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Hijo querido (5)

en Amor filial

Hijo querido V

Una noche el cansancio hizo presa fácil de Ana y el placentero sueño llegó como sin querer. La madura no supo cuándo empezó a soñar, o más bien a recordar el mismo sueño o la rememoración de las viejas experiencias vividas antaño. En aquel entonces era una chiquilla aún, ¿13, 14 años?, si, quizá; ella dormía sola en una recámara, pero algunas noches algo ocurría que la alteraba, que la sacaba del sueño: alguien llegaba sin hacer ruido, con lentitud y sigilo se metía bajo las sábanas junto a ella, la cama crujía por el peso y ella se atemorizaba y mordía la almohada para acallar ¿sus protestas?, ¿su negativa?, ¿su placer?, el miedo o temor por lo prohibido de la situación la hacían estremecer, pero se deja, se abandona sintiendo aquella mano recorrer su cuerpo, primero el cuello, luego los senos que ya empiezan a crecer, acariciando uno por encima de la bata de dormir, luego el otro metiendo la mano bajo la ropa, así por minutos en los que percibe el cálido aliento junto a su cuello; luego la mano baja por el vientre e intenta meterse entre las piernas que ella mantiene cerradas, lo intenta varias veces pero ella aprieta los muslos, entonces la mano acariciadora recorre la tersa carne de sus piernas mientras la boca le besa un oído y el cuello, siente la humedad en el cuello y gime: "hummm, no, por favor, no, ya no" en voz casi imperceptible, pero la queja parece un aliciente al tipo que con rudeza acerca el cuerpo al suyo y con fuerza le baja el calzón; ahora la mano recorre sus nalgas firmes y duras, sus piernas tersas y blancas y Ana vuelve a gemir un "noooo" apagado y en ese momento siente en el cuello la caliente respiración y entre sus nalgas la mano que le unta saliva en el culo, ya sabe lo que viene: la dura cabeza del tronco de carne tratando de metérsele en la cola y ella apretando el ano; la presión que aumenta tratando de traspasar la barrera del esfínter y ella gimiendo de dolor, pero a la vez de un placer que llega a pausas, leve, poco a poco, conforme la carne dura se afianza en su culo y ella cede, poco a poco, aflojando el culo renuente y Ana saca el aire de sus pulmones en algo que parece a un "aaaaahhhh" y entonces siente que el glande ha ganado terreno dentro de ella, lo siente dentro de su culo y gime un "nnnoooo" doloroso pero a la vez placentero y su mano derecha va hacia atrás tratando de detener los avances del macho que la tiene atenazada de las caderas, a la vez que intenta besarle el cuello con ansia y excitación, con lujuria desenfrenada; y el hombre se detiene por momentos afianzando el pito dentro del ano que poco a poco da de sí, luego la empieza a penetrar y Ana contiene el aliento sintiendo como su cuerpo se llena de esa carne dura y caliente y prohibida.

En ese momento el sueño o el recuerdo, toman forma. La madura entreabre los ojos a la oscuridad del cuarto y siente tras de sí a su hijo, a Andrés, que la tiene atenazada de las caderas, tratando de meterle todo el miembro; Ana suspira golosa y afloja el cuerpo permitiendo que el largo y grueso tronco la penetre a plenitud y suspira agitada: "¡ay hijo!, hummm, ¿qué haces?, ¡me asustas!, pensé… qué… alguien… me estaba violando… hummm, si, si… sigue, así suave, todo, lo quiero todo, más… hummm, así… fuerte, todo… todo, mételo todo, ¡ay!, hummm, duele, hummm, sigue, más, así, más, como… si… me violaras el culo, como….", y Ana calla, su mente alcanza a bloquear sus pensamientos y sus recuerdos; y mientras Andy sigue llenando de carne su intestino alcanza a preguntar:

--"¿Cómo quien mamita?, dime, anda dime, quiero saber, ¿quién te culeaba a la fuerza?, ¿quién estreno tu culo?, cuando te empecé a acariciar decías dormida "no, por favor no, ya no", cosas así, quiero saber".

La mujer mueve las caderas hacía atrás tratando de acrecentar el placer del hijo y acallar sus confesiones incestuosas, pero Andrés insiste, mientras la penetra con fuerza, "quiero saber, quiero saber"; y la madura: "sigue, sigue, dame verga, duro, me gusta en el culo, hummm, lo disfruto al máximo, ay, así, duro, fuerte, dale fuerte, más... sigue, humm, ¿quieres saber?, hummm, ¡qué rica verga tienes hijo querido!, más, ¡ay!, quiero más duro, ¡así!, huele feo, a caca, ¡me sacas la mierda Andy!, ¡más!, ¡sí!...".

