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Noemí y el chino Caballo de Hierro (Oriente-1)

en Interracial

Noemí y el chino Caballo de Hierro. (Oriente-1)

Relato de sexo con perfume oriental, en homenaje a Margarita Duras y su inolvidable novela El Amante de China del Norte.

Las ilustraciones corresponden a la película El Amante, de Jean Jacques Annaud, basada en la novela de Margarita Duras y protagonizada por Jane March (la adolescente) y Tony Leung (el chino).

Existe una leyenda entre los aficionados al cine, nunca confirmada ni desmentida por el director del film ni por los dos actores principales, que afirma que las escenas de sexo de la película fueron rodadas en acción real, no fingida. ( Ver nota al final del relato).

Introducción

Hola, me llamo Noemí.

Chu Piaoling está loco por mi desde el día que me conoció, en la Fiesta del Año Nuevo Chino que hicimos en el Parque del Besós de mi ciudad, Santa Coloma de Gramanet, una población que es de hecho un barrio más de la Barcelona metropolitana. Yo fui a la fiesta porque la hija de Chu es compañera mía de clase, y me invitó a ir. Enseguida noté que el chino me miraba fijamente, de una manera muy especial que yo ya había aprendido a reconocer en los hombres en la calle y en los chicos del instituto. Y tal vez también en algunos profesores…

Chu es un hombre de negocios importante de la numerosa comunidad asiática de Barcelona. Parece ser que es un hombre muy rico e influyente entre los suyos. Creo que nació en la propia China, en una zona al norte de la capital, Pekin. Me hizo gracia cuando su hija me explicó que ellos hablan el dialecto chino mandarín.

Él puede tener todas las chicas, chinas o no, que quiera, pero le vuelve loco mi cuerpo, soy altita, esbelta, delgada pero con las formas ya bien marcadas, con la piel muy blanca, unos muslos muy bien formados, unos pechitos como montañitas en punta hacia delante…

Todos los chicos del instituto y del barrio dicen que estoy muy buena,,,

A Chu Piaoling, mi amigo chino, le vuelve loco especialmente el momento en que, ya sea en la piscina de su gran casa en las montañas de La Conreria, cuando voy para tomar el sol con su hija y otras chicas del instituto, o en su apartamento privado de la zona alta de Barcelona para que me toque y me folle, me quito la parte de arriba del minibikini que llevo y me quedo sólo con la parte de abajo, la braguita que de hecho es un minitanga.

En un brazo llevo un pequeño tatuaje que me ha hecho un amigo de Chu Piaoling y que según él significa que le pertenezco: un Caballo de Hierro, su signo en el zodiaco chino. Ahora Chu Piaoling quiere que lleve un piercing en el ombligo, y dice que ha encargado una pequeña pieza artesanal también con un Caballo de Hierro para que me la ponga. Ya veremos, bueno, si a él le gusta, me tendré que hacer el agujerito…

Pero ahora que ya sabéis que me acuesto con él, os voy a explicar cómo fue la primera vez que me penetró, qué pasó el día que mi amante de China me desvirgó…

Fue el verano pasado.

Estaba yo sola en casa. Mi madre todavía no había vuelto del trabajo. Y, entonces sonó el teléfono.

Era Chu Piaoling, el chino.

Me dijo que al día siguiente, por la mañana, no estaría en Barcelona, pero que por la tarde me recogería en mi casa y me llevaría a ver un sitio muy elegante e interesante, el Oriente Celeste un club suyo en la costa de Castelldefels, a unos veinte kilómetros de Barcelona y con unas extensas playas de fina arena dorada. Sin pensar en nada, le dije que bueno, que iría con él, aunque sabía que su hija no estaba, que había salido ya de vacaciones a China.

Y allí fue donde sucedió todo.

El día siguiente, en efecto, a las tres de la tarde, iba yo sentada con Chu en la parte de atrás de su automóvil, mientras el coche nos conducía por las Rondas de Barcelona hasta desembocar en la autopista que lleva a Castelldefels. Pero había tenido la primera sorpresa.

