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Perversiones familiares (2). Eva desvirgada.

en Amor filial

PERVERSIONES FAMILIARES 2. EVA DESVIRGADA.

 

Aconsejo a los lectores que lean la primera parte de la serie para poder entrar en situación.

 http://www.todorelatos.com/relato/104588/

Si el enlace no funciona (a veces pasa), podéis buscar la primera parte en la lista de  mis relatos, dentro de mi perfil de autor.

Perdón por la tardanza en publicar la 2ª parte. Espero que os guste como la primera.

 

Eva apenas pudo dormir esa noche. Muerta de vergüenza por haber sido sorprendida por sus padres espiándolos mientras tenían sexo, esperaba una buena reprimenda de sus progenitores por la mañana. Cuando se levantó, sus padres aún dormían. Aprovechó para ducharse y vestirse antes de desayunar. Cuando se disponía a tomar el desayuno, aparecieron Mónica y Alberto en la cocina.

- Buenos días, hija- le dijo Alberto.

- Hola, cariño- saludó la madre.

- Hola papá, hola, mamá- los saludó Eva, casi incapaz de mirar a sus padres a la cara.

Alberto sólo llevaba puesto el bóxer de la noche anterior; Mónica estaba completamente desnuda. A Eva le extrañó verla así, pues jamás la había visto por la casa totalmente desnuda.

- Si esperas unos minutos, nos duchamos y desayunamos los tres juntos. Tenemos que hablar de lo de anoche- comentó Alberto

- Sí, papá. Esperaré- replicó Eva.

La joven estaba algo confusa. El tono de voz de su padre no parecía de enfado. Para aumentar todavía más el desconcierto de Eva, su madre se le acercó y la besó en la frente. Sus padres salieron de la cocina y fueron a ducharse.

A Eva la espera se le hizo eterna. Una vez que Alberto y Mónica volvieron a aparecer ya vestidos en la cocina, fue el padre quien inició la conversación.

- Hija, respecto a lo de ayer….

- Perdón, papá. No sé lo que me ocurrió- se excusó Eva.

- Tranquila, déjame hablar- le pidió el padre antes de proseguir.

- No hace falta que te diga que está muy mal andar por ahí espiando a las personas en su intimidad y mucho más a tus propios padres. Supongo que a ti no te gustaría que te hicieran lo mismo, ¿verdad?

- No, papá, por supuesto que no- respondió Eva.

- Entonces no deberías hacerlo tú tampoco. No sé qué te llevó a observarnos a través de la cerradura.

- Escuché ruidos, sentí curiosidad y luego….luego me excité y ya no pude dejar de mirar. No volverá a ocurrir, lo prometo- dijo la joven.

- Está bien, hija. Ya está, no pasa nada. Dejemos el tema. Pero tu madre y yo queremos aprovechar este momento para contarte algo, un secreto que tenemos ella y yo y es sobre sexo precisamente. Será mejor que te lo cuente ella- señaló el padre.

 

Eva estaba ahora muy sorprendida. Sus progenitores nunca habían hablado con ella sobre sexo y de buenas a primeras lo iban a hacer y encima desvelándole un secreto. La madre tomó entonces la palabra:

- Eva, sólo sé de ti en lo referente al sexo que eres virgen, pues me dijiste que esa fue la causa de tu ruptura con tu último novio: no querías mantener relaciones sexuales todavía. La culpa tal vez sea mía por no haberme sentado a hablar contigo sobre esos temas. Pero ya va siendo hora de que tengamos esa charla. Tu padre y yo te queremos confesar algo. Sólo deseamos que después de oírlo no nos mires de forma extraña y que respetes lo que hacemos.

La joven estaba intrigada. ¿A qué se referiría su madre?

Mónica continuó hablando:

- Sabes que tu padre y yo llevamos bastantes años casados y que nos queremos y respetamos igual que el primer día. Pero en el terreno sexual somos muy liberales. Disfrutamos mucho de nuestras relaciones en pareja. Sin embargo, desde hace un par de años decidimos probar experiencias nuevas.

- ¿A qué tipo de experiencias te refieres?- preguntó una atónita Eva.

- Me refiero concretamente a experiencias y juegos en los que intervienen otras personas- dijo Mónica.

- ¿Qué? ¿Estás loca? ¿Hablas en serio?- preguntó Eva.

- Déjame que te explique, por favor. Si fueran experiencias a espaldas del otro, entendería tu indignación. Pero muchas de esas aventuras las hacemos juntos, los dos con otras personas; cuando las hacemos por separado, el otro lo sabe y no pone impedimento a ellas.

