miprimita.com

Por la rendija

en Sexo Anal

A través de la rendija de la puerta de tu cuarto entreabierta, apenas alcanzas a ver unas piernas morenas, musculadas, aunque sin excesos, una polla, gruesa, curva y oscura, de capullo descubierto, fuertemente marcada por una red de venitas violáceas. La mano de tu mujer, arrodillada entre ellas, la estrangula por la base acentuando su relieve. Se inclina sobre ella y la chupa. De cuando en cuando, la saca de entre sus labios y ves su capullo húmedo y brillante. Entonces, ella le habla en tono mimoso, como una gatita en celo, casi como si ronroneara. Le pregunta si le gusta así, si disfruta… Parece otra. Nunca es tan dulce contigo.

A veces, el desconocido empuja con su mano fuerte y velluda su cabeza hacia abajo obligándola a tragársela y la mantiene un rato así. Ves su rostro enrojecer primero, para ir adquiriendo poco a poco un tono azulado, pálido. Estás a punto de intervenir cada vez cuando la suelta. Ella tose, y las lágrimas corren su rimmel dibujando líneas negras que se ramifican sobre sus pómulos. Jadea y respira deprisa. Babea.

Le habla con una curiosa mezcla de dulzura y cariño. La llama puta. Le da órdenes tajantes sobre cómo comérsela que ella obedece al instante, centrándose en su capullo, metiéndose en la boca sus pelotas mientras hace resbalar la mano envolviendo su capullo húmedo, congestionado. Entonces la felicita como si fuera una perra.

Ella acaricia su coño. Parece enfebrecida.

Te has quedado paralizado. Tienes el corazón en un puño, y sientes la sangre latir agolpándose en tus sienes. No sabes qué hacer. De algún modo inevitable, la brutal sexualidad de la escena te ha excitado. Tienes la polla tan dura que casi te duele, y la aprietas con la mano a través del bolsillo del pantalón presionando tu capullo frotándolo de tal manera que te irritas. Te sorprende comprender que llegas a imaginarte a ti arrodillado. Tratas de rechazar la idea. El corazón parece ir a salírsete por la boca y sientes un ahogo en el pecho, una presión.

 

- Para, para, zorrita. No quiero correrme todavía.

 

Se pone de pie sin cuidado empujándola con su cuerpo compacto y fuerte. Es un hombre maduro, quizás de cuarenta años. Moreno, aunque con una línea muy marcada en la parte del bañador. Depilado, bien proporcionado. Te sientes pequeño a su lado.

Agarrándola del pelo, la obliga a colocarse a cuatro patas sobre el colchón y desaparece de tu vista. Ya solo ves la mitad del cuerpo de tu mujer: su rostro asustado, sus tetas balanceándose al compás de la respiración agitada. Escuchas una palmada y ves su cara crisparse. Jadea, no es fácil saber si de miedo o de placer. Emite un quejido y su expresión se crispa.

 

- Solo es un dedo, putita. No tienes nada de qué preocuparte todavía ¿Es que nunca te lo ha hecho el cornudo de tu marido?

- No…

- Pobre maricón…

 

Ves temblar sus brazos, que a duras penas la sostienen. Tiene la expresión tensa. De cuando en cuando se escucha una nueva palmada, o su rostro se tensa en un nuevo gesto de dolor. Adivinas que ha introducido un dedo más.

No sabes en qué momento te la has sacado, pero el hecho cierto es que estás agarrado a tu pollita, que te parece ridícula al lado de la del hombre. Está mojada y más dura de lo que recuerdas haberla sentido nunca. Te sientes al mismo tiempo humillado, profundamente ofendido, y caliente, muy caliente. Si él te lo pidiera, intuyes que aceptarías cambiarte por ella. Cada vez que te menciona sientes un latido en la mano de tu pollita de piedra.

 

- Bueno, putita, ahora bien quieta, y te dolerá menos.

 

De repente comprendes que te ha visto. Te mira a los ojos sin decir ni palabra hasta el preciso instante en que los cierra crispándose su expresión en un gesto de dolor. Respira aceleradamente, cómo si tuviera miedo, y te mira a los ojos a veces. Adivinas su polla atravesando el agujerito estrecho de su culo. Sus manos se agarran a la colcha con tal fuerza que ves blanquearse sus nudillos. Comienza un bamboleo suave y cadencioso, que se traduce en quejidos agudos, casi chillidos leves. Se le saltan las lágrimas y sus tetas, de pezones duros, contraídos, se balancean bajo su pecho. Llora. Escuchas un nuevo palmetazo e imaginas la huella de su mano dibujada en rojo sobre la nalga blanca. Chilla. A veces se inclina sobre ella y ves sus manos estrujando sus tetas pálidas con fuerza, como si las amasara, tirando de sus pezones. Ella resopla y jadea. Te sacudes la polla al mismo ritmo creciente con que él barrena su culito haciéndola gemir y jadear, haciendo que su rostro se crispe de dolor.

