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In memoriam (2)

en Confesiones

IN MEMORIAM (II)

Sólo hay una cosa que me joda más que un día de playa: un día de playa con la contraria y su banda de íntimas amigas. Físicamente lo bordan, las cabronas, pero el morbo pierde su encanto en cuanto abren la boca. Lo peor es que no vienen solas. Cada una con su "cari" (ñito) y una jauría de enanos gritones. Si me dieran a elegir…me quedo con el perro.

Pero seamos justos, los "caris" de las elementas son aún peores. Y su tema de conversación preferido, recordar los tiempos heroicos del equipo de waterpolo del colllege (con nombre de santo francés…ahora no me acuerdo de cual).

- "¿Y en qué equipo decías que jugabas tu?". Preguntan, mordaces.

- "En el de waterpolo, no. El día que quise meter el caballo en la piscina, me echaron". Mucho vacilar de masters y no pillan el chiste. Me largo al chiringuito.

¡Me cago en mis muelas!. Si en el instituto del barrio teníamos el polideportivo clausurado por una plaga de ratas. Y en la FP, clase de gimnasia y gracias. ¡Les den pol culo a los niñatos (cuarentones) estos!.

Acodado en la barra del chiringuito y paladeando un garrafonazo de escocés, siempre que una situación me agobia, dejo volar la memoria…

Hoy estás poniéndote morado de de pescaito en Cádiz, currando lo menos posible y disfrutando del buen hacer de una asistenta de mañana y amante de noche; y no sabes como, te ves sudando la camiseta en pleno agosto en la meseta castellana…cosas del cabrón del suegro y sus sucios negocios.

Disfruto de un Ballantine´s con mucho hielo, instalado en bolas en la tumbona de la terraza del apartamento recién alquilado. No son los 30 m2 que la ministra del ramo nos quiere vender ahora como lo más chic del mundo, pero por poco. Eso si, en pleno centro, bien amueblado, una renta decente y con una terraza que es más grande que el resto del apartamento. El inconveniente, que es un primero, con vistas a los patios interiores del resto de la manzana y todos los tenderos del vecindario por encima.

Así que lo de salir a tomar el fresco en bolas, recién duchado, con un margen de un cuarto de hora antes de volver a empezar a sudar, solo es decente una vez anochecido…tampoco es plan de alborotar el gallinero de marujas con una visión de mi querida y vieja amiga empezando a despertarse, dándose de cabezazos contra los muslos, al evocar recuerdos del homenaje de despedida de la porno-chacha gaditana…¿cuando coño terminarán la instalación del aire acondicionado?.

Del trabajo, mejor no hablar. La especulación inmobiliaria no termina de colmar mis anhelos profesionales. Y lo de procurar que los viejecitos salgan por pies (siempre voluntariamente, claro) de esas casitas tan monas que amenazan ruina inminente donde viven...tampoco mucho.

Cuando empezaba a sentirme reconfortado, entretenido en hacer juegos malabares con la polla ya tiesa, utilizando solo los músculos de la pelvis (ejercicio muy recomendable para mantener el tono muscular…que no se enseña en los gimnasios), me asalta el fatal pensamiento de que aún no he "inaugurado" el piso, con el resultado de una flojera repentina que termina abruptamente con el entrenamiento.

¿Sería hora de ir revisando los mandamientos de mi código moral?. Vistos los resultados, igual si. Y como quién recita una oración, los repasó mascullándolos:

1º) En el curro, profesionalidad. Aún me acuerdo del coleguilla que se tiró a la secretaria (hija del chofer del delegado), cachonda ella, pero madre soltera empeñada en darle un papá a su retoño. Despido fulminante del colega cuando el padre le fue con el cuento al jefe de que la acosaba en horario de oficina.

2º) Madres, esposas y novias formales de mis amigos (que no de los simplemente conocidos), como si fueran de la familia. ¿Las primas también?...aquí entramos en una zona gris, asimilables a las novias formales. ¿Cuando se puede decir que la novia de un amigo es formal?. ¿Cuando éste te dice que lo es?. No hasta que te mandan la invitación de boda. Hasta entonces, procurando ser discreto, quién es el guapo que se resiste cuando viene a llorar en tu hombro alguna de las perrerías de tu amigo?.

3º) Vecinas de bloque, ampliable a las de la manzana, según sus credenciales en éste ultimo caso, de ninguna manera en el primero. Como recuerdo de una aventura juvenil con una maruja del vecindario, me queda la cicatriz del labio partido por el gorila de su marido…sin contar la somanta de leches de mi padre cuando se enteró que me estaba tirando a "su" vecina.

Deprimido con estas reflexiones y cuando recogía la tumbona -me cago en las palomas que me la ponen perdida-, mis pies tropezaron con algo. Un tanga, rojo, de hilo. El primer impulso, comprobar la talla. Aquello tan pequeño, ¿se lo podía poner alguien?.

