miprimita.com

La culpa fue de los hadrones

en Sexo Virtual

26 de abril de 1986. Nueve y media de la noche. Santiago López, 33 años, casado, padre de dos hijos y dueño de un perro con malas pulgas, abandona el adosado familiar para realizar el ritual diario de sacar de paseo al chucho.

Mucho más lejos, ese mismo día, un grupo de técnicos –escasamente cualificados y después de haber brindado con media botella de vodka cada uno- decide realizar un simulacro de corte de suministro eléctrico en la central nuclear de Chernobil.

De los técnicos nunca más se supo. De los bomberos que acudieron a sofocar el incendio, los voluntarios –a punta de bayoneta y héroes a título póstumo de la Unión Soviética- que llegaron después, y algún despistado vecino de los alrededores, sí, algo quedó para dar sepultura.

El petardazo del reactor creó una nube radiactiva jamás vista, con gran escándalo de los granjeros ucranianos, que vieron arruinada la cosecha de patatas; de los ecologistas europeos, indignados por el stress postraumático que provocó en la fauna y flora local y los oncólogos del mundo entero…por algo relacionado con esa tontería del cáncer.

En lo que nadie se fijó fue en unos minúsculos "hadrones" –partículas subatómicas, por eso lo de minúsculos- que salieron cagando leches del lugar de los hechos, pasaron a toda hostia por Suiza, donde se vieron afectados por unas pruebas secretas en el acelerador de partículas –secretas porque no se supo que las habían hecho hasta bastantes años después- y terminaron tropezando con Santiago López, que en ese momento daba vueltas con su perro alrededor de una farola, en la localidad de Alcobendas (Madrid), maldiciendo al chucho, indeciso entre cagar allí mismo o buscar un arbolito con alcorque repujado de fundición y un poco de hierba, para arrastrar después el culo por ella –evidentemente, el indeciso era el perro-.

Científicos de medio mundo especulan hoy en día sobre las propiedades físicas de los hadrones y su capacidad para crear anomalías espacio-temporales. Anomalías espaciales, no sé; pero temporales, seguro que sí. Y si no, que le pregunten a mi tío –Santiago López-. Pero va resultar difícil, porque ahora mismo vive en Alcobendicity (barrio residencial cercano a la capital del distrito peninsular SW de la provincia europea de la República Federal Terrestre), en el 16.153 d.C.

¿Que cómo lo sé? De momento, conformaos con creerlo y luego ya veremos cómo explico el contacto epistolar –por carta- que mantenemos, para que se entienda.

La familia, convencidos de que se había fugado a la antigua usanza: "Voy a por tabaco y ahora vuelvo", colgamos carteles por todo el vecindario y contratamos los servicios de una agencia de investigadores privados. Investigaron a fondo el club de carretera cercano, sospechando que también hubiese desaparecido alguna de las empleadas con contrato temporal por servicios –mi tía se enteró y pilló un berrinche de cojones-, con nulo resultado…y posterior alivio de mi tía.

Al que localizamos, dos días después, fue a FrancisD. –D. Por Drake, el nombre le viene que ni pintado-, el perro, con un grave desequilibrio psicológico canino. El pobre ya no es ni sombra de lo que era, pero tiene que ser un alucine salir de paseo con tu dueño y verlo desintegrarse mientras estás levantando la patita, ¿no? Pues aún así, que se joda, por cabrón –evidentemente, sigo refiriéndome al perro-.

La primera nota apareció tres meses después -un post-it pegado en la pantalla de mi ordenador-, de puño y letra del desaparecido Santiago, con los resultados de la quiniela de la semana siguiente y una posdata: "Estoy bien. ¡Esto es alucinante! No se lo digas a nadie. Seguiremos en contacto", muy sospechosa. Acerté cuatro de quince.

La siguiente, tres semanas más tarde, era una carta como Dios manda.

Querido sobrino:

No te lo vas a creer. ¡La leche, no me lo creo ni yo!

Vivó aquí al lado, aunque a catorce mil ciento cuarenta y cinco años en el futuro; así que no te molestes en buscarme.

Ya me he enterado que no se lo has dicho a nadie. Buen chico, no me gustaría enterarme que te han encerrado en un loquero por mi culpa.

Una lástima lo de la quiniela, pero no desesperes. Eran los resultados de la liga 2021-2022…debido a un pequeñísimo error de cálculo. Tranquilo, voy afinando poco a poco los cálculos y, uno de estos días, das el braguetazo de tu vida.

