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Accidentada salida por la puerta trasera del arma

en Gays

Sentado al otro lado de la mesa de la terraza del bar –más recostado que sentado-, la mueca irónica que me dirige Sobi –él llama a eso una sonrisa-, tiene la virtud de ponerme en estado de máxima alerta.

-¿En qué estás pensando, cabronazo? ¡Joder, y deja ya de sacar fotos a todo lo que se mueve, cagunmismuelas!

La camarera no le quita ojo, mosqueada ya con tanta monserga. Cada vez que se inclina un poco para servir una mesa…¡clik! Y cuando la pobre chica se revuelve indignada, él disimula enfocando la fachada Art Decó del edificio de enfrente. Lo que me resulta un misterio, es qué hace después con los cientos de fotos que saca cada semana. No creo que tenga tiempo para descargarlas en el ordenador y verlas todas…ni pasta para revelarlas.

-Te veo un poco tenso, Masu. No me extraña. Después del "éxito" de tus últimas publicaciones en TR, te entiendo. Pero, claro, no se puede andar por ahí tocando los cojones a todo el mundo, y pretender luego ser el más popular del barrio-. Ahí me ha dado de lleno en la línea de flotación. Ahora falta el segundo torpedo…el que me mandará derechito al abismo.

-Ya me extrañaba a mí tanto derroche. Eso de invitar, sin venir a cuento, a cañitas con gambas…lagarto, lagarto. Venga, no te cortes con los "halagos" y regálame los oídos con alguna de tus "críticas constructivas"- contraataco, recordándole de paso que, a tacaño y maestro del escaqueo a la hora de pagar las rondas, me gana de largo.

-¿Ves? ¿Ves lo que te decía? Yo que me preocupo por ti, siempre pendiente de que no se te suban a la cabeza las alabanzas –pocas- de los fans, que no te hundan la moral las descalificaciones –muchas y bien merecidas- de los terribleros y, en fin, el único que comprende el humor tan retorcido que te gastas…me duelen en el alma –y se aporrea el pecho mientras suelta el discursito, el muy hipócrita- esas descalificaciones a mi generosidad.

Olvidadas ya las vacaciones, y con un par de relatos tocapelotas en la recámara, se suponía que habíamos quedado allí con el fin de darles los últimos retoques, afilando el lápiz para hacerlos un pelín más incisivos y mordaces, analizar la más que previsible airada reacción del público de TR, y tener ya preparadas unas cuantas respuestas ingeniosas con las que cerrarles la boca a los que más gritasen. Vamos, el "modus operandi" habitual en estos casos. Pero no me estaba gustando un pelo por dónde iban los tiros. Tanto desparrame de sentimientos heridos y verborrea sobre la amistad, en boca de un tipo habitualmente parco en sus efusiones verbales, me estaban poniendo nervioso.

-¡Suelta de una vez lo que estás rumiando, cagunmimuelas!- Una sutil invitación a concretar e ir al grano, como se verá.

-Recapitulemos, Masu. Te has metido con todo bicho viviente, individual y colectivamente. Has agredido a los zoofílicos con un relato infumable sobre las andanzas de un perro-hombre; al lésbico, con otro ininteligible –En bable, corrijo. Alguna asturiana lo habrá pillado, digo yo-; a los amantes del sado-maso y la dominación…vale, tenía su coña lo del ama-sumisa bipolar; a los del rollito filial…reiteradamente; y a los autores, comentaristas, terribleros y público en general. ¡Joder, acuérdate de cuando le echaste en cara a Papá Noel ser pederasta…justo antes de Navidad! Ahora has bajado mucho el listón. En mi opinión, te estás quedando escaso de munición y, últimamente, te noto un poco lento de reflejos. Ojalá me equivoque, pero me temo que dentro de poco empezarás a repetirte…y eso sería muy triste, ¿verdad? Está clarísimo que necesitas ampliar horizontes, explorar otros territorios, no caer en la rutina de transitar una y otra el mismo sendero. No sé si me explico…

-Y eso me lo dice el "autor intelectual" del último atentado. ¡Hay que joderse! Pero conociéndote, seguro que ya le has buscado remedio al problema, ¿verdad?

