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In memoriam (4: El ácrata)

en Confesiones

Como amablemente me han sugerido algunos lectores, debería haber comenzado por el principio.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, reconoceré que tienen razón y voy a tratar de enmendarlo…ahora mismo. Quizá sea por un defecto congénito, pero mi memoria funciona por sensaciones. Si trato de recordar una situación, ésta va unida a una sensación y viceversa. Así que no respondo que el resultado sea exactamente cronológico.

En cuanto a otra solicitud que se repite :descripciones personales más detalladas…ni de coña. Mi innata modestia me impide plasmar lo absolutamente perfecto, física e intelectualmente, que soy, así como el buen gusto se me rebela cuando quiero describir a una tía con lindezas del tipo: "tetas grandes, culo prieto y coño jugoso"…el que se cabree por ello, que pase al siguiente relato.

Podríamos decir que mis primeros recuerdos de libertino van unidos a la política. ¿Política?. ¡Si, política!.

¿Alguien se acuerda del ambiente que había en España en 1977?. Por entonces tenía yo 13 tacos. Y el mejor entretenimiento que teníamos por entonces eran las manifestaciones estudiantiles. ¡Amnistía y Libertad!. Y los grises repartiendo leña. Un entretenimiento cojonudo para los enanos como nosotros.

El deporte diario, durante casi todo el año, fue salir de clase del instituto a mediodía y esperar a que la asamblea de turno degenerase en una carga policial. Corríamos como gamos delante de los grises (bastante fondones, los pobres), sin darles la más mínima oportunidad de que nos echaran el guante. Alguna vez nos las hicieron pasar putas (nos conocíamos de memoria el recorrido y poco a poco fueron perfeccionando la táctica persecutoria, preparándonos alguna encerrona). Pero eso le daba mayor aliciente al asunto.

Además, ¡que coño!, eran buena gente (los grises fondones), no se cebaban demasiado con los despistados que pillaban, apuntaban al suelo las pelotas de goma y no había que hacerlos correr demasiado para que al día siguiente dieran buen juego y embistieran con brío.

Los cabrones eran los que venían de fuera. Los veíamos pasar en unos furgones de lo más chulo, ellos más chulos aún, los pantalones por dentro de las botas, cargaban sin mediar provocación, freían a leches al que pillaban y apuntaban las pelotas a la cara…¡vamos, deporte de alto riesgo!. A estos si que no nos dolía tirarles los adoquines.

Así fue como trabé contacto con la agrupación ácrata del barrio. Los muy brutos se metieron en medio del fregao con despliegue de banderas (negra, con una A dentro de un circulo blanco…para los que no les suene lo de ácrata). Con el estorbo de la parafernalia de banderas y que no iban pertrechados con el uniforme reglamentario (sudadera y zapatillas de deporte), casi los fríen a leches. Tuve que hacer de cicerone y sacarlos por el atajo de emergencia.

Eran un grupito variopinto, entre los 18 y veintitantos. Que recuerde, lo componían:

MONSEÑOR. Ex-seminarista, lector compulsivo de Bakunin, inapetente sexual (el seminario debe marcar lo suyo) y cabecilla reconocido del grupo.

GLASGOW. Un tipo alto, pelirrojo y con pecas…tipo escocés.

LASSI. Un pedazo de tía que me sacaba la cabeza. El apodo le veía por los explosivos jadeos perrunos con que adornaba sus orgasmos (me enteré después).

EPI y BLAS. La parejita gay del grupo.

PEPI LA TETAS (por obvios motivos anatómicos)

BAYETA. Sin nombre de pila. No se le escapaba ni gota. ¿Ni gota de qué?…para mi era un misterio.

PIJOTE. Niño bien. Canutero empedernido. Terminó frito por sobredosis años después.

ASUNCIÓN. Una rubia que quitaba el hipo. No era nombre de pila. La más joven del grupo, exceptuando al menda. Especialista en lograr "ascensiones" milagrosas…sin manos.

MAKOKI. Una mala bestia. Decían que había que sacarlo sedado de casa.

Yo pasé a ser PELUCHE.

Este era el núcleo duro del grupo. En eventos sociales de relevante interés (conciertos y manifestaciones), se le unían algunos más, sin derecho a voto…ni usar la sede de la célula.

Fuera de éstas actividades, la principal ocupación del grupo consistía en organizar orgías. En atención a mi tierna edad, se me permitía asistir y participar en los revolcones previos, pero ni hablar de follar. Tampoco es que me quejara, los compis del instituto lucían un hermoso callo en la mano derecha (producto de repasar una y otra vez los "artículos" del Penthaouse) y a mi las pajas me las hacían después de haberme puesto ciego a meter mano. ¡Y a las once a casa!..."que el nene tiene que dormir mucho para crecer".

La sede social era una cutrez de sitio: un bajo comercial abandonado y decorado con mobiliario de desecho. O sea, que éramos okupas antes de que se inventara el palabro.

La cosa cambió con el nuevo curso.

En mis andanzas infantiles por el barrio (sería un enano, pero de tonto nunca tuve un pelo), había descubierto un viejo caserón…¡amueblado!. Dos plantas. Tropecientas habitaciones, un jardín lleno de maleza, que bordeaba el caserón, ¡y la llave debajo de una maceta!. Mi reino particular cuando me apetecía estar solo (un poco rarito el niño, ¿verdad?).

