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Mi tía favorita (04)

en Amor filial

Mi tía favorita, IV

Tercera parte

Continúa la zaga de la vida sexual de un adolescente en ciernes con su tía favorita, disculpen la tardanza en la entrega de la continuación

A media mañana del sábado Lupe salió de su cuarto llevando a cuestas los estragos de la borrachera del día anterior. Lucía bastante mal, el semblante demacrado y pálido, el cuerpo encorvado y las marcadas ojeras en el rostro decían a las claras que mi tía necesitaba urgentemente de algo para aliviar su mal estado. En cuanto me vio resintió la mirada acusadora e inquisitiva que le dirigí, ella manoteando dijo: "oye, no estoy para sermones, que de esos ya tuve bastante, así que guárdatelos para otras, en estos momentos necesito urgentemente un trago de algo que tenga alcohol. Por cierto creo que tus padres andan fuera, ¿verdad?, supongo que andan en sus cosas, bueno, qué esperas, haz algo de provecho por tu tía, además de meterle la pinga en cuanto me descuido, anda Betito se bueno, traéme una copa".

Mientras iba a la cocina por una botella de vodka y un vaso vacío me llegó la idea: "y si aprovechaba la cruda de la tía para sacarle la sopa sobre sus relaciones con el tío y ahora con la costurera...", y cuando llegaba a la sala llevando medio vaso de vodka con jugo de toronja encontré a Lupe hablando sola:

--"Ya ni chingan..., parece que me he convertido en la verija de todos..., uurrrppp, perdón, hasta mi sobrino se mete entre mis piernas en cuanto me dejo… bueno pues ellos quieren y yo me dejo…, qué le voy a hacer, quién me manda ser tan caliente…", decía mientras esperaba mi arribo.

En cuanto llegué junto a ella Lupita casi me arrebató el vaso y apuró su contenido casi totalmente, luego se quedó quieta, callada, sentada en una silla de la cocina con los ojos entrecerrados saboreando todavía lo bebido, hasta que me extendió el vaso para que se lo volviera a llenar.

Y yo, obediente, diligente y callado accedí a su petición. En eso empezó a hablar:

--"¿Y bien Betito por dónde empezamos?, ¿qué quieres saber?... porque como supondrás se perfectamente que ayer fuiste a casa de Toñis a enterarte de cositas que hago con tu tío Pepe, ahora con la costurera como invitada… no te recrimino nada, allá tú por andar de fisgón… pero no intentes reprocharme nada, porque ya sabes… eres mi sobrino favorito y a todo he accedido con tal de que tengas buena educación… sexual, jojojo, pero como ya te dije tengo mi propia vida y la disfruto… bueno, la cosa es que me pareció interesante que presenciaras algunas escenas sabrosas de tu tía Lupita…", se detuvo para volver a empinarse el vaso.

Luego continuó: --"Acerca de Pepe, tu no sabes, pero fue mi novio antes que tus padres se conocieran y luego se casaran, así que ya te imaginarás, tenemos un buen de conocernos; él se casó y luego se divorció, pero nos seguimos viendo, siempre sin que tus padres se enteren. A ese respecto, no estás en edad de entender todavía, pero José se ha vuelto muy cercano de ellos, por algo será, ¿no te imaginas por qué?.... mejor así, a su debido tiempo te contaré, por ahora no tiene caso, pero tu tío Pepito es… algo tremendo…".

Me quedé intrigado, sobre todo en lo referente a mis progenitores, era verdad. De un tiempo a esa fecha mis papás andaban para todos lados con Pepe y algunas familias que conocieron por medio de él, y cuando se reunían nunca me llevaron con ellos, que cenas, que fines de semana, que días de campo. Lupe se percató y de inmediato cambió el curso de mis pensamientos:

--"Y en cuanto a Toñis, ¿quieres saber" –dijo picando mi curiosidad— pues bueno, es una mujer viuda, ya sabes ¿no?, pero lo caliente no se le ha quitado. Es santurrona y espantada, pero en cuanto ve a un macho interesante, no termina hasta tenerlo metido entre las piernas, y como soy su confidente pues… sus conquistas se cuentan por decenas, no vieras… si te contara, y de todo, como en botica; además se ha vuelto algo así como ninfómana…, no se, pero no se llena, pobre, tiene sus ligues, pero no hay macho que la aguante…, por eso se ha vuelto aficionada a la masturbación y a usar cualquier cosa para llenarse el agujero, fíjate!, ¿me oyes Betito?, ¿no te interesa saber?...