Bueno, te cuento del futuro, porque supongo que estarás en ascuas. Empezando por el principio, la culpa de mi repentina desaparición –espero que Francis D. haya salido indemne; y si es así, dale una patada en los huevos de mi parte- la tuvieron esos miserables roñosos del Politburó soviético, que no se gastaban un duro en mantener sus centrales nucleares. Los hadrones, no, pobrecitos. Esos hacen lo que saben cuando los dejan sueltos: crear un portal temporal y teletransportar todo lo que pillan cerca. Aún así, tuve suerte. Habría sido una guarrada que me llevaran al pasado y encontrarme siendo pasto de los leones en el circo romano; o corriendo junto a los dinosaurios en el Cretácico, para ponerme a cubierto del meteorito ése que dicen los borró de la faz de la Tierra.

Aterricé –es un decir, claro- en el mismo sitio, sin farola y sin perro, junto a una piscina…a rebosar de tías en pelota y sin tetas. ¡Como te lo cuento, sobrino! Los genes de las tetas, los que hacen que las churris tengan tetas, desaparecieron del genoma humano hace unos cuatro mil años. Bueno, eso no es lo peor. Los tíos…no, eso te lo cuento otro día.

En cuanto me vieron, salieron pitando, chillando algo incomprensible y la velocidad de un plusmarquista mundial…claro, sin tetas que les estorben, ahora corren que se matan. Me rodearon inmediatamente las fuerzas de seguridad: una cuadrilla de androides con pinta de moteros. Me desgañité diciéndoles que no era ningún mirón, que sentía mucho haberme colado en un club nudista para señoritas y que perdonaran, pero me había dejado el DNI en casa. -"¿Se han fijado en que ninguna de esas tías tenía tetas?"- intenté desviar su atención hacia tan raro fenómeno, pero resultó en vano. Esa noche dormí en comisaría, si es que a una habitación con lujos asiáticos de mobiliario y decoración se le puede llamar celda. La cena, no, esa fue todo lo cutre que es de suponer en el trullo.

Al día siguiente me tumbaron en una camilla, me pincharon el brazo con un chisme que no conseguí identificar y me entró un vacilón que ni te cuento. Estaba en la gloria, pedo perdido y hablándole por los codos a un grupito de doctores –llevaban bata blanca, así que pensé que eran médicos-, hasta que caí en la cuenta de que no eran todos…eran todas. Claro, sobrino, entre el colocón que tenía yo, y esas tías, planas por delante y con el pelo corto, había que fijarse mucho.

Eso fue justo antes de que empezaran a quitarme la ropa. Normal, seis pares de dulces manos femeninas sobándome –clínicamente hablando, pero sobándome- y la polla se me puso tiesa antes de lo que tardo en decirlo. Otro coro de gritos y media docena de tías a la fuga. ¡Joder, me olí el sobaco!, por si las moscas.

Debí quedarme dormido. Empalmado y roncando, ¡menudo panorama! Hasta que se me pasó el efecto y desperté con un chisme colgando de la oreja…Chao, sobrino, tengo que dejarte. Vienen a buscarme para la inseminación de la tarde... y las chicas se ponen muy nerviosas si las hago esperar.

Ahora que ya domino los horarios del portal, puedo anticiparte que la próxima carta te la enviaré dentro de veinte días…ya te iré contando.

Tías sin tetas, androides policía, ¿inseminaciones? ¡La hostia! El futuro es la hostia y yo aquí, dejándome las pestañas con el parcial de Sistemas Lineales. ¡Joder, no es justo!

Como os podréis imaginar, fueron los veinte días más largos de mi vida.

Recibe sin interferencias la comunicación de mi afectuoso saludo, descendiente primogénito de mi querida hermana, coincidente al 98,75% con mi ADN:

Perdona, sobrino, pero ya domino la jerga autóctona y éste es un ejemplo de lo condenadamente gilipollas que es esta gente.

Había quedado en que tenía un chisme colgando de la oreja…y conectado a los lóbulos frontal y temporal de mi cerebro –los que rigen el lenguaje-, además de que seguía empalmado como un burro…es que esa semana, tu tía, estaba con la regla.

Acto seguido entró una de las tipas de bata blanca, contándome que era un milagro científico encontrar un varón con "esa peculiaridad", sin quitarle la vista de encima a mi desafiante polla.

-Un momento. ¿Cómo es que ahora entiendo lo que dices y antes no pillaba una?, me extrañé. Coño, cualquiera no.

