miprimita.com

Atracción en el aula.

en Erotismo y Amor

ATRACCIÓN EN EL AULA.

 

 

“La beca que usted solicitó para completar su formación en España le ha sido concedida”.

Así comenzaba la carta que Patty recibió el día 9 de julio. No se lo podía creer: iba a ser beneficiaria de esa beca que había pedido y gracias a la cual podría terminar de formarse como diseñadora gráfica en una Universidad de España durante seis meses con todos los gastos pagados, incluido alojamiento. Había elegido la ciudad de Sevilla como destino y se le había concedido también.

El inicio de esa formación era inminente: el día quince del mismo mes de julio debería estar ya en Sevilla. Le quedaba apenas una semana para hacer los preparativos necesarios.

Patty había optado por pedir la beca porque necesitaba un cambio en su vida: a sus 22 años se había pasado el último desorientada, sin rumbo fijo, sin la ideas claras de qué hacer. Siempre había sido la mejor estudiante de su clase, con notas impecables y había aprobado el último año de carrera con matrícula “cum laude”. Sin embargo, al terminar sus estudios universitarios la vida se le torció: le tocó probar el desengaño amoroso provocado por un chico al que ella consideraba como el amor de su vida.

Este desengaño la sumió en un profundo hundimiento anímico y apatía por la vida, hasta que se decidió a solicitar la beca al darse cuenta de que no podía seguir así, echando a perder su vida y tantos y tantos años de sacrificio en los estudios.

Tras pedir la beca, cambió incluso su imagen: quería y necesitaba verse distinta. De su habitual media melena castaña clara y semiondulada, pasó a una cabello teñido de negro y con un flequillo que tapaba su frente y que resaltaba todavía más la enorme belleza y dulzura de sus inmensos ojos, mezcla de marrones y verdosos.

Le costó despedirse de su familia y abandonar su querida patria, pero el día 15 de julio Patty aterrizó en el aeropuerto de Sevilla tras un largo y cansado viaje. Al salir de la terminal y llegar a la parada de taxi vio un termómetro que marcaba 39 grados.

- ¡No voy a resistir esto!- pensó la joven al comprobar la temperatura.

Empezó a sobrarle ropa: se quitó la chaqueta roja que llevaba y se quedó con una blusa naranja sin mangas y un pantalón de tela tipo escocés. Llevaba puestos unos zapatos marrones con unas tiras naranjas y con tacón.

Tomó un taxi y tras unos minutos de recorrido el vehículo llegó a la calle en la que se encontraba el pequeño pero coqueto piso que Patty ocuparía durante sus seis meses de estancia en Sevilla.

La joven entró en el inmueble, miró su interior y al rato comenzó a deshacer la maleta. El piso no le disgustó, le pareció bastante acogedor.

Fue guardando todas sus pertenencias y no pudo evitar dejar escapar una sonrisa pícara cuando vio sus dos inseparables dilos, esos con los que solía darse placer casi a diario.

Pero esa tarde Patty estaba agotada y prefirió dejarlo para otro momento. Tenía que acostarse temprano, pues al día siguiente le tocaba madrugar para la presentación de su curso. Así que optó por darse una ducha, descansar un rato viendo la televisión y salir a una hamburguesería cercana a comer una hamburguesa con patatas. Tendría que salir lo antes posible con urgencia a comprar comida para llenar su nevera.

A la mañana siguiente y tras un breve acto de presentación comenzaron las clases para Patty. Miró su horario y comprobó que cada mañana tenía cuatro clases, de lunes a viernes. La última era de Latín.

-¡Vaya aburrimiento de asignatura! ¡Pero si es una lengua muerta que ya no estudia casi nadie, ni sirve para nada……!- reflexionó disgustada.

Las tres primeras clases de la jornada se desarrollaron sin incidencias. A la joven esas materias sí le parecían provechosas para mejorar su formación. Lo único negativo que había observado era la edad de los profesores que las impartían: todos de edad muy avanzada y casi sin motivación ya para transmitir sus conocimientos.

Patty estaba sentada en el aula junto al resto de compañeros, esperando ya la última clase del día, la de Latín. Revisaba su móvil cuando de repente oyó una voz:

-Buenos días, mejor dicho, buenas tardes ya.

Esa voz joven y llena de energía hizo que Patty levantara la mirada de forma inmediata. Acababa de entrar el profesor de Latín. Cuando la joven lo vio, notó una sensación extraña en su interior, algo extraño que jamás había sentido hasta ese instante.

