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Ahmed y Martita, Sexo en El Serrallo (Ahmed-2)

en Jovencit@s

En el mes de Abril de 2005, el primer relato de las aventuras eróticas de Ahmed, el joven seductor de El Serrallo, la historia de cómo desvirgó a Martita, ha cruzado la frontera simbólica de los diez mil lectores.

Otros relatos e historias personales ocupaban mi atención, y tenía a Ahmed un poco olvidado.

Bien, presionada por él, me siento obligada a explicaros esta nueva historia del muchacho con Martita, situada casi un año después de haberla desvirgado.

Espero que a algunos o algunas de los amables lectores y lectoras anteriores les siga interesando seguir las artes amatorias del joven árabe.

Aquí tenéis el relato y unas imágenes, como celebración de los diez mil lectores…

Y si alguna vez vais a tomar el sol o daros un baño de mar a la bella playa de La Sabinosa, justo al norte de la ciudad de Tarragona, y os situáis en el rincón de los nudistas, recordad que os encontráis en el lugar en el que Ahmed y Martita han tenido su mejor orgasmo juntos.

De todas maneras, el concepto de fidelidad en un joven árabe es relativo, predomina más bien el de harén. Así, Ahmed me ha relatado una nueva aventura en la que ha desvirgado otra jovencita, Mireia, mientras continua viéndose con Martita y otras amiguitas suyas. . Le he prometido que pronto os lo explicaré.

Besitos

Tatiana-Celia

Abril de 2005

 

AHMED Y MARTITA, SEXO EN EL SERRALLO

(AHMED-2)

Barrio de El Serrallo, puerto de Tarragona.

23 de Abril de 2005

 

MARTITA, LA FAVORITA DEL HARÉN

1.

Irifi’Tifiski (Viento de Primavera, en árabe hassania)

Las dos parejas salieron del Club Calígula, cercano a la Cala Romana, en los alrededores de Tarragona. Eran las diez de la noche. Muy pronto, pero los padres de Martita y de Sara las habían dejado salir sólo hasta las doce de la noche, máximo hasta la una, y sólo porque pensaban que las dos jovencitas estaban con sus compañeros en la fiesta que se hacía en el Instituto por ser el día de Sant Jordi, el patrón de Cataluña. Se dirigieron al coche del hermano de Ahmed, Kemal.

Los dos hermanos iban muy calientes. Las dos jovencitas los habían puesto a cien, una vez más. Ahmed iba con una de las putitas favoritas de su harén, Martita, a la que había desvirgado el verano anterior (1). Kemal iba con la más íntima de las amigas de Martita en el instituto, Sara, que formaba parte del harén de su hermano, y ahora también del de Kemal. Sin embargo, no era tan fácil follar con ellas, costaba alejarlas el tiempo suficiente de la protección vigilante de sus familias… Pero las jovencitas eran ya "Bilad es-siba" (1a) para su "Fric nazarino". (1b)…

Martita llevaba unos tejanos muy ajustados, bajos, recortados a mano y deshilachados, más allá del límite del incitador tanga, y un top negro sin mangas que dejaba al descubierto toda su cintura y su ombligo. Sus pechitos habían crecido durante el curso, y ya eran unas peras puntiagudas que sobresalían de su tórax ofreciendo los mil y un placeres soñados y ofrecidos. Sus formas eran más rotundas, más formadas y mórbidas que cuando Ahmed la desvirgó antes de empezar el curso. Sus muslos parecían pedir la explosión de los tejanos, sus nalgas exigían pasar las manos entre el tejido y la carne.

¡Y como bailaban las dos! Ahmed y Kemal eran siempre la envidia de los demás, por las estupendas jóvenes lemras (2a) que siempre llevaban. Ahmed sonreía al ver los ojos ávidos de todos los tíos del club cuando veían moverse al bailar a Martita y Sara. Y sus ojos furiosos de envidia cuando, en las piezas lentas, unía su cuerpo al de la jovencita, pegaba su cara a la de ella, besaba sus labios, la agarraba y apretaba contra sí por la cintura desnuda, o con las manos en su culo por debajo de los tejanos, o introducía los dedos por debajo del top, apretando el pechito puntiagudo pellizcando el pezón mientras ella gemía bajo la luz roja de la pista de baile del Calígula…

Kemal paró el coche junto a la cala desierta. Era un extremo de la Playa de La Sabinosa, una de sus preferidas de día. Una buena playa de arena, muy llana, sin trampas, unas rocas cercanas que la delimitaban formando un suave y bajo acantilado, y… todo lleno de parejas y familias practicando el nudismo autorizado en aquella pequeña maravilla de la naturaleza.