Me explicó con pelos y señales el funcionamiento del cacharro, una especie de traductor simultáneo. Resumiendo, que yo oía en cristiano y hablaba en guiri. También trató de explicarme lo de la "peculiaridad", cada vez más sofocada y sin apartar la vista de mi polla, que parecía tenerla embobada. Pero me hice el tonto…para sonsacarle. Y, entre otras cosas, me enteré de la fecha en la que estábamos.

-A ver, si no he entendido mal, nunca has visto una polla- traté de resumir, mientras se me pasaba el susto.

-Una como esa…así…no. Nadie ha visto una cosa igual. ¿No te molesta? ¿No resulta un incordio al andar?-. De verdad, yo estaba que me descojonaba con tanta tontería, pero se me encendió la bombillita y vi la posibilidad de sacar tajada a la situación.

-Seguro que te mueres de ganas de examinarla. Ya sabes, una exploración científica, profesional. Por mí, tranquila, no me molesta-.

-¡Huy, qué va! Si se entera la jefa de servicio, me deja sin postre toda la semana.- No te rías, sobrino, que es lo peor que les pueden hacer aquí, con lo golosas que son. Pero lo decía mordiéndose la comisura del labio.

-Por mí no se va a enterar. Pero, claro, si nunca has tenido una entre las manos, entiendo que te asuste-. Y, como era de esperar, piqué su amor propio.

Aunque poco había que picar, porque viendo cómo se humedecía los labios con la punta de la lengua, lo que pensé fue: "Santi, hoy te la maman como está mandado".

-Así, muy bien, bonita. ¿Ves como no muerde?- Hombre, el meneo que me estaba dando, a dos manos, no era muy profesional que digamos; pero con el hambre atrasada que traía, no me quejé.

-¡Qué cosa más curiosa! Está dura, pero es muy suave al tacto. ¡Huy está muy caliente! ¿Seguro que no te hago daño cuando tiro del pellejito hacia atrás?

-Uhmmm…no, tú sigue así, que vas muy bien.

La mano se me había ido sola hasta su culo, amasando sus nalgas –tetas no tendría, pero el culo era de vicio- al compás del meneo que la doctora me estaba dando. También sin darme cuenta –y sin que ella dijera ni mu-, pasó de su culo a hurgar debajo de la bata.

"Verás como lleva bragas ortopédicas", pensé. Pero no, eran de un tejido tan suave como la seda, vaporoso, que parecía deshacerse entre mis dedos. Y debajo, un chochito sin un solo pelo, hambriento y jugoso.

"Rectifico, primero te la mama, luego se lo comes y terminamos estrenando la camilla...¡por mis muelas que sí!"

-Oye, ¿te molestaría si te pregunto a qué sabe-. Lo dicho, la chica tenía un arraigado espíritu científico.

-Ni por asomo, guapa. A gloria bendita, según afirman nueve de cada diez que la han probado. Lo que sí me molestaría, y mucho, es que te fiaras de lo que te digo y no lo comprobaras por ti misma-. Había que seguir trabajando su incredulidad científica ante hechos no demostrados empíricamente.

Después de darle unas cuantas indicaciones sobre la forma de uso –empecé con lo de "igual que si chuparas un polo", pero no hubo manera…los polos se habían extinguido con el cambio climático-, la moza de cogió el tranquillo enseguida y me demostró que era una empedernida glotona. Coño, se emocionó tanto que casi se asfixia.

-"¿La atraganto o aguanto un poco?"- pensé. Pero me conozco, soy un caballero, aunque estaba en un tris de correrme en una boquita que me estaba haciendo diabluras con la punta de la lengua en el frenillo.

-Venga, va. Arremángate la bata y súbete a la camilla –me daba un no sé qué decirle que se la quitara…por lo de las tetas-, que nos vamos a marcar un 69 guapo, guapo.

-¿Un qué? Con lo rica que está tu polla…¿no puedo seguir chupando un poco más?- Enternecedor, me lo decía con una carita de pena que casi me convence. Tuve que explicarle el significado del par de dígitos…y convencerla que no, que si yo le comía el higo no le iba a doler. ¡Joder, a mis años con estas cosas!

No me dio tiempo de hacerle una faena como es debido. Se amorró a mi polla, me puso el chochito al alcance de la lengua, le di un par de lamidas…y me soltó en todo el morro una corrida espectacular. Coño, si no llega a ser por el gemido que ahogó mi polla, habría jurado que se me había meado encima.

