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A Aina se la han llevado al Corral Negro

en Hetero: Primera vez

"A Aina se la ha llevado Jandro al Corral Negro"

(Revelaciones de "Garganta Profunda")

Aina y sus amigas Noemí y Marga conocen el sexo duro en una hacienda de la comarca del Maresme, a unos 60 Km. de Barcelona

Reportaje de la sección "En Voz Baja", de la revista "Fúgate!..."

 

Todo esto pasó un mes después de lo que explica Chingo en la entrevista que le hicisteis. Ese chico es un pardillo, además de un salido chuleta que no se entera para nada de la película. Sólo sirve para perseguir y desvirgar muñequitas de 1º y 2º en el Instituto.

Aina acababa de cumplir los trece años unos días antes.

Os lo voy a explicar, en cierta forma yo lo organicé, pero ni una palabra de mi nombre, ya sabéis, mis padres no saben nada de mis amigos.

Sí, aquel día nos esperaba Jandro, ya lo conocéis, ese nuevo artista del cante y baile, y el grupo que va con él… Yo les había prometido que les presentaría unas chavalitas que estaban pidiendo marcha a tope…

Esperamos en el piso de Noemí en el barrio de Bufalá de Badalona poco tiempo, porque al poco rato vimos llegar el coche de Jandro y otro vehículo con el resto de sus amigos y espacio para llevarnos a todos.

Noemí –la jovencita que ha empezado salir con Paco, pero que pasa bastante de él-, y Marga habían conseguido convencer a Aina, que estaba allí, desconfiada, como siempre, mirándonos con cara de pocos amigos. Pero, también como siempre, estaba buenísima, llevaba una especie de camisa anudada por delante, con toda la cintura y el ombligo desnudos, y unos pantaloncitos cortos, todos los muslos al aire, casi se le veían las nalgas y se le marcaban todas las formas.

Aina sabía bien quien era Jandro, aunque a ella, naturalmente, le gusta un tipo de música muy diferente. Pero la curiosidad por conocer a un famoso le hizo venir finalmente con nosotros.

A Aina la llevé directamente al coche de Jandro, abrí la puerta y la metí en el coche.

Quedó en medio. Ella iba en el centro, Jandro en una ventanilla, enseguida se quedó mirando los muslos y el ombligo de Aina, con una sonrisa sorprendida al ver que estaba tan buena como yo le había dicho y burlona al pensar que la iba a coger tan ricamente. Yo quedé en la otra ventanilla.

Delante dos de sus amigos, con gafas negras, el Tiburón y el Nicolás, conocido por ser un chaval simpático, pero terriblemente feo, con aspecto más de simio que de humano.

Los demás subieron en los coches. Todo fue muy rápido, no queríamos que algún vecino nos viera y empezara a murmurar…

Antes de que le entrase el pánico y nos organizase un espectáculo en el coche para que la dejásemos bajar al verse rodeada de tíos, yo le presenté a Jandro, pero ella estaba relajada, y vi que observaba al cantante con curiosidad.

Yo pensé que Aina se enfadaría enseguida, porque Jandro no dejaba de mirarle el cuerpo y de sonreír, pero empezó a decirle cosas a la putita, con esa voz tan profunda que tiene él, que impone respeto, a preguntarle su nombre, donde vivía, y otras cosas, a darle conversación, en resumen.

Supongo que Aina se sintió tranquila, porque, para mi sorpresa, ella le contestaba, e incluso, cuando ya íbamos por la autopista del Maresme hacia el norte, sonrió y se le escapó una risita cuando él hizo una broma tonta sobre una pareja de aspecto pijo que iba en un coche que adelantamos a gran velocidad...

Eso sí, me di cuenta, cuando llegábamos a la puerta de entrada a la urbanización, en la zona de Santa Susanna, que Jandro, diciéndole que ya estábamos, la sujetó de la mano, como quien no quiere la cosa, y ella enseguida se soltó.

Y, después, cuando entramos con los coches en el jardín de su torre, él le dio una palmada en la parte interior del muslo que tenía más cercano, diciéndole que ya estábamos en casa, y ella se quedó mirándolo fijamente.

Nunca sabes lo que pasa por la cabeza de Aina, pero creo que ya entonces él le había caído bien, porque me di cuenta de que su atención estaba fija en Jandro, supongo que en aquel momento lo consideraba una especie de tío simpático que le daba seguridad

Quico llevaba a su putita, Noemí, cogida por la cintura desnuda, y Paco hacía lo mismo con la suya, Marga.

Los amigos de Jandro se las comían con los ojos, ya sabían para qué las habían llevado al Corral Negro, que es el nombre del chalet de Jandro. Quico y Paco estaban contentos, ya que los amigos de Jandro sabrían agradecer el haberles puesto a su disposición a las pavitas.

Aina bajó por el lado de Jandro, porque él la cogió de la mano para ayudarla a bajar. Ella se soltó enseguida, pero se quedó al lado de él. No sé qué le dijo él a la oreja, porque ella sonrió, y le contestó, pero yo estaba al otro lado del coche y no les oí.

Pasamos por el patio, y entramos en la torre. Hay una gran estancia, es una especie de comedor que imita la decoración de un tablao flamenco, con una tarima y unas mesas con unos butacones a su alrededor.

Jandro dijo que iríamos a la playa, que queda casi junto al patio de la torre por un pequeño camino de tierra, y que casi es privada, los de la urbanización no se suelen poner delante de la torre.

Jandro y sus amigos subieron a las habitaciones, dijeron que a cambiarse para ir a la playa a bañarse con nosotros. Nosotros les dijimos a las chicas que dejasen la ropa y las bolsas en los butacones, porque ya llevaban los bikinis puestos.

Nosotros hicimos lo mismo, dejamos la ropa en otro de los butacones y Quico, Paco y yo nos quedamos con sólo nuestros tangas puestos.

Salimos afuera, una mujer de la casa nos trajo unas coca colas y unas cervezas, y esperamos a que bajase Jandro.

