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La Chiquis y su tío

en Amor filial

La Chiquis y su tío

Relato sobre las relaciones incestuosas de una madura y su tío

--"Fue él…", dijo Chiquis cuando me entregó mi cuba de ron con coca cola.

Al principio no comprendí lo que había dicho, ante mi desconcierto se acercó hasta mi oído y repitió poniendo cara de picardía: "fue él…"; "¿quién, qué?", pregunté sin comprender, "¿recuerdas lo que me preguntaste una noche, allá, en tu departamento?", y algo creí recordar cuando ella disimuladamente me señaló al frente, donde estaba una pareja madura sentada en un sillón, el señor de pelo entrecano y un tanto avejentado con un traje muy austero, el saco estilo mao, con una camisa negra sin cuello y sobre ella una crucifijo denotaban a un religioso; sus manos y su rostro denotaban los golpes de la vida, se notaba cansado y aburrid; junto a él una señora –que luego supe era su hermana-- con el pelo teñido de rubio y arrugas en la cara platicaba con otra vieja cara de loro, mi "novia" volvió a acercarse y me dijo en voz baja: "es mi tío Toño, primo de mi madre, el me enseñó… todo o casi todo", mi reacción fue de sorpresa y apurado le pregunté: "¿te lo anduviste cogiendo… ¡pero si es cura!, ¿cómo, hace cuánto?"; y conteniendo la risa me dijo: "varios años y en diferentes épocas, luego te cuento todo" y se alejó moviendo las caderas para perderse entre las parejas que bailaban.

La inesperada confesión de la Chiquis me desconcertó, y mientras miraba a aquel hombre, que había disfrutado antes que yo de los encantos y las habilidades de mi amante recordé todo. Ocurrió un sábado por la noche en que los dos estábamos en mi departamento dando rienda suelta a nuestra desenfrenada lujuria. Chiquis me sorprendía siempre con alguna nueva habilidad, era amante del sexo oral y lo ejecutaba con maestría, disfrutando al máximo cuando eyaculaba en su boca o le daba los chorros de semen en la cara o en sus senos o entre sus nalgas carnosas, también era adicta al sexo anal y tenía una extrema facilidad para encularse, su apretado culo se volvía suave al dejarme entrar y ya dentro el anillo de pliegues palpitaba al ritmo de mis arremetidas hasta sacarme los mocos.

Aquella ocasión, luego de haber hecho el amor con furiosa lujuria me atreví a preguntarle acerca de sus grandes dotes amatorias en el arte de mamar y culear. Creo que apenas me escuchó, metió la cara entre sus piernas flexionadas y en susurros me dijo: "no me preguntes eso porque puedo darte muchas sorpresas, vas a pensar que soy más puta de lo que aparento, y como supondrás eso no se aprende en ningún curso de sexología o en las enciclopedias, ¿verdad?", no volvimos a hablar del asunto hasta esa tarde, en casa de su hermano que festejaba el bautizo de su primer nieto.

No supe cuanto tiempo estuve pensando acerca de los asuntos sexuales de mi amante cuando ella apareció, aproveché para decirle que tenía que ir al sanitario, "hay dos, uno en la planta baja y el otro subiendo las escaleras, puedes entrar a cualquiera de los dos", propuso; "mejor acompáñame, no me siento en confianza como para meterme a la casa", le contesté y la seguí rumbo a la casa, el baño de abajo estaba ocupado y subimos las escaleras, y cuando íbamos subiendo los escalones sentí una inesperada erección y una idea rápida vino a mi mente: "¿y si la vieja me mamara la verga ahí, en el baño?" y me decidí en ese instante, abrí la puerta del baño, que estaba desocupado y la jalé conmigo, ya dentro me desabroché el pantalón y ya con la verga fuera le ordené "anda, quiero que me la mames"; "¿aquí?", preguntó incrédula y añadió "puede venir alguien, ¿no te puedes esperar a que lleguemos a tu casa?", dijo riendo, negué moviendo la cabeza y ella obediente se hincó sobre un delgado tapete de tela y tomando la pinga con la mano derecha con la otra puso el seguro de la puerta, entrecerró los ojos, inclinándose un poco, casi en un gesto religioso y su boca se abrió para recibir la punta del miembro, los labios se cerraron con delicadeza sobre el glande y empezó a succionar sacando casi todo el miembro de su ávida boca, con suavidad, rodeando el duro tronco con su mano y haciendo un lento movimiento circular de arriba abajo, como dándole cuerda a un grueso tornillo y sin despegar la boca del glande, luego de repetir con perfección su ejercicio cambió de táctica: se metía todo el tronco, hasta que su nariz se perdía entre los vellos de mi pubis y se mantenía así por interminables segundos, para luego sacarse el pito lentamente y lengüetear el glande con ansia. Chiquis era maravillosa mamando reata, pensé disfrutando de sus dotes, pero un inesperado temblor en el cuerpo me anunció que la venida no tardaría nada, así que puse mis manos sobre su cabeza, metiendo los dedos entre el rizado pelo teñido de negro y la atraje hacia mi, metiéndole todo el pito en la boca y la mantuve así, con fuerza, bien clavada en mi verga, con el glande metido hasta su garganta, así hasta que el primer chorro de semen le llenó al gañote, pero no la solté, seguí eyaculando pese a sus protestas para que la soltara y por fin cuando la presión de mis manos cesó y el semen parecía acabar, la Chiquis tosió y vomitó con fuerza la leche que la estaba atragantando, manchando de paso mi pantalón y su blusa roja.

