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La esposa humillada 2

en Dominación

La esposa humillada II

Durante los siguientes días, Marcos se comportó de manera natural, como queriendo demostrarle que no sospechaba nada y que no le importaba que se hubiera quedado a solas con su ex en aquella discoteca y que hubiera regresado a casa tan tarde. No paraba de hacerse pajas rememorando la escena en el coche. Cada vez que la veía pensaba en cómo se la había follado por el culo y por el chocho, cómo se había corrido en su cara. Con Eloy, ella se mostraba más débil, más dominada, todo lo contrario a cuando hacía el amor con él, que ella tomaba la iniciativa en cuando a las posturas y los juegos. Una mujer como Silvia debía de echar de menos una polla como la de su ex, el hijo de puta la follaba como nadie. La escuchó hablar con él por teléfono y en aquella llamada ella demostró su arrepentimiento.

No me llames más, Eloy, me arrepiento de lo que hice, ¿vale? Quiero a Marcos y no me gusta engañarle. Es más, he estado a punto de contárselo, así es que te lo pido por favor…

A Marcos le tentó en muchos momentos la idea de contarle a su esposa la verdad de sus sentimientos, que le excitaba verla follar con otro hombre, pero le daba mucha vergüenza y además temía su reacción, podía pasar cualquier cosa. El tiempo transcurría y todo parecía volver a su cauce, aunque a Marcos no se le borraba de la cabeza la escenita en el pinar y debía aplacar esa perversión con continuas masturbaciones. Pasó el verano y, a pesar de que sus deseos eran que su mujer continuara como amante de Eloy, no volvió a tener sospechas de que se hubieran visto de nuevo. Marcos continuaba grabándola con el móvil y fotografiándola en plan voyeur para luego exhibirla ante sus contactos en Internet. Ya en otoño retomó sus estudios en la facultad de Derecho junto con su amigo Alain, un amigo que conoció en primero de carrera. Alain era bastante extrovertido y se llevaba bastante bien con él. Era alto y muy delgado, casi raquítico, con la piel blanca como una pescadilla, con el pelo muy corto y pronunciadas entradas. Cogieron la costumbre de estudiar juntos en la biblioteca, un par de horas por la tarde, y allí muchas veces hablaban de sexo y de chicas, de las tías buenas de la facultad y de las profesoras maduritas. Estaba todo salido. Nunca había tenido novia, se enrollaba con alguna sin compromiso o se iba de putas esporádicamente. Luego le contaba las aventuritas a Marcos.

- Tú estás jodido para juergas con putas, aunque con tu mujer tienes bastante. Mira que está buena, ¿eh, cabrón? ¿Cuántos años te lleva?

- Trece años.

- Ummmm, me encantan las maduras, mucho más que una veinteañera. Me gustaría estar con una como la tuya. Seguro que folla como la hostia.

- Sí, es muy salvaje.

- Qué suerte tienes, cabrón. A ver si algún día me la prestas… Jajaja… ¿Y folla salvaje?

- Jajaja, tiene experiencia.

A Marcos ya le excitaba la conversación con su amigo Alain.

- ¿Ha tenido más novios? – se interesó su amigo, ávido de morbo.

- Sí, claro. Estuvo cuatro años con Eloy, y según me ha contado, le daba bastante caña.

Ya le notaba la excitación en los ojos a su amigo Alain.

¿Se la follaba por el culo?

Sí, le gustaba darle por culo, y eso que a ella no le gustaba, pero el cabrón la obligaba.

¿Tú le das por culo?

No.

Pues tiene que gustarle, las tías que lo prueban luego quieren repetir.

No sé…

Aquella conversación con su amigo hizo que al llegar a casa se masturbara imaginándole con ella. El sábado de esa semana, sus padres prepararon una barbacoa en el jardín y Marcos invitó a Alain con la intención de que se pusiera las botas observando a su mujer. Le encantaba excitarle con ella. Ese día, Silvia vestía unos tejanos muy ajustados que definían las curvas de su macizo trasero, así como un jersey de hilo que igualmente permitía una idea del volumen de sus pechos. Alain conversó mucho con ella y tomaron algo de confianza. La devoraba con los ojos. Tras la comida, Marcos se encontraba sentado en una butaca cuando se acercó su amigo y se sentó a su lado. A unos metros, Silvia se inclinaba para abrocharse el zapato deportivo y expuso su trasero hacia ellos.

Joder, tío, mira qué culo tiene tu mujer. Me tiene loco, tío, lo siento, pero es que está muy buena, así, madurita.

No pasa nada, hombre.

Tiene que tener unas buenas tetas, ¿no?

Sí, grandes y blanditas.

