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Mi tía favorita (03)

en Amor filial

Mi tía favorita, III

Las recientes experiencias sexuales con mi tía Lupita estaban acelerando en mi cambios bastante significativos. No en mi desenfrenada calentura por mi pariente, sino que había algo más. Por principio de cuentas en la escuela las chiquillas de mi edad, que antes ni me pelaban, ahora fijaban sus ojos inquisitivos sobre mi personita, como tratando de averiguar por qué me veía diferente. También las mujeres mayores parecían intuir con desconocido instinto que yo no era ya el chiquillo inocente y bobo de antaño, sino que algo había en la mirada o en mis ademanes que les comunicaba que "yo... ya".

Así por ejemplo, cuando en cierta ocasión acompañaba a mi madre en el super ella se detuvo ante dos de sus amigas y al despedirse una de ellas le comentó: "oye Clarita, ya hueles a suegra, Betito se está poniendo guapísimo, ya está hecho todo un hombrecito", yo tuve que soportar los halagos y la mano gordezuela de la mujerona que me acariciaba el rostro.

Yo hacía caso omiso de todo aquello, la fuente de todos mis pensamientos y deseos estaba en Lupe. Estando en clase las horas me perecían siglos para salir corriendo a mi casa y acechar a mi tía para nuevos y ardorosos ataques; ella en tanto, aunque tratara de contener mis ímpetus eróticos, al final terminaba cediendo a mis ruegos y se abría de piernas.

Un jueves, cuando ansíaba yo la llegada del fin de semana para quedarme a solas con Lupe –pues mis padres dieron por esas fechas en salir de la ciudad de paseo con algunas parejas de amigos comunes--, apenas salí de la escuela sufrí de un repentino ataque de deseos al imaginar que haríamos mi tía y yo en esos dos maravillosos días, a solas los dos; el miembro se enderezó, ostentoso y erecto, y a duras penas pude ocultar la evidente erección y acelerar el paso para llegar a casa y... disfrutar de mi complaciente tía.

Apenas entré en la casa, dejé la mochila tirada y me encaminé a la cocina, donde a esa hora acostumbraba a estar Lupe; ahí la encontré de espaldas a mi y frente a la estufa, preparando la comida, la quise sorprender abrazándola por detrás; eso hice, pero ella ya me había sentido, pese a todo se dejó abrazar y acariciar, me faltaban manos para sobar las tremendas tetas de la tía, la urgí: "ay tía tengo muchas ganas, quiero coger".

--"Cálmate Betito calentón, hoy no puedo".

--"¿Por qué?".

Sin separarse de mi llevó una de mis manos a su bajo vientre y ahí, sobre su vestido noté una extraña protuberancia en dónde debería estar su sexo, ella explicó: "me bajó la regla, tendrás que esperar unos días", lo que mi mano tocaba era obviamente su toalla sanitaria.

--"Pero tía...".

--"No papito, así no se puede, tienes que entender y esperar".

Frustrado me separé de ella, pero Lupita siempre tenía la solución. Se acercó a mi y luego de besarme me prometió:

--"Anda quita esa cara, bribón, déjame terminar de preparar la sopa, vete a tu cuarto en seguida estoy contigo, ya sabes que no te puedo negar nada".

La esperé ansioso, tramando la estrategia de darle verga por el chiquito, ya que con su periodo ella no querría por la vía normal, pero..., empecé a hacer cuentas, ese día era 27 del mes y "si mal no recuerdo", me dije pensando, y si, según mis cuentas Lupe tenía su regla a mediados de cada mes, los días 13 o 14..., y por lo general era muy puntual, pero... ¿entoces?, algo andaba mal, tal vez.. no estaba seguro, queriendo comprobar algunas cosas fui al baño, me interesaba checar su ropa íntima, la del día anterior; busqué en el bote de la ropa sucia y si, ahí estaban sus pantys negras del día anterior, y las blancas de un día antes, o sea que..., hasta ese día no le había bajado a la tía, bueno... si es que en verdad tenía su regla, pensé embargado por la duda cuando ya estaba en mi cuarto.

