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La muñeca de sus padres (2)

en Sadomaso

Otra vez las vacaciones en el sito de siempre, ¿es qué sus padres no se aburrían, no se hartaban siempre de lo mismo, no podían variar aunque sólo fuera un poquito? No, no podían. El apartamento les había costado un ojo de la cara y la comunidad estaba devorando el otro poco a poco... Y lo peor, es que no había manera de deshacerse de él tal y como estaba el mercado. Así que por lo menos, había que utilizarlo. Ángela sabía todo esto, pero no era justo. No era justo que por culpa de sus estúpidos padres tuviera que volver una y otra vez a ese lugar que ya se conocía de memoria.

-¿Aún sigues enfadada? -Ángela no contesto a su madre- Deberías estar más feliz, nos vamos al mar. Siempre te ha gustado.

Iba replicar que hacía dos años que no se metía en la playa a causa de las medusas y demás mierda, pero se lo callo. ¿Para qué, si su madre ya lo sabía?

-No quiero ir, mama.

-Hija...

-Ya soy mayor, puedo quedarme sola.

-Si no sabes hacerte ni un huevo frito.

-Pues no lo haré... Puedo comer perfectamente durante 15 días en el bar, no es tan caro como en la playa.

-Tendré que consultarlo con tu padre -dijo al fin su madre- pero ambas sabemos la respuesta.

-Que sólo quiero quedarme para estar con mi novio.

-Al menos te ha dejado tenerlo.

-Sí, pero... Casi me muero de la vergüenza cuando os lo tuve que presentar.

-A los dos nos gusto.

-Y tanto -Jorge pasaba mucho más tiempo con su padre que con ella- A veces me pregunto si de verdad somos novios.

-¿No os habéis besado aún?

-Ni un pico- Contestó Ángela olvidando con quien estaba hablando.

-¿En serio? No me lo creo.

-Es la verdad. Ni un pico... -Ángela suspiro- A veces creo que es gay, que esta conmigo únicamente para ocultar su condición.

-Hija...

-No me mete mano... Ni me mira al pecho como hace...

-¿Quién?

-Todos los demás hombres.

-Tenías a alguien en mente, hija. ¿Quién? -Ella guardo silencio, los perros ladraron- ¿Ramón, el vecino? -Ella asintió- Hija, por favor, es un degenerado.

-Ya sé eso -Contestó Ángela avergonzada- Pero cuando me mira, parece que tiene hambre de mi...

-¿Y eso te gusta? -Su madre estaba escandalizada, pero suspiro. En cierta manera, lo entendía- ¿Y los demás chicos del instituto no? Eres preciosa.

-Sí, pero no es lo mismo. Son niños mama, ponle un partido de fútbol y al momento se olvidan de que estás ahí con ellos.

Su madre volvió a suspirar.

-Hija, este año entraras en la universidad. Encontraras a un chico estupendo ahí, ya lo veras.

-Voy a medicina mama, la mayor parte de mis compañeros de clase van a ser chicas . ¡Y para sacar medicina hay que matarse a estudiar¡

-Hija, yo...

-Esta bien mama. Iré a esas malditas vacaciones e intentare pasármelo bien.

Esa misma noche Ángela recibió la visita de su señor padre, como todas las noches desde que se empezaron a marcar los pechos. Y como casi todas las noches desde aquella, se arrodillo en la cara alfombra de su habitación.. La primera vez que su padre entro en su habitación, medio borracho, sujetándola por la cabeza y metiéndola la polla a la fuerza en la boca... Aún la calentaba. Su padre tardo dos meses en volver a meterse en su cuarto, preguntando por qué no había abierto la boca. Nadie la creería, fue la sincera respuesta de la niña. Esa noche, también la forzo...

Ahora era todo demasiado mecánico, se habían acostumbrado demasiado el uno al otro. Enseguida noto el sabor de coño de puta barata en la polla de su padre. Lo odiaba. Sabía que lo hacía para no dar el paso definitivo, pero al menos podría tener la decencia de lavársela antes de ponerla en la boca de su hija.

-Tu madre me ha contado la conversación que habéis tenido esta tarde. Así qué, ¿Quieres quedarte unos días a solas? -A Ángela ni se le paso por la cabeza contestar. - Estoy pensando que quizás nos vendría bien a los dos... estar un tiempo separados.

-¿Lo dices en serio, padre?

-Sí, hija, sí... Lo digo completamente en serio. -Ángela volvió a chuparsela- Pero como tengas el menor problema...