¿Se las chupas?

Sí, le gusta que se las chupen.

¿Y el culo? ¿Te comes su culo?

También le gusta.

Joder, qué buena está. La de veces que ese tal Eloy se la habrá clavado en ese culito, ¿eh?

Ya te digo, ella misma dijo que la obligaba…

No me extraña, yo te digo la verdad, yo estaría todo el puto día follando con ella.

Tampoco es eso, hombre – sonrió Marcos dándole alas a la conversación.

Cuando vais a la playa, así, medio desnudita, a los tíos se le tienen que ir los ojos detrás de ella.

Joder, dímelo a mí, encima usa braguitas de ésas tipo tanga.

¿No me jodas? – se sorprendió fascinado.

Y encima a veces le da por hacer top less. Tengo algunas fotos en casa. ¿Quieres verlas? Ya verás qué erótica se pone…

Venga, vamos, quiero verlas…

Marcos le dijo a su mujer que iba a acercarse a casa con Alain a revisar unos apuntes, que regresaría pronto, y fueron en el coche de su amigo. Entraron en el apartamento y se dirigieron hacia el estudio donde estaba el portátil. Mientras arrancaban los programas, Alain se sentó en el sillón giratorio frente a la pantalla y Marcos en un pequeño taburete a su lado. En el escritorio, abrió una carpeta y activo una foto donde ella aparecía de espaldas con un bikini tanga. Alain miraba hechizado, sin apenas parpadear. Hubo una sucesión de fotos donde aparecía con distintos bikinis y en alguna en top less, exhibiendo sus preciosas y grandes tetas, de pronunciadas aureolas y erguidos pezones, unas tetas perfectas, de libro.

¿Has visto? – le preguntó Marcos -. No tiene pudor en ir así a la playa.

Joder, qué putas tetas tiene la tía y qué culo -. Alain se manoseó la zona de la bragueta -. Mira cómo me he puesto. Lo siento, tío, sé que es tu mujer, pero una cosa no quita la otra.

No pasa nada.

Es impresionante. ¿No tienes alguna foto donde aparezca desnuda?

Sí, pero no sé, me da corte enseñártelas, ya es mucho, ¿no? Muy íntimo, ¿no?

Venga, hombre, yo no voy a decir nada.

Está bien, pero ni una palabra.

Activó tres fotos donde ella aparecía dormida en la cama y una mientras se duchaba, donde se apreciaba su coño y sus tetas. En las fotos de la cama sólo se le veía el culo, desde diversas posiciones según la instantánea, con el camisón subido hasta la cintura.

Ohhhh… Joder… Cómo está la hija puta. ¿Y qué haces luego con estas fotos?

A veces me masturbo y a veces le he tapado la cara y las he enviado por Internet.

¿Puedo masturbarme, tío? Tengo la polla muy dura…

Bueno, tú verás – sonrió -. Por mí…

Se bajó el pantalón y el slip hasta sacarse ambas prendas por los pies. Tenía unas piernas muy flacas y blancas, con vello muy salteado, una polla muy larga con forma de pepino, algo curvada y con capullo redondeado, de un tono más dorado que la piel de su cuerpo, y unos huevos pequeños, duros y redondeados, similares a una pelota de ping pong. Desde su encuentro homosexual en el hotel no había vuelto a ver una polla tan de cerca. Se la comenzó a sacudir con frenesí, sin apartar la vista de la pantalla donde se reproducían las fotos de su esposa semidesnuda. Marcos sólo observaba cómo se la meneaba, observaba cómo se fascinaba con los encantos íntimos de su mujer.

¿Te excita que la mire? – le preguntó sin apartar la vista del portátil.

Sí.

¿Te gustaría que me la follase y que tú lo pudieras ver?

Bueno, en fantasía…

¿Por qué no se lo planteas?

Sé que no aceptará, la conozco bien…

¿Por qué no sigues tú, tío? Necesito que me la machaque una mano distinta…

Bueno, pero no se lo digas a nadie, ¿vale?

Alain giró el sofá hacia él separando las piernas y ladeando la cabeza hacia la pantalla para concentrarse en las intimidades de Silvia. Marcos se curvó ligeramente hacia él y le sostuvo la polla agarrándola por la base. Primero le atizó unas leves caricias por todo el tronco y luego se la empezó a sacudir a un ritmo constante, dándole fuertes tirones en las bajadas de la mano. La tenía muy dura y curvada. Alain resollaba con muecas de placer, con los ojos fijos en la pantalla mientras su amigo le pajeaba.