El profesor era un hombre de mediana edad, de unos 35-38 años, según calculó Patty. Vestía de manera informal a diferencia de los otros profesores que iban con traje de chaqueta. Debía de medir 1.78 aproximadamente y era un hombre delgado, de pelo corto y castaño oscuro.

- Antes de comenzar la clase voy a presentarme. Me llamo David y espero poder ayudaros en vuestra formación con mi asignatura, Latín. Os servirá para más cosas de las que creéis.

También os quiero informar de algo: el Departamento de Latín está buscando a alguien para que se incorpore para colaborar como ayudante. Había pensado en ofrecerle dicha plaza al alumno que obtenga la nota más alta al final del curso. Os lo comunico ya por si hay algún interesado, para que comience a esforzarse desde el primer momento.

Ahora os voy a pasar una ficha para que me la rellenéis con vuestros datos- dijo el profesor.

David fue mesa por mesa repartiendo dicha ficha a cada alumno. Cuando llegó a la mesa de Patty, ésta lo miró a los ojos de forma fugaz. Lo mismo hizo el profesor, que sin embargo, antes de acercarse a la siguiente mesa, volvió a mirar los enormes y preciosos ojos de aquella alumna.

Después de unos minutos David volvió a pasarse mesa por mesa para recoger las fichas ya cumplimentadas. Al recoger la de Patty, lo primero que hizo fue mirar el nombre de aquella chica: “Patricia”. “País: México”, fue lo que leyó el profesor.

David empezó después a explicar el primer tema de la asignatura: los casos del Latín y sus funciones. Antes de acabar la clase anunció el siguiente tema de estudio: las 5 declinaciones latinas.

Eran las 14.00 horas. La clase había terminado y con ella la primera jornada como estudiante de Patty en España.

El profesor se despidió y antes de salir del aula volvió a cruzar una mirada con Patty, que esbozó una ligera sonrisa.

David llegó a su despacho y no podía dejar de pensar en aquella nueva alumna. No sabía qué le ocurría, pero la tenía metida en su mente. No se le podían olvidar esos ojos de la chica, la expresión de dulzura que había en ellos y en el rostro de la joven en general.

Patty, por su parte, sentada en el bus de vuelta a su piso, miraba por la ventanilla pero sin fijarse en nada ni en nadie: sólo pensaba en su profesor de Latín, en las miradas que habían intercambiado, en el tono de su voz….

Al día siguiente Patty decidió que quería intentar conquistar a su profesor de Latín, si es que no lo había hecho ya el primer día. En México, por la falta de seguridad en las calles, hacía tiempo que no se ponía una minifalda, pero en su equipaje había puesto dos, pues sabía que en España la situación en ese sentido era diferente.

Hacía mucho calor, demasiado para Patty, así que se dio una ducha de agua fría y tras acabar, eligió el vestuario que se pondría junto a la minifalda. Optó por no ponerse sujetador (sus pechos medianos le permitían esa licencia); eligió un tanga negro de encaje, una camiseta roja sin mangas y ceñida, la minifalda negra y unos zapatos rojos de tacón. Se echó un poco de su perfume favorito, Channel nº 5, y se miró al espejo: se veía impresionante, se gustaba a sí misma.

Cogió su carpeta de clase y salió del piso.

Las primeras clases se le hicieron eternas a la joven que deseaba adelantar el reloj para que llegaran las 13.00 horas y comenzara la clase de Latín.

Al terminar la clase previa a la de Latín, Patty salió un momento del aula. Tenía previsto un pequeño plan: quería ausentarse voluntariamente unos minutos del aula, los suficientes como para que entrase primero David y después lo hiciera ella. Quería que su profesor la viese pasar por delante y contemplara toda su belleza y sensualidad.

Y así sucedió. Varios minutos después de que David entrara en el aula y comenzara la clase, Patty golpeó la puerta con los nudillos de su mano y entró en el aula.

-¿Se puede?- preguntó.

 

-Sí, pasa- respondió David.

Patty entró lentamente y se dirigía a su sitio. David dejó de hablar por unos instantes: se quedó callado admirando la hermosura de su alumna. Patty sentía cómo la mirada de su profesor la recorría de arriba abajo. Dejó tan impactado a David que éste ni siquiera recordaba dónde había interrumpido la explicación.

La alumna, por su parte, se dio por satisfecha: había logrado su objetivo de impresionar a su profesor.

Varios días después Patty se enteró de que en Sevilla se iba a representar en un único pase el musical “El fantasma de la ópera”. A ella le encantaban los musicales, le gustaba cantar. Además durante su etapa de estudiante había participado en varios musicales representados en la universidad. Intentó conseguir una entrada para el musical de Sevilla pero cuando llegó a la taquilla le dijeron que las entradas estaban agotadas.

