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Tina, la calientapollas (2ª parte y final).

en Voyerismo

                  TINA, LA CALIENTAPOLLAS (2ª PARTE Y FINAL)

 

Recomiendo la lectura previa de “Tina, la calientapollas” (1ª parte), también dentro de esta misma categoría, para poder seguir mejor esta segunda. Es la reedición de la segunda parte que en su día publiqué con el nombre de autor David y bajo el título “La semana del coño alemán”.

 

Después de haber estado casi toda la noche sin poder dormir, pensando en lo que Tina tramaba para su segundo día de estancia en mi casa, por fin comenzó a amanecer. Aún era temprano para levantarme, así que cogí mi teléfono móvil y visualicé el video que la alemana se había encargado de grabar la noche anterior: las imágenes de nosotros dos practicando sexo de forma desenfrenada habían quedado perfectamente recogidas. Mientras contemplaba esas imágenes, mi pene se empezó a poner erecto bajo el bóxer. Metí mi mano por debajo de aquella prenda y comencé a darme gusto manoseando mi verga. Mis dedos no tardaron mucho en llenarse de líquido preseminal y eso me hizo recapacitar: decidí interrumpir la masturbación, pues recordé las palabras de la mujer por la noche, advirtiéndome de que me preparase para lo que me esperaba al día siguiente.

Así que opté por dejar reposar mi polla y no me quedó más remedio que terminar de ver el video sin tocarme y después levantarme por fin y quitarme el calentón con una ducha fría.

Me puse un slip y ya en mi habitación terminé de vestirme con una camiseta y unas bermudas, ropa cómoda para el día de turismo que nos esperaba hoy. Recogí la habitación y puse una lavadora, mientras esperaba a que Tina se levantara para desayunar junto a ella. Viendo que tardaba un poco opté por bajar a la calle a comprar la prensa. Al regresar, la alemana ya se había despertado y estaba en la ducha. Aproveché para ir preparando el desayuno y cuando éste estaba casi listo, Tina apareció por la cocina:

- Buenos días- me dijo.

Me giré y allí estaba la mujer completamente desnuda, sonriendo y con su pelo todavía mojado por la ducha.

- Buenos días. Estoy terminando de preparar el desayuno- le respondí.

- Uumm, huele muy bien. Me visto y enseguida te acompaño- me comentó.

Unos minutos más tarde apareció de nuevo en la cocina. Estaba impresionante: llevaba una camiseta blanca sin mangas, tan ceñida a su cuerpo que sus dos tremendos pechos se le marcaban y transparentaban con cierta nitidez. Bastaba con echar un vistazo a su delantera para ver los pezones a punto de agujerear la prenda. Además vestía una minifalda vaquera, que más que una minifalda parecía un cinturón ancho.

- ¿Te gusta lo que ves?- me preguntó.

- ¿Hace falta que responda? Creo que la respuesta es evidente. Vas a provocar que todos los tíos se empalmen en cuanto te vean por la calle. Y debajo de la minifalda seguro que no llevas nada.

Ella no dijo nada, pero con una sonrisa picarona se sentó junto a mí y la cortísima minifalda se le subió un poco más todavía, no pudiendo tapar ya el coño recién afeitado la noche anterior. Con cualquier movimiento mínimamente brusco que la mujer hiciera en la calle la faldita se le subiría y dejaría expuesto el sexo a la vista de los viandantes.

Cogí mi móvil y le hice varias fotos a Tina en esa postura. Con una sonrisa en la cara me dijo:

- ¡Vaya, ya veo que aprendes pronto! Esta vez no he tenido que ser yo la que cogiera el móvil para que tuvieras recuerdos calientes míos. Por cierto, ¿has visto ya el video de ayer?

- Sí, esta mañana en la cama antes de levantarme- respondí.

-¿Y?-

- Pues que se ve perfectamente todo lo que hicimos ayer. Me puse tan excitado que empecé a masturbarme, pero preferí dejarlo, pues quería conservar las energías por lo que pueda ocurrir hoy- le volví a contestar.

- Te aseguro que las vas a necesitar- añadió ella.

Terminamos el desayuno, recogimos la cocina y tendí la ropa recién lavada antes de coger una mochila mía donde guardamos lo necesario para pasar el día en la calle. Tina sacó de su mesita de noche la cámara de fotos y ambos salimos del inmueble para dirigirnos al centro histórico de las ciudad.