--"¡Eres un bárbaro cabrón!, casi me ahogas", dijo ella sofocada cuando pudo hablar, se levantó del piso y con una toalla limpió de su cara los chorros de mocos que habían estropeado su maquillaje, por mi parte trataba de limpiar con papel higiénico mi pantalón de casimir. Por fin cuando estuvimos listos abandonamos el sanitario con sigilo, cuando bajamos por la escalera me comentó: "¿sabes?, me gustó mucho que me tuvieras así, por la fuerza, viniéndote en mi boca, agarrado a mi cabello con furia, aún me duele la cabeza de la fuerza que usaste, te sentí como un loco o un bruto forzando mi boca, quiero que me hagas eso más seguido" y me atrajo para besarme con pasión. Horas después abandonamos la fiesta, yo medio borracho y ella no tanto. Llegamos al departamento ya de madrugada, y por el sueño y el cansancio pospusimos la cogida de rigor para el siguiente día.

Serían las diez de la mañana cuando algo sumamente placentero me despertó, era Chiquis que metida bajo las sábanas me hacía una mamada, fue un glorioso despertar, mi pija estaba muy parada, ella me sintió despertar y salió de abajo sólo para decir: "me gusta mamarte dormido, tienes el pene pequeñito, inofensivo, como de niño, pero cuando reacciona se transforma en una tranca de burro o casi, y eso me llena de lujuria, quisiera estar todo el día mamándote la verga" y acto seguido volvió a las profundidades de la ropa de cama para seguir mamando, y cuando casi me venía suspendió sus juegos para decir "¡ah, no chiquito!, ayer te dejé hacer lo que querías, ahora me toca a mi" y se puso de rodillas en la cama ofreciéndome sus tersas nalgas, redondas, firmes y bien formadas para una señora de más de 40. Y cuando le apuntaba la pinga entre las nalgas ella puso en claro lo que quería: "primero en la panocha, papacito, así lo quiero, luego me das la lechita en la cola ¿sí?" y se inclinó sobre la cama doblando la cintura para parar más las nalgas gloriosas. Obediente le sepulté la pinga en la viscosa cueva de su pucha, que al principio apretaba y luego se volvía como de agua, floja, chapaleando jugos, así le saqué entre gritos dos orgasmos mientras le removía la verga haciendo círculos con ella dentro de su vagina, luego se la saqué y apuntándosela en el ojete del culo se la metí de golpe, ella estaba preparada, la presión del culo cedió al momento y me hallé dentro de ella, adentro de su intestino caliente y palpitante, pues eso era en Chiquis una virtud: su culo palpitaba, apretaba, succionaba, se tragaba mi verga, me apretaba manteniéndome prisionero de los pliegues que ora se tornaban flojos e invitadores, ora eran una voraz ventosa que me apretaba hacia adentro, así me la estuve cogiendo por varios minutos hasta que ambos suspiramos, ella aflojó el cuerpo y yo le empecé a llenar las tripas de leche.

Todavía dormimos un rato, luego fui al baño a quitarme el olor al excremento de Chiquis, quien desde la cama ella me llamó "no tardes papi, ardo en ganas de contarte todo". Cuando salí ella había preparado café y pan tostado con mantequilla, y entre mordisco y mordisco empezó a contar:

--"Toño, mi tío pese a la diferencia de edades, era ya casi era un hombre, tendría como 18 o 19 años, yo era una chiquilla, de 13 o 14, algo así. Una vez lo descubrí haciéndose una chaqueta en el baño. Fue durante unas vacaciones. Se lo hacía con una panty de mi tía Rosa, fue algo circunstancial, la puerta estaba entre abierta, él estaba sentado en la taza del baño meneándosela, tenía un miembro muy grande, bueno al menos era el primero que veía así, duro, erecto, muy crecido, morado, casi negro, con la cabezota pelada; ya se había venido, pues tenía una especie de líquido blanco, que luego me dijo que era el semen, pero él seguía dale y dale con la mano, arriba y abajo, duro y duro, con los ojos cerrados. Primero me sentí como asustada, pero luego fue curiosidad o algo como deseo, para entonces ya conocía algo de mi sexo y me acariciaba por las noches la pepa para sentir algo rico, pero creo que todavía no sabía nada del orgasmo, creo. Y Toño ahí, extasiado, perdido en su mundo haciéndose chaquetas, que yo en ese momento ni sabía que les decía así a eso de acariciarse el miembro, total que estuve como ida mirando al tío frotándose la pija hasta que se vino tres veces, ¡tres veces! y de pronto, no se por qué abrió los ojos y me vio, ahí parada mirando por entre la puerta, ahora que lo pienso parecía estúpido, con cara de bobo agarrándose el pene empapado de semen; fue un segundo, porque al siguiente yo estaba lejos, en el patio. De lo ocurrido no dijimos nada, qué íbamos a decir, yo me sentía apenada, Toño también, cuando nos encontrábamos ni siquiera volteábamos a vernos. Pasaron varios días y una tarde fui a su casa a buscarlo, me sentía inquieta con ganas de algo que no sabía que era, él estaba viendo la tv, creo que no había nadie en su casa, me miró y al mirarnos supimos en ese momento qué queríamos; estuvimos un rato, sentados en el sofá, sin hacer nada, luego Toño se acercó hasta mi y me puso su mano sobre la pierna, bajo la falda, le dejé hacer, luego puso mi mano derecha sobre el bulto de su sexo en el pantalón, en ese momento sentí que perdía el sentido, ahí, bajo mi mano estaba eso que había visto antes, igual de duro y erecto, en eso él intentó meter la mano entre mis piernas y al momento reaccioné, las cerré con fuerza e intenté levantarme, pero me contuvo con su brazo, "no te vayas", me dijo, y volvió a acariciarme, ahora en las tetas, tratando de abrir mi blusa mientras trataba de besarme, me resistí y apenas pude decirle: "no, aquí no".

Chiquis detuvo su confesión, tomó un largo sorbo de café y me miró a los ojos para luego seguir: "entonces Toño se puso de pie y se encaminó a la escalera diciéndome ‘ven, sube conmigo’ y lo seguí, fuimos a su cuarto y me acostó sobre la cama, yo estaba muerta de miedo, luego empezó a besarme, yo ni siquiera sabía besar, pero sus besos me sabían a gloria, eran suaves y fuertes a la vez, abría la boca como tragándose mis labios, metiendo la lengua, jugando, forzándome, mientras trataba de bajarme el calzón y abrirme las piernas que trataba de mantener cerradas, pese a ello supo meter su mano por la orilla de la pantaleta y llegar a mi sexo que ya estaba caliente, ahí sus dedos jugaron con mi panochita de forma deliciosa, procurándome un placer indescriptible, desconocido, sus dedos iban de arriba abajo, delicados, suavemente, jugando con sus dedos en mis vellos, que ya estaban muy crecidos, pero sin intentar meterlos en la vagina, aquello me llevó lejos y sentí una sacudida, algo desconocido, un placer indescriptible, nuevo totalmente para mi, lo dejé seguir, que me bajara el sostén y me chupara los senos que empezaban a crecer y sus dedos me llevarán al paraíso, casi perdí el sentido con eso que luego supe era un orgasmo.

