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La Cámara del Diablo: Tatiana e Irina desvirgadas

en Sexo con maduros

TATIANA E IRINA DESVIRGADAS EN LA CÁMARA DEL DIABLO  

 Historia de Tatiana, Irina, don Luigi y don Salvador  (Versión actualizada de uno de mis textos antiguos)

 

Mañana del martes: don Salvador y don Luigi

 

Don Salvador se reunió con su reciente socio italiano, don Luigi, en el hotel en el que éste se alojaba en el centro de Barcelona. Estuvieron una hora concretando los detalles de la exportación de productos de su industria situada en una comarca interior a los circuitos comerciales de don Luigi en todo el mundo. Después en un cercano restaurante, celebraron el acuerdo.  Don Salvador le indicó después a don Luigi que al día siguiente, miércoles, le invitaba a una jornada de relax, baños y masajes en el Spa-Resort cubierto y climatizado del Club privado cercano a la ciudad del que era socio y accionista. Brindando en los postres con un excelente vino espumoso, don Salvador le hizo a don Luigi la confidencia que éste esperaba: en el Club abundaban las chicas guapas, de forma que sería fácil que… Bueno, don Luigi entendió perfectamente, y sonrió complacido. Don Salvador le explicó cómo llegar al Club, y marchó al atardecer. Llovía en Barcelona, un auténtico y duro temporal de agua y viento del mar. Don Luigi subió a su habitación, miró por la ventana el chubasco continuo que llenaba de agua las calles de la ciudad, suspiró, tomó su teléfono móvil e hizo una llamada. Después se dirigió al cuarto de baño y se duchó. Pronto llegaría compañía femenina, había solicitado la presencia de Lali, una bella y joven prostituta barcelonesa que conocía de anteriores visitas a la ciudad. Le gustaba estar en Barcelona, siempre se había sentido como en su casa de Roma, las encontraba dos ciudades mediterráneas muy parecidas en la forma de vida de la gente…

 Tarde del miércoles: Tatiana e Irina

 El pabellón de baños del Club es un lugar muy atractivo, la temperatura es agradable, la iluminación no muy fuerte en algunas zonas y más intensa en otras, imitando las zonas de sol y sombra de la naturaleza. El vestuario de las chicas es muy moderno, iluminado con una luz violeta y unos lavabos, duchas y bancos hechos con un material de color verde fosforescente que parece una película del futuro. Huele a jabón y perfumes frescos y agradables. Irina y yo, Tatiana, llevamos dos minibikinis, que nos sientan muy bien, las dos tenemos las formas bien marcadas, por eso nos eligieron en el casting para el ballet del Club. Una chica -con fama de lesbi- de las mayores del instituto de secundaria al que vamos nos dijo hace poco que para nuestra edad estamos muy buenas. Las dos sabemos que es verdad, que ya somos muy guapas, todos los chicos del instituto quieren ligar con nosotras, pero se comportan todos como niños mimados, son muy inmaduros, egoístas y chulos. Y a nosotras nos encanta provocarlos con tejanos y camisetas muy ajustados, o con las medias negras que son como una segunda piel hasta el ombligo.

Lo hemos pasado muy bien bañándonos en la gran piscina climatizada del Club. Los socios y socias que están hoy en ella no han dejado de mirarnos a nosotras y a las otras chicas y chicos del ballet, eso lo notamos claramente Irina y yo riéndonos entre las dos, y -la idea ha sido de Irina, pero a mí me ha divertido también-, cuando nos hemos vuelto a estirar delante de las pantallas solares, para hacerles sufrir más a los hombres que más o menos disimuladamente nos están mirando, hemos hecho lo mismo que la mayoría de las otras chicas y mujeres, nos hemos quitado la parte de arriba del bikini, y nuestras tetas han quedado al aire. Aunque Irina las tiene ya un poco más grandes que yo, las de las dos parecen unas montañitas rectas hacia adelante, acabadas en punta en los pezones.

Es muy divertido ver como los hombres, intentando que no se note, clavan sus ojos en nuestros pechos, pero lo peor ha sido que me ha dado un ataque de risa cuando Irina me ha dicho en la oreja que me fije en los bañadores de los dos hombres que están más cerca de nosotras, se nota como un bulto mucho más grande que antes, y me he ruborizado cuando Irina me ha musitado que los dos tíos están empalmados mirándonos. Son dos hombres maduros, delgado y fibroso uno y más grueso el otro. Son bastante mayores, pero no ancianos,  y no dejan de mirarnos, cada vez más descaradamente. Uno de ellos lleva una especie de bigote que le da aspecto de demonio, con un tatuaje extraño en la zona del hombro que no acabamos de ver bien desde donde estamos nosotras, y el otro es un hombre corpulento con un tatuaje en el brazo.

 Entonces Irina me susurra que ha tenido una idea. La miro interrogante. Me dice que como los dos hombres no dejan de observarnos, podemos pedirles que nos inviten a la fiesta de Carnaval del Club, y así podremos venir. Primero le digo que está loca, que nos echarán si molestamos a los socios, que cómo vamos a decirles nada, pero al final me ha convencido, porque a mí también me hace mucha ilusión estar en el baile de Carnaval, y no estamos invitadas porque aún somos novatas del ballet, estamos aprendiendo, y, además, nos han dicho que aún no tenemos la edad para estar en esas fiestas. Pero Irina piensa que si vamos como invitadas de dos de los socios, no nos dirán nada cuando nos vean.