Desencantada comenzó a regresar a su piso. Estaba triste: empezaba a añorar un poco a su país y ahora no había conseguido la ansiada entrada. Decidió no coger el transporte público, sino ir caminando hacia su piso, atravesando el Parque de María Luisa. Eran casi las 20.00 horas y seguía haciendo calor.

Mientras caminaba por una de las avenidas del parque, escuchó tras de sí:

- ¿Patty?

La voz le resultaba familiar. Se giró y se llevó una grata sorpresa: era David, su profesor de Latín. Iba montado sobre una bicicleta, practicando deporte.

 

¿Qué haces por aquí?- le preguntó él.

 

- Tenía ganas de andar un rato. No me encuentro muy bien de ánimo. Echo de menos mi país, a mi familia. Y para colmo quería ir a ver el musical “El fantasma de la ópera”, pero ya no quedan entradas.

 

- Tienes que animarte. Es lógico que al principio eches de menos a tus seres queridos. Pero eso se irá pasando poco a poco. A mí me pasó lo mismo. Con 7 años me fui con mis padres al extranjero. Dejé atrás mi ciudad, mi país, a todo el resto de mi familia, amigos del colegio…. Las primeras semanas fueron muy duras hasta que poco a poco me fui integrando. Tú también lo superarás. Ya verás.

Para cualquier cosa que necesites…..estaré encantado en ayudarte. No voy a permitir que te vayas con un mal recuerdo de Sevilla y de los sevillanos.

Patty esbozó entonces una tímida sonrisa.

-Así está mejor- dijo David.

 

-¿ Te gusta el deporte? - le preguntó la joven.

 

- Mucho. Es una de mis pasiones, sobre todo montar en bicicleta y correr- contestó David, que iba ataviado con una equitación ciclista.

 

-¿Te apetecería tomar un refresco o una granizada para aliviar el calor? Yo te invito.

 

- Venga, acepto- contestó Patty sin dudar.

 

David se bajó de la bicicleta y comenzó a caminar junto a su alumna hacia un kiosco cercano que había dentro del propio parque. Tras comprar dos granizadas, se sentaron sobre el césped, a la sombra de un árbol. Profesor y alumna iniciaron una animada conversación que fue pasando desde los estudios hasta las aficiones de cada uno.

David no podía evitar mirar embelesado a su alumna. Ella se daba cuenta y no le disgustaba en absoluto. Deseaba que aquella conversación con su profesor no terminase nunca. David había aprovechado el tiempo para ir descubriendo que su alumna no sólo era una cara bonita: la forma en que se expresaba, sus aficiones tan distintas a las de otras mujeres (la canción, el diseño, la lectura…) y, sobre todo, esa ternura con la que hablaba y miraba. Sabía ya que era una chica especial, pero era, al fin y al cabo, su alumna y no podía atravesar esa barrera, no debía hacerlo.

Después de la larga conversación, ambos se levantaron del césped y tras regresar a la avenida principal del parque, se despidieron hasta el día siguiente en clase. Antes de que David se montara en su bicicleta y se alejara del lugar, Patty no pudo evitar mirarle la entrepierna: el ceñido pantalón ciclista negro marcaba todo el paquete de David, incluso se adivinaba la forma de la polla del profesor. Esa imagen se quedó grabada en la mente de Patty para el resto del día.

Ya de noche y en la cama, la joven recordó la conversación con David. Se sentía tremendamente atraída por él y le volvió a la mente la imagen de la entrepierna, del paquete y de la polla marcados en el culotte ciclista. La alumna estaba desnuda en la cama y cuando quiso darse cuenta, ya se había llevado la mano derecha a su pecho izquierdo y estaba empezando a tocarse. Era la primera vez que lo hacía desde que estaba en Sevilla. Cerró los ojos e imaginaba que no era su mano sino la de David la que la estaba acariciando. Ahora ya se tocaba con sus dos manos, que recorrían una y otra vez los pechos pequeños, rozando los pezones ya duros.

Lentamente comenzó a deslizar sus manos por el cuerpo, cuyos poros se erizaban con el roce de éstas. Llegaron al vientre y de ahí, finalmente, al sexo recién depilado esa misma mañana.

Patty lo notó húmedo por la excitación y comenzó a rozar los labios vaginales. El placer iba en aumento y probó a meterse uno de sus dedos dentro del coño. Sintió cómo el dedo se introducía hasta el fondo en su ardiente vagina. Acto seguido empezó a meterse y sacarse el dedo penetrándose con él el chocho.

