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Crónicas lesbianas: mireia, mi joven amante

en Lésbicos

CRÓNICAS LESBIANAS: MIREIA, MI NUEVA AMIGUITA Y AMANTE                                              

La esperé en la puerta del garaje, un lugar discreto, cuando habían acabado el horario de trabajo. Desde que yo había llegado de directora a la empresa, procedente de la central de México, Mireia era la joven muchacha de la oficina que más me había impresionado,  no podía dejar de mirarla sin quemarme de deseos de tomar aquel cuerpo, aquellos muslos, aquellos labios, aquella piel y hacerlos míos… Al final un día me acerqué a ella en el bar en el descanso para el almuerzo, aprovechando que en aquel momento estaba sola, y le dije que la esperaría a la salida, que iríamos a tomar algo en un bar del puerto deportivo.

Ella me miró con miedo y ansiedad, y asintió con un leve gesto de la cabeza.  Al fin y al cabo muchas de sus compañeras disfrutan y juegan experimentando con ciertos juegos lésbicos sobreentendidos, aunque la mayoría luego tengan los novietes habituales. Y yo no oculto en ningún momento mis tendencias sexuales, por lo que Mireia supongo que imaginó enseguida el motivo de mi invitación, ya que no le debían haber pasado desapercibidas mis miradas y mi amabilidad con ella.

De todas formas  yo sabía que no sería difícil acostarme con ella,  porque es una joven muy agradable que siempre me sonríe cuando la trato de forma amable y parece estar dispuesta a complacerme en todas mis recomendaciones e instrucciones relacionadas con su trabajo. Y además, claro, ya sé que no debo ocultarlo, es la verdad, dentro de un mes debo renovar su contrato inicial de tres meses en nuestra empresa. De momento la he pasado al círculo interior de ayudantes de secretaría más cercanas a mi despacho. La secretaria sénior, su jefa directa, no parece muy convencida de las cualidades laborales de Mireia, pero como es tan lesbi como yo –nos reconocemos enseguida entre nosotras- y ella también tiene sus, digamos, favoritas, en la empresa, no tenía ningún inconveniente en facilitar, sonriendo, que yo hubiese elegido a la chica nueva de la oficina como objeto de mis atenciones y deseos sexuales. En resumen, que Mireia era territorio de caza mío, y punto, que para algo soy la directora, faltaría más. 

Entramos en un edificio de apartamentos del barrio marítimo, en el que tengo un estudio alquilado. Está amueblado a la perfección y tiene una vista espléndida sobre la playa de la ciudad.  Mireia sonrió al fijarse en el nada disimulado telescopio –con visor nocturno de infrarrojos incluido- que tengo instalado en la terraza enfocado a la playa y que tanto divierte a mis amigas cuando las invito a ver ciertas orgías nocturnas que podemos detectar en la playa ocultas en la cómplice oscuridad de la noche.  Me acerqué a la muchacha con un mojito doble en la mano, y brindé con ella por nuestra amistad y por, -se estremeció cuando se lo dije-, por sus ojos, su cuerpo, sus labios, sus muslos y lo guapa que es… Puse música lenta, me aproximé a ella y la tomé de la cintura para bailar. No supo decir que no, y poco después estaba con ella apretada a mi cuerpo, mientras le musitaba palabras cariñosas al tiempo que pasaba mis manos por todo su cuerpo, la manoseaba, la palpaba, acariciaba, pellizcaba… Y, oh, sí, al final, la besé apretando mis labios en los suyos venciendo sus dudas evidentes, con la lengua le abrí los labios y la introduje en su boca,  buscando y acariciando la suya al mismo tiempo que le quitaba la camiseta y le bajaba el mini short haciendo que  cayera al suelo… Ahora ya la acariciaba y apretaba su cuerpo casi desnudo…

Aún tenía el sujetador y la braguita puestos, pero iba a ser por poco tiempo. Pronto la tendría ya desnuda encima de la cama sin que pudiese evitarlo,  mientras yo me quitaba la ropa con gran lentitud y parsimonia mientras le seguía sonriendo, supongo que con el brillo cruel de la araña cazadora en mis ojos… La sujeté por su cintura desnuda y me la llevé tranquilamente al dormitorio. Estaba en penumbra, pero la luz que entraba por las cortinas me permitía ver perfectamente la cama que nos estaba esperando. La muchacha se quejaba con una mezcla de nerviosismo y ansiedad temiendo lo que sabía que le esperaba pero sin poder hacer nada por evitarlo, seguro que fascinada al sentirme tan cerca de ella dispuesto a primero desvirgarla y después follarla a fondo con mi juguete favorito, el arnés de doble pene y textura absolutamente real que es el más moderno producto de los sex-shops del mundo para chicas lesbis como yo… Me coloqué a su lado. Me acerqué a ella. Y pasé mis  brazos por sus hombros. Su piel clara y suave, contrastaba con la mía, morena y dura. Sus ojos eran de color gris, llevaba el cabello suelto, gemía supongo que de angustia y placer cuando yo pasaba la lengua por su cuello y le daba pequeños mordiscos y chupetones como si fuese un vampiro…

