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Bañadores mojados.

en Voyerismo

                                                                              BAÑADORES MOJADOS.

 

Si hay un lugar donde se den situaciones morbosas, ese lugar es la playa. Lo que voy a contar ocurrió hace un par de veranos, en un pueblo costero al sur de España.

Me encontraba en esa localidad pasando unos días de descanso. Una tarde, cuando ya daba por finalizada mi jornada playera, sobre las 19.00, me dispuse a abandonar la zona de playa. Iba caminando por las tablas de madera que conducen hasta las duchas y hasta las escalerillas que sirven de salida y de entrada cuando, al pasar a la altura de las duchas, dps mujeres que acababan de salir de dichas duchas se pusieron delante de mí y comenzaron a recorrer los escasos metros que hay desde las duchas hasta las escaleras de salida. En el breve trayecto que estuve detrás de ellas me dio tiempo a escuchar cómo una de ellas le decía a la otra:

- Ahora nos quitamos los bañadores. No vamos a subirnos al coche así, chorreando de agua.

Al oír eso, se despertó en mí la curiosidad y el deseo: empecé a pensar qué podría hacer para lograr irme de allí aquella tarde con una alegría para la vista. Las dos mujeres tendrían unos 50 años y tanto por su acento como por sus rasgos físicos parecían mujeres del pueblo: las dos eran morenas, tanto de pelo como de tez. Una de ellas llevaba un bañador completo de una pieza de color celeste. Era una mujer alta y con curvas, con el cabello largo, moreno, liso y suelto, empapado por el agua de la ducha. La otra mujer era algo más baja y estaba algo más rellenita que su amiga, lo que no le restaba ni un ápice de sensualidad. Vestía un bikini naranja chillón. Me dio la impresión de que le quedaba algo pequeño, pues la braguita dejaba al descubierto buena parte de sus glúteos y, además, la tenía un poco enterrada en la raja del culo.

Al salir de la playa se dirigieron al aparcamiento que se encuentra a tan solo unos metros del acceso a la playa. Y para mi sorpresa constaté que el coche de las mujeres era justo el que estaba aparcado junto al mío. Así que tanto ellas como yo llegamos a nuestros respectivos vehículos casi a la vez. Me subí a mi coche, bajé la ventanilla y me puse a ordenar los papeles que tenía en la guantera. Mi única intención con eso era haver tiempo para ver si, finalmente, las maduras se quitaban el bañador mojado y me daban la oportunidad de ver algo. ¡Y desde luego que lo hicieron! Cuando apenas llevaba unos minutos dentro de mi coche, la mujer del bañador celeste se situó de pie entre la puerta del copiloto de su coche y la del conductor del mío.

- Me voy a quitar el bañador- le dijo a su amiga.

- Espera, que te busco una toalla para que te tapes- le comentó la otra mujer que se encontraba guardando algunas cosas en el maletero del coche.

- ¿Toalla? Es igual, voy a tardar solo unos segundos. Aprovecharé ahora que no pasa nadie. De todas formas, voy a abrir la puerta del coche para ocultarme un poco- le replicó.

- ¿Pero y el que está en el coche de al lado? Te va a ver- le preguntó extrañada la amiga en alusión a mí.

- No creo que se vaya a morir por verme en pelotas unos segundos.

En ese momento me bajé un poco el bañador y dejé salir mi polla ya algo dura por toda la situación.

- Si vosotras sois unas exhibicionistas, yo no me voy a quedar atrás- pensé para mí.

- Venga, aprovecha ahora que no pasa nadie- le indicó la del bañador naranja a su amiga.

Esta, inmediatamente, empezó a bajarse la tiranita derecha del bañador y después hizo lo mismo con la izquierda para, a continuación, sacar primero el brazo derecho y luego el izquierdo. Deslizó la prenda con parsimonia hasta que las dos tetas de la mujer quedaron al descubierto. Estaban blancas en comparación con el resto del cuerpo. La edad no suele perdonar y las voluminosas tetas se encontraban algo caídas. El tamaño de las aureolas era similar al de una galleta redonda y el tono de las mismas y de los pezones era oscuro, parecido al color del café. Antes de seguir bajándose el bañador, la madura me miró a la cara y se dio cuenta de que la estaba observando. Esbozó una ligera sonrisa y no se detuvo en su acción: lentamente, disfrutando al sentirse espiada por mí, fue bajándose el bañador hasta la cintura. Estaba a un paso de mostrarme su sexo. Se detuvo, volvió a mirarme, sonrió de nuevo y muy despacio, más aun que antes, continuó quitándose el bañador: los primeros vellos púbicos quedaron visibles, después el resto de la mata y, por fin, la rajita del coño.