- ¿Y se puede saber qué tipo de juegos os traéis entre manos?- quiso saber la joven.

- De todo un poco: hacemos tríos con otro hombre, con otra mujer, hemos participado en orgías, en intercambio de parejas, nos hemos exhibido para algún voyeur desconocido, algunas veces he sido yo sola la que he jugado a exhibirme en público, mostrando mis partes íntimas e, incluso, hemos llegado a practicar dogging en varias ocasiones. ¿Sabes lo que es?- comentó Mónica.

- No- respondió de forma escueta Eva.

- Sexo en un lugar público con gente desconocida- respondió la madre.

 

Eva cada vez estaba más incrédula, pero conforme su madre había ido indicando una a una las prácticas que llevaba a cabo, se había ido excitando un poco. La joven no pudo evitar entonces realizar una serie de preguntas a su madre: que desde cuánto tiempo hacían eso, con qué tipo de personas, con qué frecuencia…. La madre le fue respondiendo:

- Venimos haciéndolas desde hace unos 2 años. El tipo de personas va desde jóvenes de tu edad, de 18 años, hasta maduros de unos 60. No nos importa mucho ni el físico ni el status social, sólo que sean liberales como nosotros y que les guste disfrutar con el sexo. ¿La frecuencia? Uffff…no sé decirte exactamente, cuando nos apetece experimentar, unas tres veces al mes más o menos.

Eva se quedó callada. Su madre la miraba esperando alguna reacción. La joven, tras unos instantes de silencio, volvió a hablar:

- Mira, mamá. Papá y tú sois ya mayorcitos y podéis hacer lo que queráis. Pero jamás hubiese pensado que mis padres fuesen así.

- ¿Así? ¿A qué te refieres? ¿Nos ves como a unos pervertidos?- preguntó Mónica.

- Pervertidos, no. No es esa la palabra. Dejémoslo en atrevidos y un poco viciosos- respondió Eva.

- Hija, sólo nos gusta disfrutar del sexo, no creo que haya nada malo en eso. Tú también deberías empezar a disfrutar. No seas tonta y goza del sexo- fue el consejo que le dio la madre.

 

Ahí terminó la conversación, con unos padres aliviados por confesarle el secreto a su hija y con una hija un tanto sorprendida, pero no menos excitada ante las palabras de su propia madre.

Durante todo el trayecto de regreso desde el pueblo donde se había celebrado la boda hasta la ciudad, Eva continuó pensando en todo lo que su madre le había contado. Y no se olvidaba del consejo final. ¿Y si su madre tenía razón y era momento de gozar del sexo? Le empezó a rondar por la cabeza la idea de hacerle caso a Mónica y comenzar a abrirse a experiencias sexuales, fuese con una pareja estable que encontrase o bien de forma esporádica y sin compromiso.

A la mañana siguiente Alberto se fue temprano a trabajar y Mónica acababa de salir de la ducha para prepararse para acudir también a su trabajo. Eva se levantó de la cama y se acercó a la puerta de la habitación de sus padres, donde se encontraba Mónica envuelta en una toalla blanca de baño.

- Mamá, ¿tienes un segundo?- preguntó Eva.

- ¡Hija! ¿Qué haces tan temprano levantada?-se sorprendió Mónica al verla, pues la joven estaba de vacaciones.

Eva sólo llevaba puesto un tanga rojo y una camiseta corta de pijama rosa. Sus pezones, libres de sujetador, se marcaban ligeramente en la camiseta.

- Mamá, es que he estado pensando en todo lo que me dijiste ayer.

- ¿Y?-

Sin esperar la respuesta de su hija, Mónica se deslió la toalla y quedó completamente desnuda ante su hija. Lo hizo con total naturalidad. Eva se quedó unos segundos admirando el precioso cuerpo de su madre, sus tetas, su culo macizo y su coño perfectamente depilado.

Tras esos instantes de observación, Eva continuó hablando:

- Creo que tienes razón, que ha llegado el momento de empezar a disfrutar de mi sexualidad.

Mónica, que ya se había puesto unas braguitas blancas semitransparentes, se acercó a su hija y la besó.

- Eso está muy bien, cariño. Si necesitas consejos, ya sabes, me tienes a mí- le dijo Mónica.

- No me vendrán mal esos consejos. En cuanto a la práctica…ya vi algo la otra noche- comentó Eva haciendo alusión al episodio de su curiosidad saciada.

