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Recuerdos del barrio. Octava Entrega

en Grandes Series

Recuerdos del barrio

Octava entrega

XXIX

Don Vito. Le decimos Vito Corleone, viejo panzón, chaparro, medio calvo y de mirada cínica; se llama Encarnación, antes era don Chon, cuando era uno más del barrio; luego se hizo rico, eso dicen; empezó como chofer en una funeraria y quizá de ahí viene su fortuna, haciendo negocios con los cadáveres, al poco tiempo ya era dueño de la funeraria, comentaban que se hizo amante de la dueña viuda, y que luego misteriosamente la señora se murió y él quedó como dueño único. Al poco tiempo compró una vieja vecindad –de rentas caras y cuartos desvencijados--, y luego otra y otra. ¿El dinero?, los hay que dicen que él nomás es "prestanombres" de otros de riqueza inconfesable. Pero como se siente el "riquillo" de la colonia tenemos que soportarlo; llega siempre en su Ford Cadillac, negro, casi cayéndose a pedazos de lo viejo, tipo Lanchón como se dice por aquí, pero se baja del auto con el porte de un diplomático con su eterno traje negro de la funeraria, la mirada despótica buscando algún enemigo invisible.

Por sus desplantes odiosos los grafiteros de aquí se la tienen sentenciada, y la fachada de su casa, cada que la pinta, se la grafitean con dibujos y garabatos incomprensibles, cuando no las llantas de su Lanchón amanecen ponchadas, como para recordarle que no es bien visto en este rumbo.

Y ay de aquel que ose estacionar el carro frente a sus propiedades, sale el viejo como energúmeno para hacer valer sus derechos, aún sobre la vía pública, por ello ha colocado botes de metal llenos de concreto seco o piedras sobre la calle, para que nadie intente estacionarse frente a su casa o a la salidas de sus vecindades, viejo jijo de su…

Y ahí está él, una tarde. Lo vemos subido en una escalera pintando de nueva cuenta la fachada de su horrible casa, y es que… ¿a quién se le ocurre pintar la fachada de amarillo huevo y las ventanas y el portón de negro?, sólo a don Vito, decimos los chamacos con ojo observador. En eso me comenta Alfredo El Moco, primo lejano: "¿ya te invitaron?", lo miro desconcertado y confirma: "ya vienen los 15 de Tere, la hija chica de don Vito", no hace falta contestar, todos estamos, de una forma u otra, invitados.

Como aclaración. En esta colonia, y en casi todas, podrá imperar la más cabrona de las pobrezas, pero a la hija que cumple sus 15, ¡se le hace su fiesta o que se acabe el mundo!, ¡cómo no!... y hasta la familia más pobre hace de "tripas corazón", vende lo que puede, empeña la tele, el refri y las joyas de la abuela para la fiesta de la quinceañera; o consiguen "padrinos" para que paguen todo: para el vestido, para el salón, para la bebida, para la misa, para la comida y todo lo que se pueda ofrecer para cumplirle a la "niña" su fantasía de los 15 años, aunque la "niña" ya esté embarazada de seis siete meses.

Y cuando la estrechez apremia, se hace de la calle el "salón", y se bloquean las esquinas con carros viejos y se contrata un "sonido" estruendoso y se le hace la fiesta a la "niña", ¡cómo chingaos que no!, y la música resuena rompiendo cristales y oídos hasta el amanecer… el alcohol corre como si se fuera a acabar el mundo. ¡Todo mundo borracho y contento!, hasta que empiezan los pleitos y salen a relucir las navajas, las pistolas y los puñetazos; normal, todo normal, como siempre ha sido en el barrio.

Aquí todo eso es algo cotidiano, y es día de fiesta, quizá el único en el que los chavos nos colamos en otras casas para bailar y beber de gratis, pues es la fiesta de los 15 de la "niña" de la casa y nada se debe negar, eso lo saben los anfitriones, el papá y la mamá y los familiares, so pena de ser condenados por el resto del año como viejos "jijos de su ma… tacaños" y epítetos similares sobran.

