miprimita.com

La Cajera

en Hetero: General

Lo que sigue es el relato de una experiencia reciente con una chica, joven, madre soltera, con algunos kilos de más pero con muchas… ganas de vivir. (A los lectores de Todo Relatos, una disculpa por algunos meses sin enviar relatos. Saludos de micifuz).

 

La cajera

La encontré de nuevo, venía caminando de prisa. Su blusa azul cielo, muy delgada, brincaba a cada paso haciendo más ostensible el balanceo de sus grandes tetas bajo la tela. Tenía urgencia y como otras veces la miré pasar junto a mí, que acababa de salir de la oficina a la hora de comer. Tal vez fue la forma en que yo miraba sus chiches brincar lo que hizo que la chica sonriera al pasar junto a mi, sus delicados labios formaron una suave sonrisa y sus pícaros ojos negros hicieron más patente la invitación. Volví mis pasos para tratar de alcanzarla, ya junto a ella la seguí para preguntarle:

--"¿Tienes mucha prisa?".

--"Si, se me hace tarde para entrar a trabajar".

--"¿A dónde?".

--"Al Superama, soy cajera, te he visto cuando a veces vas a comprar cigarros".

--"¿A qué hora sales?".

--"Hoy estoy hasta las diez de la noche, pero mañana tengo el turno de la mañana y salgo a las tres o tres y media".

--"Entonces… ¿mañana?".

--"Hummm, si quieres", dijo cuando estaba por subir los escalones del centro comercial, subió dejando ver su falda a media pierna y sus muslos carnosos, morenos, cubiertos por su pantimedia. Se me antojaba la gordita, me dije a mi mismo. El día de la cita llegó casi corriendo a las escaleras del centro comercial donde la esperaba, nos metimos a un café y antes de que ordenara me advirtió: "que sea algo rápido, a las cinco tengo que recoger a mi hijo en la guardería". La confesión me desilusionó un poco, sólo un poco, porque luego supe que a sus 27 años era madre soltera, que no tenía novio "ni nada que se le parezca", dijo; también supe que se llamaba Carolina y vivía en la casa paterna y que a veces tenía que dejar a su hijo al cuidado de la madre, sobre todo cuando trabajaba los domingos; cuando llegó la hora y ya se iba quedamos de vernos el jueves, que salía temprano, "a las ocho, pero sólo un rato, mi madre me mata si llego tarde". Ese día, luego de comer algo y platicar, nos besamos en el estacionamiento del Superama, recargados en mi carro, Carolina gemía al besar, eran como apagados quejidos, algo como: "huujuummm", casi en silencio, pero cuando intenté tocarle sus gordas ubres me rechazó: "¡oye!, espera, vas muy rápido, no hagas eso, mejor llévame a mi casa", su actitud me desconsoló, pero sólo un poco pues antes de llegar a su destino me detuvo: "mira, espérame aquí un poquito, voy a ver si ya llegó mi madre y si mi hijo ya está en su camita, si puedo salgo un rato, pero para platicar ¿eh?, si no al menos salgo para avisarte y nos vemos otro día ¿sale?". Dentro del auto me dispuse a esperar a la gorda tetuda pensando que posiblemente había sido un error acercarme a esa chica, cuando Caro llegó de pronto metiéndose al coche, se había cambiado el uniforme de trabajo y lucía una delgada blusa blanca con dibujos tenues de flores y una falda corta azul a rayas, ocupó su lugar en el carro y mirándome a los ojos acercó su rostro para ofrecerme sus labios, nos besamos y momentos después llevó mi mano izquierda hasta uno de sus senos diciendo "¿esto querías tocar?" y al acariciar una enorme teta me percaté de que Caro ya no llevaba sostén, seguimos besándonos y yo acariciando sus enormes y suaves chiches por encima de su ropa hasta que noté que los pezones se le ponían erectos, en ese momento suspendió el faje argumentando de que no había mucho tiempo y su madre llegaría en cualquier momento y no la encontraría en su casa; me animé a pedirle las nalgas: "quiero hacerte el amor"; "no, eso no, pero déjame pensarlo, si quieres nos vemos otro día" y antes de bajarse del auto me preguntó: "oye, ¿vamos a ser novios?"; "claro, si tú quieres"; "bueno, te llamo mañana a la oficina, tal vez pueda conseguir un permiso en el trabajo", contestó y le anoté el número telefónico en una tarjeta.