Ahora estaba desierta. Había Luna casi llena, lo que permitía moverse perfectamente sin necesidad de luces.

Teóricamente no se podía estar en las playas de noche, pero nunca nadie les había puesto ningún impedimento. No había vigilancia, no era una zona habitual de desembarco de contrabandistas.

Pronto, agarrados de la mano por parejas, completamente desnudos los cuatro, se dirigieron al agua. La mar estaba absolutamente llana, como un espejo que reflejaba la luz de la Luna.

El agua estaba muy fría, era todavía muy pronto para bañarse. Pero se trataba de refrescarse un poco después de los numerosos chupitos que habían tomado, antes de devolver a las jovencitas a sus casas con sus padres.

El baño duró menos de dos minutos. Al volver a la arena, llegaron a las toallas que los dos muchachos árabes habían extendido en la playa. Las chicas reían al ver el tamaño desmesurado que tenían ahora los penes de los dos hermanos.

Ni la helada agua del mar había conseguido aflojar su incontenible ardor.

Cayeron sobre ellas casi con una cierta violencia, que ellas ya esperaban y deseaban. Los cuerpos mojados de agua de mar ardieron y se unieron, y los penes de los dos hermanos penetraron rápidamente y profundamente en el cuerpo de las jovencitas. Era tarde, no se podía perder tiempo, ¡Inch’Allah! (2aa)

Ahmed apretó los puños de placer cuando sintió su pene bien colocado y aceptado en el interior del vientre de la adolescente. La jovencita conseguía volverle loco. Con ninguna otra experimentaba aquellas sensaciones, aquella plenitud de hombre, de macho de la especie, follándose a una hembra.

Su cuerpo, su piel dulce que olía a jabones frescos y fragancias de flores, sus carnes, sus muslos, sus deliciosos muslos, sus pechitos, ahora ya desarrollados y desafiantes, sus labios, húmedos y anhelantes, su lengua, tierna y suave…

Y la húmeda vagina de la jovencita, que se ajustaba a su pene y lo envolvía cálidamente como un guante a la mano…

La misma chavala que se estaba follando su hermano, la amiga de Martita, Sara, con todo y estar también buenísima, tal vez mejor que Martita si las veía desnudas de lejos, nunca le había transmitido, cuando se la follaba él, ninguna sensación parecida a la que producía coger y tirarse a Martita. Follarse a Sara era… un acto animal, un gran placer…

Pero follarse a Martita… No había palabras para describirlo. Aquella hembra era suya y de nadie más. Todas sus otras putitas las compartía con sus amigos, las entregaba a su hermano o a primos o amigos menos capacitados para seducir que él. Martita nunca, a Martita sólo se la follaba él. Mataría a cualquier otro chico, cualquier otro hombre que la tocase. Todos en el Instituto y en el barrio lo sabían, Martita era cosa privada de Ahmed. Y a Ahmed y su grupo todos le temían.

Tal vez eso era todo lo más cerca que había estado de estar enamorado. Si esa pasión rabiosa de poseer y dominar a la jovencita era amor, él estaba enamorado. Aunque el viejo pescador catalán con el que salía a veces a pescar hasta el Cap Salou le decía que eso no era estar enamorado, que eso era estar encoñado, que era muy diferente, el amor es cosa del corazón, el encoñamiento del pene…

Sí, el encoñamiento… era eso… El deseo… El deseo de cuando la besaba apretar, apretar… Aplastaba sus labios, no con la suavidad del amor, sino con la furia de la bestia… Le habría gustado morder la lengua de la chica, cortársela, oír sus gritos de dolor y placer…

Y Martita ya gemía, cada sacudida, cada empujón violento del pene del muchacho hacia las profundidades del vientre de la jovencita sacudía su cuerpo, que se arqueaba como en un espasmo, se quejaba, gemía de maltrato y placer, y Ahmed se excitaba con los gemidos de Martita, rugía como una fiera en celo, apretaba los pechos de ella con sus manos, transformadas en zarpas, mordía sus hombros, su cuello, con la fuerza del vampiro hasta casi hacerla sangrar, y cuando ella gritaba de terror al sentir que sus dientes casi se clavaban en su piel, lamía su cara para tranquilizarla, la besaba más suavemente, pero enseguida volvía al ataque, la bestia mugía fuera de sí, notó como ella entrelazaba sus piernas con su cadera y apretaba sus muslos contra él…

Sí, los dos sudaban copiosamente a pesar de la brisa fresca de la noche de Abril, jadeaban, gemían, gritaban, y sus sonidos se confundían con los que emitía la otra pareja, Sara y Kemal, que también follaban desesperadamente al lado de ellos…

