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Recuerdos del barrio. Décima Entrega

en Grandes Series

Recuerdos del barrio

Décima entrega

XXXV

 

Que si, que no. Una tarde viendo en la tele una repetida serie: Viaje a las estrellas. Estoy solo, mi hermana salió. Llega Lulú, Lourdes mi prima. Tiene tiempo que no la veo, y al verla llegar, su cuerpo moreno y delgado, su cara bonita, su risa a flor de piel, su juventud, recuerdo aquellos años, --¡cómo si fueran tantos!— en que mi desesperación me hacía espiarla en el baño, y verla encuerada, el agua cayendo sobre su cuerpo, su pubis peludo, el tupido triángulo de vellos que invadían el inicio de sus piernas, le cubrían la pepa y le subían como enredadera por el vientre, y que ya medio vestida escapaban por las orillas de su pantaleta y no dejaban ver nada más, además ahí estaban sus chiches incipientes, como dos medios limones pegados a su torso escuálido.

Somos de la misma edad o casi, y siempre fuimos inseparables, leíamos los mismos libros y escuchábamos la misma música platicando de los mismos temas; de pronto ella tuvo otros intereses: chicos mayores, y nos fuimos alejando. Tengo cierto resentimiento contra ella: me enteré que andaba cogiendo con Beto el electricista, un tipo varios años mayor que ella; cuando su familia se enteró a golpes trataron de que dejara su aventura con ese cabrón, pero ella andaba enculada y nomás no lo dejaba, yo sentía coraje, tal vez porque sentía atracción y cariño por ella y no parecía correcto que anduviera de caliente y cogiendo, tal vez enamorada, nunca lo supe: Ahora no se si continúe con esa aventura, tal vez, pienso.

Y de repente ahí está, sonriente, desenvuelta, con su mini falda de mezclilla azul deslavada, sus muslos morenos y delgados, preguntando por mi hermana que no está, sentada junto a mi en el sillón mirando la pantalla que parece no decir nada.

--"¿Y a dónde fue tu hermanita?", pregunta.

--"No se, dijo que al cine… con su amiga Vicky", le digo.

--"¿Por qué lo dices en ese tono?, ¿no crees que haya ido al cine con su amiga".

--"No lo se, últimamente le ha dado por el cine, de un tiempo a la fecha… muy seguido, antes no era así".

--"¿Qué… piensas que… anda de novia?".

No le contesto, ella añade: "¿y que tiene de malo que salga con alguien?, ¿ya es mayor, no?, ¿tiene 25 o 26? ¿no?, es más… ya va siendo hora que se busque marido, ¿no?, ¿o acaso piensas que se va a quedar solterona?, ¿nomás por cuidarte?, ¿eh niñito?", dice ella con cierto tono de reclamo.

Pienso que tiene razón y que un día de estos mi hermana se casa y… ¿me dejará?, ¿me llevará con ella y su marido?... no lo se. Como sin querer me siento triste. Lulú se percata y agrega: "no te preocupes Beto, si ella se casa no hay problema, además tu ya estudias y pronto serás un exitoso profesionista, ¿no?". No lo dice convencida, como sin querer su mano acaricia mi pelo haciéndome cariños.

Pasan los minutos y una sensación de intimidad llena la estancia, en la pantalla de la tele las naves espaciales se enfrascan en una terrible batalla cósmica, no hacemos caso; ella recarga su cara en mi hombro, parece adormilada pero su mano izquierda repasa mi pierna con suavidad; le acaricio el pelo mal teñido de ¿café?, ¿caoba?, pa´saber, parece que el añejo cariño renace, nos sentimos como antes, tan unidos, tan juntos… y de repente ella alza la cara, me ofrece su boca y la atrapo con la mía, sus labios me succionan de forma hasta entonces desconocida, su lengua ansiosa se mete suave y juguetona, respondo igual, juntamos los cuerpos y su mano sube a mi entre pierna que ya luce la conocida erección y la atrapa; su mano aprieta el bulto duro, yo voy a sus muslos cerrados que se abren, su pelvis se alza cuando alcanzo su panty diminuta, mis dedos se empapan de su humedad y de su olor, un aroma áspero y penetrante como a animal marino; mientras acaricio su panocha morena me percato que casi no tiene vellos y que la oscura carnosidad de su pepa escapa de la raja.