En esas estaba cuando entró Lupe a mi cuarto, rápida cerró la puerta y jalándome del brazo me llevó a la cama; apenas tuve tiempo de bajarme el pantalón y sentarme en la orilla de la cama; Lupita apurada se arrodilló entre mis piernas y presurosa tomó el miembro que apenas se estaba poniendo duro y diciendo "ahorita verás condenado" se zambutió el semi erecto miembro en la boca para iniciar una de aquellas gloriosas mamadas; pelaba el prepucio para aplicar labios y lengua sobre el glande, mientras que yo, agarrado a las ropas de la cama trataba de contener la venida; así estuvo su boca sube y baja sobre el duro pito, succionando, chupando, lamiendo hasta que..., un minuto después tuve que rendirme y me vine, la leche salió impetuosa como siempre y mientras ella mamaba lo que daba de mi la verga, extrañé la ternura y el cariño que mi tía vertía en mi al concluir la cogida..., parecía que tenía prisa, pero sin pensar, porque las sensaciones eran presa de mi, dejé que ella siguiera con su deliciosa labor.

Al dejar seca mi verga se levantó, me besó en la mejilla y diciendo "bueno Betito calentón déjame terminar de hacer la comida, por hoy no te puedo dar más, ya sabes... tengo mi regla..., debes saber esperar...", y ahí me dejó, con el pito goteante y mi respiración entrecortada.

Luego de la mamada dormí un rato y por la tarde cuando hacía mis deberes escolares sonó el teléfono, constesté: "¿diga?".

--"Hola, ¿eres Beto?, ¿si?, bueno soy Toñita, la señora de las costuras, ¿me puedes pasar a tu tía Lupita?, le estoy haciendo un vestido y quiero avisarle que ya lo terminé...

Le grité a Lupe: "Oye tía es para ti, la señora Toña...

--"¿Ah si?, gracias, contesto desde la cocina Beto...

Ya iba a colgar el aparato cuando la curiosidad me hizo ser imprudente: escuché la conversación de las mujeres:

--"¿Toñis?, hola cómo estás...

--"Bien mujer, pero...

--"¿Qué?, dime...

--"Mejor no Lupita, no me atrevo, de veras...

--"¿Pero por qué?, si ya habíamos quedado...

--"Pues si..., pero mejor no..., dile a Pepe que mejor no...

--"Ay mujer, ¿cómo?, si ya hasta quedamos con la hora, pasará por mi aquí cerquita, en seguida llegamos a tu casa... ya mero es hora, no te puedes echar para atrás...

--"Pues si Lupe, pero me da miedo...

--"¿Por qué?, ay mujer..., no debes preocuparte, ya conoces a José..., te gusta, acéptalo..., quieres hacerlo... ¿qué no me contaste?, la fiesta y todo eso... que se fueron en su coche y las cositas que hicieron, que le sacaste la lechita a mamadas y todo eso, no te hagas!...

--"Pues si pero..., bueno... tú sales con él...

--"¿Y eso qué?, si salimos y nos vamos a la cama, de vez en cuando, de eso ya tiene su tiempo, tú sabes... pero ahora ustedes quieren hacerlo, no hay problema..., además hacerlo así es excitante ¿o no?...

--"Ay Lupe!, no digas eso, ¿cómo va a ser normal que se haga así?, tú, yo y Pepe..., ay no!, me moriría de pena... además en mi propia casa...

--"Tú lo propusiste, que te daba pena ir a un hotel..., eso dijiste... no Toñis, cálmate, verás que la vamos a pasar bien...

--"¿Lo prometes?, prometes que no habrá problema... digo..., si acepto, porque tengo mis dudas..., hace tiempo que yo no...

--"Pues si mujer..., pero ya es hora que vuelvas a tener hombre, todavía estás guapa, tu marido murió hace mucho, ya es hora... cómo voy a creer que te andes metiendo el dedo cuando tienes ganas de pinga, con lo ricos que son los hombres, ay mujer...

--"Cállate Lupe, no digas esas cosas, prometiste guardar el secreto...

--"Bueno ya..., a las siete ¿eh?...", dijo la tía y colgó, hice lo mismo, pensando: "así que... Lupe..., el tío José... los dos, ella y el hermano de mi madre... desde hace tiempo, ¿cuánto?, eso dijo, y ahora esa vieja calentona de doña Antonia, vaya..., sorpresas te da la vida, así que... ahora los tres, juntos, en la casa de esa costurera cincuentona, no que Lupe tenía su regla..., que no podía..., quería estar en... plena forma para... vaya, vaya".