Poco después apareció con sus amigotes. Él estaba impresionante, se había puesto un bañador que dejaba adivinar la forma de su polla y sus huevos, se le veía bastante gordo, últimamente le había crecido la barriga, la buena vida del dinero y la fama.

Las chicas se los quedaron mirando, impresionadas al ver el grupo. Me di cuenta de que, de reojo, Aina no dejaba de mirar el cuerpo casi desnudo de Jandro

Bajamos hacia la playa. La zona delante del chalet estaba desierta, tal como yo había supuesto. A Jandro no le gustan miradas indiscretas. Se veía mucha gente, pero más lejos. Extendimos las toallas cerca de la orilla. Dos mujeres bajaron unos parasoles para los amigos de Jandro.

Nicolás llevaba una máquina de fotografiar, y se pasó todo el rato fotografiando a las chicas, de cerca y con el zoom. Jandro debe tener una buena colección de fotos de las tres chavalas de aquel día.

Hacía mucho calor. Pero fue muy chulo, Marga, Noemí y Aina estaban las tres muy buenas.

Iban hablando los dos delante mío, y vi que, de pronto, Jandro le pasó el brazo por detrás y la agarró por la cintura, como quien no quiere la cosa. Aina se soltó y le miró con una sonrisa pícara, aunque siguió caminando a su lado, no se apartó.

Me parece que estaba más enfadada con Noemí y Marga al ver que la habían vuelto a meter en un lío con gitanos como nosotros, igual que el día que pasó lo de Chingo, como sabéis si habéis leído la historia…

Primero nos bañamos, pero después, cuando nos pusimos en las toallas a tomar el sol, Marga y Noemí se quitaron la parte de arriba del bikini, Jandro y sus amigos no dejaban de mirarlas, y ellas nos dijeron que se les iban a gastar los ojos si las miraban tanto.

A Noemí y Marga siempre les ha gustado notar como las miramos los tíos. Son unas putas para ser tan jovencitas, pero están muy buenas.

A Jandro se le iban los ojos mirando a Aina, ya sabéis, ya os lo explicó Chingo, sus pechitos en punta son increíbles. Ella se daba cuenta de que Jandro no dejaba de mirar con una cara enigmática su cuerpo, prácticamente desnudo del todo, sólo llevaba la minibraguita del bikini, y parecía medio enfadada, como siempre.

Nos volvimos a bañar y tomar el sol. Había muy poca gente en aquella zona de la playa, casi todos eran chicos y chicas extranjeros del hotel de la urbanización, ligando, y, además estaban algo lejos de nosotros.

Vi al Paco y al Quico haciéndole comentarios a Noemí y Marga. Algo tramaban, porque ellas asintieron con la cabeza al tiempo que dejaban ir unas risitas maliciosas y todos miraban a Aina y a Jandro. Los amigotes de él no dejaban de mirar a las chavalas, y, él de la máquina, no paraba de hacerles fotografías.

Aina volvió a poner morros al ver que la fotografiaban tanto, refunfuñó, como hace siempre, hizo un gesto como de levantarse e irse, pero al final se tumbó en la toalla, se colocó de espaldas y esperó que a que Jandro le pusiese la crema.

La chiquilla estaba buenísima, estirada en la toalla, desnuda, sólo con la parte de abajo del bikini tapándole el culo, y no del todo, porque tiene unas nalgas perfectas, en punta hacia atrás, y se le salían de la poca tela de la braguita.

A Jandro se notaba mucho que estaba empalmado. Tenía un bulto enorme en su bajo vientre, era como si un árbol creciese debajo de su barriga. Suerte que Aina estaba de espaldas y no se daba cuenta, porque se habría asustado.

Jandro estuvo un rato largo poniéndole crema en la espalda a Aina. Era fabuloso tocar su piel caliente, desde la nuca hasta el culo…

Un par de veces le tocó el culo, pensé que ella saltaría, pero Aina tenía los ojos cerrados y le dejó hacer. Aprovechó para ponerle también crema en los muslos, y así se los tocó, bueno, de hecho Jandro se dedicó a acariciárselos. Ella era una especie de gatita, la muy puta se hacía la dormida y le dejaba hacer.

Poco después Aina se había girado y miraba a Jandro. El parecía hablarle, y ella le contestaba sonriendo. Supongo que también le gustaba a ella que le pusiese crema en su cuerpo. Vi entonces que Aina se giró hacia los otros, y, yo desde el agua, los miré también

Paco, estaba de lado junto a Marga y el Quico, junto a Noemí. Parecía que se estaban tocando y dando besitos, pero eso lo hacían también todos los chavales y chavalas que había cerca en aquella zona de la playa. Entonces, Aina, se puso en pie -que buena estaba, sólo con la pequeña braguita del bikini-, y vi que venía a bañarse.

A su lado, como siguiéndola a dos pasos, iba Jandro. Me di cuenta de que había olido hembra, como decimos nosotros, y no iba a separarse de la putita hasta conseguir metérsela toda adentro.

Sí, parece que sí, claro, Aina como mínimo aceptaba que él fuese a su lado y vinieron a estar conmigo. Se sumergió, y apareció a mi lado. La mar estaba muy llana, sólo había olas muy pequeñitas.

Yo estaba mirando hacia la playa. También había llegado Jandro, que se interpuso claramente entre la niña y yo, como indicándome que era territorio suyo. No hacía falta. Yo respeto a Jandro. Aina miró también hacia la playa, donde Marga y Noemí continuaban pegándose el lote con Paco y Quico.

Jandro la miró, y le dijo que se sus amigas se lo estaban pasando bien, que Quico y Paco eran dos tíos muy chulos, y que ella debía empezar a pensar también en pasárselo bien. Aina se lo quedó mirando, como parada, con cara de sorpresa, al oír el tono enérgico de la voz de él.

Allí, en el agua, que ahora casi nos cubría, Jandro se acercó a Aina, la sujetó por la cintura, agarrando con fuerza su piel desnuda, la atrajo hacia él hasta aplastar sus pechitos en su tórax peludo, y su ombligo en su creciente barriga, ella le miró con cara de sorpresa pero se quedó quieta.