Y mientras siente las contracciones del pito al llenarle el culo de mocos, y las palpitaciones de su culo que tratan de acompañar el gozo del hijo, la mujer entre gemidos cuenta en voz baja: "me enseñaron muy chiquilla, me violaron el culo… muchas veces, no se cuántas… al principio fue horrible, doloroso… luego no, o no tanto, ya me gustaba o extrañaba que me metieran el pito en la cola, no lo se, pero… si, me gustaba, me enseñaron a tener orgasmos así, me venía de una forma increíble, ¡fabulosa!, era maravilloso sentir el pito llenando mi cola de mocos, las palpitaciones, los chorros de semen, mientras me frotaba la pucha con la mano, hummm, no se… pero desde chiquilla me hice amante del sexo anal, perdona hijito, por favor. Primero fui yo, luego tu tía Helga, luego, creo, tu tía Lucy o tu tía Claudia… a todas ellas les enseñó a culear y ahora lo disfrutan mucho… a veces me entraban celos… de que él no llegara a mi cama a hacerme eso… por atrás y… que fuera a la cama de Helga o Lucy a hacerlas gemir de placer y… dolor, no se…", y ella suspira complacida tal vez por confesar sus secretos, sintiendo a la vez como el tronco vuelve a moverse entre sus nalgas, y se abandona a las fieras arremetidas del hijo, que entre metida y metida le repite: "¿quién fue mamita?, ¿quién fue?".

Pero ella guarda silencio, disfrutando de la dura verga que le llena el culo una y otra vez, haciendo caso omiso del olor a mierda que los rodea y abriendo ella misma sus carnosas nalgas, alzando a la vez una pierna para que penetre mejor el pito, y suspirando al volver a sentir como la dura pinga palpita y ella acompasa las contracciones con las suyas, suspirando gozosa y caliente, lujuriosa. Y cuando la pesadez del sueño parece invadirla todavía escucha a su hijo: "¿quién fue mamita?, ¿quién te violó el culo?, dime, quiero saber", entre sueños parece decirle: "no debes saber, no, nunca debes saber, pero… fue él… mi padre… tu abuelo… que dios lo perdone ahora que ya está en su tumba, pero… fue un perfecto cabrón… y caliente e incestuoso, pero él violó a sus hijas, a todas y a todas les enseñó el gusto por la verga, sobre todo en el… culo… y lo peor… mi madre… tu abuela lo sabía, siempre lo supo y nunca hizo nada para evitarlo… tal vez le gustaba aquello, que hiciéramos porquerías con su marido, tal vez por eso todas nosotras somos tan… putas", y suspiró arrepentida.

A la mañana siguiente mientras Ana bañaba a su hijo, tratando de evitar su mirada inquisitiva, le manifestó: "hijo, procura olvidar lo que dije anoche, son cosas feas que no debes saber… lo mejor es que los dos, ambos, gocemos del sexo así, tan rico y tan excitante, ¿sí?, ¿verdad qué te gusta?, no me preguntes cosas del pasado… tal vez te diga algo… de mi pasado… en alguna ocasión, pero no insistas, ¿sí?", mientras le lavaba el pito con abundante jabón.

--"Pero mami, si alguien te hizo daño… quiero saber", dijo Andy en tono compungido.

--"Tal vez me hicieron daño, pero… a la vez lo agradezco… aprendí a gozar del sexo de una forma tan… excitante, tan maravillosa, ¿o no?, ahora tú también lo haz disfrutado, ¿no?, así que deja de hacerte preguntas tontas y… goza de nuestro cariño y de nuestras ganas, además te tengo una sorpresa, ¿quieres saber?", dijo Ana con mirada pícara.

--"¿Qué mamita?, dime, quiero saber", contestó el lujurioso chico mientras amasaba las carnosas nalgas de su madre.