 Irina, que siempre ha sido mucho más atrevida que yo,  se pone de pie, yo también, y me agarra del brazo acercándonos a los dos hombres, que nos miran con una cierta sorpresa y curiosidad al ver que vamos hacia ellos. Irina les pregunta si son socios,  el más grueso hace un gesto afirmativo sonriendo, el hombre del bigote dice, en una mezcla de italiano y español, que él es un invitado del primero, mientras no deja de mirarnos el cuerpo, especialmente las tetas desnudas y los muslos. Entonces Irina les explica que somos nuevas en el ballet del Club, y el corpulento que es socio nos dice sonriendo que ya nos ha visto, ya lo sabe, siempre se nota cuando hay chicas nuevas en las animadoras. Yo me siento muy rara al notar como me mira, devorándome con los ojos, me tendría que molestar, pero creo que me gusta, me estoy ruborizando... Irina les dice que queremos venir al baile de Carnaval, pero que algún socio nos tiene que invitar, todavía no estamos fijas en el ballet de animadoras porque estamos aprendiendo y aún nos falta para entrar en las coreografías, tal vez ellos pueden hacerlo… El hombre moreno del bigote que parece italiano dice que cómo no van a invitar a las niñas más guapas del Club, que faltaría más, que claro que sí… Y además nos invitan a cenar hoy con ellos en el restaurante, después ya nos llevarán a casa, no nos tenemos que preocupar por perder el autobús.

 Son muy amables, y es una cena muy buena y divertida. El hombre moreno con bigote nos dice que se llama Luigi, y es hombre de negocios -un “uomo d’affari”, dice él-, vive en Roma pero tiene su casa familiar en una isla al Sur de Italia. El corpulento es de una ciudad del interior de Cataluña, se llama Salvador y es socio de Luigi en algunos negocios. Don Luigi dice que se disfrazará el día de la fiesta de Carnaval de Diablo, y don Salvador de Senador Romano. Don Luigi nos dice que le encantaría que nos disfracemos de vírgenes vestales romanas del Templo de Venus, que quedaremos muy sexis, y bueno, le decimos que sí, que de acuerdo, es fácil, una túnicas blancas bien cortitas y escotadas, unas sandalias de cintas y una corona de flores en la cabeza… Después de cenar nos llevan a casa, es muy emocionante, yo voy en el auto de don Luigi, el Diablo , un deportivo nuevo que ha alquilado en Barcelona, nunca he ido en un coche como éste, e Irina marcha con don Salvador, el Senador,  en otro coche muy guapo, uno muy grande de color oscuro. Es curioso que don Salvador le ha dicho a Irina que le recuerda mucho a su nieta, Ángela, pero que es más joven, guapa y simpática. Irina me ha mirado ruborizada y yo le he dicho en voz bajita y burlona que ya ha ligado con un vejete…

 Al dejarme cerca de mi casa, don Luigi me dice que yo estoy muy buena, que soy muy linda, cosa que ya sé, ya he visto como le brillan los ojos cuando me mira, especialmente cuando estaba desnuda en la piscina del Club. Sonriendo me dice que ya que va a ser mi pareja en el baile de Carnaval, si me puede dar ya un pequeño besito en el cuello para ir entrenándose. Le miro fijamente, no sé qué decir,  no sé si debo dejar que me toque, pero no tengo tiempo de dudar más, él se gira hacia mí,  me inclina la cabeza y me besa suavemente en el cuello, yo noto un escalofrío de miedo y de excitación. Al cabo de un momento me deja, me vuelve a mirar, busca mis labios, pero sólo los roza, porque yo aparto la cara, y él, sonriendo, me dice que suba a casa, que ya nos veremos en el Club. Me quedo en la acera mirando como se aleja el auto deportivo al tiempo que el hombre hace el gesto de despedida con la mano. Y subo a casa, pensando que, como Irina, yo también he ligado con un vejete... No sé dónde nos llevará esto, pero creo que ya es hora que nos divirtamos un poco por nuestra cuenta, estamos hartas de hacer sólo lo que nos dicen nuestros papis y profes, ya tenemos ganas de vivir algo de aventuras, y es excitante saber que en el baile iremos de parejas con estos dos hombres. En casa a lo mejor no les gusta y no nos dejan ir, creo que es mejor que Irina y yo les digamos que nos vamos de excursión este fin de semana a las montañas nevadas de los Pirineos con la gente del Instituto, así no tendremos que darles más explicaciones.

 Madrugada del Sábado

Lo estamos pasando muy bien, la fiesta de Carnaval es muy divertida y ha venido mucha gente, el Club ha invitado a muchas personas que ocultan su personalidad bajo los disfraces, algunos muy bonitos, muy bien hechos, y otros dan miedo, especialmente algunas máscaras que llaman venecianas. A mi me ha venido a buscar don Luigi, y pasamos después por casa de Irina. Don Salvador tenía unos asuntos personales que acabar, pero cuando entramos en el Club ya había llegado. Hace mucho frío fuera, cae una lluvia fina que a veces se transforma en nieve granulada o en chubasco más fuerte con tormenta, pero los edificios están perfectamente climatizados, incluso hace demasiado calor. Nos cambiamos y disfrazamos en una de las habitaciones del Club situadas en las estancias de la parte alta del edificio. Las dos quedamos muy guapas y sexys vestidas de vestales romanas de Venus, de hecho vamos medio desnudas con una corta y blanca túnica romana que deja al aire nuestros muslos. Llevamos también unas sandalias romanas de tiras y una corona de flores rosas en la cabeza.  Luigi nos impresiona cuando le vemos disfrazado de Diablo, vestido de rojo, con la cara maquillada del mismo color, una especie de alas de murciélago en la espalda saliendo de una capa negra, y unos cuernos en la cabeza. Don Salvador, va de Senador de Roma, con una túnica blanca muy elegante, hace buena pareja con nosotras...