- Lo que viste la otra noche no es nada en comparación con lo que tu madre te puede enseñar. No sólo me refiero a consejos teóricos, sino también prácticos. Vamos a hacer una cosa. Esta tarde, cuando termine de trabajar y vuelva a casa, iremos al sexshop donde tu padre y yo compramos nuestros juguetes y todo lo necesario para nuestras aventuras. Te voy a regalar un par de cosas, las que tú elijas, para que comiences a disfrutar. Ven, acércate.- le pidió Mónica a su hija.

Eva se acercó a un pequeño mueble de la habitación de sus padres. Mónica abrió un cajón y a Eva se le abrieron los ojos cuando vio lo que había dentro: varios dilos de distintas formas, colores y tamaños, unas bolas chinas, un arnés, geles estimulantes, preservativos…..

- ¿Sorprendida?- preguntó la madre.

- Mucho- respondió la joven.

- Después en el sexshop podrás elegir lo que quieras- indicó Mónica.

Mientras estaba hablando con su hija, ya había terminado de vestirse: se había puesto un sujetador blanco a juego con las braguitas, una blusa rosa ceñida y algo escotada, una falda corta a medio muslo y unos zapatos negros, abiertos, con algo de cuña en los talones.

- Me voy a trabajar. Ya sabes, después iremos a ese sexshop. Adiós, mi vida- se despidió Mónica de su hija.

- Adiós mamá.

 

Las dos salieron de la habitación y la madre abandonó la casa. Eva se iba a dirigir hacia su habitación, pero justo antes de pasar la puerta se detuvo. Dudó unos instantes y finalmente se dio la vuelta: regresó a la habitación de sus padres vencida por la curiosidad y por las ganas de volver a ver sola y con tranquilidad todo lo que su madre le había mostrado. Abrió el cajón de los juguetes y los fue sacando uno a uno y colocándolos sobre la cama de sus progenitores.

Después abrió también el cajón donde su madre guardaba la ropa íntima y se sorprendió al ver la cantidad de prendas que había. Le maravilló la gran variedad: bragas tipo culottes, braguitas normales, tangas de triángulo por detrás, otros en forma de hilo, sujetadores de distintos colores, medias y pantys, incluso varios ligueros. El color preferido de su madre era el negro, eso estaba claro. En las medias predominaba también el color marrón.

Eva empezó a sentirse excitada al ver todo eso sobre la cama. Se quitó la camiseta del pijama y quedó desnuda con sus pechos al aire. Cogió uno de los dilos, de color verde, y comenzó a pasar la yema de los dedos sobre él. Con los dientes empezó a morderse los labios de forma simultánea. Notaba cómo su coño comenzaba a calentarse y se metió el dildo en la boca, chupándolo y pasando una y otra vez la lengua sobre él. La joven notó cómo su tanga estaba ya algo humedecido. Se sacó el dildo de la boca y fue bajándolo con suavidad hasta llegar a sus tetas. Una vez allí apretó sus pezones con la punta del juguete, unos pezones ya endurecidos por el creciente placer.

Soltó el dildo sobre la cama y se puso a mirar toda la lencería que había sobre la misma. Cogió unas medias negras y un tanga del mismo color que por detrás era en forma de hilo y por delante era bastante escueto. Entonces se quitó su húmedo tanga rojo y lo dejó caer sobre el suelo de la habitación. Cuando lo hizo, vio cómo de su coño colgaba un hilo de flujo vaginal que se le quedaba pegado a la cara interna del muslo. Se lo secó con la mano y empezó a ponerse el tanga de su madre. Se lo fue subiendo hasta que la prenda quedó perfectamente colocada y encajada por detrás.

A continuación tomó una media y se la fue poniendo con delicadeza en la pierna derecha. La subía lentamente, disfrutando del tacto suave que proporcionaba la misma. La media quedó perfectamente sujeta a su muslo gracias a una liga que llevaba incorporada en su parte final. Después hizo lo mismo con la otra media, hasta cubrir con ella la pierna izquierda. Se miró entonces al espejo de la habitación y se vio muy sexy y provocativa.

Apartó de la cama con sus manos todo el resto de la ropa y de los juguetes eróticos, excepto el dildo verde. Lo cogió y se tumbó en la cama de sus padres. Esta vez no chupó el juguete, sino que empezó a recorrer con él sus piernas, primero la derecha, luego la izquierda, pasando el dildo sobre las medias. Eva se sentía cada vez más excitada y sabía que ya no podría parar, que no habría marcha atrás: deseaba masturbarse. Con lentitud se fue abriendo de piernas y cerró los ojos. El juguete subía cada vez más y estaba a la altura de la ingle. Finalmente lo llevó hasta la entrepierna y empezó a acariciar con él su vagina sobre el tanga. Conforme pasaba el dildo sobre la prenda, ésta se mojaba por los flujos de la joven.

