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Recuerdos del barrio. Cuarta Entrega

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Recuerdos del barrio

Cuarta entrega

XVI

Una mañana. Aquella parecía una mañana como cualquier otra. A las cinco y media me levanté y encendí la radio, como siempre a esa hora radio Capital inicia su programación con la misma canción: "Demasiado tarde", de Carol King. En media hora tenía que bañarme y vestirme para salir corriendo rumbo a la escuela, y mientras el agua tibia cae escucho la música y la pinga se me para y pienso en Mita, se me ocurre una chaqueta y sólo me lavo bien la verga pensando "¿pajas?, ¿para qué?, si lo que me sobran son panochas"; y ya cuando me ponía pantalón y camisa me pareció escuchar el tronido de varios disparos o algo así, no le di importancia, en este rumbo las balaceras son algo natural. Un rato después, ya de camino a la parada del camión, junto a la gasolinería, ví una aglomeración rodeando un pequeño auto, un VW blanco y destartalado, me acerqué un poco y don James, tambaleando de borracho, me informa: "es el Chorizos, le ajustaron las cuentas, iba en el carrito, despacio, entrando a la gasolinería cuando dos tipos con pistola se le acercaron, le vaciaron los cargadores… quedó casi desfigurado…".

--"¿El Chorizos?, ¿no que estaba en la cárcel?", le pregunto.

--"Tiene pocos días que salió, ¡quién sabe como le hizo!, tenía sentencia de 40 años, pa´saber pero salió, andaba escondido, pero alguien supo y mando a cobrarle la cuenta, ya debía muchas ¿o no?".

Luego de darle tres pesos pa´la cruda me despido de don Jaime; ya en el camión recuerdo algo del mentado Chorizos, maloso como ninguno, primero robaba bolsas a las señoras, luego asaltaba a conductores de carros, de ahí a meterse a las casas a robar sólo había un paso y lo dio, luego se metió a secuestrador y para aprender el "negocio" secuestró a su propio hermano, en aquel entonces hasta sus propios familiares le tenían miedo, por eso cuando se aparecía mejor le mandaban dinero para tenerlo contento y que no se acercara a la familia, hasta que la policía decidió que ya había dado mucha "lata" y lo metieron a la cárcel y ahí estuvo, hasta que… bueno… de alguna forma salió de la cárcel y terminó su vida dentro de ese carro –seguramente robado--, los chorros de sangre salpicando todo, los cristales rotos a balazos, varios disparos en plena cara destrozada, el ojo bueno parecía mirar con sorpresa a su atacante. ¿Quién lo mandó matar?, seguro alguno de sus antiguos secuestrados o algún familiar de cualquiera de sus víctimas.

Cuando llego a la escuela la encuentro cerrada, los "porros" tomaron el plantel, ya se viene la elección de la "sociedad de alumnos" y quieren estar dentro a como dé lugar, para ello presionan "suspendiendo las clases". Así pasa cada año, por eso ya nadie vota por la nueva mesa directiva, la "suciedad de alumnos" siempre queda en manos de los "porros", golpeadores al servicio de las autoridades de la escuela para mantener la tranquilidad dentro y fuera de ella, becas económicas, alimenticias y demás beneficios siempre son para los mentados porros –entre otros la concesión de la cafetería que además de tortas apestosas, expende cigarros "especiales"--, malditos abusadores que además extorsionan a los estudiantes so pena de golpearlos, por ello nunca andamos solos, entramos o salimos en grupos de tres o cuatro, pero hay de aquel tonto que llegué o salga solo de la escuela, seguro le quitan hasta los tenis con el pretexto de que "tiene que cooperar para la causa".

Como sea logré investigar que el "paro de clases" durará varios días y que mi próximo horario de clases incluye algunas materias por la tarde, lo que seguro pondrá fin a mi trabajo con el "mueblero" español, si no logró hacer algunos cambios, pero eso será hasta que los "porros" dejen la escuela. Sin más regreso al barrio. Ya cuando voy en el camión pienso que tal vez este sea uno de esos días en que las calamidades se acumulan, llegan en cadena, una tras otra, sólo espero que a mi no me toqué, pienso.

