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Esclava del demonio (II) Fin

en Sadomaso

Su madre siempre quiso que llevara su vestido el día que se casara. Ahora ya sabía porque. Parecía hecho para ella.

Apenas faltaban 24 horas para el día de la boda tras casi tres meses de espera. La pareja se había tomado las cosas con calma.

Lo primero fue normalizar la situación. ¿Los padres de Marta se habían ido dejando a su hija y a dos hombres que nadie había visto antes al cuidado de la granja?

Eso no se lo creía nadie.

Por eso todos se lo creyeron.

Todo el mundo sabía que Marta y su padre tenían distintos planes para el último año de vacaciones antes de irse a la universidad, el próximo verano. Ella quería quedarse en la granja, y su padre quería llevarla a ver mundo, y dar por fin el viaje de novios que nunca pudo darle a su esposa.

Así que los dos hombres que se presentaron buscando trabajo les dieron la solución.

Efectivamente, su padre podía tener su viaje ahora, y el año que viene quedarse...

Era imposible, la granja daba demasiado trabajo y tenía que controlarlo todo personalmente y...

Marta se ofreció voluntaria para el trabajo.

Discutieron

Discutieron a voces

¿Pero es qué no confías en mi, papá?

Sí, hija, si confío en ti. Siempre he confiado en ti.

Se abrazaron.

Y se fueron.

Los trabajadores lo vieron raro. ¿Su patrón se había ido en mitad de todo el trabajo? Pero en seguida se dieron cuenta de dos cosas, Marta sabía exactamente lo que estaba haciendo, incluso mejor que su padre. Y estaba locamente enamorada.

Nunca habían visto a Marta más feliz ni más resplandeciente. Ante la ausencia de sus padres, estaba usando todas y cada una de las armas de las que la naturaleza le había dotado para lograr su objetivo.

Enamorar a Demonio, o más concretamente...

Enamorar al Demonio.

Pasó de trabajador, a jefe de cuadrilla, a capataz y a vivir en la misma casa de Marta en un visto y no visto, como si fuera lo más natural del mundo.

Los trabajadores en seguida se dieron cuenta de que las sugerencias de Demonio eran órdenes para Marta. Se preguntaron como era posible que su patrón no se hubiera dado cuenta de que lo que pasaba por la cabeza de su hija, y encontraron la respuesta. Claro que se dio cuenta...

Por eso se marchó.

Al principio eran sugerencias sencillas sobre la granja, hacer esto, hacer lo otro. Luego sugerencias de como debía llevar el pelo, como debía vestir... Marta pasó de ser un ejemplo de virtud a un ejemplo de perra.

Y que su patrón les perdonase a todos y cada uno de ellos, pero preferían a la perra.

Cada vez que se follaban a su mujer, pensaban que se follaban a Marta. Cada vez que se la mataban a pajas, pensaban que se la metían a ella.

Y todos los jóvenes de la región y todos los que la cortejaban, también, como muy bien sabía el señor cura.

Y no hacía falta ser muy listo para saber en quien pensaba Marta cada vez se masturbaba.

Porque ya era un secreto a voces. Marta contaba sus pecados más cochinos al cura de la parroquia, y este, saltándose el secreto de confesión, se lo contó a un grupo de mujeres de virtud intachable para que la ayudaran.

Marta salió por la puerta sintiéndose traicionada y declaró su amor al Demonio delante de todos los trabajadores de la granja.

Este acepto.

Pasaron la noche como amantes siendo sólo uno... O eso pensó todo el mundo.

Porque Perra y Demonio follaban y follaban mucho. Hacía ya un tiempo que tenía el culo reventado de todas las veces que se lo habían hecho por ahí. Si hasta todos los perros de la granja se la habían metido por ahí.

Hacía ya un tiempo que había aprendido lo que significaba que la follaran la boca y la garganta.

Y lo que significaba estar a dieta estricta a base de semen de chuchos.

Pero lo peor de todo, es que ahora sabía lo que significaba lo que había estado haciendo toda su vida.

Demonio le había enseñado desde el primer día un cinturón de castidad. La advirtió de que encontraría la manera de que suplicara para que se lo quitara, o simplemente que encontraría la manera de que no obedeciera. Y que en ese momento todo terminaría para ella.

Ella juro que eso nunca pasaría. Y se lo puso.

Tenía que dormir con el, bañarse con él, mear con el. Incluso al final tenía que pedir persimo para poder cagar y sólo la permitían hacerlo delante de los dos.

La dolía y la escocía, pero lo que más le jodía, es que ahora que quería tocarse a todas horas, no podía.

Por eso se entregaba sin remedió a todas las fantasías de Demonio, hasta que llego el sacrificio supremo. En lugar de acostarse juntos, la uso de retrete.

Miguel vio asombrado como Marta estuvo a punto de comerse su propia mierda.

No la dejaron.

No es bueno besar a una novia cuya boca sabe a mierda.

Por supuesto, el escándalo fue mayúsculo, y la solución, casarlos antes de que llegaran sus padres.

Fue una boda íntima, sólo asistieron los novios, el cura y sus dos mejores amigas tras una fuerte discusión con sus padres. Ambas pasarían la noche en la misma casa que los recién casados.

Y al fin el Demonio la hizo completamente suya. De la única manera que podía hacerlo.

Follada salvaje sin miramientos.

A la mañana siguiente, sus dos amigas alucinaban de que Marta lograra ponerse en pie tras los alaridos que habían estado escuchando.

-Es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida.

-Es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida- repitió