No contestó. En su lugar, me alargó el periódico que llevaba doblado bajo el brazo.

 

Ahorraré al sufrido lector la sarta de piropos que le dediqué, el alboroto que se organizó en la terraza –más de uno debió de pensar que aquello acababa a hostias-…y la panzada de risa que me entró después, cuando pensé que la broma tenía un tufo canalla marca de la casa; y que, donde las dan, las toman. Lo que ya no me gustó un pelo, fue pasarme los tres días siguientes contestando las llamadas de unos chicos muy simpáticos, solicitando ampliar la información del anuncio. Reconozco que, en situaciones semejantes, se me olvidan la educación y los finos modales.

Alguno pensará que la cosa quedó ahí y que no nos hemos vuelto a dirigir la palabra. Error. Bromitas al margen, el reto estaba lanzado y había que responder adecuadamente…y no me estoy refiriendo a este escrito, que será el último clavo del viacrucis del colega bromista.

-¿Sobi? No te escondas, canalla. Ponte guapo, porque estamos invitados a una fiesta. ¿Te acuerdas de Mari Trini, la "trans" que, en la despedida de soltero de Paco, armó la de dios imitando a Madonna con el crucifijo? Organiza un sarao mañana por la noche y se ha acordado de invitarnos. Sí, claro, he insistido, y aunque te tiene ojeriza por haberla abucheado aquella vez, al final también te ha invitado. ¿Que aquello estará lleno de maricones y travestis? ¡Pues claro! ¿No decías que había que había que ser abierto de mente, atreverse con nuevas experiencias y explorar territorios desconocidos? ¿No te irás a rajar ahora, verdad?- Si algo tengo claro, es que la frase: "¡No hay huevos para…!" funciona nueve de cada diez veces.

Como de esperar, la fiesta era de mucho "ambiente". Llegué temprano, le di un par de besos a Mari Trini –esquivando la mano que me echó al paquete-, vacié de un trago la primera copa que pillé –nunca está de más un reconstituyente, por si te flaquea el valor en el último momento-, localicé al par de locas que me recomendó la Trini…y me dispuse a hacérselas pagar todas juntas al cabronazo de Sobi.

-¡Joder, Masu, qué pintas! ¡Sólo te falta la gorrita para pasar por el motero de Village People!- No había caído en ello…pero, sí, con los pantalones y el chaleco de cuero, dejando al descubierto la hirsuta pelambre del pecho, cierto aire macarra sí que tenía.

-En cambio, tú, siempre tan elegante, ya veo que le has copiado el modelito al rubito de Locomia. Ven, te voy a presentar a dos rendidas admiradoras tuyas. Se han puesto como "locas", cuando les he dicho que iba a venir el mítico creador de la inconclusa serie sadomaso de El Juego de Iria.

El caso es que, en otras circunstancias, Sandra y Mariana, por mucho que se esforzaran en disimular el vello facial con kilos de maquillaje, sólo habrían podido pasar por dos pibones de rompe y rasga en una convención de ciegos y sordomudos…porque había que ver el bigote y el vozarrón de camionero que se gastaban las "niñas". Que Sobi no pusiera reparos a las efusiones cariñosas que le dedicaron en cuanto se lo presenté, lo atribuyo a la docena y media de copazos de alta graduación etílica, con los que previamente le había anestesiado.

De todas formas, hasta que no vi a Sandra bajarle la bragueta, rebuscar dentro y soltar un "¡Coñooo!" de admiración, no las tenía todas conmigo. Por su parte, Mariana se dedicaba a comerle la oreja, camelándolo con comentarios elogiosos –inmerecidos, tengo que añadir- sobre su obra. De paso, así como que no quiere la cosa, en cuanto el pobre abría la boca para agradecerle los cumplidos, ella –él, ella, ¿qué más da?- le metía la lengua hasta la campanilla. En fin, la cosa se fue animando; el público asistente al sarao, también…y empecé a preocuparme, cuando pillé a un fulano echándome unas insistentes miradas al paquete. ¡Sólo faltaba que a Sobi –en estado enajenación mental transitoria- se la mamase una loca con bigote y que yo tuviese que salir por patas! ¡Ah, no. Ése no era el plan!

