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Hijo querido (2)

en Amor filial

Hijo querido, II

Ana se resistía a visitar a su madre, sobre todo porque la interrogaba sobre cuestiones íntimas y a ella se le dificultaba mentirle, pensaba que la señora adivinaría sus pensamientos o lo falso de sus argumentos, pese a ello tuvo que ir a verla, al menos para agradecerle su negociación en el caso de la cama.

--"¿Y bien, le gustó la cama a Andrés?", le preguntó la madre.

--"Si, este… si, dile a mi hermano que Andy se la pagará como pueda, poco a poco, ya sabes que le pagan una miseria, pero que él se la pagará", le contestó Ana, mientras la daba un sorbo a su café.

--"Qué bueno, y es que… no estaba bien que tú y él durmieran en la misma cama, eso era algo indebido…", le dijo la señora mirándola a los ojos.

La madura evadió la mirada para decir: "¡ay mamá!, si no dormíamos en la misma cama, al principio tal vez, dos o tres veces, luego aceptó irse al sillón y ahí dormía ¿eh?", le mintió Ana.

--"Pues qué bueno… no me imaginó a los dos durmiendo juntos, eso no estaba bien, luego con la maña del Andy de dormir encuerado, ¡chamaco visionudo!, ¿por qué duerme desnudo?, ¿verdad?", preguntó la madre.

--"¡No mamá!, lo obligué a que usara pijama, no le gusta, pero tiene que ponérsela", volvió mentir.

--"Qué bien que tratas de controlarlo, con eso de que es tan… caliente, ¿no se a quién se parece?, ¿eh?", le dijo la madre mirándola a los ojos.

--"No se a que te refieres mamá, si vas a empezar a decirme de cosas mejor me voy, Andrés es joven, le gustan las muchachas, es normal que ande… inquieto, pero yo trato de darle consejos y esas cosas, además no tiene dinero ni tiempo para andar con chicas, pese a ello, ¿sabes?, tiene una amiga en el lugar donde trabaja", le dijo Ana.

--"¿Ah sí?, qué bien, nomás que no se meta con ella y terminé embarazándola el condenado chamaco, y de que es caliente, lo se bien ¿eh?, a mi no me cuentes… ¿recuerdas la Navidad pasada?, ¿que se quedó a dormir en el sillón del estudio?... bueno, esa mañana me levanté al baño y al pasar vi a las chamacas de Alma, ya ves que se quedaron ellas también… y bueno, algo estaban mirando por la puerta del estudio, me vieron y apuradas se largaron, entre risas, las condenadas, y se me ocurrió ver que estaban mirando… me asomo y ¡válgame dios!, el Andy sobre la cama, dormido, pero desnudo, con el pene erecto, ¡chamacas calientes!, ahí estuvieron mirándole el palo al Andrés, por eso digo que es bien caliente, se parece a ti, no te hagas, y con el palote que se carga… no estaba bien que los dos durmieran juntos, qué tal que tú y él…".

Ana no la dejó terminar: "¡ay mamá!, ¡cállate!, no digas… tonterías… Andrés salió vergudo… como su padre… eso ya lo sé, pero él es mi hijo… ¿entiendes?, así que no pienses… tonterías, por favor; es un chico respetuoso, me tiene mucho cariño y yo lo quiero mucho también".

--"Bueno ya, no te enojes, por lo de la cama de Hugo dile que no se preocupe, que le dé 500 pesos, poco a poco, y ya, yo le daré algo más de dinero al Hugo, que no creo que se la cobre cara, él ni la utilizaba, así que dile que no se preocupe, ¿eh?", la tranquilizó la madre, luego cambiaron de tema, y así se enteró que su hermana Edna estaba saliendo con un chico pero "¡ay Ana!, tu hermana ni la friega, ¡es un chamaco!, creo que tiene 20 años y ella, la muy… cabrona, ya pasa de los 40, viejas visionudas, ¿tú crees?, no, si no entiendo, como pudieron salirme unas hijas tan… calientes".

--"¡Ay mamá!, deja en paz a Edna, no le hace mal a nadie, es divorciada, atiende a sus hijas, trabaja mucho para pagarles los estudios y si tiene novio, ¿qué de malo tiene?, si es joven, ¿qué tiene de malo?, déjala que haga su vida y punto", le contestó la madura tratando de reprimir sus recuerdos, pues ella también tuvo un novio jovencito, que conoció por el internet.