Seguimos jugando con las bocas y las lenguas embadurnadas de saliva caliente, y mis dedos se llenan de su carne, parece que ahí hay más carne, que todo eso parece enorme y profundo, pero no puedo pensar, su mano trata de abrir el cierre de mi pantalón pero fracasa una y otra vez, y cuando reacciono para darle libre acceso ella se levanta de improviso, y sin decir palabra se mete al baño y yo espero, pasan los minutos y espero, pienso "para ir a mear, ya tuvo suficiente", en la tele el frío señor "Spock" trata de razonar ante los emotivos "terrestres" y parece que dice "pártanles su madre" a unos seres deformes de mirada triste, y yo ahí, con la pinga al aire, erecta, gruesa, esperando a Lulú y pensando "¿dónde dejé el condón?" y busco en mi cartera de piel y ahí está, arrugado, pero todavía, al parecer en buenas condiciones.

Cuando Lulú sale del baño no viene hacia mí, se mete al cuarto de mi hermana, dejando la puerta abierta, todavía espero unos segundos antes de ir corriendo; cuando me decido llego a la puerta y ahí me detengo, veo a la prima sentada en la orilla de la cama, las manos entre las piernas cerradas y la cabeza gacha, como mirando al piso. Me siento junto a ella lentamente, intento volver a besarla y ella evade la caricia diciendo: "no Beto, no podemos hacer nada", no hago caso y le acaricio el rostro, vuelvo a buscar su boca y ahora si responde al beso, y entre beso y beso insiste en que no y no, pero ya su mano me acaricia la verga, parece querer arrancarla de la fuerza que utiliza para, según ella acariciarme –me parecen algo rudos sus maneras de pajear una verga--, yo le meto los dedos en la caverna jugosa y caliente.

Cuando me doy cuenta ella está acostada y yo a su lado, nos acariciamos, intento bajarle el calzón pero mantiene cerradas las piernas, insisto y aprieta más los muslos, entonces me subo en ella, la abrazo, trato de forzarla a que se abra de piernas, pero se niega, entonces le deslizo la verga entre las piernas cerradas y hago intentos por cogerla de esa manera; nuestra excitación sube de tono, ella suspira agitada, su respiración caliente me pega en la cara y cuando me doy cuenta mi pito ya ha traspasado la barrera de nylon de su panty y se desliza a lo largo de la raja, Lulú vuelve a pedir tregua: "no, Beto, no lo hagas" y en ese momento la penetro, de un solo envión la verga le llena la pucha viscosa y nos empezamos a mover suavemente, pero con fuerza, le meto toda la verga y se la refriego dentro de la pucha, ella suspira y alza la pelvis para recibir mejor las estocadas, la verga se desliza fácil dentro del canal caliente y mojado, entro con fuerza provocando gemidos apagados en Lulú, una y otra vez, trato de pensar que una de mis fantasías se cumple: cogerme a Lulú… por fin y me sigo moviendo sobre ella que parece gozar de la cogida, momentos después se viene, ruidosa y agitadamente, abriendo las piernas en compás, sus "aaahh, aaahhh, hummm" me contagian y le suelto el semen, siento como palpita mi verga dentro de su canal vaginal y eso incrementa su placer, ambos nos venimos casi juntos, Lulú alza las piernas hacia arriba mientras gime ruidosa y entre besos y suspiros me la vuelvo a coger, sin sacarle la tranca sigo arremetiendo una y otra vez, Lulú se abandona por completo, sus piernas atenazan mi cintura y me aprieta, sigo moviéndome sobre ella que sofocada gime en voz baja, en tanto sigo metiendo y sacando la pinga de su pucha profunda y caliente; minutos después, sofocado y respirando con dificultad, vuelvo a eyacular y siento que la funda viscosa de su sexo me aprieta a pausas y ella vuelve a venirse deliciosamente, ambos estamos en la cima del placer.

