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Mitología para frikis (2)

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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR…

En el anterior capítulo de la serie habíamos dejado a Zeus y a sus cinco hermanitos lanzando una OPA hostil para hacerse con el control del negociete familiar del Olimpo y, de paso, obligar a papá Crono a jubilarse anticipadamente. La cosa parece que funcionó bien, aunque las fuentes antiguas no nos ofrecen muchos detalles de tan feo asunto…el episodio debió coincidir con una de las legendarias resacas de Hesíodo "el cabra", y ya saben –lo sabrán los que hayan leído el primer capítulo- que el chico sufría de lapsus de memoria después de los comas etílicos.

ZEUS PRESIDENTE.

Según el cabrero, el nuevo consejo de administración de Promociones Olimpo & Brothers quedó como sigue:

Hades: Encargado de Negocios del Inframundo. Léase captación de clientes de acreditada solvencia económica y dudosa reputación. En caso de figurar en la lista de los capos mafiosos más buscados por INTERPOL, mejor.

Poseidón: Jefe de Mares y Océanos. Es decir, el amo de las cloacas por las que se mueve la pasta de los defraudadores de Hacienda, malversadores de caudales públicos, comisionistas, acusados de cohecho –propio o impropio- y sus respectivos sastres.

Hestia: Directora General del Hogar. Para entendernos, la cabrona que se dedicaba a pasar el dedo por los marcos de puertas y ventanas…y como encontrase una sola motita de polvo, colgaba de las tetas a una limpiadora.

Deméter: Idem de Agricultura y Pesca. O sea, la encargada de mantener bien surtida de patatitas fritas y refrescos la nevera de la sala de juntas.

Hera: Vicepresidenta. No por nada era la que mejor la mamaba de las tres hermanas. Y como en el Olimpo, al igual que en TR, estaba de moda el rollito filial, acabó liada con el jefe.

Zeus: Presidente. El puto amo, the boss, el terror de las ninfas becarias y un pichabrava legendario.

Puede que lo que anterior suene a machista y retrógrado, pero es lo que hay, queridas lectoras. Para reclamaciones, ya sabéis…preguntad por "el cabra".

EL TURBIO ASUNTO DE LOS TITANES.

Como ocurre en todo culebrón que se precie, todo queda en familia. De hecho, los titanes eran los socios comerciales de papá Crono, pero quedaba mucho más chévere presentarlos como hermanos del cabronazo que capó al abuelo. Y como estas cosas no contribuyen a crear un ambiente familiar relajado, el mal rollito entre tíos –titanes- y sobrinos –Zeus y sus no menos cabrones hermanitos- estalló durante el bodorrio de Zeus con Afrodita.

Pero bueno, ¿no habíamos quedado que "la Afro" era medio hermana de papá Crono, surgida de la espumita del mar cuando el pollón del abuelo se dio un chapuzón? Claro, y tía de Zeus…es que el cabra, cuando se ponía a enredar el argumento del culebrón, era la hostia. Además, la Afro, a pesar de tener más años que la tos, seguía manteniendo un tipito que era la envidia de todo el vecindario. Por no hablar de sus otras habilidades, de las que Hera tomó buena nota cuando…bueno, para no liar más de la cuenta al sufrido lector, dejaré este tema para otro día.

El caso es que el episodio del enlace no lo contó el alcohólico Hesíodo, sino Homero "ojo de águila", malmetiendo sin venir a cuento en un capítulo de La Ilíada. El cabrero, con un rebote de tres pares de cojones, presentó una querella por suplantación de identidad, pero no prosperó; así que no le quedó más remedio que incluir a los dos tortolitos en el Registro de Parejas de Hecho Olímpico.

Creo haber dicho ya que Zeus estaba liado con su hermana Hera, una tía con mucho carácter y malas pulgas. Ahora, que pensándolo bien, ¿conocen alguna tía que asista a la boda del padre de sus cinco churumbeles de buen rollito? Y resulta que Hera estaba hasta los mismísimos de que le pusiera los cuernos, como para que ahora, al cabrón de Zeus se le hubiera metido entre ceja y ceja liarse por lo civil con su hermana.