--"Pues que el domingo próximo vamos a casa de tu abuela, y que… no se… tal vez, pueda hacer que tu tío Hugo… me haga cosas… ¿quisieras verme?, ¿así?, ¿qué el me coja?, ¿qué le chupe el miembro?, ¿sí?", dijo la mujer sofocada porque el hijo ya hacía que se apoyara en el inodoro para meterle la verga entre las nalgas, buscando la pepa parda y ajada con la pinga erecta, para momentos después sepultársela toda, completa, entre suspiros de la mujer que reculaba para permitir una mejor penetración. Y mientras ella sentía las fieras arremetidas tras de si sofocada decía: "sí, verga, dame verga, me gusta la verga, la tuya, tan grande y tan gruesa, sí, dame más, fuerte, más fuerte, así, hujmmmmm, sí, más", hasta que, luego de un abundante trajín, ambos gozaron de un clímax simultáneo.

Luego mientras se vestían para irse al trabajo, Ana le hizo algunas recomendaciones: "mira Andy, si vamos a casa de la abuela trata de portarte bien, como niño bueno, nada de locuras ni cosas así, y en caso de que tu tío Hugo quiera conmigo pues… trata de ser… no se… condescendiente y tranquilo… ellos no sospechan de lo nuestro y… nuestras locuras, así qué… tú tranquilo y buen niño ¿sí?". El chico aceptó gustoso.

**

Como lo acordaron la visita con la abuela fue perfecta o casi, Andrés realizó una perfecta actuación del buen hijo; la abuela admirada comentaba: "oye Chiquis, creo que el Andy anda muy modosito, no se que le habrás dicho pero míralo, tan solícito, tan amable, hasta me ayudó a lavar la losa de la comida, calladito mirando la tele"; hasta Hugo, el hermano de Ana, añadió: "como que le hizo bien ponerse a trabajar, ya se le calmó la locura, me sorprende ¿eh?", dijo mirando de reojo a su hermana que comentó: "ya dejen en paz a mi hijo, siempre ha sido un buen muchacho, no se por qué les sorprende". Un rato después la abuela se fue a su cuarto a dormir la siesta, Andrés seguía en el cuarto de la tv viendo una película y Ana y su hermano intercambiaron miradas tomando café en la cocina, la de Hugo lujuriosa, la de Ana esquiva, nerviosa; el hermano se acercó a ella palmeándole las caderas: "entonces… ¿qué Chiquis?, ¿cuándo nos echamos un palito?, ¿hummm?".

--"No digas tonterías y deja de andarme manoseando, que la otra vez te vio Andrés agarrándome las nalgas, no seas obsceno y ya estate en paz que no tarda en venir tu mujer por ti", dijo la mujer tratando de ser convincente.

--"No te hagas, sigues teniendo la misma mirada de vieja calentona… se me hace que te andas tirando al Andy, con razón anda tan quietecito el cabrón chamaco, anda Chiquis, acepta, nos echamos un rapidín aquí en la cocina, ¿si?, y por mi vieja no te preocupes, anda de compras con sus hijas y llegarán tarde, pues dijeron que además iban al cine", y volviéndole a agarrar las nalgas la besó en el cuello.

Todavía la madura trató de resistirse: "¡oye, deja, no me beses!, no seas cabrón, no podemos hacer nada, ya deja de estar con tus… tarugadas, que puede venir tu mamá o Andy que por ahí anda, y con mi hijo no te metas, Andrés es muy respetuoso conmigo, aunque no lo creas, ¿eh?"; y el hermano metiendo la mano bajo la falda de la mujer añadió: "mi mamá ya está durmiendo y tu hijo esta viendo la tele, nadie va a venir, si quieres vamos a la sala, así vemos si alguien baja las escaleras, tengo muchas ganas de que mames el pito, ¿te acuerdas lo que hacíamos?, las mamadotas que me dabas a mi y al Germán también, porque te encantaba mamar pinga y estoy seguro que todavía mamas sabroso, y las cogiditas por atrás… en tu culo sabroso, ¿te acuerdas?, ¡qué rico!, tus hermanas se ponían celosas porque te preferíamos a ti, en lugar de ellas, ¡ay Chiquis estoy ardiendo!", dijo Hugo sacándose la verga erecta del pantalón y mostrándolo ante los ojos asustados de la hermana.

--"¡Ay Hugo no seas imprudente!, alguien puede verte, deja ya de estar de cochino, respétame un poco, soy tu hermana, además tu madre y mi hijo están en la casa, puede verte alguien haciendo estas… tonterías… mejor, si quieres… un día vas a mi casa y lo hacemos, pero aquí no", dijo Ana mirándolo a los ojos con cara de seriedad; pero el hermano no hizo esfuerzo por ser más insistente, se acercó a ella rodeando su cintura con una mano y poniendo la verga erecta en su mano poco renuente, la madura musitó: "no Hugo, por favor… nos van a ver, no me trates así… soy tu hermana y… no, mejor ve a que te mame la verga tu mujer y deja ya de hacer pendejadas…".