Pero Patty estaba ya tan excitada que quería más, ya no podía parar: se metió un segundo, después un tercer dedo y acabó con todo el puño dentro de su chorreante sexo. Con el puño cerrado se masturbaba a un ritmo rápido, a la vez que la vagina chapoteaba debido a las embestidas y a los abundantes flujos que manaban.

La joven se levantó entonces de la cama, se dirigió al cajón donde guardaba celosamente los dildos y los cogió.

Quería sentirse follada, penetrada por delante y por detrás. Se puso con el culo en pompa y se introdujo uno de sus juguetes por el ano. Notó cómo el aparato se abría paso por su interior hasta quedar enterrado en el fondo del culo.

Lo mantuvo así unos instantes, pero después no resistió la tentación de empezar a meterlo y sacarlo. Con cada movimiento, con cada penetración, el éxtasis de Patty aumentaba. Embriagada de placer detuvo sus movimientos se dejó enterrado en su ano el dildo y cogió el otro que tenía. Era uno azul, a pilas, que se había comprado en un sexshop de México unos días antes de su viaje a Sevilla. Se tumbó en la cama y acercó el dildo azul a su palpitante coño. Con la punta del juguete comenzó a rozar los labios vaginales hasta que introdujo lentamente la primera parte del dildo en su sexo. Poco a poco se fue metiendo el resto del juguete y, cuando lo sintió bien dentro, lo puso en funcionamiento.

La joven se mordía los labios de la boca al sentirse follada por el dildo, que rozaba todas las zonas erógenas de su sexo. Giró la tapa del juguete y la velocidad aumentó. Los gemidos de Patty comenzaron a ser inevitables, aunque eran gemidos tenues. El dildo estaba causando ya los efectos deseados y la chica empezó a sentir los primeros espasmos en su vientre. Dio un último giro a la tapa y aumentó de nuevo la velocidad. Sabía que se iba a correr de un momento a otro. Con los dos dildos dentro de su cuerpo, estaba a punto de explotar por la excitación. Notó varios intensos espasmos en el abdomen y a continuación una eclosión de placer. Se sacó el juguete azul y un abundante chorro de flujo salió disparado de su coño.

Patty se asustó al principio, pues jamás había tenido un orgasmo así, acompañado de un squirt. El chorro salpicó la pared y empapó las sábanas de la cama. Patty, agotada, se quedó dormida con el dildo azul en la mano y con el otro hundido en su ano.

Al día siguiente, después de la clase de Latín, David le dijo a Patty que se pasara por su despacho. La joven se quedó extrañada. No sabía cuál era el motivo. Pero no le importaba acudir al despacho de su profesor, ni mucho menos: estaría unos instantes a solas con él. Una vez en el despacho, David le comentó:

 

- Me ha llegado este sobre para ti.

 

-¿Para mí?- preguntó la chica sorprendida.

 

Patty comenzó a abrirlo y su cara se paralizó.

 

-¡No es posible! ¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo has conseguido las entradas?- preguntó la mexicana a su profesor.

 

-Eso es lo de menos, uno tiene sus contactos. Son dos entradas para que puedas ver el musical con quien tú quieras- indicó David.

 

-Yo….no sé qué decir….sólo gracias, muchas gracias- dijo una sorprendidísima Patty.

 

La joven se acercó a su profesor y le dio un beso en la mejilla en señal de agradecimiento, lo que provocó que David se ruborizase un poco.

 

-Que te diviertas en el musical- le deseó David antes de que Patty abandonara el despacho.

 

El profesor se sentó en su mesa y se puso a revisar unos documentos. Unos instantes después alguien golpeó la puerta del despacho.

 

-¿Sí? Adelante- dijo David.

 

La puerta se abrió y allí apareció de nuevo Patty.

 

-David, es que he estado pensando….

 

-¿Y?- preguntó el profesor.

 

-Pues…. que no conozco a nadie todavía en Sevilla, a nadie con quien poder ir al musical…..Había pensado…..

 

-¿Qué, si se puede saber?- preguntó él.

 

- Había pensado que si te gustaría venir conmigo….

- Patty, verás me encantaría, pero eres mi alumna y no sería correcto hacer eso- indicó David.

 

- Es sólo ir al musical juntos, no es ninguna cita ni nada de eso. Sólo ver el musical. No creo que por eso pase nada- indicó la alumna.

 

- Mmmmm….está bien. Te acompañaré. No creo que vaya a pasar nada por eso- dijo David.

 

- Gracias, eres muy buena persona. ¿Mañana a las 21.30 en la puerta del teatro te parece buena hora?- preguntó Patty.

