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Ahmed y Abdullah desvirgan a Martita y Sara...

en Jovencit@s

Dos chicos árabes desvirgan a dos jovencitas de 12 años en Tarragona

Me llamo Marta, tengo 12 años y voy con mi amiga Sara a un Instituto de un barrio de Tarragona. No se realmente cómo ha pasado, pero, casi sin darnos cuenta, hemos quedado para ir a la playa con dos chicos de los cursos superiores del instituto. Los dos nacieron en el norte de África y todas las chavalas dicen que son los más guapos del instituto.

Hoy por la mañana he ido a casa de Sara, en el barrio del Serrallo de Tarragona. En la puerta ya estaban los dos chicos, Ahmed de 17 años y Abdullah de 16, esperándonos. Habían ido juntos, y hemos bajado con ellos a la playa que hay delante de las ruinas del Circo Romano. Ahmed es marroquí y Abdullah argelino.

Sara y yo nos hemos puesto dos bikinis cortitos, de cintitas, para hacer rabiar a los chicos. Nos sientan muy bien, las dos somos eso que se dice esbeltas, altas y delgadas, pero con las formas bien marcadas. Una chica del insti. nos dijo hace poco que para tener doce años estamos muy buenas.

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A mí, Ahmed siempre me ha parecido un chuleta y, a final del curso se hacía el chulo diciendo que se había llevado a la Tina Roira, al cine, y luego se la había follado en su piso.

Ahmed. llevaba un bañador muy pequeño, casi un tanga, igual que Abdullah., seguro que para hacerse los chulos con nosotras, igual que nosotras nos hemos puesto los mini bikinis para hacerles sufrir.

Sara, claro, se ha aparejado enseguida con su chico, como si fuese lo más normal del mundo, y Ahmed. se ha venido enseguida conmigo, como si también fuese lo más evidente del mundo que los dos que quedábamos habíamos de ir también de pareja.

La verdad es que, aparte de que sea un chulo, Ahmed está tan bueno como Abdullah, tiene el cuerpo delgado pero fuerte, bastante blanco, no debe tomar mucho el sol, y las nalgas le marcan un culo grande debajo del slip. A Abdullah. se le ven más los músculos, porque juega de futbolista y se le marcan más los de las piernas.

Lo hemos pasado muy bien bañándonos, tomando el sol, jugando en la arena, tirándonos las toallas, volviéndonos a bañar. Los dos chicos no dejaban de mirarnos, eso lo notábamos claramente Sara y yo riéndonos por lo bajini, y -la idea ha sido de Sara, pero a mi me ha divertido también-, cuando hemos vuelto a poner las toallas en la arena para tomar el sol después de bañarnos, Sara y yo, para hacerles sufrir más a los dos chicos, hemos hecho lo mismo que la mayoría de las chavalas que están en la playa tomando el sol, nos hemos quitado la parte de arriba del bikini, y nuestros pechitos han quedado al aire. Sara los tiene un poco más grandes que yo, los de las dos parecen pequeñas montañitas rectas de carne, acabadas en punta en los pezoncitos.

Era muy divertido ver como los dos chicos clavaban sus ojos en nuestros pechos, pero lo peor ha sido que me ha dado un ataque de risa cuando Sara me ha dicho en la oreja que me fijase en los bañadores de los dos chicos, que hacían como un bulto mucho más grande que antes.

Las dos nos reímos mucho al ver como se habían excitado, se les había puesto eso que los chicos le dicen "tiesa", y ellos se mosquearon porque no sabían de qué nos reíamos.

Nos pidieron que les pusiéramos crema en la espalda, para no quemarse, y la verdad es que noté que me gustaba mucho poner la crema en la espalda de Ahmed, y luego extenderla, notando su piel caliente en mis dedos. Estuve un rato haciéndolo y era guay, como darle un masaje, iba pasando mis manos por su espalda, desde el cuello hasta donde empezaba el bañador -sí, tenía un culo grande, Ahmed.-, mientras él cerraba los ojos y se hacía el dormido, como un crío pequeño, mientras Sara hacía lo mismo con Abdullah.