Jandro le cogió la cabeza por la nuca con una de las manos mientras con la otra pegaba los vientres cogiéndola por el culo, imagino que Aina debió notar en su sexo el bulto del vientre de él, pegó la cara de la jovencita a la suya llevó sus labios a los de ella y le dio un beso prolongado en la boca.

Me pareció que ella quería soltarse, pero él mantenía las caras unidas con la fuerza de sus brazos. Me pareció que Jandro le estaba haciendo el tornillo, había metido su lengua en la boca de Aina.

Entonces vi que ella ponía de repente cara como de susto, que sus ojos se desorbitaban. Empezó a bracear, como a desasirse... Entonces vi sonreír de una manera sádica al Jandro, que aflojó la presión y dejó que Aina se separara de él.

Entonces, como yo estaba al lado de ellos, vi a través del agua que Aina se estaba subiendo la braguita del bikini. Jandro había aprovechado cuando la besaba para bajársela. Por eso creo que por poco se la tira allí mismo.

Y realmente supongo que si no lo hizo fue porque le pareció muy precipitado y rápido, él disfruta con los prolegómenos y los preparativos, disfruta con todos los trámites previos a metérsela a las chavalas, se lo pasa cojonudo preparándolas.

Supongo que la soltó por eso, porque tal como la tenía cogida, se la habría metido sin ningún problema, ya le había bajado la braguita, y además, allí estaba yo para ayudarle si hacía falta.

Pero, como quería soltarse, habría parecido demasiado una violación, y Jandro odia violar a estas putitas, lo hace sólo si se le resisten a la hora de la verdad, pero él disfruta notando como se le entregan y se paralizan lentamente... Eso sí, luego, cuando se las folla, puede ser más bestia que un gorila...

Pensé enseguida que Aina saldría corriendo llorando y pidiendo irse a su casa.

Mal negocio, porque, conociendo a Jandro, tal vez entonces sí que haría que se la llevásemos ya mismo al Corral para violarla, pero la chavala se quedó quieta mirándole, se pasó agua del mar por los labios, y pícaramente, como siempre, le dijo algo así como que : Sois unos bestias, unos animales, solo queréis follar como perros! Y tu, Jandro, cerdo, lávate la boca, que te hace peste a vino y tabaco!...Y, a ver si te adelgazas, que tienes mucha barriga!

Yo no me lo creía, pensaba que le daría un bofetón, yo temía la reacción de Jandro si ella le pegaba, o tal vez saldría corriendo, pero no. Se puso a nadar cerca de nosotros.

Es una tía algo rara, ya os lo he dicho otras veces, nunca sabes como reaccionará. Jandro se puso a observarla, y me miró sonriendo maliciosamente

Aina nada como un pez. Jandro y yo la mirábamos, nadaba a nuestro alrededor, prácticamente desnuda, sólo llevaba la braguita, parecía una sirena. Jandro y yo nadábamos como para atraparla, era ya zona de profundidad, no hacíamos pie, pero siempre se nos escabullía, es muy rápida nadando...

Así estuvimos un ratito, persiguiéndonos en el agua, ahora ya en la zona menos profunda, hasta que sin darnos cuenta, estaban a nuestro lado bañándose Marga, Noemí y todos los otros tíos, que nos miraron sonriendo, y Marga nos dijo: "¿Lo pasáis bien, los tres juntitos?". Aina volvió a murmurar algo y le puso morros falsos. Le hizo una especie de morcilla con el dedo, un gesto muy habitual en Aina.

Fuimos saliendo del agua. Nos secamos con las toallas, y las chicas se volvieron a poner la parte de arriba del bikini, aunque poco más de los pezones les tapaba.

Yo pensaba que iríamos al chiringuito que se veía cerca, pero Jandro nos dijo que iríamos a comer a la casa, que estaríamos bien, nos estaban haciendo la comida.

Noemí nos miró y añadió que después de comer podíamos bailar, que en la casa había sitio de sobras. Aina la miró y dijo que a ella no le gusta bailar. Noemí le dijo que ya recordaba que en el último baile del instituto se había peleado con un chaval que se pasaba y que a ella no le gustaba nada, pero que no fuese ridícula, que bailaba muy bien, que iba a clases de danza. Aina volvió a sonreír y nos dirigimos hacia la casa, el Corral del Sur, así se llama la finca de Jandro.

La arena estaba muy caliente, nos pusimos las chanclas y fuimos hacia el edificio.

Cuando llegamos al comedor que imita un tablao flamenco había unas mujeres de la familia de Jandro y unos tíos mayores preparando una mesa larga para la comida, y arreglando el pequeño tablao, para que pudiésemos utilizarlo.

Al ver que estaban preparando un sarao, escuché a Marga y a Noemí hablar sobre si sabían bailar bien sevillanas o les salían mejor las rumbas. En el tablao habían colocado dos sillas con guitarras.

Paco y Quico prepararon un cóctel y afinaron las guitarras, y Marga y Noemí empezaron a acompañarlos. Aina estaba con ellas, pero miraba hacia donde estaba Jandro, hablando con sus amigotes.

Paco me dijo que harían bailar a las chavalas, después de comer. Habían convencido a Marga y a Noemí para hacer un striptease con música flamenca, decían que era difícil pero que podía ser chulo, y que ya convencerían a Aina para hacer el baile con ellas, aunque era delante de un grupo de tíos, nosotros, Jandro y sus amigotes...

Me dijo que, teníamos que hacerlas beber durante la comida, que las chavalas estuviesen alegres, porque después de hacerlas bailar, se las iban a llevar a las habitaciones de arriba, a echar un polvo con las chicas, que yo ya podía elegir la que me gustase más…

Yo ya me imaginaba que íbamos a mojar todos, aunque pensé que traerían más tías, porque habían venido algunos amigos más, o sea que a cada chavala le iban a tocar varios tíos, y nosotros, no es por presumir, pero cuando nos ponemos salidos, siempre tiramos más de un polvo, o sea que... y me dijeron entonces que a eso habíamos venido, y se pusieron a reír. Yo les dije que si las chicas tragarían.

