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Romance limeño de lucia, sexo y reggae

en Poesía Erótica

ROMANCE LIMEÑO DE LUCÍA, SEXO Y REGGAE
(Descubriste que el sexo es una forma de amar)
Lucía, Lucía…
Recuerdo tu suave piel, el sudor de tu cuerpo,
enloquezco en la nostalgia de estar dentro de ti.
Sentir tu temblor cuando aprieto tus pechos,
tus gemidos cuando penetro hasta el fondo,
tu placer cuando mil caballos se desbocan en mi…

Música de reggae en el lejano bar,
te recuerdo en la playa de Ventanilla,
maravilloso cuerpo de joven limeña
al final de la adolescencia,
piel suave y cálida,
color de Luna en lugares secretos
donde no llega el sonrojo del sol de mar.

Aún la ropita cubría aquellos rinconcitos
Pero yo sabía que sería por poco tiempo
Y te imaginaba, Lucía, desnuda ante mi
Mientras yo, ansioso, me liberaba de las ropas.

Te sujeté por la cintura desnuda,
me miraste con temor,
te llevé a la habitación del sacrificio,
todos los incas, dioses y humanos,
compartían mi deseo y mi amor

Recuerdo…

Ayer es ahora…

Luz en penumbra, sábanas que nos esperan.
Me miras, dulce muñeca, con nerviosismo
y tal vez con ansiedad.
Temes el sexo que llega,
pero anhelas descubrir su magia y verdad.

De rodillas ya a tu lado, tan cerca de ti,
Paso mis brazos por tus hombros
Y fijo mis ojos en los tuyos, claros de miel.
Miras mi piel morena, mis brazos fuertes,
mi cuerpo curtido del mar…
Mi contraste con la blancura plateada
de tu piel.
Sabor a sal de mar cuando paso
mi lengua por tu cuello…
Y lentamente, poco a poco,
Te deslizo en las sábanas,
frescas y limpias,
y cedo a la tentación
de morderte con dulzura
el tierno cuello…
Me miras, ya lo sabes,
Soy tu vampiro, mi amor.

Y me libero de mis ropas,
ya desnudo ante ti
Veo tus ojos sorprendidos,
Tus labios temblando,
Miras mi vientre,
aquello que me hace hombre,
erguido en tu honor,
y los ensortijados pelos canosos
de mi bosque otoñal

Me estiro a tu lado,
pongo mi mano en la tuya,
acaricio tu muslo
de suave seda hirviente,
me giro hacia ti,
admiro tu cuerpo,
y tu clavas tus ojos
de nuevo en los míos,
suplicando no se bien qué.

Y te libero, Lucía, del sujetador,
acaricio tus pechos,
sorbo el néctar de tus pezones,
mi mamacita, soy tu bebé…
Y me miras, aprietas los labios, gimes,
mientras yo te musito
las más dulces palabras
de la magia
del sexo y el deseo sin razones…

Deposito mis labios en los tuyos,
te beso, ya mi lengua,
juega con la tuya…
Jugoso dulzor a goma de mascar
con gusto a vainilla adolescente.
Es como poseer la más preciada joya
del museo nacional…

Te sigo besando, acariciando, lamiendo,
boca, cara, cuello, pechos, brazos…
Y te bajo poquito a poco
la braguita del biquini…
Por los muslos, las rodillas, los tobillos…
Hasta tenerte por fin desnuda…

Paso mi mano por tu sexo,
vuelves a gemir, te estremeces…
Lo acaricio suavemente,
aprieto con delicadeza
aquel montoncito de carne
que ya sabes.
Tu respiración se agita,
mi lengua lame tu cueva…
Tu cuerpo arde y con tus manos
aprietas mi cabeza contra tu vientre.