Es medio día cuando camino por las calles de la colonia, me parece extraño llegar tan temprano a mis dominios, en eso descubro un grupo de gente frente al edificio de Mita, el corazón se acelera y me acerco, no, no se trata de algo relacionado con ella, más bien con otras gentes, los haitianos, inmigrantes ilegales que llegaron hace años y ahí están arrumbados en el viejo edificio. Minutos después me entero del alboroto: "que mataron a la Morena; que estaba en su casa y que unos tipos se metieron a sacarla a la fuerza; que eran tres, que no, que cuatro; que su familia nada pudo hacer y que ya en la escalera la acabaron de tres balazos; que se quedó tirada boca abajo sobre los apolillados escalones, escurriendo sangre y… que no llevaba calzones".

Intento saber algo de Mita y "llegó de trabajar temprano, por cierto te anda buscando", me dice una vecina. De la "Morena" poco hay que decir: apareció aquí siendo una chiquilla junto con sus padres y una retahíla de chamacos, llegó de "mojada" y sin papeles a estos rumbos, siempre escondiéndose de los agentes de Migración; ella era la mayor de los hermanos, siempre pobres y mal comidos; y que recuerde siempre se le conoció como la Morena, aunque era negra hasta donde no hay más, con el pelo crespo en exceso y tan flaca que daba lástima; luego ocurrió el milagro: la Morena creció y su cuerpo se llenó de curvas, antes de cumplir los 15 era de las chicas con mejor cuerpo de la colonia y supo sacarle provecho.

Tal vez fue la necesidad o el hambre lo que orilló a la Morena a utilizar mejor su cuerpo, antes de meterse al baldío con algún vago para aplacar las ganas aprendió a cobrar, si, se hizo prostituta; empezó en el barrio de la Merced y de ahí a "Las Grandes Ligas": salones privados y lujosos en Las Lomas o por ahí, eso supe. En poco tiempo hasta los vagos le tenían respeto, era ya una joven señora fina y bien arreglada, eso si, siempre vivió en ese edificio en ruinas cuando pudo cambiar de aires, hasta que… bueno algo le salió mal o se metió con la persona equivocada y ahora tienen difunta en esa familia de negros. Muy mal final para una chica tan hermosa que a sus… 25… 26 años quizá era todo el futuro para su familia. Mal día, me digo.

Ya en la casa las calamidades siguen en escalada, digo. Nomás entro mi hermana me reta: "¡óyeme cabroncito!, ¿qué chingaos andabas haciendo en la casa de doña Esther?, ¡si, cabrón!, ¿qué asuntos tienes con esa señora, eh?, te vieron a ti y al Ruperto cuando entraban ahí, y no te hagas el tonto, no sabes ni dónde te metes ¡pendejo!, a ver dime ¿qué hacías ahí?, ¡si te metes ahí vas a terminar con la pinga podrida!, ¡cabrón!"; como pude traté de explicarle que fui a acompañar al Chuperto a entregar algo y eso fue todo, que no entramos a la casa, no me cree, por supuesto; y sigue con sus preguntas y sigo tratando de explicarle hasta que le grito y me grita y nos gritamos; total que no tengo alternativa, me voy a la calle, cuando azoto la puerta escucho su llanto.

Bajo a la calle y no se que hacer, es temprano, voy a la tienda y encuentro dos "invitaciones" a velorios: el del Chorizos y el de la Morena, "el del Choris estará mejor, la familia tiene lana, seguro habrá pomo", me dice Javier el Burro; me atrevo a preguntarle "¿qué onda con doña Teté?"; "no güey, no me la acabo, es buena onda y suelta la lana, pero quiere a toda hora… y no nomás ella, sino sus amigas… no chingues… ¡si no soy semental!, le entras y luego no te sueltan", dice resignado; por cierto a Javier le dicen El Burro porque según los vagos de la calle se carga un miembro de proporciones descomunales, según.

En eso llega Ruperto con otra invitación: "Teté está organizando una fiesta, y estás invitado, me encargó que te avisara…"; no lo dejo terminar: "pues fíjate buey que ya hubo pedo, alguien le contó a mi hermana que fuimos a su casa y hace rato tuve pleito con ella, así que a la chingada con tu fiesta".

--"¿No te imaginas quien fue con el chisme?... la Vicky, inseparable amiga de tu hermana, ¿qué como lo sé?, pues nada, la Vicky y doña Teté son inseparables, como "uña y mugre", ¿cómo ves?, seguro algo le comentó Teté y ella fue corriendo con tu hermana…".

Dejo al Chuperto con sus explicaciones y me encamino a la mueblería, tengo que hablar con el español, hijo de su…, para decirle que con el horario de la escuela algunos días no voy a poder ir a trabajar, que trataré de arreglar el horario, pero no hay nada seguro. El pinche refugiado me mira fijamente entre la espesa nube de humo de su habano y:

--"¡Joder!, ahora que te necesito me vienes con esa monserga, ¿por qué mejor no te corro de una buena vez?, ¿eh?, ¿eso quieres?".