Más tarde, mientras regresaba en su auto a su casa, los pensamientos pecaminosos no la dejaban en paz y de alguna forma su madre sospechaba algo, en algo tenía razón: Andrés era un muchacho bastante… caliente, se dijo la madura, y mordiéndose los labios recordó que desde la primera vez que se dejó coger por su hijo querido, el chamaco no dejaba pasar una noche sin eyacular entre sus piernas, "¡es tan ardiente!, ¡condenado chamaco!", y una palpitación en la entre pierna le avisó que se estaba calentando ella también.

Y mientras avanzaba en su auto por el congestionado periférico, la madura revivió como en cámara lenta las noches de ardiente amor entre ella y su hijo: "me encanta llegar a la recámara y encontrarlo dormido, se ve tan… lindo, con su cuerpo perfecto, sus muslos bien formados, sus nalgas duras y… su pinga, ¡por dios!, Andy está más vergudo que el maldito de su padre, y… siempre quiere sexo, ¡el condenado! Y a mi que no me gusta!" y sonrió pícara la mujer.

Recordó la noche anterior, llegó tarde del trabajo y su hijo ya dormía en la cama… desnudo, se acostó junto a él, apoyando su cuerpo en la espalda del chico, sintiendo la carne tersa y suave, las nalgas de Andy pegadas a su vientre, mientras ella metía su cara entre el pelo ensortijado del chico y una mano, traviesa, buscaba la erección del hijo, y se entretenía en moldear suavemente con la mano el duro tronco erecto… minutos después ya se la mamaba, hasta hacerlo eyacular en su boca, eso le fascinaba a la madura: mamar, mamar y mamar. Siempre fue una excelente mamadora, cosa que sus novios y amantes siempre ponderaron.

Por la noche mientras preparaba la cena escuchó que su hijo llegaba del trabajo, ella siguió guisando en la sartén cuando lo sintió llegar por detrás y mientras le palmeaba las caderas le daba un beso en la nuca, la madura tembló sorprendida y trató de suspender los manoseos del hijo: "ya Andrés, vamos a cenar".

--"Si mami, sólo que tengo hambre de otra cosa", le contestó mientras le acariciaba las nalgas.

--"¡Ay Andrés!, ¿qué no te puedes controlar?".

--"No mamá, tengo ganas de que le des una chupadita a mi palito, ¿sí?".

--"Hummm, luego, más tarde, primero cenamos y luego nos vamos a la cama", le dijo Ana mientras trataba de quitar de encima las manos del hijo.

--"No mamy, estoy bien calientito, nomás pienso en ti y se me para la pinga, anda ¿si?, una mamadita rica ¿sí?", le dijo el adolescente con voz suplicante.

Ella cedió y tomándolo de la mano trató de llevarlo al cuarto: "bueno, pero algo rápido, que tengo cosas qué hacer, entre otras planchar tus camisas, anda ven".

--"No mamá, quiero aquí, en la cocina".

--"¿Aquí?, ay hijo, que cosas se te ocurren, ¿y si pasa alguien por el pasillo?, puede ver entre las cortinas que te estoy haciendo cosas feas…, mejor en la cama, anda ven, no hagas locuras".

Y cuando el chico se sacaba del pantalón la erecta pinga, la madre apenas alcanzó a decir: "¡Ay Andrés!, ¡no seas obsceno!", y dejó que su hijo la hiciera arrodillarse en el suelo de la cocina, al instante tuvo frente a su cara la erecta tranca, y tomándola con la mano derecha la fue acercando a su boca apenas abierta, pensando a la vez: "¡qué verga, dios bendito!", para luego posar sus labios sobre la gruesa cabezota, mirando de reojo hacia la ventana que sólo dejaba ver la negrura de la noche, y Ana se afanó en la mamada, haciendo uso de su más depurada técnica, lamiendo, chupando la cabeza, titilando abajo, succionando uno de los testículos peludos, luego el otro, lamer el tronco desde abajo hasta la punta, deslizando a la vez un dedo juguetón por el ano velludo de su caliente hijo, para luego ir con la lengua hasta el grande para luego tragarse toda la verga en un movimiento lento y succionante, y así una y otra vez, hasta sentir la palpitación anunciadora de la eyaculación; Ana se preparó para recibir el semen, apretó la boca sobre el glande y chupó con fuerza, a la vez que frotaba con la mano el duro tronco, al momento el primero chorro la atragantó, succionó fuerte y la verga siguió llenándole la boca de mocos; un inesperado pensamiento le iluminó la mente y sacándose la verga de la boca dejó que Andy se viniera en su cara, mientras con la mano seguía frotando el palpitante tronco de carne, los chorros salpicaron sus mejillas, su boca, su nariz, sus ojos, su frente, su pelo en un acto pecaminoso y por demás indecente, se decía la mujer mientras con el glande viscoso esparcía el semen por toda su cara, disfrutando el incestuoso acto y mientras su hijo gemía en los estertores del orgasmo la madura pensaba: "¡qué rica mascarilla de moquitos!, hace mucho que no…".

