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Bachata de Elisenda y el Elefante Negro

en Interracial

Bachata de Elisenda y el Elefante Negro: sudor, sexo, semen.

(Nueva versión ampliada y reformada de un antiguo texto mío)

Elefante: animal mamífero de cuerpo enorme y larga trompa

Transcripción literaria del relato oral que me hizo el Chacal

Cuando nos corrimos esta orgía, Elisenda, una chavala que está buenísima,  acababa de hacer el segundo curso de secundaria en el mismo instituto de una ciudad vecina de Barcelona que Nuria, Andrea y yo mismo. Todo lo que ahora os voy a explicar, en cierta forma lo organicé yo, pero ni una palabra de mi nombre, ya sabéis, mis padres no saben nada de mis amigos, la Fraternidad de los Animales, son los boss, los que mandan en las calles de nuestros barrios, y  me están haciendo las pruebas de “Cachorro” en la banda, para poder ser todo un Animal como ellos. Me han puesto el nombre de Chacal, por la forma siniestra, dicen, que tengo de reír y mirar.

Sí, aquel día nos esperaban el Elefante Negro, el más bestia, nuestro macho alfa, un chico negro de origen caribeño muy gordo y violento que es el jefe supremo de la banda, entre otras cosas porque tiene el pene más grueso de todos,  y el grupo de Animales que siempre va con él… Yo les había prometido que les presentaría unas chavalitas de mi instituto que estaban pidiendo marcha a tope…  Esperamos en el piso de Nuria en el barrio situado entre el río y el mar poco tiempo, porque al poco rato vimos llegar la furgoneta del Elefante Negro y otro vehículo con el resto de sus amigos y suficiente espacio para llevarnos a nosotros y a estas muchachitas que van a ser pronto nuevas Tigresas, que es como llamamos a las  hembras de la Fraternidad de los Animales.

Nuria –la jovencita que ha empezado salir con el Loco, aunque a veces que pasa bastante de él-, y Andrea habían conseguido convencer a su amiga Elisenda, que estaba allí, desconfiada, como es siempre esta chavala, mirándonos con cara de pocos amigos. Pero, también como siempre, estaba buenísima, llevaba una especie de camisa anudada por delante, con toda la cintura y el ombligo desnudos, y unos pantaloncitos cortos, todos los muslos al aire, casi se le veían las nalgas y se le marcaban todas las formas. Elisenda sabía bien quien es el Elefante Negro, aunque a ella, aparentemente, le gusta un tipo de gente muy diferente, es bastante pija, en el instituto sólo habla con los típicos chicos guapitos que no son más que unas nenas con pene que no saben como utilizarlo. Pero la novedad de conocer a un chico negro con fama de ser el gamberro más peligroso del barrio la hizo venir finalmente con nosotros, ya sabéis lo que se dice, la curiosidad mató al gato.

A Elisenda la llevé directamente a la furgoneta del Elefante Negro, abrí la puerta y la metí en el vehículo. Quedó en medio. Ella iba en el centro, el Elefante Negro en una ventanilla, con su típica gorra roja de beisbol con la visera en la nuca, camiseta amarilla y pantalones tejanos abombados, enseguida se quedó mirando los muslos y el ombligo de Elisenda, con una sonrisa sorprendida y burlona al ver que estaba tan buena como yo le había dicho y  pensar que seguro se la iba a coger tan ricamente. Yo quedé en la otra ventanilla. Delante iban dos de sus amigos, con gafas negras, el Marrajo un tío raro al que le gusta morder a las chavalas y el Simio, conocido por ser un chaval simpático, pero terriblemente feo, con aspecto más de mono que de humano.

Los demás se repartieron en los dos coches. Todo fue muy rápido, no queríamos que algún vecino nos viera y empiece a murmurar que sus hijas salen a divertirse con los pandilleros que todos temen y odian, o sea, nosotros… Antes de que a Elisenda le entrase el pánico y nos organizase un espectáculo en el coche para que la dejásemos bajar al verse rodeada de tantos chicos con aspecto peligroso, yo le presenté al Elefante Negro, pero sorprendentemente ella estaba relajada, y vi que observaba a nuestro líder con curiosidad.  Yo pensé que Elisenda se enfadaría enseguida, porque el Elefante Negro no dejaba de mirarle el cuerpo y de sonreír, pero empezó a decirle cosas a la putita, con esa voz tan profunda que él tiene, que impone respeto, a preguntarle su nombre, donde vivía, y otras cosas, a darle conversación a la jovencita, en resumen. Supongo que Elisenda se sintió tranquila, porque, de nuevo para mi sorpresa, ella le contestaba, e incluso, cuando ya íbamos por la autopista hacia la costa norte, sonrió y se le escapó una risita cuando él hizo una broma tonta sobre una pareja de aspecto pijo que iba en un coche descapotable que nos adelantó a gran velocidad...

Eso sí, me di cuenta, cuando llegábamos a la población de costa a la que íbamos, de que el Elefante Negro, le dijo a Elisenda que ya estábamos en la playa, y la sujetó de la mano, como quien no quiere la cosa, pero ella enseguida se soltó.  Y, después, cuando entramos con los coches en el jardín del antiguo camping medio abandonado en el que la banda tiene su refugio, él le dio una palmada en la parte interior del muslo que tenía más cercano, diciéndole que ya estábamos en casa, y ella se quedó mirándole fijamente. Nunca sabes lo que pasa por la cabeza de Elisenda, pero creo que ya entonces él le había caído bien, porque me di cuenta de que su atención estaba fija en el Elefante Negro, supongo que en aquel momento lo consideraba una especie de tío desagradable de aspecto pero simpático que le daba seguridad. El Rata llevaba a su putita, Nuria, agarrada por la cintura desnuda, y el Loco hacía lo mismo con la suya, Andrea. Los otros amigos del Elefante Negro se las comían con los ojos, ellos ya sabían para qué se las habían llevado al camping. Rata y Loco estaban contentos, ya que todos los “amos”  de la Fraternidad de Animales del Elefante Negro sabrían agradecer el haberles puesto a su disposición a las pavitas.

Elisenda bajó por el lado de Elefante Negro, porque él la tomó de la mano para ayudarla a bajar. Ella se soltó enseguida, pero se quedó al lado del Elefante. No sé qué le dijo él a la oreja, porque ella sonrió, y le contestó, pero yo estaba al otro lado del coche y no les oí. Pasamos por el bosque de tiendas medio montadas y viejas caravanas, y entramos en la torre destartalada por fuera que había sido el edificio social y centro de dirección del camping. Hay un gran salón que parece ser una especie de antiguo comedor, que conserva unas mesas con unos butacones a su alrededor y algunas sillas en los rincones. El Elefante Negro dijo que iríamos a la playa, que queda muy cerca de la torre por un pequeño camino de tierra, y que es casi privada, la gente no se suele aventurar por aquí fuera de la temporada central del verano porque saben que suele haber gente de la banda en el camping y prefieren ir a zonas de la playa en las que bañarse con sus novias sin riesgo a las miradas o provocaciones de mis hermanos animales, que se disparan en cuanto ven una chavala que esté buena desnuda.