No se que decirle al recabrón gachupín y sigue: "¿te corro o no te corro?, mira no se para que te digo esto pero bueno… me voy a ausentar unos días de la mueblería, ¿entiendes?, mi esposa va a venir a hacerse cargo de la caja y de cobrar, pero tú tienes que ayudarla, ella esta tullida, paralítica, ¿entiendes?, el chofer la va a traer, y en la tarde la lleva a la casa, pero tú tienes que ayudarla con los cobros de los vecinos morosos, y en lo que se ofrezca, los otros holgazanes que hagan el resto, ¿entiendes?, te voy a dar un poco de más dinero, pero no me vengas con que la escuela y esos embustes, ¿quedó claro?, arregla tus cosas y ya, si no ya sabes ¡a la calle!", y se va con todo y nube de humo apestoso, manoteando. Me dan ganas de mandarlo mucho a la chingada con todo y su mísero trabajo.

Ya de regreso le cuento mis penas al Ruper, que adopta una pose de "sabelotodo" y explica:

--"¿No se te hace raro que maten al Chorizos y el pinche gachupín se desaparezca?, ¿no?, pues nada… que tu patrón fue "cliente" de ese pinche secuestrador, dicen que él ayudó a que lo entambaran; mientras pudo el Chorizos le sacó un chingo de lana, ahora lo matan y el español anda que se zurra del miedo de que lo puedan relacionar con la muerte de ese cabrón, ¿a verdad?, si tu amigo el Ruper se las sabe de todas todas".

No se si creer o no en lo dicho por mi amigo, pero el razonamiento parece convincente, pienso; en eso alguien sale de la tienda, Mita llevando una bolsa de pan, no se por qué pero con solo verla siento que se desata mi excitación, viene hacia mi con la lujuria pintada en el rostro y luego de darme un beso en la mejilla me dice, sin importarle que esté el Ruper presente: "necesito verte bebé, te espero en casa, no tardes" y se va meneando las caderas; "ni modo mano, hay que cumplir", dice el Chuperto.

XVII

Cosas de bananas. Me siento indeciso entre ir o no a casa de Mita, sobre todo por el pleito con mi hermana, pero mi excitación es mayor que la prudencia, además de que tengo cosas que preguntarle. Ya entro como por mi casa en el edificio de Mita, de hecho los vecinos ya me conocen, además hay mucha gente ahí por lo de la muerte de La Morena. Cuando entro a la sala del departamento de Carmen la noto ansiosa en extremo y me suelta: "¡ay bebé!, ¿qué crees que me pasó?, en el camión un tipo se paró frente a mi, yo iba sentada y él tenía una gran erección, me puse nerviosa, no podía dejar de ver el bulto de su pantalón y el descarado ese casi ponía su cosa dura frente a mis ojos, no se cómo pude aguantar las ganas de darle una cachetada, viejo sucio, descarado, lo peor del caso es cuando llegué aquí fui al baño y traía empapada la panty, ay bebé mira", y se baja el pantalón para mostrar la mancha húmeda en su pantaleta y el conocido olor de su sexo excitado.

--"Tienes que hacer algo bebito lindo, ¡no aguanto las ganas!", y sin más se quita el pantalón junto con su panty de algodón y se recuesta en el sofá mostrándome su feminidad hinchada, los vellos pegosteados de líquido y el intenso olor que me pega en pleno rostro, levanta ambas piernas hacia el techo y las abre en compás. No es la primera vez que le mamo la pucha a Mita, pero cada que lo hago parece que acabo de descubrir su sexo: la raja regordeta, los labios plegados, inocentes, inofensivos, los internos diminutos y rosados, los vellos escasos, largos y rebeldes; pero luego de los primeros lengüetazos la pucha se transforma, la raja crece y se hincha, se abre, los labios internos quedan expuestos, todo como una enorme grieta jugosa y tibia, que se contrae en espasmos en el momento del orgasmo.