Yo había comenzado a masturbarme desde el mismo momento en que me mostró los pechos. No sé si la mujer ya se había percatado de ello. Con mi mano recorría toda mi verga de arriba abajo, despacio, sintiendo cada roce sobre mi verga hinchada.

La madura se sacó entonces el bañador por los pies al tiempo que yo retiraba hacia atrás el prepucio y dejaba al descubierto mi glande húmedo. La mujer se giró para guardar el bañador mojado en una bolsa de plástico, ofreciéndome así la posibilidad de contemplar su enorme culo. Una vez guardada la prenda de baño, la madura se puso a buscar algo en su bolsa de playa: extrajo un fino vestido floreado y volvió a girarse hacia mí. Fijé mi mirada primero en su coño, luego en los senos, en los pezones endurecidos y luego miré a la mujer a los ojos. Nuestras miradas se cruzaron unos segundos hasta que ella comenzó a ponerse el vestido sin absolutamente nada debajo. Lentamente la desnudez de ese cuerpo se fue cubriendo con la prenda, hasta que la madura tapó todos sus encantos. Yo, sudoroso, agitaba una y otra vez mi pene deseando que la mujer se diera cuenta de que me estaba masturbando por ella. Y no tardó mucho más en percatarse: cuando iba a subirse a su coche para sentarse en el asiento del copiloto, lanzó una nueva mirada hacia mí, se acercó a mi coche, bajo la vista hacia el interior y se quedó boquiabierta al contemplar cómo tenía toda mi polla fuera y mi mano machacándola sin parar.

-¡Loli, no te pierdas esto!- le gritó a su amiga.

La tal Loli, a la que yo había dejado de prestar atención para centrarme en la otra madura, no tardó en aparecer y en acercarse a la puerta de mi vehículo. Cuando la amiga la llamó, Loli debía de estar cambiándose de ropa, pues apareció sin el sujetador del bikini, con las tetas al aire. Solo llevaba puesta la braguita naranja de la prenda de baño. Si los pechos de la amiga eran grandes, los de Loli lo eran todavía más. Incluso estaban algo más firmes que los de la otra mujer, aunque las aureolas eran más pequeñas y de un color marrón claro. El bronceado uniforme y perfecto de la parte delantera de su cuerpo denotaba que la mujer acostumbraba a practicar topless.

- ¡Joder, Merche!- fue lo único que acertó a decir Loli al verme jugando con mi polla.

Yo no sabía cómo reaccionarían a partir de ahí las dos mujeres, pero los segundos pasaban y ambas seguían pegadas a la puerta del coche mirándome, por lo que intuí que no le hacían ascos a mi acción. Eso me llevó a darle una vuelta de tuerca a la situación: interrumpí por un instante mi masturbación y abrí la puerta del copiloto del coche en clara señal de invitación por si alguna de las mujeres quería subir al vehículo. Una vez abierta la puerta, retomé la agitación, aún suave, de mi pene. Loli captó enseguida la indirecta, se acercó hasta ella y se subió al coche. Estuvimos en silencio unos instantes, ella mirando mi polla, yo contemplando cómo me miraba y dirigiendo mi vista hacia sus tetas. Entonces decidí romper el silencio y ser directo:

- ¡Quítate la braguita! Deseo que te quedes desnuda por completo y que me muestres ya tu coño.

La mujer hizo lo que le pedí y comenzó a bajarse la braga del bikini. Poco a poco la fue deslizando por sus piernas, la sacó por los pies y la puso en el salpicadero del coche. Inmediatamente le miré el coño: lo llevaba completamente depilado y los labios vaginales eran carnosos y rosados.

- Loli, ¿qué vas a hacer? No me digas que….

- Mira, Merche, le voy a dar una alegría a mi cuerpo, que hace tiempo que no se la doy, y de paso aliviar a este hombre. Tú encárgate de avisar si viene alguien- le interrumpió.

Era una zona tranquila de la playa, sin muchos bañistas ni circulación. Solo había un par de coches más aparcados junto al mío y al de las mujeres. Con un poco de suerte nadie nos molestaría.

Loli apartó mi mano de la polla, se inclinó, abrió la boca y engulló, ansiosa, todo mi miembro erecto. Con sus labios recorría una y otra vez mi polla, llenándola de saliva y con la lengua rozaba mi glande. Aproveché que tenía las manos libres para empezar a manosear las tetas de la mujer. Era incapaz de abarcar con cada mano los senos de la madura debido a las dimensiones de las tetas. Como podía, trataba de apretarlos con mis manos, mientras Loli seguía mamándome la verga, succionándola con los labios. Entonces miré a Merche: se había metido su mano derecha por debajo del vestido y se estaba frotando el coño mientras contemplaba atenta la escena entre su amiga y yo. Alargué mi brazo por fuera de la ventanilla y le bajé a Merche las tirantas del vestido. Esse te deslizó un poco por el cuerpo de la mujer y dejó al descubierto sus tetas. Le friccioné alternativamente ambos pezones, mientras ella seguía con la mano en su sexo y su amiga Loli con mi polla en su boca, chupándola con vehemencia. De pronto paró, dejó escapar mi verga de su boca y, como pudo, debido a la estrechez del coche, se sentó sobre mis piernas y encajó mi polla en su vagina. La humedad del sexo de la mujer hizo de lubricante perfecto para que mi polla entrase sin problemas.