Respecto a don Vito, quizá haya sido mala suerte o que sus hijas fueran muy "pirujas". Mireya, la mayor, cuando apenas ensayaban el vals de sus 15, ya se sabía que el "maestro" de vals y los chambelanes le habían "brincado" entre los muslos, por ello cuando llegó la fiesta y resultó que "Mireyita" estaba "un poquito" embarazada, don Vito no supo ni a quien reclamar, pues la "niña" no supo decir quien había sido el que "se había llevado la linda flor". No obstante la fiesta se llevó a cabo con fastuosidad y sobrada elegancia. Mireya quedó como madre soltera, algo amargada y con un hijo, pero eso sí, ¡querendona!, como no había igual en el barrio.

Le siguió Charmín, igual de morena y caliente que su hermana mayor; ella fue una de las primeras en inaugurar el baldío, y acompañada de alguno de los vagos se metía tales cogidas que asustaban a los transeúntes con los gritos, por ello don Vito le puso vigilancia para resguardar el "honor de la familia" y al final… la quinceañera resultó embarazada de uno de los guardianes que le puso su padre, en la fiesta de los XV don Chon se puso tal peda renegando de las putas hijas que le había dado dios.

Y ahora viene la fiesta de Teresa, Tere para los cuates, la menor, pero de quien ya se habla con frecuencia en "los bajos fondos". Tere es diferente a su padre y hermanas. Se dice que fue un "desliz" de su madre, y por eso ella es blanca, alta, esbelta, hermosa, altanera y… de nalga fácil, para no variar. Yo la había mirado alguna vez, de lejos, siempre con la sensación de que ella se sentía en otro mundo, lejana, ausente, con gestos despreciativos, desdeñosos, pero es una chica muy linda, muy hermosa, y ahora…estamos a la espera de sus 15 años, de su fiesta y… de saber quién habrá sido el "ganón". Y mientras imaginamos la ostentosa fiesta seguimos atentos los apurados movimientos de don Vito y su brocha y su pintura ofensiva al entorno y… de pasada le mentamos su madre.

XXX

Domingo anal. Por la mañana camino por las calles silenciosas y llenas de basura, aún es muy temprano, los negocios están cerrados y la gente todavía no sale a sus quehaceres; regreso de estar con Mita y siento que estrellitas revolotean en mi cabeza o en el estómago. Me citó temprano, muy de mañana, a las seis iba subiendo los escalones de madera que rechinaban y al llegar a su puerta la hallé abierta, apenas emparejada, "¡hola bebé!, ¡qué tal!, ¿cómo amaneciste bebito?, pasa, preparé café, ¿quieres una taza?" y avanza dejándome su olor a limpio y a jabón Palmolive, su bata ligera moviéndose con la cadencia de sus pasos y cuando entro a la cocina no encuentro ninguna taza de café sobre la mesita desvencijada, está Mita de rodillas sobre una silla, que cruje, con la grupa en alto, los brazos apoyados en la mesa y mirándome de lado; al acercarme despacio desliza con una mano la bata, dejando sus nalgas al desnudo, "ven bebé, te daré algo que te gustará" y avanzo despacio embelezado con esa visión de ángeles, cielos y paraísos, los glúteos de Mita ahí, quietecitos, esperando.

Mita sigue mirándome silenciosa y la visión de su culo me atrae como un imán, no es la primera vez que se lo veo, pero siento que estoy descubriendo esa intimidad por primera vez; cuando me doy cuenta ya estoy en cuclillas ante esos cachetes –curveados, firmes y casi pornográficos-- mirando, tratando de grabar en mi mente toda esa visión fantástica e increíble, mis manos recorren la piel tersa y sin mancha, no, corrijo: las nalgas de Mita tienen pecas, unas cuantas pecas diminutas, apenas perceptibles, cafés claro; ella recula un poco y su nalgatorio se levanta, se entreabre, y mis manos amasan los globos suaves, firmes; separo las nalgas que descubren el caminito sonrosado que las separa, más abajo la maravillosa visión de su culo rojizo y estrellado; atento trato de contar los pliegues apretados y descubro que tiene pelos, delicados y cortos vellos castaños alrededor del hoyo y así me quedo, mirando extático, temblando, acariciando esa carne que vibra, un dedo recorre el camino secreto, primero arriba, desde la curva de las nalgas, va hacia abajo hasta tocar los pliegues duros, más hacia abajo el dedo recorre la raja de la pucha, vuelvo hacia arriba y recorro el mismo sendero rosado, "ay!, bebé, siento cosquillas, cosquillitas en mi colita, ay bebé qué siento, qué me haces", dice ella sofocada.