Y mientras titilo con la lengua el clítoris que se yergue erecto deslizo un dedo entre sus nalgas para acariciar el apretado conjunto de pliegues, Mita gime y suspira, su pelvis de levanta, sube y baja, los pies alzados parecen emprender una huida vana, agitados, peleando con el aire; refriega su sexo en mi cara próxima al orgasmo, que cuando este llega todo su cuerpo vibra y se agita, mientras grita ruidosa: "sí, bebé, ¡ay, me vengo, me llega!, ¡ayyy, aaaaaahhhh!", y siento en mi boca y en el dedo que deslizo en el culo los deliciosos espasmos, y me separo un poco para presenciar el espectáculo de Mita viniéndose: las contracciones de su panocha y de su culo y sus gemidos; vuelvo a atacar su clítoris y protesta: "ya bebé, ya no, dame vergi, quiero tu miembro y toda tu leche en puchis, anda bebito lindo!".

Y exige: "¡quiero como los perritos!, bebé, quiero ser tu perrita cogelona, anda chiquito lindo, dame tu verga, la quiero, ¡cógeme como perra!", grita y se pone en cuatro patas sobre el sillón. Momentos después la penetro y nos quedamos quietos, siento que su pucha aprieta el pito y así nos quedamos, es curioso pero Mita es capaz de alcanzar de esa forma el orgasmo, contrayendo su vagina en deliciosos espasmos, y no tarda mucho en volver a gritar su placer, y me muevo contra ella, aferro mis manos en sus carnosas nalgas y golpeo su cuerpo, penetrando una y otra vez, mi verga entra y sale lustrosa de jugos mientras ella se sigue viniendo, el pito chapalea en su vagina pero sigo con las arremetidas hasta que por fin le doy mi leche y su pepa vuelve a contraerse una y otra vez, en sincronía con los chorros de mocos que le llenan la panocha, ahora floja.

Intento separarme pero me agarra de las nalgas y me aprieta la verga con la vagina diciendo: "no bebé, no te separes, quédate así, dentro mío, quiero sentirte así… todo mío", y suspira y beso su espalda, chupo esa piel tersa, y acaricio su pelo castaño y ella sigue suspirando, empiezo a moverme de nueva cuenta, pero ahora lentamente, sacando y metiendo el pito al ritmo de sus gemidos hasta que Mita se agita y grita de placer. Minutos después me suelta y al sacar la verga miro la desmesurada grieta en que se convirtió su inocente pucha, la raja hinchada y abierta, los chorros de leche gotean viscosos sobre el sofá y escurren por sus piernas, me entretengo grabando en mi mente esa lujuriosa visión pero ella me descubre: "ay bebé, ¿qué miras?, mi puchis está fea así, luego de fornicar se pone horrible, tan abierta, tan hinchada, así no me gusta, anda quítate, déjame ir al baño a limpiarme tu leche y traer una toalla para que te limpies tú, ¡mira cuanta lechita embarró mi sillón!, ay bebé qué locuras", y se va dando coquetos brinquitos hasta su cuarto.

Cuando regresa, desnuda, lujuriosa, me comenta: "¡qué forma de fornicar bebito!, no supe cuantos orgasmos alcancé o si fue uno solo, pero largo, ¡inmenso!, ¡largísimo!, si fue así, tal vez fue el orgasmo más largo de la historia, jo, jo, jo, --su risita apenada—", y me mira para añadir: "pero tú… querías preguntarme algo ¿no?".

No se cómo empezar, medito unos segundos y: "oye mamita ¿tú te masturbas?"; un ligero tono rojizo pinta sus mejillas y sonríe coqueta: "últimamente casi no… pero… ¿por qué quieres saber?, ¡ay bebé, indiscreto!… hummm, si, de hecho si… antes de conocerte… si, aunque trataba de contener las ganas… alguna noche me despertaba agitaba y ansiosa… me acariciaba un poquito la puchis y ya, el orgasmo me llegaba casi de inmediato, luego podía dormir tranquila; es curioso pero… había temporadas en que el deseo casi desaparecía, eso me preocupaba, luego de repente me entraban ganas todos los días y… bueno… me hacía la pajita, luego te conocí, descubrí tus descaradas miradas sobre mis nalgas y… a veces pensando en ti me metía el dedito en puchis para gozarte… pero… ¿por qué quieres saber?".

--"Es que… ¿y todas las chicas se lo hacen?", pregunto mirando al suelo, con pena fingida.