Entonces, Ahmed apretó con fuerza los pechos de la chica, agarró los pezones, los pellizcó, los sorbió con los labios, los mordió, los lamió con la lengua, los volvió a chupar, los apretó de nuevo por la punta, y la jovencita dejó ir unos grititos, unos gemidos más altos, casi unos aullidos que fueron creciendo de tono. Volvió a apretar los pezones de los pechos de la jovencita, y ella ya no pudo aguantar más, estalló, explotó, sintió que oleadas de placer la asaltaban y la impelían a moverse frenéticamente, a abandonarse, a morder al chico, a besarlo, arañarlo, amarlo, insultarlo…

Ahmed sintió que el cuerpo de Martita se estremecía, daba un salto controlado por el peso del cuerpo de él, y la jovencita empezaba a gemir con más fuerza, a dar gritos, a jadear ahogándose, a clavar sus uñas en su espalda…

Sí, Martita estaba disfrutando, estaba gozando como nunca…

Tenía un orgasmo intenso, deseado, prolongado…

Ahmed notó, divertido, que le costaba sujetar el cuerpo descontrolado de su putita nazarina (2b)…

Y dejó de contenerse…

Se dejó ir, y entró, también él, en un orgasmo que era uno de los más intensos de su vida, gritó "Yun!!!" (2c) de forma inhumana, bestial, e inició un tremendo movimiento sobre el cuerpo de la muchacha, la cabalgaba como a una yegua salvaje del desierto, la levantaba, la dejaba caer, la penetraba hasta casi reventarla, sacaba el pene hasta el exterior, lo volvía a introducir ayudándose con la mano para hacer puntería, la volvía a penetrar hasta las mas lejanas profundidades de su vagina, una y otra vez, adentro y afuera, y los cuerpos arriba y abajo, movía a la chica como a una muñeca, un pelele de trapo, y su pene, desencadenadas las trompetas del Apocalipsis en la unión de los dos cuerpos jóvenes, lanzaba unos rayos de esperma, una fuente inagotable de semen retenido durante varios días, e inundaba el interior y el exterior del vientre de la chica con aquel líquido viscoso, blanco, muy caliente…

Oh, Allah’Kbar! (2d)

Ahmed continuaba eyaculando en la vagina de la chica, el pene introducido hasta el fondo, pero los gritos inhumanos que habían espantado a los peces que nadaban curiosos cerca de la playa empezaron a decrecer…

Martita jadeaba, intentaba ganar aire, sus pulmones estaban a mil por hora, el cuerpo del joven árabe la aplastaba y le impedía recuperar el aliento, sentía el líquido, muy caliente dentro de sí…

Los dos sudores se habían unido, los cuerpos estaban enganchados, él, también sin oxígeno, sin respiración después del titánico esfuerzo de un orgasmo y una eyaculación tan terribles y prolongados, se había dejado caer sobre la chica, cuerpo contra cuerpo, la aplastaba con su peso sin dejarla recuperarse, besaba su cuello, apretaba todavía con pasión sus pechos, mientras ella le abrazaba e intentaba ganar un poco de espacio para respirar… A su lado, Sara y Kemal todavía gritaban de placer… Ellos todavía no habían acabado, su inicio había sido más lento…

Y los labios de Ahmed musitaron temblando de satisfacción: Bismil’lah…Hamduli’lah… (3)

2.

Me ahogo, no puedo respirar… Ha sido terrible, nunca había disfrutado tanto como hoy cuando Ahmed me había follado otras veces, pero nunca he pasado tanto miedo…

Él parece haberse vuelto como loco, ha sido una fiera, no me ha follado el chico amable que normalmente es, Ahmed parece que ha sido hoy una fiera rugiente y terrible que me ha violado salvajemente…

Nunca había sentido nada igual, me he sentido morir, ahogándome en medio de un placer que no puedo describir, me falta aire, la bestia me ha maltratado, me aplasta, me ha hecho mucho daño cuando me la ha metido hasta tan adentro, y al mismo tiempo, nunca he sentido un placer como hoy, nunca había pensado que puedes morir gozando…

Ahora intenta recuperarse, está encima de mí, sigue aplastándome con su peso, estamos mojados de sudor, creo que debe hacer frío ahora en la playa…

Estamos desnudos, juntos… Aún respiramos mal, especialmente yo, él se recupera rápidamente, es muy fuerte…

Y estoy mojada, me siento húmeda, muy húmeda… Sudor, agua de mar, y ese líquido caliente que hay dentro de mi cuerpo… Hoy ha entrado todo dentro, no se ha puesto la goma… Tengo que pensar en eso…

MI reloj, veo la hora… Es muy tarde, no quiero llegar a casa más allá de las doce… Pero aún hay tiempo para evitar que me riñan, son las once, si vamos rápido…