El día siguiente era viernes y Carolina llamó cerca de las tres: "hola, ¿eres tú?, ya pedí permiso, me debían unas horas extras y las cambié por un turno, ¿nos vemos a las tres?, oye tengo toda la tarde libre ¿eh?". Media hora después la gordita ya estaba en el carro y enfilamos al sur, sobre Tlalpan, buscando el primer hotel de paso, ella sospechó "¿a dónde me llevas?, bueno mejor no pregunto", dijo riendo. Ya en el motel turbada bajó del auto y a paso rápido se metió al cuarto, y cuando la alcancé ella estaba sentada en un sillón estrecho mirándome con ojos de sorpresa y en voz baja me preguntó: "¿qué me vas a hacer?"; "te deseo y voy a hacerte el amor, quítate la ropa"; "mejor tú primero", contestó ella. Y delante de ella me fui desnudando hasta quedar en cueros, su mirada iba de mis ojos a la erección de mi verga, quise apurarla: "anda, ahora te toca a ti, desnúdate", la gordita dudó en contestar: "me da vergüenza delante de ti, mejor espérame aquí, voy al baño, allá me quito la ropa" y se levantó casi corriendo para meterse en el sanitario.

Minutos después salió enfundada en una toalla grande para meterse inmediatamente bajo las sábanas de la cama y cubrirse casi totalmente, cuando llegué a ella esquivó la mirada, como evitando ver mi pene erecto, y me pidió: "apaga la luz por favor", cuando ya estaba junto a ella y buscaba su boca me preguntó: "¿traes condones?", le contesté que no pero que no se preocupara pues podríamos hacer muchas cosas ricas sin condón, pero la gordita aclaró: "si quieres hacemos algo, pero no me vas a penetrar, si me embarazo de nuevo mi madre me mata", no hice caso a su comentario y ya junto a ella nos besamos, la gordita gemía al besar, dos o tres besos después me atreví a tocar sus enormes tetas, la gordita se dejó acariciar gimiendo más intensamente, luego dejé de besarla para poner mi boca sobre sus chichotas, suaves, tersas, de aureolas café oscuro; primero le besé y chupé la derecha, luego cuando se puso de espaldas pude pasar de una teta a otra, succionando sus pezones duros como chupetes de biberón; las enormes carnes me hacían sentir incapaz de chupar la teta entera, luego intenté meter mi mano entre sus piernas mientras seguía mamando sus senos, pero la gordita mantenía cerradas las piernas; como sea la chica se estaba excitando y tendría que abrir las patas, me dije pensando.

Pero no fue así, ni en el colmo de la excitación la gordita se dejó penetrar, aunque ya le hubiera metido los dedos en la pucha carnosa, caliente y mojada para calentarla al máximo, siempre suspirando insistió en "no, sin condón no podemos hacerlo", ya me estaba impacientando cuando Caro propuso "si quieres intenta otra cosa"; "¿qué cosa?", pregunté un poco enojado; "no se, tú debes saber", contestó mirando a la pared, entonces comprendí que lo que la gorda proponía era que si no podía cogérmela por la pucha había otras opciones. No me costó trabajo hacer que Caro se pusiera boca abajo en la cama, menos hacer que alzara el culo, entonces pude ver desde atrás sus frondosas y tersas nalgas, y más abajo su sexo, moreno, casi negro, la vulva abultada y carnosa cubierta apenas por la mata tupida de pelos ensortijados, y cuando abrí sus sabrosos glúteos descubrí el negro conjunto de pliegues de su ano --al parecer apretado y rodeado de pequeños pelitos— que parecía mirarme como desafiando mis dotes amatorias; me acomodé tras ella manteniendo abiertas sus nalgas, la gordita se dejaba hacer y cuando sintió la punta del miembro sobre el culo sentí que su cuerpo se aflojaba y en voz baja me decía "hazlo despacito mi amor, no me lastimes", arqueó la espalda para acomodarse ante la embestida y empecé a presionar mi verga sobre su culo esperando mayor resistencia a la penetración, pero lo cierto es que no costó trabajo meterle en glande en el ano, si estaba apretada, pero no sentía la presión dolorosa que había experimentado en otras mujeres al empezar a culear, más bien el ano de Carolina era suave, flexible pero no mucho, apretaba lo suficiente para hacerme sentir un placer enorme, dejé mis cavilaciones para después y seguí presionando hasta que media verga quedó sumergida entre las nalgas de la gordita, en eso ella pasó su mano hacia atrás y me detuvo "ya, espera, no lo metas todo, me lastimas, así, hasta ahí", seguí sus instrucciones y me la empecé a coger de esa manera, metiendo y sacando media verga de su culo, la gorda gemía cuando entraba y salía de ella, luego noté que ella se tocaba la pepa con una mano pasando a veces sus dedos más atrás para comprobar que no le había metido todo el miembro y acariciando mis huevos, así seguimos cogiendo unos minutos más hasta que sentí que estaba apunto de eyacular, las caricias de la mano de Caro sobre su pepa se intensificaron, lo mismo que sus gemidos, y en ese momento me vine, una venida deliciosa, mucho más que otras veces pues la gordita daba apretones acompasados con su culo en mi verga, así me sacó la leche y cuando por fin terminé preguntó volteando el rostro con sonrisa pícara: "¿fue rico papacito?". No pude contestarle. Me acosté sobre ella manteniendo mi pito dentro de su flojo culo, hasta creo que nos quedamos dormidos un rato, luego nos metimos a la ducha para lavarnos y entre beso y beso me dijo "hacer el amor es muy rico, pero también necesito comer papi, ¿a dónde me vas a llevar?". Media hora después salimos del hotel y fuimos a La Fonda Argentina a comer carne asada, más tarde la dejé cerca de su casa y nos despedimos.