El Elefante Negro y sus amigos subieron a las habitaciones del piso superior, que tiene preparadas para dormir en ellas cuando les de la gana, dijeron que a cambiarse para ir a la playa a bañarse con nosotros. Nosotros les dijimos a las chicas que dejasen la ropa y las bolsas en los butacones, porque ellas ya llevaban los bikinis puestos. Nosotros hicimos lo mismo, dejamos la ropa en otro de los butacones. El Rata, el Loco y yo nos quedamos con sólo nuestros bañadores puestos. Salimos afuera, unas mujeres que cuidaban y vigilaban la casa, familiares de uno de los boss de los Animales,  nos trajeron unas colas y unas cervezas, y esperamos a que bajase el Elefante Negro. Poco después apareció de nuevo en la planta baja con sus amigotes. Él estaba impresionante, se había puesto un bañador que dejaba adivinar la forma de su pene y sus testículos, se le veía bastante gordo, últimamente le había crecido aún más la barriga, la buena vida de discoteca, birras y sexo constante. Las chicas se los quedaron mirando, impresionadas al ver el grupo. Me di cuenta que, de reojo, Elisenda no dejaba de mirar el cuerpo casi desnudo del Elefante Negro.

Bajamos hacia la playa. La zona delante de la casa, ya en la playa libre, estaba naturalmente desierta, tal como yo había supuesto. Al Elefante Negro ya os he dicho que no le gustan las miradas indiscretas, y  lo saben. Se veía gente en la playa, pero lejos de donde estábamos nosotros. Extendimos las toallas cerca de la orilla. Dos mujeres bajaron unos parasoles para el Elefante Negro y sus amigos.  El Simio llevaba una máquina de video, y se pasó todo el rato grabando a las chicas, de cerca y con el zoom. El Elefante Negro debe tener una buena colección de fotos y películas de las tres chavalas de aquel día. Hacía mucho calor. Pero fue muy chulo, Andrea, Nuria y Elisenda estaban – y siguen estando- las tres muy buenas.

Iban hablando los dos delante mío, y vi que, de pronto, el Elefante Negro le pasó el brazo por detrás y la agarró por la cintura, como quien no quiere la cosa. Elisenda se soltó y le miró con una sonrisa pícara, aunque siguió caminando a su lado, no se apartó.  Me parece que estaba más enfadada con Nuria y Andrea al ver que la habían metido en un lío al salir con  gamberros como nosotros. Primero nos bañamos, pero después, cuando nos pusimos en las toallas a tomar el sol, Andrea y Nuria se quitaron la parte de arriba del bikini, el Elefante Negro,  sus amigos y nosotros no dejábamos de mirarlas, y ellas nos dijeron que se nos iban a gastar los ojos si las mirábamos tanto. A Nuria y Andrea siempre les ha gustado notar como las miramos los tíos. Son unas putas para ser tan jovencitas, pero están muy buenas, y ellas lo saben, igual que Elisenda. Al Elefante Negro se le iban los ojos mirando a Elisenda, sus tetas en punta son increíbles, aún llevando como ella el sujetador del bikini, no se lo había quitado como Nuria y Andrea, hasta que las dos, jugando en broma, se lo quitaron y escondieron, dejándola también sólo con la pequeña braguita del bikini, igual que ellas.. Elisenda se daba cuenta de que el Elefante Negro no dejaba de mirar con una cara muy excitada y sudorosa su cuerpo, prácticamente desnudo del todo, sólo llevaba el tanga del bikini, y parecía medio enfadada o enfurruñada, como siempre en el instituto cuando los chicos intentan ligársela.

Nos volvimos a bañar y tomar el sol. Vi al Loco y al Rata haciéndole comentarios a Nuria y Andrea. Algo tramaban, porque ellas asintieron con la cabeza al tiempo que dejaban ir unas risitas maliciosas y todos miraban a Elisenda y al Elefante Negro. Los amigotes de él no dejaban de mirar a las chavalas, y, él de la máquina, no paraba de hacerles fotografías y grabarlas en videos.  Elisenda volvió a poner morros al ver que el Simio no dejaba de filmarla, refunfuñó, como hace siempre, hizo un gesto como de levantarse e irse, pero al final se tumbó en la toalla, se colocó de espaldas y esperó que a que el Elefante Negro, que se ofreció naturalmente a hacerlo,  le pusiese crema protectora en la espalda, porque estaba muy blanca, el sol estaba fuerte y empezaba a quemarse y enrojecer. La jovencita estaba buenísima, estirada en la toalla, desnuda, sólo con la parte de abajo del bikini tapándole el culo, y no del todo porque tiene unas nalgas perfectas, en punta hacia atrás, y se le salían de la poca tela de la braguita. Al Elefante Negro se notaba mucho que estaba bien empalmado. Tenía un bulto enorme en su bajo vientre, era como si un árbol creciese debajo de su barriga. Suerte que Elisenda estaba de espaldas y no se daba cuenta, porque se habría asustado.  Él estuvo un rato largo poniéndole crema en la espalda a Elisenda. Era fabuloso tocar su piel caliente, desde la nuca hasta el culo… Un par de veces vi le tocó el culo, pensé que ella saltaría, pero Elisenda tenía los ojos cerrados y le dejó hacer. Aprovechó para ponerle también crema en los muslos, y así se los tocó, bueno, de hecho el Elefante Negro se dedicó a acariciárselos. Ella era una especie de Tigresa, la muy puta se hacía la dormida y le dejaba hacer. Yo me iba calentando y me tiré al mar a bañarme y refrescarme.

Poco después Elisenda se había girado y miraba al Elefante Negro. Él parecía hablarle, y ella le contestaba sonriendo. Supongo que también le gustaba a ella que él le extendiese la crema en su cuerpo. Vi entonces que Elisenda se giró hacia los otros, y, yo desde el agua, los miré también. El Loco, estaba de lado junto a Andrea y el Rata, junto a Nuria. Parecía que se estaban tocando y dando besitos. Entonces, Elisenda, se puso en pie -que buena estaba, sólo con la pequeña braguita del bikini-, y vi que venía a bañarse.  A su lado, como siguiéndola a dos pasos, iba el Elefante Negro. Me di cuenta de que ya había olido hembra, como decimos nosotros, y no iba a separarse de la putita hasta conseguir metérsela toda bien adentro. Sí, parece que sí, claro, Elisenda como mínimo aceptaba que él fuese a su lado y vinieron los dos a estar conmigo. Ella se sumergió, y apareció a mi lado. La mar estaba muy llana, sólo había olas muy pequeñitas. Yo estaba mirando hacia la playa. También había llegado el Elefante Negro, que se interpuso claramente entre la chiquilla y yo, como indicándome que era territorio suyo. No hacía falta. Yo respeto a Elefante Negro, sé que nadie se acerca sin permiso a la chica del líder sin correr un grave peligro. Elisenda miró también hacia la playa, donde Andrea y Nuria continuaban pegándose el lote con el Loco y el Rata.  

