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Crónicas de Vhaalzord - Libro 4 - 4

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                                 CRONICAS DE VHAALZORD

                                 Libro - 4

                               Capitulo- 4

Cuando regrese a la aldea con la chica lo primero que hice fue acompañarla a su casa, encontrándome con una desagradable sorpresa al llegar a ella. Cinco de los matones disfrazados de soldados de los que ella me había hablado estaban maltratando a su padre mientras uno de ellos bastante borracho le preguntaba dónde estaba la putita de su hija, que dejara de esconderla que sería mejor para todo el mundo, todo entre las carcajadas de sus compañeros.

Cuando la chica dio un grito al ver como pegaban a su padre, el borracho volvió la cabeza viéndola a mi lado, soltó al padre y desabrochándose los pantalones mientras avanzaba caminando empezó a llamarla cosas desagradables del estilo de "puta te voy a follar...", etc. Según llego hasta nosotros y le cogió de un brazo se llevo un bastonazo mío en su mano. Inmediatamente él y sus cuatro compañeros sacaron sus armas para "darme un escarmiento" según sus propias palabras.

Su principal problema fue que para eso hacía falta que yo me dejara, claro. Una vez estuvieron lo suficientemente cerca deje salir a la luz a mi querida Shilkka, moviéndola con rápidos y precisos movimientos... silbando su filo de forma aguda mientras entonaba su maravillosa canción de muerte cortando miembros, cabezas, torsos... matando sin la menor compasión a sus blancos. Apenas un instante después los cinco imbéciles yacían en el suelo descuartizados por mi Shilkka.

Tres de los soldados de la escolta de la princesa que lo habían visto todo me preguntaron si por fin podían dejar de hacer el idiota y empezar a poner a todos esos memos en su sitio, es decir en el cementerio... o todavía pensaba seguir jugando. Ante mi sonrisa lobuna como toda respuesta ellos la imitaron a la perfección, devolviéndome la misma sonrisa de lobos. Durante todo el invierno anterior a petición del consejero aparte de vigilar la montaña había entrenado a los veinte guardias personales de la princesa, convirtiéndolos en autenticas maquinas de matar, en asesinos natos, obligándoles a hacer un entrenamiento que fue un verdadero infierno para ellos.

Imaginaos que para su prueba final, con el fin de asegurarme de que no fallarían si la princesa tenía algún problema decidí probar sus nervios en situaciones de riesgo, para comprobar que efectivamente no perderían los nervios por muy presionados que estuvieran convoque ante sus atónitos ojos a cuatro enormes Lobos Espectrales... Los situé en situaciones incomodas de narices, dejándoles claro que si alguno de ellos se movía de su posición en tres horas los lobos se encargarían de él y creedme que si alguno hubiera salido corriendo los lobos lo hubieran matado de verdad, algo que todos ellos tenían clarísimo que pasaría por lo que habían visto y sabían sobre mi a esas alturas, recordad que como escoltas de la princesa veían y oían muchas cosas que teóricamente no deberían. El consejero que estaba presente para ayudarlos a decidir sabiamente les revelo lo que paso en realidad cuando volvíamos de por las armas que les había dado, lo que paso con aquellos mercenarios a los que algunos de ellos vieron destrozados cuando algunos de ellos estuvieron recogiendo sus armas tras llamarlos nosotros, les conto con pelos y señales como mis Lobos Espectrales fueron los que masacraron a los mercenarios.

Tuvieron que soportar sin perder la calma incluso cuando los Lobos los empezaron a lamer. Se pusieron pálidos cuando a su pregunta de por qué se suponía que los lobos hacían eso de lamerlos, el consejero les respondió que no se preocuparan, que solo estaban comprobando que tal sabor y como de blanda estaba su carne... La verdad es que no me reí de milagro por la salida del consejero, desde luego era de las del tipo que no ayudaban a mantener la calma precisamente, sin embargo para su fortuna los veinte lograron pasar la prueba.

Cuando llegue al recinto del consejo estaban “casualmente” todos ellos juntitos en una reunión para decidir como continuarían las operaciones, fue de chiste cuando entre en el recinto. Hubo muchísima gente indignada con mi entrada sin ser invitado, el primero el "gran general" que se había arrojado el control del ejército para sí mismo por cuenta propia. Si hacer ni caso a ninguno de los presentes me dirigí a los jefes del ejército que estuvieron conmigo desde el principio, indicándoles que se empezaran a preparar para otra racioncita de razzias. Que prepararan material para al menos un mes de operaciones y que se aseguraran de elegir a los caballos más resistentes para sus soldados, que únicamente prepararan una fuerza de 3000 soldados pero con esas características en sus caballos. Me saludaron, sin hacer caso a nadie más, y sin inmutarse en lo más mínimo por la escandalera que se lio, o las ordenes en contra a gritos del generalito, se fueron todos tranquilamente a cumplir mis órdenes.