Entonces le abro las nalgas al máximo y es como una fuerza poderosa que me atrae, su culo; y mi lengua filosa va directo ahí, a los pliegues, y recorro con lengua y labios esa carne prohibida, secreta; lengüeteo ansioso, embarro de saliva y Mita gime y mueve las nalgas "si, bebé, besa mi cola, ¡siento cosas, siento cosas!", el culo sabe amargo y huele un poco a caca, sigo lamiendo más, haciendo que ella se remueva en la silla que rechina; cuando ya no puedo más me levanto y saco mi verga del pantalón para apuntársela en el ojete, que se contrae, como un ojo que me guiña, pero no se la meto, recorro con la punta todo el valle carmesí, arriba y abajo, haciendo suspirar a la mujer que me guía: "así bebé, juega con la cola, no lo metas, todavía no, yo te digo", y voy y vengo con la verga frotando su culo que parece palpitar hasta que el glande, ya mojado, espera pegado al cerrado agujero y busco el condón en la bolsa del pantalón, Mita me descubre: "no bebé, no te pongas nada, quiero sentir tu carne con mi carne, pon tu dura pinga ahí, si bebé, aguanta las ganas de venir, déjalo ahí, aprieta un poco, sólo un poco, déjame a mi" y siento como, con lentitud, el culo me deja pasar, se afloja, se abre apenas, y ya, mi glande ha sido tragado por ese hoyo misterioso, el esfínter aprieta dolorosamente la cabeza de la verga, Mita se queja "ay, bebé, duele, duele mucho, ay, espera, no te muevas, déjame a mi, pero espera un poquito, tienes muy gorda la pinga, aaaay", y me quedo quieto agarrado a sus nalgas que, poco a poco, se mueven hacia mi, tragándose la verga que se clava dolorosamente.

Mita gime lastimeramente y veo dos lágrimas que escurren por su rostro contrito, siento los dedos de ella acariciando el tronco de mi pene por entre sus piernas diciendo "¿falta mucho?, ¡oh, sí, falta mucho!" y sigue reculando, comiéndose toda mi verga, hasta que por fin, la tiene toda dentro, mis pelos pegados entre sus nalgas; y no se cuanto tiempo pasó, pero de pronto voy y vengo dentro del culo, Mita ya no se queja, suspira, las manos mantienen abiertas sus nalgas y mis ojos se llenan de esa película gloriosa: mi verga entrando y saliendo con furia del culo abierto y flexible de la argentina, creo que ya me vine pues algo blanquecino escurre del hoyo cuando le saco el pito; los movimientos se hacen rápidos y furiosos y pienso "el culo de Mita, mío, sólo mío, me cojo el culo de Mita", y ella "si, bebé, dale duro a la cola, duro, ay, ¿qué siento, qué siento bebé?, ¡tu leche, dame tu leche bebé, dámela toda en el ccuuuuuuloooooo!", grita, y la silla rechina, la mesa rechina, yo bufo ruidosamente y ella gime de placer, y siento las contracciones de la pinga, llenando de semen ese hoyo abierto que apesta, y me pego a ella y sigo eyaculando mirando al techo, donde el cable y el foco lleno de moscas parecen espiarme, y cuento las moscas, y cuento las contracciones de mi pito: dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y pierdo la cuenta pues Mita contrae la cola, apretándome el pito, en sincronía con mi eyaculación: "¡qué rico bebé, tu leche, tu rica leche, me llena… la ccccooooooolaaaaaa!", grita ella y dejo de pensar, sólo siento y me voy de este mundo, disfruto; al terminar sofocado y tembloroso, saco el miembro lastimado, lustroso, goteando semen, miro el culo de Mita que palpita, expulsando los mocos que escurren, resbalan por su pucha y sus piernas, que gotean sobre la silla.