El Elefante Negro la miró, y le dijo que se sus amigas se lo estaban pasando bien, que el Rata y el Loco eran dos tíos muy chulos, y que ella debía empezar a pensar también en pasárselo bien. Elisenda se lo quedó mirando, como parada, con cara de sorpresa, al oír el tono enérgico de la voz de él.  Allí, en el agua, que ahora casi nos cubría, el Elefante Negro se acercó a Elisenda, la sujetó por la cintura, agarrando con fuerza su piel desnuda, la atrajo hacia él hasta aplastar sus tetitas en su tórax peludo, y su ombligo en su creciente barriga, ella le miró con cara de sorpresa pero se quedó quieta.  El Elefante Negro le sujetó la cabeza por la nuca con una de las manos mientras con la otra pegaba los vientres cogiéndola por el culo. Imagino que Elisenda debió notar en su sexo el bulto del vientre de él que entonces pegó la cara de la jovencita a la suya, llevó sus labios a los de ella y le dio un beso prolongado en la boca.  Me pareció que ella quería soltarse, pero él mantenía las caras unidas con la fuerza de sus brazos. Me pareció que el Elefante Negro le estaba haciendo el tornillo, había metido su lengua en la boca de Elisenda y la retorcía dentro de ella.

Entonces vi que ella ponía de repente cara como de susto, que sus ojos se desorbitaban. Empezó a bracear, como a desasirse... Entonces vi sonreír de una manera sádica al Elefante Negro, que aflojó la presión y dejó que Elisenda se separara de él.  Entonces, como yo estaba al lado de ellos, vi a través del agua que Elisenda se estaba subiendo la braguita del bikini. Elefante Negro había aprovechado cuando la besaba para bajársela. Por eso creo que por poco se la tira allí mismo si ella no llega a salir corriendo espantada hasta la arena de la playa.  Aunque realmente supongo que si no lo hizo fue porque le pareció muy precipitado y rápido, él disfruta con los prolegómenos y los preparativos, disfruta con todos los trámites previos a metérsela a las chavalas, se lo pasa cojonudo preparándolas.  Supongo que la soltó por eso, porque tal como la tenía agarrada, se la habría metido sin ningún problema, ya le había bajado la braguita, y además, allí estaba yo para ayudarle si hacía falta. Pero, como ella quería soltarse, se habría parecido demasiado una violación, y el Elefante Negro odia violar a estas putitas, lo hace sólo si se le resisten a la hora de la verdad, pero él disfruta notando cómo se le entregan y se paralizan lentamente... Eso sí, luego, cuando se las folla, puede ser más bestia que un gorila enloquecido...

Pensé enseguida que Elisenda saldría corriendo llorando y pidiendo irse a su casa. Mal negocio, porque, conociendo al Elefante Negro, tal vez entonces sí que haría que se la llevásemos ya mismo a la torre del camping  para tirársela a las buenas o a las malas, pero la chavala se quedó quieta allí en la arena, junto a la  orilla, mirándonos, se pasó agua del mar por los labios, y pícaramente, como siempre, Y dijo algo así como que : ¡Los tíos sólo queréis follar como perros! Y tu, Elefante, cerdo, lávate la boca, que te hace peste a cerveza y tabaco!...Y, a ver si te adelgazas, ¡que tienes mucha barriga, gordo!

Yo no me lo creía, pensaba que vendría y le daría un bofetón a nuestro jefe, yo temía una reacción violenta del Elefante Negro si ella le pegaba, o tal vez saldría corriendo, pero no, ninguna de las dos cosas, las tías son impredecibles. Se volvió a meter en el agua y se puso a nadar cerca de nosotros.  Elisenda es una tía algo rara, ya os lo he dicho, nunca sabes como reaccionará. El Elefante Negro se puso a observarla, y me miró sonriendo maliciosamente. Elisenda nada como un pez. El Elefante Negro y yo la mirábamos, nadaba a nuestro alrededor, prácticamente desnuda, sólo llevaba la braguita, parecía una Tigresa. Elefante Negro y yo también nadábamos como para atraparla, era ya zona de profundidad, no hacíamos pie, pero siempre se nos escabullía, es muy rápida nadando...  Así estuvimos un ratito, persiguiéndonos en el agua, ahora ya en la zona menos profunda, hasta que sin darnos cuenta, estaban a nuestro lado bañándose Andrea, Nuria y todos los otros animales, que nos miraron sonriendo, y Andrea nos dijo: "¿Lo pasáis bien, los tres juntitos?". Elisenda volvió a murmurar algo y le puso morros falsos y le enseñó un dedo hacia arriba con el puño cerrado, un gesto muy habitual en ella.

Fuimos saliendo del agua. Nos secamos con las toallas, y las chicas se volvieron a poner la parte de arriba del bikini, aunque poco más de los pezones les tapaba. El Elefante Negro nos dijo que ya tocaba a comer a la casa, seguro que ya nos habían hecho la comida.  Nuria nos miró y añadió que después de comer podíamos bailar, que en la casa había sitio de sobras. Elisenda la miró y dijo que a ella no le gusta bailar. Nuria le dijo que ya recordaba que en el último baile del instituto se había peleado con un chaval que se pasaba y que eso a ella no le gustaba nada, pero que no fuese ridícula, que bailaba muy bien, que iba a clases de danza y todos lo sabíamos. Elisenda volvió a sonreír y nos dirigimos hacia la casa del camping. La arena estaba muy caliente, nos pusimos las zapatillas y fuimos hacia el edificio por el caminito de tierra que atravesaba la zona de caravanas.

Cuando llegamos a la sala comedor había las mujeres de antes preparando una mesa larga para la comida, y arreglando un espacio para que pudiésemos utilizarlo si queríamos hacer algo de fiesta después.  Al ver que estaban preparando la fiesta, escuché a Andrea y a Nuria hablar con el Loco y el Rata preparando y eligiendo la música. Elisenda estaba con ellas, pero miraba hacia donde estaba el Elefante Negro, hablando con sus amigos. El Loco me dijo que harían bailar a las chavalas, después de comer. Habían convencido a Andrea y a Nuria para hacer un striptease, las chicas dijeron que bueno, que era difícil pero que ya intentarían convencer a Elisenda para hacer el baile con ellas, aunque era delante de un grupo de chicos, nosotros, el Elefante Negro y sus Animales y seguro que a Elisenda le daba corte y no querría bailar...

El Elefante Negro me dijo a la oreja que, teníamos que hacerlas beber durante la comida, que las chavalas estuviesen alegres, porque después de hacerlas bailar, se las iban a llevar a las habitaciones de arriba, a echar un polvo con ellas que yo como “Cachorro” me dejarían elegir la que me gustase más cuando todos hubiesen acabado… Yo ya me había imaginado que íbamos a mojar todos, aunque pensé que traerían más tías, porque habían venido algunos amigos más, o sea que a cada chavala le iban a tocar varios tíos, y nosotros, no es por presumir, pero cuando nos ponemos salidos, siempre tiramos más de un polvo, o sea que... El Elefante Negro y sus amigos me dijeron entonces que a eso habíamos venido, y se pusieron a reír. Yo les dije que si las chicas tragarían. Me contestaron que las suyas sí, que a Andrea y Nuria les iba la marcha, que con ellos, el Loco y el Rata,  ya sabían o se imaginaban que lo iban a hacer, y, que si hacía falta sujetarlas para que los otros amigos del Elefante Negro se la metieran, ya las atarían a las camas. Dejaron ir una carcajada, de manera que las chicas, que estaban tocando una guitarra que habían encontrado en un rincón, se volvieron hacia nosotros al oír las risas. Además me dijeron que no me preocupase, que Andrea y Nuria se estaban encargando ahora de hablar con Elisenda de que lo iba a pasar bien en el baile. Y que después descansaríamos para que bajase el sol, y volver a ir a bañarnos a la playa...