 Bailamos mucho tiempo, ellos están muy amables y simpáticos,  desde el principio de la fiesta Luigi me ha agarrado por la cintura y me lleva de un lado a otro presentándome a otras parejas como su “virgen vestal”. Sus amigos sonríen mirándome, todos van acompañados por chicas muy guapas, entre ellas la mayoría de mis compañeras mayores del grupo de baile, que también me miran con cara de burlarse de mí, mientras yo bebo unos vasitos con una bebida muy buena con gusto a menta –dice que son “mojitos” especiales-, que me va dando don Luigi, mi Diablo. A veces veo a Irina y su pareja don Salvador bailando y dando vueltas como nosotros, a veces los pierdo de vista. Pasa algo más de una hora y le digo a Irina que estoy un poquito mareada, ella me contesta que ella un poquito no, que ella mucho, que está muy mareada. El Diablo y el Senador nos miran sonriendo y dicen que es mejor que vayamos a descansar un poco, que después ya continuaremos la fiesta si tenemos ganas. Salimos de la sala y el Diablo  nos hace subir a uno de los ascensores del desierto pasillo lateral.  Ascendemos dos plantas y al salir estamos de nuevo en otro pasillo, iluminado con una tenue luz rojiza. Hay una serie de puertas, y, al llegar a la tercera, la que tiene un pequeño letrero que indica “Cámara del Diablo”, don Salvador introduce una tarjeta electrónica, la puerta se abre y entramos.

Hay una sala muy grande, que tiene una mesa y unos sofás, unos armarios y una tele, una nevera en un pequeño espacio separado y una puerta que da, según nos explican a una habitación y un cuarto de baño. Nos dicen que preparemos algo para comer, en la nevera hay cosas, mientras ellos van a arreglar la habitación para descansar. Poco después salen de la habitación, me parece ver que su interior está iluminado por unas luces rojas, pero la puerta se cierra rápidamente.  Los dos nos miran sonriendo maliciosamente cuando llegan junto a nosotras como si quisieran devorarnos con algo más que los ojos. Los cuatro nos dedicamos a comernos unas pizzas mientras bebemos unas cervezas heladas, no hemos encontrado refrescos de cola o naranja en la nevera. Al final nos tomamos unos chupitos que ellos han preparado y nos ofrecen. Parecen estar muy fuertes de licor, pero son deliciosos, con un gusto al final un poquito extraño y amargo.

Cuando acabamos de comer y limpiamos los restos, vamos hacia la sala grande, y los hombres nos dicen que podemos continuar la fiesta aquí, nos cansaremos menos que si volvemos abajo. Siento una especie de euforia, no sé, una alegría que me ha hace verlo todo muy divertido y excitante. Claro, creo que es el efecto de las cervezas, los mojitos y los chupitos que hemos tomado antes en la fiesta y ahora, supongo.  Y enseguida empezamos a bailar Irina y yo, suavemente, dejándonos llevar por  música que ellos han conectado en una cónsola, ella se agarra a don Salvador y yo a don Luigi. Y cada vez me noto más mareada, es como si todo esto no fuese real, como si fuese un sueño, como si yo no pudiese evitar todo lo que estoy haciendo, parece que una fuerza extraña se ha hecho dueña de mi, me dejo llevar por la música y por los brazos del viejo Diablo… Y, así, poco a poco, mientras bailamos, los dos hombres nos van quitando suavemente, casi sin que nos demos cuenta la túnica romana, hasta que nuestras tetas quedan rectas al aire, como en la piscina, ya sólo llevamos la braguita, la pequeña braguita, de hecho un tanga, dos trocitos de tela, una delante y una detrás y unas cintitas para unirlas…. Los dos hombres, nos dicen algo que no entiendo. La cabeza se me va, como si flotase, sí, es como si estuviese soñando todo aquello, seguro que es el efecto de lo que he bebido…

Volvemos a bailar de nuevo, y, mientras me abraza con fuerza, el Diablo empieza a bajarme muy poquito a poco la braguita, siguiendo la música, primero por un lado, después el otro lado, dar media vuelta, bajarla por detrás, dejarme desnudas las nalgas, dar media vuelta… Bajar muy lentamente la parte de delante, el sexo desnudo, la obertura, unos pocos pelitos creciendo a su alrededor, dejar caer mi braguita a los pies, ya estoy desnuda del todo, veo que Irina también lo está ya, abrazada a don Salvador, yo noto que la cara me arde al darme cuenta de que los dos hombres se están quitando el disfraz, se bajan los calzoncillos y se quedan tan desnudos como nosotras… Los hombres están ahora delante nuestro, muy cerca, como expectantes, como esperando algo, como si no acabasen de atreverse a acercarse a nosotras,  igual que yo, no sé que vamos a hacer ahora, supongo que volver a bailar… Pero me fijo en los dos penes que salen del vientre de los dos hombres, y me parece que Irina está pensando lo mismo, no puede ser, no podemos bailar así, no podemos dejar que nos agarren para bailar apretando nuestro cuerpo al suyo, los cuatro desnudos del todo y ellos con los penes empalmados, algo que nunca habíamos visto en la realidad, no puede ser, esto no puede estar pasando, seguro que estoy dormida y voy a despertar, claro, tengo mucho sueño... 