--"Pues… la verdad no tía, no se, doña Toñis ya se ve una mujer grande, madura, a lo mejor le estás inventando, no se…

--"O sea que no me crees…, bueno allá tú, lo decía porque si te gustaría que, digamos, algún día…, bueno, no se, pero a lo mejor con ella podrías practicar algunas cositas…, yo vería la forma de picar la curiosidad de Toñis y bueno, a lo mejor te da una probadita, digo, nomás para que agarraras más cancha…, además están sus clientas, bola de viejas calientes!...

Ya no le contesté, dejé a Lupita sirviéndose más vodka y me fui a mi cuarto. Ya de noche mi madre me llamó para cenar, lo disfruté de veras, pues hacía varios días que casi no veía a mis progenitores, de paso mamá quiso interrogarme respectó a Lupe: "Oye Beto, ¿qué le pasó a tu tía?, dice que se siente mal, ¿salió anoche?. ¿a qué horas llego?, ¿sabes a dónde fue?" y más interrogantes que evadí más o menos bien: que había ido a casa de la costurera por un vestido, que no se tardó, que no supe si luego salió pues me había dormido temprano y que sus malestares a lo mejor eran cosas de mujeres. Mi padre sonriendo dijo: "pues tal vez, pero resulta que la botella de vodka estaba llena y ya va a la mitad, a lo mejor se la tomó para sus molestias", reímos los tres. De camino a mi recámara de pasada fui a ver a Lupe, pero ya la encontré dormida.

En mi cuarto miré por la ventana la casa de Toñis y me pregunté cuánto habría de cierto en lo dicho por mi tía Lupe, sin imaginar que muy pronto esa mujer aportaría bastante en cuanto a mi educación sexual.

Horas más tarde, a la hora del desayuno escuché una discusión en la cocina, era mi padre que le decía a mi tía favorita: "óyeme cabrona te dejo para que cuides a Beto y te largas de juerga, seguro anduviste con el Pepe, ¿verdad?, se te nota a leguas, a ver responde".

--"Mira, haz favor de no estarme jorobando la mañana, yo hago lo que puedo, no soy niñera de nadie, y si salgo con alguien es cosa que no te importa, además que me reclamas si ese canijo se ha vuelto muy íntimo de ustedes, tú y tu vieja, que nomás les llama y salen corriendo, seguro que no van a rezar el rosario, ¿verdad?, ¿qué tal?, lo gozan, te gusta compartir a tu mujer con otros y que ellos te presten a sus viejas, ¿qué tal?", dijo ella.

--"Cállate hija de la…, ni se te ocurra hablar, además no hacemos nada malo, son familias honorables, de mucha cultura, tú qué sabes, somos adultos y nos estamos cultivando, mejor cállate maldita…", mi padre.

--"Honorables, de mucha cultura, se están cultivando, ¡sí cómo no!, y ya cuando están medio borrachos empieza el show, ¿verdad?, y tú con una en un cuarto y tu mujer cogiendo con dos o tres en el otro, o todos juntos metiendo la pinga en cualquier agujero disponible, en bola, todos contra todos, muy educativo, ¿verdad?", mi tía.

--"Tú qué sabes, vieja borracha, seguro te vas con el Pepe para darme celos, con eso de que ya no te hago caso cuando me das puerta, para darte tus revolcones en tu cuarto, es eso, lo haces por venganza, seguro que sí, pinche vieja incestuosa y mal cogida", dijo enojado mi padre saliendo de la cocina por la puerta del patio.

Todavía Lupe le alcanzó a gritar: "si te di las nalgas fue para que te callaras la boca, por andar cogiendo con José, y tú, mi hermanito querido, ahí pegado a mis chiches, mamando, y metiendo la pinga donde otro ya había echado su semen, cabrón, si bien que te gustó, tanto que luego regresaste por más y más, tú lo pedías ¿ya se te olvidó?, puto cornudo!".

En otras palabras, a mi rededor todos cogían con todos.

