miprimita.com

La niñata

en Sadomaso

Existen llamadas que nadie quiere recibir nunca. A mi me toco recibir una de estas cuando me informaron que mi amada esposa había sido atropellada por una niñata que se acababa de sacar el carnet de conducir. Cuando al fin llegue al hospital, me informaron de que no había logrado sobrevivir a la operación. También me presentaron a la causante del accidente. Yo no tenía ganas de verla, y todo el mundo la recomendó que no me viera, pero la niñata insistió. Estaba hecha polvo, pero a mi eso no me importo. No pude perdonarla.

No os voy a contar como fueron los días posteriores ni el entierro, porque la verdad es que no me entere de nada. Pero si recuerdo los días posteriores. Mi vida sin ella ya no tenía el menor sentido...

-¿Eres tú? ¿Cómo demonios...?

-¿Puedo pasar, por favor? Necesito hablar con usted, en persona

-No tenemos nada de que hablar. Será mejor que te largues y me dejes en paz.

-Por favor... Yo... no puedo dormir por las noches.

-No tuviste la culpa de nada, ya oíste al seguro.

-Eso no es... Por favor, déjeme entrar. Necesito hablar con usted cara a cara. Me quedare aquí hasta que lo haga.

-Te vas a morir esperando

Me dedique de nuevo a lo único que hacía desde que mi esposa murió, beber. Pero esta vez, eche un vistazo furtivo a las tres horas. Ella seguía ahí, esperando. Se había sentado en la calle, al lado de mi puerta y no se había movida del sitio. Ahora que podía verla bien, debía reconocer que era una belleza.

-¿No tienes a nadie que te esperando?

-Mis padres creen que he salido de fiesta y no me hablo con mis amigos desde...

-Vuelve con ellos. -interrumpí- Anochecerá dentro de poco.

Ya era noche cerrada y ella seguía ahí, esperando, sin moverse del sitio. Me pregunte si no tendría hambre, sed o simplemente ganas de ir al retrete.

-¿Qué es lo que quieres decirme?

-No por aquí.

-¿Eres consciente de que sólo soporto tu voz porque estás lejos? No sé que te haría si te tuviera delante.

-He pensado muchas veces en matarme desde aquel día -confeso- Sólo hay una cosa que me mantiene con vida.

-¿Y cuándo hables conmigo te mataras? -No espere respuesta y apreté el botón para abrir la puerta. Era una delicia verla pasear por mi jardín.- Puedes entrar.

Ella esbozo una sonrisa. Ahora en mi entrada podía verla bien. Era alta, morena, de generosos pechos, magnificas piernas... Llevaba puesto un vestido de una pieza, negro, medias negras, zapatos de tacón y un precioso bolso a juego que agarraba fuertemente. Yo me senté en una silla cercana.

-¿Y bien? ¿Qué quieres decirme?

-No tengo perdón para lo que hice... o lo que no hice.

-Eso ya lo sé. Si eso es todo lo que tienes que decirme, puedes marcharte.

-Creo que sólo hay una forma de pagar por mis pecados... Yo... Mi cuerpo... Puede hacer conmigo lo que quiera -Dijo al final de carrerilla.

En condiciones normales la hubiera mandado al infierno para que se pudriera, pero estando bajo los efectos del alcohol, me levante y la agarre fuertemente uno de sus pechos.

-¿Lo qué yo quiera?

Me la lleve a mi cama y la oculte el rostro. Únicamente la quite las bragas y contemple su coño desnudo y a mi entera disposición. Y me lo folle de una forma dura, salvaje y brutal. Nunca había entrado en una mujer con tanta rabia, tanto odio... y tantas ganas. Ella no emitió ni una queja ni un sonido mientras me despachaba a gusto con su vagina. Sólo cuando acabe vi mi polla manchada de sangre. Eso sólo podía significar una única cosa.

-Puedes marcharte. Ya he terminado contigo. -Ella no se movió- ¿No me has oído? Sal de mi cama y desaparece de mi vista.

-¿Dónde quiere que vaya?

-A tu casa, a matarte, a mi me da igual.

-Ahora soy tuya- Me dijo en un hilo de voz- Para que haga conmigo lo que quiera por el resto de mi vida.

-Levántate y vete a casa de tus padres...

Eso era lo que tenía que haber dicho, pero no lo dije. En realidad ordene que me la limpiara de todos los restos del polvo. Su lengua era increíblemente suave...