 

- Allí estaré- aceptó David.

 

La mañana del viernes se le pasó muy lenta a la chica. Deseaba que llegase la hora del musical, no sólo ya por verlo, sino por estar con su profesor. Finalizadas las clases del día se marchó a casa y allí permaneció impaciente hasta que se fue acercando la hora de la cita. No podía dejar de pensar en David.

Lo mismo le ocurría al profesor: de forma inexplicable para él, se encontraba nervioso, inquieto, como un quinceañero ante su primera cita. No podía sacar de su mente el rostro de la chica, su dulce y melosa voz, sus gestos, su mirada. La hora de la cita se acercaba. David se duchó y eligió para la ocasión una camisa de pequeños cuadritos azules y blancos, que dejó por fuera del pantalón, unos jeans y calzado cómodo de sport.

Por su parte Patty escogió un vestido corto sin mangas, de tono rojo, y unos zapatos negros con tacón. Se miró al espejo y se vio radiante. Le proporcionó a sus labios una capa de carmín rojo y se sintió ya lista para el encuentro.

David llegó 5 minutos antes de la hora fijada a las puertas del teatro. Estuvo esperando ansioso la llegada de su alumna, hasta que por fin la vio aparecer: se quedó paralizado y deslumbrado debido a la belleza y hermosura de la chica.

 

- ¡Hola, David!- le dijo una sonriente Patty.

 

- Hola….No te esperaba así….tan…..- balbuceó el profesor antes de ser interrumpido por su alumna.

- ¿Tan qué….?- preguntó Patty.

 

- Tan elegante. Estás muy elegante. Pareces una diosa- indicó David.

 

- ¿Una diosa? Gracias por tu halago, me vas a poner tomate…..- dijo la chica ruborizada, pero en el fondo contenta por haber impresionado de esa forma a su profesor.

 

- Tú tampoco estás mal, que lo sepas- le devolvió el cumplido la joven.

 

- ¿Entramos ya?- preguntó David.

 

- Me parece perfecto- respondió la joven.

Una vez dentro del tetro y ya con el musical en plena representación, David no podía evitar mirar a su alumna, sentada a su derecha. Al principio las miradas eran de reojo y con disimulo, pero después se convirtieron en más intensas y descaradas. Patty terminó por darse cuenta de que su profesor no dejaba de mirarla, embelesado, y le gustaba. Le gustaba que la mirase así, con mezcla de ternura y deseo. Ella hacía como si no se hubiese percatado para no retraer a David.

Finalmente la joven miró a su profesor en uno de esos momentos en que él la observaba y entonces le dijo:

 

- ¿No miras el espectáculo? Te lo vas a perder.

 

- Sí, sí, perdón- susurró David.

 

Cuando el profesor dirigió su mirada hacia el escenario, sintió sobre una de sus manos la mano de Patty. Él la miró y ella hizo lo mismo dedicándole una sonrisa. David quedó deslumbrado ante su alumna, mientras contemplaba su cabello moreno y liso y la dulzura de sus ojos.

Con las manos entrelazadas y sin decirse más palabras contemplaron el resto del espectáculo musical.

Tras finalizar la representación, David iba a despedirse de su alumna, pero ésta le dijo:

 

- Que yo sepa, los caballeros acompañan a las damas hasta la puerta de su casa.

 

- Patty, no sé si eso será una buena idea- replicó el profesor.

- Pero, ¿Por qué no? No te voy a pedir que pases, sólo que me acompañes hasta la puerta- puntualizó la chica.

 

-Está bien. Es tarde y no quiero que andes sola por ahí. Pero no pienso entrar dentro, ¿de acuerdo?- dijo David.

 

- Gracias, profe- comentó Patty en tono cariñoso.

 

Durante el trayecto estuvieron hablando de diversos temas, pero David no podía dejar de mirar a la chica y empezaba a sentirse desarmado ante ella. Notaba que en cualquier momento podría perder el control y lanzarse a besar y a abrazar a su propia alumna. Cuando llegaron a la casa de la joven, los dos se detuvieron ante la puerta.

 

- Bueno, Patty. Ha sido una noche agradable. Espero que hayas disfrutado del musical. Ya el lunes nos vemos en clase- dijo el profesor.

 

David le tendió la mano a su alumna para despedirse de ella, pero ésta se acercó a éll y le dio dos besos en las mejillas de forma sorpresiva. Las dos caras quedaron frente a frente, a escasos centímetros y Patty no pudo contener sus impulsos: aproximó su boca a la de David y le dio un beso que duró unos segundos. El profesor se quedó sin palabras, pero en realidad era lo que había estado deseando toda la noche.