- ¡Loli! ¿Estás loca? ¡No me digas que te vas a poner a follar aquí mismo?- le preguntó Merche, sorprendida.

- ¡Calla y vigila- fue la contestación de su amiga.

Casi no había terminado de hablar Loli, cuando yo ya había comenzado a bombear. Mi verga entraba y salía con suavidad y lentitud dentro del coño de la mujer, cuyo cuerpo desnudo podría verse perfectamente a través del parabrisas, si alguien pasaba por delante. Dejé de tocarle las tetas a Merche para centrarme por completo en Loli: desde atrás y mientras seguía penetrándola le agarraba los senos y le pellizcaba duro los pezones. Los primeros gemidos de la madura no se hicieron esperar, mientras rompía a sudar por el calor asfixiante que se vivía en el interior del coche. Merche, con el vestido cada vez más descompuesto, lo tenía enrollado a la cintura, por lo que estaba prácticamente en pelotas fuera del vehículo. Varios de sus dedos entraban y salían de su coño frenéticamente. Yo aumenté la velocidad del bombeo provocando que también se incrementaran los gemidos de Loli.

-¿Cómo te llamas? Al menos quiero saber tu nombre- me preguntó.

- ¡Ahhhh….David…Ahhhh me llamo David!- acerté a responder en medio del esfuerzo.

- ¡Ummmm…David…sigue follándome y no pares hasta correrte. Quiero toda tu leche!

Yo proseguía impulsando sin descanso mi pene dentro del coño de la madura y sabía que no aguantaría mucho más. En esos momentos un grito de Merche se dejó oír:

- ¡Arrggghhh…me corroooo…me coorrooooo!

De su sexo salió disparado un chorrito de flujo, mientras ella aún seguía penetrándose con los dedos. Al ver esto, aceleré todavía un poco más y le clavé varias veces mi polla a Loli con todas mis fuerzas. Merche todavía gozaba de su orgasmo, cuando exclamó:

- ¡Joder, daos prisa! Un viejo está empezando a salir de la playa y enfila las tablas.

Con sus mano aún mojada por la corrida comenzó a recomponerse el vestido y a tapar la desnudez de su cuerpo.

- ¡Ni se te ocurra para ahora, sigue follándome hasta el final!- me ordenó una excitada Loli.

Miré un momento a través de la luna del coche y, en efecto, el viejo se aproximaba con lentitud. Con las escasas energías que ya me quedaban di varias embestidas más, secas y fuertes, impulsándome con las caderas.

-¡Ahhh…vamos, sigue, dame más, no pares, córrete!- gritó Loli.

-¡Arrrggghhh…no aguanto más, ya no puedo más!- exclamé.

No resistí más y tras dos últimos impulsos bruscos, el semen comenzó a salir de mi polla regando el interior del coño de la mujer. Solo pude dejarle mi verga unos segundos más, pues Merche volvió a insistir en que el viejo se aproximaba. Loli se levantó entonces de mi regazo y le dijo a su amiga:

- Busca mi vestido en mi bolsa de playa antes de que llegue ese hombre.

Yo me subí el bañador mientras el viejo terminaba de aproximarse. Merche tardó unos instantes más en encontrar el vestido de Loli. Para cuando lo hizo, ya era demasiado tarde: el hombre se encontraba ya casi frente a mi coche y no tardó en darse cuenta de la desnudez de Loli. Con descaro se detuvo junto a mi vehículo y contempló durante unos segundos a la mujer desnuda, sus pechos y su coño, del que chorreaba aún parte del semen de mi corrida. Una vez que Loli pudo vestirse, el viejo se marchó sin duda satisfecho con lo que acababa de ver.

- Ese hombre seguro que se hará una buena paja en tu honor en cuanto pueda- le dije a Loli que, realmente, tampoco había hecho mucho por taparse al menos con los brazos mientras el viejo la miraba. Al escuchar mis palabras esbozó una sonrisa pícara.

Las dos mujeres se despidieron de mí, se subieron a su coche y abandonaron el lugar, mientras yo terminaba de limpiar un poco las manchas en el asiento de mi vehículo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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