Cuando el adolescente la dejó levantarse la mujer corrió pudorosa al baño para asearse, al regresar encontró a su hijo sentado a la mesa dando cuenta de su cena, y mientras se secaba el rostro con una toalla empezó a hablar con su hijo:

--"Oye Andrés… tenemos que hablar sobre… eso… que hacemos, procura refrenar un poco tus impulsos, no ser tan… descarado… como sea soy tu madre y… siento pena, vergüenza de lo… que hacemos, procura ser prudente y no tan obsceno, no soy… una mujer más… como… otras…, no se… no lo tomes a mal, me gusta lo que hacemos, siento un inmenso cariño por ti y… por lo que me haces… despiertas todos… mis instintos, pero… por favor trata de ser prudente, sobre todo guardar silencio sobre lo que hacemos… sin más, hoy mi madre me hizo algunos comentarios… sobre ti y sobre mi… que no estaba bien que durmiéramos juntos, que tú eres muy caliente… cosa que es cierta…, que yo también… lo insinuó… en fin. Dime ¿qué piensas sobre lo que hacemos?", y Ana fijo su amorosa mirada en su vástago.

--"Te entiendo mami, de verdad, pero… tú me gustas mucho, siempre me gustaste, desde chico… a veces te miraba cuando salías del baño… o cuando estabas con mi papá… haciendo eso…, perdona, pero te espiaba… luego cuando crecí y mi cuerpo cambió… me masturbaba con… tu ropa… con tu calzón…, perdona mamita, pero no podía aguantar las ganas…, hasta ahora que vine a vivir contigo… me acariciaba pensando en ti o me masturbaba con tus pantys que dejabas en el bote de la ropa sucia, así hasta que pasó lo de esa noche, que fue… algo maravilloso para mí…, y tienes razón en lo que pides, nadie sabrá nunca sobre lo que hacemos y pues… haremos el sexo sólo cuando tú quieras, ¿sí?, ¿mamy?, ¿me dejas?", dijo el jovencito con mirada suplicante.

La actitud firme de la mujer pareció derrumbarse: "¡ay Andy!, no digas eso… claro que lo haremos, pero… con cierta mesura, no quiero que nuestras relaciones se conviertan en algo vulgar, sucio, sólo coger y coger, como desesperados, sino algo tierno, no se, casi un acto de amor, que no vengas ardiendo a buscarme y me obligues a… eso, ¿entiendes?, por lo demás trata de ser tierno y amoroso, como siempre haz sido; sobre mi, pues… ya sabes… me gusta lo que me haces, mucho, no sabes cuanto, pero trata de comprender, soy también tu mamá… y acerca de tus chaquetas… siempre supe que te la hacías con mis calzones, ¡condenado chamaco!, apenas eras un chiquillo y ya te masturbabas con mi ropa", y amorosa la madura caminó hasta su hijo y mientras le acariciaba la cabellera, cariñosa le dio un beso en la frente.

Ya cuando casi terminaban de cenar, ambos silenciosos, pero tranquilos por lo que habían acordado, platicaron de otras cosas:

--"¿Y cómo te va en el trabajo?, ¿qué me cuentas de tu… amiga o novia?", preguntó ella.

--"Bien, mamá, ya sabes, te traen como burro todo el turno, siempre corriendo, no tengo tiempo ni de echarme un taco, sobre Angy, hummm, ya somos novios, pero casi no salimos, ella está terminando sus estudios y hace prácticas ahí, pero sale corriendo porque trabaja por la tarde en una tienda, así que… ", dijo el adolescente algo apesadumbrado.