Una mano fuerte y sudorosa, la del Diablo  tira de mí, tomándome de la mano y  arrastrándome. Yo no entiendo, me resisto a dejarme llevar, pero me hace un gesto de que calle y le siga. Me lleva hasta las camas de la habitación y hace que me acueste empujándome hacia el lecho con suavidad. Empieza a costarme respirar. Me doy cuenta de que el Senador está tirando a Irina encima de la otra cama. ¿Qué pretenden ahora los dos hombres? Me niego a imaginármelo, aunque hasta hace unos momentos sí lo he hecho, pero no es posible que aquello vaya a ser realidad, todo ha sido hasta ahora únicamente como un juego excitante con los dos hombres… Además, tengo tanto sueño… Y la cabeza me da vueltas… Me duermo con esta luz roja… Estamos las dos en las camas, desnudas, mirando el techo, con una débil iluminación en aquella habitación que ahora parece moverse dando vueltas en mi cabeza.

No hay duda, está claro, no hace falta pensarlo mucho, los hombres son tontos si no se dan cuenta de que  Irina  y yo no vamos a hacer nada –creo que no podemos hacer nada-, si se colocan encima de nosotras, estamos paralizadas en las camas, no estoy muy segura de que aquello esté bien, pero me gusta la idea de que el hombre se tire encima de mi cuerpo, debe ser que he bebido demasiado, miro el pene de Luigi y me entra asco, miedo y, al mismo tiempo, ganas de reírme de él…... Siento una especie de pánico, pero hace tiempo que sueño con ello, aunque siempre me había imaginado que el que se ponía encima de mí era Luís, el marido de mi prima, que está muy bueno o Pablo, el profe de gimnasia y teatro del cole…Ya me imagino el Diablo mordiéndome el cuello… O tal vez  la teta… O metiéndome el pene en el vientre… Yo sé que algún día ha de ser el primero que voy a hacer lo del sexo con un chico, pero me doy cuenta de que tal vez es ahora, así, tan de sorpresa, con el viejo italiano que está desnudo junto a mi cuerpo… Y me parece que ahora el Senador está colocando una especie de trípode junto a las camas… Sí, ya veo, encima hay una diminuta cámara de video que ha encendido una pequeña luz roja de estar funcionando… Está grabándonos desnudas… No puede hacer eso, don Salvador es un hijo de puta…

De todas maneras, no hago el más mínimo gesto de oponerme, parece que me he quedado sin pilas, no puedo moverme, estoy como Irina, desnuda y quieta en la cama,   deseando y temiendo que don Luigi, el Diablo,  se decida de una vez a ponerse encima de mi.  Oigo algunos murmullos, es la voz del Diablo  diciéndole algo al Senador , creo recordar que algo así como:  “ora andiamo a deflorare le piccole puttane, caro fratello…. ¡a fondo con le bambole!…”.  Han dejado la cámara de video grabando enfocada hacia nosotras… Delante de mí, al lado de la cama, hay el cuerpo desnudo del Diablo , de pie, a la altura de mi cara. Le veo hasta la mitad de los muslos, iluminado sólo por la tenue luz roja. Me fijo en su pene, ahora cerca de mí, tan recto, tieso y erguido como antes, y él sonríe y me mira con chispas de fuego en los ojos. Se inclina sobre mí, se hace un poco de espacio corriéndome hacia el centro, y en un segundo el viejo italiano  está acostado de lado, junto a mí. Nuestros cuerpos se tocan, y pienso que su pene debe estar muy cerca de mi cuerpo. No puedo moverme, sigo como paralizada,  ahora ya  empieza,  el hombre me agarra una de las tetas y juega  con ella. Siento terror y placer, don Luigi es el primer hombre que toca mi cuerpo para follarme, quiero gritar y correr, pero me quedo quieta en silencio, le dejo jugar con mi pecho y pellizcar mis pezones. El Senador  está en la otra cama  haciendo lo mismo con  Irina.

El Diablo  me besa, aplasta sus labios en los míos, es la primera vez también que un hombre me besa de esa manera, noto que me gusta y me repele, no sé, es agradable y asqueroso a la vez, le dejo que continúe besándome, y luego aprieto mis labios en los suyos, él nota que ahora yo le estoy besando a él, y supongo que piensa que es mi autorización para que siga adelante con lo que quiere hacerme. Su lengua está hora dentro de mi boca, siento el gusto y sabor a tabaco y alcohol de la suya invadiendo la mía, me da asco pero me excita mucho… Don Luigi , al tiempo que me besa, empieza a acariciarme los muslos, por fuera y luego por la parte de dentro, me gusta muchísimo sentir su mano caliente allí, y luego noto sus dedos paseando, ¡ay!  por encima de mi sexo, jugando con los pelitos y casi dejando ir alguno de sus dedos hacia adentro, como si un pene pequeñito me penetrase. Yo empiezo a estar muy enfadada conmigo misma, lo  me está haciendo el pervertido del viejo italiano  me está agradando mucho, quiero que siga antes de que me quede dormida, me excita mucho imaginar que me está violando, sí, quiero que siga, debería irme, pero no lo haré, que haga lo que quiera conmigo, que me muerda y me devore...

Poco a poco noto que se desliza encima de mí, siento su peso en mi pecho, aplasta mis tetas, en mi vientre, al tiempo que me separa los muslos y se coloca en medio. Oigo un gemido de Irina,  Giro la cabeza un poco y veo al Senador  mirar sonriendo el Diablo  y colocarse encima de Irina como él ha hecho encima de mí.  Don Luigi me besa la boca, el cuello, me lame, me chupa y muerde los pezones de las tetas - ¡qué gusto me da cuando lo hace!-, todo aquello me excita mucho, este hombre sabe lo que tiene que hacer para que yo me lo pase bien, a mi me gusta mucho sentir su peso encima de mi, saber que en su vientre que está aplastando el mío debe estar también su pene, me gusta estar debajo de él… Y noto, de golpe, que algo se mete en mi sexo. Pienso que son los dedos del italiano, como antes, pero, no, no puede ser, claro, sus dos manos están en mi cuerpo, sí, claro, aquello que se mete en mi vientre, no es ningún dedo, es mucho más grande, es, es, ¡sí!, ¡ya es aquello que sale del vientre de don Luigi!… ¡Oh, síiii!, ¡ya es su pene, ¡Dios mío, no!!.