Me contestaron que las suyas sí, que a Marga y Noemí les iba la marcha, que con ellos ya sabían que lo iban a hacer, y, que si hacía falta sujetarlas para que los amigos de Jandro se la metieran, ya las atarían a las camas.

Dejaron ir una carcajada, de manera que las chicas, que estaban tocando las guitarras, se volvieron hacia nosotros al oír las risas.

Además… me dijeron que no me preocupase, que Marga y Noemí se estaban encargando ahora de hablar con Aina de que lo iba a pasar bien en el baile, y de que Jandro había dicho que si bailaban bien les iba a hacer un buen regalo…

Y que después descansarían para que bajase el sol, y volver a ir a bañarnos a la playa...

Cuando Jandro se acercó a la mesa, todos fuimos con él. Hizo un gesto a Aina de que se acercase, y la chavala se sentó a su lado.

Yo me puse al otro lado, y después se sentaron todos, Noemí entre Quico y otros dos tíos, y Marga entre Paco y otros dos chavales. Al parecer, los amigotes de Jandro ya habían elegido que putita se iban a tirar primero.

Nos trajeron una mariscada enorme, y nos sirvieron grandes platos. Estaba muy buena, especialmente las langostas así que todos, y también las chicas, empezamos a comer muy de gusto.

Todo eran bromitas y risitas de Marga y Noemí con Aina, mirándola a ella y a Jandro, ya que estaban sentados juntos, y Jandro le iba diciendo cosas pasándole los dedos por el brazo y la cara, acariciándola como quien no quiere la cosas... Los otros gitanos también se reían, haciendo bromas con Noemí y Marga...

En cierto momento, me parece que Marga le hizo el gesto de follar a Aina, señalando al Jandro, y noté que Aina le hacía un gesto como negando, sacándole la lengua y haciéndole otra vez el gesto de una morcilla con los dedos.

Cuidamos de ir llenando de vino las copas de las chicas, bebieron bastante, les dijimos que una mariscada se tomaba con vino, nada de coca colas ni aguas, que es lo que Aina pedía.

En los postres, Paco y Quico, sentados junto a sus chicas, las tenían sujetas por el hombro y la cintura, y ellas les daban el helado en la boca. Mientras los otros gitanos las miraban cada vez más excitados. Vi que Jandro se atrevió a coger otra vez a Aina por la cintura.

Noté que se quedaba quieta, pero no hizo nada y dejó que su mano se quedase allí. Luego se la fue bajando por la espalda, hasta encontrar la braguita del bikini, y metió los dedos tocándole las nalgas.

Ella se movió un poco, se quedó quieta, le miró, y le dijo, con una voz que demostraba que estaba ya bastante bebida: "No te pases, Jandro, que ya te conozco… que los tíos siempre estáis pensando en lo mismo, siempre estáis calientes, y sois todos unos animales!… "

Jandro le dedicó la mejor de sus sonrisas. De hecho, la verdad es que delante nuestro sí que se estaban pasando, Marga, Noemí, Paco y Quico, se estaban metiendo mano y dándose besitos de la manera más descarada. Yo estaba cada vez más excitado, y los amigotes de Jandro para que contar.

Jandro se levantó, se puso en pie. Todos callaron en muestra de respeto. Sonrió. Dijo que las tres flores de Badalona, Noemí, Marga y Aina nos iban a obsequiar con el mejor de sus bailes, un striptease flamenco.

Y entonces Marga y Noemí se pusieron de pie y se pusieron camisetas del Rocío del Besós. Le hicieron señas a Aina que fuese con ellas. Aina no sabía nada del baile. A pesar de estar bastante bebida, puso cara de sorpresa y empezó a decir que ella no pensaba salir a bailar delante de tanta gente, y mucho menos desnudarse...

Jandro le sonrió, y, con voz suave, le dijo que fuese un momento con él, que quería hablar con ella. Le dio la camiseta, se la puso, la cogió de la mano, y, casi arrastrándola, la llevó a unos de los butacones que había al fondo, se sentó a su lado, y empezó a hablar con ella, parecía que de forma tranquila y suave.

Ella abría la boca, decía algunas palabras, pero negaba con la cabeza, y tenía ya su típica expresión entre pícara y enfurruñada.

De pronto, el le dijo algo, ella volvió a hacer que no con la cabeza, se puso en pie, le dijo algo al Jandro, con expresión enfadada, y entonces Jandro se puso en pie, le dio una bofetada en la cara, y, con un gesto enérgico, la arrojó al butacón. Entonces vimos como Aina se ponía a llorar.

Ya pensé que teníamos el pastel organizado, pero, de forma sorprendente, Jandro se volvió a sentar a su lado, le habló otra vez con suavidad, la cogió por los hombros, le acarició la cara y el pelo, ella le miró, con grandes ojos de pena le dijo algo, él le contestó, siguieron hablando, ahora la cosa parecía más tranquila, hasta que vi que ella empezaba a sonreír cuando escuchaba lo que él le decía.

Mientras tanto, me di cuenta de que Noemí y Marga habían empezado su baile sin Aina, y tuve que repartir mi atención entre lo que hacían Jandro y Aina y el baile erótico de las otras dos chavalas.

Aina y Jandro estuvieron hablando un rato largo, yo me estaba perdiendo parte del baile, y, al final, ella le escuchaba como fascinada, y sonrió cuando Jandro le dio un besito en la mejilla en la que le había dado la bofetada.

Entonces, poco a poco se levantaron y se acercaron a nosotros. Jandro traía a la chavala cogida por la cintura, apretada contra él con un brazo, mientras con la otra mano le continuaba acariciando la cara. Es un milagro el poder que este chaval ha tenido siempre con las tías, pensé.

Mientras tanto, Marga y Noemí estaban acabando su baile. Los otros gitanos les habían hecho pasar de Aina, tenían ya prisa por llegar al final de todo aquello, y habían jaleado el baile de las chavalas hasta que se quedaron completamente desnudas bailando sevillanas.