El general y el que se creía el primer consejero de la princesa, hicieron una seña a sus propios guardias que estaban allí presentes para que se ocuparan de mi. Cuando los ocho rufianes que tenían desenvainaron sus espadas delante de la princesa fueron muertos en el acto por sus guardias (de la princesa) a una simple mirada mia, puedo también aseguraros que lo hicieron con todo el placer del mundo. Todas las nuevas incorporaciones presentes se levantaron de un salto al ver hacer eso a la guardia personal de la princesa... Entonces dirigiéndome a la princesa...

- Val: Samirna creo que ya deberías de saber a estas alturas puesto que te han informado igual que a mí, que algunos de los presentes dejaron a tu padre abandonado para salvarse ellos, acelerando la caída del reino. Después de eso es cuando de verdad tu padre no tuvo la mas mínima oportunidad de hacer nada de nada excepto morir y ver como todo el resto de tu familia era asesinada... Tú decides que hacer con ellos...

- Samirna: (De forma solemne, aunque se notaba que le temblaba la voz de rabia empezó a dar sus instrucciones ante mi petición… debo de decir para ser justos que había estado esperando pacientemente a mi regreso por lo que me dirían luego el consejero y el oficial para ver qué medidas tomar) Deben de ser castigados por ello... habrá que habilitar algo para encarcelarlos.

- Val: (No pude evitar un suspiro al ver lo que pretendía) Samirna quiero que te quede clara una cosa...

- Samirna: ¿El qué?

- Val: Que esta será la última vez que daré una orden que eres tú quien debe darla... ¿Te queda claro? (Mi voz se endureció hasta el extremo cuando la hice la pregunta)

- Samirna: ¿Qué orden? ¿De qué hablas Val? (Se la veía desconcertada, pensé que perfecto, ahora le tocaba recibir su desagradable lección)

- Val: Guardias, ejecutad a todos los traidores.

Cuatro de los guardias se situaron delante de la princesa junto con el oficial y el consejero para protegerla aunque el único al que le dio por intentar llegar a ella, el "generalísimo", tuvo la mala suerte de que le saliera yo al paso, le trabe la espada con mi Shilkka, le retorcí un brazo luxándoselo mientras el pegaba un chillido por el dolor… Vi como Samirna bajaba la cabeza por lo que estaba viendo, entonces sujete la cabeza del general con una mano, llame a Samirna de un grito, cuando me miro con mi otra mano use la daga para delante de sus ojos degollar al general como un cerdo, su cuello empezó a expulsar un chorro tras otro de sangre al cortárselo, evidentemente lo hice adrede de forma que sucediera eso precisamente, quería que Samirna tuviera claro de que iba todo esto, todo ello sin dejar de mirarla a sus aterrorizados ojos en ningún momento.

Otro de los nuevos consejeros intento el infeliz atacarme por la espalda aprovechando mi “distracción”, perdió la cabeza en el intento por obra y gracia de mi Shilkka que lo decapito. El resto de los traidores fueron pasados a cuchillo por los guardias, y los que caían al suelo heridos en lugar de muertos, aun pidiendo clemencia eran rematados sin piedad degollándolos los soldados por orden expresa mia. Previo a mi entrada había dado a todos y cada uno de los guardias instrucciones precisas sobre lo que iba a pasar y como debían de actuar. Unos doscientos soldados también recibieron instrucciones, por lo que fueron cazando al grupo de rufianes por toda la aldea y alrededores pasándolos a todos ellos a cuchillo. Después de toda la carnicería tenían orden mia de juntar todas las cabezas, ensartarlas en picas, y clavarlas en la puerta del caserón que hacía las veces de cuartel general como advertencia a traiciones y desobediencias a las ordenes de la princesa.

Durante este proceso y tras degollar al general, y decapitar al que me intento acuchillar por la espalda fui donde estaba la princesa que había bajado la cabeza otra vez para no verlo. Me situé tras ella, la cogí la cabeza con ambas manos con firmeza, obligándola a mirar lo que sucedía sin permitirla desviar la vista o cerrar los ojos. Tuvo que ver obligada por mí como sus guardias pasaban a cuchillo a los traidores o los degollaban si solo quedaban heridos, mientras con mi boca junto a su oído estaba diciéndola que más le valía ser consciente de que esa no sería la única vez que pasara algo similar si no cambiaba de actitud, después de esto, la obligue también a presenciar la decapitación por su propia escolta de todos los cadáveres, mas la puesta en las picas de todas las cabezas de los traidores y rufianes que estuvieron jodiendo a los aldeanos, incluida su colocación ante la puerta de entrada al cuartel general.