 

- Buena puta. Muy bien, perra. Sigue así. No entiendo que ese pobre gilipollas haya desaprovechado la oportunidad de romper este culo de ramera. ¿Te gusta?

- Me… me gusta… Me duele… ¡Ahhhhhhhh!

 

La está follando ya deprisa, sin cuidarla, como si no le importara su dolor, y ella gime entre hipidos violentos. Te mira a los ojos con desprecio cada vez que él te menciona, que se burla de ti. Te llama maricón, y cornudo. Te llama hasta gilipollas. Folla el culo de tu mujer haciéndola llorar y gemir mientras te insulta y tú sientes el rubor en tus mejillas sin dejar de sacudir tu polla mirándola. Tu mujer llora con una grueso rabo oscuro destrozándole el culo mientras tú te la pelas como un mono mirándola. Te desprecias, pero parece suceder algo incomprensible que domina tu voluntad y mutila tu orgullo. En cierto modo, quieres oírla chillar, quieres verla destrozada, humillada. Tú mismo, si el hombre no te asustara, si no moviera en ti un miedo irracional, entrarías a ayudarle. La cabeza te da vueltas en un barullo de sensaciones, de sentimientos confusos, más que ideas. Parece imposible que una idea compleja anide en tu cerebro. Eres una polla tiesa, un miedo, una excitación, un cornudo despreciable incapaz de reaccionar ante el llanto de tu mujercita, que llora a moco tendido balanceándose ya a un ritmo frenético. Escuchas el cacheteo del pubis en su culo. Sus tetas se entrechocan, bailan, y su rostro trasluce un dolor intenso. Tiene los ojos cerrados y los dientes apretados, la expresión descompuesta y, pese a ello, parece estar corriéndose, gozar de alguna manera de ese abuso brutal. Imaginas los dedazos fuertes acariciando su coño mojado mientras su polla destroza su culo pálido.

De repente, un golpe más fuerte, como un empujón violento, la tira de la cama. El hombre, de rodillas, avanza hacia el borde. Se inclina. La agarra por el pelo obligándola a arrodillarse sobre la alfombra de noche. La levanta agarrándola del pelo sin contemplaciones. Ves su polla gruesa, firme, brillante, clavarse en su garganta. Ella llora. Se ahoga. Tiembla en espasmos violentos. Su rostro se tiñe de azul. El hombre empuja a veces como si quisiera atravesarla, a golpes secos. Un chorro de leche asoma por su nariz. Las lágrimas negras de rimmel desdibujan su expresión.

 

- Buena puta…

 

Cuando la saca, ella cae sobre el suelo temblando, respirando agitadamente, llorando, mientras clava los dedos en su coño. Se folla con ellos como con rabia, como si tuviera necesidad de arrancarse un orgasmo vergonzoso, humillante. Sus piernas se mueven espasmódicamente. Tiembla masturbándose. El tipo, de pie frente a ella, sonriendo, se agarra la polla con los dedos. Incluso así, semierecta, es más grande que la tuya. Sonriendo con aire socarrón, orina sobre su cara, sobre sus tetas, sobre su coño. Ella se crispa, se tensa, y emite un quejido prolongado con los ojos en blanco. Tu polla palpita con fuerza. Parece de piedra. Palpita y escupes tu esperma a chorretones, como nunca. No sabes si gimes. Te corres temblando, lanzando chorretones violentos, interminables, de esperma tibio. Te sientes eufórico, incapaz de contenerte, de ser ni siquiera precavido.

 

- Anda, zorra, ve a ducharte, que quiero follarte otra vez. Y tú, maricón, entra, no te quedes ahí. Pónmela dura, anda.

 

Humillado, confuso, con la polla todavía firme asomando por la bragueta del pantalón, obedeces en silencio, humillado, mirando al suelo, incapaz de enfrentar tu mirada con la suya, obedeces. Se ha sentado en la cama, y te arrodillas entre sus muslos abiertos, avergonzado y confuso.