Luego en el baño, abro la regadera para bañarme mientras ella sentada en la taza puja… momentos después el ruido conocido "prrffffrrrr", está cagando, echando fuera mierda y leche, pienso, mientras me lavo la pinga con abundante jabón, y escucho a la mujer "aaayyyy bebé, me destrozaste la colita, me arde mucho, y tu leche, ¡cuánta leche bebé!, ¿siempre te sale tanta?"; luego tomamos café en la cocina y me apura "ya vete bebé, que no tardan en salir los vecinos, no quiero que te vean salir de aquí, de mi casa", y bajo los chirriantes escalones lleno de estrellas, sintiéndome el más poderoso de los hombres.

Todo eso voy recreando ese domingo por la mañana solitaria, cuando de pronto descubro que la tienda ya está abierta y a los vagos afuera tomándose una cerveza para aplacar la cruda, "¿qué, vienes de desayunar?", me dice uno burlonamente y los demás ríen, no contesto y sigo mi camino; un grito añade "siquiera ciérrate la bragueta" y raudo busco el cierre, que encuentro arriba, cerrado, y ellos se carcajean, volteo y les miento la madre y vuelven a reír, y yo también sonrío, todo me vale madres, estoy feliz aunque tenga el pito dolorido.

XXXI

Ludy again. Una noche, luego de seguir aprendiendo a manejar el coche del mueblero español, llegó a mi casa y descubro enfrente a Ludy, resulta extraño que ella me busque aquí, pero su beso goloso no me da tiempo de averiguar, además pienso que algo raro ocurre con la esposa del mueblero, doña Carmen me mira de forma extraña, quizá hay en sus ojos un toque de lascivia o deseo; me apura a que terminé mis lecciones de manejo pues, según, tiene cosas pendientes que hacer y yo tengo que llevarla en el viejo auto del patrón. Eso pensaba cuando mi novia gorda me asalta a besos frente a donde vivo y toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos

Caminamos sin querer hacia el baldío, aunque es temprano. Nos detenemos antes en la vieja banca de cemento del antiguo parque, y ahí Ludy se abraza a mi, me besa apresurada, ansiosa, repitiendo, "te quiero, te quiero, te quiero"; pienso que ahora anochece más tarde pues aún hay luz de día y jirones de sol pintan de amarillo el cielo allá, a lo lejos; pese a que aún hay luz, le dejó ir una mano entre las piernas y al subir siento su calor, ella abre más las piernas y el calor aumenta: Ludy anda bien caliente, me digo y ella lo confirma al murmurar: "ya te quiero ahí, te deseo, cariño"; miro alrededor y todo parece desierto, al menos lo creo y en un acto atrevido me saco del pantalón la verga erecta, la gordita se apodera de ella en el acto diciendo "¡mi vida!... ya la quería ver… de nuevo… tan linda… tan grande… tan… caliente… tu verga, cariño mío, no sabes cuánto te deseo, te quiero dentro de mi…, ya no aguanto las ganas… de que… lo metas… un poquito… dentro de mi", y se vuelve a pegar de mi boca como una cosa "babosa" que me succiona, en tanto que su mano aprisiona mi pinga y juega, la frota de arriba abajo y yo le acaricio las tetas tratando de desabrochar su blusa, y seguimos unos minutos más con el faje que parece aumentar la excitación de mi noviecita.