Después me puse a tomar el sol, ellos parecían dormidos, y yo, casi me dormí, vuelta de espaldas al sol, cuando, al cabo de un rato, noté algo fresco en la espalda, giré un poco la cara, y vi que Ahmed me estaba ahora poniendo la crema en la espalda a mi, me dijo con voz bajita que me iba a quemar, y vi también que Abdullah se la estaba poniendo a Sara.

Me gustó mucho sentir como el chico me pasaba la mano por la espalda, desde la nuca a la cintura, y, aunque creo que estaba medio dormida, me parece que llegó a bajar la mano hasta tocar la parte de mis nalgas que quedaba fuera del pequeño bikini. Me parece también que el chico llegó a tocarme, de refilón, mi pechito desnudo que quedaba como aplastado contra la toalla, pero no estoy segura porque ya te he dicho que estaba somnolienta, prácticamente dormida, igual que Sara.

Hacia mediodía hacía ya mucho calor, nos habíamos bañado otra vez y habíamos vuelto a jugar en el agua, y, entonces, Sara dijo que fuésemos a su casa, ya sabíamos que hasta las diez o las once de la noche no volvía su madre, nos podíamos hacer unos bocatas para comer y luego podíamos bailar un rato Abdullah pareció dudar, pero Ahmed, al que ya he dicho que encantaba la idea de Sara, habló con él, le dijo algo a la oreja sonriéndole, y pareció convencerlo rápidamente, porque Abdullah nos miró y se puso a reír. Nos pusimos la parte de arriba del bikini y las camisetas y nos fuimos al piso de Sara, que queda muy cerca de la playa.

En el piso de Sara decidimos que ella y yo prepararíamos unos bocatas y la bebida, y ellos se empeñaron en preparar el baile, especialmente insistió en ello Ahmed.

Ahmed dijo que el comedor era muy grande, tenía mucha luz, así que eligió la habitación que tenían como para invitados, con dos camitas, y que daba a una calle lateral, para preparar el baile

Cuando acabamos de preparar los bocatas, preparamos la mesa de la cocina para comer y esperamos.

Los dos nos miraban sonriendo maliciosamente y nos pusimos a hacer bromas mientras empezábamos a comernos los bocatas y nos bebíamos unos refrescos helados.

Cuando acabamos de comer y limpiamos la cocina, fuimos hacia la habitación, y los chicos nos dijeron que nos sentásemos.

Se encienden unas luces rojas que iluminan el espacio entre las dos camas, que ahora estaban juntas para dejar más sitio, y la pared.

Se empieza a oír una música, cada vez más fuerte, hasta ser muy fuerte - suerte que, según Sara, todos los vecinos estaban fuera, de vacaciones…

Cuando la música está más fuerte, de golpe, salen los dos chicos, con unas sábanas como túnicas de moros y unas toallas de turbantes.

Los dos chicos empiezan a bailar haciendo un streeptease de tíos como el que a veces hemos visto en reportajes de la tele.

Las dos nos miramos y nos reímos, lo hacen muy bien, se mueven de una manera muy sexy, estamos muy sorprendidas, no nos esperábamos esto, pero nos gusta mirarles, parecen otros, parecen dos tíos mayores.

Sara me dice a la oreja que después lo haremos nosotras, que lo hacemos mejor. Yo le digo que no con la cabeza.

Ella me susurra que no sea tonta, que ella, sola delante de un espejo en su habitación, ha bailado de esa manera muchas veces, que yo haga como Abdullah, que la mire y la vaya siguiendo.