Busqué a Mari Trini, le dije que el fulano que la había abucheado ya estaba dispuesto para cumplir la penitencia; y entre los dos, a empujones, conseguimos convencer a los tres tortolitos para que entrasen en la habitación que la anfitriona había dispuesto para la ocasión. Una detallada descripción de los artilugios con los que estaba amueblada, seguro que haría las delicias de los amantes del género sado-maso. Lamentablemente, me falta el vocabulario "técnico" adecuado con el que hacerlo, y como no es plan de perder ahora el tiempo buscándolo en Google, confórmense con saber que a mí me pareció la antesala del infierno. Tampoco vayan a pensar que soy un pardillo que se acaba de caer del guindo…porque la tabla redonda -con cuatro muñequeras-, tengo claro que no estaba allí para jugar al mus.

Siguiendo con el plan cuidadosamente elaborado, ataron a Sobi –dejaré de llamarle cabronazo y, en adelante, me referiré a él como compañero de desdichas…porque la cosa estaba apunto de tomar un giro inesperado-, mientras yo preparaba la videocámara –analógica, de las de toda la vida…es que aún no le he pillado el punto al rollito digital- y me disponía a inmortalizar el bromazo. Lo ataron, lo colgaron de un gancho del techo, lo despelotaron…y el pobre preguntado a qué íbamos a jugar ahora.

¿Cómo que menuda putada? ¡Ojito, no se me despisten! El quid del asunto estaba en amagar y no dar, pero dejando que el sujeto –con un pedal del quince, suficiente para provocarle una amnesia pasajera- pensase que había ocurrido algo irremediable. La sesión de azotes, light, pero lo justo para dejarle marcas con las que hacerle creer que la grabación era genuina, sólo era el preludio de lo que, supuestamente, sería el fin de fiesta. La cinta, borrosa cuando Mari Trini amagase con la enculada, se la haría llegar al día siguiente, con remitente desconocido y una notita, anunciando su inminente estreno en Youtube. El toque dramático final lo darían unas gotitas de mercromina en el ojete. Si con toda esa parafernalia no conseguía convencerle de que había salido del armario a trompicones…

Un plan maquiavélico perfecto, ¿o no? En teoría, claro, porque no contaba con que Mari Trini nos la quisiese jugar a los dos. Antes de que pudiera darme cuenta de lo que ocurría, estaba en la misma situación que mi colega. Lo peor fueron las explicaciones que me dieron Mari Trini y sus dos secuaces, cuando me recuperé del susto y empecé a chillar como un cerdo con el cuchillo del matarife clavado.

-Tranquilo, guapetón, no te alteres. Si quieres quedarte afónico, allá tú, pero la habitación está insonorizada. Os dejaremos ahí hasta que a tu amigo se le pase el colocón…y tú aceptes de buen grado, sin rechistar, lo que se nos ocurra a mis amigas y a mí.

-Vamos a probar. ¿Qué tal si le haces una mamadita a tu amigo, ahora que está tan contento?- propuso Marga.

-¿Qué tal si pruebo contigo, guapa…y te la arranco de un mordisco?- repliqué, muy educadamente.

-¡Bruto como él solo y con malas pulgas! ¡Cómo me pone esto!- oí a Sandra, detrás de mí, antes de dar un respingo con el azote de la fusta que me cruzó el culo.

-¡No seamos tan bruscas, chicas! ¿No veis que son primerizos y les cuesta entrar en ambiente? Un poco de romanticismo y que se besen. Acércalos un poco, Sandra-. Y me vi a un palmo del careto sonriente de Sobi, que debía encontrar aquello muy divertido. ¿No te jode? Cuando le zurran a otro, hasta a mí me parece una juerga de la hostia.

Tres tandas de azotes después –yo seguía erre que erre-, se fueron a dormir, dejándonos allí…reconsiderando la propuesta –en mi caso- y roncando como un bendito –en el de Sobi-.

-Oye, tío, ¿qué cojones hacemos en bolas y atados? ¡Joder, qué dolor de cabeza!- Sí, justo cuando estaba a punto de vencerme el cansancio y, a pesar de lo incómodo de la postura, empezaba a quedarme frito, al mamón éste se le pasa la moña y se despierta con ganas de charla.