 

- Lo siento, no sé que me ha pasado. No he debido hacerlo- se disculpó Patty por su acción.

 

Entonces David, sin mediar palabra, le devolvió el beso a su alumna, pero con mayor intensidad y duración que el de ella. Los labios de ambos quedaron sellados durante eternos segundos, en los que la lengua del profesor y la de la joven se rozaban. Patty echó sus brazos alrededor de los hombros de David. Los dos cuerpos quedaron entrelazados bajo la luz de la luna delante de la puerta del piso de la chica.

Al acabar el beso, Patty le preguntó a su profesor:

 

- ¿Te apetece entrar? Nadie tiene porqué enterarse de nada y los dos lo estamos deseando.

 

David no dijo nada, sólo asintió con la cabeza. En cuanto pasaron al piso, la joven cerró la puerta y volvió a besar a su profesor y a estrecharlo entre sus brazos. Lentamente le fue desabrochando los botones de la camisa hasta abrírsela por completo. Se la arrebató del cuerpo y dejó al descubierto el torso desnudo de David. Él mismo se descalzó y dejó vía libre a Patty para que le bajase y quitase el pantalón. La chica se puso en cuclillas para abrirle el cinturón y el botón y, al tomar esa postura, le ofreció a David la visión de su tanga negro. La chica empezó a bajarle el jeans a su profesor y se topó con un bóxer morado, bajo el cual se escondía una polla ya endurecida.

 

- Mmmmm….no está nada mal- pensó para sí Patty mientras contemplaba el paquete de David. El profesor le pidió a Patty que se levantara. Ésta lo hizo y fue entonces cuando él comenzó a abrir la cremallera del vestido de la chica. Se sorprendió al ver que debajo de la prenda no llevaba sujetador: las dos tetas de la mexicana, pequeñas, y sus aureolas y pezones marrones oscuros quedaron a la vista del profesor. Éste le dejó el vestido a la joven enrollado en la cintura y se quedó paralizado contemplando aquellos dos senos firmes y bien puestos. Patty cogió las manos de David y las acercó hasta sus pechos. El profesor comenzó a masajearle las tetas suavemente, despacio, disfrutando de cada roce, del tacto de su mano con aquellas turgencias. A la vez hacía disfrutar a Patty que se estremecía con cada movimiento de la mano de David.

 

Los pezones, empitonados, no tardaron en ser presa de los labios del profesor, que los chupaba y mordisqueaba una y otra vez con ansia y lujuria. Patty se mordía los labios conteniendo sus gemidos. La polla de David estaba completamente hinchada, dura, queriendo reventar el bóxer para poder salir al aire. Una mancha de líquido preseminal sobre el tejido de la prenda dejaba a las claras el estado de plena excitación del profesor.

La mexicana comenzó a acariciarle el paquete a David sobre el bóxer y con sus dedos tocaba la mancha que mojaba la prenda.

A medida que la chica manoseaba la entrepierna de David, el cerco de humedad en la prenda iba en aumento. El profesor descendió con sus manos hasta la cintura de la alumna y comenzó a bajarle del todo el vestido hasta sacárselo por los pies: Patty quedó ante él semidesnuda. Sólo el tanga negro que cubría aún su sexo tapaba a la joven.

 

- Ven, David, vamos a mi habitación- le pidió la chica.

 

Dejaron la ropa de la que se habían desprendido tirada en el pasillo y ambos pasaron a la habitación de la joven. Nada más entrar, Patty sacó del cajón el dildo azul a pilas. Cuando David lo vio, pensó que sería usado por la propia chica para entonarse. Pero se equivocó por completo.

 

- Antes de que tú me folles quiero meterte esto por el culo. Me gusta el sexo salvaje. Toda mi apariencia de niña buena se transforma por completo en el sexo. Me convierto en insaciable, me gusta probar experiencias nuevas y ahora una de mis fantasías es follarte el culo, si tu quieres-comentó Patty.

 

David no tuvo tiempo ni de reaccionar: la joven ya había empezado a bajarle el bóxer. El pene durísimo, en el que se marcaban varias venas saltonas, salió liberado como un resorte.

 

- ¡Vaya con el profesor! Menuda herramienta que se gasta. Te voy a ordeñar esa polla hasta no dejar ni una gota de leche- exclamó Patty al ver aquel miembro empalmado.

 

David, viendo el cambio de carácter de la chica, dio rienda suelta también a sus más bajos instintos sexuales.

 

- ¡Quiero verte el coño! ¡Quítate ese tanga de una vez!- gritó.