Cuando estaba a punto de bajarse el tanga para comenzar a masturbarse, Eva oyó un ruido dentro de la habitación. Abrió los ojos y contempló horrorizada que allí, delante de ella, se encontraba su propio padre, vestido con traje de chaqueta y mirándola sorprendido y fijamente. Ninguno de los dos reaccionó hasta pasados unos segundos.

- ¡Eva!- fue lo único que acertó a decir el padre.

- Papá, yo….!

Alberto miró el desorden que reinaba en la habitación y después volvió a observar a su hija, que se había incorporado ligeramente sobre la cama hasta quedarse sentada.

- ¡Vengo a por mi maletín que me he olvidado y te encuentro así….!- exclamó el padre.

- Mamá me estuvo enseñando sus juguetes eróticos, vuestros juguetes antes de irse y yo….ya no he podido evitarlo- trató de justificarse la joven.

El padre se quedó callado unos segundos. Después se acercó a Eva y le dijo:

- Hija, no pasa nada, no te preocupes.

Eva respiró aliviada al ver la reacción comprensiva de su padre.

- ¿Sabes? Estás muy sexy con la ropa íntima de tu madre- le comentó Alberto mientras aproximaba su mano al rostro de su hija.

Eva no dijo nada, sólo le sonrió. Albertó comenzó a tocar con suavidad el rostro de su hija y después empezó a acariciar su cabello. La joven se puso a hacerle caricias a la cara de su progenitor, aceptando, por tanto, el juego que el padre había iniciado.

- Papá, por favor, acaríciame el cuerpo, recórrelo con tus manos- le pidió Eva.

- ¿Estás segura, Eva.? ¿Es eso lo que quieres?

- Sí, papá. Quiero que seas tú el primer hombre que me tome y me penetre. Mamá no tiene por qué enterarse de esto- dijo Eva.

- No te preocupes por ella. Si te digo la verdad, el otro día me estuvo insinuando incluso la posibilidad de que participaras con nosotros en algunos juegos eróticos. No le va a importar- comentó Alberto.

Eva no esperó más. Le quitó la chaqueta y después le desanudó la corbata hasta sacársela. Acto seguido empezó a desabrocharle uno a uno los botones de la camisa a su padre. Éste te dedicaba a acariciar el cuerpo de su hija: su pelo, su rostro, su cuello….

Eva terminó de quitarle la camisa y dejó al descubierto el torso desnudo de su progenitor. Alberto notaba cómo su pene se iba endureciendo bajo el pantalón conforme tocaba el cuerpo semidesnudo de su hija. Bajó con sus manos un poco más hasta llegar a rozar los pechos de su hija. Ésta suspiró al sentir el contacto de las manos de su padre sobre sus tetas. Con la palma de la mano Alberto acariciaba una y otra vez los senos de la joven, advirtiendo ya la dureza de los pezones. Comenzó a friccionarlos con los dedos, a masajearlos, acercó la boca hacia los pezones y comenzó a lamerlos.

La joven puso entonces su mano sobre el paquete de su padre y se alegró al comprobar el tremendo bulto que ya tenía bajo el pantalón.

- Papá, ponte de pie. Quiero quitarte el pantalón de una vez- le dijo a su progenitor.

Alberto obedeció de inmediato y Eva empezó a aflojarle el cinturón. Le quitó a continuación los zapatos y los calcetines, desabrochó el botón del pantalón y empezó a bajarlo con parsimonia, disfrutando de aquel instante. Pronto apareció ante sus ojos el bóxer gris de su padre bajo el que se marcaba la polla tiesa y dura de Alberto, aquella polla que Eva ya había visto cuando miró por la cerradura de la puerta y espió a sus progenitores mientras practicaban sexo.

- ¡Ufffff….papá, estás excitado!- exclamó Eva.

- Mucho, hija- reconoció Alberto.

Entonces Eva terminó de sacarle el pantalón y agarró el bóxer.

- Te lo voy a bajar, papá. Quiero probar tu polla, verla, tocarla, sentirla dentro- comentó una ardiente Eva.

Comenzó a tirar del bóxer hacia abajo y la verga de su padre salió liberada, apuntando hacia arriba, con la punta humedecida. Eva no lo dudó ni un instante y empezó a chuparla. Se la metió hasta el fondo de la boca mientras veía la cara de placer de su padre. La joven hizo intención de usar el dildo, pero Alberto le comentó:

- Eva, deja el juguete. Ahora no lo necesitarás. Tienes mi verga.

Eva dejó el dildo y continuó con la felación que le estaba realizando a su progenitor. Saboreaba una y otra vez aquel miembro hinchado y no cesó hasta que su padre le dijo:

- Hija, túmbate en la cama.