Escuchar aquello me dejó pasmado, paralizado junto a la puerta, no se cómo hice para irme a mi recámara, en eso entró mi madre: "hola mi amor, cómo estás, bien verdad, mira vamos a salir a comer con unos amigos, pero regresamos temprano, te propongo que más tarde vayamos al cine los tres, tu padre, yo y tú, ¿aceptas?, la vamos a pasar súper".

No supe cómo, pero de pronto me encontré mirando a mi progenitora con un profundo odio, y me sentí chiquito, pequeñito, insignificante, como si todo el mundo me quedara grande. Ella desconcertada salió sin decir palabra y me sentí peor.

Al medio día Lupe vino por mi para salir, "vamos con toñis, ahora si voy a hacerme pruebas de un vestido, acompáñame, al menos así te distraes mirando viejas, a lo mejor alguna te gusta". Llegamos a casa de Toñis, pero no estaba sola, había dos mujeres más, que nomás me vieron y empezaron a molestarme: "mira nada más!, qué lindo muchachito!, con él aquí soy capaz de encuerarme para probarme la ropa sin ir al probador…, pero Alberto, si ya estás hecho todo un hombre, ya es hora que vayas conociendo los placeres de la vida, quien fuera la afortunada que te enseñe el caminito del placer, chiquito lindo…, ¿Y ya dará lechita su pajarito?, seguro que sí…", y más cosas, que mi tía se apuró a aplacar con "¡a callar, bola de arpías!, no se metan con mi sobrino favorito". Me sentí cohibido y apenado, y mientras Toñis le daba duro a la máquina de coser, hojeando una revista de modas traté de distraer mis pensamientos.

De pronto empezaron a ocurrir cosas: frente a mi estaba una mujer regordeta de piel blanca sentada con las piernas abiertas, entre los mofletes de sus muslos se miraba la gorda protuberancia de su sexo cubierta por el calzón blanco, mi pito reaccionó; luego más allá otra mujer salió del vestidor enfundada sólo con una bata transparente y al darse la vuelta ví que traía por calzón una diminuta tanga cuya cinta se le metía entre las rotundas nalgotas, mi verga volvió a reaccionar; minutos después la mujer del sillón se levantó y sin importar que yo estuviera frente a ella, a unos pasos, se quitó la falda para probarse un vestido quedando casi en cueros, luciendo la desnudez de sus piernas y la burda pantaleta que le cubría el sexo; eso sí, ahí donde estaba la pepa, una curiosa protuberancia de vellos hacían más ostensible la zona pubiana, aquello acabó de poner mi verga completamente parada.

Lupe se percató de mi estado y dijo en voz alta: "será mejor que lleve a mi sobrino a otro cuarto, sino esta bola de viejas calientes capaz que lo violan", las mujeres dijeron algo pero seguí a mi tía hasta otra habitación.

Ya en la recámara de Toña, Lupe encendió la tele: "mira mhijito mejor miras la tele, pero si te sientes algo calientito puedes abrir un poco esta otra puerta, es la del vestidor, así las puedes espiar mejor, ¿quieres?", no le contesté, pero cuando se fue me apuré a entre abrir un poco aquella puerta. Cuando escuché que alguien entraba al vestidor pegué el ojo a la rendija de la puerta, la que entró fue la de la bata transparente y algo sospechó porque miró con cierta insistencia hacia la puerta entre abierta, luego sin dejar de mirar hacia mi, se alzó la bata y bajándose la tanga dijo en voz baja: "anda Betito, ven, no te conformes con mirar" y se empinó en un banco mostrándome su gran culo desnudo. En cuanto escuché la invitación y ya estaba junto a la gorda desabrochando mi pantalón para sacarme el pito; la vieja, que se llamaba Carmen, desde mi posición volteó a verme diciendo: "seguro te voy a desvirgar, chiquito adorable, anda, ven, mete tu palito entre mis pompas, yo me encargo de estrenarte". No dije nada, sólo dirigí me verga erecta hasta ese mundo de carne; Carmen se inclinó más y mi garrote se deslizó entre los cachetes del culo hasta alcanzar los labios de su pepa; reculó un poco diciendo: "despacio, chiquito, lo tienes muy duro, muy parado, te voy a comer todito, así chiquito, anda empuja, así, así, ¿sientes?, ya te tengo adentro, dentro de mi gatita calientita, ahora sí Betito date gusto mi amor, cógeme fuerte, anda, fuerte, me gusta fuerte". Y me di a taladrar, con metidas y sacadas violentas, la panocha de la señora, que si bien su pucha no estaba apretadita como la de mi tía favorita, si me daba gusto, estaba caliente y mojada, y doña Carmen se movía deliciosamente, moviendo su grandioso culo en círculos apurándome: "ya Beto, echa tus mocos, termina, que nos pueden descubrir, anda papito, dame leche" y apretó la pucha, succionando mi palote, chupándolo casi, y eyaculé agarrado a sus nalgotas gordas; mis chorros de mocos escupiendo su hoyo caliente y flojo; ella se vino removiendo su culo sobre mi pito que seguía echando mocos y mordiéndose los labios para no gritar. Cuando mi verga dejó de palpitar doña Carmen hizo su cuerpo hacía adelante y mientras se limpiaba las nalgas con su tanga me besó diciendo: "eres un ángel Betito, cuando quieras puedes visitarme en mi casa, ya sabes dónde, no digas nada de esto a nadie, tienes un garrotito adorable muaaahhhccccc", y otro beso, luego se fue.