--"Mira bebito… no se que sepas pero… creo, casi estoy segura, que todas… jóvenes o viejas, casadas o solteras, viudas o divorciadas… todas se hacen o se han hecho chaquetitas… eso es obvio… y no sabes la cantidad de mujeres casadas que se masturban… uy… cantidad..., mira te cuento… tengo una hermana, tiene años que no la veo… la última vez que estuve en su casa me comentaba que su marido y ella tenían meses de no hacerlo y que… bueno… se compró una de esas cosas… vibradores… y de esa forma tenía sexo porque mi cuñado había perdido todo el interés en ella, años antes… mis amigas del liceo… todavía éramos unas chiquillas y las maloras… "se mataban a pajas", jo, jo, jo, como decían ellas… hummm, ya te conté de mi tía… en fin, y bueno… en eso de la masturbación… las mujeres podemos tener una imaginación terrible… vemos pingas por todos lados, jo, jo, jo, y utilizamos lo que tenemos más a mano, ¿me entiendes?"; niego con la cabeza y añade:

--"¡Qué locuras!... hace años… cuando vivía con mi padre, viudo y pensionado… ya era una chica hermosa y con muchos pretendientes… a los que no hacía caso… ¿sabes por qué?... porque tiempo atrás me había hecho de mi amante personal…, jo, jo, jo, resulta que una tarde mientras tomaba un baño de tina me dieron ganas de hacerme una pajita… y cuando estaba más excitada noté que mis dedos no eran suficientes, metía y sacaba dos de puchis, que estaba ya un poquito abierta y pensé… necesito algo más… sólido… duro… y tuve una idea repentina, alcé los ojos y toparon con mi cepillo para el pelo… la idea tomó forma cuando lo tuve en la mano… era mi cepillo favorito… de cerdas de hule rígidas, muy cómodo… pero lo atractivo lo hallé en el mango, de madera, largo, su contorno era redondo, más delgado en la punta y más grueso en la parte media… quizá era algo perverso, anormal, pero la idea me puso más excitada y… me cogí al cepillito… hummm bebé… tuve varios orgasmos en cadena… metiendo y sacando de puchis el cepillito… cuando terminé me sentía avergonzada pero satisfecha… luego pese a mi vergüenza terminaba por ceder a mi lujuria y volvía a meterme el cepillo… me hice experta… lo hacía en todas las posiciones y variantes con mi rico cepillito… por higiene le colocaba un condón antes de usarlo, pero por una larga temporada no necesité de los servicios de un novio para tener un orgasmo… o varios…, ¡ay bebé qué locuras hacía tu mamacita!".

Guarda silencio mostrándome su rostro sonrojado y añade: "años después tuve un novio al que quise mucho, pero no vivía en la ciudad, sino en provincia; cuando no podíamos vernos teníamos largas conversaciones por teléfono, que se convertían en excitantes sesiones de sexo telefónico… en una de esas conversaciones me propuso que me masturbara con una banana, ¡una banana!, jo, jo, jo, ¡yo… metiéndome una banana… en la pucha!... jo, jo, jo, por supuesto me negué… no acepté su atrevida proposición, pero la idea ya no se apartó de mi cabeza… un sábado que tenía que ir a la oficina a revisar unos documentos pasé por un expendio de frutas, afuera estaba una enorme caja de bananas… ya no pude resistir… regresé y compré dos manzanas y… dos ¡bananas!..., jo, jo, jo, compre las manzanas para disimular… sentía que el señor de la tienda descubriría mis intenciones si sólo compraba plátanos, jo, jo, jo,… bueno… ya en la oficina, que estaba sola, pues ese día no hay empleados… no podía contener las ansias de experimentar eso… y lo hice con una banana… fue algo grandioso, jo, jo, jo, por el intenso placer y por el tamaño de la banana que me metí en la pucha… jo, jo, jo, al principio tenía miedo de… lastimar a puchis… pero ya había descubierto que la puchita es muy flexible y pues… primero me acaricié con la manita sobre mi clit… empecé a excitarme… luego puse la punta de la banana y con ojo atento empecé a presionar, a jugar a meter la banana, mi excitación creció… y antes de que te lo cuento… ¡ya tenía toda la banana dentro!, era fascinante… y jugué con la banana, dentro fuera, dentro fuera, una y otra vez, más rápido aún y… el orgasmo llegó, inesperado, intenso, toda temblaba yo sobre el sillón del privado, y yo dale que dale a la banana, removiéndola dentro de puchis, dale que dale a la banana, a los lados, hacía arriba, buscando mi punto G…, dale que dale a la banana… llegó otro orgasmo y luego otro… ¡ay bebé, cuánto placer!, algún día quiero hacerlo de nuevo… ¡que tú me veas jugando con la banana!" y Mita se levanta para abrazarme y comerme a besos, se ha excitado de nueva cuenta pero se ya es tarde, así las cosas me contento con acariciarle la pucha con los dedos de una mano, frotando la raja mojada y abierta, una y otra vez, mientras ella gime y disfruta, casi metiéndole la mano entera en la panocha hasta que se viene y… entre besos apasionados y mojados y calientes… nos despedimos.