Tras esto me dirigí a ella explicándola que tenía que empezar a ser capaz de diferenciar a la “dulce princesa”, a la mujer sensible que era, de la “princesa” responsable del bienestar y la seguridad de su pueblo. La primera podía encargarse de obras de caridad, obras benéficas, cuidar heridos, llorar por los muertos, lo que quisiera, pero la segunda debía de ser también capaz de mandar ejecutar a gente sin que la temblara el pulso en lo más mínimo por ello, dar las mismas instrucciones que yo me había visto obligado a dar ese día por su culpa, por su negligencia en tomar medidas a tiempo. Le dije que debía de tener claro que ella seria reina y que si no se endurecía antes o después le pasaría lo que a su padre y quien lo terminaría pagando entonces sería su propio pueblo, igual que lo había estado pagando la aldea todo este tiempo por no haber tomado ella misma las medidas necesarias desde el principio.

Cuando la princesa salió de allí con paso firme y apretando los dientes para no llorar después de que la leyera la cartilla, me aproxime al resto del consejo, a los verdaderamente leales, incluidos algunos de los nuevos. Básicamente entonces en un sitio más decente hasta que limpiaran el estropicio que cause junto con los guardias de la princesa, empezamos ya en serio a trazar la nueva campaña contra el imperio y su reorganizado ejercito. Según los informes de los espías sus tropas habían pasado de 60000 a más de 95000, aun así el memo del emperador cometió un error garrafal, mantenía su escasez crónica de caballera pese a sus nuevas incorporaciones.

Muchos de estos soldados eran sus nuevos y carísimos mercenarios ya que las bajas en las guarniciones habían sido sustituidas únicamente con soldados imperiales de leva, según informaron nuestros espías... debía de haber dejado el tesoro casi exhausto tras esta cantidad de “incorporaciones”. Lo cual estaba genial para el emperador, pero esas tropas había que pagarlas y el dinero de los impuestos no le duraría para siempre, antes o después tendría problemas si no recibía liquidez a su debido tiempo.

Esta vez teníamos soldados más que suficientes como para hacer lo del año anterior con los impuestos, pero esta vez seria a lo grande, esta vez incluso el Imperio se vería azotado por nuestras tropas. Las órdenes eran claras al respecto, nada de agredir a la población del imperio, y cuando se estimaran los sobre impuestos también a estos les serian devueltos, los impuestos se calcularían todos de acuerdo con los del reino de Tharkand, el reino de la princesa que además eran de los más comedidos de todos. Era casi seguro que de este modo incluso mucha de la propia población del impero empezaría a volver sus ojos hacia la princesa como a una libertadora de la opresión a que sometía a todo el mundo el emperador, que era justo de lo que se trataba.

Volvimos a las razias contra los cobradores de impuestos, los 3000 jinetes divididos en grupos de 500 únicamente esta vez, ya que habían reducido y reforzado los grupos de recaudación con escoltas de casi 100 mercenarios para evitar lo del año anterior, se veía que el emperador no se fiaba en lo mas mínimo de sus soldados de leva, ni de sus guarniciones, pero era una pésima idea desgastar de esta forma a los mercenarios. Para nosotros era muchísimo mejor ir cogiéndolos por separado, por sorpresa, emboscándolos la mayoría de las veces y con una superioridad de casi 5 a 1 en más del 90% de los casos, algunas veces incluso más. Poco a poco fuimos haciendo lo del año anterior, pero esta vez por todo el territorio del imperio con los mercenarios dándolos caza en pequeños grupos dejando las guarniciones quietas si no les daba por entrometerse, incluido el propio territorio de Nard-Tordhold. Únicamente fuimos a por aquellas guarniciones que según nuestros espías se sobrepasaban con la población civil, en estos casos esos soldados terminaban siendo sistemáticamente empalados delante de sus oprimidos, lo que también nos daba puntos entre la población… obviamente todo esto había sido medido al milímetro por mí.

Junto con estos 3000 jinetes elegidos para las razias ordene preparar una segunda fuerza de 4000 jinetes, casi todos los que podíamos con los caballos disponibles, para cubrir la retirada de los grupos con la "recaudación" hacia las montañas. Tal y como supuse que pasaría al final la escasa caballería Imperial logro situarse de forma optima en las faldas inferiores de las montañas con sus 4000 jinetes para emboscar a mis 3000 cazadores de recaudadores... Lamentablemente para ellos no éramos únicamente 3000 soldados, sino 7000 en total, casi el doble, y además debido a mis espías alados sabíamos en todo momento lo que ellos hacían, por lo que no sería nada costoso tenderle una emboscada a los emboscadores.

