- Eso ya lo tendréis que hablar entre vosotros.

-¿Puedes... puedes prestarme el dinero? -Ni si quiera podía mirarme a los ojos- Te lo devolveré. -Se apresuro a decir- Puedo... limpiarte la casa o...

-Ángela, son 1.200 euros. Son meses de trabajo. Es mucho mejor que pases estos días conmigo.

-Pero...

-Ya basta de tonterías.- Me estaba poniendo de mala leche- La única forma que tienes de devolverme tanto dinero es a base de polvos, y 1.200 euros son muchos polvos. Así que llama a tus padres y soluciona esto, o bien, te quedas conmigo unos días. ¿Cuántos días van a estar tus padres fuera? ¿15? -ella asintió- Pues con 100 euros te compras unos cuantos trapos y pasas la quincena aquí. Total, no creo que tengas muchas ganas de fiesta tras lo que te ha hecho el cerdo de tu novio.

-¿Pero no lo entiendes? Es la primera vez que mis padres confían en mi... No puedo llamarlos por...

En ese momento la abofetee tan fuerte que la tire al suelo

-Basta ya, maldita puta. Puedes irte con alguna amiga tuya, si tanto asco te da quedarte conmigo. -Ella se estaba acariciando la mejilla para calmar el dolor.- Pero no me vengas con más estupideces, maldita imbécil

El cerrajero se quedo un momento, sólo un momento más. Algo le dijo que la chica ya había decidido. Sí, se quedaría con ese hombre que la triplicaba la edad y que acababa de pegarla e insultarla delante de un desconocido. Y que seguramente la violaria esta misma noche, o quizás antes. Y lo hacía no porque no pudiera llamar a sus padres o por no quedarse con una amiga. Lo hacía porque era una perra a los pies de su amo.

Cerré la puerta y me senté a su lado. Ella aún tenía la mano en la mejilla abofeteada. Y no se atrevía a mirarme. La agarre del pelo he hice que me mirara. Y la bese. Un beso largo, húmedo, de adulto. Ella, inconsciente o quizá sumisa, se tragaba todas las babas.

-¿Ves? Para tratar con perras como tú no hay que pedir permiso. -Volví a besarla al tiempo que estrujaba uno de sus pechos. La dureza de su pezón se notaba a través de la ropa.- Tendrías que haber escogido ser mi puta, creo que de esa forma sería mucho más suave contigo. -Me levante para coger una de las correas de mis perros- Puedo tomarte por la fuerza, aquí mismo, pero estoy convencido de que ambos nos arrepentiríamos de ello.- La mostré el collar. Ella no apartaba sus preciosos ojos de él- Pero si te pones esto...

Se lo deje a su alcance y me senté en una silla sujetando la correa. Tenía que ser un acto voluntario.

-¿Qué... qué va a hacer conmigo? -Preguntó mientras su pecho subía y bajaba a toda velocidad.

-Lo que me de la gana- Dije sin rodeos- Llevo años deseando hacerlo. -Ella no quitaba la vista del collar- Quiero follarte por todos los agujeros de tu cuerpo, quiero correrme en tu cara, quiero... -Mis perros empezaron a ladrar de nuevo- que mis perros se desahoguen con tu coño para ver si dejan de ladrar. Quiero orinarte, golpearte... -Me levante de la silla y la acaricie la cara con la yema de los dedos. Estaba increíblemente caliente- Quiero abusar de ti y usarte hasta que te rompas. Quiero divertirme con el juguete que tus padres han creado.

Ella recogió el collar con manos temblorosas. Cerró lo ojos. En esos momentos necesitaba cariño y comprensión. No dejaba de acariciarla suavemente hasta que llevada por su deseo termino poniéndoselo.

-Buena perra.- La pegue una bofetada que resonó en toda la habitación. Tenía que ser cuidadoso, sus padres volvían en 15 días, me recordé- Por hacerme esperar. -Me senté en la silla y tire de la correa. Ella quedo tirada en el suelo bocabajo, a mis pies. Me saque la polla y comencé a orinarme encima de su cabeza. Su pelo se empapo y enseguida se formo un enorme charco en el suelo- Lámelo como la cerda que eres- ordene. Ella dudo y recibió su primer latigazo. No estaba muy seguro de cuanto dolía, pues era para mis perros, pero tampoco me importo. Ella apenas soltó un gemido de dolor. Sacó la lengua y se puso a lamerlo. Me decepciono un poco que fuera tan obediente, la verdad. -Masturbate mientras lo haces -Volví a azotarla por su tardanza, esta vez más fuerte. El gemido de dolor fue más fuerte y más sincero que la otra vez. Separo un poco las piernas y se metió mano por debajo del largo vestido que llevaba puesto. - ¿Quién te ha dado permiso para dejar de lamer? -Esta vez la pegue en el interior del muslo descubierto, una zona de lo más sensible por lo que pude observar.