Chu me miraba, musitaba palabras en chino que yo no entendía mientras me sonreía, y me acariciaba la cara mientras pasaba el brazo por mi cintura desnuda… Es extraño, pero no me sorprendió que me tocase, tal vez ya intuía algo de lo que iba a pasar, aunque os aseguro que no todo, no me imaginaba que iba a ser la tarde en la que Chu me iba a desvirgar…

 

Club Oriente Celeste, en las playas al sur de Barcelona

Chu Piaoling y yo bajamos de su BMW, su chofer o guardaespaldas o lo que fuese, nos había abierto la puerta. Estábamos dentro, en los jardines del club.

Mucha gente saludó con gran respeto a Chu Piaoling, que parecía conocer a todo el mundo. Él les sonreía a todos, y parecía saludarles con una extraña frase, algo así como "Yang An Men", no lo entendí muy bien. Predominaban hombres maduros, incluso bastante mayores. Había una piscina, y una serie de chicas muy guapas parecían ser las camareras. Los hombres eran algunos orientales, otros de aquí hablando en español o en catalán, y otros de color oscuro, no se si africanos o de otras partes. También se podían adivinar los de origen árabe. Todos iban muy bien vestidos.

Algunos señores tenían chicas sentadas encima de ellos en los sillones de piscina, y parecían estar tocándolas y besándose con ellas. La mayoría de las chicas eran chinas o de algún lugar parecido, creo que Chu me dijo que muchas eran coreanas. No habían muchachas de aquí, me sentí extraña al ser la única europea en aquel lugar.

Chu Piaoling me dio un vasito, y me tomé lo que él definió como mi primer licor especial de Ying. Una especie de fuego me llenó el estómago, y una extraña sensación de irrealidad me invadió. Me dijo entonces que al aliento del Dragón es poderoso.

Entramos en el edificio. Había una decoración de luces de neón rosadas y azules, una paredes como si fuese una hacienda china, imitando un jardín interior, la música eran canciones chinas, y, en los sillones, había grupos de hombres jugando a las cartas al tiempo que acariciaban los cuerpos de chicas orientales muy jóvenes –aunque no tanto como yo-, que iban prácticamente desnudas, vestidas sólo con unos tangas diminutos.

A veces, algunos señores se levantaban y subían por las escaleras agarrando a una o dos chicas y desaparecían en la puertas del piso superior.

Chu Piaoling me tenía sujeta por la cintura, su mano apretaba mi piel, y yo sentía la mano del chino fuerte, recia y cálida. Chu Piaoling me hablaba y mimaba de forma tan cariñosa que me parecía una especie de padre que me inspiraba seguridad.

Me dijo que me llevaría a su bungalow, que iríamos a sus habitaciones, a descansar un poco, que vería qué cosas más bonitas tenía.

Fuimos entonces a su alojamiento, yo me sentía tranquila, con confianza, pero también creo que estaba un poco mareada, Chu Piaoling ya me había hecho beber un segundo licor, cuando, casi sin darme cuenta, ya me estaba bebiendo el tercero. Estaba muy bueno, ya no notaba la reacción que me había hecho el primero, pero me apoyaba en el brazo de Chu Piaoling para caminar. Ya sabéis, la fuerza del aliento del Dragón.

Llegamos, entramos, era lindo, era la primera vez que entraba a un lugar así, yo miraba para todos lados, y me reía, él me abrazaba, me besaba con dulzura, me decía que estuviese tranquila.

Era una habitación especial, yo nunca había visto nada que se le pareciera.

Una habitación con muchas plantas, muebles antiguos, música suave, tambores zen de fondo, una gran cama enfocada con una tenues luces rojizas, sin aire acondicionado, tal vez calor, el balcón abierto, la piscina debajo, el mar más allá…

En una pared, un gran tapiz representaba un maravilloso paisaje chino, era como un calendario, con unas imágenes de muchos colores vivos y brillantes y un gran Dragón vencido por un extraño Caballo de Hierro.

