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El contrato 1

en Grandes Series

Todo empezó con una bronca y siguió con una vacilada, ¿Quién diablos me mandaría a mi abrir la puta boca? Es cierto que a mi... iba a llamarle amigo, pero mejor nos quedamos en socio, me debía y me debe un montón de pasta, ¿Pero que clase de trato de mierda era este? El abogado avanzaba la lectura del contrato con voz monótona, como quien anuncia una lista de la compra. Por dios, estaba redactando el contrato por el cual se quedaba en propiedad con una chica.

-¿Han entendido bien el contrato?

-Básicamente, que puedo hacer con ella lo que de la puta gana durante 30 años, y si muero antes sea cual sea la causa de mi muerte, la deuda no se cancela y pasa a mis hijos. -Mire un momento a la chica, una pelirroja con toda la vida por delante,- ¿Pero tú estás de acuerdo con esto, criatura? ¿Ser la esclava de un cincuentón?

Firmo sin más miramientos

-Fue lo que le pediste a mi padre

Si, lo hice, ese fue mi gran error. Le solté a su padre que sino podía pagarme, me conformaba con su hija mayor, que esta bien buena. Y aquí estamos, firmando los dichosos papeles. Y para intentar detenerla, solté que dada la enorme cantidad de dinero que me debía su padre, solo la iba a aceptar si no imponía ningún límite a nuestra relación y esta era bien larga. Y acepto.

Y no os voy a engañar, a pesar de todas mis dudas, mi polla me dolía de lo dura que estaba. La chica era pelirroja, joven, de buenas tetas y magnífico culo, piernas largas y ojos azules. Y yo llevaba años divorciado de una bruja. En cuanto estampara mi firma en el contrato, sería mía para mi uso y disfrute, y encima sin temer que me matará.

-Esta bien, como desees.

Firme. Ya estaba hecho.

-Entonces, esta todo en orden. Me retiro.

Le acompañe a la puerta y le vi marchar en su coche. Ella y yo nos habíamos quedado solos en la casa, como estaríamos la mayor parte del tiempo. Dios, me dolía un montón la polla, pero no era cuestión de metérsela y ya. Decidí hablar con ella y preparar ciertas cosas. Seguía sentada en el sillón, sin moverse

-Bueno, Marta. Supongo que lo primero que tengo que hacer es enseñarte donde vas a dormir. ¿En esas maletas tienes todas tus cosas?

Asintió con la cabeza.

-Bien, pues vamos allá.

Era algo más baja que yo, lo cual me venía mucho mejor para lo que tenía que hacer. Y ahora, pensando en ello, había una pregunta personal que tenía que formular...

-¿Eres virgen?

Asintió con la cabeza.

-¿En serio? Quiero decir, tienes un cuerpazo de muerte. ¿Ningún chico antes?

-No, ningún chico antes...

-¿Novios, amigos con derecho a roce?

-No, no...

-¿Por qué?

-Bueno, los chicos no me suelen hablar mucho porque- se señalo, estaba buena que te cagas, a mi polla se lo ibas a decir, y ya sabemos como piensan los tíos con las tías tan buenas, inalcanzables salvo para privilegiados- y yo no puedo pillar la iniciativa porque...

-Serías una puta.

-Exacto.

Seguimos caminando. La llevaba a la antigua habitación de mi hija, y cuando se la mostré, me miro extrañada.

-¿No es de tu gusto?

-Yo... pensaba que íbamos a dormir juntos.

-Ah, claro, que eres mía y todo eso.

La mire de arriba abajo, devore cada maldita curva de su cuerpo con la mirada. Ella simplemente no pudo sostenerme la mirada.

-Supongo que todos los cincuentones salidos te miran igual.

No respondió, pero no hace falta, conozco a lo hombres. Intentaba disimular sus curvas con los brazos.

-¿Tampoco te han besado nunca, verdad?

-No.

Estaba en umbral de la puerta, y yo sentado en la cama donde había dormido mi hija. No podía hacerla pasar, la verdad es que en cuanto empezará a besarla, me la follaría, y hacerlo en la habitación de mi hija, me sonaba raro.

Ante mi indecisión, ella entró y avanzó unos pasos hacía mi. Y me di cuenta de que me estaba comportando como un perfecto capullo. No era mi amante ni mi esposa, era mi posesión, si dejaba que llevará las riendas, mal asunto. Además, no podía esperar que esa chica me amará por muy juntos que estuviéramos, eso solo pasa en las películas malas. Pero tampoco podía pedirla que se arrodillara y me chupara la polla, que el primer beso que iba a dar en su vida y su primer intercambio de fluidos iba a ser con mi pene. Pero era exactamente eso lo que deseaba hacer. Dos caminos, dos caras. Saque la cartera, y cogí una moneda de un euro.

-Cara, te beso. Cruz, me chupas la polla.

Lancé la moneda al aire, y la chica se arrodillo al ver el resultado. Me sentí asqueado, y contento al mismo tiempo. En fin, deje la polla al aire y deje que Marta se acercará. Ella la beso, la acaricio con la lengua, se la metió en la boca, seguía tocándola con la lengua. Yo estaba por explotar directamente, llevaba demasiado tiempo empalmado para poder resistir mucho tiempo más a tantas caricias. Me corrí como un quinceañero la primera vez que una mujer le toca la polla y la salpique de semen la boca, la cara y la ropa.

-Lo siento

Atine a decir, pero la verdad es que no lo sentía lo más mínimo. Seguía empalmado perdió y desde luego terminar ahora no entraba dentro de mis planes.

-Abre la boca, anda.