No me quedó más remedio que hacerle un resumen de la situación, junto con el cúmulo de desgraciadas coincidencias que nos condujeron a ella, con vivas muestras de afecto por su parte, al enterarse –no todo, me callé algún detalle- de la bromita que había quedado en grado de tentativa.

-Me voy a descojonar de risa cuando te metan el palo de una escoba por el culo, desgraciado, mal amigo…pero lo que éstas nos hagan, te van a parecer rositas, comparado con lo que te pienso hacer, en cuanto te eche el guante-. ¿Ven ustedes lo rencoroso que es? ¿Éstas son formas de encajar una bromita inocente y sin mala intención?

Una eternidad después –luego nos enteramos que sólo habían pasado cinco horas-, al límite de nuestras fuerzas –algo hay que inventar para justificarse, y en eso buscar justificación a cualquier cosa somos unos profesionales-, agotada nuestra capacidad de sufrimiento -¿Quejicas? ¡Una mierda, menudas agujetas!- y dispuestos a lo fuera con tal de salir de allí, empezamos a reconsiderar la situación.

-Oye, mamonazo, ¿seguro que te dijeron que con un besito de nada ya estaba? No sé tú, pero si no pasamos de ahí, aunque sea con lengua…sólo porque te veo muy jodido, ¿eh? A ver si encima vas a pensar cosas raras- propuso, aunque se me adelantó por poco.

-¿También te ofreces a hacerme una mamada? Vale…si insistes, por mí, de acuerdo. Pero primero te cepillas bien los dientes y te enjuagas la boca con Listerine- respondí, antes de llamar a Mari Trini a voces. No veía el momento de salir de allí.

-¿Queeé? Oye, para el carro, porque creo que me he perdido algo. ¡Que te calles la boca, coño! Eso de la mamada hay que negociarlo. ¿Qué tal si nos la jugamos a los chinos?- En eso mismo estaba pensando yo. Vamos, que en el barrio nadie se acuerda ya de la última vez que el Sobi perdió una partida a los chinos.

- Piedra, papel, tijera. A la mejor de tres...y el que pierda, mama-. Lo mío son los naipes, pero era poco probable que nos dejasen echar unas manitas.

Podríamos haber seguido así una semana, porque si uno es cabezón, el otro más; y con tal de no dar el brazo a torcer –da igual que discutamos sobre chochitos o sobre política internacional-, como si nos dan las uvas.

La última palabra la dijo Mari Trini, entrando en la habitación en mitad de la discusión y poniendo por fin las cosas en su sitio.

-¡Manda huevos, queridos! Tendríais que ver la imagen tan patética que dais, discutiendo si me la mamas tú primero. Pero bueno, como sólo se trataba de ver hasta donde estabais dispuestos a llegar, con lo visto y oído, ya me hago una composición de lugar.

Vale, sí, nos la habían jugado bien, las muy zorras, pero manteníamos la frente alta y la honra intacta. ¿Cómo era aquello de los barcos y la honra? Pues eso mismo. Pero no, tenía que añadir algo más y acabar de hundirnos en la miseria.

-Aptitud no os falta. Ahora se trata de trabajar la actitud. Con un poco de esfuerzo y voluntad por ambas partes, os aseguro que aquí hay una bonita historia de amor en ciernes. Palabra de experta.

Apostillas del autor.

Pues no sé yo si creerme la predicción de la "experta". De momento, después de esquivar las patadas en los huevos, con las que Sobi me obsequia cada vez que nos vemos, seguimos discutiendo si –en circunstancias análogas, claro- me la mamas tú primero.

¿El motivo de la confesión? La puta cinta de video. Resulta que todo quedó grabado. –Lo siento, Sobi, se me olvidó comentártelo antes-, y antes de que esto se sepa, el asesor de imagen me recomienda asumir los hechos y plantar cara.

Mari Trini, por su parte, sigue insistiendo en que, con un par de sesiones más, esto acaba en boda. Antes de que eso ocurra, tengo que quitarle a Sobi la fea costumbre de patearme los huevos.

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