Chu Piaoling me miró sonriendo, y me dijo unas frases que no entendí. Después puso música china lenta, me abrazó, y empezamos a bailar, me besaba, estábamos muy juntos, y podía sentir como su pene iba creciendo rápidamente en su vientre… Tendría que haberme asustado o sorprendido, pero lo vivía todo como si fuese la cosa más natural del mundo. El aliento del Dragón…

Seguimos así un rato, después me levantó en sus brazos, me acerco a la cama, y comenzó a quitarme la ropa, lo hacia muy lentamente, mientras seguía besándome y diciéndome cosas que yo a veces no entendía, parecía un extraño idioma, supongo que chino mandarín, que me intranquilizaban y me hacían sentir muy rara, Chu Piaoling casi me daba miedo, hasta que quedé desnuda, me depositó en la cama, y comenzó a desvestirse…

Yo le miraba con sorpresa y nerviosismo, hasta que quedó también él completamente desnudo…

Su cuerpo se dibujaba en la sombra de las luces rojas, acercándose hacia mí, poco a poco, musitando extrañas palabras, entonces yo vislumbré un gran pene erguido en el vientre del chino… Me quedé mirándolo absorta, sin poder apartar la vista de su verga que continuaba aproximándose a mi…

Se acercó al lecho y se dejó caer lentamente, ocupando casi todo el espacio. Noté el calor, el sudor de su cuerpo ya muy cerca del mío, tocando mi piel en algunos momentos. Continuaba musitando una especie de extraña letanía, y se colocó de costado casi encima mío, puso su rodilla entre mis piernas, las abrió muy lentamente, y me acariciaba y besaba los muslos, y lentamente iba subiendo… Y me besó el sexo… Me lamió la entrada de la vagina, pasó su lengua por el clítoris y la metió un poco dentro de mi vientre… Era un contacto húmedo, cálido, que me provocaba unas sensaciones que nunca había tenido… El placer… El placer… La lengua del Dragón… Un Dragón que pronto me revelaría su auténtica naturaleza de Caballo de Hierro…

Chu Piaoling Chang, con la mano que le quedaba libre me tocaba los pechitos y los pellizcó… Gemí del placer que sentí, era como si flotara en el espacio, como si estuviese volando por el cielo junto al chino…. Se había colocado ya encima mío, bañándome con su sudor… Yo. entonces, con mis piernas le rodeaba su cintura mientras él no paraba de besarme los pezones, el cuello, los labios y de introducir su lengua en mi boca…

Chu tiró hacia abajo con la mano, y empezó a jugar con mi sexo, introduciendo sus dedos.

Enseguida se inclinó de nuevo hacia abajo, y noté su lengua abrirse paso en mi sexo, yo me retorcía del placer que sentía, gemía de ansias de que me la metiese, de que continuase lamiéndome el sexo... Y allí estaba su pene, tieso, desafiante, duro, todo para mí en cuanto él decidiese metérmelo en vez de jugar y excitarme con la lengua.

Noté que su pene comenzaba a temblar en contacto con la piel de mi vientre y mis muslos. Chu Piaoling me colocó boca arriba situando mi cabeza en el centro de la almohada, , me abrió bien las piernas mientras yo a mi vez las levantaba para apretar y abrazar con ellas su cadera y sus muslos, se giró y puso todo su cuerpo encima del mío.

Sentí su verga caliente frotarse en la puerta de mi sexo y aquel contacto me hacía vibrar de angustia y deseo. La punta de su pene empezó a meterse en mi vientre, mi vagina estaba húmeda esperando a su inevitable invitado. Gemí, clavé mis uñas en su espalda, sentí su lengua pasearse dentro de mi boca, gusto a tabaco y alcohol, algunos pelos sorprendentemente mal afeitados de su rostro pinchaban la piel de mi cara,

Yo estaba avergonzada de lo que estaba haciendo, pero a la vez me estaba consumiendo del fuego que ardía en mi cuerpo, los gemidos se me escapaban uno tras otro de mis labios. Entonces, el asiático se ayudó con la mano y con sólo un violento y decidido empujón hacia adelante me introdujo el pene de golpe hasta el fondo, sin ninguna consideración. Chu había perdido ya la sutileza del Dragón, ahora era ya el Caballo de Hierro de su signo zodiacal manifestándose en toda su brutalidad y falta de piedad.