Utilizo las pocas fuerzas que me quedan y me libero del cuerpo inerme de Ahmed. No hay tiempo para dormir ahora, le digo sacándole de su sopor. Hace fresco, estamos desnudos y sudados, nos podemos resfriar, hasta agarrar una pulmonía…

Debemos vestirnos, y yo debo ir a casa, mis padres no deben sospechar que no he estado en la fiesta del Instituto…

Ahmed asiente, tengo razón…Avisamos a Kemal y Sara, que también están abrazados desnudos temblando de frío y placer…

Nos vestimos… Me pongo el tanga y los pantalones, y vuelvo a sentir húmeda y mojada la zona de mi sexo… Creo que Ahmed se ha pasado…Nos sacudimos la arena, guardamos las toallas. El mar continúa como un espejo…

Volvemos al coche de Kemal, hay un par más de automóviles en el límite del camino. No éramos las únicas parejas esta noche en La Sabinosa…

Kemal conduce con cuidado hacia el centro de Tarragona. Por las noches esta carretera está muy vigilada por los Mossos d’Esquadra, la policía de Cataluña, es zona de muchos clubes y discotecas, y hay muchos accidentes.

Dejamos a Sara en la puerta de su casa. Y después me llevan a la mía. Ahmed tiene durante todo el trayecto su mano en mis muslos, y sus labios pegados a los míos. Me gustan sus besos. Especialmente el que me da como despedida. No paramos junto a la puerta, no vayan a ver mis padres con quien vengo Pero el coche se queda, vigilante, hasta que entro en mi edificio y subo hacia mi casa.

El coche desaparece en dirección al barrio marítimo, El Serrallo, donde viven Ahmed y Kemal…

Estoy en mi piso. Mis padres dormían en el sofá delante de la televisión. MI madre me ha preparado un vaso de leche caliente y luego ella y mi padre se han ido a dormir. Mi hermana pequeña hace horas que está durmiendo. Mi hermano está en Pontevedra en unos campeonatos con el equipo juvenil de balonmano en el que juega.

Estoy en el cuarto de baño, tengo que ducharme. Estoy desnuda. Me gusta sentir el agua caliente resbalar sobre mi piel… El sudor de Ahmed y el mío, el gusto salobre del mar… Todo escapa arrastrado por la caricia del agua caliente…

Me aprieto la vagina… Y, ¡oh!, De ella escapa un pequeño río de ese líquido blancuzco y viscoso, con un olor especial, mi sexo es todavía una fuente de semen, continua inundado por el torrente de esperma que el pene de Ahmed abocó en el interior de mi cuerpo…

Me limpio la vagina lo máximo que puedo con agua y jabón, pero…

Mañana, a primera hora iré a hablar con la asistenta-enfermera de mi Instituto… Necesito la píldora del día siguiente, así la llaman mis compañeras. Yo es la primera vez que se la solicitaré… Mis compañeras lo hacen a menudo, y dicen que Julia, la enfermera, es muy discreta y buena gente, y no hace más preguntas que las indispensables para asegurar nuestra salud.

Suerte que el gobierno de Cataluña, la Generalitat, decidió ya hace un año facilitar este anticonceptivo en los Institutos sin hablar con nuestros padres, asegurando la intimidad de todas nosotras…

¡Ay, Ahmed, Ahmed…! Acabo de estar contigo, has sido un autentico bruto, me hacías daño, pero lo he pasado tan bien…

Ya sueño con el momento en que podamos volver a hacerlo… Espero que sea pronto, tal vez este domingo por la tarde Sara y yo podamos decir en casa que vamos a la fiesta que hay en la Rambla…

Y, si nos vienen a buscar, podamos pasar la tarde en el piso de Kemal, en El Serrallo, que vive sólo y estaremos los cuatro unas cuantas horas haciendo cositas…

.

 

TODAS LAS EXPRESIONES CORRESPONDEN A LA LENGUA ÁRABE HASSANIA DE LA COSTA ATLÁNTICA DE MARRUECOS

Irifi: viento, siroco

Tifiski: primavera

(1) Ver el relato anterior "Ahmed y Abdullah desvirgan a Martita y Sara."

(1a) Bilad es-siba: tierra insumisa, metáfora de "chicas rebeldes"

(1b) Fric nazarino: grupo de hogares cristianos, metáfora de "familia"

(2a) Lemras: mujeres

(2aa) Inch’Allah!: Dios lo quiera!

(2b) Nazarina: cristiana

(2c) Yun: diablo

(2d) Allah’Kbar!: Dios es Grande!

(3) Bismil’lah. Hamduli’lah: Gracias a Dios

 

 

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