Un rato después ha oscurecido y mientras nos metemos en la soledad de aquel predio abandonado, me hago el propósito de volver a encular a la gordita, que camina pegada a mi y no se por qué pienso que algo le ocurre a Ludy pues ahora viene más "romántica" que otras veces. Cuando llegamos a la vieja pared casi derrumbada, Ludy me sorprende: hace que me recargue en la destruida pared y mientras su boca vuelve a pegarse a la mía abre la bragueta del pantalón para liberar mi verga erecta, ella toma la iniciativa –qué raro, me digo--; ya cuando estamos abrazados y seguimos con el eterno beso ensalivado, la gordita abre un poco las piernas, sube parcialmente su vestido, y cuando el pito se desliza sobre su pepa descubro que Ludy no lleva pantaleta y lo más sorprendente: no cierra las piernas para atrapar el pito entre ellas y evitar la penetración, no, las deja abiertas un poco, y ella es quien se mueve, en un lento compás va y viene hacia mi, deslizando el pito erecto sobre su pucha caliente y mojada; el intenso placer se posesiona de ambos, ella se cuelga de mi cuello con sus brazos y suspira mientras me besa, yo la agarro de las nalgas para sostenerla mientras mueve la pelvis en delicados círculos, frotando la pinga sobre la raja de su sexo que arde y cuando siento que su excitación llegó al máximo, Ludy coloca la punta de la verga en la entrada de su vagina y suspira, cierra las piernas con fuerza y gime ruidosa cuando el orgasmo le llega tumultuoso; Ludy casi grita y yo estoy a punto de soltarla pues no aguanto su peso, y a duras penas dejo que su orgasmo termine, entre bufidos y temblores.

--"¿Estuvo rico nenita linda?", le pregunto mientras le acaricio las nalgas

--"¡Riquísimo!... vida mía, nunca había terminado de esta forma tan intensa… siento que la babita me escurre por las piernas, huuuummm, ¡cariño!, ya me hacías falta… pero tú… no haz terminado", dice en voz baja y sin añadir nada más se despega un poco para darme la espalda e inclinar un poco el cuerpo, me ofrece sus nalgas.

Ludy se apoya en la pared alzando un poco su vestido, le abro un poco las nalgas y deslizo la verga entre los cachetes carnosos hasta frotar la raja de su pucha –tengo que doblar un poco las rodillas para quedar a la altura correcta--, ella suspira de nueva cuenta, y me entretengo un poco deslizando el pito sobre su sexo; en cierto momento me detengo sobre la entrada de la pepa y empujo un poco, sólo un poco; la cabeza del garrote la penetra y ella gime: "huuummm, no… todo no, déjalo ahí" y obedezco dándole pequeños piquetes de verga en la pucha, siento que la pepa se abre y me deja entrar, al menos parcialmente, y así estoy, removiéndole el glande en la pucha cuando Ludy vuelve a soltar sus gemidos: "aaahhhhh, hummm, más, ahí… muévelo ahí… aaaahhh, papacito lindo… me llega… mmmm, me viene….yaaaaaa", un nuevo orgasmo hace que su cuerpo tiemble y su panocha palpite sobre mi verga.

Cuando Ludy deja de gemir le saco un poco la verga y se la apunto en el culo, ella se deja hacer, obediente, parando más el culo y cuando presiono ella suelta un "aaayy" de dolor y su culo me deja entrar; le voy metiendo el pito lentamente hasta que me quedo pegado a sus nalgas y ella suspira sofocada o dolorida, no lo se; y de alguna forma comparo a Mita con Ludy: el culo de la argentina aprieta más, mucho más, o será que aquella mujer contrae el ano para hacer más intensa la cogida o el culo de la gordita es más flexible, no lo se y no me interesa averiguar en ese momento; luego me la empiezo a coger, lentamente, metiendo y sacando la verga que poco a poco ya entra más fácil, siento su culo cada vez más suave, más abierto, y sigo metiendo y sacando el miembro, provocando que la chica choque con su cabeza en la pared, hasta que suspiro y la leche me llega, me repego al culo de la gordita que parece apretarme a pausas mientras eyaculo, y siento los chorros de mocos y las palpitaciones de mi pito, siento que mis piernas se doblan, ella suspira y yo también, hasta que la verga se queda quieta y se afloja un poco, el olor a sexo es intenso y nos rodea. Cuando le saco el pito Ludy me pregunta: "¿estuvo rico papacito?".

--"¡Delicioso!, chiquita linda", contesto en tono amoroso.

--"Ya te gusto hacérmelo por el recto, ¿verdad?, ¿sientes rico?", pregunta con un suspiro.

--"Y a ti… ¿te gusta?", me atrevo a preguntar.