Cuando todo termina una viscosa mancha de semen y líquidos vaginales empapa la colcha de la cama y su calzón esta más que manchado, gruesos goterones de mocos y otras sustancias olorosas parecen caer de la tela de nylon. Mi prima se asusta: "¡mira nada más!, ya ensuciamos la cama de tu hermana, tenemos que cambiar la colcha, además mis calzones están empapados, así no puedo llegar a mi casa, voy a tomar uno prestado de tu hermana".

Busca en los cajones y se pone el primero que encuentra –una pantaleta roja, algo usada--, mientras se cambia los calzones noto que efectivamente la prima también se depila, arriba de la raja morena los vellos recortados parecen la barba de algunos días sin rasurar, pequeños, apenas queriendo salir, ella me sorprende mirándola y… "¿qué ves?"; "qué ahora traes la panocha pelona, antes eras peluda, muy peluda", le digo sin dejar de verle la pepa; ella se sonroja y trata de justificarse: "así se usa ahora, a los hombres no les gustan las viejas peludas, ¿no sabías?", y evade mis ojos; luego cambiamos la ropa de cama. Un rato después está a punto de irse y le pregunto: "¿ya dejaste a tu novio el electricista?".

--"No, ¿por qué?, nos vamos a casar", dice en voz baja.

--"¿Casarse?, si él ya es casado y hasta tiene tres hijos…", le aclaro.

--"Pues va a dejar a la vieja esa y nos vamos a casar…", se justifica.

--"¡Si serás pendeja!", casi le grito.

--"Lo quiero mucho y él también", dice compungida. Guarda silencio y baja la cabeza, como humillada.

Casi en la puerta me dice: "bueno ya me voy, le dices a tu hermana que tome un chon de su cajón, que luego se lo traigo limpio y lavado, que tuve un accidente…, ella entenderá y que… que vine a invitarla a un baby shower…".

--"¿Baby shower?, ¿de quién?".

--"De Luchita, tu prima, ¿qué no sabías?... resultó panzona, la pendeja no supo ni quien la premió y se consiguió marido, ¿tú crees?, por cierto… alguien me contó que también tú pasaste a firmar ahí… ¿es cierto chamaquito?", dice en tono burlón. Trato de mentir, pero no puedo, ella sonríe nomás moviendo la cabeza.

Finalmente al irse me da un beso en la mejilla y me dice al oído: "fue muy rico hacer el amor contigo, creo que ambos nos debíamos desde hace mucho este ratito de placer, ¿verdad?, ¿te digo un secreto?, siempre supe que me espiabas cuando me bañaba, y… me gustaba saber que te calentabas mirándome, adiós".

XXXVI

Los secretos de la miss II. Cuando llegué al barrio con el sobre color manila bajo el brazo, me apuré a entregarlo a la miss Ana, pero no la encontré, entonces caí en cuenta que el sobre "manila" estaba semi abierto, la goma de la ceja apenas pegada; con cuidado revisé el contenido y lo que encontré hizo que me olvidara de Mita por un rato, en conjunto sumaban 73 fotografías instantáneas que de alguna forma relataban la historia sexual de miss Ana; la mujer con algunos años menos, linda, sonriente, encuerada, posando o abriéndose la pucha mirando a la cámara; la señora desnuda, en lencería posando de pie o acostada en una cama, chupando una pinga larga y morena; la miss sodomizada abriéndose las nalgas con expresión de placer; doña Ana recibiendo el chorro de semen en la cara y en los senos, en fin… fotos de algunos ayeres y de una época reciente, eso sí, mostrando la sexualidad desbordada, la lujuria que parece transpirar por toda su piel… total que tuve una erección, cuando volví a cerrar el sobre sólo dejé 62 fotos. Me robé las restantes, no pude evitarlo, lo confieso. Más tarde hallé a la miss en su departamento y entregué el encargó, me miró a los ojos preguntando: "¿qué te dijo el señor ese?".