Me gusta tocarme los huevos cuando me masturbo… -. Marcos le sobó las bolas duras con la otra mano, achuchándolos con toda la palma abierta mientras le agitaba la verga con fuertes tirones -. Mira qué chocho tiene, ummm, cómo me gustaría comérmelo. ¿Le chupas el coño?

Cuando ella me lo pide…

Tiene que ser muy puta, una puta con experiencia, tiene que gustarle que le den por ese culito... Ahhh… Wow… Ahhh… Dame más fuerte… Ummm… Hija puta…

Marcos aceleró bastante la vibración del brazo sin cesar de agarrarle los huevos. Contraía la barriga con el ceño fruncido y ronroneando como un gato, hasta que unos segundos más tarde comenzó a derramar leche hacia los lados, manchándole la mano, una leche gelatinosa y muy blanca. Marcos cesó las sacudidas, aunque mantuvo la mano rodeando la polla y la otra acariciándole los huevos.

Ufff… Tío… Tu mujer, está tan buena -. Marcos le soltó la polla y mantuvo la mano impregnada en alto. La verga descansó tiesa sobre la barriga -. Gracias, tío, de verdad que te lo agradezco, necesitaba que me hiciesen una paja.

De nada, hombre -. Marcos se levantó -. Vamos a ir para allá, ¿no? ¿Quieres un trozo de papel higiénico para limpiarte?

No, déjalo, es igual, con el calzoncillo se seca.

Voy a lavarme.

Desde el lavabo, con la mano manchada de leche, observando a su amigo con la verga a la vista, espatarrado en el sillón, concentrado aún con las fotos de su mujer desnuda, se metió la mano por dentro del pantalón, roció su pollita con el semen de Alain y se la tocó hasta eyacular sobre el calzoncillo. La perversión acababa de asentarse de nuevo en su mente y esta vez compartía sus fantasías con uno de sus mejores amigos. Esa noche le hizo el amor a Silvia, sin haberse limpiado la polla, con restos de semen reseco de Alain por el tronco. Fue una corrida espectacular con sólo saber que el semen de su amigo se había adentrado en las profundidades del coño de su esposa.

El lunes se vieron en la facultad y ambos actuaron con total naturalidad, aunque en un descanso entre las clases, Alain se refirió al tema.

- Oye, lo del otro día, tío, sé que fue una mariconada, pero es que tu mujer me pone a cien y al verla así, joder, tú no sabes bien.

- Te vi muy mal, jaja, te hice una paja para que te desahogaras, no pasa nada…

- Que conste que a mí me gustan las tías, sobre todo tu mujer. Sinceramente, tío, no sabes cómo me gustaría follármela, cómo me gustaría ser el Eloy ése y destrozarle ese culito.

- Me lo imagino…

- ¿Quedamos para estudiar hoy?

- Sí, en mi casa, a la hora de siempre.

- ¿Estará tu mujer? Me gusta echarle un vistazo a su culito…

Marcos le dio un manotazo en el hombro empujándolo hacia el interior de la clase.

Anda, vamos…

Por la tarde, Alain coincidió con Silvia cuando ella salía porque tenía un par de horas de tutoría en el colegio. Se saludaron con unos besos en las mejillas e intercambiaron algunas palabras. Iba tan guapa como siempre. Luego ella se marchó y encontró a Marcos en el salón con los libros desparramados por la mesa.

Uff, qué guapa va… -. Se sentó a su lado -. Oye, tío, ¿por qué no me enseñas las fotos? Joder, es que al verla me han entrado ganas.

Tenemos mucho que hacer…

Venga, coño, deja que me desahogue un poco…

Se dirigieron hacia el estudio. El portátil estaba encendido y el mismo Alain se sentó en el sillón y activó la carpeta para que se reprodujeran las fotos. Marcos acercó el taburete y se sentó a su lado, como en el día anterior. Mientras iban sucediéndose las fotos en la pantalla, comenzó a quitarse el pantalón, así hasta quedarse desnudo de cintura para abajo. Tenía la polla hinchada y muy tiesa. Era un pene de una longitud que superaba los veinte centímetros, gruesa en el centro y más delgada en la punta y la base, como un pepino. Se dio un par de sacudidas, pero enseguida miró hacia Marcos.

¿Quieres seguir tú? Ya sabes que me gusta que me hagan una paja.

Como quieras.

Así me imagino que es ella quien me la está haciendo.

Qué cabrón estás hecho, Alain.

De nuevo giró el sillón hacia él e inmediatamente Marcos le rodeó la polla con la derecha para meneársela despacio mientras él se concentraba en las intimidades de su mujer. Elevó la izquierda para masajearle los huevos con suavidad mientras le pajeaba. Los tenía duros y ásperos. Alain respiraba por la boca de manera acezosa, electrizado por las fotos que se sucedían. Marcos aceleró un poco los tirones, apretándole bien los huevos con las palmas, induciendo las muecas de placer en su amigo. Alain le miró durante unos segundos, se dedicó a mirar cómo se la machacaba, cómo le sobaba los huevos, su cara de docilidad al pajearle.