Me doy cuenta levemente de lo que está pasando, de que el Diablo  ya me está  violando de verdad,  me está introduciendo su pene en el vientre, aquello está pasando de verdad, no sé, tengo que gritar y salir corriendo, los dos hombres no están jugando, lo han  montado todo para follarnos, tal vez sí que somos unas niñas imbéciles, nosotras estamos jugando pero los dos hombres nos están desvirgando de verdad,  ya me la está metiendo,  algo muy grande y duro está entrando en mi vientre… Pero no lo hago, no grito ni salgo corriendo, estoy paralizada, quieta, porque al mismo tiempo que pánico siento una tremenda excitación que no me explico, me gustan sus mordiscos, y, sobre todo, me horrorizo al darme cuenta de que me espanta y me gusta con desesperación que me esté metiendo la polla en mi cuerpo y además sigo estando como paralizada, no consigo casi moverme… Y, estoy volviéndome loca, seguro, debo gritar y huir, pero estoy muy bien, muy excitada, me quedo quieta notando que su pene sigue entrando muy poco a poco, acepto sus mordiscos en mi cuello,  le abrazo, y, de pronto, sin poder pensar en nada más, sin reaccionar,  me besa con más violencia y me vuelve a morder, y  siento de golpe como un relámpago, un pinchazo en mi vientre, como si una navaja me hubiera cortado algo, como si un cuchillo se hubiese clavado súbitamente dentro de mi cuerpo.

Dejo ir una especie de alarido apagado que es entre un grito y un gemido, mi cuerpo se estremece, tiro la cabeza hacia atrás, aprieto mis labios,  vuelvo  a quejarme como una gatita herida gimiendo lastimeramente, y noto como, al mismo tiempo que me vuelve a besar con su lengua dentro de mi boca como si quisiera asfixiarme, el pene del Diablo  sigue metiéndose en mi vientre hasta lo más hondo,  es enorme, muy grande, y me hace daño, mucho daño mientras penetra y sale, penetra y sale, vuelve a penetrar hasta sentir en mi vientre la ingle del hombre y vuelve a retroceder para volver a clavarse hasta el final una y otra vez. Es como si algo me desgarrase, como si unas grandes tijeras me cortasen por dentro. Entonces grito otra vez, dejo ir casi un aullido de dolor, y ahora sí intento moverme, liberarme del hombre, separarme de él, pero noto que unas garras, sus brazos,  me sujetan con una fuerza impresionante, de manera que no puedo moverme, que él me coge con toda su fuerza mientras mete y saca una y otra vez su pene de mi vientre. El Diablo  ya ha conseguido introducir  todo su pene dentro de mí, me ha penetrado hasta lo más profundo, me ha roto el himen, don Luigi me acaba de desvirgar…Y me hace daño, mucho daño,… Pero ahora no puedo gritar porque la mano del hombre me tapa la boca…

Y sin poderle prestar atención, siento a mi lado un grito desgarrador, muy fuerte, como si a alguien le acabasen de hacerle mucho daño, casi sin poder pararme a pensarlo, aterrorizada, me doy cuenta de que es Irina, de que acaba de pasarle lo mismo que a mi, que el otro viejo, don Salvador, le esta metiendo el pene, aquel enorme y grueso miembro, en su vientre, y que le hace daño, mucho daño, igual o más que a mi, porque Irina sigue dando gritos, hasta que noto como si se le ahogase la voz, supongo que el Senador le está tapando la boca para que no grite más, como ha hecho el Diablo  conmigo ahogando mis gritos con sus besos y mordiscos.

Ahora don Luigi después de desvirgarme y de meter todo su pene en mi vientre,  me sigue follando, me besa en la boca, me lame la cara, me muerde el cuello, me chupa los pechos, me hace todo lo que le da placer y se mueve cada vez con más violencia arriba y abajo, su pene entra y casi sale de mi cuerpo, entra y sale, aún me duele un poco cuando llega hasta el fondo, entra y sale, penetra más profundamente y casi vuelve a salir, y a mi me gusta sentirlo, aunque siga doliéndome cada vez que entra y sale, es como un dolor excitante notar su pene moverse adelante y atrás dentro de mi vagina, especialmente cuando llega al fondo de todo, yo noto todo el peso de su cuerpo encima del mío, sacudiéndome arriba y abajo, desplazándome a mí al moverse él como si yo fuese una osita de peluche, una marioneta de trapo, me aplasta con su peso, me asfixia apretándome el cuello con sus garras, no puedo respirar, me ahogo, grito, jadeo, se mueve, me libera el cuello, respiro, me continua besando y mordiendo, me gusta, me duele, sudo, siento su saliva y su sudor en mi cara, en mi lengua su sabor a tabaco y alcohol…