Sentí un fuerte dolor, un gran pinchazo, como si un cuchillo me cortase por dentro, y su pene se metió en mi vagina ocupando todo el espacio, con la rapidez de un rayo… Y grité, grité, grité… El dolor… Piedad… El dolor… Lo sacaba y lo volvía a meter, su pene se paseaba violentamente dentro de mi vientre, salía y volvía a entrar… Y yo gritaba, pero nadie me oía…

No me podía quejar, yo le había seguido en todo lo que me había hecho antes de meterme su verga, yo solita había colaborado con Chu Piaoling, había aceptado sus caricias, había excitado al hombre hasta el paroxismo frenético de la locura, y ahora el chino tomaba su presa, me devoraba con su boca y su polla se había clavado hasta lo más profundo de mi vientre… y yo, supongo que, de forma inconsciente o consciente, también anhelaba y quería sentirla dentro de mi cuerpo, así que todo estaba como tenía que estar…

.

Se dejó caer encima de mi cuerpo, aplastaba mis pechitos, hundía mi vientre, me inundaba con su sudor y su aliento a bebida y tabaco, y entonces ya comenzó el mete-saca mucho más violento que antes. Me la metía y me la sacaba, me la metía y casi me la sacaba, cada vez con más fuerza, cada vez a más velocidad, cada vez más hacia dentro, yo notaba la presión como si me fuese a reventar…

Nunca hasta entonces había sentido nada igual. Me sentía como una ovejita devorada por un lobo feroz, mi carne le pertenecía, prieta, mi coñito, ahora bien dilatado por su enorme pene, era suyo, todo era suyo, todo le pertenecía, me dijo jadeando que me estaba follando como a una perrita, que m iba a follar todo el día, que me iba a meter hasta la última gota de semen en mi sexo… Sí, ahora me hablaba en español… En su español con acento chino… Pero en español, para que yo me enterase bien de lo que me decía…

Parecía que Chu Piaoling se había vuelto loco, que me iba a devorar, pero yo nada podía hacer, lo que me estaba haciendo me dolía, me ahogaba y me gustaba como nada antes en el mundo, esperaba que aquella tortura de mi joven cuerpo acabara lo antes posible, pero también deseaba que nunca acabase, que aquello continuase eternamente, que el chino no sacase nunca la polla de mi vientre, que no se levantase de encima de mi y ojalá que su cuerpo me aplastase toda la eternidad…

.

Y seguía su incesante movimiento, sacando y metiendo su verga en mi vagina…. Notaba como el hombre sacaba toda la polla casi hasta la punta, dejándose caer para meterla dentro de nuevo de un golpe, y así una y otra vez, sin parar ni un segundo...

De nuevo noté como me salía la polla del chino de dentro de mí, la notaba retroceder hacia fuera, para... de nuevo entrar en ella otra vez de golpe. Chu Piaoling Chang tenía los ojos en blanco, la boca entreabierta jadeaba, y a mi me faltaba la respiración, su peso me aplastaba contra las sábanas, pensé que iba a desmayarme, todo me daba vueltas, los ojos se me inundaron de su sudor y me sentí morir…

¡De qué manera me la había metido! ¡Cómo me estaba follando, sin piedad ni descanso, tenía encima de mi un auténtico monstruo, un Caballo de Hierro desbocado galopando y arrastrándome con su verga metida mi cuerpo de joven yegua estrenada…!Pero que bien, qué placer sentía al tener dentro aquel pene que me llenaba el vientre y que yo sentía que me llegaba por dentro tal vez hasta la cintura!