--"¡Hummm, cariño!, siento delicioso cuando entra y sale tu… pene, y más cuando te vienes y me llenas de leche… es algo riquísimo como palpita tu… verga al venirse dentro de mi, me siento completamente tuya… toda tuya, deseando que me hagas todo lo que quieras…" y me besa con pasión.

Minutos después regresamos a la banca y noto que ya hemos estado juntos mucho rato, ella parece interpretar mi duda y aclara: "le pedí permiso a mi mamá para verte, ¡ya te necesitada chiquito lindo!", y aprieta su mano sobre mi bragueta para agarrar mi verga. Intento levantarme para emprender el regreso a su casa, pero ella me detiene: "espera, tengo que limpiarme la pepita, todavía me escurren babitas" y observo parcialmente como la gordita saca pañuelos desechables para limpiarse entre las piernas, para luego de una bolsa del vestido tomar su pantaleta roja y con un rápido movimiento intenta ponérsela pero la detengo: "no, espera, quiero tu calzón… para mi"; me mira desconcertada y pregunta "¿para qué?"; "lo quiero… de regalo", le aclaro, ella obediente me la entrega diciendo "pero jura que nadie te lo encontrará, menos tu hermana, si sabe que es mía… me mata!".

Cuando dejo a Ludy en su casa descubro algo extraño, el olor a sexo no desapareció, sigue pegado a mi, reviso mi ropa, mis manos, parece que estoy impregnado de olores a panocha, a semen y a… caca; apuro el paso para llegar al edificio para lavarme o cambiarme de ropa, de ser preciso bañarme, pienso. Y ya cuando estoy por subir las escaleras me cruzo con la miss Ana, que luce ya su evidente embarazo; me detengo para dejarla pasar pero ella se detiene y voltea, creo que le llega la peste: "¡uuuuff niño, andas muy activo!, ¿verdad?, ¿recuerdas que me debes un favor?, bueno… luego que te bañes subes a la azotea, tengo algo que decirte…" y sube meneando sus caderas gloriosas, la sigo pasos atrás rogando al cielo que no esté mi hermana en el departamento y así pueda asearme y despojar de mi los olores a Ludy. Para mi fortuna la casa esta sola y a oscuras y corro al baño para tratar de eliminar el olor a sexo.

Un rato después subo al departamento de Ana; llego a la puerta pero no me deja entrar, trae una caja de cartón en la mano y me la entrega diciendo: "es un favor, no te sientas comprometido, ¿entiendes?, ¿sí?, espero que sí… no abras la caja por ningún motivo, la tienes que entregar en un domicilio, en la colonia Roma, calle Veracruz, cerca del metro Chapultepec, ¿entiendes?, los datos están en el sobre que está pegado arriba, ahí encontrarás dinero para pagar el taxi, el autobús o el metro para llegar ahí; mira, esto es importante… el señor que reciba la caja te tiene que entregar un sobre con algo dentro, si no te entrega el sobre no le des la caja, ¿entiendes?... tampoco abras el sobre… por ningún motivo, ¿entiendes?, y cuando regreses me entregas el sobre cerrado, eso es importante, no lo debes abrir… ahora bien… ¿me quieres hacer este favor?, dime ¿si o no?, te repito, es un favor… sólo eso"; cuando recibo la caja noto que pesa algo, quizá 15 kilos o poco más, "¿será ropa o qué?", me pregunto y la miss añade: "puedes ir cualquier día de éstos, no urge, pero procura ir por la mañana; cuando me entregues el sobre te daré tu premio, ¿sí?".

Y cuando le pregunto de que se trata todo el asunto, ella responde: "no te preocupes, cosas de viejos amores, nada que te pueda comprometer, te lo aseguro, pero recuerda, no abras ni la caja ni el sobre que me debes entregar, ¿sí?", y me da un beso cariñoso en la mejilla añadiendo "oye, cada día que pasa te pones más guapo, más hombre… con razón te buscan tanto las muchachas… pero procura cuidarte, sobran viejas que te quieran embarcar", luego cierra la puerta y yo bajo la escalera un tanto confundido cargando la caja.

 

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