-No voy a tener el menor problema, padre... No voy a tener el menor problema

Al día siguiente fue a contarle las nuevas buenas a Jorge. No es que saltara de alegría, precisamente, pero al menos reacciono y aseguro que ya que estaban libres los dos, podían buscar algo para irse con otra pareja. ¿Quince días con toda una casa para ellos dos y lo único que se le ocurre es irse con otra pareja a no se donde? Ese novio suyo era gay, completamente gay. En ese momento se encontró con Ramón, que la devoraba con los ojos. Ángela no estaba muy segura de porqué no se la follaba en plena calle, pero tuvo que subir rápido al cuarto de baño para limpiarse el coño... Si sólo su novio fuera como él.

La perra me despertó a la hora señalada. No me extrañaba nada que no hubiera podido dormir en toda la noche. Tenía las manos atadas en la espalda, su larga melena estaba atada a la lampara fija de la habitación y los pies estaban atados cada uno a un extremo de la cama. De esta forma, el único movimiento que podía hacer era doblar la cabeza lo suficiente para poner su cabeza ente mi polla o dejar todos sus agujeros expuestos para mi uso y disfrute y el de mis perros. Nada más y nada menos. Para el que quiera más detalles, lo hice de forma sencilla, con cuerdas de tender la ropa, quizás demasiado apretadas por si mi primera vez, ha, y eso sí, estaba completamente desnuda.

Me la estaba chupando demasiado bien para ser su primera vez. Pero no era así como a mi me gustaba y seguramente como la gustaba a ella. Agarre con mis manos su cabeza y la empuje hasta el fondo. Y deje mi polla completamente erecta y dura dentro de su boca hasta que ella pataleo el colchón presa de la desesperación. Subí la cabeza para arriba y volví a meterla hasta el fondo. Al principio despacio, luego más deprisa. Me folle su boca como si fuera un coño. Pasado un rato me di cuenta que no iba a correrme. No tan de mañana y con la noche que había tenido. Pero no pasaba nada. Pare la follada y puse la cabeza un poquito más levantada.

-Como dejes escapar algo ya veras lo que te espera. -No es exactamente como correrse, pero orinarse también es muy placentero. Y en mi caso, que lo estaba haciendo en la boca de una perra, más aún. Esta había apretado sus finos labios contra mi polla. Aún así, me moje de orina.- Pero que voy a hacer contigo...

La puse un calcetín sudado en la boca, el mismo que lleve puesto todo el día de ayer, y la enseñe la grapadora. Y la selle el coño Se la erizaban todos los pelos del cuerpo cada vez que sentía el frío metal atravesar sus labios vaginales.

A continuación traje a mis perros a la habitación. Quería que la destrozaran el culo como hice yo por la noche. La quite el tacón que todavía llevaba clavado en el culo, y estos no perdieron el tiempo para metérsela por el único agujero disponible. Y por supuesto, la pegaba en el interior de los muslos para que no se corriera. Sólo cuando mis perros se sintieron satisfechos, ella obtuvo su placer. Me hicieron falta seis latigazos en la vagina para lograr que se corriera como la cerda que era. Me empapo todas las sábanas de jugos vaginales la muy guarra.

Se los reboce por su bonita cara. Tuve que forzar un poco su pelo para poder hacerlo y llegue un poco más lejos, la puse la boca en su chocho (Nota del autor: esto se puede hacer, hay que estar plana para ello, pero se puede hacer. Mi prota no podría, tiene tetas grandes, pero vamos a obviarlo XD)

-Cómetelo.

La perra saco la lengua obedientemente y empezó a lamer tanto sus labios vaginales como el frío metal que acompañaba a estos, así como meterse la lengua por los agujeros que este dejaba

-Voy a correrme.-dijo sumisa, esperando el golpe.

-¿Qué me das si te doy permiso?

-No entiendo...

-Que qué me das para que te deje correrte a gusto, cerda.

-Yo... Me lo tragare. Pero por favor, amo, deje a su perra hacerlo

-Buen intento, pero no. -Azote su pie y volví a poner su cabeza en posición- ¿Vuelves a tener ganas, perra?- La azote con saña- No tienes permiso el permiso de tu amo.

Era una locura. Yo la azotaba mientras la obligaba a comerse su propio coño. Eso la estaba volviendo loca, pero yo en ese momento no lo sabía.

-Por favor, déjame. -me dijo en cuanto la deje hablar- Puedes cagarte en mi boca si quieres, pueden hacerlo los perros si quieres, pero deja que me corra.

-Y algo más- dije yo- Supongo que tendrás ganar de mear.

-Me lo tragare hasta la última gota, ahora mismo, si eso es lo que quieres.