--"…Casi no salen, a eso te refieres, ¿sí?", adelanto la madre.

--"Pues si… aunque nos damos ciertas mañas, como tú decías".

--¡Ah sí!, a ver, ¿cómo es eso?, ¿no me digas que tú y ella… ya?, ¿entonces, cómo, luego vienes y… quieres conmigo?", reclamó la madre.

--"¡Ay mamá!, no, bueno todavía no… mira… es que bueno, ¿quieres que te cuente?", dijo el chico algo confundido.

--"¡Pues claro!, a ver, dime ¿hasta dónde haz llegado con esa chica imprudente?".

--"Es que… una tarde nos vimos en el almacén y… pues, nos besamos y… como estábamos abrazados… ella sintió mi… excitación… nos acariciamos un poco, yo le tocaba su… pepita sobre su pantalón… y ella me apretaba la… pinga con su mano… pero se negó a que hiciéramos algo más, dijo que ya se había tardado mucho tiempo. Luego una noche la fui a buscar a su trabajo, volvimos con los besos y las caricias, esa vez me acarició el palo por fuera del pantalón, me hizo… una chaquetita, sentí muy rico, creo que ella también… pero no se deja, digo… no acepta que hagamos el amor… dice que es virgen… no le creo… pues esa vez le acaricié la cosita y… le metí un dedo…no creo que sea virgen, pero… en fin…; hace días, le volví a pedir que hiciéramos algo, pero ella volvió con lo mismo, que era virgen, que lo tengo muy grande y que… la puedo lastimar, tampoco quiso hacerlo oral… hasta que… por fin accedió a que se lo pusiera atrás, pero sin metérselo y que de esa forma terminará… me dejó hacerlo así, luego le acaricié la cosita porque estaba muy excitada, creo que tuvo un orgasmo, eso es todo, no se, pero a lo mejor así sucede con las chicas, primero no quieren y luego… poco a poco, aceptan, ¿tú que crees?", dijo el chico.

--"No se Andy… a lo mejor más adelante acepta, creo que todas las chicas son… más o menos iguales, sobre todo si sienten cariño por el novio, pero si lo haces procura cuidarte, usa condón, toma tus precauciones, ¿sí?", comentó ella.

--"Oye mamá y… ¿cómo fuiste tú?, ¿me cuentas?", preguntó él un tanto ansioso.

--"¿Qué?, oye Andrés, eso no, ¿cómo crees?, no sería capaz de contarte sobre cosas tan íntimas, tan personales, eso no, ¿eh?, y mejor ya nos vamos a dormir, pero a dormir, cada quien en su cama, ¿eh?", dijo Ana nerviosa por la propuesta del hijo.

--"No mami, anda, cuéntame, mira, nomás de imaginar cómo fuiste tú con tus novios me sentí excitado, mira cómo lo tengo, nos vamos a la cama los dos y ahí me cuentas cosas, ¿sí?", dijo suplicante el chiquillo.

--"¡Ay Andrés!, acabamos de quedar en algo y ya vienes con tus cosas, no sabría contarte sobre eso… además fue hace mucho tiempo, ni me acuerdo… ay… no podría… --y la madura sintió entre sus piernas la punzada del deseo---, mira, no se si me acuerde, pero… mira… en lo que tu lavas los trastes de la cena yo me doy un baño y lo pienso, luego te digo, ¿si?, si me niego trata de comprender, ¿si?", dijo la mujer y salió de la cocina.

Un rato después, mientras Ana se secaba el pelo con la toalla y procuraba retrasar la decisión, de reojo vio a su hijo parado junto a la puerta, de nueva cuenta venía desnudo, "¡caray, este chamaco no entiende!" y respiró resignada.

--"Entonces má… ¿me cuentas?", dijo Andrés mostrando impúdico el garrote erecto.

La madura tardó en responder, y mientras cepillaba su cabello húmedo pensaba como salir del atolladero en el que la había metido el hijo, hasta que: "humm, no se Andy, lo que propones es algo… anormal, soy mujer, tuve mi juventud y por supuesto mis experiencias, algunas buenas y otras no tanto y que tú… quieras saber… no está bien, no se… además no se qué quieres saber, a ver pregunta y te digo", propuso ella.

--"No mamá, mira, se me ocurre que estemos en la cama y que… me dejes meterlo y así, abrazados, me vas contando cosas", ¿sí?".