Cuando el Elefante Negro se acercó a la mesa, todos fuimos con él. Hizo un gesto a Elisenda de que se acercase, y la chavala se sentó a su lado.  Yo me puse al otro lado, y después se sentaron todos, Nuria entre el Rata y otros dos tíos, y Andrea entre el Loco y otros dos chavales. Al parecer, los amigotes de Elefante Negro ya habían elegido que putita se iban a tirar primero.  Nos trajeron una fuente de macarrones enorme, con mucho tomate y queso, y nos servimos todos  grandes platos. Estaban muy buenos, y después pollo asado con patatas, de forma que todos comimos muy de gusto. De beber, vino y un barrilito de cerveza muy fresca, Elisenda pidió un refresco, pero el Elefante le dijo que se nos había acabado, que bebiese cerveza o vino como todo el mundo.  Todo eran bromitas y risitas de Andrea y Nuria con Elisenda, mirándola a ella y al Elefante Negro, ya que estaban sentados juntos, y el Elefante Negro le iba diciendo cosas pasándole los dedos por el brazo y la cara, acariciándola como quien no quiere la cosas... Los otros Animales de la Fraternidad también se reían, haciendo bromas con Nuria y Andrea...  En cierto momento, me parece que Andrea le hizo el gesto de follar a Elisenda, señalando al Elefante Negro, y noté que Elisenda le hacía un gesto como negando, sacándole la lengua y haciéndole otra vez el gesto de una butifarra con los dedos.

Cuidamos de ir llenando de vino y cerveza las copas de las chicas, bebieron bastante. En los postres, un helado de fresa y chocolate, el Loco y el Rata, sentados junto a sus chicas, las tenían sujetas por el hombro y la cintura, y ellas les daban el helado en la boca. Mientras tanto los otros pandilleros las miraban cada vez más excitados. Vi que el Elefante Negro se atrevió a sujetar otra vez a Elisenda por la cintura. Noté que se quedaba quieta, pero no hizo nada y dejó que su mano se quedase allí. Luego se la fue bajando por la espalda, hasta encontrar la braguita del bikini, y metió los dedos tocándole las nalgas.  Ella se movió un poco, se quedó quieta, le miró, y le dijo, con una voz algo insegura que demostraba que estaba ya bastante bebida: "No te pases, Elefante, que ya te conozco… Ya te he dicho que los tíos siempre estáis pensando en lo mismo, siempre estáis calientes, y sois todos unos bestias!… "

Elefante Negro le dedicó la mejor de sus sonrisas y le dijo que sí, que exactamente, que si no se había enterado que para algo somos la Fraternidad de los Animales... De hecho, la verdad es que delante nuestro sí que se estaban pasando, Andrea, Nuria, el Loco y el Rata, se estaban metiendo mano y dándose besitos de la manera más descarada. Yo estaba cada vez más excitado, y los amigos del Elefante Negro para que os voy a contar. El Elefante Negro se levantó, se puso en pie. Todos callaron en muestra de respeto. Sonrió. Dijo que las tres flores que nos acompañaban, Nuria, Andrea y Elisenda nos iban a obsequiar con el mejor de sus bailes, un striptease especial.  Y entonces Andrea y Nuria se pusieron de pie y se pusieron camisetas de la fiesta de la Feria de Abril. Le hicieron señas a Elisenda que fuese con ellas. Elisenda no recordaba saber nada del baile, no se lo había tomado en serio. A pesar de estar bastante bebida, puso cara de sorpresa y empezó a decir que ella no pensaba salir a bailar delante de tanta gente, y mucho menos desnudarse delante de ellos... El Elefante Negro le sonrió, y, con voz suave, le dijo que fuese un momento con él, que quería hablar con ella. Le dio una de las  camisetas, ella se la puso, la tomó de la mano, y, casi arrastrándola, la llevó a unos de los butacones que había al fondo, se sentó a su lado, y empezó a hablar con ella, parecía que de forma tranquila y suave.

Ella abría la boca, decía algunas palabras, pero negaba con la cabeza, y tenía ya su típica expresión entre pícara y enfurruñada. De pronto, él le habló con la boca junto a su oreja, ella volvió a hacer el gesto de que no con la cabeza, se puso en pie, le dijo algo al Elefante Negro, con expresión enfadada, y entonces Elefante Negro se puso en pie, le dio una bofetada en la cara, y, con un gesto enérgico, la arrojó al butacón. Entonces vimos como Elisenda se ponía a llorar. Ya pensé que teníamos el lío organizado, pero, de forma sorprendente, el Elefante Negro se volvió a sentar a su lado, le habló otra vez con suavidad, la agarró por los hombros, le acarició la cara y el pelo, ella le miró y con grandes ojos de pena le dijo algo, él le contestó, siguieron hablando, ahora la cosa parecía más tranquila, hasta que vi que ella empezaba a sonreír cuando escuchaba lo que él le decía.  Mientras tanto, me di cuenta de que Nuria y Andrea ya habían empezado su baile sin Elisenda, y tuve que repartir mi atención entre lo que hacían el Elefante Negro y Elisenda y el espectacular striptease erótico de las otras dos chavalas al ritmo del conocido merengue dominicano del “Coste de la vida”. Elisenda y el Elefante Negro estuvieron hablando un rato largo, yo me estaba perdiendo parte del baile, y, al final, ella le escuchaba como fascinada, y sonrió cuando Elefante Negro le dio un besito en la mejilla en la que antes le había dado la bofetada. Entonces, poco a poco se levantaron y se acercaron a nosotros. El Elefante Negro traía a la chavala sujeta por la cintura, apretada contra él con un brazo, mientras con la otra mano le continuaba acariciando la cara. Es un milagro el poder que este chico de apariencia tan desagradable ha tenido siempre con las tías, pensé.

Mientras tanto, Andrea y Nuria estaban acabando su baile. Los otros pandilleros les habían hecho pasar de Elisenda, tenían ya prisa por llegar al final de todo aquello, y habían jaleado el baile de las chavalas hasta que se quedaron completamente desnudas bailando como unas diosas. Ellas se mostraron desnudas riendo, y luego se taparon con las manos el coñito. Estaban muy alegres, se notaba que habían bebido bastante vino y cerveza. Los amigos del Elefante Negro les tiraban monedas de euros como si fuese un espectáculo de un cabaret de strippers, ellas se pusieron de nuevo el bikini y las recogieron riendo.  El Rata y el Loco les dieron entonces unos mojitos que habían preparado, y las chavalas se los tomaron. Ellos y los demás Animales también se sirvieron otros. Todos miraban a las chicas y se reían mucho. El aire estaba cargado de humo de tabaco, todos fumaban, y los amigos de Elefante Negro lo hacían incluso con unos cigarros que el Simio y el Marrajo les habían repartido..