Aplaste su boca contra su coño y espere. Un brutal orgasmo no tardo en inundar su cuerpo. Tampoco tardo en llegar la orina. Tal y como la cerda había prometido, se estaba meando en su propia boca. La libere en plena bebida. La orina cayo por las comisuras de sus labios y empapo completamente su cuerpo. Me subí a la cama.

-Abre la boca.

Me baje los pantalones y coloque mi apestoso ano en su linda boquita. No tarde en cagarme del gusto. Ángela cumplió su promesa, se trago hasta el último trozo de mierda de los tres.

Desate su pelo y sus manos y la deje dormir y descansar todo el tiempo que quisiera. También la deje una web-cam, el látigo, unas agujas de tejer, anillas...

-¿Al fin despiertas?- Ella no dijo nada y ni falta que hacía. Miraba a la habitación que se encontraba. No la he descrito, no tenía ventanas, sólo una puerta y una rejilla de ventilación, una lampara en el techo, nada de mobiliario y una gran cama- ¿Tienes hambre, sed? ¿Ganas de cagar?

-Por favor...

-¿Por favor qué? Dime que quieres, y te lo daré.

-Quiero... salir de aquí.

-¿Eso es lo que realmente quieres? -Ella movió su cabeza asintiendo- ¿Estás segura... de que eso es lo que realmente quieres?

-Sí -dijo por lo bajini.

-¿No quieres que te deje volver a correrte? ¿Estás segura?

-Esta bien, te dejare tomar el aire, pero no te dejare correrte hasta el fin de semana...

-¿Qué?

-Lo que has oído.

-Eso no es...

-Para para, esto no va de ser justos o injustos. Todo tiene un precio, y salir de ahí tiene ese precio. ¿Lo tomas o lo dejas?

-¡No habías dicho nada¡ -Dijo enfadada

-Lo estoy diciendo ahora.

-Y... -se puso a jugar con su pelo

-¿Y...?

-¿Agua y comida?

-Es más barato, claro. No te voy a tener muerta de hambre y sed. Tres días. Dos por la comida, uno por el agua.

-¿Y...?

-Vamos, pregúntalo, si estás deseando saberlo...

-Cual es el precio por dejar que me corra.

Su cara estaba llena de vergüenza.

-El más caro de todos.-Dije yo- Seguirías ahí, tendrías que comer, cagar y dormir ahí. -Ella estaba a punto de abrir la boca- Pero... si te dejaría correrte de forma habitual.

-¿En... En serio?

-Tienes mi palabra.

-Quiero...

-Vamos, si sabes lo que quieres...

-Quiero correrme.... -terminó diciendo toda avergonzada- Lo deseo.

-¿Quieres que tener tu orgasmo?

-Sí- dijo ella al fin liberada- Quiero correrme, quiero tener mi orgasmo.

-Bien, pues ahí tienes el látigo, ya sabes que tienes que hacer con él.

-Pero...

-No, no. La habitación apesta a cerda. No voy a entrar, hazlo tú misma.

-¿Entonces... tengo tu permiso?

-Claro

Intento llevarse las manos al coño para masturbarse, pero lo tenía grapado. Yo me reí.

-Esto no es justo.

-Así es la vida. Tienes mi permiso, pero tienes que hacerlo tu misma.

-No puedo pegarme a mi misma.

-Entonces tienes abiertas las otras opciones. Dime que más quieres, y te lo daré. Pero, ya sabes.

-¿Y no podrías... hacerlo tú? Te lo compensaré- añadió rápidamente.

-¿Qué me darías a cambió?

-Podría... Podría... contarte algo sobre mi... Algo que nadie más sabe

-Como si me importara.

-Se la chupo a mi padre desde lo trece años- Soltó

-Vaya, eso si que es tremendo. Pero no había aceptado, Ángela. Si de verdad quieres que vaya allí y te de con el látigo, tienes que darme algo que yo quiera.

Ángela se quedo pensando un momento.

-Tú me quieres a mi- Dijo al fin- Te dejare hacerme algo permanente para que recuerde siempre que he sido tuya.

La perra se tumbo boca arriba y se agarro fuertemente a los barrotes de la cama. No tarde en llegar y azotarla la vagina una y otra vez hasta que se corrió en un orgasmo salvaje. A continuación, cogí la aguja y empecé a perforar todo su cuerpo para poner anillas aquí y allá. En los pezones, en los labios vaginales, en la lengua. Para terminar la sesión, introduje la aguja a través de las grapas y la pinche en el clítoris. Retorcí la aguja levemente...