Ellas se mostraron desnudas riendo, y luego se taparon con las manos el coñito. Estaban muy alegres, debían haber bebido bastante vino. Los amigotes de Jandro les tiraban billetes de diez euros, ellas se pusieron de nuevo el bikini y los recogieron.

Quico y Paco les dieron unos chupitos que habían preparado, y las chavalas se los tomaron. Ellos y los amigotes de Jandro también se sirvieron otros chupitos. Todos miraban a las chicas y se reían mucho. El aire estaba cargado de humo de tabaco, todos fumaban, y los amigos de Jandro lo hacían con unos puros que el Nicolás y el Tiburón les habían repartido..

Jandro dijo que arriba había un salón más íntimo,, preparado para bailar cuando había un grupo pequeño, como ahora. Subimos. Había una mesa con bebidas, unos sillones, la luz era tenue, había ambiente,

Pusieron música más lenta, rumbitas finas y provocadoras, para bailar agarrado. Había unas puertas abiertas, que daban a las habitaciones. Había cuatro, y, luego, un pasillo que a lo largo tenía otras puertas. Se ve que a veces Jandro debía tener muchos invitados en la casa.

Se oía la canción, una rumbita fina, algo así como "Rana, ranita, colita de rana, si no sanas hoy sanarás mañana..." Entonces las chicas demostraron lo colocadas que estaban..

Marga dijo que hacía mucho calor y se quitó el sujetador del bikini. Noemí hizo lo mismo. Ya os he dicho que estaban bastante bebidas, y sólo faltaban los chupitos que les dieron Paco y Quico...

Aina se quedó quieta, pero, entre risitas, Marga y Noemí le quitaron la camiseta y la parte de arriba del bikini y Aina se quedó como en la playa, sólo con la pequeña braguita del bikini. Estaba buenísima. Al ver que Jandro, a su lado, le miraba los pechitos sonriendo, hizo lo mismo, se los tapó con los brazos.

Marga fue hacia Paco, y Noemí hacia Quico, para bailar. Sin embargo, el Nicolás , aquel chaval de aspecto de simio, se adelantó y agarró a Noemí para bailar. Con un gesto duro la pegó contra él y empezó a bailar de una manera bastante patosa. Se notaba que sólo le interesaba apretar el cuerpo de la chica al suyo.

Noemí hizo un gesto como para separarse, pero no pudo. Miró hacia Quico, pero éste bebía y sonreía mirándoles, jaleando al Nicolás con olés a su gracia y a lo hondo de su baile.

Entonces Paco llevó de la mano Marga al Tiburón, y le hizo un gesto cómo invitándole a bailar con su chavala. Marga se dejaba llevar, como si no entendiese nada de lo que estaba pasando. El Tiburón no se hizo rogar, saltó del sillón, agarró a Marga, apretó contra él a la jovencita, igual que el Nicolás, y empezó a bailar con ella.

Todos jaleaban, daban olés y palmas . Los cuerpos de las chiquillas, con sólo las braguitas tanga del bikini, estaban apretados contra los cuerpos de los dos tíos por la fuerza de los brazos de estos, y los pechos de ellas se aplastaban contra los de ellos.

El ambiente se había cargado enseguida con el humo de los cigarrillos de los amigotes de Jandro, los aires de alcohol de las bebidas, y olor a sudor de ellos y a las fuertes colonias que usaban..

Jandro se puso al lado de Aina, agarrándola por la cintura, ella continuaba tapándose los pechitos con las manos, y se quedó mirándola, esperando que quisiera bailar, muy tranquilo y sonriente, como quien está muy seguro de su victoria, de lo que va a pasar.

A veces pasaba la mano por la espalda de la chavala, desde la nuca hasta las nalgas, al tiempo que la apretaba de lado contra él.

Aina estuvo un rato mirando enfurruñada como bailaban Marga y Noemí con el Nicolás y el Tiburón, cada vez más apretadas a ellos por la fuerza con que las abrazaban, mientras Quico, Paco, y los otros gitanos jaleaban enardecidos y batían palmas, acompañando la música y, entonces, poco a poco, vi que Aina bajaba las manos al costado y sus pechitos quedaban al aire.

Jandro se giró hacia ella lentamente, la cogió suavemente por la cintura, notó su piel ardiendo, pero al mismo tiempo como si temblase. La acercó a él, sin soltarla. Entonces Aina le miró con cara de animalito resignado y pasó las manos por sus hombros, como para bailar.

Él se pegó a ella, la apretó contra él poniendo las manos en su culo y apretándola contra su vientre, notó el contacto de sus pechitos aplastándose en su tórax, y empezó a moverse bailando.

Ella le siguió, él colocó su mejilla pegada a la suya y empezaron a bailar. Estuvieron bailando largo rato, y Aina se dejaba llevar mientras él la apretaba y la manoseaba, ella estaba como ausente, o cerraba los ojos o le miraba a él, tanto que no se dio cuenta de cuando los otros gitanos se llevaron a Marga y a Noemí hacia las habitaciones.

Jandro la tenía supertiesa, tíos, como una morcilla, ella tenía que notar aquel bulto enorme pegado a su vientre, pero si se dio cuenta, no se dio por enterada. Es una tía muy rara, nunca sabes lo que está pensando.

Estuvieron un rato largo así, ya os lo he dicho, y, entonces yo fui hacia una de las habitaciones en las que habían entrado los gitanos con las otras chavalas.

Entré por una puerta, miré dentro, y vi al Araña y otro gitano acabando de atar con pañuelos los brazos y los pies de Noemí a las cuatro esquinas de la cama.

La dejaron abierta en forma de X. Aquello quería decir que alguien había querido tirársela y ella se había resistido. Los gitanos me miraron y sonrieron. Me dijeron algo así como "Ahora verás, tío , pepinos para la putita!...".

Subieron el volumen de los altavoces que daban música a la habitación, hasta que las rumbitas apagaron los gritos de Noemí al sentirse atada a la cama.