Los chicos se quitan poco a poco la toalla-turbante, después la sábana-túnica, los pantalones cortos, la camiseta, mientras nosotras nos dejamos llevar por la música batiendo palmas, acompañando el ritmo de la música, hasta que se quedan sólo con los bañadores casi "tanga" que llevaban en la playa esta mañana, y unos pañuelitos de seda que han cogido de la habitación de Sara al cuello

Ahmed. le volvió a musitar algo a Abdullah, e hizo gestos como de ir a continuar bailando, llevándose las manos a la cintura.

Entonces Ahmed le hizo gestos de que siguiese, él ya estaba bailando, moviendo en vientre de forma obscena hacia adelante y hacia atrás cuando en la música se oía cantar aquello de "no pares, sigue, sigue", al tiempo que él también lo cantaba con su voz y nos miraba a ver que cara poníamos, la verdad era que al verlo así, Ahmed estaba muy bueno, era como si no lo hubiésemos conocido nunca hasta hoy.

Entonces, Abdullah, imitó todos los gestos que él iba haciendo, bajándose a poco a poco el bañador, hasta que Sara y yo, primero a Ahmed y luego a Abdullah les vimos el sexo, el pene, la polla como decían los chicos, era como una salchicha recta, hacia adelante y hacia arriba, más larga y estrecha la de Ahmed y más corta y gruesa la de Abdullah, estaba, eso que los chicos también llaman "empalmados". Yo sentí mi cara arde, seguro que si hubiese luz normal se me vería la cara roja, seguro que me había ruborizado.

Debajo de las salchichas de los chicos se veía, en medio de pelos negros, las pelotas, las de Ahmed colgaban más hacia abajo y las de Abdullah estaban más arriba y eran como más anchas...

Los dos chicos continuaron bailando con los bañadores en la mano, moviéndolos como una banderola, al tiempo que se movían de aquella manera hacia adelante y hacia atrás, como si estuvieran… follando… Y cuando la música acabó, Ahmed pegó como un gritito, y, tal como yo recordaba de haber visto en la tele que hacían los chicos de los stripteases, me lanzó el bañador.

Yo lo cogí, al tiempo que Abdullah pegaba también su gritito y lanzaba el suyo a Sara. Ella lo cogió, se lo pasó por la cara, como hacen las tías en la tele, e hizo que yo hiciera lo mismo.

Sara puso en pie, me cogió de la mano y me dijo: "Va, ahora, nosotras, ¿no?" Y empezó a bailar, suavemente, dejándose llevar por la música, yo estaba quieta, hasta que ella me llevó junto a ella cogiéndome del brazo y me hizo gestos de que bailase, y yo empecé a imitar todos sus movimientos, mientras los chicos, desnudos, pasaban a nuestro lado y se sentaba donde antes estábamos nosotras, ahora ellos eran los espectadores, y les hice un gesto cómo de circunstancias, como que lo hacía por seguir a Sara, y así, poco a poco, moviéndonos lentamente pero con el ritmo de la música, nos fuimos las dos quitando la ropa, haciendo yo todo lo que iba haciendo ella, sintiendo que en realidad me gustaba bailar de aquella manera, con aquella música, y desnudarme delante de los dos chicos.

Y, así, poco a poco, nos fuimos quitando la camiseta, la parte de arriba del bikini, desando lentamente las cintitas y sacándonosla poco a poco, hasta que nuestros pechitos quedaron rectos al aire, como en la playa, ya sólo llevábamos la braguita, la pequeña braguita del bikini, dos trocitos de tela, una delante y una detrás y unas cintitas para unirlas….

Y los dos chicos, primero, claro Ahmed y luego los dos juntos, empezaron a gritar, " Todo!…, Todo!…, Lo queremos todo!!!…. Todo!… ª

Y yo continué siguiendo lo que hacía Sara. Empezó, y yo también, a bajarse muy poquito a poco la braguita del bikini, siguiendo la música, primero por un lado, después el otro lado, dar media vuelta, bajarla por detrás, dejar desnudas las nalgas, dar media vuelta… bajar muy lentamente la parte de adelante, el sexo desnudo, la obertura, unos pocos pelitos creciendo a su alrededor, dejar caer la braguita a los pies, estábamos desnudas del todo, yo notaba que la cara me ardía, Sara, igual que ellos antes, le tiró su braguita a Abdullah, que la cogió sonriente y se la llevó a la cara, y, claro, yo no tuve más remedio que tirarle la mía a Ahmed, sentado junto al otro chico allá en la sillas que quedaban en la penumbra de la luz roja de la habitación.