Ni Chu Piaoling ni yo queríamos que ese momento se acabara jamás y grité..."¡¡¡ Oh, no me deje nunca, siga!!!" Entonces comenzó él a moverse aún con más velocidad y fuerza, y ya me quedé prácticamente fuera de mí, como enloquecida. El no paraba de joderme, y yo, yo como ahogándome entre jadeos y sudor, le decía mientras le besaba y abrazaba: "más, más, dame más, por favor, más, no pares, no pares, sigue más, porfa... " y notaba que su polla iba y venía cada vez más mas dura, enorme y fuerte.

Jamás había imaginado que esas sensaciones que el asiático me estaba haciendo sentir existieran, aquello era algo fuera de la humanidad, no parecía real aquella manera infernal que tenía Chu Piaoling de follarme... Hasta que incluso caímos de la cama y continuamos en el suelo…

Chu Piaoling empezó a gritar, a aullar como un lobo, a relinchar como el caballo que es…

Volvimos a la cama con desesperación y sin dejar de estar unidos por el vientre…

El chino mientras me zarandeaba de un lado a otro con unos movimientos violentísimos al tiempo que continuaba sacando y clavando su polla hasta el final de mi vagina, y ahora yo notaba como, a cada metisaca de su verga, el espasmo inundaba mi sexo de oleadas de un líquido muy caliente y viscoso. Su polla era como una fuente explosiva que estaba abocando torrentes de semen dentro de mi vientre.

Me quedé de golpe sin respiración, era como si me ahogase, él , al tiempo que daba espantosos alaridos de placer mientras se corría dentro de mí, apretaba mi cuello como si me fuese a estrangular, me faltaba el aire, y, entonces me corrí yo, me ahogaba, pero entré también en un orgasmo tremendo e infinito… me sentía morir de placer, no respiraba, jadeaba, el ya no me apretaba el cuello, sino que impulsaba mi cuerpo arriba y abajo violentamente, con sus manos agarradas a mi culo, su cuerpo aplastando el mío, su pecho hundiendo mis tetitas, yo era un monigote, una piltrafa que el movía a su antojo, yo me hundía en oleadas de increíble placer, lo besaba, le agarraba el culo, le pellizcaba, impulsaba sus nalgas a penetrar su polla más profundamente en mi, quería que me atravesase…

El asiático ya no podía más, ya no salía más semen de su verga, litros de sudor salían de su piel e inundaban mi cuerpo, se dejó caer, vencido, encima de mí, aplastándome aún más, pero yo no me apartaba, el ahogo de su peso me continuaba dando placer, … Y oí que el chino emitía un sonido sordo, una voz, casi como un invocación, dijo, con voz tenebrosa, algo así como: ooochuuunnn, eiii chaaannnnnn… Nunca he sabido que decía…

Pasó un tiempo, no sé cuanto, yo ya no tenía ninguna noción del tiempo, me quedé paralizada, con él como durmiendo encima de mi, inundado mi cuerpo de sudor y semen, respirando con dificultad, jadeando, su peso me aplastaba… cuando de pronto, lentamente, me la sacó y se colocó a mi lado, con una pierna sobre mi vientre, un brazo y la mano jugando con mis tetitas, pasándome la lengua por el cuello y mordiéndome como un vampiro… Yo notaba un liquido viscoso, caliente y pegajoso moverse por mi vientre y muslos… La mezcla del semen y la sangre del desvirgamiento… Así, creo que se quedó dormido, y, poco después, tremendamente agotada, yo creo que también me dormí enseguida…

Me despejé cuando había pasado cerca de una hora. Sin darme cuenta, Chu Piaoling se había despertado, y, como no se había separado de mi cuerpo, de nuevo parecía estar excitado. Miré hacia abajo y vi su pene otra vez preparado para atacarme… Oh, no, pensé, dolorida y agotada, otra vez, tan pronto, no, por favor…

Entonces, Chu Piaoling me dio media vuelta y me puso de espaldas, y luego me obligó a ponerme como si yo fuera una perrita. Mis pechitos descansaban en la sábana y, él desde atrás me los apretaba con fuerza, casi haciéndome daño.