Y oigo un gemido a mi lado, como una queja, es la voz de Irina, deja ir unos aullidos de dolor,  me doy cuenta de que el Senador le está haciendo lo mismo que el Diablo  a mi, tal vez le hace más daño, porque Irina continua gimiendo, se la está follando a fondo, don Salvador es un hombre más grueso y bruto que el viejo italiano también me hace daño cuando pega un empujón fuerte hasta clavarme su pene hasta el final de forma violenta,  pero ya casi no me quejo, a veces aprieto los labios cuando su pene  llega de nuevo hasta el fondo y me vuelve a doler, pero al mismo tiempo, me desespero al sentir que  me está gustando mucho sentir  el peso del hombre descansando sudoroso sobre mi cuerpo mientras me agita frenéticamente moviéndome hacia arriba y abajo como si yo fuese una pluma o su juguete preferido al tiempo que su pene entra y sale como el pedal de una bicicleta…

Don Luigi continúa follándome como si fuera un animal, como aquellos perros desmadrados que yo he visto a veces haciéndolo en algún parque ante el horror de las madres que tienen a sus niños jugando por allí, y don Salvador se está tirando a  Irina de la misma manera, jadeando y gritando encima de ella como una bestia…. Irina sigue gimiendo, aunque ahora casi era ya una especie de sorprendente ronroneo como el de una gata, ya no parece sólo un gemido de dolor, sino una mezcla con algo que le está gustando mucho, como aquellos grititos que se te escapan cuando por las noches te tocas tu sola en la cama…  Giro la cabeza un momento, y veo que Irina se abraza al cuerpo de don Salvador moviéndose igual que él, pasando una mano por su espalda y apretando el culo del hombre contra su vientre con la otra, al tiempo que le besa y sigue como gimiendo y jadeando. Parece que Irina se lo está pasando ahora muy bien, que aquello le está gustando mucho… Yo hago lo mismo, también estoy disfrutando de una manera que nunca pude imaginar... Es todo lo que explicaban las amigas que ya habían follado con algún chico…  Pero hasta que no lo haces no puedes entender lo bueno que es… O lo horrible, ya no lo sé… Sobre todo recordando lo que vino después…

Me abrazo al Diablo, que continua moviendo su pene dentro de mi vientre cada vez más salvajemente, respira como si le faltase aire, jadea ahogándose, le beso, le muerdo el cuello, aprieto su culo contra mi vientre, hasta volver a hacerme daño cuando me mete el pene hasta lo más profundo, hasta casi reventarme por dentro, me muevo arriba y abajo, arriba y abajo, adelante y atrás, adelante y atrás, acompasando mis movimientos a los suyos. Y me asfixio, me falta el aire, le gusta apretarme el cuello casi estrangulándome  y oír como grito al ahogarme… Es formidable, sí, el pene no deja de moverse dentro de mí, frotándose contra las paredes de la vagina, entrando y saliendo, entrando y saliendo, el hombre también se ahoga de placer, me mira con los ojos desorbitados,  me baña con su sudor, yo también sudo, me gusta mucho, conozco el gran placer, siento que vivo y muero…

De pronto, como el trueno que sigue al rayo, el Diablo  deja ir un gemido más alto, casi como una queja desesperada, como si algo explotase dentro de él… Se queda quieto un momento, su cuerpo se pone como rígido, como duro, y luego empieza a moverse encima de mi frenéticamente, muy acelerado, a mi me gusta mucho, parece que él ya no puede respirar, su polla entra y sale de mi sexo a una enorme velocidad imposible, él me mueve y me aplasta como si veinte caballos estuviesen galopando furiosos encima de mi, pero cada vez me gusta más, me maltrata pero es fantástico, y don Luigi, el viejo Diablo, empieza a gritar más alto, a aullar, como si se ahogase, y yo noto entonces, sorprendida, que cada vez que ahora él pega el salto hacia adelante, clavándome su pene hasta lo más hondo, un líquido muy caliente me entra a borbotones, como si brotase de una  fuente que está inundando el interior de mi vientre, me noto mojada, un líquido muy caliente llena el interior  de mi cuerpo… Algunas amigas me habían dicho que no notas cuando los hombres eyaculan dentro de ti, pero no es verdad, yo sí que lo noto ahora, yo siento el semen que sale de su pene moverse dentro de mi cuerpo y salir hacia mis muslos mientras el se mueve en su inacabable vaivén de meterlo y sacarlo.

Me doy cuenta de que el Diablo,  se está  “corriendo” -como dicen los chicos-, dentro de mí, que ha llegado al orgasmo, y que yo…, yo…,  no puedo explicarlo, mi cuerpo revienta, clavo mis uñas en el cuerpo del viejo italiano,  exploto, gimo, me quejo, me pongo a jadear, le muerdo el cuello y la cara, me muevo tan rápidamente como el hombre, le beso, le pellizco, le abrazo, aprieto su culo contra mi vientre,  mil caballos galopan dentro de mi, no puedo respirar, y aquello sigue, sigue, ahora yo muevo al hombre, grito, río, ronroneo, gimo, le insulto, le muerdo, le araño… Hasta que me doy cuenta de que ya no puedo más, me muero, estoy empezando a quedarme paralizada, en reposo, poco a poco, casi ya no me muevo, don Luigi está quieto encima de mí, a los dos nos cuesta mucho respirar, estamos bañados en sudor, le estoy acariciando la cabeza, me noto mojada por dentro y por fuera,  un líquido caliente se mueve dentro de mi cuerpo y por mis muslos, él está jadeando,  medio dormido, casi muerto, encima de mi, pero no me molesta,  me gusta sentir el peso de su cuerpo encima del mío, todavía me ahogo, me cuesta conseguir aire para respirar, si muero ahora asfixiada no me importa… Al lado oigo al Senador y a Irina gemir, gritar, jadear, moverse, saltar en la cama como nosotros antes, sí, ahora ellos también han explotado, el Senador se está corriendo dentro de  Irina, a ella parece que le está gustando tanto como a mí… Es imposible que más…