Ya rumbo a mi casa recuerdo lo dicho por Mita, que me confirma algunas cosas sobre la masturbación femenina.

XVIII

Encuentros inesperados II. Un comentario de mi hermana me había puesto a la defensiva, y ya esperaba la sentencia: "el sábado hay boda en casa de tía Chucha y me vas a acompañar ¿eh niñito? Y no salgas con pretextos", así las cosas me resigné a ir a la fiesta con los ricos de la familia, algunos de cuyos miembros me caían directo en el hígado. Tuve que controlar mi mal genio y tolerar a los parientes "pesados" y más o menos lo logré, pues cuando estaba por iniciar el baile Verónica me empezó a rondar, ella era igual que su padre, presumida, pedante, sintiéndose superior, pero se había puesto bastante buena con sus 15 años, sobre todo porque vestía con ropa cara y elegante, eso aumentaba su fresca belleza.

Varias veces traté de esquivarla, pero ella, necia, volvía a encontrarme para platicar babosadas: que sus amigas, que su último viaje al extranjero –cuando yo lo más lejos que he llegado es a Chiconcuac, pensé--, que su novio tenía un carro último modelo y cosas así.

Entonces, cuando los novios iban a bailar el vals de bodas, Vero propuso subir a un balcón para observar mejor el baile, la seguí más a fuerzas que de ganas, ahí medité como cambian las cosas: la chiquilla, antes escuálida y peinada con unas horribles trenzas, el rostro lleno de pecas, ahora estaba linda, sus senos ya le abultaban el torso y por atrás el nalgatorio le alzaba el vestido azul de raso. Cuando subimos al balcón lo encontramos vacío, algunas macetas con plantas y unas sillas metálicas, nos apoyamos en el pasamanos del balcón, ella mirando con atención hacia la pista de baile, comentando tonterías –la gente expectante rodeando a la "feliz pareja"--, en cierto momento me acerqué a ella y con un lento movimiento le pasé el brazo en torno a la cintura, ella siguió mirando hacia abajo donde ya bailaba la pareja de enamorados, la atraje un poco y ella cedió sin decir nada, pero cuando mi mano atrevida bajo de la cintura hasta sus nalgas, rauda detuvo mis avances diciendo: "¡no, no seas tentón!", quise volver a tocarle las nalgas y su mano detuvo la mía, "¡no seas necio, deja, no toques!", ya no insistí.

Cuando el vals terminó me encaminé a la escalera pero la chiquilla me detuvo: "¿ya te vas?, espera"; me acerqué y añadió: "a ver dime por qué me querías agarrar el trasero, esas cosas no se hacen, y menos entre primos, ¡no seas incestuoso niñito tentón!, dime ¿por qué querías agarrarme ahí?".

--"Tienes muy bonito cuerpo y pensé…", dije fingiendo.

--"¿Qué yo también quería?", preguntó con su mirada fija en mi, para luego tomarme de la mano y llevarme a la parte oscura del balcón, "¿qué no ves que alguien desde abajo nos puede ver?". Quedamos casi cubiertos por las plantas frondosas y ahí se quedó quieta, dejando que me acercara, luego giró el cuerpo y sus manos llevaron las mías a sus nalgas, se las toqué sobre el vestido, luego las metí debajo para palpar los globos carnosos aprisionados por las medias y cuando le intentaba bajar las medias y el calzón me detuvo: "no, ya te dejé que me tortearas", y se bajo el vestido, me besó ligeramente en la boca y se fue escaleras abajo para perderse entre las parejas que bailaban.

Cuando bajé alguien me salió al paso, Luz o Luchita, otra prima –más o menos de mi edad--, a quien en alguna otra fiesta también le agarré las nalgas. Luchita también en corto tiempo se había puesto bastante buena y según las lenguas de "doble filo" era bastante ligerita de "cascos".