 

- Chupa, anda, cornudo ¿A ti nunca te han follado?

 

Escuchas el agua de la ducha en el baño de tu dormitorio al tiempo que sientes la textura rugosa de su polla ente los labios. A estas alturas ya ¿Qué puede importar?

 

- Muy bien, mariconcita. Así. No pares.

Mas de Clementine

X348 (01): v1

No es que no te quiera...

Pandemia 04: perdida

Abandonada 04: flashback

Pandemia 03: huída

Abandonada 03: redención

Abandonada 02: sino fatal

Abandonada 01: de cine

Marina

Merche 03: No es pedir mucho

Merche 02 ¿Harás eso por mí?

Merche 04: doblar su ropa interior

Merche 05: uizás no hiciera falta...

Merche 01: cuarenta y dos

Merche 06: ¿Qué vamos a hacer contigo?

Lucía 01: sórdido

Al servicio de don Jaime 06

Diálogos 02: de cortesanas

Diálogos 01: de cornudo

Proyecto Edén 05: epílogo

Proyecto Edén 02: objetos

Proyecto Edén 03: complemento

Proyecto Edén 04: sujeto

Proyecto Edén 01: heredera

Loba 02: el origen

Loba 04: Milton

Noche de bodas

Loba 03: constancia

Loba 01

Historia de Matilda 07: Margot

Historia de Matilda 06: Matilda (en familia)

Historia de Matilda 05: Margarita (y Matilda)

Historia de Matilda 04: Mónica

Historia de Matilda 03: Víctor

Historia de Matilda 02: Clara

Historia de Matilda 01: Ánder

Níbula 05: deidad

Níbula 02: Helga

Níbula 03: la fecunda

Níbula 04: sin retorno

Mercado laboral 03: parejas liberales

Mercado laboral 02: pillado

Mercado laboral 01: tercer año

La muchacha gordita

Níbula 01: la caza

Tía Ágata 05: in absentia

Tía Ágata 03: en la orilla

Tía Ágata 04: la ropa sucia

Tía Ágata 02: nocturno

Tía Ágata 01: tedio

I like your whore white wife

Lacerto 01: preparativos

Amapola 01: florecer

Cosas de familia

Nota media : Carlota 01

Nota media 03: reválida

Nota media 02: recuperación

Nota media 01: revisión de exámenes

Milagros 01: penumbra

Tía Mayca 04: empírico

Pandemia 02: crisis

Pandemia 01: casos aislados

Bodas de plata 01

Tía Mayca 03: la duda

Tía Mayca 02: curiosidad

Tía Mayca 01: todo el mundo miente

La Flaca 04:

La Flaca 03: Lola

La Flaca 02: sin tapujos

La mamá de Carlos 02: no era un sueño

On the road 01: tímido

La mamá de Carlos 01: Introito

Elena 02: después

Elena 01: el pasado

La Flaca 01: abajo, junto al mar

Mercado laboral 04: las que tienen que servir

Anorgasmia

Al servicio de don Jaime 05

Al servicio de don Jaime 04

Mi noche más feliz

Al servicio de don Jaime 03

Al servicio de don Jaime 02

Al servicio de don Jaime 01

Poder 07: el crimen y el castigo

Poder 06: crescendo

Poder 05: por sorpresa

Poder 04: metamorfosis

Poder 03: vínculo

Poder 02: camino

Poder 01: arriba y abajo

La posesión de Ana Gayarre 02: consumación

La Posesión de Ana Gayarre 01: viaje de novios

Terapia de choque

Ana 02: normalización

Nadia 04: Interludio

Bella 04: Nocturno

Bella 05: crossover (Doña Luisa 06)

Bella 03: castigo

Bella 02: flashback

Intimacy 07.2: Vergüenza

Intramuros 01: esperanza

Intimacy 07: amante

Intimacy 06: penumbra

38 grados

Zoraida, la perrita

Nadia 03: inevitable

Nadia 02: presencia

Nadia 01: ausencia

Intimacy 04: pulsión

Intimacy 04: nocturno breve

Colette

Intimacy 02: alcohol

Intimacy 01: Verano

Intimacy 03: viene a verme

Doña Luisa 05:

Doña Luisa 04: venganza

Doña Luisa 03: black mail

Doña Luisa 02: romance

Doña Luisa 01: de repente

Honor 01: venganza

Ana 02: Crisis

Sala Magallanes

Cornudo 01: Nino