Tramando qué hacer para descubrir las maniobras de ese trio de cabrones finguí seguir con mis cosas, hasta que cerca de la hora de la cita salió Lupe de su cuarto, bien vestida y peinada, recién bañada: "oye Betito, voy a salir un rato, tengo que ir a probarme un vestido que me hizo Toña, regreso más tarde, la cena ya está lista por si llegan sus papás, no tardo", dijo dándome un besito poco sincero en la mejilla.

"Hummm", dije pensando qué hacer, la casa de Toña quedaba pegada a la de nosotros, en la cuadra siguiente, apenas separadas las dos por una reja de madera... "¿y si voy?... qué tal si...", me decidí de inmediato, esperé unos minutos, los suficientes para calcular que mi tía ya estuviera en casa de Toñis, salí por la puerta de la cocina y al llegar a la reja que separaba las dos casas revisé y encontré que la verdad era muy fácil brincar al otro lado.

No me fue difícil llegar hasta la casa de Toña; busqué por dónde asomarme al interior de las habitaciones y tampoco fue difícil encontrar el mejor ángulo de visión, había varios sitios espléndidos: la ventana de la cocina; el ventanal que daba a la sala y por supuesto, la ventana que daba a la recámara de la costurera; pero cuando intenté hacer mi primera incursión casi me morí del susto al descubrir en la cocina, a escasos centímetros de mi cara a mi tía Lupe lavando unos vasos de cristal; por instantes sentí sobre mi sus ojos, me quedé estático e inmóvil deseando que me tragara la tierra, pero nada pasó; en eso una voz femenina –la de la costurera— la llamaba desde la sala: "¿Lupe?, ¿qué haces mujer, ya ven acá?".

--"Ya Toña, espera que ya voy...", contestó mi tía.

Aquello me indicó que la acción estaba en otro sitio, pero Lupe no parecía tener prisa en secar los vasos donde seguro se servirían cubas libres, así que por alguna extraña razón se me ocurrió ir a la ventana de la sala, pero para mi decepción las cortinas estaban corridas y sólo se escuchaba la voz de la costurera: "ay... no don Pepe, estése quieto, mire que no ¿eh?, no eso no, no sea malora oiga, mire que yo no..., ¡oye Lupita!, mira a don Pepe, ¡que no!, le digo, hummm, quite su mano..., no... hummm" y ahí estaba yo, con la oreja pegada al ventanal cuando escuché un ruido, me quedé quieto, como de piedra: arribita de mi cabeza una ventana se abrió y la voz de mi tía: "Toñis voy abrir la ventana para que entre un poquito de aire, oigan espérenme que ya estoy con ustedes, les traigo unos vasitos de ron, para acompañar la tarde, oigan..., miren.., si no me hacen caso mejor me voy", y la voz de la costurera: "es que... ay Luuupe..., don Pepe... ay es tremendo, mira que meterme mano..., ay no... espere don José... Luppppe... mira a don Pepe...".

Eschuché los pasos de la tía alejarse de la ventana y al voltear para mi sorpresa descubrí las cortinas abiertas parcialmente y mi primer vistaso me dejó ver una escena por demás excitante: el tío José y Antonia, la costurera, ambos sentados en el sofá, intercambiaban besos de lengüita mientras la mano derecha del tío estaba entre las piernas abiertas de aquella señora, quien no perdía el tiempo y ya agarraba la tranca erecta del pariente; la tía Lupe se estaba quitando las pantimedias apuradamente sin despegar la vista de la pareja, y yo que sentía que el pantalón se me rompía de la tremenda erección.

Total que aquella tarde disfruté de una sesión del más descarado porno, pero no en video sino en vivo y a todo color: mientras José y Toña seguían besándose y metiéndose mano Lupe no perdió el tiempo: agarró la pinga del tío y se la empezó a mamar; luego la costurera descubriendo a la tía se sumo al festín y entre las dos le mamaron la riata al tío hasta que éste pidió tregua y apartándolas violentamente se apartó de ellas para quitarse la ropa y de paso apurar medio vaso de ron, la pausa fue aprovechada por las mujeres para desnudarse, Toña quiso justificarse: "oye Lupita... tú sabes que yo no quería ¿eh?, nunca he hecho estas locuras ¿eh manita?, tú sabes que no, si quieres me voy a otro cuarto para que estés a solas con Pepe...", Lupe la atajó: "¡ya cállate mujer!, déjate de cosas, vamos a disfrutar los tres, no hay problema".