La siguiente semana no me fue posible ver a Carolina, el trabajo en la oficina se intensificó y no podía salir temprano, sólo nos veíamos a las tres de la tarde cuando yo salía a comer. Un día cuando nos despedíamos de beso la gordita se abrazó a mí para decirme al oído suspirando "ya te necesito mi amor", le expliqué lo del trabajo y propuso que el siguiente sábado inventaría con su madre un turno extra en el Superama. El día que quedamos pasé por ella temprano a la tienda y antes de emprender el camino se atrevió a preguntarme "¿traes gorritos?"; como no entendí aclaró: "si, que si ya compraste condones", y como no lo había hecho dejamos el carro estacionado y fuimos a la farmacia de la tienda donde trabajaba para comprar un paquete, luego salimos apurados para buscar el primer hotel.

Ya en el cuarto noté a la gordita bastante ansiosa y excitada, tanto así que fue ella quien se quitó la ropa primero y empezó a quitarme la mía, cuando sólo quedé en calzoncillos los bajó parcialmente apoderándose de mi pinga, volteó a verme para decir con gesto coqueto "desde la primera vez quise hacer esto, pero no me atreví" para al momento siguiente empezar a besar mi verga, primero abrió los labios y los posó con delicadeza sobre el glande, luego cerró su boca sobre la cabecita y succionó despacio, lentamente, así varias veces besando el glande, dándole lamiditas con la lengua para luego meterse media verga y mamar deliciosamente, así por varios minutos hasta que sentí que estaba por venirme, por ello la detuve y nos fuimos a la cama. Ahí decidí que era hora de conocer a fondo la pucha de la gorda, le abrí las redondas piernas y me acosté entre ellas, mi rostro quedó a milímetros de su abultada pepa, sin despegar los ojos de esa carne abundante le abrí sus labios y el fuerte aroma a hembra me pegó de lleno, eso me excito más y abriéndole más con los dedos la pepa besé el interior carnoso, pues Caro era carnosa de la puchita, los labios internos, casi negros, los tenía crecidos pero suaves, muy flexibles pues fácilmente podía succionarlos y hacer que cupieran dentro de mi boca, así estuve por minutos oyendo gemir a la gordita sus "ayyy, aaaahhhh, mmmmmmjuuuuummm", así una y otra vez hasta que intentó detenerme "ya mi vida… me vengo, espera… deja, ya no… que me viene", pero no hice caso y le seguí mamando la viscosa panocha, lamiendo su clítoris con intensidad, momentos después toda ella se contorsionó y gimiendo ruidosamente se vino, brincando sobre la cama, girando sus muslos, cerrándolos para atrapar mi cara entre ellos, removiendo su cuerpo y empapando mi boca de sus flujos, en el colmo de su venida le dejé ir un dedo en el culo y los gritos de Caro se intensificaron, así hasta que poco a poco su placer fue acabando.