¿Hermana? ¿No habíamos quedado en que era tía de Zeus? Sí, habíamos quedado, pero cuando se trata el tema de la macizorra del Olimpo, las fuentes antiguas se arman la picha un lío y los parentescos quedan poco claros. Y si no, vean la que se armó durante el bodorrio.

Habíamos dejado a Hera fumando en pipa y con un morro de aquí a Lima, intentando –le faltaban manos- mantener bajo control a sus enanos: Ares (de mayorcito, un gilipollas aficionado a montar guerras), Hebe (futura diosa de la juventud y el botellón), Eris (de la discodia…y claro, tía), Ilitía (a la que se encomendarían después las mujeres de parto…salvo la mía, devota de Master Card) y Hefesto (que se liaría más tarde con tía Afro…en fin, sin comentarios). Los Titanes, con un mosqueo importante por el asunto de la OPA, también asistían; y alguna de las veinte o treinta mozas a las que se trajinaba Zeus.

En un ambiente tan caldeado, cualquier excusa era buena para armar el follón, y justo cuando el oficiante preguntaba eso de "¿alguno de ustedes conoce cualquier impedimento por el que esta pareja…?", uno de los titanes –aún se anda investigando cuál- dejó caer en la oreja de Hera que, Afrodita, ni hermana, ni tía, ni Cristo que lo fundó: ¡HIJA DE ZEUS!

¡Sacrilegio! –estalló Hera, dejando sordo de un oído a Hefesto, del alarido que soltó-. ¡Puta! ¡Guarra! ¡Ni en TR se ven estas cosas! –piropos dirigidos a la Afro-. ¡Ya hablaremos en casa, degenerado! –y a Zeus le cambió el color, porque menuda era su santa cuando sacaba el genio-. En el alborto que se armó, desaparecieron varios relojes y carteras –nadie ha dicho que en Olimpo no hubiera chorizos-, a la Afro le cayeron un par de guantazos –eso calmó bastante a Hera-, le arrancaron el moño –se lo quedó de recuerdo una de las queridas de Zeus-, y éste aprovechó para deshacerse de una vez por todas de los molestos –y cotillas- titanes, sacando a relucir sus famosos rayos. ¿Se acuerdan de aquella serie de dibujos animados japoneses, en la que un robot de veinte metros decía "¡puños fuera!" y borraba del mapa a los malos? Pues lo mismo hacía Zeus con sus rayos: a poco que le tocasen los huevos, rayo que te crió. Por cierto, en los mismos dibujitos japoneses, aparecía una tal Afrodita diciendo "¡pechos fuera!".

El único que sacó tajada del lío fue el pobre –y sordo- Hefesto, que para huir del desaguisado, no se le ocurrió mejor idea que esconderse debajo del vestido de la novia. Vamos, que en cuanto Afrodita notó algo caliente cerca de su conejo, le faltó tiempo para echarle mano y enterrar la cara del pobre chaval en su chocho. Y eso que Hefesto era más feo que Picio, pero debajo del vestido no se notaba .De ahí viene la costumbre de tapar la cara de la churri que te acabas de ligar en el bar –después de dos docenas de cubatas-, cuando recuperas algo la consciencia y te das cuenta del feto mal parido que te estas tirando…aunque está peor visto gritar y echarla de casa. Uno puede pasar por borde, pero nunca por maleducado.

 

¿ALGUIEN HA VUELTO A VER A AFRODITA?

Andando el tiempo, cuando Hefesto creció –lamentablemente, si eres feo de pequeñito, de mayor no esperes milagros- y siguió igual de adefesio, le armó una jugarreta de la hostia a su madre. Resulta que ésta lo parió in vitro –el primer bebé probeta de la historia-, para darle en las narices a Zeus los cuernos que le ponía…y claro, así salió el chaval de majete. Ya se sabe que los prototipos, da igual si se trata de coches o de bebés, siempre son mejorables.