Luego José a la voz de "ahí te voy pinche Toña, te la voy a meter todaaaaa..." se le fue encima a la costurera y ahí sobre el sillón se la cogió; la mujerona hasta subió las piernas hacia el techo cuando el hombre la penetró; al tía no perdía el tiempo, se abrió de piernas para que el tío le metira la mano a su pucha abierta; hasta afuera llegaba el olor a sexo; un rato más y luego de que Toña gritó "me vengo... me vengo...", le tocó a la tía recibir su ración y de a perrito recibió las estocadas del tío, total que no me quedó de otra que hacerme una pajita mirando como cogían aquellos degenerados, luego me harté de tantas cogederas –hasta la Lupita le dio sus mamaditas a la pucha de Toñis, pese a sus protestas, la muy...--- y ya cuando me iba para mi casa me robé unas pantis rosas de Toña –ya muy usadas--, digo, como recuerdo de tan "grata" experiencia.

Ya en mi recámara, rememorando lo visto esa tarde-noche, y pensando "desde cuando el pinche tío José, hermano de mi madre, y Guadalupe, mi tía favorita y hermana de mi padre, andaban "cogiéndose cariño", los muy... jijos", por fin me ganó el sueño. Pero ya de madrugada desperté agitado por una horrible pesadilla: veía a mi amada Lupita corriendo desnuda como desesperada en un bosque de vergas, si, literalmente de pingas paradas; donde quiera que Lupe trataba de esconderse saltaba una verga erecta en busca de su entrepierna y ella brincaba asustada, corriendo en busca de un refugio seguro en esa selva de miembros erectos. Aquel extraño sueño trajo a mi mente a la fuente de mis perversiones: "¿ya habría regresado Lupita de aquella vacanal?", queriendo averiguar fui hasta su cuarto, entré porque no estaba puesto el seguro de la puerta y en la penumbra vi el bulto de su cuerpo sobre la cama; un penetrante tufo a alcohol llegó hasta mi nariz: Lupe estaba borracha, vestida a medias y boca abajo sobre la cama con las piernas colgando; total: un espectáculo lamentable.

No se si fue cariño o sexo, pero aquella escena me atrajo; llegué hasta la cama de la tía y me senté junto a ella, quien por supuesto ni me sintió. Recorrí con los ojos las derondeces de su cuerpo, sus rollizas piernas y su ancha espalda, sobre todo la protuberancia de sus nalgotas; no pude resistir y pase mi manita sobre sus despeidados cabellos en un gesto tal vez de comprensión y cariño, pero a la vez de deseo carnal, pues mi verga acusó de inmediato el efecto al pegarme el olor de su sexo o de otros sexos; bajé la mano por su espalda hasta la curva de sus nalgas y luego... más abajo, hasta descurbrir que no traía calzones. Ya no pude restir.

Me saqué la pinga ya erecta y la monté y mientras buscaba donde meter mi verga escuché su pastosa vocecita: " ya no Pepe..., ya no quiero...", mis dedos se pegostearon de líquidos y mi verga encontró un agujero, su culo. Ahí metí mi garrote..., ella creo que ni sintió, pero si, o tal vez ambas cosas, pues en su inconciencia me pedía, o le pedía al tío o a ambos: "por el culo ya no... por favor... me duele mucho, ya... no quiero...". Total que se la metí, toda, completa; la suavidez de su carne me sorprendió al penetrarla con tal facilidad y me dí a trajinarla con tal a videz que brincaba sobre sus nalgas abiertas y ella "hummm, ya... no... hummm, que rico, ya..." y pese a que su culo ya no apretaba me vine, sentí desde el fondo de quien sabe donde cómo me llegaba la leche y la escupía en su culo distendido, ella por supuesto... estaba roncando ruidosamente.

Ya cuando me iba a mi cuarto, limpiando previamente mi pito goteante con su vestido, ella creo que despertó para decirme: "hasta más tarde Betito calentón, ya vete a dormir, no creas que estaba tan dormida, cabroncito.. mañana platicamos".

Fin de la tercera parte.

Comentarios a:

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