--"Preguntó por usted, ¿qué como estaba y esas cosas, ¿qué si yo vivía con usted, que qué éramos?, esas cosas, no le dije nada del otro mundo".

La señora entorna los ojos y se atreve a preguntar: "¿…y se puso triste?".

--"Creo que si… me invitó a tomar café para que le platicara más".

--"Oye no me hables de usted… chamaquito… ¿ya se te olvidó cuando me espiabas encuerada?, a ver dime… y le dijiste más cosas… ¿no?, bueno, tú nomás ibas a entregar la caja, a propósito… ¿no habrás abierto el sobre?, ¿verdad?".

Pongo cara de seriedad y lo niego de forma terminante.

--"Bueno pues… ni hablar, ¿sabes?, él fue mi pareja varios años y fuimos muy felices, todavía me acuerdo de él con cariño, aunque fue un cabrón bien hecho, como todos los hombres, pero el amor se acabó y terminamos mal, lo que hay en el sobre es algo de las muchas cosas indebidas que fui capaz de hacer por él, me hizo una mujer muy… lujuriosa, ¿sabes?".

Nos quedamos mirando algunos segundos, luego sentí que su mano tomó la mía y me condujo dentro de su pequeño departamento, dijo a mi oído: "te mereces un premio". Me dejó de pie junto a su cama, sentí que algo cachondo iba a ocurrir con la vieja panzona, la miré ir hasta su tocador y tomar un frasco grande de crema Novea, volteó a verme y a continuación se arrodilló en la cama, alzó su vestido sin dejar de verme y con delicadeza se bajó el calzón, mostrándome la gloriosa visión de sus nalgas perfectas, blancas, carnosas, redondas; pegada a la cama la perceptible panza de su notorio embarazo; bajo las rotundas nalgas la raja requemada de su panocha rasurada, los labios menores escapando de los bordes carnosos –no lo se, pero ver la panocha de la miss, tan… usada, o eso creo, me genera cierta repulsión, aunque puede darse el caso de chicas o mujeres que tengan una verija casi virginal y ya estén bastante trajinadas, eso creo, digo. Luego la doña tomó el frasco de crema, aplicó un poco del líquido en la mano y abriéndose las nalgas se embadurnó de crema el culo, de inmediato sentí llegar la excitación; la perfecta curvatura del culo de Ana, el valle requemado en medio de los cachetes y sobre todo el floreado culo, los bordes carnosos del ano, despertaron de inmediato mi lujuria.

Ya con el culo lubricado, Ana me buscó con la mirada, manteniendo abiertas sus nalgas y pidiendo: "anda, chiquito, te voy a dar tu premio, te gustará"; me acerqué hasta ella y puse la punta de la verga en el culo renegrido, la madura suspiro diciendo: "despacio niñito que me puedes lastimar", y apreté la verga en el culo floreado, fui entrando en ella suavemente, el culo rodeó mi pito causándome un poco de dolor y ella gimió un "aaayyy" lastimero, pero se la seguí metiendo, toda hasta que mis vellos quedaron pegados a los cachetes del culo y ahí me quedé, aferrado a sus nalgas, suspirando, disfrutando de la deliciosa sensación de culear a la señora embarazada; luego fue ella quien se empezó a mover, "despacio mi amor, despacio, cógeme de poquito en poquito, quiero que culees rico y siempre me recuerdes, así, así papito chulo, más, sácalo y vuélvelo a meter, así, suavemente, hummm, más… ahora un poco más fuerte, así, hummm, qué rico, más, más fuerte, hummm, aprendes rápido Beto, anda, más, más rápido, así, así chamaquito goloso, anda, dale más al culo, ¿sientes?, ¿sí?, ¿sientes como aprieta mi culito?, ¿te gusta?, hummm, ¿si?, ay papacito, qué culeada, por dios, mmmm, aaaahhh, más, más, hummm".