Eva lo hizo de inmediato y Alberto, con la polla completamente húmeda de la saliva de su hija, empezó a acariciarle el coño sobre el tanga. Los dedos de Alberto se empaparon pronto por la humedad que había en la prenda. Apartó con delicadeza el tanga y vio la rajita del sexo de su propia hija, un coño perfectamente depilado y virgen. Con los dedos comenzó a tocar los mojados labios vaginales de su hija, que suspiraba de placer. Se decidió por fin a quitarle el tanga, ese tanga que tantas veces le había visto puesto a su mujer. Cuando ya lo tuvo en sus manos, se lo llevó a la nariz y lo olió, aspirando el intenso aroma a sexo que desprendía.

Lo dejó caer al suelo, besó a su hija en los labios y empezó a aproximar su polla al coño de Eva. El rojizo glande de Alberto rozó por primera vez la entrada de la vagina de Eva y poco a poco y con delicadeza fue metiéndole todo su miembro. Una vez dentro y hasta el fondo, el padre dejó dentro su polla sin hacer ningún movimiento durante unos segundos. Después se decidió a comenzar a deslizar su verga hacia fuera y hacia dentro, con suavidad y muy despacio.

- Ahhhh….papá…..ummmmmm……- decía Eva llena de placer.

Alberto optó por darle un poco más de velocidad y de fuerza a sus embestidas. El pene entraba y salía ahora ya a mayor velocidad, mientras Alberto agarraba los muslos de su hija cubiertos por las medias negras. Los cuerpos de padre e hija comenzaron a bañarse en sudor y a humedecer las sábanas de la cama.

- ¡Papá, sigue así, por favor. No pares, sigue, un poco más fuerte, más rápido!- gritaba la joven.

Alberto volvió a aumentar la velocidad de sus embestidas y su verga penetraba ya sin escrúpulos el coño cada vez más encharcado de su hija.

- ¡Toma, tomaaaa….ahhhh…! ¿Es así como te gusta?- preguntó el padre.

- ¡Sí, así…me encanta. Fóllame más, quiero sentir cómo te corres dentro de mí, cómo me llenan el coño de semen por primera vez!- exclamó Eva.

Con sus caderas Alberto cogía mayor impulso para perforar el sexo de su hija, cuyos gemidos iban en aumento.

- ¡Arrgggg…tengo los huevos durísimos y a punto de reventar. Toma, tomaaaa….disfruta de mi polla, toda para ti!- gritó el padre.

- Un poco más, papá, sigue un poco más. ¡Ahhhh….mi abdomen…mi coño está palpitando, siento punzadas en el abdomen, me quema todo el coño!- exclamó Eva.

Su padre seguía deslizando la polla a gran velocidad hasta las mismas entrañas de su hija. Notaba cómo se aproximaba la eyaculación, sentía ese hormigueo previo.

- ¡Hija mía, no aguanto más. Me voy a correr!

- Papá, siento espasmos, esto es una locura, ahhhhh….

Eva sintió justo en ese momento cómo varios chorros de semen caliente de su padre llenaban su sexo.

- ¡Papá, tu semen está ardiendo….!- dijo Eva.

- ¡Voy a dejarte dentro hasta la última gota!- gritó el padre.

 

Empapados en sudor padre e hija se abrazaron y se besaron. Se quedaron así durante unos instantes, fundidos en un solo cuerpo y ella con la verga del padre aún dentro. Alberto no dejaba de acariciar a su hija, intentando darle toda su ternura a Eva en aquella primera vez para su hija. Tras unos minutos abrazados, Alberto le susurró al oído a su hija:

- ¿Te ha gustado? ¿Has disfrutado?

- Mucho, papá, muchísimo- respondió Eva.

- Tengo que regresar al trabajo- dijo el padre.

- Está bien, papá. No te preocupes, yo dejo todo esto en orden- indicó la joven.

- Tu madre se alegrará cuando se lo cuente- señaló Alberto.

- Te tomo la palabra de lo que me dijiste antes: espero que me ofrezcáis participar de vez en cuando en vuestros juegos, si es con desconocidos, mejor incluso- le pidió la joven.

- Descuida que lo haremos- replicó el padre.

 

Alberto se vistió y se marchó de la casa, mientras Eva echaba a la lavadora toda la ropa que había usado de su madre y empezó a ordenar un poco la habitación de sus padres. Le quedaba esperar a que su madre volviese del trabajo para ir juntas a ese sexshop del que le había hablado.

La tarde-noche prometía…….

 

Continuará.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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