Todo queda poco a poco en silencio, casi no se notan ruidos, continúa la luz roja iluminando tenuemente la habitación,… Oigo nuestras respiraciones, don Luigi está casi completamente dormido,  lo aparto un poco, hago que se ponga de lado para poder respirar yo mejor, su peso me aplasta, siento como su pene sale de mi cuerpo al moverse de costado, se queda pegado a mi, pone la mano en mi sexo y se dedica a chuparme y morderme suavemente el pecho que le queda más cerca de la boca, después el otro, yo me atrevo -¿por qué no, después de lo que hemos hecho? - a coger su pene con la mano, a palpar sus testículos, a él parece gustarle porque deja ir una especie de ronroneo y una risita con unas medias palabras, creo que me ha llamado “mia deliziosa piccola puttana”, pero enseguida se queda quieto, giro mi cara para buscar la suya y veo que se ha dormido totalmente, su aliento a alcohol y tabaco se mete de nuevo en mi boca, su saliva corre por mi lengua, su sudor se ha mezclado con el mío,  el calor de su cuerpo me ahoga, llevo su mano a mi sexo y la dejo allí, me toco, me toco allí y en los pechos… Pasa algún tiempo, no sé cuanto…

Entonces noto a mi lado la vocecita de  Irina, como para no despertar a los hombres -sí, el suyo, don Salvador, también está dormido-, y me dice que vaya con ella, que nos tenemos que duchar… Yo no la acabo de entender y le digo que estoy bien así, que me deje, que me estoy durmiendo, que estoy muy cansada y bebida…  Ella insiste, y al final me levanto sigilosamente, y agarrada de la mano de Irina, desnudas las dos, nos vamos hacia el baño sin hacer ruido… Pasamos delante de la cámara de video, que parece seguir grabando, tiene la lucecita roja encendida. A la luz de la lámpara del baño, nos miramos las dos, estamos hechas un asco, pálidas, ojerosas, despeinadas, supongo que tenemos todo el aspecto de violadas o de folladas, porque la verdad es que no nos han violado, nosotras les hemos dejado hacer todo lo que querían, de hecho supongo que siempre hemos intuido lo que nos esperaba desde que nos ofrecimos en la piscina a los dos hombres para que nos invitasen a la fiesta de Carnaval, pero lo hemos tomado como un juego, que ahora ya se ha hecho realidad… Tenemos las caras sucias de los restos del maquillaje y sudor de las caras del Diablo y del Senador que se han quedado en nuestro cuerpo… Vemos como en el sexo tenemos una extraña mezcla de algo de sangre y un líquido blanquinoso que se nos escapa de la vagina y nos baja goteando muslos abajo… Estamos cubiertas de sudor, olemos al cuerpo de los dos hombres,  a alcohol y tabaco, y a aquellos  perfumes masculinos tan intensos que los dos utilizan… Sí, las dos lo hemos hecho por primera vez, los dos hombres, don Luigi y don Salvador,  nos han desvirgado y nos han hecho daño, pero también lo hemos pasado muy bien, ha sido tan impresionante… Pero no imaginamos que… Aún faltaba algo…

Irina me dice que a ella también le han hecho mucho daño, igual que a mí, -cuando ha oído mi grito de dolor  antes de que don Salvador se la metiese a ella ha sentido pánico, ha intentado salir de la cama,  pero él no la ha dejado moverse y la ha sujetado de forma que no ha podido hacer nada para resistirse, pero el dolor le ha durado poco, después ha sido muy  divertido, le ha parecido formidable,  igual que a mí…  Oímos un ruido. Nos volvemos y vemos a los dos hombres desnudos detrás nuestro. El Diablo  nos pregunta que dónde vamos. Le contesto que a ducharnos. Me sonríe de forma siniestra y me dice que esperemos, que la fiesta de Carnaval aún no ha acabado, que volvamos a la habitación. Don Salvador asiente, mirándonos también de una forma que da miedo. Nos dicen que volvamos a entrar ahora mismo con ellos. Es como una película de terror,  sus penes están de nuevo rectos y erguidos,  está claro que nos quieren volver a follar ahora mismo… Entramos en la habitación de nuevo, y vemos como ellos cierran la puerta. De nuevo la oscuridad roja… Y la cámara grabando…

Estamos junto a la cama otra vez… Pero veo que don Luigi se acerca ahora a Irina y la agarra por la cintura. Y yo siento que unas manos gruesas me sujetan a mi por detrás apretándome una teta y pellizcándome el culo. Me doy cuenta de que tengo a don Salvador detrás, que ahora está conmigo, pero yo no quiero ir con él,  es mayor que el italiano y parece muy bestia, miro hacia el Diablo, veo su pene otra vez preparado, pero entonces don Luigi le da un empujón a Irina, la tira encima de la cama, y él salta encima. Pero no puedo ver más, ahora es el Senador el que me tira hacia delante, caigo con el pecho sobre la cama pero con las piernas y los muslos fuera, quedo como arrodillada, y enseguida siento el peso enorme de don Salvador encima de mi espalda, y noto su vientre en mi culo, creo que su pene se mueve entre mis nalgas. Oigo gritar a Irina, levanto la vista y veo el Diablo  encima de ella copulando con ella como los perros, no sé, tal vez empiezo a comprender, he oído hablar de esto, pero no puede ser, no se atreverán a hacernos cosas tan sucias, no, no puede ser… Y oigo a Irina gemir más fuerte…