Negocié con Monseñor mi cambio de estatus (ya empezaba a levantarme por las mañanas con la polla tiesa y dolor de huevos), como miembro de pleno derecho, a cambio de una sede social molona y libre de gastos de comunidad.

Cuando vieron el sitio, las cuatro tías amenazaron con darse de baja si no nos mudábamos de inmediato. El cabrón de Monseñor no era partidario. Decía que aún no me había cambiado la voz y que estaba mal corromper a un menor (jodidos curas, siempre dando pol culo).

Hablando de la voz (ya empezamos, otra vez por los cerros de Úbeda), tras unos meses de soltar gallos, puedo afirmar orgulloso que me quedó una voz grave, profunda y muy sexy (según atestiguan innumerables testimonios femeninos).

A lo que íbamos, me planté y amenacé con chivarme a la pasma si se les ocurría quitarme la llave y hacer el cambio de sede sin otorgarme plenos derechos como miembro (creo que me lié y dije sin otorgarle plenos derechos a mi miembro…cosas de los nervios). Se votó y, salvo Monseñor, Epi y Blas, todos estuvieron de acuerdo en que merecía la ceremonia de iniciación ya.

El viernes siguiente, primer día que dejé de ir a dormir a casa, me desvirgaron (digo, me iniciaron).

Lamentablemente, no puedo ofrecer un testimonio directo de la ceremonia. El par de canutos que eché (no he vuelto a probarlos, ni eso, ni nada psicotrópico más fuerte), me dejaron consciente pero amnésico. Una pena, a uno le gusta recordar la primera vez de todo lo bueno.

Según me fueron contando más adelante Asunción, Pepi, Bayeta y Lassi, la cosa empezó cuatro contra uno hasta haberme embadurnado de saliva cada cm2 de piel, continuó con un conejo en cada mano, otro en la boca y Bayeta dándome la primera mamada (y no acordarme de nada…¡me cago en mis muelas!). Para haberlo grabado en super 8…que de aquella no existía el video).

Como mandaba la tradición, Bayeta no desperdició ni una gota (lo tenía muy a gala la niña).

Parece ser que la cosa siguió con sendos asaltos dos contra uno y terminó con una orgía en toda regla. Epi y Blas a lo suyo y Monseñor aleccionándonos desde la puerta sobre las virtudes revolucionarias de la coyunda comunitaria. ¡Amén!.

Poco después dejé de ser Peluche y me bautizaron como CASKOTE. Según Asun, por cierto parecido de la punta de mi polla, descapullada, con el casco de los buenos en La Guerra de Las Galaxias. ¡Tenía razón, la cabrona!. Cada vez que veo la primera película de la serie y aparece la escena del asalto a la nave de la princesa Leia, ¡me meo de risa!.

Pasé el decimocuarto año de mi existencia siendo absolutamente fiel…a las cuatro. En el instituto no me vieron el pelo, pero no me perdí ni un sólo entrenamiento ni una orgía (viernes y sábados, cumpleaños de los miembros, 1º de mayo, mediados de junio: aniversario del fatal desenlace de Bakunin, me perdonarán vds que ahora mismo no recuerde la fecha exacta, 48 horas en semana santa y navidades blancas…que no de nieve).

Parece ser que resulté un alumno aplicado, hábil en los trabajos manuales, de lengua inquieta y con la particularidad física de un glande que se hinchaba más allá de los límites normales.

Un breve inciso, ya que hablamos de pollas. ¡Terminé celoso de la mía!. Aparte de la peculiaridad ya descrita, que tuvo sus ventajas (algún polvo por mera curiosidad) y sus desventajas (más tarde me dificultó la práctica de la penetración anal). Tantas alabanzas le dedicaron las cuatro guarrillas: que si la forma, que si la delicada textura de las venas perimetrales, que si ¿el sabor?, que si recta como un palo, sin tendencia a escorarse a uno u otro lado, que si la graciosa curva hacia arriba del capullo, que si tenía una polla que enamoraba…que si la leche, coño. Hasta el huevo me tenían con tanta monserga. Lo que yo quería oir era: eres un fiera, una máquina, pedazo burro. Así que terminé mirando con desconfianza (aquí quién corta el bacalao, ¿tu o yo?...traidora) a tan noble parte de mi anatomía.

Todos los buenos rollitos se acaban, tarde o temprano. Y la idílica relación de la célula ácrata se rompió…por una epidemia de ladillas. ¡Joder, qué repelús!. Se supone que no deben ser más grandes que un piojo, ¿no?. Pues éstas parecían crustáceos. Y tener una colonia de cangrejos mordiéndote los cojones, les aseguro que no tiene ni puta gracia.

Años después se puso de moda el conejo rapado. Yo me convertí en fanático de la moda. Si la churri en cuestión presentaba un felpudo mínimamente poblado, yo tiraba de cuchilla de inmediato. Otra manía que heredé de la repugnante experiencia, fue la de la higiene escrupulosa. Hasta el extremo de que cada vez que iba al urólogo por alguna molestia, resultaba ser una irritación, producto del abuso de gel.

Digamos que la alegre comuna del caserón, se disolvió por falta de higiene y porque las actividades extra-coitales fueron perdiendo fuelle con la paz social.

De ésta manera, con 16 añitos recién cumplidos, me encontré preparado para iniciar la andadura como cazador solitario y ante la disyuntiva de seguir chupando de la teta de papá y mamá, haciendo que estudiaba, o ir pensando en buscarme un curro con el que financiar gastos.

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