No pasó ni media hora cuando entró al vestidor la otra mujerona, la del calzón blanco y falda; miró con insistencia hacía la puerta entre cerrada y hablando en voz baja me invitó: "seguro estás ahí chiquillo, ¿quieres conocer cómo es mi conejito?, tengo un animalito aquí, entre mis piernas ¿quieres ver?, anda mira bien" y haciendo a un lado su calzón me descubrió su tremenda pepa; era una pucha gorda y renegrida, morena a pesar de que la señora era de piel blanca y su mata de pelos era más bien rala, tenía pocos vellos, pero largos, castaños; pero lo sorprendente era su raja pues los labios internos le salían hacía afuera, arrugados, renegridos, la vieja volvió a hablar: "¿miras bien?, ¿te gusta?, ¿no es lindo?, gordito, carnoso mi conejo y mis labios son elásticos, muy suaves y sensibles; a mi conejito le gustan las caricias, le gusta que le den besitos y chupaditas ricas, ¿quieres?, anda ven, mi conejito no muerde, succiona, chupa y se calienta, anda chiquito ven aquí y aprende a darle besitos al conejo mío".

La mujer se mantuvo con las piernas separadas, de pie, manteniendo la panocha abierta con sus dedos, no le dije nada cuando entré pero la ví sonreir; me acerqué hasta esa pepa horrible y un tufo a pescado me pegó en la cara, olía fuerte, penetrante, pero a la vez me atraía, me excitada, casi pegue mi cara a su entrepierna, la escuché pedirme que le diera besos a su pepa y al momento mi boca se pegó a esa carne olorosa y fea; besé y lamí la raja por fuera, luego chupé los bordes carnosos hasta que la señora empezó a gemir: "hay chiquito, siento rico, mi conejito se está calentando, besas rico, muy rico, lames delicioso, pero ay niño alguien puede venir y si nos hayan así tendremos un problema, ya chiquillo lindo quítate, ya no… que me excitas, ya no", la vieja cerró las piernas y se tapó la pucha. "Cuando quieras darle besitos al conejito vas a mi casa, ¿ya sabes no?, aquí cerca, vivo arriba de la carnicería y me llamo Celia, mi marido siempre está fuera de casa, tengo todo el día libre, ¿te animas?, ay eres un amor de muchachito!", luego salió.