Paseo mis dedos, húmedos de saliva,
por el interior de tu cuerpo,
para poder entrar más suavemente.
Tus gemidos son ya más fuertes,
tus labios anhelan los míos.
Yo te sonrío y, lentamente
separo tus bellos muslos
y me coloco adecuadamente
en medio de ellos
y voy descendiendo hacia el contacto,
piel contra piel, pecho con pecho,
boca con boca, lengua con lengua,
mientras mis caricias se endurecen
y domino tus abrazos.

Con la mano oriento
la punta de mi ariete,
y lo coloco en la entrada
de tu tesoro adolescente.
Y cruzas los muslos abrazando
mi cadera y mis piernas presentes.
Empujo hacia delante
Y empiezo a introducir mi espada
en tu deseado vientre
Mi miembro se desliza suavemente,
sin resistencia penetra
en tu cuerpo y tu mente,
y se rompe la tierna barrera
de tus sueños inconscientes.
Entonces te estremeces,
te tensas, te agitas, y te oigo
dejar ir un único y prolongado gemido
tal vez de miedo y dolor,
tal vez de todo lo que va al olvido.

Ya no eres virgen, amorcito,
ya eres mía, mamacita.
Deliciosa muchachita,
Amo tu piel suave
con sudor que huele a flores,
a ternura, al hogar dulce
de tu madre,
mi antigua amiga y amante.
Tus labios jugosos aplastados
en los míos,
tu lengua húmeda
frotándose en la mía.

Mis manos te aprietan el culo,
te presionan los pechos,
te pellizcan los pezones salientes.
Mi cadera moviéndose
adelante y atrás,
atrás y adelante va mi triunfo
clavándotelo cada vez
más profundamente.

Y gimes de ansiedad, de gozo,
me abrazas, aprietas tus muslos
contra mi cuerpo.
¡Qué locura de dioses de placer,
qué agonía de posesión y éxtasis!
Y llego al final, no puedo aguantar mucho,
por fin la culminación,
la libertad de la explosión.

Me estremezco
Y moviéndome
como un joven potro salvaje
en lugar del caballo viejo
que soy,
siento de nuevo
los mil placeres
de los dioses,
me corro, gozo como
nunca antes lo hice,
tal vez con tu madre
cuando nos amábamos
al fugarnos de San Marcos,
y noto, qué agonía,
como un rio hirviente
se desborda
fuera de mi vientre,
y como borbotones
de lava ardiente
inundan tu sexo
con mi simiente.

Y sacudida
por la violencia de mis movimientos
y mis gritos de animal furioso,
Lucía, tu también gritas,
Y gimes y lloras,
mientras tus convulsiones estremecidas
me revelan que tu también,
mi bella adolescente,
has llegado al secreto de los dioses,
al placer que nunca puedes explicar
sin volver a gemir y temblar.

Han pasado unos minutos
tal vez horas.
Estamos estirados en el lecho
abrazados de costado
desnudos,
con los cuerpos pegados,
y yo bebo el sudor de tu cuello
y las lagrimas de tu mirada,
mientras te doy, y tu a mi,
tiernos besitos,
y nos lamemos la cara.
Eres mi gatita,
que ronronea en la oscuridad
y me abrazas
sin dejarme marchar.
Y cierras los ojitos,
suspirando por tanto gozar.

Pasa el tiempo…
Encamados, no lo puedes contar,
Tomo de nuevo tus labios,
Tu ya no me puedes rechazar,
has sido y eres mía,
y eres tu quien va a mi lengua buscar.
Mi ariete se subleva de nuevo,
guerra en tu vientre va a buscar,
te coloco encima de mi cuerpo,
abro tus muslos de par en par,
y sin esperar te vuelvo a penetrar…
Me sonríes, gimes, respiras con dificultad,
saltas, te aprieto los pechos, gritas, gritas,
vuelves a gritar…

Mi amor, mi pequeña ninfa,
mi dulce gatita, mi tierna muñeca,
mi linda sirena, mi amiguita,
Ya has aprendido
que amar es gozar.


Celia Tatiana
Diciembre 2008
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