--"Cuando terminó eso, acercó su cara y me dijo "quiero que me hagas una chaqueta", lo miré desconcertada, él se puso de pie y se sacó el pene del pantalón, luego se acostó de espaldas en la cama y con su mano llevó la mía hasta su pinga, yo no sabía que hacer, mis ojos iban de su pene erecto a su cara, estaba desconcertada y nerviosa, y fue él quien llevó mi mano hasta su verga, la tomé y la sentí caliente y dura, muy dura, pero la piel era suave, delicada, me indicó cómo tenía que moverla, con suavidad, yendo hasta arriba con mi mano, ahí donde la piel le cubría la cabeza de la polla, y luego me bajaba la mano, jalando el prepucio para descubrir la roja cabezota, que brillaba de líquido y olía a algo extraño, delicado y fuerte, luego me dejó hacerlo a mi y se recostó para dejarme la iniciativa, le seguí haciendo aquello, dos, tres veces, luego su voz me fue indicando: "así, más, aprieta más tu mano, acaricia la cabecita con tus dedos, así, ahora más rápido, así, así", y yo como idiota siguiendo sus instrucciones mientras el gemía de placer, parecía gustarle mucho, luego de un rato sentí que la dura barra de carne palpitaba y su eyaculación me tomó desprevenida, el primer chorro brotó impetuoso, con fuerza, fue gracioso: saltó de pronto y llegó casi hasta el techo de la habitación, luego otro chorro, yo no sabía que hacer, así que con mis dedos traté de cubrir la cabeza de la verga que seguía escupiendo semen, mucho semen que empapaba mi mano en tanto que él gemía y suspiraba, me sentía excitada y muy nerviosa haciéndole la paja a ese tío, que no es tío carnal, sino hijo de una pariente de mi madre, pero tío al fin y al cabo. Total que cuando acabó de venirse me habló: "vuélvelo a hacer, quiero otra", en eso reaccioné y me puse de pie, "no, ya no, tengo que irme", y a paso rápido salí del cuarto dejando a Toño ahí, acostado y con el miembro de fuera, ya en mi casa fui directo al baño a lavarme las manos que olían a esa cosa, a semen, entonces descubrí que tenía una gruesa mancha en mi falda y la lavé también, pero el olor no se quitaba, eso me llenó de espanto, hasta entonces reaccioné sobre lo que había hecho, fue algo indebido, algo prohibido y sucio, pensaba, pero a la vez me sentía extraña, como poseedora de un secreto muy especial que en algo me había hecho sentir cosas deliciosas y desconocidas".

--"Luego de aquello evité a Toño por varios días, pero fue imposible que él me buscara. Una tarde fue a mi casa con un pretexto y en el patio me pidió que fuera a su casa, que estaría solo, yo me negué de manera terminante, pero insistió mucho. Así que de nuevo fui a esa casa, nomás me vio y se dirigió a la escalera, cuando entré a su cuarto él ya tenía desabrochado el pantalón luciendo su enorme pene, de nueva cuenta me estuvo masturbando un rato con sus dedos en mi rajita mientras me chupaba las tetas, me sentía muy nerviosa pero a la vez excitada, cuando me vine me explicó lo que había sentido: "eso se llama orgasmo, ¿te gustó, verdad?", yo no sabía que decirle, luego le hice la chaqueta, no una sino dos veces hasta que dejamos manchada la colcha de la cama, quería más pero me negué, ya me había tardado mucho y mi madre me buscaría. A partir de entonces con bastante frecuencia nos juntábamos para nuestros juegos prohibidos, pero el placer nos fue orillando a más y más cosas. Una noche fajamos en el traspatio de mi casa, luego de excitarme con sus dedos me fue quitando el calzón y de pronto me sentó en la orilla del lavadero, me abrió las piernas, yo no sabía que iba a hacer, sólo lo vi hincarse ante mi y meter su cara entre los muslos, al momento sentí sus labios acariciando mi puchita, así conocí el sexo oral, me estuvo chupando y lamiendo lo suficiente para procurarme dos orgasmos, creo que grité del placer, luego intentó obligarme a que le chupara la pinga, pero me aterrorizaba la idea de tener esa cosa enorme en mi boca, entonces optó por otra solución: me empinó sobre el fregadero, alzó mi vestido y puso su miembro entre mis nalgas explicando "déjame terminar en tus nalgas, no lo voy a meter, lo juro" y estuvo así largo rato frotándose entre mis glúteos, yo sentía su pinga ir y venir, llegar hasta los labios calientes y mojados de la pepa para luego deslizarse entre el canal de las nalgas y acariciar mi cola, y se vino echando sus mocos en mis nalgas, no se por qué, pero yo me sentía feliz, gozosa, creo que el procurarle placer a otra persona te llena de placer, así fue esa vez.

--"Acerca de chuparle la pinga, bueno creo que fue fácil, fui venciendo mis temores, una tarde insistió tanto que acepté poner eso en mi boca pero le aclaré: "pero no te vengas así, ¿lo prometes?". Aceptó encantado, con temor acerqué mis labios a esa cosa dura, el primer contacto fue mágico, percibí su aroma y su sabor, era algo agridulce, delicado pero a la vez fuerte de aroma, creo que me gustó y dejé mis labios sobre su húmedo glande, luego abrí la boca para comerme parte de ese palo, luego todo fue improvisar, se la chupaba, pero apenas la punta, si intentaba meterme más me venía un acceso de vómito, y así seguía chupando mi primera pinga, luego él me enseñó a frotársela con la mano mientras se la chupaba, creo que me gustó mamar desde la primera experiencia, y fue algo fascinante cuando eyaculó, ahí, a escasos milímetros de mi cara, la verga palpitaba, se contraía y explotaba, echando chorros de mocos, mucho semen, yo pensaba que Toño era anormal, por eso de venirse varias veces y en cantidad, pues le salía mucha leche, luego supe que no, que es cuestión de la juventud. Para entonces ambos teníamos la certeza de que éramos algo así como novios, pero en secreto, yo lo quería, creo que lo amaba, no se, él también, pero al mismo tiempo sabíamos bien que lo que hacíamos era ago indebido y procurábamos tener cuidado, como sea por más de seis meses estuvimos haciendo cosas ricas pero prohibidas, eso sí, en ese tiempo, aunque lo pidió, nunca deje que me penetrara, a veces frotaba su pito en mi pepa y ahí se venía, haciéndome sentir en el cielo, pero hasta ahí.