Total que pese a mi negativa tuve que bailar una cumbia con la prima. Y con la ridiculez pintada en el rostro traté de coordinar mis pasos con la música, me maldigo por no haber aprendido nunca a bailar, pese a los reiterados intentos de las primas; luego de la cumbia pusieron una "calmadita" y Luz no me dejó ir: "espera Betito, esta en más fácil, ¿ves?, así, suavecito, un pasito para acá, otro para allá, ¿ves?" y la prima pegando su cuerpo al mío, sus tetas untadas en mi pecho y de pronto la verga se empezó a parar, intento poner distancia pero ella se opone: "¡tonto!, ¡se te está parando la pinga!, ¡Ay Beto eres tremendo!", dice Luchita a mi oído sin soltarme, y así seguimos hasta que terminó la canción, y cuando vamos a una mesa agrega: "¿recuerdas que una vez dejé que me agarraras las caderas?, ¡ay Beto sigues igual de loco!", pero no suelta mi mano, más bien evadimos la multitud para salir de la casa, la calle está atestada de carros estacionados y poca luz, pienso que algo interesante va a pasar con la prima, lo confirmo minutos después, cuando ella a jalones se baja las pantimedias y el calzón, me da la espalda mientras se apoya sobre el cofre de un Ford; no necesito mayor invitación: le alzo el vestido y cuando la verga busca ya la abertura de su sexo –desde atrás, entre sus nalgas--, Luchita pone las reglas: "no te vengas rápido, tárdate todo lo que quieras pero no termines dentro, si quieres lo pones en el otro agujerito y ahí terminas, ¿sí, primito?"; entonces veo la perfecta curvatura de sus nalgas firmes, su espalda en arco y su cabellera negra, abajo siento sobre el pito la aspereza de sus vellos abundantes y la jugosa suavidad de su pepa abierta.

Minutos después la prima gemía de placer, próxima ya al orgasmo, mientras le taladraba la panocha ardiente y jugosa una y otra vez, luego los gemidos se hicieron gritos, más cuando la hice venir por segunda vez, la pucha de la prima se sentía apretada, no mucho, pero ella se movía muy rico, reculando cuando le metía la verga; removiendo las nalgas pegada mi, en una sincronía que parecía que Luchita tenía ya bastante experiencia o bien era algo así como un don natural, no pude precisarlo en ese momento, pues sentí que estaba por eyacular, y recordando las "instrucciones" de la prima le saqué la verga para ponérsela en el culo, pero ella volvió a darme "clases": "espera Betito… ponlo ahí… si… ahí, sostenlo… si… así… ahora déjame a mi… yo me abro solita… hummmm… si…¿ves?... así… despacio… sí… hummm, ¡Betito!, ¡está muy grueso tu palo!... hummm, sigue… así… más… ¡ya está!... ahora si… mi culito es todo tuyo", y Luchita se abandona a mis arremetidas furiosas, violentas; mi verga parece entrar en un viscoso agujero caliente; y sus nalgas brincan, y ella gime, y le saco la verga y la vuelvo a meter, una y otra vez, y ella suspira agitada, y yo que la castigo con el pito, con furia, le golpeo con furia el nalgatorio, y mi garrote entra y sale, entra y sale, hasta que la leche sale impetuosa, un largo y sostenido chorro, luego palpitaciones pausadas y más leche, hasta que agotado caigo sobre ella que suspira y musita: "¡Ay Beto, qué rico me culeaste!, ¿quién te enseño?, ¿eh?, ¡travieso!".

--"¿Y a ti, quién te enseñó?, ¿quién te estrenó?, estás muy chamaquita para saber coger tan bien", le reto.

--"Bueno… ¿vas a ser mi novio o mi confesor?", pregunta a su vez en tono serio.

--"¿Tu novio?, ¿estás loca o qué?", le contesto igual.

--"Si papacito, vas a ser mi novio… y mi "arrempujador" y mi "culeador", todo lo que quieras", y suspira.

--"¡Estás bien pinche loca!, ¡vieja cabrona y cogelona!, en lugar de 18 pareces de 30, mamacita", le digo mientras me arreglo la ropa.

Y mientras Luchita se sube los calzones y las medias me mira fijamente y suelta: "mira cabroncito… quien me haya estrenado, eso a ti no te importa… además no estoy tan "corrida", cómo crees, ¿eh?... por lo demás piensa lo que quieras… pero tú… ya se sabe entre la familia que te estás convirtiendo en el "garañón" de la colonia donde vives… que te coges a una vieja argentina… que tienes novia y que ya la estrenaste… y que coges con otras… cosas así… tu hermana anda medio preocupada… así que… para que no te vayas a meter en problemas… ¿por qué no desquitas tus ganas conmigo?, yo me cuido y me puedes coger cuando quieras y como quieras, ¿cómo ves?", dice entornando los ojos.