Lo primero que teníamos que hacer era ir a la parada del autobús para coger uno que nos llevara a esa zona.

Durante el corto trayecto que existe desde mi casa a la parada nos cruzamos primero con un señor mayor que hasta se detuvo a nuestro paso para ver mejor a Tina y después con un grupo de chicos jóvenes que miraron de arriba abajo a la mujer. Cuando terminaron de pasar por nuestro lado, Tina, sabiendo que los chavales se habían girado para verla por detrás, dejó caer al suelo la funda de la cámara de fotos y se inclinó agachándose para cogerla. Yo no pude verlo, pues estaba delante de ella, pero los comentarios de los jóvenes dejaron claro que les acababa de enseñar su bonito culo al hacer ese movimiento:

- Pero si la tía no lleva bragas. ¿Habéis visto? ¡Menudo culazo tiene!- dijo uno de ellos a los demás.

Tina se volvió a incorporar, me miró guiñándome un ojo, satisfecha por haber enseñado esa parte de su anatomía y continuamos nuestro camino hacia la parada, dejando atrás a aquellos chicos que permanecían aún incrédulos ante lo que acababan de ver. Al llegar a la parada recordé que había huelga de autobuses desde el día anterior y que duraría dos días más. Se lo comenté a Tina, por si prefería que tomáramos un taxi o ir andando hasta el centro. Pero la mujer me comentó lo siguiente:

- Mejor nos quedamos esperando. Como hay servicios mínimos, algún bus pasará. Supongo que vendrá bastante lleno de pasajeros: si conseguimos entrar, dentro va a haber roces y apreturas y algún valiente a lo mejor se atreve a manosear mi cuerpo.

Entonces se acercó a mi oído y me susurró que durante el trayecto hiciera como si no la acompañara, para no intimidar a los hombres que quisieran aprovecharse de ella. La cola de espera empezaba a ser enorme, si bien nosotros estábamos de los primeros en la fila. A los 20 minutos de estar esperando apareció por fin el autobús: venía totalmente repleto de personas, pero algunas se bajaron en aquella parada, por lo que el conductor optó por abrir la puerta delantera para que pudieran subir algunos de los que aguardábamos fuera.

Tina y yo fuimos de los pocos afortunados que pudimos pasar al autobús. Dentro no quedaba ni un centímetro de espacio y los viajeros iban unos pegados a los otros. Yo había subido el último y quedé pegado a la puerta de entrada. Tina se había situado por delante de mí, pero en medio del barullo un señor de unos 65 años se colocó entre mi cuerpo y el trasero de Tina. Me fijé bien desde atrás y comprobé cómo toda la zona genital de aquel hombre estaba oprimida contra el culo de la alemana. Creó que este señor se aprovechó del tumulto del momento y había buscado esa posición a propósito.

No había hecho ni un minuto desde que estábamos dentro, cuando el hombre comenzó a mirar insistentemente el trasero de Tina. A continuación y con disimulo colocó su mano izquierda en la cadera de la mujer. Ella seguía agarrada a la barra del bus como si nada. esto envalentonó aún más al tipo, que empezó a bajar su mano hasta colocarla entre su entrepierna y el culo de Tina. Ésta seguro que ya se había percatado de las intenciones de aquel individuo, pero continuaba sin girarse lo más mínimo y sin inmutarse. Lo siguiente que vi fue la mano del hombre deslizándose lentamente e introduciéndose bajo la falda de Tina. Ella, al sentir el contacto directo de los dedos del tipo en su culo, dio un pequeño respingo, pero pronto recuperó su pose anterior. El hombre había detenido un momento sus movimientos, creyendo que la alemana se iba a volver a reprocharle su osadía. Al ver que todo volvía a la normalidad y que la mujer se dejaba tocar, comprendió que tendría vía libre para someterla a sus manoseos.