-¡Huy, esto es mejor que follar! Bueno, hasta chuparte la polla es mejor. Me entran unos escalofríos tan ricos…sí, mucho mejor que follar-.

Yo la oía y no me lo creía. "Como un cencerro, las tías del futuro están como un puto cencerro". Pero allí había gato encerrado y ya sabes lo cabezón que me pongo cuando algo no me cuadra.

-A ver, monina. ¿Si a los tíos no se les pone tiesa y tampoco sabéis lo que es el sexo oral?...¿A qué cojones llamas tú follar?

Lo flipas, sobrino, sacó un par de pastillas de un bolsillo de la bata, se tomó una, me dio la otra, juntamos las frentes…y ya, había echado mi primer polvo futurista. Encima, –ya no sabía si era recochineo o no-, me pregunta si estuvo bien.

-¡Ven p´acá, cagunmismuelas, que te vas a enterar de lo que es follar!- Ya no me acordaba de las horas que llevaba empalmado y me dolían los huevos a rabiar.

La tía chilló cuando la tumbé en la camilla y me puse sus piernas de bufanda, pero nada comparado con lo que vino después. ¡La madre que la parió, qué fiera! Arañaba, mordía, pataleaba y no cerraba la boca ni para respirar. Macho, una faena digna de dos orejas, rabo, vuelta al ruedo y salida a hombros por la puerta grande.

Sí, la puerta que se abrió en ese momento, dejando entrar al miura de la jefa de servicio.

Debió de pensar que estaba matando a su doctora, porque se me echó encima apartándome de ella. No te cuento la hostia que se llevó…de parte de su empleada y la corrida que le solté yo. Claro, abrió la boca con la bofetada y yo hice diana.

Sonaron todos los timbres de alarma.

Así acabó la carta, sin despedirse siquiera. Seguro que fue por una urgencia. Ahora, que hablando de urgencias, la mía, que salí pitando hacia el baño con una revista guarra debajo del brazo.

Al mes siguiente llegó la última.

Te estarás preguntando cómo son las churris del futuro, claro. No insistiré en lo de las tetas –te acabas acostumbrando, aunque impresione un poco al principio-. También resulta un poco raro que no tengan ni un puto pelo en todo el cuerpo –usan peluca…y las hay que se ponen otra en el conejo-, son todas, más o menos, de la misma altura –altas, algo menos que tú; es decir, que a mí me sacan una cuarta-, el mismo tipo cojonudo –me recuerdan a la Farrah Fawcett de los Ángeles de Charlie, la sex symbol de mi época… sin melena rubia, claro; aunque a ti no te sonará de nada, me temo-, muy listas para algunas cosas y analfabetas sexuales. Pero aprenden rápido.

La culpa de que pasen estas cosas tan raras en el futuro, la tienen los tíos, como siempre. Indagando, me he enterado que ya no pintan nada. No es que ya no se les levante, es que ya ni trabajan ni opinan. Ahora los llaman zánganos y, los pobres, llevan una vida de perros y casi se han extinguido. ¡Ya te digo! ¿O no te pegarías también un tiro si te quedaras impotente antes de estrenarte?

Ahora las churris, para embarazarse, tiran de las reservas congeladas de semen que tienen almacenadas y eligen el sexo de la criatura. Eligen niñas, claro.

Así que no te sorprendas si te digo que me he convertido el semental de todo el planeta. El riesgo, al principio, era que les diera por ordeñarme con una máquina; pero cambiaron de idea en cuanto se difundió la grabación del polvo con la doctora –aquí no hay intimidad, lo graban todo-. Al día siguiente, había una manifestación de tías de Tarrasa –chiste malo de mi época-, armando un alborto delante del hospital y poniendo a prueba la paciencia de los cyborg moteros.

Coño, no pararon hasta que salí a saludar al balcón…y volaron miles de bragas por los aires.

Ahora me dedico a impartir cursos de educación sexual, retransmitidos en directo a todo el planeta y con tres o cuatro voluntarias que se eligen por sorteo -Ni te cuento las hostias que se reparten el día antes-. Luego las hacen pasar por la ordeñadora y así, poquito a poco, se va recuperando la reserva genética terrestre, que andaba ya muy chuchurría.

Bueno, también me dedico a dar clases particulares. No sé cómo andará ahora el cambio, porque creo que habéis dado de baja las pesetas, pero me podría jubilar con el pastón que me pagan por cada clase.