¿Por qué no me la chupas, tío? Hace mucho que no me hacen una mamada, y aquí, joder, tío, viendo a tu mujer…

Bueno, un poco sólo, ¿eh?

Bajó del taburete y se arrodilló entre las piernas raquíticas de su amigo. Apoyó un codo en cada rodilla, la sujetó por la base con la mano derecha y acercó la boca para empezársela a chupar. Le oía jadear. Le lamía el glande y luego se la metía entera en la boca, ensalivándola, mordisqueándola como si fuera un puro, sacudiéndosela con el glande encima de la lengua. Qué rica estaba, no era muy ancha, pero extremadamente larga y curvada. Se la mojaba por todos lados, cómo si fuera un polo de hielo. A veces se la comía entera, hasta que los labios le rozaban el vello. Apartó la boca para sacudírsela un poco. La tenía muy mojada por la saliva. Entonces le chupó los huevos, con toda la lengua fuera, los lamió hasta dejarlos bien empapados, hasta que le oyó acezar de manera más escandalosa, encogiendo la barriga.

Dame con la mano, tío, me voy a correr…

Marcos se irguió y se la sacudió velozmente hasta aflojar la marcha cuando notó palpitaciones en el tronco. Y derramó una leche muy líquida hacia los lados, volviéndole a manchar la mano, con pequeñas salpicaduras que le cayeron sobre el vello. Se la soltó y se levantó con la mano manchada. Alain procuraba recuperar el aliento respirando por la nariz, con la verga reposando a un lado.

Hija puta, cómo me pone. Gracias, tío, necesitaba una mamadita.

De nada, hombre, voy a lavarme.

Y de nuevo se masturbó rociándose su polla con el semen de Alain, y de nuevo le hizo el amor a su esposa aquella noche con la polla impregnada del semen de otro hombre. Esa noche, Marcos la grabó mientras se duchaba sin que ella se percatara, grabó unos primeros planos de sus mayores intimidades.

El martes por la mañana le dijo a Alain que la había grabado mientras se duchaba y antes de las cuatro ya estaba en casa para simular que estudiaban. Se repetía la misma escena. Silvia salió y entonces se fueron al estudio. Alain ocupó el confortable sillón y Marcos al lado en un taburete. Reprodujo el archivo de video donde su esposa se desnudaba y se metía en la ducha, captando unos primeros planos de su culo, de sus tetas y de su coñito depilado. Alain se la sacudía a toda prisa, exaltado de placer, con los ojos a punto de salirse de su órbita.

Tócame los huevos…

Marcos le sobaba los huevos a modo de caricias mientras él se masturbaba. En la pantalla, Silvia se inclinaba y exponía su culo a la cámara, llegando a apreciarse el ano en el fondo de la raja.

¿Te gusta así? – le preguntaba Marcos.

Sí… Ahhh… Joder, qué culo… ¿No te gustaría que me la follase?

Me excita un poco, sí.

Convéncela, tío.

Eso es complicado, la verdad.

Esa vez sólo le masajeó los huevos y Alain se masturbó hasta salpicarse la barriga de semen. Marcos se ocupó de pasarle una servilleta para limpiarle y luego, como solía hacer, se untó la polla con el semen de su amigo y se masturbó, y de nuevo, por la noche, volvió a follar con ella sin haberse limpiado la verga. Silvia bromeó con su repentina fogosidad, tres días seguidos liándose, algo inaudito en todo su matrimonio, pero él le dijo que últimamente estaba muy caliente. Se quedó dormida sin vestirse, y volvió a grabarla para su amigo, esta vez con la cámara del móvil muy cerca del coño, incluso captó el rastro de semen que fluía de la rajita tras el polvo que acababan de echar.

El miércoles, en la facultad, fue Alain quien le preguntó si la había vuelto a grabar para él. Le dijo que sí, que recién follada, la había grabado mientras dormía. Volvió a repetirse la misma escena, a las cuatro en punto llegó Alain. Tonteó un poco con ella cuando Silvia le invitó a un café, derramó sobre ella obscenas miradas, sin reparos, y la piropeó dos o tres veces en presencia de su marido, al que se le puso la pollita tiesa ante las embestidas de su compañero. Silvia, ingenuamente, no captó las intenciones de Alain y poco antes de las seis se marchó a casa de sus padres. Ya en el despacho, ocupando sus respectivos sitios, Alain se quitó el pantalón y el slip en cuanto dio inicio el nuevo video donde se visualizaban los detalles del coño de Silvia, comenzó a sacudírsela él mismo sin apartar los ojos de la pantalla.