Desgraciadamente mi posición no me permitió ver la cara que se le quedaría al individuo al meter la mano bajo la falda y tocar directamente las nalgas de Tina sin bragas. El hombre, movido ya por su tremenda excitación, le subió un poco por detrás la falda a la alemana, lo suficiente como para que se le viera la zona baja de los glúteos y de la raja del trasero. El tipo comenzó a penetrar con un dedo el ano de Tina, que seguía consintiendo todo. Después de unos segundos el hombre sacó su dedo y lo olió, llevando hasta su nariz el aroma del ano de la mujer. A continuación volvió a introducirlo y siguió con la penetración con movimientos ya más acelerados. Estuvo así unos minutos hasta que el autobús se detuvo en otra de las paradas. Debido a que se bajó un gran número de pasajeros, la aglomeración disminuyó bastante y el individuo, por temor a ser descubierto por otros viajeros, tuvo que dejar a medias su trabajo manual. La mujer se recolocó la minifalda antes de pasar a la zona central del vehículo al igual que aquel hombre y yo. El afortunado no le quitaba el ojo de encima a la alemana y así permaneció hasta el final del trayecto.

Cuando estábamos bajando del bus, Tina le hizo un gesto con la cabeza a su “penetrador” indicándole que la siguiera. Los dos descendieron del vehículo y se encaminaron a un bar cercano. Yo iba detrás a una cierta distancia para no ser descubierto por el individuo. Una vez dentro del local, ella pidió una botella de agua mineral y preguntó dónde estaban los aseos. Tras pagar la botella, se dirigió a los servicios seguida por el hombre. Me quedé esperando en la barra del bar calmando con un refresco mi sequedad de garganta producida por el calor de la aglomeración del bus y por la excitación que me ocasionaba aquella situación.

Tina no tardó mucho en salir del aseo, pero lo hizo sola.

-¡Venga, vámonos!- me dijo, pasando rápido junto a mí.

Ya fuera del establecimiento le pregunté por lo que había sucedido. Mientras caminábamos hacia la zona de los museos y monumentos, me contó lo que había ocurrido en el interior del servicio:

- Nos metimos en el aseo de caballero y el hombre enseguida se bajó los pantalones. Tenía la parte delantera del slip totalmente mojada de líquido preseminal. Se quitó la prenda interior y me mostró toda su verga tiesa, dura y con el glande fuera y enrojecido. Yo me subí primero la camiseta por encima de las tetas, que quedaron ya a la vista del individuo. ¡Qué cara de perplejidad y de deseo al mismo tiempo se le quedó cuando vio grandes senos al natural! Él había conseguido calentarme en el autobús con sus tocamientos y con la penetración y mis pezones estaban en todo su esplendor por la excitación. A continuación me subí la minifalda hasta la cintura y le mostré mi coño caliente y ya húmedo: por la cara interna de mis muslos chorreaba flujo vaginal y el hombre clavó su mirada en mi sexo rasurado. Tras deleitarse unos segundos contemplándolo, se lanzó desesperado a manosear mis senos y a mordisquear mis pezones, mientras que allí dentro comenzaba a hacer un calor insoportable. Su verga empalmada y húmeda chocó contra mi cuerpo, No tardó mucho en agacharse y en empezar a lamer mi coño empapado. Yo estaba deseando que me metiera de una vez aquel miembro tan apetecible en mi vagina, pero antes quería chupárselo un poco. Así que le dije que se levantara y ahora fui yo la que me puse en cuclillas y empecé a saborear en mi boca ese pene tan venoso. Tras unos segundos dejé salir la polla de mi boca, la agarré con mi mano y le di dos o tres sacudidas. Pero cuando iba a metérmela en mi vagina el tipo se puso a gemir y a decir que se corría. Y así fue: de inmediato varios chorros de semen caliente impactaron contra mis labios vaginales y mis muslos. Aquel hombre había eyaculado antes de que pudiera introducir su polla en mi hambriento coño. Me lavé un poco con el agua del lavabo, mientras el pobre hombre maldecía su suerte de no haber podido empezar siquiera a follarme. Antes de salir del aseo le hice una foto a aquella polla aún con restos de semen y me marché de allí, dejando al tipo sentado sobre la taza del retrete y completamente desconsolado. Me ha dejado sin satisfacer mis deseos sexuales y ahora mismo tengo un calentón que sería capaz de cualquier cosa por sentir una polla dentro de mí.