Estoy boca abajo, arrodillada en el borde de la cama, me doy cuenta de que el hombre grueso me está separando y levantando los muslos y las nalgas, mientras aplasta mi cabeza en las sábanas para mantenerla más baja que mi cuerpo, don Salvador se para unos momentos, gime,  creo que se está masturbando mirándome, le oigo reír y decir unas palabras que no entiendo, me palmotea el culo, me aprieta y pellizca las nalgas, noto que ahora me está pasando la lengua por el agujero del culo, no puedo creer que esté haciendo cosas tan puercas y sucias, pero al mismo tiempo me horroriza pensar que imagino para qué lo está haciendo, no soy ninguna tonta, sé lo que dicen las chicas que les gusta hacer a algunos hombres, qué asco, me ha introducido la lengua en el agujero del culo, y ha escupido saliva, muchas saliva, y ahora me pasa uno de sus gruesos dedos por el mismo lugar, me doy cuenta de que mete el dedo dentro del agujero  mojándomelo con la saliva que había escupido, sí, me está metiendo la saliva dentro del culo, se vuelve a reír repitiendo palabras que no acabo de entender, ahora oigo que vuelve a escupir, creo que ha sido en su propia mano, y se está dando una especie de masaje en su pene, que está sobre una de mis nalgas, noto que es muy grueso y duro, y ahora muy caliente mojado por la saliva que él le ha impregnado con la mano, siento otra vez sus manos en mi culo, creo que ahora me está separando las nalgas, y, de pronto, creo que ya no me sorprende, es lo que espero y temo horrorizada, noto que con la mano ha puesto la punta de su pene en el agujero de mi culo, en mi ano, y poco a poco intenta empezar a introducirlo dentro de mi cuerpo.

Irina sigue gimiendo, levanto la cabeza y veo que el Diablo  sigue cabalgando encima de ella moviéndose y aullando como un perro, pero ahora soy yo la que grito, me duele mucho, don Salvador ha empujado hacia delante poco a poco pero sin parar y su pene se mete en mi culo, se desliza hacia adentro resbalando en la saliva pero es como si algo gigante me abriese el cuerpo, grito, me muevo, sufro, pero él me agarra por la cintura y me coge con fuerza hasta que dejo de moverme y sigue empujando su pene con gran energía sin hacer caso de mis gritos hasta que al final alcanza la meta, hasta que el pelo de su sexo llega a aplastarse contra los bordes de mi ano y ya no puede encularme más profundamente.

Y entonces el pene del Senador prosigue su camino, hacia delante y hacia atrás, bombeando como un émbolo trabajando en una máquina, yo chillo porque me duele mucho, y sigo oyendo como Irina grita también tan fuerte como yo, enculada por el Diablo. Sí, nos han vuelto a desvirgar, ahora por la parte que no me podía imaginar que utilizasen para gozar con nosotras, pero tampoco podía imaginar que aquel terrible dolor está a punto de convertirse en un inesperado placer, mi follador se va a encargar de hacerme sentir la gran vergüenza de transformar el dolor de haber roto mi culo con su polla en un placer que me llega por sorpresa, que me hace pasar de gritar de dolor a gritar de placer. He conocido ya todas las vergüenzas y dolores, pero ahora se me abre la rosa de las delicias que no pensaba, que nunca llegué a imaginar me iban a llegar de esta manera tan horrible. Mientras copula frenéticamente dentro de mi culo, el Senador tira la mano a mi sexo agarrándolo fuertemente, me coge el clítoris y empieza a masajearlo y apretarlo, provocándome unas explosiones de placer, unas titilaciones de gozo que me hacen encoger el ano apretando dentro de mi su polla que sigue su rítmico metisaca cada vez con más rapidez y energía, hasta que, de pronto, el Senador pega un grito inhumano, un alarido de placer, y mientras aúlla su pene empieza a disparar al fondo de mi culo un semen abundante, espeso y caliente, mientras me mueve y me estruja como si yo fuese una pelotita de goma, y yo grito, grito también de placer, me está maltratando, me hace mucho daño, pero me gusta, exploto, me muero de pánico, nunca había sentido nada parecido cuando por las noches me tocaba yo sola, jadeo, me quedo sin respiración, el Senador también, se queda encima de mí con todo su peso, ya sin moverse, con su polla dentro de mi culo, apretándome mis tetas como si fuese a reventarlas provocándome más placer, ya no puedo más, me ahogo, don Salvador pesa mucho más que don Luigi…

El Senador saca su pene de mi cuerpo, noto un líquido caliente, el semen, tal vez mezclado con sangre de mi ano,  resbala de nuevo muslos abajo, hasta más allá de las rodillas… El culo me hace daño, me escuece… Ahora se estira en la cama, y me coloca encima de él, abrazándome, besándome, apretando mi vientre contra su barriga, aplastando mi pecho contra el suyo, me dice de nuevo palabras que no entiendo, jadeo pero empiezo a recuperar la respiración, estamos bañados en sudor, siento dolor en el sexo y en el culo si me aprieta mucho de nuevo contra él, oigo sollozar a mi lado a Irina, miro y la luz roja me permite ver que don Luigi está tumbado encima de ella, que está bocabajo con la cara contra las sábanas, tal vez todavía se la tiene metida en el culo… Y me doy cuenta ahora de que don Salvador se ha puesto a roncar, se ha dormido…  Intento separarme y acostarme de lado, no puedo… me quedo encima de él… estoy agotada, me duermo a pesar de las molestias en mi vagina y mi culo… Al fin consigo separarme de él y quedo boca abajo mientras en la cama de al lado Irina gime… Se me cierran los ojos… Me duermo…

 

 

 

 

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