El Elefante Negro nos dijo que arriba había una sala más pequeña, preparada para bailar cuando había un grupo pequeño, como ahora. Subimos. Había una mesa con bebidas, unos sillones, la luz era tenue, había otro ambiente más íntimo. Además todos sabíamos que arriba estaban las habitaciones de la antigua sede social del camping, preparadas con lo básico para pasar la noche con una cierta comodidad. Pusieron música más lenta, bachatas finas y regatones provocadores, para bailar agarrados. Había unas puertas, que daban a las habitaciones. Había cuatro, y, luego, un pasillo que a lo largo tenía otras puertas. Se ve que a veces se reúnen todos los Animales en la casa. Sonó una canción latina de bachata muy conocida.  Entonces las chicas demostraron lo colocadas que estaban.. Andrea dijo que hacía mucho calor y se quitó el sujetador del bikini. Nuria hizo lo mismo. Ya os he dicho que estaban bastante bebidas, y sólo faltaban los mojitos que les dieron el Loco y el Rata... Elisenda se quedó quieta, pero, entre risitas, Andrea y Nuria le quitaron la camiseta y la parte de arriba del bikini y Elisenda se quedó como en la playa, sólo con la pequeña braguita del bikini. Estaba buenísima. Al ver que el Elefante Negro, a su lado, le miraba las tetas sonriendo, se las tapó con los brazos. Andrea fue hacia el Loco, y Nuria hacia el Rata, para bailar. Sin embargo, el Simio, aquel chaval de aspecto de mono, se adelantó y agarró a Nuria para bailar. Con un gesto duro la pegó contra él y empezó a bailar de una manera bastante patosa. Se notaba que sólo le interesaba apretar el cuerpo de la chica al suyo.

Nuria hizo un gesto como para separarse, pero no pudo. Miró hacia el Rata, pero éste bebía y sonreía mirándoles, no podía hacer otra cosa, el Rata y el Loco son “Cachorros” como yo, y el Simio, como los otros amigos del Elefante, son “Animales”, y tienen preferencia en todo sobre nosotros. Entonces el Loco, en actitud sumisa de respeto,  llevó de la mano Andrea al Marrajo, y le hizo un gesto cómo invitándole a bailar con su chavala. Andrea se dejaba llevar, como si no entendiese nada de lo que estaba pasando. El Marrajo no se hizo rogar, saltó del sillón, agarró a Andrea, apretó contra él a la jovencita, igual que el Simio, y empezó a bailar con ella, ahora con música erótica de salsa cartagenera y cubana. Todos les jaleaban, gritando exaltados pidiendo que se las follasen. Los cuerpos de las chicas, con sólo las braguitas tanga del bikini, estaban apretados contra los cuerpos de los dos tíos por la fuerza de los brazos de estos, y las tetas de ellas se aplastaban contra los pechos de ellos.  El ambiente se había cargado enseguida con el humo de los cigarrillos y habanos, los aires de alcohol de las bebidas, y olor a sudor de ellos y a las fuertes colonias que usan algunos. El Elefante Negro se puso al lado de Elisenda, agarrándola por la cintura, ella continuaba tapándose las tetas con las manos, y se quedó mirándola, esperando que quisiera bailar, muy tranquilo y sonriente, como quien está muy seguro de su victoria, de lo que va a pasar. A veces pasaba la mano por la espalda de la chavala, desde la nuca hasta las nalgas, al tiempo que la apretaba de lado contra él.

Elisenda estuvo un rato mirando enfurruñada como bailaban Andrea y Nuria con el Simio y el Marrajo, cada vez más apretadas a ellos por la fuerza con que las abrazaban, mientras el Rata, el Loco, y los otros pandilleros jaleaban enardecidos y cantaban, acompañando la música y, entonces, poco a poco, vi que Elisenda bajaba las manos al costado y sus tetas quedaban también al aire. El Elefante Negro se giró hacia ella lentamente, la cogió suavemente por la cintura, notó su piel ardiendo, pero al mismo tiempo como si temblase. La acercó a él, sin soltarla. Entonces Elisenda le miró con cara de animalito resignado y pasó las manos por sus hombros, como para bailar. Él se pegó a ella, la apretó contra él poniendo las manos en su culo y apretándola contra su vientre, notó el contacto de sus tetas aplastándose en su tórax, y empezó a moverse. Ella le siguió, él colocó su mejilla pegada a la suya y empezaron a bailar. Estuvieron bailando largo rato, y Elisenda se dejaba llevar mientras él le apretaba y le manoseaba todo el cuerpo, tetas y culo incluidos. Ella estaba como ausente, o cerraba los ojos o le miraba a él, tanto que no se dio cuenta de cuando los otros Animales se llevaron a Andrea y a Nuria hacia las habitaciones.

El Elefante Negro la tenía supertiesa, tíos, enorme,  ella tenía que notar aquel bulto gigantesco pegado a su vientre mientras bailaban, pero si se dio cuenta, no se dio por enterada. Es una tía muy rara, nunca sabes lo que está pensando. Estuvieron un rato largo así, ya os lo he dicho, y, entonces yo fui hacia una de las habitaciones en las que habían entrado los Animales con las otras chavalas. En la cama estaba Núria, murmurando palabras que no se entendían. Entonces vi que el Simio, el tío feo con aspecto de mono, se ponía junto a la cama, se bajaba el bañador hasta quitárselo, y de su vientre emergía una polla oscura, como un ancho morcillón, con unos testículos enormes y muy peludos. Dejó su cigarro en un cenicero que había encima de la mesita de noche. Entonces se abalanzó sobre la cama, echándose encima de la chavala, que, ya no parecía hablar, pero que lo miraba con los ojos desconcertados, como si no acabase de comprender lo que estaba pasando, especialmente cuando él, desnudo a su lado, le bajó la braguita por los muslos hasta sacársela por los pies con un gesto rápido y decidido. El Simio se estiró encima de ella, abriéndole los muslos y colocándose encima se dejó caer sobre la jovencita, al tiempo que llevaba con su mano la polla que salía de su vientre a la entrada del coñito de la chiquilla, y se le metió todo, así, sin más preámbulos, a lo bestia, sin pensarlo ni dudarlo. Le debió hacer daño al penetrarla así, de golpe, porque Nuria gritó mientras el Simio se la metía . Se dejó caer aún más sobre ella, con su peso debía estar aplastándola, y, de forma brutal, moviéndose como un perro, se puso a follarla.

Supongo que Elisenda y el Elefante Negro oyeron el grito de Nuria, porque, enseguida, mientras yo miraba cómo se la tiraba el Simio, me di cuenta de que tenía a mi lado a Elisenda, bien agarrada por la cadera por Elefante Negro, y los dos miraban al Simio tumbado encima de Nuria y follándosela. Elisenda se quedó mirándolos, como absorta, muy impresionada, creo que como paralizada.  El Elefante Negro sonreía y apretaba a Elisenda de lado contra él, al tiempo que le musitaba cosas en la oreja que yo no podía oír. Elisenda estaba inmóvil, mirando fijamente como el Simio se follaba a Nuria, ya ves, como si no se creyese lo que estaba viendo. El Elefante Negro aprovechó entonces para bajarle la mano por la cintura, coger las cintitas de la braguita del bikini de la jovencita por el costado y soltarlas. La braguita cayó al suelo. Supongo que Elisenda se dio cuenta, pero no reaccionó, continuaba mirando como el Simio se tiraba a Nuria en la cama. Entonces, Elefante Negro se bajó el bañador, liberó su barriga, y su enorme, larga y legendaria polla saltó hacia adelante, tiesa y ancha como una pesadilla. Tiene también el sexo muy peludo y sus huevos son enormes.  Agarró a Elisenda y se la llevó hacia otra de las habitaciones que estaban libres. Ella se dejó llevar por él, sumisa, como si todo aquello fuese más un sueño que una realidad y ella se hubiese transformado en un zombi sin voluntad.