--"¡Pues veo que estás bien pinche loca!, eso veo y… no creas todo lo que oyes, ¿entiendes?", le grito y la dejo acomodándose las medias para meterme de nuevo a la fiesta, voy directo al bar y pido, casi exijo, una cerveza, que un mesero solícito me entrega en el acto.

En eso llegó mi hermana: "oye Beto, ¿dónde te metes?. ¿eh?, ¿ya cenaste?, ¿no verdad?, anda ven, vamos a la mesa, te voy a servir". Cuando estaba por terminar de comer llegó Verónica y repite: "oye Beto, ¿dónde te metes?, ¿eh?, ¿ya cenaste?, ¿si?, oye me acompañas a la casa, mi padre me mandó por unas botellas, es aquí cerca, no nos tardamos nada, ¿sí?"; acepté porque supuse que la chiquilla quería algo.

Total que la acompañé. Nunca había estado en esa casa, lujosa sí, pero con el mal gusto de las personas ignorantes que creen que con tener dinero, tienen cultura o educación, una casa al más puro estilo "Art Nacó". Colocamos varias botellas de alcohol en bolsas de plástico y ya cuando nos íbamos Vero me preguntó: "¿todavía tienes curiosidad de tocarme?, ¿sí?, bueno pero nomás poquito" y me dio la espalda sin esperar mi respuesta; levanté su vestido y parcialmente le bajé las medias y el calzón, la prima se dejó acariciar las nalgas, las tenía bastante firmes y suaves, pero cuando intentaba meter más abajo la mano Vero me detenía, por fin se enderezó y acomodándose la ropa me pidió: "ahora tú debes hacer algo por mi, quisiera tocar tu "pollito", ¿sí?"; entonces recordé lo ocurrido con Luchita y le sugerí: "si lo quieres tocar, antes déjame ir al baño, ¿sí?", y corrí a lavarme la verga. Mientras aplico suficiente jabón y agua en mi pene, medio erecto, pienso en las primas y en otras mujeres, confirmo que todas andan con las mismas ganas de coger, y obtienen lo que desean tomando lo que tienen más a la mano; Luchita, Vero, Ludy, Paty, la miss Ana, Mita, doña Teté, todas tratando de aplacar el demonio de la carne, pienso.

Cuando abro la puerta de baño algo me sorprende: Vero ahí, junto a la puerta, casi la golpee al abrir, quiero salir pero ella se opone: "no, aquí, enséñamelo aquí", con su voz sofocada y temblorosa; me abro el pantalón y me saco el miembro, que ya está erecto; Vero baja la mirada y como dudando lleva la mano hasta el tronco, sus dedos lo rodean y me acaricia suavemente sin dejar de mirar la verga; me acerco más a ella, ambos parados nos acariciamos, mi mano se mete bajo su vestido y noto que ya no lleva medias, subo la mano hasta su entrepierna y me sorprendo al descubrir que tampoco lleva pantys, y mis dedos juegan con sus vellos y con la viscosa raja de su pepa; Vero sigue frotando el pito y yo le meto el dedo en la pucha, ella protesta: "no, no lo metas, soy virgen, sólo por afuerita, así, sólo así", pero mi dedo ya juega en la entrada de su pucha, la carne rodea mis dedos que se contagian de babas calientes, y sigo metiendo el dedo, entra todo, y juego con su pucha caliente, comprendo que ahí no hay ninguna virginidad, Vero insiste: "no, no lo metas, soy virgen, ya no, no, hummm", momentos después tiene un orgasmo que la hace suspirar, sus piernas se doblan, tengo que sostenerla, hasta que termina de gemir, siempre insistiendo: "no, no lo metas, soy virgen, ¡ay Beto!, ¿qué hiciste?, hummm".

Cuando terminamos insistió en su virginidad, no le dije nada, pero pidió: "por favor, no se lo digas a nadie, que nadie sepa que me hiciste esas cosas horribles, ¿sí?, júralo", se lo juré, nos besamos y regresamos a la fiesta, al entrar vi que Luchita me miraba como preguntando algo como "¿te la cogiste?, ¿sí?", no le hice caso. Ya cuando mi hermana y yo nos íbamos me alcanzó Vero: "¿cuándo nos vemos?"; "yo te busco ¿sí?", y nos despedimos con un beso en la mejilla, ante la mirada sorprendida de mi hermana que menea la cabeza, como desaprobando aquello.

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