--"Alma no mama tan rico como tú, es más… a ella casi no le gusta mamar verga, pero tú eres… experta, ¿o no?.

--"¡Ya cállate Hugo!, pues no se… pero seguro tienes quien te chupe la pinga, no te hagas… si te andas cogiendo hasta a tus cuñadas, eres el escándalo de la familia, ¡ya ni friegas!, con razón tu esposa no te deja un momento sólo, nomás andas viendo donde meter la verga, ¡descarado!, mira que cogerte a tus cuñadas y las tres ¡ya son casadas!, eres un inmoral y lujurioso además", dijo Ana mientras con disimulo acariciaba la dura tranca del hermano.

--"Bueno, yo no tengo la culpa que a mis cuñadas sean tan calientes y les encante la verga, con eso que están tan buenas, y la verdad… maman bien rico pero… tu eres mejor… mamacita, anda ya, vamos a hacerlo", dijo Hugo jalando del brazo a su congénere para llevarla a la sala, Ana lo siguió a pasos pausados mirando de reojo la sombra que espiaba tras la ventana de la cocina, "seguro es Andy", pensó la madura ruborizándose.

Cuando llegaron a la sala Ana trató de poner las reglas: "mira Hugo lo que hacemos es por demás incorrecto, alguien puede vernos, tú mamá o mi hijo, así que vamos a hacer alguna cosa rápida…, te la chupo rico y ya, no podemos tardar mucho, pueden ocurrir cosas", pero el hermano la obligó a hincarse sobre el tapete diciendo: "si, pero ya ponte a mamar que siento que la leche se me sale"; la mujer mirando de reojo a la ventana de la sala y mientras acariciaba la verga fraterna y le daba besos en la punta, añadió: "¡ay Hugo qué obsceno eres!, mira que insistir que yo, tu hermana, te chupe el pito, ¡no tienes vergüenza!".

--"¡Cállate y sigue mamando!, vieja calentona", sentenció el hermano.

Y Ana, sin dejar de ver la sombra escondida tras la ventana abrió la boca para tragarse la verga de su hermano, con lentitud, ternura, lujuria, o todo junto, succionó la erecta tranca que le llenaba la boca, chupando con fuerza, quizá para apurar la eyaculación, pero a la vez con placer, compartiendo el incestuoso rapto entre hermanos y pensando: "mírame Andrés, cómo chupo una verga, la pinga de mi hermano, tan rica y jugosa, mira papacito como mamo verga, ¿eso querías hijito querido?, ¿verme con otro haciendo cochinadas?, pues anda, aquí estoy, chupando una pija jugosa y bien erecta, como me gustan, ¡bien paradas y escurriendo babas!, ¿te gusta verme así hijito de mi vida?, ¿sí?", y sacando la verga de su boca preguntó a su hermano con cara de inocencia: "¿te gusta como te chupo la verga?, ¿así te gusta?, ¿te lo hago más rico que tu esposa o tus cuñadas?, ¿si?

--"¡Cállate y sigue mamando hija de la chingada!, sigue mamando que siento que se me salen los mocos", digo con voz sofocada el hermano.

Y la obediente hermana volvió a tragarse la dura tranca, succionando con placer creciente, contagiándose de la lujuria de su hermano, así siguió varios minutos, aferrada con una mano a la base del miembro y succionando el glande de forma por demás placentera, provocando los gemidos de su congénere, quien suspirando pidió en voz baja: "¡ay Chiquis de mi vida!, me sacas los mocos, hummm, sigue mamando, más fuerte, chupa toda la verga, huuummm, chiquita que bien mamas la verga, hummm, ay hermanita, me están dando ganas de meterte la pinga por el hoyo, humm, anda ven, voltéate y apóyate en el sillón".

--"¡Ay… Hugo!, mejor no, mira que puede venir alguien y verte haciendo tus cochinadas conmigo", dijo Ana tratando de evitar el incestuoso encuentro, pero más bien obedeciendo a sus propios impulsos, por ello echó una mirada a la ventana de la sala, como para comprobar que su hijo siguiera espiando; con ansia anticipada dejó que el hermano le alzara la falda y le bajara los calzones y cuando Hugo le apuntaba la verga entre las carnosas nalgas Ana dijo con voz sofocada: "despacio papito, mételo despacio, no me lastimes y procura terminar rápido que alguien puede bajar por la escalera", y mordiéndose los labios espero la ruda arremetida.