Ahmed se puso lentamente de pie, se colocó mi braguita en la cabeza, como un sombrero pirata, Abdullah se puso en pie e hizo lo mismo, mirando a Sara desnuda, mientras yo notaba los ojos de Ahmed clavados en mí…

Los chicos estaban delante nuestro, como expectantes, como esperando algo, igual que yo, no sabía que íbamos a hacer ahora, suponía que vestirnos y bailar…

Noté entonces que Sara tiraba de mí, cogiéndome de la mano y como arrastrándome. Yo no entendía, pero me hizo un gesto de que callase y la siguiese.

Me llevó hasta las camitas, que estaban juntas, y se acostó en una, haciendo que yo me acostase a su lado, a la izquierda, en la otra. Empezó a costarme respirar.

Qué pretendía ahora Sara? Me negaba a imaginármelo, no era posible…

Quedamos las dos en la cama, desnudas, mirando el techo, con sólo una luz roja dándole una tenue iluminación a aquella habitación.

Ahora no había duda, estaba claro, no hacía falta pensarlo mucho, los chicos serían tontos si no entendían que Sara -y, por lo tanto, yo también-, los estaba invitando a venir a ponerse encima de nosotras en las camas, pero yo no estaba muy segura de que aquello fuese correcto, aunque me gustaba la idea de sentir uno de los chicos encima de mi.

Yo sabía que algún día sería el primero que haría "aquello", pero me costaba aceptar que era "ahora", así, tan de sorpresa…

De todas maneras, la verdad es que no hice el más mínimo gesto de oponerme, me quedé igual que ella, desnuda y quieta en la cama, y las dos nos cogimos de la mano, como deseando y temiendo que los dos chicos se decidiesen de una vez a venir a estar con nosotras en la cama.

Tal vez oí cuchichear, tal vez oí la voz de Ahmed diciéndole algo a Abdullah.

Delante de mí, al lado de la cama, se dibujó el cuerpo desnudo de Ahmed, de pie a la altura de mi cara.

Se le veía hasta la mitad de los muslos, iluminado sólo por la tenue luz roja.

Me fijé en su "salchicha", ahora cerca de mi, tan recta, tiesa y erguida como antes, y me hizo gracia ver que en la ingle, junto al sexo, llevaba un tatuaje de aquellos enganchados que duran unos meses. Nuestros ojos se cruzaron, y el sonreía y me miraba con una especie de fuego en los ojos.

Se inclinó sobre mí, hice un poco de espacio corriéndome hacia el centro, acercándome a Sara, y, a poco, Ahmed estaba acostado, de lado, junto a mí.

Nuestros cuerpos se tocaban, y pensé que su salchicha debía de estar muy cerca de mi cuerpo. Yo no podía moverme, estaba como paralizada, y apreté la mano de Sara, que me contestó apretando la mía, cuando sentí que Ahmed me cogía uno de los pechos y lo apretaba con la mano.

Casi sentí terror, era el primer chico que tocaba mi cuerpo. Supuse que Abdullah estaba al otro lado haciendo lo mismo con Sara.

Ahmed me besó, apretó sus labios en los míos, era la primera vez también que un chico me besaba, noté que me gustaba, que no me daba asco, como había pensado muchas veces, que era agradable, le dejé que continuase besándome, y luego apreté mis labios en los suyos, él notó que ahora yo le estaba besando a él, y supongo que lo interpretó, sin equivocarse, que era como mi autorización para que siguiese adelante con lo que quisiese hacerme.