Y ahora la buena noticia, la mala y una propuesta que seguro te interesa.

La mala es que, visto el chollo, estas cabronas se han puesto a investigar la forma de teletransportarse al pasado y secuestrar más especimenes. Casi lo han conseguido.

La buena es que tengo espías –ya te imaginarás cómo les pago la información- en el laboratorio de investigación.

Y la propuesta, en caso de que te interese –me juego las pelotas a que sí-, es que tú puedes ser el espécimen.

Te envío los datos, acabas la carrera, búscate la vida para que te contraten en el CERN de Ginebra y, aunque digan que no se puede, programa lo que te mando. Como no te des prisa, vas a encontrar esto más repleto de buitres que una disco en Ibiza.

Nos vemos, sobrino.

(Documentación relativa a la misteriosa desaparición de José Luis López –14 de septiembre de 2008-, en relación con la aún más sospechosa de su tío, Santiago López –26 de abril de 1986-)

Oficina de Estudio de Inteligencia de Señales (SIGNIT) del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Apostillas del autor.

Antes de que algún lector me reproche la abundancia y redundancia de lo escrito entre guiones, tendré que darle la razón…salvo en el caso de que se trate de uno de los perjudicados por la reforma educativa de la ESO, en cuyo caso están plenamente justificados.

Al que me venga con la milonga de que el relato no cuadra con la categoría…le mando a leer, de rodillas y cara a la pared, el párrafo del polvo futurista. Vale, es sólo un párrafo, pero ya os podéis dar con un canto en los dientes, porque en el primer borrador no había ni eso.

Paciencia, sufridores, que ya sólo quedan nueve.

Por último, a los que no les convenza ninguno de los motivos expuestos, la recomendación habitual: pulsen el botón inferior derecho.

Mas de masulokunoxo

Mitología para frikis (3)

Mitología para frikis (2)

Cuentos canallas: Érase una vez un angelito

Mitología para frikis (1)

Cuentos canallas: Ajuste presupuestario.

Me duele la cara de ser tan guapo

Cuentos canallas: El plato frío.

Mi mamá ganimediana

Accidentada salida por la puerta trasera del arma

Cuentos canallas: El juego

Estimados autores afectados

Cuentos canallas: Las dos marías.

Tardes de fútbol

¿Terribleros en huelga?

El entierro de San Genarín

Gordita, ¿quién te quiere más que yo?

Maruxia y la fia

¡No me hagas reír, Bonifacio!

Los líos de la familia Gómez

No me hagas reír, Lita

¡No me hagas reir, Fernando!

Cómo, cuándo y por qué. (3: Leña al mono)

Cómo, cuándo y por qué. (2: El autor)

Cómo, cuándo y por qué (1: El buen comentador)

Cuentos infantiles (2: Las Cebollas)

Cuentos infantiles. (1: La Sirenita)

La maldición de Príapo

Aniversario (5: Ingrid, relaciones públicas)

El Vuelo del Electra (Ejercicio)

Aniversario (4: La hija de la turca)

Aniversario (3: Inicio del crucero)

La Benéfica

Las Voces (6: Fin de la historia)

Juramento hipocrático

Las Voces (5: El Dinamintero)

Ingrid se embarca (Cont. de Papá Noel)

18 clavos (Querido Roberto:)

Aniversario (2: Antes del crucero)

Yo acuso: Papá Noel es un presunto pederasta

Las Voces (4: El inquisidor)

Aniversario (1: El puto regalo)

Perra vida

Las Voces (3: El centurión)

Esto si es un plagio

Dicc. de La Real Academia de La Húmeda. 3ª Edición

Las Voces (2: El puto destino)

Las Voces (1: El origen de las voces)

Las voces (0: No es amor, son feromonas)

La educación de Julia

Batallitas del abuelo

Minimicro

El del genio cabrón

Doctor, recéteme un polvito

Un cuento de hadas

Disección del autor (2)

In memorian (10: Pánico en la piscina)

Disección del autor

Por mí, como si te matas a pajas.

Dicc. de la Real Academia de la Húmeda. 2ª Edición

In memoriam (9: Cuatro bodas y un funeral)

In memoriam (8: Cuatro bodas y un funeral)

Diccionario de la Real Academia de la Húmeda

In memoriam (7: Asun...otra vez)

In memoriam (6: Balbina y el 23 F)

In memoriam (5: Ana y la disco)

In memoriam (4: El ácrata)

In memoriam (3: Pilar)

In memoriam (2)

In memoriam (1)