El hermano no hizo caso de las apuraciones de la hermana, con lentitud abrió los carnosos y suaves cachetes del culo de Ana, se solazó mirando el deforme culo, cuyos pliegues denotaban el intenso uso de su propietaria; luego deslizó con suavidad el glande lustroso entre los mofletes del culo, mojando de babitas el orificio anal, la madura con los ojos cerrados suspiraba pidiendo: "ya Hugo de mi vida, mete la verga, ya la quiero, anda, apúrate, no tardes, ya vente por favor", y en ese instante el hermano presionó la verga en el hoyo negro y deforme y de un solo empujón sumergió la dura tranca hasta quedar ambos pegados, la verga completamente sumida en el intestino de la madura, que con los ojos cerrados y mordiéndose los labios trataba de acallar la brutal cogida.

Todavía el hombre se mantuvo quieto unos segundos, disfrutando de la enculada, sorprendiéndose del apretado culo de su hermana, sin poderse contener comentó: "¡Ay Chiquis!, sigues teniendo un culo delicioso, aprietas bien duro, sabroso, y eso que haz usado bastante la cola y todavía aprietas, chiquita linda".

--"¡Ya cállate Hugo! Y termina por amor de dios", dijo la madura con voz suplicante.

Esa fue la orden, el hermano se aferró a las suaves nalgas de su hermana e inició una furiosa serie de arremetidas que hacían temblar el sillón, provocando que las nalgas de Ana brincaran con cada metida de verga, sacando suspiros y gemidos apagados de la mujer que aferrada al sillón soportaba la cogida anal, hasta que tal vez muy pronto la madura sintió en el ano las palpitaciones de la verga que tenía bien clavada, y suspiró, su hermano le estaba llenando el intestino de mocos y ella suspiraba, apretando a pausas el culo para acrecentar el placer de ambos; Hugo con la mirada extraviada todavía daba pequeños arrempujones al flojo hoyo anal, deleitándose con la rica venida que se había dado en el culo de su hermana, hasta que ella reculó obligándolo a que sacara la verga goteante de semen y rauda huyó al sanitario, sosteniendo los calzones que llevaba a media pierna, tenía que cagar el semen que había recibido y limpiarse el culo, pues el olor a semen y a mierda era por demás escandaloso.

Minutos después Ana encontró en la cocina a su hermano que comentó: "eres deliciosa hermanita, debí haberme casado contigo, coges de una forma maravillosa, mamas y culeas como los propios ángeles".

--"Ya no digas estupideces por favor, sólo espero que luego de lo ocurrido me dejes en paz, que ya no estoy para andar haciendo pendejadas contigo, ¿entiendes?, ve a hacer tus cochinadas con otras viejas, como las putas de tus cuñadas, ¿eh?", dijo la mujer de forma terminante.

--"Humm, hermanita, ¿por qué te enojas?, a poco no estuvo sabrosa la cogidita que nos echamos, además no se de qué te espantas, no me vas a decir que no andas cogiendo con alguien, a ver confiesa, mamacita, tu no puedes estar sin coger, te conozco muy bien ¿o no?, por cierto… ¿por qué traes rasurada la panocha?, seguro para que tu novio de chupe más sabroso el coño, ¿o no?", dijo el hermano con seguridad.

--"No digas tonterías, tu me obligaste a coger, ¿o no?, y si… estuvo rica la culeada, ya sabes cómo me gusta mamar y culear, sólo que no debemos desenterrar cosas del pasado, ya somos personas adultas, con familia y todo… y respecto a tu pregunta… me ando cogiendo al director de la escuela donde trabajo, es un viejito calenturiento que además se anda cogiendo a todas las misses que llegan a trabajar ahí, ¡el muy cabrón!, nomás ve una escoba con faldas y ahí va tras ella, pero no salimos seguido, con eso de que lo tengo que compartir con cinco maestras… ya sabrás, de vez en cuando nos echamos un rapidín en la dirección del plantel, eso es todo, por lo demás ya no soy tan caliente como antes, puedo pasar meses de abstinencia sexual sin problema, no que tú… con tus cuñadas, ya ni friegas, tu mujer te vino a acusar con tu mamá, ya ponte en paz hermanito; oye mejor voy a despertar a mamá, ya durmió mucho, ¿no?".