Ahmed, al tiempo que me besaba, empezó a acariciarme los muslos, por fuera y luego por la parte de dentro, me gustó mucho sentir su mano caliente allí, y luego sentí sus dedos paseando, ay! por encima de mi sexo, jugando con los pelitos y casi dejando ir alguno de sus dedos dentro de allí.

Yo empezaba a estar muy enfadada conmigo misma, aquello que me estaba haciendo aquel chuleta de Ahmed me estaba gustando mucho, quería que siguiera….

Poco a poco noté que se deslizaba encima de mí, sintiendo su peso en mi pecho, en mi vientre, al tiempo que me separaba los muslos y se colocaba en medio. Yo seguía apretando la mano de Sara. Giré la cabeza un poco y vi a Abdullah mirar a Ahmed y colocarse encima de Sara como él había hecho encima de mí.

Ahmed. me besaba en la boca, el cuello, me lamía, me chupaba los pezones de los pechos - ¡que gustirrinín me daba cuando lo hacía!-, todo aquello me gustaba mucho, parecía que el chico sabía lo que tenía que hacer para que yo me lo pasase bien, cada vez era más claro que no era la primera vez que lo hacía, se le notaba muy seguro, a mi me gustaba mucho sentir su peso encima de mi, su vientre aplastado en el mío -allí debía de estar también la "salchicha" de Ahmed.-, su pecho chafando el mío…

Y noté, de golpe, que algo se metía en mi sexo. Pensé que eran los dedos de Ahmed, como antes, pero, no, no podía ser, claro, sus dos manos estaban en mi cuerpo, aquello que se metía, aquello que se metía, sí, claro, aquello que se metía en mi vientre, no era ningún dedo, era mucho más grande, era, era, ¡sí!, ¡era aquella salchicha que salía del vientre de Ahmed,!… ¡oh, noo!, ¡era su polla!

Y, cuando me di cuenta de aquello, de pronto, sin que pudiese pensar en nada, sin poder reaccionar, un pinchazo en mi vientre, como si una tijera me hubiera cortado algo, como si una aguja se hubiese clavado dentro de mí.

Dejé ir una especie de ¡aayyy!, que era entre un grito y un gemido, mi cuerpo se estremeció, tiré la cabeza hacia atrás, apreté mis labios, apreté con mucha más fuerza la mano de Sara, que debió de darse cuenta de lo que me acababa de pasar, volví a quejarme y gemir un poco, y noté como "aquella cosa" seguía metiéndose en mi vientre hasta lo más hondo de mi sexo. Sí, era seguro, no había ninguna duda, Ahmed acababa de meter toda su polla, toda aquella salchicha, dentro de mí, me la había clavado hasta lo más profundo, me había roto aquello quese rompe la primera vez que lo haces…

Ahora, Ahmed, que también se dio cuenta, naturalmente, de que me acababa de desvirgar, me besó en la boca, me lamió la cara, me mordió el cuello, me chupó los pechos, me hizo todo aquello que había notado que me gustaba que hiciese, y empezó a moverse arriba y abajo, y yo notaba que aquello, que parecía una salchicha y que era su pene, entraba y casi salía de mi sexo, entraba y salía, entraba y salía, penetraba más profundamente y casi volvía a salir, y a mi me gustaba sentirlo, era como un picor muy agradable notar la salchicha moverse adelante y atrás dentro de mi vagina, especialmente cuando parecía llegar al fondo, yo notaba todo el peso de su cuerpo encima del mío, moviéndose arriba y abajo, moviéndome a mi al moverse él, se aplastaba contra mi, se movía, me continuaba besando, mordiendo, me gustaba, y yo, y yo, ….