--"¡No, cómo crees!, además no podría concentrarme con tu… esa cosa dentro de mi, no podría… hummm, mira, vamos a la cama, pero sin hacerlo, nos acostamos y… a ver que se me ocurre o… me acuerdo, pero si te pones necio lo dejamos y te vas a tu cuarto, ¿aceptas?", el chico no tuvo opción.

Cuando se iban a la cama Andy descubrió que la negativa de su madre a no coger esa noche era algo ficticio: Ana lucía una coqueta batita de dormir negra casi transparente y un calzoncito de igual color que dejaba entrever la intimidad abultada de la pepa materna. Trató de seguirle el juego a la mamá. Ambos estaban sobre la cama, el hijo con la grosera erección, la mamá haciendo esfuerzos por no mirar el tronco carnoso del hijo. Ambos mirando hacia el techo, iluminado el cuarto por la lámpara del buró, como para animar a la madre, Andrés llevó la mano de ella a su erección, ella se dejó llevar y mientras acariciaba la dura tranca como dudando empezó a contar:

--"No recuerdo bien… pero hay cosas sobre las cuales no te puedo decir… no preguntes… quizá más adelante, no se…, pero mira, de mis novios… mis primeras experiencias… quizá pueda contarte algo… Tuve un novio, mi segundo novio porque tu abuelita me vigilaba mucho… era un chico muy guapo, me gustaba mucho, sólo una vez fui con el al cine, tu abuela no me dejaba salir sola, ya sabes… esa vez en el cine nos pusimos algo… cariñosos… ya sabía por tus tías que había que tener cuidado con los novios y no dejarlos meter mano… pero no se… me sentía algo extraña… digamos emocionada, nos besamos en el cine, el insistía en tocarme los senos y yo no me dejaba, sólo lo dejaba darme besos… en cierto momento, no se por qué, pero puso mi mano en su pierna y la fue subiendo mientras me besaba, y cuando me di cuenta tenía en mi mano su pene… muy erecto, quise quitar la mano pero el no me dejaba, se la acaricié un poco, se notaba muy excitado y yo, para que negarlo también, pero suspendí esas caricias, cuando salimos quiso fajarme cerca de la casa pero ya no me dejé", cuenta la mujer en voz baja y pausada, mientras sigue acariciando la verga de Andrés y continúa:

--"Esa fue la única vez que fui con él al cine, tu abuela se opuso de manera terminante a que saliera sola con ese chico, y para vigilarme mejor hizo que lo recibiera en la casa, por las noches, para platicar mientras tu abuelo y ella veían la tele, nosotros ahí sentaditos en el sillón sin poder hacer nada, pero como te digo… se da uno sus mañas… días después, cuando estábamos viendo las noticias tus abuelos dijeron que ya se iban a dormir, tu abuela "ya dile al muchacho que se vaya, que ya tenemos sueño" dijo al subir las escaleras, era nuestra oportunidad, nos abrazamos y nos besamos, volvía a agarrarle el miembro, pero encima del pantalón, y esa vez dejé que me agarrara las tetas un poco…, en las siguiente noches hicimos otras cosas más atrevidas aprovechando que tus abuelos ya se habían subido a su recámara, pero… ay no, mejor no te cuento", dijo la mujer algo pudorosa.

--"¿Por qué no mamá?, mira cómo me tienes de excitado, sigue contando, anda por favor", pidió Andrés.

---"Humm, pues nos acariciábamos nuestras cosas, él metía su mano entre mis piernas y yo le frotaba el pajarito…, pero, ay no se… si deba…", dijo Ana con pena.

--"Sigue mami, ¿cómo lo hacían?, ¿cómo se ponían?, ¿dónde?".

--"Ay Andrés, no seas tan insistente… pues así como te estoy tocando yo… se le ponía bien caliente y dura… no se… mira… vamos a hacer una cosa, ¿sí?, vamos a la sala y te enseño cómo, ponte tu pantalón y tu camisa y yo mi vestido y te digo lo que hacíamos, ¿quieres?".