Yo seguía aferrado a ella, mis manos apretadas sobre sus nalgas, mirando entrar y salir mi verga del hoyo negro y deforme, ahora suave y lubricado, parecía que los restos de pliegues salían junto con mi pinga y al entrar los bordes carnosos se iban junto con mi verga, pero era algo delicioso la manera como la madura me apretaba el pito, seguimos algunos segundos más y cuando ella empezó a gritar de placer le solté los mocos, aquello aumentó su placer, pues la miss reculaba contra mi, refregando sus nalgas en mi verga bien clavada, los espasmos fueron amainando no así mi fuerza, pues reinicié la cogida, con mayor rapidez, golpeando los globos carnosos, haciendo gemir y gritar de placer a la madura que se estaba viniendo de forma escandalosa. Hasta que nos quedamos quietos respirando agitadamente, luego le saqué la verga con lentitud y para mi sorpresa el negro culo se quedó abierto, como mirándome fijamente, como un hoyo enorme y profundo, hasta que Ana contrajo el ano en espasmos provocando que los chorros de mocos escaparan del hoyo, como escupiéndolos con ruidos de ventosidades, el penetrante y conocido olor a excremento inundó la habitación, todavía la mujer suspiraba, y así la dejé… con el culo apuntando al techo de la habitación, yo fui a lavarme el pito en el lavadero.

XXXVII

Los pelos de Mita. "Toma, te trajo esto el correo… tal vez de alguna de tus admiradoras…", dice mi hermana, con tono burlón –buscando mi reacción con los ojos--, entregándome un sobre blanco, casi cuadrado, mi nombre y dirección como destinatario y el timbre cancelado del correo, ¿una felicitación?, ¿para mí?, me pregunto; resulta extraño pero en casa cuando algo llega por correo sólo trae malas noticias.

Ya en mi recámara veo el contenido: una tarjeta de felicitación ilustrada con un corazón rojo, el infaltable cupido y un texto, letras de Mita que parecen garabatos: "¡Felicidades bebé!, se que ya está cerca tu cumpleaños, no se qué día, pero recibe muchos besitos de tu mamacita", y una nota al pie en letra más pequeña: "en el sobre pequeño te mando algo que me pediste alguna noche"; reviso el sobre, dentro de el un mechón de vellos castaños, largos e hirsutos, los pelos de la pucha de esa mujer, y una inesperada palpitación en la verga hace renacer el deseo.

Recuerdo entonces que en pocos días cumplo 17 años y no siento ninguna emoción en particular, hace mucho que no tengo una fiesta de cumpleaños, quizá en la infancia, sí, cuando vivían mis padres y yo era el hijo consentido y me sobraban festejos y juguetes y atenciones; algo de nostalgia me hace rememorar aquello, pero no mucho, luego entra mi hermana y me apuro a ocultar el envío de Mita.

--"¿Sabes?, no te había dicho, pero hace días vi a la tía María y ella se acordó de tu cumple, propuso hacer una comida, ella preparará mole y arroz, yo compraré el pollo y otras cosas… ¿cómo ves?, van a venir, además de ella y las primas, el tío Aurelio y su esposa, tiene mucho tiempo que no los vemos, será algo familiar… el domingo, así que no hagas planes, ¿eh?, si quieres invita a alguno de tus amigos…", y se va así como entró, casi sin hacer ruido, sin dejar que diga mi opinión.

Cuando me quedo solo pienso en mis, ya casi, 17 años y en las cosas que han pasado, lo que ha cambiado, lo que puede venir. En menos de un año terminaré el bachillerato y ¿luego?, ¿ir por la licenciatura?, ¿en qué?, además necesito seguir trabajando, cuando menos para hacer menos pesada la carga de mi hermana, ¿y yo?, ¿qué pasará conmigo? Mis pensamientos jalan a Mita, a Ludy… a otras… que de alguna u otra forma algo han aportado en mi ¿formación?, ¿en mi ser?, y me siento bien, más tranquilo, más seguro, no como antes, hace pocos años, no tantos. La atormentadora ansiedad del despertar sexual, los terribles pensamientos posesionados de mi a todas horas, mi inseguridad y mi temor, los primeros acercamientos frustrantes con las chicas, las miradas anhelantes a las mujeres –más bien a sus chiches o a sus nalgas--, la experiencia sexual que parecía no llegar nunca. Ahora siento el mismo deseo, pero ahí está Mita, Ludy, Verónica y… más, pero ya no siento el mismo tormento de antaño, por el contrario, en la actualidad parece que ellas están al alcance de la mano, que las mujeres que antes me ignoraban ahora me buscan, están disponibles, ¿ofrecidas?, quién sabe, pero disponibles, sí, ya lo he comprobado.