De pronto, sentí un gemido, como una queja, era la voz de Sara, su mano apretó fuertemente la mía, casi me clavó las uñas, dejo ir un gritito como de dolor, y me di cuenta de que Abdullah ya se la había metido en ese momento, la acababa de desvirgar, tal vez le había hecho algo más de daño que a mí…

Sara volvió a gemir, giré un momento la cara, vi a Abdullah moviéndose encima de ella igual que Ahmed estaba haciendo encima de mi, seguro que hacía lo mismo, metérsela y casi sacársela, metérsela más adentro y afuera otra vez, adentro y afuera, igual que Ahmed. continuaba haciéndome…

Sara volvió a gemir, pero ahora era una especie de ronroneo como el de una gata…

Me apretó el brazo y me soltó. Giré de nuevo la cabeza, y vi como Sara abrazaba el cuerpo de Abdullah, moviéndose igual que él, pasando una mano por su espalda y apretando el culo del chico contra su vientre con la otra, al tiempo que lo besaba y seguía como gimiendo o jadeando. Parecía que Sara lo estaba pasando superguay, que aquello le estaba gustando mucho…

Entonces yo hice lo mismo.

Me abracé a Ahmed, que continuaba moviendo su polla dentro de mi vientre cada vez más salvajemente, respiraba como si le faltase aire, le besé, le mordí el cuello, apreté su culo contra mi vientre, casi hasta hacerme daño cuando me la metía hasta lo más profundo, me moví arriba y abajo, arriba y abajo, adelante y atrás, adelante y atrás, acompasando mis movimientos a los suyo.

Era formidable, sí, superguay, la salchicha no dejaba de moverse dentro de mi, frotándose contra las paredes de la vagina, entrando y saliendo, entrando y saliendo, Ahmed jadeaba, me miraba, cerraba los ojos, me bañaba con su sudor, yo también sudaba, me gustaba mucho, no puede explica bien con palabras lo que sentía…

Inesperadamente, de golpe, como un relámpago, Ahmed dejó ir un gemido más alto, casi como una queja desesperada, como si algo explotase dentro de él… Se quedó quieto un momento, su cuerpo se puso como rígido, como duro, y luego empezó a moverse encima de mi frenéticamente, muy acelerado, a mi me gustaba mucho, parecía que él ya no podía respirar, su polla entraba y salía de mi sexo a gran velocidad, él me movía y me aplastaba como si veinte caballos estuviesen galopando furiosos encima de mi, pero a mi cada vez me gustaba más, me maltrataba pero era superguay, y Ahmed empezó a gemir más alto, casi a gritar, como si se ahogase, y yo noté entonces, sorprendida, que cada vez que ahora él pegaba el salto hacia adelante, clavándomela hasta lo más hondo, un líquido muy caliente me entraba a borbotones, como una brotase de una fuente que estaba inundando el interior de mi vientre, me notaba mojada, un líquido muy caliente me mojaba el interior de mi cuerpo…

Me di cuenta de que Ahmed se estaba "corriendo" -como decían los chicos-, dentro de mi, que había llegado a eso que los libros llaman "orgasmo", y que yo, y que yo, no puedo explicarlo, no puedo explicar lo que sentí, clavé mis uñas en el cuerpo de Ahmed y también exploté, gemí, me quejé, me puse a jadear, me moví tan rápidamente como él, le besé, le mordí, era como si mil caballos explotasen dentro de mi, no podía respirar, y aquello seguía, seguía, que ahora era yo quien movía al chico al moverme,… hasta que me di cuenta de que estaba empezando a quedarme quieta, en reposo, poco a poco, que casi yo ya no me movía, que Ahmed estaba quieto encima de mi, que a los dos nos costaba respirar, que estábamos bañados en sudor, que yo le estaba acariciando la cabeza, que me notaba mojada por dentro, que un líquido caliente se movía en mi cuerpo, que él estaba como dormido, como muerto, encima de mi, pero que no me molestaba, que me gustaba sentir el peso de su cuerpo encima del mío…y que, al lado, ahora me daba cuenta, se oía a Abdullah y a Sara gemir, gritar, jadear, moverse, movían la cama como nosotros antes, sí, ahora ellos también habían explotado como nosotros hacía unos momentos, Abdullah se estaba corriendo dentro de Sara, a ella le estaba gustando tanto como a mí… es imposible que más…