En el salón ya no había nadie, los otros Animales debían de haberse llevado a Andrea a otra de las habitaciones, y, en efecto, oí otro grito en una habitación, me asomé, y vi al Marrajo, follándose a Andrea, mientras la sujetaban el Loco y otro tío desnudo, con un gran pene que le salía también debajo de una considerable barriga. Entré en la habitación del Elefante Negro, y vi cómo se llevaba a Elisenda, sujeta por la cintura, hacia la cama, los dos desnudos. Igual que las otras, la habitación tenía una luz mortecina amarillenta, pero la música de salsa que aún sonaba en la sala  no molestaba y daba el ambiente irreal de un motel tropical en una playa popular caribeña. Elisenda estaba como encantada, como si fuese un sueño, y el Elefante Negro continuaba hablándole suavemente en la oreja. Ya os he dicho muchas veces que es increíble la capacidad que tiene el Elefante Negro para engatusar y excitar a las jovencitas para follárselas sin que protesten. Y ya sabéis, Elisenda es un caso difícil en este aspecto, tiene un carácter de mil demonios, se pica y se enfada enseguida, aunque a veces tiene reacciones sorprendentes e inesperadas. Es realmente imprevisible, ahora estaba como hipnotizada.  Cuando estuvieron junto a la cama, el Elefante Negro la empujó hacia atrás suavemente y la acostó. La luz era muy tenue, las persianas de la ventana estaban cerradas, pero me parece que Elisenda le miraba fijamente, a él y también a aquella cosa enorme que le salía del vientre. Se inclinó sobre el catre, y al ver que Elisenda no decía nada, sólo le miraba, el Elefante Negro se fue colocando encima de ella, se encamó con la chavala de una puta vez, como me dijo él posteriormente.

El Elefante Negro ahora ya no podía aguantarse. Si Elisenda se hubiera asustado al tumbarse sobre ella en la cama, si hubiese querido marcharse o resistirle, el Elefante Negro, se lo habría hecho por la fuerza, la habría violado, tal vez incluso yo le habría ayudado a sujetarla, no tengo porque negároslo, ya sabéis, cuando nosotros estamos salidos de verdad, nos lanzamos y no hay nada que nos pare..  Pero mejor que fuese así ¿no?. El Elefante Negro sólo atendía ya al cuerpo de la putita. Se dejó caer encima de ella, y notó todo su cuerpo debajo del suyo. La besó en los labios, le metió la lengua en la boca, y ahora ella le dejó hacerlo, continuaba estando como paralizada. Le abrió los muslos -los tiene fantásticos, muy blancos, bien formados, esbeltos, suaves-, y se colocó en medio. Volvió a besarla, ahora vi que Elisenda también apretaba un poco sus labios, como si empezase a participar ella también. Le mordió el cuello, y, eso sí que siempre es superguay, el Elefante Negro le chupó los pezones de las tetitas.  Entonces tal cómo tenía que hacerlo, supongo que ya no se podía esperar más, le tocó el sexo hasta encontrar la rajita.

Y cuando la encontró, el Elefante Negro cogió su famosa polla con la mano y la llevó a la entrada del coñito de Elisenda. La dejó metida un poco, justo en la entrada, y entonces se fue hacia adelante, lamiéndole las tetas y el cuello, para volver a besarla, al tiempo que hacía que su pene empezase a meterse en la vagina de la chavala. Supongo que el Elefante Negro notó como si no pudiese pasar, su miembro  es enorme, ya os lo he explicado. En aquel momento apretó hacia adelante con la pelvis, pegó un empujón hacia arriba frotándose con el cuerpo de la chica, y supongo que sintió como de golpe su polla vencía aquella especie de resistencia y se introducía lenta pero inexorablemente dentro del cuerpo de la rubita.  Entonces Elisenda dio como una sacudida, cuando el pene del Elefante Negro entró de una vez en su vientre, arqueando el cuerpo hacia arriba en un súbito espasmo de dolor, y pegó un grito tremendo, dejando ir después unos terribles alaridos que debieron oírse en toda la casa y el desierto bosquecillo que la rodea, como si algo le hiciese mucho daño. Sí, supongo que el pene del Elefante Negro le ocasionó un gran dolor al abrirse camino dentro de ella, al desvirgarla y penetrarla hasta lo más profundo..

Supongo que para Elefante Negro fue chulísimo, porque al oír que ella se quejaba y gritaba como un cerdo aterrorizado, se dio cuenta de que la había desvirgado, estaba seguro que la putita era virgen, pero, claro, nunca se sabe hasta que lo compruebas por ti mismo… Se dio cuenta de que le había hecho mucho daño al metérsela, al clavársela hasta lo más hondo, es normal que peguen un gritito o un gemido de queja cuando se la metes por primera vez, les hace más o menos daño, pero, claro,  si alguien les mete la primera vez un falo enorme, exagerando un poquito diría que el del Elefante Negro parece el de un caballo, les hace más daño, y entonces gritan de dolor y terror como hizo Elisenda en aquel momento mientras los espasmos le provocaban más contracciones arqueando el cuerpo arriba y abajo al ritmo que él la obligaba a seguir… Además  yo ya sabía que el Elefante Negro, cuando oye gritar a las putitas que desvirga, se excita mucho más, se vuelve rabioso, y vi como él se iba completamente, se volvió como loco, me parece que se transformó en una especie de perro o de caballo salvaje, en una fiera desbocada… Empezó a moverse como una bestia furiosa encima de Elisenda, más violentamente que como había visto antes que lo hacía el Simio con Nuria, y le pegó unos movimientos tremendos, de arriba a abajo, arriba abajo, adentro afuera, adentro afuera, como si se hubiera vuelto mil veces loco, era como un monstruo rabioso, besándola, mordiéndola, chupándola, pellizcándola, tocándola, destrozándola como una bestia salvaje su presa.

Entonces él no se daba cuenta, pero se lo he explicado yo, que al cabo de un ratito de que él estaba en ese plan, follándosela salvajemente, Elisenda se le enganchó a él también, había dejado de llorar y de gritar, y después de gemir un ratito se abrazó al Elefante Negro, le besaba, le mordía, le clavaba las uñas, gritaba, se estremecía…  La putita estaba también como enloquecida, gemía, jadeaba como si no pudiese respirar, no me extraña, tenía al Elefante Negro encima de ella, a veces dejaba ir unos gritos y gemidos, como si le volviese a hacer daño, se movía, cruzaba los muslos encima de los de él… Mirar a Elisenda era como ver una gata salvaje a la que la se estaba tirando un perro enloquecido. Fue todo increíble. El Elefante Negro me ha explicado después que pocas veces había sentido nada igual con una putita, y mira que se las ha tirado a montones, muchísimas, ya sabes, le enloquecen las chavalas, además ésta era virgen todavía, y a él le encanta estrenarlas y enseñarles cómo folla un auténtico macho-man, ver la carita de sorpresa que ponen cuando, antes de que se den cuenta de lo que está pasando,  las desvirga y les mete el pene hasta lo más profundo de la vagina... ¡Cómo le moló tirarse a la rubita!  En un momento dado explotó, noté por sus movimientos y sus gemidos de ansiedad desesperada que el Elefante Negro se iba, que ya se iba a correr, y como empezó a gritar de forma salvaje y a moverse frenéticamente a gran velocidad, me di cuenta de que su polla estaba soltando ya todo el semen  que tenía en los testículos dentro del vientre de Elisenda. No se cuanto duró, me pareció que fue mucho tiempo, que el gran semental que es nuestro jefe tuvo un orgasmo larguísimo, que parecía que no se acababa nunca.