Empero, el sentimiento de incertidumbre persiste e intenta convertirse en tristeza, se me ocurre salir a la calle, junto a la puerta la voz de mi hermana me detiene: "¿a qué no sabes a quien vi en el mercado?... a doña Amelia, la Chawa o Tawa, no se, ¿te acuerdas?... vieja payasa, sigue igual de culona, chichona, gorda y loca, maldita vieja… nomás me saludó, de beso en el cachete, eso sí, y me preguntó por ti, qué esto, que lo otro… tiene años que no la veo y nomás me encuentra y pregunta por ti, vieja cochina… hasta se acordó que ya mero es tu cumple, yo me hice la desentendida… ¿tú crees?". Siento que mi cara enrojece al escuchar ese nombre, ¿Chawa, Tawa, Amelia? Y me estremezco al recordar aquella mujer y sin voltear la cara –que enrojece--, sin decir palabra, salgo de la casa.

Llego a la calle y en una esquina veo una aglomeración de personas, varias camionetas modernas con altavoces, algunos chamacos con camisetas y gorras rojas iguales repartiendo propaganda y recuerdo que es época de elecciones, entonces caigo en cuenta que las bardas de la colonia se han llenado, de manera casi imperceptible, de pintas políticas; una de ellas es curiosa: "¿No sabes leer?, ¡pues aprende!, el Partido (fulano) te ayuda en tu educación. El candidato (perengano) Sí puede!!!! ¡Vota por nosotros!", todo en coloridas y enormes letras. Pinches bueyes como si con un político se resolviera el analfabetismo del país, ¿están locos o se hacen?, me digo mientras evado a una chiquilla que a fuerzas quiere aplicarme una encuesta, y como me niego saca de un morral azul un paquete pequeño de condones y me lo entrega sin decir nada, claro la cajita lleva el logotipo del partido, "sólo falta que a la hora de coger con estos condones, quieran que uno repita las estupideces de su candidato", me digo cuando me guardo los condones en la bolsa de la camisa.

Y mientras descubro entre la gente que acude al mitin político a Mita, Alfredo El Moco me aclara: "es la gente del edificio donde vive tu vieja, tiene tiempo que tratan de arreglar su situación en esos departamentos, el viejo ese pelón de traje negro, es quien según está arreglando el asunto, ¿quién sabe cuánta lana les ha sacado?, pero ellos siguen necios viviendo ahí, pero el muy cabrón sólo se aparece cuando vienen los políticos buscando el voto…", y sigo las evoluciones del grupo que rodea al tipo pelón y panzón, al que ya le urge llegar a su auto lujoso y negro; pese a que sus guaruras tratan de contener a los vecinos, se escuchan improperios e insultos y vuela una que otra botella de vidrio, entre ellos va Mita con sus gafas negras y su vestido rosa floreado y sin mangas, luciendo sus hermosos brazos y levantando la mano derecha como mentando madres, finalmente el auto del político arranca rechinando las llantas, el mitin terminó. No creo que haya sido un buen saldo para el "Partido", me digo convencido.

Ya cuando la aglomeración se dispersa veo a Paty, la tetona. Desde que se esparció como epidemia el rumor de su enfermedad venérea… la chica desapareció de las calles, pero ahora está ahí, sonriente, con su falda corta y sus muslos llenos y el enorme escote --pareciera que en cualquier momento una teta le saltará de la blusa, imagino--, moviendo cadenciosamente sus nalgotas al caminar; parece que viene hacia mí y lo confirmo cuando se planta a escasos centímetros de mi cara: "¡hola bebé!, ¿cómo estás bebito?" –tratando de imitar a Mita--; quisiera gritarle "¡vete a la chingada!", pero mejor digo en voz alta: "¡hola niñita!, ¿ya se te quitó la gonorrea?"; su cara sonriente y coqueta desaparece, frunce el rostro y me espeta un grito: "¡chinga tu madre!" y se va meneando el culo, caminando con la elegancia de un pato, ante la mirada embobada de los vagos.