Y se la metí sin más preámbulos entera y de un golpe. Esta vez me la folle moviendo su cabeza con ambas manos hasta que me corrí dentro de su boca de nuevo. Esa fue su primera experiencia sexual.

Al final decidí que dormiría en el cuarto de la criada, que no estaba nada mal, pero aun no era el momento para dormir juntos ni esas cosas. Esa misma noche, entre en su habitación y cuando salí había dejado de ser virgen

 

  1. Tercer día

Me pase todo el fin de semana metiéndola mano, conociendo su cuerpo, dejando que me la chupara y acostándome con ella por la noche. Era el primer día que tenía que volver al trabajo después de firmar el contrato, así que estaría sola hasta la noche. En verdad, no tenía ni idea de que iría a hacer todo el día. Algo tenía que pensar. Esa noche, cuando volví a casa, me encontré con la cena hecha y la casa limpia. Me la volví a tirar en su cama, pero me dio pena dejarla sola.

 

  1. Un mes

    Ahora dormíamos juntos. Era una estupidez ir a su habitación para echar un polvo, y dejarla después. Esa misma noche la bese por primera vez e hicimos el amor.

 

  1. Tres meses

    Llevábamos tres meses acostándonos juntos todas las noches, y follando como locos los fines de semana. Me pareció que era hora por fin de probar cosas nuevas, como su magnífico culo.

 

  1. Seis meses

    Había decidido atarla, amordazarla, vendarla. No tenía ni idea de a que se dedicaba Marta por las mañanas, pero si sabía a que se dedicaba estando conmigo, a follar. Cada día cuando llegaba a casa estaba duro como una piedra, y lo que era mejor es que no tenía ningún problema para escoger agujero donde meterla. Ni sitió. Ahora casi nunca lo hacíamos en la cama, era más divertido el suelo, contra la pared, encima de una mesa... Además también empezamos a practicar sexo duro

 

  1. Un año.

    Ya hacía todo un año que estaba conmigo, y a pesar de que no me podía imaginar estar sin ella, tenía que hacerlo. La última noche me la tire por detrás vendada y atada contra la pared. Y para terminar, decidí metérsela en la boca. Ella no dijo nada, pero era la primera vez que se la metía en la boca después de probar su culo y no la gusto. Aun así, no se la saque hasta que me la limpió bien limpia. Esa noche, no quería dormir conmigo. La tuve que recordar el contrato que firmo, y que visto el año que llevaba, no tenía de nada de que quejarse, que si quería podía obligarla a que comerse lo que cagara, así que nada de historias. Cuando me escuche a mi mismo, la di permiso para dormir en su antigua cama.

    Pero como la verdad es que la echaba mucho de menos, me presente en su habitación y la force a tener sexo conmigo. Era la primera vez que de verdad no quería hacerlo, pero eso no me importo.

Unos días más tarde llame a mi abogado de nuevo, esto no podía continuar así, no la había tocado desde entonces. Así que estábamos los tres en el mismo salón que hace un año.

-Creo que ya es suficiente -empecé a decir- ya la he tenido durante un año entero, y ya es suficiente.

El abogado miro a Marta. Llevaba puesta una camisa y un falda, y estaba mucho más buena que el año pasado. Ahora tenía 20 años, y estaba claro que su madurez iba a ser bestial.

-¿Hay algún problema con la chica?

-No, todo esta bien. Muy bien de hecho.

-¿Entonces?

-Tiene 20 años, por amor de dios. Merece algo mejor que pasar lo mejor de su vida conmigo.

-Entiendo. Pero escuche, soy su abogado y mi misión es hacer lo mejor para mi cliente, y ese eres tú. La chica es una preciosidad y te pertenece por otros 29 años para tu uso y disfrute. Si ha cometido alguna falta, puedes castigarla como mejor te convenga.

-Eso ya lo sé

-Si, lo que yo no sé es que ha pasado en este año, ¿Ella te ha convencido de alguna manera para que la liberes del contrato?

-No

-¿Estás seguro? ¿No ha habido nada raro últimamente?

-Solo lo de hace un par de semanas

-¿Y qué paso?

-La force y no he vuelto a tocarla desde entonces.

-¿Se negó a tener sexo?

-Bueno, la obligue a meterse la polla llena de... mierda en la boca, y esa noche tuve que forzarla para tener sexo conmigo.

-Comprendo.

-No comprende. No quiero que vuelva a pasar. No sé en que clase de monstruo me estoy convirtiendo

-Es usted el que no lo entiende. ¿De verdad piensa que cada vez que se tenía sexo con ella era consentido? Si no fuera por este contrato, ni siquiera podría acercarse a ella. Y para una vez que se niega y ejerce su legítimo derecho, ¿Piensa echarse atrás?

Sonaba convincente. Mi polla desde luego estaba convencida. Mire a Marta. Si decía que sí me libraba de ella para siempre, y si decía que no... No dije nada y al final de un rato, el abogado se marchó. Nos quedamos solos de nuevo. Llevábamos dos semanas sin tocarnos y sin casi hablarnos.

-¿Por qué razón aceptaste los 30 años?

-Una semana, 30 años... Si me follas sin límites, lo mismo da.

A veces ni siquiera hace falta una semana. Volví a mirarla y ella me miraba a mi.

-Supongo que lo primero que tengo que hacer es probar mi nueva posesión aquí mismo

Ella asintió con la cabeza, y se subió encima de la mesa, donde hace un año cerramos nuestro trato. Y de un salto, la bese, mientras ella me bajaba quitaba el botón de los pantalones, y la penetre sin problemas, pues la muy guarra no llevaba ninguna clase de ropa interior