--"Yo andaba como en las nubes, con mi novio secreto, disfrutando del sexo, sin saber que Toño tenía otras "novias". Cierta ocasión escuché una conversación entre mi madre y la mamá de Toño: "¿tú crees Ceci?, esa vieja buscona, metiéndose con mi hijo", le decía mi tía; "debes hacer algo, pero procura ser cauta, si hablas con Toño nomás vas a hacer que se encapriche y la busque, él anda en la edad, ya sabes, mejor déjame hablar con ella, yo la hago entrar en razón", mi madre; "pero es que no es posible, venir a buscar a mi niño a la casa para ponerle las nalgas, vieja maldita, ¡y en su propio cuarto!, hubieras visto las porquerías que estaban haciendo, eso le puede hacer mal a mi Toño"; "bueno, tu hijo tampoco es un bebé, trata de entender, a su edad ellos nomás andan buscando ya dónde meter la cosa, y si ella se las ofrece pues ahí están, haciéndolo, déjame hablar con ella, no cometas tú una imprudencia", mi madre; "pero es que, ay, quisiera matar a esa maldita, Rosa es una buscona, está abusando de mi hijo", entonces comprendí todo: mi Toño y la tía Rosa andaban juntos, haciendo porquerías. –" Al momento sentí una furia indescriptible, me sentía traicionada por él, los odiaba a los dos. Fui a mi recámara y estuve pensando, caí en cuenta que desde hacía tiempo había algo entre ellos, de hecho cuando lo descubrí masturbándose, se lo hacía con un calzón de ella, uno de color negro de satén con florecitas casi transparente, lo recuerdo bien porque esa panty, que le vi alguna vez a mi tía me gustaba mucho. Ella y Toño eran casi de la misma edad, creo que Rosa era mayor, y eran amantes, ¿desde cuándo?, no lo sabía, varios días contuve mi coraje sin saber que hacer. La ocasión se dio sin querer, desde la ventana de la cocina vi que mi rival llegaba a casa de Toño y entraba, rápido me decidí y fui hasta allá, los escuché por la ventana de la sala, mi tía Rosa hablaba casi a gritos "más, más, no pares, sigue, sigue, ay, más, sigue por favor" y siguieron cogiendo por largo rato. Descubrir la traición de Toño me llenó de rabia, hablé con él y aunque trató de justificarse terminamos, me juré no volver a aceptar nada con él. Entonces me dio por tener novios para causarle celos a Toño, pero él nunca reaccionó, creo. Total que dejé de verlo algunos meses luchando contra mis celos y las intensas ganas de sexo, en ese tiempo tuve como cinco o seis novios a quienes dejaba lelos de las sabrosas chaquetas que sabía procurarles, pero yo seguía encaprichada con Toño.

--" En una fiesta familiar volví a encontrarlo, esa vez me esmeré en bailar casi fajando con la pareja que llevaba, en un descanso se acercó para decirme "bueno, ya te cansaste de hacerle a la pendeja con ese güey, pobre si supiera que todo es por mi", "estás bien loco, el es mi novio y me lo ando tirando", le dije casi con orgullo; "para nada, tú todavía no coges, eso lo se muy bien, sigues suspirando por mi pinga ¿o no?", oír eso me lleno de coraje pero me contuve y añadió "si te preocupa Rosa, esa ya no es mi vieja, ahora me ando tirando a otra, por si quieres saber, y si deseas volver a sentir rico te espero arriba, en el cuarto del fondo, te espero, digo, si quieres pinga", dijo él muy seguro de si mismo y se alejó sintiéndose todo un señor. De puro coraje regresé con mi novio y lo lleve a un lugar oscuro, pero por más que traté que me cogiera, el pobre estaba demasiado borracho como para que se le parara la pinga y eso que me esmeré en chuparle la pija bien sabroso, nomás "no paragüas" como dicen por ahí, total que esa noche terminé con ese nuevo novio sintiendo que la pepa me palpitaba de ganas de sexo, y sin más me decidí a ir por Toño, cuando lo encontré estaba con una prima, bailando, pero agarrándole las nalgas, para entonces ya sabía que mi amor se estaba convirtiendo en el "garañón" de la familia, se tiraba o se fajaba a las primas o tías que se dejaban o andaban "ganosas", así como yo en ese momento.