Entonces vi que el Nicolás, el tío feo con aspecto de mono, se ponía junto a la cama, se bajaba el bañador hasta quitárselo, y de su vientre emergía una polla oscura, como un ancho morcillón negro, con unos cojones enormes y muy peludos.

Dejó su puro en un cenicero que había encima de la mesita de noche.

Entonces se abalanzó sobre la cama, echándose encima de la chavala, que, ya no parecía gritar, pero que lo miraba con los ojos desorbitados de terror.

El Nicolás llevó con su mano el morcillón que salía de su vientre a la entrada del coñito de la chiquilla, y le metió toda la polla, así, sin más preámbulos, a lo bestia. Le debió hacer daño al penetrarla así, de golpe, porque Noemí gritó mientras el tío se la metía.

Se dejó caer sobre ella, con su peso debía estar aplastándola, y, de forma brutal, moviéndose como un perro, se puso a follarla.

Supongo que Aina y Jandro oyeron el grito de Noemí, porque, enseguida, mientras yo miraba cómo se la tiraba el Nicolás, me di cuenta de que tenía a mi lado a Aina, bien agarrada por la cadera por Jandro, y los dos miraban al Nicolás tumbado encima de Noemí y follándosela.

Aina se quedó mirándolos, como absorta, muy impresionada, creo que como paralizada. Los miraba fijamente, como si no se creyese lo que estaba viendo. Jandro sonreía y apretaba a Aina de lado contra él, al tiempo que le musitaba cosas en la oreja que yo no podía oír.

Aina estaba inmóvil, mirando como el Nicolás se follaba a Noemí, ya te digo, como si no se creyese lo que estaba viendo. Jandro aprovechó entonces para bajarle la mano por la cintura, coger las cintitas de la braguita del bikini de la chiquilla por el costado y soltarlas.

La braguita cayó al suelo. Supongo que Aina se dio cuenta, pero no reaccionó, continuaba mirando como el Nicolás se tiraba a Noemí en la cama. Entonces, Jandro se bajó el bañador, liberó su barriga, y su enorme, larga y legendaria polla saltó hacia adelante, tiesa y ancha como un chorizo. Tenía también el sexo muy peludo y sus huevos eran enormes.

Agarró a Aina y se la llevó hacia otra de las habitaciones que estaban libres. Ella se dejó llevar por él, sumisa, como si todo aquello fuese más un sueño que una realidad.

En el salón ya no había nadie, los otros gitanos debían de haberse llevado a Marga a otra de las habitaciones, y, en efecto, oí otro grito en una habitación, me asomé, y vi al Tiburón, follándose a Marga, mientras la sujetaban Paco y otro tío desnudo, con un gran pene que le salía debajo de una considerable barriga.

Entré en la habitación de Jandro, y vi cómo llevaba a Aina, sujeta por la cintura, hacia la cama, los dos desnudos. Igual que las otras, la habitación tenía una luz mortecina y cálida, pero la música estaba bastante baja, las rumbitas no molestaban y daban un buen ambiente.

Aina estaba como encantada, como si fuese un sueño, y Jandro continuaba hablándole suavemente en la oreja. Ya te he dicho muchas veces que parece mágica la capacidad que tiene Jandro para camelarse a las jovencitas para follárselas sin que protesten.

Y piensa que, ya sabes, Aina era un caso difícil en este aspecto, tiene un carácter de mil demonios, aunque a veces tiene reacciones sorprendentes e inesperadas. Es imprevisible, ahora estaba como hipnotizada.

Cuando estuvieron junto a la cama, Jandro la empujó hacia atrás suavemente y la acostó. Estaba muy oscuro, la luz roja era muy floja, pero me parece que Aina le miraba fijamente, a él y a aquella cosa enorme que le salía del vientre. .

Se inclinó sobre el catre, y al ver que Aina no decía nada, sólo le miraba, Jandro se fue colocando encima de ella, se encamó con la chavala de una puta vez, como me dijo él posteriormente.

Jandro ahora ya no podía aguantarse. Si Aina se hubiera asustado al tumbarse sobre ella en la cama, si hubiese querido marcharse o resistirle, Jandro, se lo habría hecho por la fuerza, la habría violado, yo le habría ayudado a sujetarla, no tengo porque negártelo, ya sabes, cuando nosotros estamos salidos de verdad, nos lanzamos y no hay nada que nos pare..

Pero mejor que fuese así ¿no?

Jandro sólo atendía ya al cuerpo de la putita. Se dejó caer encima de ella, y notó todo su cuerpo debajo del suyo. La besó en los labios, le metió la lengua en la boca, y ahora ella le dejó hacerlo, continuaba estando como paralizada.

Le abrió los muslos -los tiene fantásticos, muy blancos, bien formados, esbeltos, suaves-, y se colocó en medio.

Volvió a besarla, ahora vi que Aina también apretaba un poco sus labios, como si empezase a participar ella también. Le mordió el cuello, y, eso sí que siempre es superguay, Jandro le chupó lo pezones de los pechitos.

Entonces tal cómo tenía que hacerlo, supongo que ya no se podía esperar más, le tocó el sexo hasta encontrar la rajita

Y cuando lo encontró, Jandro cogió su enorme polla con la mano y la llevó a la entrada del coñito de Aina.

Con la mano la dejó metida un poco, justo en la entrada, y entonces se fue hacia adelante, lamiéndole los pechos y el cuello, para volver a besarla, al tiempo que hacía que su morcilla se fuese metiendo en el chochito de la chavala.

Supongo que Jandro notó como si no pudiese pasar, te recuerdo que a Aina hasta entonces sólo se la habían metido una vez, y la polla de Jandro es bastante más grande que la de Chingo, es enorme, ya os lo he explicado.

En aquel momento apretó hacia adelante con la pelvis, pegó un empujón hacia arriba frotándose con el cuerpo de la chavala, y supongo que sintió como de golpe su polla vencía aquella especie de resistencia y se metía toda rápidamente dentro del cuerpo de la rubita paya.