Qué ganas de follarme a tu mujer, tío… Joder… Qué puto chocho más rico tiene… ¿Quieres hacerme una mamada, tío? Necesito que alguien me la chupe…

Bueno, como quieras…

Se arrodilló entre sus raquíticas piernas y se la lamió despacio metiéndosela toda en la boca y mojándola por todos lados, a veces sacudiéndosela velozmente sobre la lengua. Alain sólo miraba hacia la pantalla con muecas de placer en su rostro, mientras él le remojaba la verga.

Te gustaría verla follar conmigo, ¿verdad, tío?

Sí.

Jodida puta, qué polvo le echaba. Chúpame los cojones…

Bajó un poco más la cabeza para babosearle los huevos comiéndoselos, metiéndoselos enteros en la boca o aplastándolos con la lengua. Alain se agarró la verga para masturbarse mientras Marcos le chupaba las bolas, mientras las impregnaba con gruesos goterones de saliva, saliva que llegaba a gotear en el suelo. Comenzó a resoplar y a darse más fuerte. Marcos continuaba lamiéndole las pelotas cuando cayeron sobre su cara gotas de semen, una pequeña lluvia que le hizo apartar la cabeza. Alain se escurrió la polla.

Lo siento, tío, te he podido avisar, pero no he podido aguantarme.

Tranquilo, no pasa nada…

Fue al baño y se limpió la cara con una toalla. Desde su posición, vio que Alain volvía a masturbarse con la misma escena, cuando Silvia dormía tras haber follado con él. Se masturbó a la paz que él, casi eyacularon a la vez. Esa noche decidió no hacerle el amor a Silvia, tampoco quería levantar sospechas, aunque en su mente rememoró cada detalle.

El jueves por la tarde, cuando llegó Alain, Silvia ya se había marchado, había quedado con sus padres para acompañarles a un especialista. Estaban solos en casa. Alain recorrió el pasillo en dirección al salón, pero frenó al pasar por la puerta de la habitación de matrimonio y se atrevió a entrar. Se detuvo observando la cama. Marcos le seguía sin decir nada.

¿Aquí es donde folláis?

Sí.

Dio unos pasos hacia la mesita de noche y abrió el primer cajón. Extrajo unas bragas y un tanga, ambas prendas de color blanco y de encaje, y se las llevó a la nariz para olerlas. Con las prendas en la mano, comenzó a desabrocharse el pantalón, lo dejó caer y acto seguido se bajó el slip, quedándose desnudo de cintura para abajo.

¿Te importa que me masturbe con las bragas de tu mujer?

No, si te excita…

Se pasó una por la polla y otra por los huevos, luego se sentó en el borde volviéndolas a oler.

Madre mía, tío, cómo me gustaría romperle ese culito que tiene. Imagina, tío, yo follándomela, aquí, en la cama, y tú viéndonos, ¿eh?

Sí, es una de mis fantasías, verla con otro.

Alain se echó hacia atrás con ambas bragas en la cara.

¿Por qué no me haces una mamada, tío? Estas bragas me han puesto muy enfermo.

Bueno.

Como otras veces, se arrodilló entre sus blancas rodillas, le sujetó la verga colocándola en vertical y se la empezó a chupar rodeándola con la lengua por todos lados, succionando el glande, mordisqueándosela con los labios y sacudiéndosela a la vez. Alain jadeaba olisqueando las bragas sin cesar, electrizado por el suavizante de las prendas y las chupadas de su amigo. Notó que le lamía los huevos con la lengua fuera, que se los besaba, que se los comía, y regresaba al tronco duro para pasarle la lengua hasta el capullo.

¡Qué bien lo haces, tío! – gimió mordiendo las bragas.

¿Quieres que te chupe el culo? – le preguntó Marcos algo sonrojado -. A ella le gusta.

Sí, chúpamelo.

Alain se incorporó, subió encima de la cama y se colocó a cuatro paras, con las rodillas cerca del borde y el culo en pompa. Marcos irguió el tórax y acercó la boca a sus nalgas aplanadas y huesudas, hundiendo la cara en la raja estrecha y sacando la lengua para acariciarle y mojarle el ano. A la vez, metió la mano derecha entre las piernas y comenzó a ordeñarle la verga, dándole tirones hacia abajo. Alain gemía de manera ardorosa, cabeceando, con las bragas en la boca mientras su amigo le chupaba el culo.

Ummm… Ahhh… Qué bien lo haces, cabrón… Tío, necesito follarme a alguien, ¿a ti te importaría que te la metiera?