Mita camina hacia su edificio, llevando algo bajo el brazo, parece un cuadro envuelto en papel grueso, es algo grande, delgado, rectangular; en tanto que Patricia se aleja rodeada de algunos admiradores, sonrío no se por qué, tal vez por mi próxima fiesta de cumpleaños o haberme vengado de Paty la Chichona, cuando siento un jalón en la camisa, el Moco que advierte: "ahí te hablan", es Ludy, pero cosa rara no está enojada, más bien sonriente, su pelo rojizo y bien peinado, su vestido azul que parece quedarle chico, y sobre todo su mirada tolerante, más bien esperanzada; recuerdo el último pleito pero voy hacia ella que me toma de la mano y me planta un beso ensalivado en la boca ante la mirada de los demás, como diciendo "este macho es mío".

Cuando caminamos rumbo a su casa me pregunta: "ya mero es tu cumpleaños, ¿verdad?, ¿qué vas a hacer ese día?". Le comento sobre los planes de mi hermana para hacer una comida familiar el próximo domingo y añade: "pero el sábado… ¿qué vas a hacer?"; "voy a trabajar medio día con el español, luego… no se… creo que nada", contesto pensando en Mita.

--"Hummm, ¿qué quieres de regalo?", pregunta cariñosa.

--"Mmmm, nada, ¿qué me vas a regalar?", pregunto.

--"Será una sorpresa… mira, ese día, el sábado tengo que ir a visitar a mi tía Angelina… ha estado enferma y mi madre le mandará algunas cosas, comida y cosas así… si quieres me acompañas, le entregamos los encargos y… vamos a dar una vuelta por ahí, regresamos temprano, ¿quieres?", y me mira a los ojos como esperanzada y me besa amorosa, lengüeteando mi boca. Acepto su propuesta, esperando que ese día no surja nada con Mita.

Justo antes de llegar a su casa hay un enorme árbol, cuyas raíces han destrozado la banqueta y parte del pavimento, y ahí nos detenemos para fajar un rato. Ludy se recarga en el tronco y besándome pide "pónmelo aquí" apretándome la pinga en el pantalón y pegando el pito en su entre pierna y así, pensando en una canción cubana de Los Jubilados –Pónmela aquí, pónmela allá, ponla donde quieras, pero ¡ponla ya!--, y la gordita dirige la pinga a su entre pierna abierta y acogedora y caliente y húmeda y… cuando me doy cuenta Ludy me atenaza con sus piernas gordas por la cintura y "anda papito dame un poquito de tu verga" y me besa apasionada y golosa y caliente. La tranca se desliza despacio por su canal vaginal mientras ella bufa de excitación y nos movemos con fuerza, yo queriendo meterle la pinga, ella apretando la pucha, pero recibiendo una buena dosis de carne en la pucha, y así seguimos excitados, calientes, con las bocas pegadas, gimiendo, yo acariciando sus chiches suaves y abundantes y tersas, ella arremetiendo su pelvis contra mi verga que no puede entrar en su pucha gime "sigue, sigue, más , quiero más, ya casi, ya casi… me llega, más, quiero más, así más… más, ¡aaaaayyy!, más….", y siento cómo la gorda se viene y ruidosamente grita sus "aaaayyyy, mmmmm, aaayyy, quiero mássss", pienso en cuánto ha cambiando Ludy y… su lenguaje y su actitud y… sus ganas de… ¿verga?, ¡sí!, ¡verga!, eso dijo, que quería ¡verga!... y momentos después eyaculo soltándole chorros de mocos sobre su pucha hambrienta y ganosa. Ludy se pega a mi boca mientras siente como le echo los mocos.

 

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