Me levantó la parte del culo… Se dedicó a jugar y pellizcar mis nalgas, y pensé que ahora tenía el capricho de follarme como si fuésemos un perro y una perrita. Tal vez era divertido, aunque algo incómodo… Chu Piaoling estaba haciendo algo bastante asqueroso, se había puesto saliva en los dedos e intentaba irlos metiendo en mi culo, no imaginaba yo para que hacía algo tan raro.

Y entonces Chu Piaoling se colocó encima de mi por detrás, tal como me pensaba, como si fuera un perro. sentí la polla de nuevo, pero,… ¡¡¡Me había colocado la punta en la entrada del agujero del culo!!!…

¡¡¡ Ahora me daba cuenta de lo que Chu Piaoling pretendía!!! ¡ Qué tonta que soy! Chu Piaoling me iba a meter el pene en el culo, y eso yo me lo imaginaba como una cosa sucia y asquerosa, No, eso no, no le iba a dejar, en la vagina lo que quisiese, pero en el culo, ¡No!

Empecé a moverme para ponerme al revés, con la espalda en las sábanas, pero me encontré con la sorpresa de un Chu Piaoling desconocido, fuerte, violento. El chino sacó una extraordinaria fuerza de no se dónde, y me inmovilizó completamente. Con una de sus manazas aplastó mi cabeza contra la almohada, mientras con la otra levantaba mi culo. Yo gemí y intenté protestar. Entonces el hombre me agarró los dos muslos por el interior, me levantó el culo, deslizó sus manos a las nalgas, apretando mi carne, y con los dos pulgares dejó bien al descubierto el agujero de mi ano.

Intenté desasirme, y volví a sentir la punta de su polla en mi culo. De pronto, mientras yo me agitaba, noté como su polla entraba en mi cuerpo, se abría paso en mi culo. Me la metió de golpe, con un empujón frenético hacia delante, al tiempo que daba un grito monstruoso en la extraña lengua que parecía utilizar a veces aquella tarde. Sentí un dolor terrible, de nuevo como si una navaja me estuviese cortando por dentro, ahora por el otro agujero, y dejé ir un alarido espantoso, de dolor y horror por lo que el chino me estaba haciendo, por el daño tremendo que me estaba haciendo al desvirgar mi culo.

Yo lloraba, gemía, continuaba el dolor, mientras él me follaba exactamente como un perro, se movía de la misma manera, jadeaba, decía palabras incomprensibles, aplastaba mi cara contra las sábanas cuando yo intentaba resistirme o moverme, hasta que llegó un momento en el que sus movimientos fueron espeluznantes, me movía entera, me arrastraba arriba y abajo, y empezó a gritar como si fuese un monstruo inhumano, y me di cuenta de que se estaba corriendo, estaba eyaculando dentro de mi culo, el Caballo de Hierro tenía un orgasmo tremendo que lo había transformado en una fiera, pero pensé que tal vez si ya se agotaba acabaría mi tortura…

Poco después se dejó caer, y yo quedé con la cara, el pecho, el vientre, aplastados contra la sábana, mientras tenía todo su cuerpo, todo el peso de Chu Piaoling encima de mi, su cara hundida en mi nuca, su pecho contra mi espalda, su sexo sobre mis nalgas, su polla todavía metida dentro de mi cuerpo, todavía dura, todavía guerrera… Él jadeaba, parecía ahogarse, aunque empezaba a recuperar la respiración, y yo seguía gimiendo, lloraba sintiendo un gran dolor en mi culo…

Dolor que aumentó unos momentos después, cuando el hombre se apartó de mi poco a poco, cuando su pene se abría paso de nuevo para salir de mi culo…

 