 

Ya no me sorprendía nada de lo que Tina pensara o dijera y tras una pequeña caminata llegamos al centro histórico de la ciudad. Ella ya lo conocía de su etapa de estudiante, pero quería volver a visitarlo. Estuvimos el resto de la mañana aprovechando para sacar fotos y visitar algunos museos de la zona. Parecía que a Tina se le había pasado su excitación, pero fue algo pasajero.

Tras almorzar en un restaurante de comida típica andaluza, decidimos ir al cine y pasar un rato entretenido y al frescor del aire acondicionado de la sala, pues fuera la temperatura rozaba ya los 40º. Al acabar la película Tina pensó en hacer algunas compras, sobre todo complementos. Le dije que no muy lejos del multicines, en el parque cercano, solía haber diariamente un mercadillo de ropa y complementos, con artículos modernos y a buen precio. A ella le gustó la idea, por lo que nos encaminamos a dicho parque. No tardamos mucho en llegar y, en efecto, allí estaba instalado también aquel día el mercadillo. Recorrimos varios puestos y Tina se detuvo finalmente ante uno regentado por dos jóvenes, un chico y una chica, ambos de unos 18 o 19 años. Los chicos vendían pulseras, colgantes, gafas de sol y bolsos. La alemana comenzó probarse algunas gafas y varios colgantes. Mientras tanto el chico del puesto no paraba de mirarle descaradamente los senos y los pezones transparentados a Tina. Ésta, al sentirse observada y deseada por el joven, dejó caer intencionadamente uno de los colgantes al suelo. Se agachó a cogerlo y se quedó unos instantes en cuclillas y con las piernas abiertas, tiempo suficiente para que el chico pudiera deleitarse con la visión del coño de la alemana. La otra chica vendedora también se había percatado ya de que Tina no llevaba bragas y se había quedado boquiabierta.

Tina volvió a ponerse de pie y terminó comprando el colgante y unas gafas de sol. El vendedor estaba tan nervioso por lo que acababa de ver que acertó a duras penas a darle el cambio. Entonces Tina le preguntó con picardía:

- ¿Estás bien?-

-Ehh, sí..sí- respondió el joven tartamudeando.

-¿Te gustan mis pechos, verdad? No has dejado de mirarlos desde que llegué- le soltó Tina de golpe.

El joven se sonrojó completamente y tras unos segundos respondió en un español no del todo correcto:

- Lo siento señora. No ha podido evitar mirarlos. Y después cuando usted se ha agachado….

- ¿Qué ha pasado cuando me he agachado?- insistió Tina.

- Pues que no lleva bragas y le he visto todo su sexo- contestó el joven.

- No pasa nada. No tienes que disculparte. Me halaga que los hombres se fijen en mí. Puedes mirarme todo lo que quieras. ¿De dónde eres?

- Soy de Rumanía y esta es mi hermana- contestó el joven señalando a la chica que estaba a su lado.

- ¿Te gustaría disfrutar todavía más de mi cuerpo?- le preguntó Tina.

- Si puede ser y usted me lo consiente…..

- Deja de llamarme de usted y trátame de tú. ¿Te apetecería follar conmigo?

El chico se quedó pálido al oír esto y cuando se recuperó de la impresión respondió:

- Lo estoy deseando.

Entonces Tina miró a la hermana del chico y le preguntó:

-Y a ti, ¿te gustaría tener sexo?

La joven dudó unos segundos hasta que finalmente dijo:

- No sé. No lo he practicado nunca.

-¿Eres virgen?- insistió Tina.

- Sí, no lo he hecho aún con ningún hombre.

- Pues creo que tengo la solución para ti. Éste es mi amigo David y te puedo asegurar por propia experiencia que te va a proporcionar mucho placer. No seas tonta y aprovecha esta ocasión. No te arrepentirás- concluyó Tina.

La joven rumana se quedó mirándome un rato, hasta que con una ligera sonrisa en su rostro dijo:

- Está bien. Acepto la propuesta.

Yo estaba incrédulo ante lo que acababa de ver y de oír: sin consultarme siquiera, Tina me había ofrecido a aquella chica para que fuera quien la desvirgara. Pero he de reconocer que la idea me gustaba. La joven era bastante guapa de cara y de cuerpo. A la dulzura de su rostro se le unían el color negro de su largo pelo, su tez morena, sus 1.65m aproximadamente de estatura, sus vaqueros ceñidos que marcaba a la perfección su esbelta silueta y una camiseta de tirantas que cubría sus dos pequeños senos y que dejaba al aire su ombliguito. El chico, por su parte, mediría 1,75m, era también moreno, pero más robusto que su hermana y llevaba una camiseta roja y unas bermudas negras.