La propuesta materna fue aceptada con júbilo por el hijo, a quien no le importó volver a vestirse, tal vez imaginando lo que haría su atrevida madre. Los dos llegaron ansiosos a la sala en penumbras y ya en el sofá la madre:

--"Así estábamos, casi sin luz, mirando siempre a la escalera por su bajaba mi mamá, nos abrazábamos así… y nos besábamos… hummm, así", y los dos juntaron las bocas, la madura llevando la iniciativa, abriendo la boca para lengüetear la boca del hijo, los dos con los alientos calientes y los brazos ansiosos acariciándose, la mano de la mujer que busca en la entrepierna del chico, le saca la verga erecta e inicia una suave caricia por el tronco, en tanto que él mete la mano derecha entre los muslos abiertos y calientes, los besos aumentan de pasión cuando ambos se acarician, los dedos del jovencito danzan dentro de la caverna viscosa y caliente de su madre, quien sigue acariciando el largo y grueso tronco de la verga filial, así por minutos en que el apasionamiento los hace gemir, hasta que ella suspende las caricias para hablar musitando:

--"Así, nos acariciábamos las primeras veces, el chico se venía en mi mano, una vez salpicó el sillón y todo olía a semen… pero todo era rápido, no podía tardarme mucho, tu abuela podría bajar en cualquier momento… luego fuimos más osados… una noche… estábamos muy calientes, los dos acariciándonos, él ya había terminado una vez, pero quería más, así que… me puso así… mira… de lado, semi acostada en el sillón y él detrás, si, mira, ponte así", y la mujer lo alecciona cómo, ambos recostados, él atrás poniéndole la verga entre las nalgas, haciendo a un lado su panty, ambos empiezan a moverse con ansia, Ana aprieta la panocha para evitar la cogida, Andy ansioso la quiere penetrar pero ella no se deja, hasta que él protesta: "¡Ay mamá!, déjame meterlo, ya quiero…"; "no papacito, así lo hacíamos, él lo quería meter, pero yo no me dejaba, solamente que se frotara entre mis pompis y me echara su leche, pero coger no, eso no, sigue así si quieres", agrega la señora.

--"No mamá, mejor sigue contando qué más hacían y ya déjame meterlo".

--"Ay Andy, no seas ansioso, mira con ese chico no lo hice, digo hacer el amor… le permití algunas cosas… atrevidas… mira la última vez que fue a la casa de tu abuela, hicimos lo mismo, nos acariciamos y ponía su palito entre mis pompis para eyacular, pero hicimos más cosas… fue algo terrible porque terminó mal, muy mal, y tuve que dejar de ver a mi novio. Resulta que nos calentamos muchos, el insistía en penetrarme pero yo no me dejaba, además tenía miedo de que mi mamá bajara, entonces propuso que me pusiera cerca de la escalera, dándole la espalda y recargada en el pasamanos, mira ven… me recargo en el sillón y tú te pones atrás, ¿quieres?, bueno, si así, él jugando con mis pompis, metiendo su cosota parada entre mis nalgas y agarrándome los senos, sí, así, yo mirando hacía arriba por si veía algo raro, él ahí, jugando… hasta que… no se como, pero puso su… verga… en mi cola… quise apartarme… pero… sí, ay Andy, así… me tenía bien agarrada de las caderas y apretó fuerte y… ¡lo metió!, hummm, ay… espera… poco a poco… no… él lo hizo fuerte… todo a la vez, parecía que me partía en dos, fue un dolor intenso, me mordía los labios para no gritar, y él me… estaba cogiendo… así…., por el culo…, fuerte…, muy fuerte… rápido…., metiendo todo su garrote… así… así Andy… de mi vida… así la metía… más, más, hummm, ay, más… toda… y cuando…, se estaba viniendo en mi culo…. Ay ¡Andrés!, que rico me coges, sigue… más, quiero más, dame los mocos hijito de mi vida… si, más, fuerte, toda, muévela dentro, ay, así, más… huuumm, así, se venía, yo sentía su verga echando los mocos, así, así… y… en ese momento, justo cuando me estaba echando el semen… frente a mi… estaba tu abuela… mirándonos… con ojos asustados, pero yo… no podía hacer nada, tenía la verga del chico ese bien metida y él no se había dado cuenta… tenía los ojos cerrados, fue hasta que mamá gritó "¿qué están haciendo chamacos de porra?" que mi novio me soltó, nos quedamos estáticos, llenos de vergüenza, él con el pito de fuera goteando semen, yo con los calzones en las rodillas, como pudimos nos arreglamos la ropa y salimos a la calle, nos despedimos rápido, asustados, cuando regresé mi madre me llevó a la cocina a jalones y golpes, no te quiero decir todo lo que me dijo y me gritó, por supuesto me sentenció a no volver a ver a aquel chamaco, tu abuelo no supo nada del escándalo, pero tus tías sí, luego me hacían burla, así terminé a mi segundo novio, bueno papacito ya te conté algo, ahora si… a la cama… y no insistas, porque te conozco y se que vas a querer más, pero no papacito, me dejaste la cola bien adolorida, anda ve a lavarte el pito… y con mucho jabón ¿eh?", dijo la mamá dirigiéndose con pasos titubeantes a su recámara.