Mientras lamía y se masturbaba con frenesí, me levante de la silla y levante su falda para poder ver como sus deditos entraban y salían de su delicado coño. Llevaba puestas unas bragas negras, de encaje, caras. Decidí cortarlas por las gomas

-Así tienes más libertad -Era ironía, por supuesto. No pensaba dejarla llevar ningún tipo de ropa interior en los 15 días que pasaría conmigo.- Avísame cuando estés a punto de correrte.

La azote con el látigo en la planta del pie cuando me aviso, la golpee el otro pie cuando dejo de masturbarse y estampe mi látigo en su culo porque no lo hacía a la suficiente velocidad. Aulló de dolor cada una ce las veces

-Voy a volver a correrme...

Su voz salió con una interesante mezcla de miedo y de deseo. Castigue de nuevo el interior de su muslo.

-No tienes permiso para hacerlo. -Note como había bajado de nuevo la intensidad de su masturbación. Eso me enfado. Aplaste su cara contra el charco de pis mi pie. Ella dejo de moverse- Así que al final si que eres un poco rebelde. Eso esta bien, es muy aburrido domar a una perra totalmente obediente. -En ese momento, los perros volvieron a ladrar.- Hagamos una cosa. Voy a ir a buscar a mis perros para que se diviertan contigo. -Ate con un candado la correa a una barra fija, de forma tal que era imposible que escapara.

-Es mi primera vez... ¿Vas a dejar que me desvirgue un perro?

-Es lo ideal para una perra como tú.

Ate la correa en la percha. Salí al jardín en busca de Trasto y Bingo, mis dos mastines. Ella estaba intentando arrancar la tubería, sin éxito.

-Por favor -Me dijo al verme- Haré lo que tú quieras, pero no le des mi primera vez.

-Me has decepcionado y mereces un castigo por ello. ¿Quieres que te pegue o te vas a poner tú solita en posición?

-No, por fa...

La cruce la cara de un latigazo. Seguramente luego me arrepentiría de ello, pero ahora la tenía dura como una piedra.

-Perra insolente -La cruce el otro carrillo- ¡Al suelo¡ ¡A cuatro patas¡ -La subí la falda para dejarla todo al descubierto y tapar su cara. Estaba sangrando. -¡Y no quiero oírte salvo cuando te vayas a correr¡ ¡No quiero que te corras con ellos¡ ¿Entiendes?

Me respondió un lastimoso entiendo entre sollozos al tiempo que Trasto, el mayor y más brutal de los dos, se montaba encima de ella. Y los blanquísimos muslos de Ángela se tiñeron de rojo entre embestidas salvajes propias de un macho con dos años en el dique seco. Tan fuertes, que la perra tuvo que agarrarse a la barra par no caerse

-Voy a correrme

-¿Ya? Pero si apenas hemos empezado.

Apliqué el látigo en la planta del pie. Tuve que hacerlo cuatro veces antes de que Trasto terminara de desatar toda su lujuria acumulada durante dos largos años. Cuando vi todo ese semen bajando por su muslo sabía que tenía que hacer algo con él. Lo recogí con la mano y lo puse al lado de boca.

-Lame.

Sentí su lengua en mi mano al tiempo que Bingo la hacía suya. Este parecía en una competencia de machos con su hermano mayor. No estaba siendo en absoluto suave con la hembra. Para subir su autoestima, pegue a la perra antes de tiempo, y lo hice hasta seis veces, aunque sólo fueran tres veces reales. Cuando todo termino, no podía caminar. Pero eso no era un problema, las perras caminan a cuatro patas. Nos dirigimos al patio para darles de comer y recuperar fuerzas. Ella comió en el suelo, con otros dos. Me estaba fijando si la había quedado señales en la cara cuando Trato volvió a montarla. No se lo impedí, por supuesto. Ni a él ni a Bingo. Esta vez no tenía ningún sitio donde agarrarse y tuvo que aguantar las embestidas de los dos machos con la cara y el pecho pegados al suelo. Y tuve que volver a pegarla, por supuesto. Los dos perros habían asociado los latigazos a que lo estaba haciendo bien.

-Túmbate cabeza arriba, enséñanos el coño y masturbate. A la vista de todos. -No tardo en obedecer. Estaba muerta de cansancio, pero pronto cogió velocidad. -Avísame cuando estés.

La azote en la vagina. Fue un dolor terrible a juzgar por su grito, pero también un orgasmo brutal. Volví a orinarme encima de ella, pero esta vez en su boca abierta. Los perros, que no habían salido en todo el día, no tardaron en seguir mi ejemplo.

La deje atada, desnuda, y completamente indefensa en mi cama mientras esperaba que la pastilla de viagra me hiciera efecto. Fue un fallo, pues cuando volví Trasto estaba de nuevo haciendo suya a la perra. No me enfade con él. Sí con ella, pues se había corrido sin mi permiso. La clave su lindo zapato blando de tacón en el culo a modo de tapón anal y estuve horas entrando y saliendo de ella tanto por delante como por detrás.