Tina les propuso recoger el puesto para que pudiéramos buscar un lugar propicio para mantener sexo. El chico le dijo que tenía cerca de allí la furgoneta, que guardaría toda la mercancía y que después podríamos ir a donde fuera. Tina y yo ayudamos a los dos jóvenes a recoger el puesto y a llevar todos los artículos al vehículo. Mientras nos dirigíamos hacia el aparcamiento propuse ir a mi casa, pues allí estaríamos más cómodos y tranquilos. A todos les pareció bien la idea y tras guardar la mercancía en la parte trasera de la furgoneta, el chico se sentó al volante, Tina a su lado y la joven rumana y yo nos sentamos detrás. En cuanto el vehículo se puso en marcha, la rumana puso su mano en mi entrepierna y comenzó a masajear la zona. Toda la timidez que había mostrado al principio comenzó a desaparecer. Para recompensarle su manoseo le di un beso en los labios y acaricié suavemente sus pechos.

Por su parte Tina no desaprovechó la ocasión para seguir exhibiéndose y se subió la minifalda casi hasta la cintura: estaba allí sentada enseñando por completo su coño a todos los que la quisieran ver, especialmente a los camioneros, con mejor ángulo de visión por la altura de sus vehículos. Al detenernos en uno de los semáforos se nos puso al lado un camión cuyo conductor no salía de su asombro por lo que estaba viendo y bajó la ventanilla para decirle obscenidades a Tina. Ésta obsequió al camionero por sus ardientes palabras subiéndose por un instante la camiseta y mostrándole los dos balones que tiene como pechos.

Al llegar a casa pasamos directamente al salón. Una vez dentro el chico rumano, impaciente, fue el primero en empezar a desnudarse. Le siguió Tina, que se despojó de su camiseta dejando libres sus senos. Después se acercó a la chica rumana y le quitó la camiseta rosa: la chica no llevaba sujetador y sus dos pequeños pechos aparecieron a la vista de todos. El contraste entre las tetas de la joven y las de Tina era inmenso, pero los pechos de la rumana resultaban también tremendamente atractivos por su bonita redondez y por esos pezoncitos rosados que incitaban a ser chupados y lamidos.

Yo me quité la camiseta y con la ayuda de la rumana hice lo mismo con mis bermudas. Mi slip estaba mojado de líquido preseminal por las caricias y masajes que la chica me dio en la furgoneta. Ella se percató y con sus dedos tocó la mancha y acercó su mano a la nariz para oler mi flujo. Por último me bajé el slip y mi polla en erección quedó expuesta justo delante de la chica que no dejaba de mirarla: contemplaba la verga que estaba a punto de acabar con su virginidad. Mientras Tina se deshacía de su minifalda, el joven rumano tenía ya la polla en su mano derecha y se estaba pajeando con suavidad. La única que aún permanecía semivestida era su hermana, que seguía con los pantalones vaqueros puestos. Ahora repartía su atención entre mi pene y el de su hermano, de grandes dimensiones. Por fin se decidió a despojarse de los tejanos y a dejarlos en el suelo junto a todas las otras prendas. Sólo unas braguitas blancas cubrían ya su cuerpo. Me acerqué para quitárselas y comprobé que las tenía empapaditas por la entrepierna: todo aquello había sido mucho para ella que no pudo evitar soltar sus flujos vaginales. Agarré la prenda por el elástico de la cintura y de un fuerte tirón la desgarré en dos trozos, quedando inservibles.

Tina no tardó en tomar la iniciativa: puso a grabar su cámara de fotos y le ordenó a la joven que le chupara la polla a su hermano. La rumana no lo dudó por lo excitada que estaba y se puso en cuclillas comenzando con la mamada. El chico tenía los ojos cerrados y comenzaba a gemir de placer. Agarró a su hermana por la parte trasera de la cabeza ayudándola a acelerar los movimientos. Yo comencé a masturbarme viendo la escena, mientras el rumano gemía cada vez más, le sacó la verga de la boca a su hermana y varios chorros de semen impactaron directamente en el rostro de la joven. Las gotas del líquido le chorreaban desde la frente bajando por los ojos hasta la boca.