-- "Cuando me vio, dejó de bailar con la pariente y me llevó de la mano, lo seguí obediente por las escaleras, pero cuando llegamos al cuarto lo encontramos cerrado, tal vez ocupado por otra pareja, total que no hubo opción, nos fuimos a la azotea de la casa a "ver las estrellas". Y las ví, los dedos maravillosos de mi amor me llevaron hasta las estrellas, llenándome de placer, Toño sabía muy bien como acariciar mi conchita, sobre todo el clítoris, moviendo sus dedos como maestría, y yo mojándome, viniéndome, suspirando llena de lujuria, luego le chupé el miembro como él me había enseñado hasta que se vino, pero no me dejó ir; ya con el calzón quitado me jaló hasta el tinaco del agua y me dijo "ahora te voy a mamar el conejito como nunca nadie te lo va a mamar" y me empujó sobre el tinaco abriendo mis piernas y se apoyó de rodillas en el suelo para colocarse entre mis piernas, yo sólo me abandoné a ese placer que ya esperaba, Toño empezó a besar mi pepita de forma deliciosa, con suavidad y ternura, succionando mis labios y jugando con su lengua en el canal interior para al final titilar sobre el clítoris ya erecto y sensible, en eso sentí algo más, uno de sus dedos jugaba entre mis nalgas, yo seguí sintiendo muy rico con su boca, tan delicioso era aquello que ni me percaté cuándo metió el dedo en mi cola, eso incrementó mi placer hasta donde nunca jamás había experimentado, su dedo se deslizaba entero dentro de mi ano, que sentía también caliente mientras que su boca se volvía más osada, mordiendo a veces mi botoncito del amor y me vine, pero con un orgasmo salvaje y furioso, creo que grité de placer y él ahí, mamando mi pucha y metiendo su dedo hasta las profundidades del intestino, cuando terminé se levantó y me besó con pasión, yo todavía temblaba de placer cuando me volteó, pensé que quería terminar entre mis nalgas, pero esa certeza pronto desapareció, sentí la punta de su pinga presionando sobre mi ano, no me atreví a protestar, sólo me mordí los labios, y lo sentí entrar, mentiría si dijera que me lastimó, al menos no en exceso, sentí como cada milímetro de su miembro entraba distendiendo los pliegues de mi cola, si sentí algo de dolor, pero no hasta el grado de hacerme gritar; fue entrando despacio, abriéndome, llenándome de su carne, entonces lo sentí totalmente mío y eso me hizo sentir dichosa, la más feliz de las mujeres, cuando lo tuve todo dentro de mi se agarró a mis caderas y empezó un delicioso vaivén, entrando y saliendo, sacando casi todo el miembro para luego meterlo todo, sus vellos se frotaban en los cachetes de mis glúteos y de pronto suspiró y su pinga palpitó, su aliento me hizo cosquillitas en la oreja y mi cola se empezó a llenar de semen, las rítmicas palpitaciones del pene me llenaron de gozo y hasta creí tener un orgasmo, así, de esa forma tan antinatural; cuando terminó ambos nos quedamos quietos, yo todavía con su pene bien clavado en mi culo, entonces empezó a moverse de nuevo, su pito estaba aún duro, muy duro, y volvió a sodomisarme, sólo recuerdo que me abandoné por completo hasta que se vino tres veces en mi cola, para entonces ya teníamos mucho tiempo en la azotea y ya me urgía que terminara, pues alguien podía subir, además mi cola me dolía, un doloroso ardor resbalaba por las paredes de mi intestino cada que su pene entraba, por fin terminamos y medio me acomodé el vestido para correr al sanitario, donde me senté en la taza para defecar su semen entre dolorosos pujidos. Así aprendí otras cosas sobre el sexo de la mano, más bien de la pinga de mi tío Toño.

--"A partir de entonces volvimos a ser novios, pero los rumores sobre el comportamiento de Toño continuaron, a mi la verdad me importaba poco a quien se anduviera tirando, acabé aceptando sus infidelidades con mis demás parientes, pues dos veces por semana nos veíamos para dar rienda suelta a nuestra sexualidad. Una noche en que fajábamos en su auto puso su pene entre mis piernas, entre la raja del sexo y así lo estuvo haciendo un rato, eso me calentó mucho y se lo pedí "ya mételo por favor, dame tu pinga, la quiero", y aunque la situación era muy incómoda metió parcialmente su pene, sólo el glande, y así me hizo el amor, cuando terminamos le reclamé por qué no me había penetrado, si yo lo deseaba, argumentó que pronto lo haríamos bien, cuando tuviera un condón a mano. Por esos días sus padres lo convencieron de que fuera a una casa de retiro un fin de semana, Toño aceptó de mala gana, creo que por complacer a su familia y de paso para acallar los rumores acerca de que se andaba cogiendo a las demás parientes.