 

-Ummmmm…así me gusta, que te pongas fiera. Quiero que me hagas tu puta, que me folles por todos lados- le replicó su alumna.

 

Entonces David agarró el tanga con las dos manos por el elástico de la cintura y de un fuerte tirón desgarró la prenda en dos, dejando al descubierto el húmedo y depilado coño de la mexicana. El profesor se llevó la prenda a la nariz, justo la parte del forrito que está en contacto con la vagina y aspiró con fuerza el intenso olor que había en la prenda. Volvió a aspirarlo una segunda vez y dijo:

 

- ¡Has dejado el tanga chorreando y apestando a coño de puta! Te voy a lamer ese chocho con la lengua. Quiero probar tus flujos.

 

Acto seguido empezó a dar intensas pasadas con su lengua sobre los labios vaginales de la chica, que con sus propias manos se acariciaba las tetas.

 

-Mmmmmmm….¡Qué bien me comes el coño, sigue así, no pares!- exclamó Patty.

 

David prosiguió valiéndose de su lengua para darle placer a Patty, que ahora con el dildo en la mano le dijo al profesor:

 

- ¡Date la vuelta y ábrete de piernas!

 

David sabía lo que la joven se proponía: perforarle el ano con aquel juguete azul. Se giró, se inclinó, puso las manos contra la pared y se abrió de piernas. Patty se colocó justo detrás y empezó a acercar uno de sus dedos al orificio anal. Poco a poco fue hundiendo el dedo en el agujero del culo hasta provocar que David emitiera un débil gemido de dolor.

 

- ¿Te duele? Te estoy follando tu precioso culo.- dijo Patty antes de introducir un segundo dedo en el culo de su profesor. La joven metía y sacaba los dos dedos de forma cada vez más rápida hasta que optó por parar. Se llevó a la boca los dos dedos que habían estado en el culo de David y exclamó:

 

-¡Ummmmm….delicioso sabor….!

 

Aproximó entonces la punta del dildo a la raja del culo de su profesor y dijo:

 

- Prepárate para sentir el juguete dentro de tu culo.

 

Lentamente empezó a introducirlo hasta que el dildo quedó enterrado en el ano del profesor. Patty comenzó a meter y a sacar el juguete con suavidad primero, pero poco a poco fue aumentando la velocidad. Giró la tapa y puso en funcionamiento el dildo a la mínima velocidad.

 

- ¡Ahhhh….joder…..me está rozando todo por dentro….!- gritó David.

 

Patty aumentó la velocidad del objeto azulado y lo hundió un par de veces más en el culo. Finalmente lo sacó y lo chupó de arriba abajo. Después lo soltó sobre la mesa.

 

- ¡Ahora fóllame de una vez!- le ordenó a David.

 

Éste se colocó frente a Patty, de pie. Le levantó a la joven la pierna izquierda y en esa postura le introdujo en el coño su miembro coronado por un rojizo y totalmente mojado glande. La verga del profesor se deslizó sin problemas hasta el fondo del coño de la chica. En ese momento David dio una fuerte embestida, luego una segunda y finalmente una tercera.

 

-Ahhhhh….sigue….no pares….fóllame salvaje….!-gritaba una Patty extasiada.

 

Tras esas embestidas, David comenzó a tomar un ritmo acompasado y metía y sacaba su pene del chocho de su alumna una y otra vez.

- ¡Así, mi vida, así. No pares. Hazme sentir tu puta, tu puta barata de calle, tu puta sucia y deseosa de sexo!- le pedía Patty.

 

David aceleró sus movimientos y permaneció así unos minutos. Los huevos del profesor chocaban con el cuerpo de la alumna a la vez que del interior del coño de Patty salía un sonido de chapoteo a causa del deslizamiento de la polla y del tremendo charco de humedad que ya se había formado en la vagina de la chica.

 

- ¡Vamos, córrete! ¡Lléname por fin con tu leche!- exclamó la mexicana.

 

El profesor aumentó aún más el ritmo sabiendo que su eyaculación sería inminente.

 

- ¡Córrete, córrete, vamos!- gritaba Patty.

 

David dio varios empujones más, a la desesperada y llenos de energía hasta que exclamó:

 

-¡Ahhhhh…..no aguanto más….me corro, me corroooooo…..!

 

Un segundo después Patty comenzó a sentir cómo el semen ardiente de su profesor inundaba su coño, mojándolo, inundándolo por completo.

 

-¡Sííí…..qué rico, amor…..cómo me gusta tu leche……me estoy corriendo yo también….ahhhhh….esto es una delicia….ufffff…me corrooooo!- exclamó la joven.