Bueno, mañana se lo dejo a la asistenta (que me recordaba a mi abuela; o sea, sólo asistenta), que lo lave y lo deje en el buzón para objetos perdidos que hay en el portal.

La situación empezó a tornarse desesperada una semana después, tras un mes de estancia en la muy noble, leal y buena cuidad de los cojones. Un mes a dieta era algo que no recordaba desde que tenía uso de razón. Y eso que ya había puesto en marcha todos los recursos legales que conocía: visita asidua a los pubs de ambiente (debe de haber cementerios con más marcha), en las disco empezaba a sentirme incómodo, y tampoco me va el infanticidio…no es legal.

Me apunté al gimnasio, táctica muy socorrida y que tan buenos resultados me había dado en el pasado, y los únicos planes que me proponían venían de adonis depilados. Será que es mala fecha, con toda la marujada de vacaciones en la playita, terminé concluyendo.

El único consuelo ante tan devastador panorama me lo ofreció una rubia a la que conocí el sábado anterior a la fecha de autos. A las tres de la mañana y sentada, con la cara entre los puños, en la barra del garito de copas que ahora solía frecuentar. En circunstancias normales, con la animación alcohólica que presentaba la elementa, ni se me habría pasado por la imaginación entrarle. Pero estas no eran circunstancias normales. Después de presentarme, invitación a una copa mediante, una hora de charleta y copazo va, copazo viene, terminé por ofrecerme a acompañarla a su casa antes de que se cayera del taburete y se rompiera la crisma. Resultado: mamadita de agradecimiento en el coche.

En la siguiente visita al garito tuve que aguantar los comentarios jocosos del barman, muy interesado en conocer el desenlace. Caballeroso silencio por mi parte. Menos mal que, como de costumbre, en el local solo estaban el autista del final de la barra y otro parroquiano jugando a la tragaperras.

- "En temporada, ¿dónde está el ambiente en ésta ciudad?", los barman son buenos informadores, siempre que seas generoso con las propinas.

- "Tu no sabes, chaval, que ésta ciudad tiene a gala ser la reserva espiritual de Occidente?". "Si quieres ligar, prueba en la catedral".

- "Eso es una disco, un pub…¿por dónde queda?".

- "En la plaza de la catedral. No tiene perdida, enorme…toda de piedra" y se descojonaba en mi cara, el muy cabrito.

- "Pero no pierdas las esperanzas. A veces ocurren milagros. Sin ir más lejos, hace un par de meses, entro aquí una chavala, estuvo echándole el ojo a uno y terminaron los dos en el servicio…". Y la cara del barman solo decía una cosa: venga, pídeme detalles.

- "¿Otra coña?".

- "¡Que va!. ¡Si terminamos apuntándonos los tres que estábamos aquí!".

- "No me interesan las leyendas urbanas. Esa ya la he oído en otra parte".

- "Piensa lo que quieras. A ella no he vuelto a verla por aquí, pero él volvió al día siguiente y estuve sonsacándole".

Como jode tener que preguntar viendo la cara de suficiencia del tipo.

- "Y?".

- "¡Que entusiasmo el tuyo!.¿Y?. Una historia como ésta bien se merece otra copa, no?".

Cabrón de barman. Otra copa, que cuente su fantasía y me largo.

- "El tío se la ligó por la ventana. Haciendo el tarzán. Ya ves que cosas. El día en cuestión estuvo magreándola en el autobús y luego dejó que lo siguiera hasta aquí". Poniendo cada vez más énfasis en sus palabras. Este soñó con una peli porno y ya no la distingue de la realidad.

- "Estuvo haciéndose el duro mientras ella lo devoraba con la mirada. Hasta que entró en el baño".

- "Quién entró en el baño, él o ella?". Puteando al camarero mientras apuraba la copa.

- "¡Joder, ella!. Ella entró primero. Luego él la siguió. Y a los dos minutos estaba aullando como una loca. Total, que fuimos pasando a mirar de uno en uno los que quedábamos en el bar".

- "Vale, muy bonita la historia. ¿Y no puedes decirme dónde vive esa señorita?" Ahora me toca descojonarme a mí.

- "No, pero el fulano vive en C/ Infantes de Carrión, 5. Así que ella no vivirá lejos. Y oí que la llamaba Sara".

Un rayo de certidumbre me atravesó cuando, a la mañana siguiente, comprobé que la calle en cuestión era la paralela a la mía y que el número se correspondía con mi manzana.

Aquella noche me sorprendí espiando las ventanas traseras del bloque de enfrente…y allí estaba un maromo en bolas, haciendo posturitas y clavando la mirada en algún punto por encima de mi cabeza…

Masulokunoxo.

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