-- "Para sorpresa de todos, cuando regresó estaba transformado, y en una reunión familiar anunció su decisión de entrar a un seminario, quería ser cura, cuando hablé con él la confirmación de que tomaría los hábitos me hizo llorar, pero él parecía firme en su decisión, dejamos de vernos, y sólo de vez en cuando llegaba a su casa platicábamos sobre su carrera religiosa, Toño se veía contento, para nada tocábamos el tema del sexo, sólo hablábamos de religión. Por esas fechas ya andaba de novia con el que un año después sería mi esposo, no lo quería, yo seguía enamorada de mi tío Toño. Pasó el tiempo y cuando mi novio pidió mi mano y se fijó la fecha de mi boda, mi tío me preguntó si lo quería tanto como para casarme con él, le confesé que no, que yo lo seguía queriendo igual o más que cuando hacíamos locuras sexuales, Toño se ruborizó y balbuceante me preguntó "¿ya lo hiciste con él?", suspirando le dije que no, que todavía no, y creo que estaba loca porque le dije que si me entregaría a alguien sería a el hombre que amaba y me había enseñado a disfrutar del sexo, se sorprendió y me dijo "no sabes lo que dices, ya estoy por ordenarme, y no puedo fallar a mi sacerdocio, no podemos hacer nada".

-- "Me resigné a su decisión, pero para mi sorpresa al día siguiente me llamó por teléfono, me citó en un centro comercial, llegó puntual pero nervioso, casi temblaba por lo que íbamos a hacer, yo estaba feliz, pensaba que lo convencería de que abandonara la idea de hacerse cura, me llevó a un motel lejos del rumbo de donde vivíamos. Ya en la habitación, sin tiempo para quitarnos la ropa se sacó el miembro del pantalón y no hizo falta que me dijera lo que quería, yo lo deseaba con ardor, le chupe el miembro mucho rato, terminó en mi boca, echando los chorros de semen que me tragué, cuando terminó de eyacular se la seguí mamando todavía un ratito lamiendo los restos de su semen espeso y blanquecino, luego me quitó la ropa a jalones y me montó sobre la cama, yo quería ser suya, que me poseyera, cuando entró en mi sentí como mi himen se rompía y lo grueso de su miembro me causaba cierto dolor, pero mi excitación era mayor que cualquier molestia que su pene me causara, mi primera cogida con mi tío fue rápida, ansiosa, Toño estaba sumamente caliente, apenas me la estuvo metiendo dos o tres veces cuando sentí que el semen invadía mi vagina, no se había puesto condón, pero yo no pesaba en los peligros que eso me podría acarrear, me abrí más las piernas para que siguiera cogiéndome, cuando las palpitaciones de su pito terminaron volvió a seguir taladrándome con su pinga que seguía dura, entonces fue diferente, la cogida fue suave y delicada, lo metía despacio, todo, y cuando estaba bien adentro removía su miembro a los lados, arriba y abajo, procurándome un placer diferente, siguió con sus juegos y me hizo venir, mi orgasmo fue riquísimo, pero suave, de poco a poco, me sentí venir desde la punta de mis pies hasta la cabeza, en oleadas sucesivas y crecientes de un placer que nunca había sentido, haciéndome suspirar de placer y aflojarme toda, completamente, pero Toño siguió un rato más cogiéndome de esa forma hasta que sus movimientos se hicieron rápidos, así me gustaba más, minutos después ambos terminamos juntos, el orgasmo nos llegó al mismo tiempo. Un rato después, cuando estábamos en la ducha volvió a cogerme pero por atrás, utilizó la espuma del jabón para lubricar mi ano y me penetró delicadamente para luego arremeter contra mis nalgas con furia, con muchas ganas, yo me abandoné dejando que disfrutara de mi cola a placer. Recuerdo que cuando salimos del hotel sentía que las piernas se me doblaban de la fatiga y en piso parecía flojo como un flan. Luego de aquella experiencia dejé de ver a mi tío, yo me casé y él se hizo cura. Ya no volvimos a encontrarnos, mi marido me llevó a vivir a provincia y ya no había oportunidad de estar juntos.