Y jugamos, durante un tiempo indeterminado, la besé, la acaricié, probé su sexo con mis dedos, pellizqué sus pezones, mordí su cuello, la hice gemir y gritar de placer….

Me coloqué el arnés, bien sujeto a mi cadera y con uno de los penes artificiales, bien introducido en mi vagina. Empecé a sentir el agradable calor y picor del gel lubricante y excitante que había extendido en las dos partes del juguete, la mía y la que pronto iba a estar dentro del cuerpo de la muchacha.

Lentamente, poco a poco, con la gran delicadeza que te dan los años y la experiencia en seducir putitas como ella, la coloqué en la cama dándole pequeños mordiscos en el cuello, cara y pechos como si yo fuera una ávida vampira draculina,  y me desnudé por completo a su lado,  viendo que sus ojos chispeaban de curiosidad y expectación al ver  el  pene de material sintético en gran erección dominando mi vientre y mi depilado pubis bien sujeto por el arnés.Me senté en la cama, me estiré junto a ella, puse mi mano en la suya, acaricié sus muslos y me giré de costado hacia la jovencita. Le quité suavemente a Mireia el sujetador del bikini, acaricié y apreté sus tetas, pellizqué sus pezones, los chupé como si fuera mi mamita y yo su bebé, mientras ella me miraba, apretaba los labios, entornaba los ojos y gemía. Me incliné más hacia la muchacha, musitándole las más dulces y a la vez sucias palabras que me podía inspirar la magia del deseo y del sexo. Deposité mis labios en los de Mireia, la besé e introduje mi lengua en su boca para jugar con la suya… ¡Qué delicia aquel jugoso dulzor a goma de mascar con gusto a melón y vainilla en la boca al tocar la lengua de mi joven ayudante!

Era como estar  poseyendo una joya de museo. Después de unos momentos besando , lamiendo y acariciando la boca, la cara, el cuello, los pechos, y los brazos de la jovencita, fui poco a poco bajándole la braguita  por sus muslos, las rodillas, los tobillos, hasta dejarla por fin completamente desnuda. Pasé mi mano por su sexo, y noté como ella volvía a gemir y se estremecía. Lo acaricié suavemente, introduciendo un poquito mis dedos hasta localizar y apretar con delicadeza su clítoris... La respiración de Mireia se agitó... Empecé a lamer su sexo, frotando mi lengua contra su pequeño y sonrosado clítoris y pasándola luego por la parte interior de su sexo… La jovencita gemía y su cuerpo ardía mientras temblaba y apretaba mi cabeza contra su vientre… Mojé mis dedos en mi saliva y los introduje suavemente en el sexo de la chica, humedeciendo su interior aumentando el efecto del gel que había extendido en el pene destinado a introducirse en ella,  para poder penetrarla  más suavemente, sin que casi se diese cuenta.

Los gemidos fueron un poco más fuertes, y me miró con los labios abiertos esperando los míos. Separé sus encantadores y mórbidos muslos poco a poco, suavemente, y con naturalidad me coloqué en medio, y fui descendiendo hacia su cuerpo mientras la besaba y acariciaba. Mireia ardía, me abrazaba y correspondía a mis caricias. Con la mano orienté la punta del  pene exterior  y lo  coloqué en la entrada de la vagina de la muchacha. Mireia cruzó sus muslos abrazando mi cadera y mis piernas. Empujé hacia adelante y empecé a introducir mi pene, en el cuerpo de la nena...