 

David no sacó su polla hasta que no echó la última gota de leche. Entonces Patty le pidió que se tumbase sobre el suelo. El profesor obedeció y se tumbó a lo largo. Patty abrió sus piernas y quedó de pie sobre el cuerpo desnudo de David. De pronto el profesor vio cómo del coño de su alumna comenzaba a manar orín amarillento, que al contactar con su piel sintió ardiendo. Un enorme chorro interminable empezó a empapar todo el cuerpo de David, que se vio obligado incluso a tragar las últimas gotas de la meada.

Cuando el profesor abrió los ojos no sabía dónde estaba. Se vio tumbado en su cama, desnudo y alterado. ¿Pero y todo lo que estaba viviendo? ¿Qué había sucedido? ¿No estaba en casa de Patty? ¿Y la chica? Se fue dando cuenta de que todo había sido un sueño, un excitante y caliente sueño erótico provocado por el impacto que le había causado su alumna en los primeros días de clase.

 

Esa tarde mientras montaba en bicicleta por el parque se encontró con Patty.

 

- ¿Qué haces aquí, Patty? Menuda sorpresa- le preguntó.

 

- Vengo del teatro: quería ir a ver el musical “El fantasma de la ópera”, pero las entradas están agotadas- le respondió.

 

A David se le cambió la cara: todo lo que había soñado empezaba a hacerse realidad……

 

 

Para Patty, por haberme regalado ya 13 meses de amor, los 13 mejores meses de mi vida. Sé que me habías pedido que publicase este texto que te escribí para ti hace ya algún tiempo. Aquí lo tienes, amor mío. Te amo, mi corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mas de eyaculadorferoz

El ciclista y la indigente.

Jade responde a las 30 preguntas.

Eyaculadorferoz responde a sus 30 preguntas.

Sireleo responde a las 30 preguntas.

Elena responde a las 30 preguntas.

30 preguntas sobre sexo (para ellas).

30 preguntas sobre sexo (para ellos).

Abrázame y no me sueltes.

Tórrida venganza mexicana.

Tocándome al amanecer.

Un ángel llamado Patty.

Bañadores mojados.

Princesa de mis sueños.

Ut te novi, scivi quid amor sit.

Un vicio remunerado (3ª parte: reescrita).

Un vicio remunerado (2ª parte). El matrimonio.

Un vicio remunerado (1ª parte).

Nuestro ansiado encuentro.

Tina, la calientapollas (2ª parte y final).

Tina, la calientapollas (reedición).

Urgente exploración anal.

120 días contigo.

Te confieso una petición.

Natalia, embarazada en la playa.

¿Prefieres a un canalla?

Mi novia me folla el culo.

Perversiones familiares (2). Eva desvirgada.

Pecaré con una diosa.

Tu coño es un volcán.

Dulzura azteca.

Perversiones familiares.

Hiriente desengaño.

Quid pro quo (6). Pilladas en plena orgía.

BlodingGirl: una diosa entre los mortales.

Quid pro quo (5). La polla del marroquí.

Quid pro quo (4). Folladas por dos pescadores.

Quid pro quo (3). Folladas por universitarios.

Quid pro quo (reedición).

Quid pro quo 2: En la tienda de lencería.

Tetas catalanas (reedición).

La dependienta (reedición).

La rusa y mi biberón (reedición).

Entrevista al autor Machirulo.

32 preguntas a una joven lectora.

Disfrutando en las duchas de la playa (reedición).

Dos pollas para Montse (reedición).

Bendito sexshop (reedición).

Las nigerianas viciosas (reedición).

Diario de una exhibicionista (reedición).

Perverso escarmiento a una ladrona (reedición).

Mi tía me deslechó (5 y final).

Mi tía me deslechó (4).

Mi tía me deslechó (3).

Mi tía me deslechó (1).

Mi tía me deslechó (2).

Borrachas en el tren (reedición).

Putitas universitarias.

Paja en el probador de un bazar chino.

Entrevista a la autora Moonlight.

Entrevista al autor Vieri32.

Entrevista a la autora Cecisex.

Entrevista al autor Cantydero.

Entrevista al autor Cesh.

Entrevista a la autora Skarlet.

Entrevista al autor Scirocco.

Entrevista al autor Caramelo Negro.

Entrevista al autor Mago.

Entrevista al autor lgbcn.

Entrevista al autor Ginés Linares.

Quiero entrevistar a autores.

Así desvirgaron a mi novia.

Motivos de mi marcha y de mi regreso.

Gracias, vecina.