--"Pasaron algunos años, yo seguía casada, ya habían nacido mis dos primeros hijos, cuando coincidí con el padre Toño en una fiesta de boda, hablamos y me contó que lo habían cambiado a una parroquia en La Paz, Baja California, ciudad donde yo vivía, me invitó a visitarlo a su iglesia, cuando me dijo eso me miró a los ojos y confirmé porque me había dicho aquello, descubrí sus deseos y su excitación. Cuando regresé a La Paz lo busqué, iba a su iglesia y esperaba a que terminara de decir misa, luego me llevaba a la casa parroquial y me hacía suya, pero siempre por el ano, ya no era el hombre tierno y cariñoso de antes, se había vuelto duro de carácter, ni siquiera se preocupaba porque yo tuviera un orgasmo, sólo se alzaba el hábito religioso me empinaba sobre una silla bajándome el calzón a tirones para luego penetrar mi culo, yo me dejaba hacer, obediente, complaciéndolo, así, durante casi un año fui su amante a escondidas, claro, de mi marido, que se sorprendía de que de pronto me hubiera hecho muy religiosa, nunca supo de mis correrías con mi tío el cura, luego cambiamos de residencia y dejé de ver a Toño, al paso del tiempo mi matrimonio de fue deteriorando, mi esposo tenía amantes y por coraje empecé a hacer lo mismo, hasta que vino el divorcio, pero en ocasiones cuando volvía a ver a mi tío nos veíamos a escondidas para tener sexo, hasta que dejé de acceder a sus deseos, creo que mi afecto por él se fue muriendo, la lujuria que me despertaba se acabó, ahora cuando llegamos a encontrarnos lo trato como lo que es, un padrecito, religioso y cumplido con sus deberes, aunque en la familia a veces se escuchan comentarios indebidos del padre Toño".

Comentarios a:

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Memorias del Martí (3)

Hijo querido (9)

Cuidando a la tía Chofi, 2

Cuidando a la tía Chofi

Una tarde desolada y lluviosa

Hijo querido (8)

Recuerdos del barrio (13)

Hijo querido (7)

Novia recatada o casi

Recuerdos del barrio (12)

Hijo querido (6)

Los empeños de Griselda (1)

Recuerdos del barrio (11)

Todo... a un precio o nalgas a plazos

Curiosidad científica

Laura por detrás

Hijo querido (5)

Recuerdos del barrio. Décima Entrega

Recuerdos del barrio. Novena Entrega

Recuerdos del barrio. Novena Entrega

Una experiencia zoofílica

Hijo querido (4)

Hijo querido (3)

Recuerdos del barrio. Octava Entrega

Recuerdos del barrio. Séptima Entrega

Recuerdos del barrio. Sexta Entrega

Recuerdos del barrio. Quinta Entrega

Hijo querido (2)

Recuerdos del barrio. Cuarta Entrega

Recuerdos del barrio. Tercera Entrega

Recuerdos del barrio. Segunda Entrega

Recuerdos del barrio. Primera Entrega

Hijo querido

Y a tu mamá... también

Mara o Rosita

Memorias del Martí (2)

El brujo

La vecina

Memorias del Martí (1)

Perrito

Jenny

Mirando la tele con papá

Una noche con papá

Nadie se debe enterar

El chiquito de Carmen

La Venganza

Anny, la mamadora

Secretaria eficiente

Manualidades

Reencuentro con Ana

La mamadora

Tina

Ana, la mamadora

Confesiones (10)

Mi sobrino me ama

La aventura de Carmen

Paola y su mamá

Ofelia o Señora con bebé

Confesiones (09)

Mariana

La mamá de Benito

Esther, la benefactora

Confesiones (8)

Esther, los inicios

Confesiones (7)

Confesiones (6)

Confesiones

Marlene

La Cajera

Ahí te encargo a la comadre

Sexo con mi ex mujer

Ofelia

Mi tía favorita (04)

La turista (2)

Lucero

Trini (1)

Alicia

Atrapada

Isabel

La tía Bety

Mi tía favorita (03)

Mi tía favorita (02)

Madre consentidora (III)

Chico malo

Lolita

La Nana Francisca

Relatos de Mita (IV)

Relatos de Mita (III)

Relatos de Mita (II)

Relatos de Mita (I: Inicio de serie)

El difunto Evodio

Cristina

Leonor

La turista

Susana

Rebeca, la tetona

En el cine

Amanda, adicta al sexo

Karina

Lucero y Toby

Admirador secreto

Madre consentidora (II)

Madre consentidora (I)

La suegra

Juanita

Amante furtivo

Amada

La maestra Chayo

Lanita (I)

Peluquero

Mi tía favorita (01)

El chantaje

Eva y los hombres

Trio