La dejé descansar un rato hasta que soñolienta protestó "¿por qué hiciste eso?, yo no quería terminar así, deseo tu pene"; "pues aquí lo tienes, todo para ti", le dije; "¿crees voy a poder?, ya terminé dos veces" y nos abrazamos juntando las bocas en apasionados besos y cuando ya estaba por montarla la gorda reaccionó: "¿ya te pusiste el gorrito?", de mala gana me levanté de la cama para buscar los condones y ponerme uno, ya junto a ella Caro comprobó que tuviera el "gorrito" y ahora si, sus carnosos muslos se abrieron para darme cabida. Primero le puse la verga en la entrada de su panocha, jugando a metérselo, pero sólo la punta, resbalando el miembro para acariciarle la raja morena de su viscosa pucha, así dos o tres veces, luego le metí la cabeza de la verga y ella suspiró un "hhhmmmmjjuuummm" y arqueó más sus caderas y piernas como invitándome a que la penetrara bien, entonces le deslicé el pito, todo entero; la chica estaba apretada, parecía que su pepa me ciñera bien todo el pito, y cuando ya nuestros cuerpos estaba juntos y tenía todo el palo dentro me contuvo "espera, no te muevas, estoy muy dura, hace meses que no…", y nos abrazamos entre caricias y besos ensalivados, luego me empecé a mover sobre ella, despacio, removiendo la verga dentro de ella a los lados, metiendo y sacando parcialmente el pito, Caro empezó a gemir y a suspirar contagiándome con la calidez de su respiración y mientras le mamaba sus enormes senos empecé a bombear mi verga en su panocha, ahora si flexible, succionante, acogedora, cálida; y estuvimos un rato así, haciendo chocar los cuerpos, sacándole toda la verga para metérsela de un solo golpe, haciendo sonar las carnes, en un curioso "plaf, plaf, plaf", hasta que los gemidos de la gordita se hicieron grititos de placer "ya, ya, más, papito lindo, dame más, quiero todo, más, ya, ya, ya viene, ya…", y la gorda se vino gritando ruidosamente, brincando junto conmigo en la cama, girando su cuerpo y moviendo las caderas para intensificar su placer, y cuando su pucha palpitaba se me salió el semen y eyaculé, aunque dentro del condón.

Quedamos desfallecidos, yo sobre ella, mi cabeza junto a su rostro, sintiendo su acompasada respiración escuché su voz "nunca me había venido tres veces seguidas, lo juro, si acaso una, vas a hacer que me enamore de tí"; "de mí o de mi pito", le dije bromeando; "de ti todo, todito, papacito, tienes un palito maravilloso". Un rato después bajo la regadera intenté cogerme de nuevo a la gordita, ella aceptó "si tienes ganas hazlo, pero yo ya no puedo, me dejaste exhausta", hice que se apoyara en la orilla de la tina y desde atrás me la estuve cogiendo un rato sin condón, y cuando ella notó que no tenía "gorrito" se quitó sacándose el miembro "así no papi, entiende, me puedes embarazar", eso me quitó las ganas y suspendí la cogida contrariado. Más tarde un tanto frustrado la dejé en cerca de donde vivía.

Como sea me seguí cogiendo a la gordita, quien al poco tiempo aceptó tomar anticonceptivos, pues ambos concluimos que usar condones restaba algo de nuestros placeres. Una tarde de julio antes de meternos a la cama, mientras Caro me acariciaba la pinga, mirándola con detenimiento casi científico, me dijo "¿sabes?, tengo una fantasía, ¿me la cumples?, bueno, quiero que te vengas en mis tetas, ¿me complaces?, ¿sí?, anda di que sí, se buenito y complace a tú gordita", con esas instrucciones puse a la gorda de espaldas al colchón con las piernas bien abiertas y poniendo sus pantorrillas en mis hombros le sumergí la tranca en la pucha, y así estuvimos largo rato cogiendo, ella se había venido hacía un buen rato, hasta que cuando sentí que la leche salía, me puse a horcadas frente a sus enormes chichotas y apuntando la pinga frente a ella empecé a eyacular salpicando de semen sus tetas, su cuello y su rostro; Caro cuando sintió el primer chorro en su cara abrió la boca invitándome "así, papi, dame mocos en la boca, los quiero, ay eres adorable, sigue, sigue, dame más". De esa forma descubrí algunos secretos de la gorda, le encantaba sentir la eyaculación en su boca, claro, luego de que me la estuviera cogiendo por el culo un buen rato; por ejemplo: me daba la cola y cuando sentía que el semen llegaba se quitaba y se hincaba ante mi con la boca abierta casi suplicando "dame leche papi, dámela toda, la quiero", y se aferraba a mi verga que eyaculaba en sus labios abiertos, en su nariz, en sus mejillas y en sus pestañas, hasta quedarme seco.