Yo, que estaba a punto de correrme, me puse delante de ella, aceleré mis movimientos y descargué toda mi leche caliente sobre la cara de la chica. Mi semen se mezcló con el de su hermano, dejando el rostro de la joven cubierto casi por completo. Mientras el rumano y yo nos recuperábamos, Tina se acercó a la chica y comenzó a lamer su rostro para saborear el semen de las dos corridas. La alemana se abrió de piernas y le ofreció a la chica todo su coño para que se lo penetrara con los dedos. La joven no dudó en introducir primero uno, luego dos y por último toda su mano dentro de la vagina de Tina que se retorcía de placer. El joven rumano se situó por detrás de su hermana y le friccionaba sus duritos pezones rosáceos. La chica le dio mayor rapidez a sus movimientos de penetración hasta comenzar a provocarle los primeros gemidos a Tina. Ésta aguantó los envites manuales varios minutos más justo hasta lanzar un profundo grito. La rumana extrajo la mano chorreando de dentro y del coño de Tina salió gran cantidad de flujo vaginal que formó un pequeño charco en el suelo.

Yo ya me había recuperado de la eyaculación, así que le dije a la chica que se levantara, que había llegado el momento de que sintiera por primera vez una polla perforando su vagina. Me senté en uno de los sofás e hice que ella se posase lentamente sobre mi verga. La muchacha fue haciéndolo poco a poco y mi pene comenzó a entrar en su estrenado sexo. Finalmente todo mi miembro quedó enterrado en su coño, lo que causó que la chica emitiera ligeros suspiros placenteros. Cerró los ojos y empezó a cabalgar sobre mi polla.

Por su parte el hermano disfrutaba ya del cuerpo de Tina. Ella se había puesto con el culo en pompa y él la penetraba por el ano con la lengua. Deseosa de sentir la verga del joven dentro, se dio la vuelta, se sentó en el sofá que estaba junto al mío y le ofreció su chochito húmedo al chico, abriéndolo con sus manos. El joven, con el glande enrojecido al máximo, no esperó mucho más para hundirle su polla de una fuerte y única embestida, arrancándole un grito de dolor a Tina. Yo le comenté a la joven rumana que parase con sus movimientos, que ahora sería yo quien la iba a follar haciendo todo el esfuerzo. Ella se detuvo y empecé a embestirla con suavidad, pues quería aguantar el máximo tiempo posible sin correrme para prolongar el placer a la chica. Sin embargo ella no tardó mucho en pedirme que lo hiciera más y más rápido, por lo que aceleré progresivamente los movimientos.

Miré a la otra pareja y el chico estaba completamente sudoroso y con el rostro enrojecido por el esfuerzo. Sus embestidas eran ya frenéticas y supuse que no tardaría mucho en eyacular. Tina le gritaba que se corriese, que quería sentir su coño regado por dentro. El joven dio dos empujes secos, se detuvo y comenzó a gemir intensamente: acababa de descargar su semen dentro del coño de Tina, que suspiró de placer. Decidí no hacer esperar más a la chica para que recibiera mis flujos dentro y además sentía mis testículos a punto de reventar, así que empujé varias veces con todas mis fuerzas y mi leche salió disparada llegando hasta lo más profundo del coño de la rumana. Ella se abrazó a mí y permaneció de esa forma varios minutos, mientras yo trataba de darle cariño con besos y caricias.

 

Terminada la orgía, los chicos se vistieron, aunque ella tuvo que ponerse el pantalón vaquero sin las bragas que quedaron rotas en el suelo. Se despidieron de nosotros y abandonaron la casa satisfechos por lo mucho que habían disfrutado. Yo paré la grabación de la cámara y con la ayuda de Tina, y todavía desnudos, limpiamos y pusimos un poco en orden el salón que parecía un pequeño campo de batalla. Guardé las braguitas destrozadas de la chica a buen recaudo en mi habitación, en recuerdo de esa joven a la que le acababa de quitar la virginidad.

 

 

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Un saludo a todos y gracias por leer y comentar mis relatos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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