Chu Piaoling se quedó a mi lado, extendido sobre la cama, y yo me pude por fin colocar con la espalda en las sábanas, con mis ojos perdidos en los colores rojizos del techo… Él recuperaba la respiración, yo seguía gimoteando de dolor, me seguía doliendo, ahora que tenía el culo contra las sábanas… Y, con sorpresa, me di cuenta de que ahora el hombre estaba roncando, Chu Piaoling se había dormido de golpe, debía estar supersatisfecho, después de follarme y meterme todo el semen por delante y de desvirgarme después por el culo…

Me sentía muy mal, pero no me podía mover… Recuperé la respiración, me notaba sucia, bañada de sudor, con todos los olores del cuerpo del asiático impregnando mi piel… Me giré y miré su cuerpo desnudo, su pene ahora ya blando en medio de sus enormes cojones llenos de unos largos y rizados pelos… Roncaba, roncaba como un animal satisfecho y saciado… Y yo lloré, de vergüenza y de dolor…

Pasó un tiempo, no sé cuanto… Él seguía roncando… Yo reuní fuerzas y me levanté de la cama para ir al baño que había visto al lado de la entrada de la habitación… Donde yo estaba acostada, vi sangre donde reposaba mi culo… No me extrañó, sabía que Chu Piaoling me había hecho mucho daño, era como si me cortasen por dentro, no me extrañó ver allí que me había salido sangre por el culo…

Entré en el cuarto de baño… Decoración muy lujosa, al estilo chino… Encendí la luz, era un tenue fluorescente de neón rosado… Me miré al espejo… Estaba despeinada, con la cara sucia, llena de una mezcla de lágrimas, saliva, sudor mío y de Chu Piaoling…

Me vi desnuda, pero me di cuenta de que tengo un cuerpo muy bonito, yo ya sabía que mi joven cuerpo tiene una magia especial para los hombres… La primera parte no había estado al final mal, pero después, cuando Chu Piaoling decidió desvirgar mi culo, me había hecho daño, mucho daño… Pero… No sé, tal vez había sentido algo, a pesar del dolor, tal vez, si lo probase otra vez y no me hiciese daño…

Llené la bañera con agua tibia y me introduje en ella… Sentí que las fuerzas volvían a mi cuerpo…

Me di cuenta, al regresar a la habitación y ver a Chu Piaoling roncando, que el chino, mi amante de China, ocuparía un lugar primordial en la historia de mi vida… Me entró un cierto temor, un cierto miedo a no encontrar en el futuro, entre la gente de mi edad, a chicos que me hicieran disfrutar, a pesar de todo, tanto como aquel hombre que me había desvirgado…

Dos horas después, un coche del Club Oriente Celeste me llevaba de nuevo a Barcelona. Chu Piaoling se había quedado en el club, y me sonreía pícaramente cuando me dio un sobre con quinientos euros, para que me comprase cosas bonitas que me gustasen…

Cuando le protesté un poco de que el culo me hacía daño al sentarme, que no tenía que habérmelo hecho, Chu Piaoling sonrió y me dijo que no me preocupase, que no pasaba nada, que sólo hacía daño la primera vez, y que después ya vería como me gustaría que me lo hiciesen también así… Me dio un medicamento, una pomada china, para que me la pusiese en el culo si me hacía daño. Eso sí, me dijo que no fuese al médico de aquí si no dejaba de hacerme daño, que los médicos hacen preguntas inconvenientes, que él tiene muchos amigos médicos chinos que me visitarían enseguida con toda discreción, pero que seguro que no haría falta…

Llegué a mi casa. El culo me continuaba haciendo mucho daño, no podía sentarme en las sillas, sólo en el sofá o estirarme en mi cama… Me curé el culo con algodones y agua oxigenada, en la braguita tenía algo de sangre que me había salido con los movimientos del coche… La pomada me calmó algo el dolor, me puse la tele, estaba sola, mi madre estaba trabajando… La vagina también me hacía daño, pero no era nada en comparación al culo.