Así seguimos por varios meses, hasta que Caro empezó a insinuar que nos fuéramos a vivir juntos: "si no quieres no nos casamos, podemos vivir juntos, hablamos con mis padres, los convencemos de que mi hijo se quede a vivir con ellos y me llevas a tu departamento para estar juntitos siempre mi amor". La propuesta no acabó de convencerme y cuando su insistencia se hizo más patente decidí que era hora de terminar. Nuestra última cogida fue memorable, la gorda ahora si me dejó penetrar su culo totalmente y durante casi media hora le estuve metiendo el pito hasta dejarle el ano abierto y chorreando semen; luego hicimos el 69 y le saqué tres orgasmos mamándole la negra y jugosa pepa, hasta que suplicó que me la cogiera por la pucha, así cogimos como locos hasta caer exhaustos, ambos oliendo a sexo. Luego Caro lloró un poco tratando se convencerme de que siguiéramos, pero me mantuve firme. Terminamos nuestra relación, aunque dos o tres veces volvimos a salir para volver a coger pues según ella "sólo tú me haces venir varias veces papacito".

Comentarios a:

micifuz6@yahoo.com.mx

micifuz66@starmedia.com

Mas de Micifuz6

Una prima un poco puta...

Renta congelada

Los pelos de la tía Celia

Memorias del Martí (4)

Laura por detrás (2)

La casa de los suspiros (1)

Hijo querido (10)

Las tetas de Paola

Manualidades (2)

Madre consentidora (4)

Memorias del Martí (3)

Hijo querido (9)

Cuidando a la tía Chofi, 2

Cuidando a la tía Chofi

Una tarde desolada y lluviosa

Hijo querido (8)

Recuerdos del barrio (13)

Hijo querido (7)

Novia recatada o casi

Recuerdos del barrio (12)

Hijo querido (6)

Los empeños de Griselda (1)

Recuerdos del barrio (11)

Todo... a un precio o nalgas a plazos

Curiosidad científica

Laura por detrás

La Chiquis y su tío

Hijo querido (5)

Recuerdos del barrio. Décima Entrega

Recuerdos del barrio. Novena Entrega

Recuerdos del barrio. Novena Entrega

Una experiencia zoofílica

Hijo querido (4)

Hijo querido (3)

Recuerdos del barrio. Octava Entrega

Recuerdos del barrio. Séptima Entrega

Recuerdos del barrio. Sexta Entrega

Recuerdos del barrio. Quinta Entrega

Hijo querido (2)

Recuerdos del barrio. Cuarta Entrega

Recuerdos del barrio. Tercera Entrega

Recuerdos del barrio. Segunda Entrega

Recuerdos del barrio. Primera Entrega

Hijo querido

Y a tu mamá... también

Mara o Rosita

Memorias del Martí (2)

Perrito

Jenny

La vecina

Memorias del Martí (1)

El brujo

Mirando la tele con papá

Una noche con papá

Nadie se debe enterar

El chiquito de Carmen

La Venganza

Anny, la mamadora

Secretaria eficiente

Manualidades

Reencuentro con Ana

La mamadora

Tina

Ana, la mamadora

Confesiones (10)

Mi sobrino me ama

La aventura de Carmen

Paola y su mamá

Ofelia o Señora con bebé

Confesiones (09)

Mariana

La mamá de Benito

Esther, la benefactora

Confesiones (8)

Esther, los inicios

Confesiones (7)

Confesiones (6)

Marlene

Confesiones

Ahí te encargo a la comadre

Sexo con mi ex mujer

Ofelia

Mi tía favorita (04)

La turista (2)

Lucero

Trini (1)

Alicia

Atrapada

Isabel

La tía Bety

Mi tía favorita (03)

Mi tía favorita (02)

Madre consentidora (III)

Chico malo

Lolita

La Nana Francisca

Relatos de Mita (IV)

Relatos de Mita (III)

Relatos de Mita (II)

Relatos de Mita (I: Inicio de serie)

El difunto Evodio

Cristina

Leonor

La turista

Susana

Rebeca, la tetona

En el cine

Amanda, adicta al sexo

Karina

Lucero y Toby

Admirador secreto

Madre consentidora (II)

Madre consentidora (I)

La suegra

Juanita

Amante furtivo

Amada

La maestra Chayo

Lanita (I)

Peluquero

Mi tía favorita (01)

El chantaje

Eva y los hombres

Trio