En vista de que un nene tan feo y malencarado como Hefesto no encajaba para nada entre la "beautiful people" del Olimpo, su mamá lo mandó interno y se olvidó dónde. Hefesto juró que algún día volvería, pondría patas arriba el Olimpo y se tiraría, por las buenas o por las malas, a tía Afro. El pobre chaval aún se relamía con el recuerdo del sabor a néctar de ambrosía de la corrida que le soltó en la cara su tía. Y en vista de que fuera del Olimpo, por muy dios que fuese, no conseguía mojar el churro ni a la de tres, se decidió a jugar sucio.

Volvió con un regalito muy práctico para mamá: un braguero antivioladores, de chapa galvanizada, con incrustaciones de piedras preciosas. Hera, a la que la mitad de las veces que Zeus se ponía burraco, no estaba para juergas -pero tragaba, por miedo a convertirse en churrasco a la brasa-, el regalito le vino de perlas y se lo puso cagando leches…antes de que Zeus le hiciese el enésimo bombo. Lo que no se le ocurrió fue mirar debajo del trono, donde su astuto y feísimo hijo había instalado un potente electroimán. Mamá se quedó pegada, chillando como una loca y jurando que al gracioso, cuando le echase el guante, se lo iban a merendar los buitres poquito a poco. Amenaza, por cierto, nada original, puesto que Zeus ya la había utilizado con un tal Prometeo; pero ese capítulo, dejando al margen un episodio de pederastia aún pendiente de investigación judicial, cometido contra Hera, ya lo tocaremos otro día.

Digamos que a papá Zeus le hizo gracia la inventiva demostrada por su hijo, que le permitía disfrutar sin sobresaltos de las antológicas mamadas de Afrodita –la bruja de su mujer parecía tener radar para estas cosas y siempre se presentaba justo antes del final feliz-, pero empezó a preocuparse al cabo de un mes. "Anda, hijo, sé bueno y no hagas más de rabiar a mamá" –lo camelaba-. "¡No me toques más los huevos y suéltala de una puta vez! –amenazaba-. Pero el borrico de Hefesto, cabezón. Y como papá no tenía ni puta idea de electromagnetismo –claro, en el Olimpo había pijos a mansalva, pero pocos y malos colegios-, "cuidadín con tirarme un rayo, ¿eh, papi? O a mamá la despegáis del asiento serruchándole las piernas" –se defendía Hefesto.

Tras mucho tira y afloja, con Hera atufando al vecindario –la caquita había que despegáserla con una espátula- y Zeus al borde un ataque épico de tormenta con aparato eléctrico, se llegó a una solución de compromiso. Los términos del cuerdo incluían que Hefesto se quedaba con Afrodita. Hera pudo, al fin, darse un baño; Zeus, cabizbajo, renegó de los hijos demasiado listillos y se quedó sin sus mejores mamadas. Y de Afrodita y Hefesto nunca más se supo. Colorín, colorado…de momento.

 

Apostillas del autor.

De verdad de la buena que no me acabo de creer que ningún pajillero –vale, Gatacolarada, en atención a ti admitiré que en TR también puede que haya alguna pajillera- me haya echado aún en cara que así no hay manera de cascársela como es debido. Los amiguetes sí que me lo reprochan: "Tío, la serie no está mal del todo, pero el puntazo habría sido colarla en la sección de Filial". Ya ven ustedes el ganado con el tengo que lidiar cuando me voy de cañas.

En cuanto a los aspectos prácticos de en qué orden irán apareciendo los capítulos y cada cuánto tiempo, procuraré ceñirme a cierto orden cronológico, a pesar de haber amenazado con lo contrario en el primer capítulo…y tendré que aguantar que los amiguetes me regalen sus más encendidos elogios: ¡Nenaza! ¡Vendido! ¡Que te den, mamón! Sobre la periodicidad, mejor me callo. Aunque voy mejorando en la terapia de gamberrismo, la de vago y maleante la tengo muy abandonada, como para ponerme ahora a prometer nada.

Saludos, frikis, y criticad algo del relato, coño.

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