Me notaba algo nerviosa… Fui a mi armario, saqué mi cajita de música de cuando era pequeña, y saqué mi tesoro… Allí guardaba lo que no me gastaba del dinero que me iba dando a veces Chu Piaoling cuando nos veíamos… Y ahora añadí los quinientos euros que me acababa de dar ahora… Me iba bien, ahora me estaba dando todos los caprichos, ya tenía aquellos pantalones que estaban de moda y eran tan caros… Y no unos, sino tres…

Salí de casa y me fui a ver a mi madre al trabajo… Estaba mejor caminando o de pie que sentada…

No imaginaba yo entonces que las nuevas sensaciones que me reservaba el futuro superarían con mucho lo vivido aquella primera tarde con Chu Piaoling en su club…

Y, en efecto, en la tarde del día siguiente, un automóvil con un chofer oriental me llevó a un edificio de apartamentos de la Avenida Diagonal, en un lugar muy cercano al Estadio del Club de Fútbol Barcelona. Allí me esperaba mi amante chino… Llevaba un batín muy elegante, se le notaba acabado de duchar, y se había perfumado con una colonia muy excitante, tal vez demasiado intensa, pero que me llevó pronto a abrazarle mientras él me desnudaba y me llevaba a una inmensa cama de suaves sábanas…

El hombre me besó, introdujo su lengua en mi boca, yo le correspondí, me mordió suavemente el cuello y luego me lamió los pechos y dio unos pequeños mordiscos en mis pezones… Besó mi sexo e introdujo su lengua en mi vagina… Y me sentí enseguida transportada a las estrellas cuando noté que Chu introducía de nuevo, hoy con gran suavidad todo su pene en mi cuerpo…

Y estuvo más de dos horas haciéndome el amor, acariciándome, follándome cada vez con más pasión y por todos los lados… Yo me sentía en otro mundo, nunca pude imaginar que tales placeres podían existir, que un hombre podía ser a la vez tan amable y tan duro, tan suave y tan brutal, tan dulce y tan violento… Y conocí lo que es un auténtico orgasmo, y vi como un hombre se puede transformar en un tigre despiadado y rugiente cuando vaciaba sus testículos dentro y fuera de mi cuerpo…

Yo quedé agotada y muy fatigada en la cama, mientras él se bañaba y se vestía con un elegante traje. Se acercó a mí, me besó en los labios, y me dio un teléfono móvil nuevo muy pequeño, de los de cuenta bancaria que paga él, para estar en contacto. También me dio las llaves del apartamento –me susurró que sería nuestro nido de amor a partir de entonces-, un sobre con mil euros –me dijo que me daría esa cantidad cada mes-, y una tarjeta de crédito con cargo a una cuenta suya –me dijo que podía gastar con ella otros mil euros cada mes-… Me di cuenta de que a partir de ese momento yo era ya una especie de amante oficial de mi caballero chino… Un hombre muy serio y organizado, como podéis ver… Y un excepcional amante, que me desvirgó y me transformó en su putita europea haciéndome morir de placer cada vez que se acuesta conmigo… Siempre inventa cosas, posturas, que hacen que follar con él nunca sea aburrido.

Y tengo un problema, acostumbrada a él, su suavidad, su elegancia, su olor enervante, su gran sabiduría en darme placer y obtenerlo él de mi cuerpo y mi piel, no consigo encontrar atractivos a los chicos de mi edad, los compañeros de instituto, los hermanos de mis amigas… Sé que todo acabará, que algún día Chu será sólo un recuerdo, que me casaré con alguno de esos chicos que ahora me parecen tan aburridos, pero creo que toda la vida recordaré a mi desvirgador, mi amante venido de China…

Barcelona, Julio de 2007

 

 

(Nota pícara final de la autora del relato:

Un comentario final para los aficionados al cine. En relación a la leyenda sobre la película de Jean Jacques Annaud que cité al principio, si miráis el film en DVD, podéis tener una sorpresa si buscáis la escena en la que hacen el amor en la cama con ella sentada encima del chino y tenéis la gran paciencia de pasarla fotograma a fotograma. Por lo menos, yo creo haberla tenido, aunque puedo estar equivocada, investiguen ustedes, compañeros y compañeras…).

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