Y se deslizó suavemente dentro de su vientre, Sin gran resistencia, noté que cedía un leve obstáculo, rompiendo aquella pequeña barrera que obstruía la penetración del pene... Sentí que el cuerpo de la jovencita se estremecía, se tensaba y dejó ir un grito seguido de unos gemidos al sentir el desgarro que el órgano sintético acababa de provocar en su sexo… Ahora Mireia ya no era virgen, ya no tenía ningún himen que romper, lo acababa de hacer en aquel momento mi verga de goma especial... Sus labios jugosos aplastados en los míos, su lengua frotándose con la mía... Mis manos apretándole el culo, presionándole las tetas, pellizcándole los pezones... Mi cadera moviéndose adelante y atrás, haciendo retroceder el pene y volviendo a clavarlo cada vez más profundamente mientras el que yo tenía dentro de mi vagina se clavaba cada vez más profundamente en mi cuerpo... Ella gemía de ansiedad, de gozo, me abrazaba, apretaba sus muslos contra mi cuerpo... ¡Qué locura de placer, que agonía de posesión y éxtasis...!

Y llegué al final, no pude esperar mucho, llegué a la culminación. Me estremecí, y moviéndome como una yegua cimarrón desbocada, gocé como pocas veces había gozado, al tiempo que notaba que al correrme espectros húmedos pasaban al interior del sexo de la jovencita. Y, supongo que por la violencia de mis movimientos, mis gritos, mis aullidos, Mireia pegó también de nuevo un grito, seguido de otros mezclados con gemidos, y una serie de convulsiones que me revelaron que la joven también había llegado a su primer orgasmo conmigo.  Unos minutos después estábamos las dos estiradas en la cama, abrazadas de costado. Descansábamos, nos tocábamos, mientras nos dábamos besitos tiernos y nos lamíamos la cara mutuamente, como dos gatitas ronroneando en su tejado. Pronto ella  tendría que marchar, Mireia tenía que volver a casa...

 Mirando a su cara mientras nos vestíamos, mientras ella se volvía a poner la braguita, por primera vez vi una especie de destello de miedo en sus maravillosos ojos. Y le dije: 

- Tienes un cuerpo muy bonito, nena… Me ha encantado haber follado por fin contigo…

Mireia me miró, con ojos turbios, llena de sudor, completamente despeinada, y musitó con voz muy floja:

-Oh, no te preocupes, Tatiana, me ha gustado mucho...

Se giró hacia mí, me besó en los labios, me miró a los ojos con un destello de picardía y me dijo.

-Tenía ganas de hacerlo, ¿Sabes?, La mayoría de mis amigas ya lo habían hecho alguna ves, con un tío o con una tía… Y algunas lo hacen con tíos y tías…

En todo esto, mime había vuelto a excitar y a desearla.. La agarré por la cintura, la desnudé de nuevo y con un gesto duro, la arrojé encima de la cama. Me volví a colocar encima de ella, le abrí los muslos y me coloqué en medio. Ella sabía lo que íbamos a hacer, me sonrió y me abrazó besándome con toda su pasión. Le musité al oído, mordiéndole la oreja:

-Volvamos a follar otra vez, putita... – frase que le provocó una extraña sonrisa…

Y sin poder contenerme introduje de nuevo mi pene de goma  en el interior de su cuerpo y ella correspondió enseguida a mis caricias apretando con fuerza con sus manos mi culo contra su vientre mientras de nuevo se ponía a respirar con dificultad y gemía de placer y deseo...Le dije casi sin voz:

-Qué buena que estás, mi perrita…

Y los dos nos perdimos de nuevo en las profundidades de los placeres de los cielos y los infiernos hasta quedar exhaustas...

 

Han pasado tres meses,  Mireia continua siendo mi amante y – con el obligado acuerdo irónico de la secretaria sénior-, también mi secretaria asistente personal-,  pero me temo que le voy a ser infiel, intentaré que no lo llegue a notar demasiado… En el club al que voy a hacer natación tres veces por semana, he conocido una joven inglesa pelirroja y pecosa, Maggie,   que es un encanto… Nos hemos hecho muy amigas porque las dos hablamos en su idioma, ella no conoce aún demasiado bien el español, y esta tarde me he atrevido en el vestuario del resort  a besarla suavemente en los labios y ella ha cerrado sus bellos ojos y me ha correspondido… La he invitado a venir conmigo el sábado y el domingo a una excursión a una cala de la Costa Brava donde hay un camping nudista en el que tengo alquilado un bungalow en medio de un paisaje maravilloso cerca de la playita, y ella ha aceptado, sus padres están en Londres todo el fin de semana… Y cuando ha aceptado le he pellizcado un pezón y me ha sonreído…  Mireia no es problema, los fines de semana los dedica a salir y verse con un noviete de su edad muy guapete que tiene ahora…

Pero este tema de Maggie, mi inglesita pelirroja  va a ser otra historia, tal vez pronto os la cuente dentro de algún tiempo… 

 

Barcelona, Agosto de 2014

 

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