Al poco rato ya la madre había conciliado el sueño y de alguna forma empezó a tener una pesadilla extraña, un sueño fantasioso o casi, lleno de imágenes quizá prohibidas o sepultadas en el fondo de su memoria: ella acostada en su cama dispuesta a dormir, pero esperando, sólo esperando, sabía que él vendría, como siempre escucharía sus pies desnudos caminando por el pasillo, minutos después se metería bajo las sábanas tras ella y como casi siempre le pondría la erecta tranca entre las nalgas carnosas, ella mordería la almohada para acallar sus gemidos y él la penetraría por el ano, primero con suavidad, pero luego con furia para acelerar la eyaculación; recordó eso y más, pues luego de la primera vez, ella esperaba con ansia con el tipo regresara a meterse entre las sábanas con ella, fue el que le enseño cosas de sexo, mamar y coger por el culo, era su tío, hermano de su madre, unos años mayor que ella que tenía apenas 14 años y él, Ezequiel, 19.

Una tarde de domingo, sin nada más que hacer, madre e hijo se prepararon para ver en la televisión una película, ambos cómodamente sentados en el sofá, empero conforme pasó un rato ya la madura acariciaba la entrepierna de su vástago, que ya lucía bajo el pantalón la conocida protuberancia, fue Andrés quien inició la plática:

--"Oye mamá, ¿te gusta mucho mi pene?, ¿por qué?".

--"Si, Andy, ya sabes, me encanta tu pajarote…".

--"¿Y te gustan así?, grandes, gruesos, o tamaño normal, ¿conociste muchos hombres así?, ¿Cómo yo?".

--"Ay Andy, no empieces a preguntar…, me gusta tu pene, es rico, muy grande y grueso…, eres… como tu padre… el lo tiene igual o casi igual que tú, muy grande y… bueno… no he conocido muchos hombres…, pero si… alguno la tenía así como tú, muuuuuyyyy grande… pero eso no es lo importante… creo…, lo que importa es lo que sabe hacer el pene… o su propietario…, el chico puede tener un pito enorme y ser muy torpe para hacer el amor..., tu padre era magnífico haciéndolo, pero en otras cosas… ya sabes… una verdadera desgracia, en fin", contesta Ana, mientras descubre que ya su hijo sacó su miembro erecto del pantalón, y nada renuente se aferra a el con la mano derecha y sigue: "me gusta tu pito, cuando está erecto se pone caliente y muy duro, te crece más cuando estás caliente, y tu glande, tu prepucio, tan suave…, te sale juguito y… sabe deliciosa tu pinga papacito", y ella suspira.

--"Oye mamy y… dime ¿te gusta mucho el sexo oral?, ¿cómo aprendiste a… mamar?", pregunta el hijo.

La madre guarda silencio, con la mirada fija en el garrote que tiene agarrado, pero por fin se atreve a decir:

--"Mira Andy… ya te dije que hay cosas que no te puedo decir… sobre mis experiencias… sobre mi juventud, pero… bueno…, creo que a todas las mujeres les pasa igual, hay cosas sobre sus vidas que prefieren mantener escondidas en su memoria, pero… bueno… si quieres te cuento algo… sólo si prometes que no pensarás mal de mi… ¿sí?", dice ella resignada. El chico asiente y Ana recuesta su cabeza sobre el hombro de su hijo y cuenta:

--"No te voy a decir quién fue pero…, bueno ocurrió hace tantos años que…, humm, déjame acordar, todavía no cumplía 15 años y… bueno conocí a alguien… yo no sabía nada o casi nada de sexo y… bueno… él era un poco mayor que yo y pues… cierta vez estábamos en casa de tu… abuela y… yo estaba haciendo quehacer en la cocina, nos miramos y al pasar junto a mi me dijo en voz baja "ven" y subió despacio la escalera, yo no sabía si subir o no, pero minutos después subí, no había nadie arriba, todo estaba en silencio, caminé por el pasillo hasta encontrarlo en la recámara de mi mamá, me sonrió de una forma extraña, yo ahí, parada junto a la puerta, luego cuando vi que se desabrochaba el pantalón quise irme, pero el me detuvo con su voz: "no, espera, ven, mira", cuando voltee tenía el miembro fuera del pantalón, lo tenía muy erecto y se lo estaba acariciando, yo estaba nerviosa, temblando, quizá de miedo o algo así, pero seguí mirando lo que hacía hasta que se puso tenso, cerró los ojos y algo extraño le salía del… pito, el semen… era la primera vez que veía algo así, luego me fui corriendo. Días después ocurrió lo mismo, pero esa vez además hizo que me sentara junto a él en la cama y… que yo le acariciara el… pene, no sabía que hacer, pero sentía algo raro, como calor y nervios, algo así, y pese a mi temor le agarré el miembro y como dudando se lo empecé a acariciar, lo sentía duro y caliente en mi mano, un líquido le salía por la punta del… pene, hasta que suspiró, se puso tenso, su cuerpo tembló y… se vino…, eyaculo en mi mano", cuenta Ana, entrecerrando los ojos mientras su mano frota delicadamente la pinga de Andrés.

Luego ambos se miran y la mujer siente enrojecer el rostro, quizá pudor o vergüenza, pero continúa: "de esa forma nos hicimos, digamos, novios, pero todo era en secreto nadie sabía lo que había entre nosotros, y menos lo que hacíamos, pero cierta vez él… insistió en que le besara el miembro… yo no quería pero… y es que… bueno… yo había visto eso del… sexo oral… una vez y… quizá era curiosidad, pero tenía miedo, él siguió insistiendo y yo negándome, hasta que una tarde tu abuela estaba viendo sus telenovelas en la sala, yo fui al lavadero de atrás de la casa y… él me siguió, ahí se sacó el… pito del pantalón, volvió a pedir que se lo besara y entre nerviosa o excitada me incliné para besarle su… cosa… fue algo rápido, puse mis labios sobre su… pinga y ya… él pidió más y me obligó a que lo hiciera… momentos después ya tenía la punta de su… miembro en mi boca, no sabía que hacer pero me fue diciendo cómo, que lo chupara, que lo lamiera, y más y más cosas… al principio tenía pena, aquello me sabía raro… pero no era feo, seguía con lo que me pedía, le lamía la cabecita y se la chupaba, luego lo metió un poco más, yo seguí chupando y cuando sentí que su… verga palpitaba, me hice a un lado, su cuerpo se agitó y su verga saltó de pronto y… le empezó a salir la leche… a chorros, tres, cuatro, cinco chorros", y Ana suspende su relato, se incorpora incapaz de contener su excitación y ya sobre el cuerpo de su hijo, inclina el rostro, abre la boca y golosa se empieza a comer la pinga erecta, y entre suspiros y contorciones, Andrés arremete con su pinga en la boca abierta de su madre, una y otra vez, hasta que la agarra del cabello al momento de la eyaculación, para clavarla en la verga, metiendo todo el tronco, sintiendo como Ana chupa con ansia sacándole todo el semen.

Un rato después, Andy la interroga de nuevo, quiere saber más, mientras la madre se abre de piernas para recibir la verga, dice por fin: "si, así aprendí sobre el sexo oral, lo hacíamos todos los días, a veces dos veces al día, me encantaba sentir los chorros de semen en mi boca, además pensaba que de esa forma estaba cuidando mi virginidad, pues sólo nos acariciábamos o lo hacíamos oral, yo a él, o él a mi, o los dos a la vez, el 69; luego cuando pasó lo que tenía que pasar, tuve que dejar de verlo y ya no lo hicimos, pero ya empezaba de novia, a escondidas de tu abuela".

--"¿Los descubrieron mamá?", pregunta el hijo.

--"Si, tu abuela nos descubrió una tarde, mientras se la mamaba en el lavadero… fue un escándalo…", y la madura termina de empalarse y a gemir, mientras remueve la pelvis sobre el pito clavado y cierra los ojos, y suspira y goza, y no puede contestar la última pregunta de Andrés: "¿quién era él mamy?", porque siente que el orgasmo le llega de repente, tumultuoso, breve, pero delicioso

 

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