Entonces Aina dio como una sacudida, cuando el morcillón de Jandro entraba por completo en su coñito, como arqueando el cuerpo hacia arriba, y pegó un grito tremendo, como si estuviesen degollando un cerdo, dejando ir después unos terribles alaridos, como si algo le hiciese mucho daño.

Sí, supongo que la polla de Jandro le hizo bastante daño al abrirse camino dentro de ella, al penetrarla con esa violencia.

Supongo que para Jandro fue chulísimo, porque al oír que ella se quejaba y gritaba como un cochino degollado, se dio cuenta de que la había desvirgado por segunda vez, que le había hecho mucho daño al metérsela, al clavársela hasta lo más hondo, porque suelen pegar un gritito o quejarse cuando se la meten por primera vez, les hace más o menos daño, pero si alguien les mete una polla enorme, la de Jandro parece la de un caballo, les hace más daño, y entonces gritan de dolor y terror como hizo Aina.

El pene de Jandro le hacía mucho más daño que el de Chingo cuando la había desvirgado hacía unas semanas.

Pero yo ya sabía que Jandro, cuando oye gritar a las putitas que desvirga, se excita mucho más, se vuelve rabioso, y vi como él se iba completamente, se volvió como loco, me parece que se transformó en una especie de perro o de caballo salvaje, en una fiera desbocada…

Empezó a moverse como una bestia furiosa encima de Aina, más violentamente que como había visto que lo hacía el Nicolás con Noemí, y le pegó unos movimientos tremendos, de arriba a abajo, arriba abajo, adentro afuera, adentro afuera, como si se hubiera vuelto mil veces loco, era como un monstruo rabioso, besándola, mordiéndola, chupándola, y más, pellizcándola, tocándola, destrozándola como una bestia salvaje su presa.

Entonces él no se daba cuenta, pero se lo he explicado yo, que al cabo de un ratito de que él estaba en ese plan, follándosela salvajemente, Aina se le enganchó a él también, había dejado de llorar y de gritar, y después de gemir un ratito se abrazó al Jandro, le besaba, le mordía, le clavaba las uñas, gritaba, se estremecía…

La putita estaba también como enloquecida, gemía, jadeaba como si no pudiese respirar, no me extraña, tenía al Jandro encima de ella, a veces dejaba ir unos grititos, como si le volviese a hacer daño, se movía, cruzaba los muslos encima de los de él…

Mirar a Aina era como ver una gatita salvaje a la que la se estaba tirando un perro enloquecido. Fue todo increíble.

Jandro me ha explicado después que pocas veces había sentido nada igual con una putita paya, y mira que se las ha tirado a montones, muchísimas, ya sabes, le enloquecen las chavalas, aprovecha las que se le acercan por ser un artista de moda, le encanta estrenarlas y enseñarles cómo folla un macho, ver la carita de sorpresa que ponen cuando, antes de que se den cuenta de lo que está pasando, Jandro se la había metido bien adentro a Aina... ¡Cómo le moló tirarse a la rubita!

En un momento dado explotó, noté por sus movimientos y sus gemidos que Jandro se iba, que ya se iba a correr, y como empezó a gritar y a moverse frenéticamente a gran velocidad, me di cuenta de que su polla estaba soltando ya todo la leche que tenía en los huevos dentro del vientre de Aina.

No se cuanto duró, me pareció que fue mucho tiempo, que el semental tuvo un orgasmo larguísimo, que parecía que no se acababa nunca.

Era algo terrible, tremendo, se transformó en un monstruo inhumano, aún más desquiciado, gritaba, aullaba, me parece que hasta rugía, hasta casi me asusté, pensé que le había dado un ataque de algo, su polla no dejaba de soltar semen a borbotones, como una fuente, dentro del vientre de Aina, mientras entraba y salía de su sexo a gran velocidad, clavándosela cada vez más adentro, más profundamente a cada espasmo…

Ella también explotó cuando él se corría dentro de ella, y empezó a gritar, gemir y a moverse violentamente, se ve que disfrutó mucho, parecía que se volvía loca de placer al tiempo que el peso de él hacia que se sintiese como asfixiada, su barriga la aplastaba, pero eso aún la hacía gozar más, según le contó posteriormente a Noemí y a Marga.

Aina no se dio cuenta del estado bestial y salvaje en el que Jandro estaba, porque ella se puso igual cuando le llegó el orgasmo al sentir el semen de Jandro inundando su vientre cuando él se corrió dentro de ella.

Aina estaba también como loca. Le dejó al Jandro las uñas clavadas en la espalda y los dientes marcados en el cuello, parece que ella también se trastocó tremendamente,

Jandro se transformó en una especie de tigre salvaje. Recuerdo que luego él, cuando los dos dejaron de moverse, estaba sudando, estirado encima de Aina, bañados los dos en un mar de sudor, como si se hubiesen duchado juntos, sin poder respirar nada, jadeando, ella tenía el cuerpo de él abrazado con sus muslos y sus piernas…

La polla de Jandro estaba todavía dentro de su vientre, tal vez aún la tenía hinchada, y, entonces, se volvió de lado, sacándosela poco a poco, la tenía mojada de color blanco, de la leche que había soltado dentro del sexo de la chavala y se quedó estirado junto a ella, cogidos de la mano…

Entonces yo fui a tirarme a Noemí, no tenía a nadie encima, y a Marga todavía se la estaba follando alguien.

Fue muy chulo follármela, tiene un cuerpo que te la pone tiesa mil veces seguidas, pero estaba bastante ida, como fuera de sí, como si todo le fuese igual. Cuando acabé, me quedé algo dormido, hasta que me despejé.

Me vestí, y salí de la habitación. Todos estaban en el salón, estaban todos vestidos porque era tarde para las chicas, teníamos que irnos pronto.. Aina estaba sentada junto al Jandro, hablando con él, la tenía cogida por los hombros y tenía la otra mano en el muslo de ella.