Todo fue quedando en silencio, ya no se oían ruidos, continuaba la luz roja iluminando tenuemente la habitación,… se oía nuestra respiración, Ahmed estaba medio dormido y lo aparté un poco, hice que se pusiese de lado para poder respirar mejor, su peso me aplastaba, sentí como su "salchicha" salía de mi sexo al moverse de encima de mi, se quedó pegado a mi, puso su mano en mi sexo y se dedicó a chuparme el pecho que le quedaba más cerca de la boca, después el otro, yo me atreví -¿por qué no? a- a coger su pene con la mano, a palpar sus pelotas, a él pareció gustarle porque dejó ir una especie de ronroneo, pero cuando me fui a dar cuenta se había quedado quieto, giré mi cara para buscar la suya y vi que se había acabado de dormir totalmente, su aliento daba en mi cuello, el calor de su cuerpo cubría de la do el mío, llevé su mano a mi sexo y la dejé allí, me toqué, me toqué allí y en los pechos…

Entonces noté a mi lado la vocecita de Sara, como para no despertar a los chicos -sí, el suyo, Abdullah también estaba dormido-, y me dijo que fuese con ella, que nos teníamos que duchar…

Yo no la acabé de entender y le dije que estaba bien así, que me dejase, que me estaba durmiendo…

Entonces ella me dijo a la oreja que bueno, que allá yo, que si no me duchaba ya sabía lo que podía pasar…

La entendí, como una revelación súbita, sí, claro, estábamos las dos mojadas por dentro, teníamos dentro la "leche" -como le decían ellos-, que había salido de la polla de los chicos, teníamos que lavarnos para no correr el riesgo de quedarnos preñadas…

Me levanté sigilosamente, y cogida de la mano de Sara, desnudas las dos, salimos de la habitación sin hacer ruido y nos fuimos hacia la ducha…

A la luz del comedor, nos miramos, nos dimos un besito y nos reímos como locas.

Sí, las dos lo habíamos hecho por primera vez, y lo habíamos pasado tan bien, había sido tan guay…A ella también le había hecho algo de daño cuando su chico se la metió, pero duró muy poco, después fue tan divertido, igual que yo…

Después de lavarnos bien -suerte que Sara estaba en todo-, salimos, y los chicos se habían vestido, estaban en el comedor medio dormidos mirando la tele.

Los saludamos, pasando delante suyo desnudas, y fuimos a la habitación-discoteca a vestirnos. Ya lo habían desmontado todo, era como sino hubiese pasado nada.

Las camas estaban hechas, pero las abrimos y vimos en las dos sábanas unas manchitas de sangre, de cuando los dos chicos nos desvirgaron.

Las sacamos para lavarlas, que la madre de Sara no se hiciese preguntas extrañas, aunque, bien mirado, Sara dijo que su madre pasaba tanto de ella…

Estuvimos, ya vestidas, un ratito sentadas con ellos en el comedor, acariciándonos y dándonos besitos. Abdullah dijo que era tarde, que tenía que volver a casa porque tenía que sacar al perro a hacer sus necesidades.

Nos fuimos, Sara vino también, íbamos mirándonos y jugando por la calle, nos cogíamos de la mano y nos separábamos cuando veíamos a alguien por la calle, por si era alguien que nos conocía. Al llegar al Serrallo, quedamos hoya las diez en casa de Sara.

No sé si primero iremos a la playa o sí querrán que lo volvamos a hacer nada más llegar, la verdad es que tengo ganas de volver a hacerlo…

Sara ha venido a mi casa, mi padre nos ha preguntado si lo habíamos pasado bien, le hemos dicho que sí, que mucho, y nos hemos reído.

El nos ha dicho, al no entender nuestras risas, que estamos en la edad del pavo.

Nos hemos mirado y nos hemos vuelto a reír, mordiéndonos la lengua para no estallar en carcajadas histéricas.

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