Marcos apartó la cabeza, mirando su ano baboseado, aún deslizando la palma por la verga.

¿Tú quieres?

Sí, tío, necesito follarme a alguien.

Está bien.

Alain se incorporó y se apartó a un lado de la cama. Marcos se bajó el pantalón del chándal hasta quedarse desnudo, con su pollita normalita muy tiesa. Subió encima de la cama, se colocó a cuatro patas y enseguida Alain se arrimó a él. Se escupió la polla y le abrió el culo con los pulgares. Se la fue clavando poco a poco, notó el ligero avance del pepino por su ano, provocándole una mezcla de fuerte dolor y fuerte placer. Y se lo empezó a follar, primero moviéndose despacio y luego acelerando, así hasta que unos instantes más tarde le atizó varias clavadas secas y le llenó el culo de leche, una leche viscosa que fluyó por el orificio nada más extraer la verga. Fatigado, Alain se dejó caer sobre el cabecero y Marcos se incorporó sentándose sobre sus talones. Notaba cómo le salía la leche del culo. Se sacudió su pollita ante los ojos de su amigo hasta correrse, demostrando que le había gustado, que en el fondo era un marica.

¿Te ha gustado, tío?

Sí.

Tenías el culo muy cerrado, cabrón. Uff, oye tío, ni una palabra de estas putas mariconadas, ¿eh?

Lo mismo digo…

Lo hago porque tu mujer me pone eléctrico y no puedo controlarme. ¿Puedo llevarme una de sus bragas?

Sí, llévatela.

Cuando Alain se marchó un rato más tarde, se metió un dedo en el culo y se lo chupó saboreando resquicios de semen. Tampoco esa vez le hizo el amor a su mujer. El viernes no quedó con Alain, ni el sábado ni el domingo, pero el lunes volvieron a las andadas, siempre por la tarde, cuando Silvia salía de casa. Marcos le masturbaba, le hacía mamadas y esporádicamente su amigo le follaba. Y el tiempo transcurría. A Alain cada vez le gustaban menos esas mariconadas y muchas tardes le ponía excusas para no ir a su casa, aunque a veces se presentaba de improviso y le pedía algún acto obsceno. Marcos solía incitarle con más videos caseros o sugerentes fotografías para atraerle. Le encantaba satisfacerle a costa de su mujer. Una de las veces, consiguió guardar sin que Alain se diera cuenta, una porción de leche en una bolsita de plástico y cuando más tarde hizo el amor con Silvia y sin que ella se diera cuenta, le embadurnó todo el coño con el semen de Alain. Y luego se lo chupó. Su perversión comenzaba a ser ilimitada, por su perversión comenzaba a correr riesgos. Y llegaron las Navidades.

La gente de la pandilla, muchas de ellas también compañeras de trabajo, organizaron una fiesta para fin de año en un viejo motel abandonado que los propietarios utilizaban para alquilarlo en fiestas privadas, bodas y grandes celebraciones. Pusieron trescientos euros por parejas y muchas de ellas acordaron que pasarían la noche en el motel, cuyo edificio albergaba más de diez habitaciones, en una planta baja, donde se encontraba el gran comedor donde celebrarían la juerga tras las uvas. Eloy fue invitado porque todo fue organizado por profesores de diferentes colegios, y allí coincidió con Marcos y Silvia, a los que saludó afectuosamente. La fiesta estaba muy animada, con la gente bailando, bebiendo y riendo sin parar. No cabía un alfiler. Unos camareros que habían contratado se ocupaban de que todo el mundo estuviera atendido. Marcos, excitado por la presencia del ex de su mujer, se percató de que su mujer trataba de mantenerle al margen, que mantenía las distancias y que huía de él cada vez que la acechaba. Marcos procuraba entretenerse con otra gente, para dejarle vía libre a Eloy, pero sin descuidar ni sin perder ojo de sus movimientos. Silvia iba muy explosiva, quizás la más sexy de la fiesta. Los tíos no paraban de bombardearla con miradas lujuriosas y los de más confianza no se reparaban en lanzarle más de un piropo. Llevaba un vestido negro de satén elástico, pegado al cuerpo, con cremallera delantera, con profundo escote en V muy ajustado que realzaba su busto, y espalda al descubierto. Llevaba complementos, como grandes pendientes de aro, un pañuelo alrededor del cuello, pulseras y medias de red, todo acentuado con zapatos negros de tacón aguja y un maquillaje muy favorecedor. Cuando daba un paso, su culo se meneaba con glamour, sus pechos danzaban lo suficiente como para dejar extasiado a cualquiera. Una de sus compañeras le dijo que estaba dejando a todos con la boca abierta. Marcos veía grupos de tíos cuchicheando entre ellos acerca de lo buena que estaba. Casi todos los asistentes a la fiesta tenían de treinta y cinco para arriba, así es que Marcos se sentía un mocoso en medio de todos ellos. Ya avanzada la noche, Marcos apenas atendía a una conversación que le tenía un compañero de su mujer. Vio a Silvia al otro lado del salón, en un recodo de la barra, hablando con dos profesoras. Al cabo de unos momentos, la dejaron sola y ella se volvió hacia la barra para pedir otra copa. Entonces vio que Eloy se dirigía hacia ella y con cierto disimulo le daba una palmadita en el culo.