Era algo terrible, tremendo, se transformó en un monstruo inhumano, aún más desquiciado, gritaba, aullaba, me parece que hasta rugía, casi me asusté, pensé que le había dado un ataque de epilepsia, su polla no dejaba de soltar semen a borbotones, como una fuente, dentro del vientre de Elisenda, mientras entraba y salía de su sexo a gran velocidad, clavándosela cada vez más adentro, más profundamente a cada espasmo… Ella también explotó cuando él eyaculaba dentro de ella, y empezó a gritar, gemir y a moverse violentamente, se ve que disfrutó mucho, parecía que se volvía loca de placer al tiempo que el peso de él hacia que se sintiese como asfixiada, su barriga la aplastaba, pero eso aún la hacía gozar más, según le contó posteriormente a Nuria y a Andrea y estas me lo explicaron a mi.  Elisenda no se dio cuenta del estado bestial y salvaje en el que el Elefante Negro estaba, porque ella se puso igual cuando le llegó el orgasmo al sentir el semen de Elefante Negro inundando su vientre cuando él se corrió dentro de ella en aquel mutuo orgasmo animal. Sí, Elisenda estaba también como loca. Le dejó al Elefante Negro las uñas clavadas en la espalda y los dientes marcados en el cuello, parece que ella también se trastocó tremendamente en el momento en que el Elefante Negro se transformó en una especie de tigre salvaje. Recuerdo que luego él, cuando los dos dejaron de moverse, estaba sudando y gimiendo de placer, estirado encima de Elisenda, bañados los dos en un mar de sudor, como si se hubiesen duchado juntos, sin poder respirar nada, jadeando, ella tenía el cuerpo de él abrazado con sus muslos y sus piernas…

El pene del Elefante Negro estaba todavía dentro de su vientre, tal vez aún lo tenía hinchado, y, entonces, se volvió de lado, sacándoselo poco a poco, lo tenía mojada de color blanco rosado, mezcla del semen que había soltado dentro del sexo de la chavala y de la sangre del himen desgarrado de la muchacha y se quedó estirado junto a ella, agarrados de la mano, jadeando, él con respiración ahogada pero satisfecha y ella con gemidos mezcla, supongo, de placer y dolor…  Entonces no pude esperar más, ya llevaba todo el tiempo tremendamente excitado, con mi pene reventando, salí de aquella habitación, eché una ojeada a las otras  y  fui a tirarme a Nuria, no tenía ya a nadie encima metiéndosela en aquel momento, mientras Andrea tenía a dos tíos con ella, uno encima, penetrándola por delante, y otro debajo, haciéndoselo por el culo. Fue muy chulo follármela, tiene un cuerpo que te la pone tiesa mil veces seguidas, pero estaba bastante ida, como fuera de sí, como si todo le fuese igual, y me dejó hacerle todo lo que quise y me dio placer sin oponerse, pero también sin participar mucho, cosa que, al fin y al cabo, no me importó mucho, de ciego que estaba por explotar de una vez dentro de una de las chavalas.. Cuando acabé, me quedé algo dormido, hasta que los ruidos que venían de fuera me despejaron.

Me vestí, y salí de la habitación. Todos estaban en el salón, ya medio vestidos, sudorosos, despeinados y con ojeras,  pero era algo tarde para las chicas, teníamos que irnos pronto.. Elisenda estaba sentada junto al Elefante Negro, hablando con él, la tenía abrazada por los hombros con  la otra mano acariciando sus muslos, mientras ella le pasaba el brazo por la cintura y apoyaba su cabeza en el hombro de él. Parecían entenderse perfectamente, os repito de nuevo que es sorprendente la magia que tiene el Elefante Negro para camelarse a las jovencitas. Él dice que es brujo vudú con las tías, y me lo acabaré creyendo. Ella me miraba algo enfurruñada, parecía como si le estuviese hablando mal de mí al Elefante Negro.  Él también me miraba, y sonreía a la chavala. Elisenda se estaba comiendo un bocadillo de jamón y una coca-cola –ahora sí que había refrescos-, y él se estaba tomando una cerveza helada. Nuria y Andrea estaban sentadas juntas en un butacón, como muy abatidas. Estaban ya vestidas, como Elisenda,  con las camisetas y los pantaloncitos muy cortos y estaban muy pálidas.

Creo que Nuria estaba medio llorando, tenía los ojos enrojecidos. Supongo que no les había hecho ninguna gracia que el Simio, el Marrajo y los otros amigotes de Elefante Negro, incluso yo, las follasen, además de tirárselas también después el Rata y el Loco de todas las formas que se les antojaron.  Pero sabían que no podían hacer ni decir nada. Ni Nuria le podía explicar nada a su madre de lo que le había pasado, cuando esta volviese a casa, si volvía, más allá de las doce de la noche, ni Andrea le podía decir a sus padres que no había estado en casa de Nuria y en la playa de Barcelona con la gente del instituto.  Estaban atrapadas, ninguna de las dos le podía explicar a sus padres que les habían estado engañando, ninguna de las dos les podía decir algo tan extraño como que las habían follado un grupo de chicos peligrosos en una casa de la costa, cuando se suponía que ellas estaban con sus compañeros en la Barceloneta, la playa de la ciudad. Le pregunté al Loco cómo había ido, y me explicó que fabuloso, que los amigos de Elefante Negro se lo habían pasado superguay, igual que ellos, que él había aprovechado para tirarse a Nuria además de la suya, Andrea, y, al revés, el Rata se había tirado a la suya y también había probado a Andrea. Y me dijo también que tanto el Simio como el Marrajo se habían tirado a las dos, se habían follado tanto a Nuria como a Andrea. Después, poca cosa más. El Elefante Negro abrió una botella de cava barato e hizo con el vino espumoso el bautizo simbólico de las tres nuevas Tigresas que entraban en la Fraternidad, Eli, Andy y Nuri.