Cuando regresé al cuarto de Toñis ya estaba mi tía ahí: "condenado muchacho, nomás te dejo tantito y empiezas a hacer de las tuyas, eres tremendo, mira que mamarle la pucha a Celia, ay por dios, ¿no te puedes controlar?, seguro tienes el palo parado, ¿verdad?" y tocó mi entrepierna y con mirada pícara me propuso algo inusitado: "¿quieres cogerte a Toña?". Asentí moviendo mi cabeza y salió, desde la puerta escuché que le decía algo a la costurera luego la voz de Toña despedía a sus clientas en la puerta, me mantuve alerta, tía Lupe y Toña algo hacían pero no sabía qué. Minutos después me llamó Lupe desde la sala y al llegar me sorprendí por lo que ocurría ahí: sobre un sofá de la sala estaba Toña, desnuda; hincada dando la espalda y mostrando su culo gordo, sus redondas nalgas blancas y con celulitis; con una banda elástica sobre los ojos que le impedía ver y las manos atadas en la espalda con un grueso listón negro; y ante mi sorpresa mi tía Lupe la golpeaba en las nalgas con una fusta negra y gruesa diciendo: "eres una puta, una maldita puta cogelona que quiere verga, no se llena de verga y por eso te voy a castigar, toma, toma, maldita ramera insatisfecha", Toña gemía quedo, Lupe siguió con el castigo: "¿quieres más?, ¿te gusta que te pegue?, ¿quieres verga?, dime, si, grita… anda… pídelo, qué aquí tengo a alguien que te puede dar lo que necesitas, puta y reputa, ¿quieres pinga?, ¿por dónde la quieres?"; y sorprendido escuché a Toña: "Por la cola, quiero que Beto me destroce el culo, que lo rompa y me eche mocos adentro, quiero sentir su verga escupiendo leche en mi cola, la quiero, si…".

Todavía Lupe siguió golpeando a Toña en las nalgas, que ya estaban rojas a causa de los golpes, luego se hizo a un lado y me dejó el campo libre: "anda Betito, rómpele la cola a esta puta mal nacida, ven, anda, saca la verga del pantalón".

Me sentía excitado, muy caliente, no se si por la forma en que había visto a mi tía golpear a la costurera o por la atrayente redondez de las nalgas de esa mujer, pero de pronto ya estaba entre las piernas de Toña, agarrado a su cintura y apuntando la cabeza de mi pinga en el negro conjunto de pliegues presionando por entrar en sus profundidades, mi tía me alentó: "dale Beto, fuerte, méteselo ya, de un solo empujón, que a está vieja le gusta la fuerza, la violencia, fuerte, aprieta fuerte", y no me hice del rogar, a pesar de que el culo estaba cerrado y duro empuje con fuerza y de repente ya estaba hasta adentro de la costurera, con mi pelvis pegada a sus nalgas abierta, la vieja gritando: "así Betito lindo, dale fuerte, no me tengas consideración y rompe mi cola, que me duela, quiero dolor, lastima mi cola, dale duro, me gusta duro, más duro, más", así me la estuve cogiendo, entrando con fuerza, haciendo chocar mi cuerpo en las nalgas de la mujer, produciendo un chas, chas, chas al entre chocar, luego Lupe me detuvo un momento, algo metió por debajo de Toña, era un objeto duro y largo, se lo metió despacio en la pucha, todo, completo, luego me ordenó seguir, volví a meter y sacar mi verga erecta hasta que Toña gritó de placer: "ya, ya, me viene, que rico, rica tu pinga niño horrible, que le gusta meterle la verga a mujeres calentonas como yo, sigue, sigue, fuerte, más, me viene, me viene, dame tu leche en la cola, echa tus mocos, tus cochinos mocos en mi colita rica, anda, dame leche chamaco cogelón de viejas putas como yo, ya, dame, dame más pinga aaaahhhhh", y la leche se me salió, chorros y chorros de semen, el culo de la costurera apretaba, succionaba mi verga que seguía palpitando adentro de su culo y cuando todo terminó y la mujer seguía quejándose le saqué la pinga, su culo se fue cerrando poco a poco, oliendo todo a caca, luego la mujer apretó la cola y un chorrito de semen salió de ahí, aquello me dio asco, Lupe lo entendió: "no te preocupes Beto, el sexo es húmedo y huele mal, así es, anda ve al baño y te lavas bien la pinga, con mucha agua y jabón".

Cuando salí del sanitario Toña ya estaba de nuevo en la máquina de coser, no me dirigió la palabra, mi tía se despidió de ella y sólo recibió silencio. Ya sobre la calle y de la mano de mi tía favorita, se me ocurrió preguntarle sobre la discusión que tuvo con mi padre: "oye tía y lo que dijo mi padre hoy en la mañana, y lo que tú le dijiste sobre él y mi madre…"; "no Beto, no hagas caso, haz de cuenta que no pasó nada, son cosas de adultos, en este momento no entenderías y vas a juzgar mal a tus padres, o a mí que te quiero tanto…, confórmate con saber que en el mundo de los adultos, todo mundo coge con todo mundo, menos con quien debe, así es, desgraciadamente así pasa".

Fin de la cuarta parte.

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