Estás muy sexy, bonita

No vuelvas a hacer eso, Eloy, ¿de acuerdo? No te lo voy a permitir…

Tengo unas ganas inmensas de echarte un polvo…

Déjame en paz, Eloy…

Sin cortarse un pelo, Eloy le atizó una palmadita en la mejilla, a modo de bofetada, pero light. Ella le miró asombrada, mirando a su alrededor por si alguien le había visto.

Chsss, no seas estrecha. Qué diría tu marido si supiera lo puta que eres, lo mucho que te gusta mi polla -. Le cogió la mano y le tiró del brazo plantándosela encima del bulto -. Mira cómo me tienes, cabrona…

Silvia retiró la mano inmediatamente.

Eloy, por favor, no quiero hacerle daño a Marcos, entiéndelo, yo…

Quiero comerte, vamos…

Eloy… Mi marido… Joder, está aquí…

Pero Eloy la cogió del brazo y la obligó a seguirle. Ella miraba continuamente hacia atrás para cerciorarse de que nadie la veía. Era incapaz de posicionar a su marido entre tanta gente y tanto bullicio. Marcos, oculto en un corro de hombres, vio cómo Eloy se la llevaba casi a rastras, vio que ella trataba de frenar los pasos, pero él tiraba bruscamente obligándola. Se dirigían hacia una sala habilitada para juegos, al billar y a las cartas. Salió disparado hacia la calle simulando que iba a fumar. Corrió rodeando el edificio hasta llegar al otro lado, donde existía un ventanal con vistas a la sala de juegos. Por suerte había una ranura y la ventana parecía de corredera. Deslizó la hoja unos centímetros, oculto en la oscuridad, con un buen hueco por donde mirar. Aún no habían llegado, pero él ya se sacó el pene para acariciárselo.

Irrumpieron en la sala. Eloy cerró la puerta y corrió un cerrojillo para que nadie entrara. Encendió una lámpara que iluminó sólo parte de la estancia. Había una gran mesa de billar y dos mesas redondas con manteles para jugar a las cartas. Silvia se volvió hacia él.

Bájate las bragas – le ordenó mientras a toda prisa se desabrochaba el pantalón. Silvia se bajó la cremallera y se abrió el vestido, liberando sus lindas tetas, exhibiendo sus eróticas piernas con las medias de red unidas a un liguero de finas tiras laterales enganchadas a una cinta negra que rodeaba su cintura. Se bajó las bragas hasta las rodillas y volvió a incorporarse. Tenía el coño rasurado, su jugosa rajita se apreciaba entre las piernas. Eloy, ya desnudo de cintura para abajo, con su grueso pollón empinado, dio un paso hacia ella -. Chúpamela, zorra, venga, coño.

Con una insólita obediencia, Silvia se arrodilló ante su ex y comenzó a mamársela, sujetándosela por la base, moviendo la cabeza hacia delante y hacia atrás, comiéndola y escupiéndola, con la boca extremadamente abierta para podérsela comer. Sus tetas erguidas chocaban contra los muslos de Eloy. Una espumilla de saliva se aglutinaba en la comisura de sus labios. Era como tenerla encajada en la boca, sin un hueco por donde entrar una mota de aire. Eloy le tapó la nariz y le empujó la cabeza obligándola a comérsela entera, con el voluminoso capullo taponándole la garganta. Marcos vio que su rostro se sonrojaba por la falta de respiración, pero ante tal sometimiento, más fuerte se daba él en su pene.

Chupa, hija puta…

Le daba cabezazos contra su propio vientre, aún taponándole la nariz, aún con la verga encajada dentro de la boca. La soltó y enseguida Silvia retiró la cabeza para tomar aire, acezando como una perra, vomitando babas sobre sus tetas, incluso algún grueso hilo quedó unido desde su barbilla al tronco de la polla.