--"No, mujer, déjala, ella se despierta sola, no la molestes, además si subes a lo mejor la agarras haciéndose la chaquetita, je je je", dijo el hermano sonriendo con malicia.

--"¡Ay Hugo cómo crees!, ni a tu madre respetas, ¿cómo puedes pensar que mi mamá a su edad… se ande tocando la pepa?, ya ni friegas".

--"Tu porque no vives aquí, pero tu madrecita todavía anda ganosa y de que se masturba… lo sabemos muchos, sin ir más lejos tu hermanita Claudia le compró un vibrador de buen tamaño, con eso de que ella se mete cosas para aplacar la calentura porque el marido no la llena, ¿o no?, y si no me crees… ahora que puedas revisa el buró de la cama de tu mamá, verás el juguetito que utiliza la señora, viejas calentonas… todas son iguales".

--"Ya por favor Hugo deja de hablar pendejadas, voy a avisarle a Andrés que ya nos vamos", dijo la mujer tratando de poner fin a la plática del hermano, y cuando salía de la cocina alcanzó a escuchar a su hermano: "Oye Chiquis, luego te busco para repetir la culeada, ¿sí?", ella ya no contestó.

Cuando entró al cuarto de la tele encontró a su hijo agitado y nervioso, el chico se le arrojó a los brazos, besándola con pasión, agarrándole las caderas y suplicando: "ay mamita querida, ¡que caliente me puse al verte cogiendo con el tío!, mira como estoy", y llevó la mano de su madre a la abultada entrepierna.

--"¡No Andy!, espera, no, espera, no podemos hacer nada aquí, en la casa lo hacemos, pero aquí… de ninguna manera, anda vámonos ya, tu abuela está dormida, mejor no la despertamos, que Hugo le avise que ya nos fuimos, anda hijito de mi vida, no seas imprudente, por favor", dijo la madre separándose de su vástago.

Minutos después madre e hijo ya iban rumbo a su hogar, notaron que ya había anochecido y al pasar junto al antiguo río, que por los bordos aún conservaba una larga fila de árboles frondosos, la mujer comento: "a veces aquí me traían mis novios para fajar y hacer cositas sucias, es más, tu padre me traía seguido cuando éramos novios… hacíamos cada locura, una vez nos descubrió una patrulla cuando le hacía una mamada a tu padre, ¡qué vergüenza!, terminamos en la delegación, los policías le quitaron hasta la cartera al cabrón de tu padre".

--"¡De verdad mami!, ¿hacías eso aquí?, oye me gustaría que me hicieras una mamadita aquí, dentro del carro, no pasa nadie, todo se ve oscuro, anda ¿si mami?".

--"¡Ay Andy!, mejor no te hubiera dicho nada, ahora te vas a poner necio con que lo hagamos aquí, ¿qué no ves que puede pasar una patrulla y descubrirnos… a mi… mamándole la pinga al hijo, ¡ni lo mande dios!".

Pero Andrés ya había liberado la verga del pantalón y mostrándola a la sorprendida madre espero que ella hiciera su parte, la mujer se agachó con lentitud a la entrepierna del hijo, mirando de reojo por si descubría algo extraño y diciendo: "pero nomás una mamadita, rápida, te vienes rápido y ya, nos vamos a la casa".

Y la mujer acercó la boca abierta hasta la erecta tranca del hijo, ansiosa, urgida de placer, y lamió con delicadeza, con cariño, la lengua recorrió los bordes del glande, para luego agarrar con la mano derecha el duro tronco y a la vez que succionaba la roja cabezota de la verga frotar con energía la dura pinga; intentó apresurar la venida, no deseaba que algo malo pasara en ese oscuro lugar, y siguió lamiendo y succionando la verga y su mano con movimientos de arriba abajo frotando la tranca, hasta que segundos después Andrés suspiró y llenó de mocos la boca golosa de su madre que se apuró a mamar el semen, lo tragó, succionando fuerte, volvió a tragar el semen delicioso de su hijo, y suspiró amorosa, lengüeteando la verga que todavía palpitaba.

Cuando se recuperan Andrés propone: "ahora mami, vamos a pasear entre los árboles y hacemos el amor, ¿sí?".

--"No papacito, ya no hagamos locuras, en la casa te hago rico y te doy lo que quieras, aquí no", y poniendo en marcha el auto se enfilan rumbo al periférico, que a esa hora luce desierto.

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