Ella le pasaba el brazo por la cintura y apoyaba su cabeza en el hombro de él. Parecían entenderse perfectamente, ya os he dicho varias veces que es sorprendente la magia que tiene Jandro para camelarse a las jovencitas. Él dice que es brujo, y me lo acabaré creyendo. Ella me miraba algo enfurruñada, parecía como si le estuviese hablando de mí a Jandro.

Él también me miraba, y le sonreía a la chavala. Aina se estaba comiendo un bocadillo de jamón y una coca-cola, y él se estaba tomando una cerveza.

Noemí y Marga estaban sentadas juntas en un butacón, como muy abatidas. Estaban vestidas y estaban muy pálidas.

Creo que Noemí estaba medio llorando, tenía los ojos enrojecidos. Supongo que no les había hecho ninguna gracia que el Nicolás, el Tiburón y los otros amigotes de Jandro, incluso yo, las violasen, además de tirárselas Quico y Paco.

Pero sabían que no podían hacer ni decir nada. Ni Noemí le podía explicar nada a su madre de lo que le había pasado, cuando esta volviese a casa, si volvía, más allá de las doce de la noche, ni Marga le podía decir a sus padres que no había estado en casa de Noemí y en la playa de Badalona con gente de la peña.

Estaban atrapadas, ninguna de las dos le podía explicar a sus padres que les habían estado engañando, ninguna de las dos les podía decir algo tan extraño como que las habían follado un grupo de tíos en una torre de Santa Susana, cuando se suponía que ellas estaban con sus compañeros en la playa de Badalona.

Le pregunté al Cobra cómo había ido, y me explicó que fabuloso, que los amigos de Jandro se lo habían pasado superguay, igual que ellos, que él había aprovechado para tirarse a Noemí además de la suya, Marga, y, al revés, Quico se había tirado a la suya y también había probado a Marga.

Y me dijo también que tanto el Nicolás como el Tiburón se habían tirado a las dos, se habían follado tanto a Noemí como a Marga.

Después, poca cosa más. Los amigotes de Jandro hablaron entre ellos, se rieron a carcajadas, sacaron sus carteras y, cada uno de ellos le dio unos billetes al Cobra. Este se acercó a Noemí y a Marga y le dio cien euros a cada una.

Ellas no querían coger los billetes, pero Paco y Quico hablaron un poco con ellas, no se que les dijeron, pero las convencieron y se guardaron el dinero

Jandro se sacó unos billetes y se los puso en la bolsa a Aina. Ella quiso devolvérselos, pero él le paró la mano, e hizo que los volviera a poner en la bolsa, al tiempo que le volvía a decir unas cosas en la oreja. Ella sonrió, y no insistió en devolver el dinero al Jandro.

Luego nos fuimos a llevar las chavalas a sus casas en Badalona, ya he dicho que era tarde. Los amigos de Jandro se quedaron en la torre, al parecer les iban a traer unas putitas rusas de un club de las afueras de Lloret para acabar de pasar el día y seguir por la noche.

En el coche, el enorme Volvo de Jandro, íbamos los seis, Paco conduciendo a alta velocidad por la autopista hacia el sur, burlando con su detector los conocidos radares de la zona, a su lado Quico, y detrás Marga y Noemí junto a una ventanilla, Jandro en el centro, con Aina sentada encima de él, y yo en la otra ventanilla. Jandro tenía sus manos en los muslos de la chiquilla, y me di cuenta de que a veces le acariciaba el sexo y ella se estremecía.

Jandro tocaba a Aina, ella le dejaba hacer, y Noemí y Marga estaban como agotadas, como sorprendidas, y a veces hablaban con Paco y Quico.

Sólo me pareció entender que ellas les decían que sus padres no tenían que enterarse de nada de lo que habían hecho, y, ellos, sonriendo, les decían que no se preocupasen, que ellos no les iban a decir nada, pero que se guardasen bien el dinero, que si sus padres se lo encontraban les preguntarían de dónde lo habían sacado.

Pero lo que más me sorprendió era lo acaramelados que se veían Jandro y Aina. Pocas veces le he visto tan colado por mimar una chavala. Me di cuenta que se había encoñado muy rápidamente con esta putita. Yo ya conocía a Jandro, los encoñamientos de este tipo le suelen durar un par de meses, hasta que se cansa de la chavala o conoce otra muñeca que le atrae más.

Como dice él, es mucho más barato cambiar de putita que de coche…

Los padres de las chavalas no se enteran nunca de nada, pero entre los tíos y tías de más o menos nuestra edad, lo que ha pasado entre las tres jovencitas y nosotros ya lo sabe todo el mundo…, los rumores han corrido, alguien lo ha explicado, pero sólo que se entienden con unos tíos gitanos, nada más, supongo que lo deben haber explicado las mismas Marga y Noemí, porque les gusta presumir siempre de que son muy lanzadas y atrevidas. .

Pero bueno, ya os lo imagináis, a mi me encanta que todo el mundo sepa que nos hemos tirado a esas pibitas pijas que están tan buenas y se creen tan listas.

Pues mira, ahora ya lo sabéis todo vosotros también.

"Garganta Profunda"

Badalona, Febrero de 2005

 

 

 

 

Serie Aina.

Publicadas:

HISTORIAS DE AINA – 1: A Aina la ha desvirgado Chingo

Publicada en Todorelatos 24 enero 2005 Categoría Primera Vez

HISTORIAS DE AINA - 2: A Aina se la ha llevado Jandro al Corral Negro

.En preparación:

HISTORIAS DE AINA – Final: Aina, memorias de virgen a putita (Título provisional)

En la 3º parte Aina explicará por fin personalmente quién, cómo y cuándo la desvirgó realmente, y su versión de todas sus historias eróticas que conocemos, y tal vez otras que desconocemos.

Historias de Aina – 3 (¿?): Una de las revelaciones que nos está haciendo Aina en la entrevista-relato que le estamos haciendo, sobre una historia que desconocíamos, puede dar origen a otro relato individualizado, que sería anterior al capítulo final

 

HISTORIAS DE AINA – 2

 

20 Febrero de 2005

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