Levántate…

Al levantarse, ella misma se giró hacia la mesa de billar, se levantó el vestido y le ofreció su culo macizo. Eloy se la sacudió antes de acercarla a la profunda raja y ensancharle el ano. Silvia apretaba los dientes, algo curvada sobre la mesa, mirando al frente, mientras la penetraba analmente con duras y muy seguidas embestidas. Sus tetas bailaban con las acometidas. Aparecieron las manos de Eloy bajo sus axilas para achucharle las tetas con rudos pellizcos. Qué manera de follarla tan fuerte. Con qué facilidad se la metía por el culo. No querían gemir y ambos lanzaban suspiros ahogados. La baboseaba por el cuello, con el pecho peludo pegado a su espalda, y ella entrecerraba los ojos, muerta de placer. En el fondo le encantaba la manera de ser follada por su ex. Se oía el bullicio procedente de la fiesta. Follaba, en teoría, con su marido a sólo unos metros. Le sacó la polla dejándole el ano muy abierto y colorado. Silvia se dio la vuelta y él la cogió por el culo para sentarla en el borde de la mesa de billar. Y se metió entre sus piernas perforando su coñito rasurado. Se abrazaban mientras follaban, Silvia con la barbilla apoyada en el hombro de su ex, con el ceño fruncido, con el cabello cayéndole sobre la cara, ahogando los gemidos, acariciándole el culo de nalgas fuertes y peludas. Eloy se meneaba entre sus piernas, agujereándole la rajita, acariciándola por la espalda y besuqueándola por el cuello. Tras destrozarle el chocho un ratito, volvió a apartarse dando un paso atrás, dejando de follarla. Ella misma se curvó al máximo, aplastándose las tetas contra los muslos, para atizarle unos lengüetazos en el capullo, probando la mezcla de flujos vaginales y sustancias anales, dispersas alrededor del glande y del tronco. Silvia parecía fuera de sí, el placer que le arremetía su ex resultaba desproporcionado, hasta el punto que olvidaba el riesgo que estaba corriendo. Marcos se agitaba la polla muy velozmente, electrizado con las maneras del ex de su mujer.

¿Cómo te gusta, verdad, guarra? – La sujetó arrugándole las mejillas -. ¿Te gusta? Contesta…

Sí.

Túmbate y sube las piernas…

Acató la imposición. Marcos eyaculaba justo en el momento en que su mujer se tendía hacia atrás y Eloy la ayudaba a subir las piernas dejándolas en alto, ligeramente flexionada y muy separadas, con el coño muy abierto. Marcos vio cómo Eloy cogía un palo de billar y le daba la vuelta, apuntando con el mango hacia la entrepierna. Poco a poco, le rozó el coño con el mango de madera, una superficie lisa y reluciente. Silvia cabeceó al notar el tacto. Poco a poco, fue apretando, hundiéndole el mango en el coño, dilatándole la raja exageradamente. Silvia cabeceaba mordiéndose la mano para no chillar, separando las piernas todo lo que podía. Le hundió la parte gruesa y unos centímetros más, mientras él se la sacudía, y comenzó a mover el palo follándola con él.

Muévete, puta, te gusta, sé que te gusta…

Silvia meneaba la cadera, la elevaba del borde, mordiéndose el canto de la mano y gimiendo ahogadamente. Poco a poco le fue retirando el mango. Al pasar la parte gruesa por el coño, ella elevó casi todo el cuerpo, y en cuanto retiró todo el palo, se dio varias sacudidas a la verga y le salpicó todo el coño de gruesas gotas de semen. Marcos vio que del chocho chorreaban líquidos, líquidos viscosos y transparentes, como si eyaculara incesantemente, y al segundo fluyó un chorro de pis, fruto del frenético placer, fruto de la exagerada lujuria que recorría sus entrañas. Se había meado, no ha había podido contenerse. Silvia se incorporó apartándose del charquito de pis y se subió las bragas sin limpiarse el semen. Luego se subió la corredera del vestido y se colocó la melena. Eloy descansaba apoyado en el borde de la mesa. Una vez colocada, salió deprisa al salón donde se desarrollaba la fiesta. Nadie parecía haberse percatado de su ausencia. Encontró a Marcos echando un pitillo en la puerta y le dijo que estaba muy cansada, que le apetecía irse a casa. La notó inquieta, nerviosa por la increíble experiencia, y se abrazó a él una vez en la cama y Marcos comenzó a besarla por todo el cuerpo, hasta lamerle el coño, hasta probar el semen reseco que había entre los labios vaginales. De madrugada, se masturbó en el baño, reviviendo la escena donde Eloy sometía y humillaba a su esposa. CONTINUARÁ LA TERCERA PARTE donde Marcos y su esposa acuerdan tener un encuentro liberal con Alain.

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