Luego nos fuimos, las llevamos a sus casas en la furgoneta, ya he dicho que era tarde. Los otros amigos del Elefante Negro se quedaron en la torre, al parecer iban a traer unas putas rusas amigas suyas para acabar de pasar el día y seguir por la noche. En la furgoneta del Elefante Negro, íbamos los seis, el Loco conduciendo, a su lado el Rata, y detrás Andrea y Nuria junto a una ventanilla, el Elefante Negro en el centro, con Elisenda sentada encima de él, y yo en la otra ventanilla. El jefe tenía sus manos en los muslos de la chiquilla, y me di cuenta de que a veces le acariciaba el sexo y ella se estremecía, no dejaba de manosearla y ella le dejaba hacer, estaba pálida, sudorosa y con aspecto muy cansado y sorprendido . Nuria y Andrea estaban también agotadas, como medio pasmadas, y a veces hablaban con Loco y Rata.  Sólo me pareció entender que ellas les decían que sus padres no tenían que enterarse de nada de lo que habían hecho, y, ellos, sonriendo, les decían que no se preocupasen, que ellos no les iban a decir nada… Pero lo que más me sorprendió era lo acaramelados que se veían Elefante Negro y Elisenda. Pocas veces le he visto tan colado por mimar una chavala que ya se ha follado. Me di cuenta que se había encoñado muy rápidamente con esta putita. Pero yo ya conozco bien a mi líder,  al Elefante Negro, los emparejamientos de este tipo le suelen durar un par de meses, hasta que se cansa de la chavala o conoce otra muñeca que le atrae más.  Como dice él, es mucho más barato cambiar de putita que de coche, porque de esas hay muchas donde elegir…

Los padres de las chavalas no se enteran nunca de nada, pero entre los tíos y tías de más o menos nuestra edad, lo de que las tres jovencitas están liadas con nosotros ya lo sabe todo el mundo… Los rumores han corrido, alguien lo ha explicado, pero sólo que son chicas de los Animales, nada más, supongo que lo deben haber explicado las mismas Andrea y Nuria, porque les gusta presumir siempre de que son muy lanzadas y atrevidas. Pero bueno, ya os lo imagináis, a mi me encanta que todo el mundo sepa que nos tiramos a esas pibitas pijas que están tan buenas y se creen tan listas y que ahora son nuestras hembras.

Pues mira, ahora ya lo sabéis todo vosotros también.

Chacal ( “Cachorro” de la Fraternidad de los Animales)

 Comentario de Elisenda después de leer el texto de Tatiana basado en el relato oral del Chacal

Tatiana me ha dejado leer el texto que ha escrito con todo lo que le ha explicado el Chacal sobre mi y la relación que tengo con el Elefante Negro y sus Animales.

Si, es verdad, soy una de las amantes del Elefante Negro. Y de algunos de sus amigos, la Fraternidad de los Animales, a la que pertenezco ya como Tigresa. En concreto, me llaman “Eli”.

Los recuerdos del día que el Elefante Negro me folló por primera vez los tengo un poco confusos, había bebido mucha cerveza en la comida y después unos mojitos en el baile que hicimos en la casa del camping. Supongo que todo pasó como le ha explicado el Chacal a Tatiana.

Creo que todo fue una especie de encerrona, me metieron en una furgoneta con el Elefante Negro y me emparejaron con él ya pensando que me cogiese aquel mismo día, como así fue. Ahora tengo el recuerdo de cómo le vi, un chico negro gordo por la buena vida que se da, fanfarrón, chulo, salido, provocador, con su gorra roja de béisbol al revés, su olor a sudor y a una colonia de esas tan fuertes que se ponen algunos chicos…

Pero yo también tuve culpa de lo que me pasó, ahora me doy cuenta de que le provocaba inconscientemente con mi cuerpo desde que subí a su furgoneta, pegaba mis muslos a él en el coche, me daba cuenta de que él me miraba con los ojos desorbitados, al mismo tiempo me horrorizaba y me gustaba verlo completamente empalmado, con aquel bulto en el vientre que amenazaba con romper los pantalones…

Y luego en la playa, bañándonos, cuando él me bajó la braguita dentro del mar e intentó, allí mismo, empezar a metérmela, yo noté su pene en mi vientre intentado encontrar el agujero para meterse en mi cuerpo, hasta que conseguí apartarme y evitar que me violase delante de todo el mundo… Tal vez yo tenía que haber salido corriendo y marcharme, pero no lo hice, en ningún momento me pasó por la cabeza, aunque cuando me besó me dio bastante asco, su boca olía a cerveza y tabaco, su barriga era y es inmensa… Pero es verdad que además de darme asco me atraía de una forma extraña que entonces no comprendí. Supongo que yo intuía los mil placeres que me esperaban con él, no se, el caso es que me dejé llevar a que hiciera conmigo todo lo que quisiese.

Y, cuando comimos en el salón del edificio del viejo camping, no dejaba de meterme la mano por todas partes, yo ya me había dado cuenta de que él pensaba que faltaba muy poquito para follarme, por las buenas o por las malas, en cuanto acabásemos de comer, y por eso me hacía beber…

Y mis amigas, las muy inconscientes y bobas o tal vez perversas y provocadoras, que aceptaron hacer entonces allí mismo un striptease delante de todos los Animales que habían venido de la banda del Elefante Negro…

Y cuando él me pidió que bailase con ellas, que hiciese el striptease y me desnudase bailando, le mandé a tomar por culo, y fue cuando me pegó una bofetada, pero después me dijo palabras muy cariñosas y dulces, y me arrepentí de haberme portado mal con él y haberle dicho aquello. Me di cuenta de que el Elefante Negro no permite que nadie le falte al respeto ni se oponga a sus deseos. …

Yo estaba bastante bebida, ya lo he dicho antes, y así, casi sin que me diese cuenta, el Elefante Negro me llevó a una habitación del piso de arriba, se desnudó, se acostó conmigo, me quitó la braguita del bikini y se lanzó encima de mi, aplastándome con su peso. Entonces, y eso si que lo recuerdo bien, me hizo mucho daño cuando me la metió, porque tiene un pene muy grande, ancho y largo, y casi me revienta al metérmelo todo. Pero por lo menos yo sólo estuve aquel día con él, únicamente me folló él, no me violó casi todo el grupo, como le pasó a mis amigas… Y por poco me asfixia y me ahoga, El Elefante Negro está bastante gordo, y al follarme dejaba caer su cuerpo enorme encima del mío. Después he sido una especie de amante favorita del Elefante Negro durante unos meses, pero hace un tiempo he dejado de ser su preferida,  ha conocido a dos gemelas rusas que están buenísimas, Olva y Remeva,  y, después de desvirgarlas, según me han contado, a las dos al mismo tiempo  en la misma cama que me estrenó a mí en la casa del camping, son las actuales favoritas de él, sus nuevas Tigresas number one.

Y yo, ahora… Bueno, sí, como Tigresa de la Fraternidad me he acostado con otros de los Animales…  Soy la preferida del que llaman el Simio, muy feo y gorilesco, muy bruto follando pero con el que no lo paso del todo mal, y el Simio permite que me folle también el Chacal, porque es un Cachorro de la Fraternidad que me conocía del instituto y  fue quien me trajo para que aquel día el Elefante Negro me desvirgase. Lo curioso es que Chacal presume en el barrio de que es mi noviete, y nadie entiende cómo una chavala que está tan buena como yo sale con un chico tan desagradable. Bueno, mis dos amigas, Núria y Andrea, que son Tigresas como yo (sus nombres en la Fraternidad son Nuri y Andy) y que también se acuestan con varios de los Animales, sí que lo entienden…

Eso sí, los Animales no permiten que otros chicos que no son de la Fraternidad se acerquen a nosotras, claro… Por cierto, os explicaré algo de la autora de esta historia porque ella seguro que no lo hace. Después de hablar con el Chacal y escuchar su relato, Tatiana sintió curiosidad y conoció también al jefe, al líder de la Fraternidad de Animales, al Elefante Negro. Tan sólo os diré, y espero que no lo borre cuando publique este relato, que ella  también se llama ahora “Tati”. Creo que ya me explico lo suficiente, ¿no?…

Elisenda ( “Tigresa” de la Fraternidad de los Animales con el nombre de “Eli”)

 

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