Nuestro éxito en gran parte era debido a que yo, cuando hacíamos las operaciones llevaba siempre convocados unas dos docenas de rapaces parecidas al halcón, con su prodigiosa vista. Ellas eran nuestros ojos en muchísima distancia a nuestro alrededor, además de hacer de mensajeras entre los distintos grupos. Cuando los 4000 jinetes imperiales nos tendieron la trampa, recurrí a la totalidad del ejército situado en las montañas, ahora que ya sabía donde estarían tranquilamente esperándonos, de forma que pude con calma decidir donde esperarles nosotros a ellos y como. Para más inri estaban en nuestras montañas, nuestro propio territorio.

Cuando al pasar por donde pensaban emboscarnos a los 3000 soldados salieron a por nosotros no les dio tiempo ni a llegar... desde sus flancos les atacaron los otros 4000 jinetes de nuestro ejército con dardos de ballestas destrozando su formación en un instante, 2000 por cada uno de sus flancos perfectamente desplegados, mientras veían como los 3000 que creyeron haber sorprendidos se desplegaban en perfecta formación para caer sobre ellos. Al intentar maniobrar en ese sitio en medio del caos creado por sus propias bajas a causa de los dardos, solo lograron chocar entre ellos mismos ampliando su propio caos, desorganizándose ya por completo del todo, buscando cada uno por su cuenta por donde escapar de la masacre que se avecinaba.

Tras el choque inicial contra ellos les obligamos a retroceder hacia la montaña al galope para tratar de escapar, era el único sitio que se veía libre. Una decena de kilómetros más allá se fueron a encontrar con nuestra infantería debidamente parapetada contra caballería tras afiladas puntas de madera que sobresalían del suelo y como armas largas lanzas de más de 6 metros capaces de ensartarlos desde su cómoda posición, armados también con arcos y ballestas que empezaron a esquilmarlos, a destrozarlos.

Hasta este lugar apenas 1000 jinetes nuestros eran los que les estaban siguiendo, abriéndose ante ellos para que aprovecharan el hueco e intentaran en su desesperación volver a huir por allí, llevándolos directos contra los aproximadamente 5000 restantes jinetes que les estaban esperando más abajo, casi en la llanura con sus caballos descansados y ellos ya repuestos del encontronazo anterior desde posiciones privilegiadas para la carga que les hicieron cuando aparecieron ante ellos huyendo sin la menor organización, solo pensando en salvar sus vidas. Los 1000 jinetes restantes que no participaron los conformaron las bajas, los que se encargaron de cuidar a los heridos y los que use como protección para el dinero de los impuestos que habíamos “requisado”.

El resultado fue de más de 3600 bajas en la caballería imperial, por apenas dos centenares de bajas nuestras. Debo de confesar que para ser sinceros no me esperaba tan escasa cantidad de bajas en nuestro bando, esperaba casi el triple como mínimo, pero desde luego no sería yo el que se quejara de ello. Como siempre recuperamos todo lo que nos pudo ser útil, incluyendo cuantos caballos pudimos. Esto destrozo por completo la caballería imperial, o dicho de otra forma, sus tropas más veloces, que eran las que más me preocupaban en nuestras razzias.

Como es obvio, el ejército imperial era muy superior a nosotros, pero al ser de infantería en su inmensa mayoría no era tan sencillo para ellos pararnos... Nosotros cuando atacábamos, al ser caballería, éramos mucho mas rápidos que ellos, y dado que no permanecíamos nunca el tiempo suficiente como para presentar batalla, simplemente digamos que solo podían correr de un lado para otro detrás nuestro, o usar sus débiles guarniciones que si tenían caballos, pero estas eran conformadas por soldados de leva que salvo para ir al matadero... Además normalmente por lo general estas guarniciones obedecían sus ordenes de interceptarnos de una forma bastante… digamos que con mala suerte, o quizá fuera con la buena suerte de no correr nunca tras nosotros con ganas suficientes como para poder enfrentarnos.

Por otro lado gracias a mis pájaros podíamos esquivar sin problemas a su caballería, cuando todavía la tenían, claro. Cuando todo su ejército se había desplegado por fin en una clara posibilidad de cogernos en una encerrona era cuando nos retirábamos a nuestras montañas... obviamente todo esto como podéis suponer también era posible al seguir sus movimientos con mis rapaces espías.

Durante toda esta campaña me extrañaron dos cosas, primero que todavía no se hubieran dado cuenta de que un mago debía de estar colaborando con los rebeldes, supuse que era debido al poco trato que en este continente tenían con la magia como explique anteriormente, aunque sabía que antes o después se darían cuenta del detalle. Y la segunda era la presencia de un ejército mercenario de unos 20000 soldados en un sitio que no tenía el menor sentido, y que además no había hecho el menor movimiento en todo este tiempo, parecían incluso ajenos al propio ejército imperial, por lo que fuera daban la impresión de ser “tropas aparte”. Mientras todo el resto del ejército imperial intento darnos caza, estos ni se inmutaron, aun atacando alguno de nuestros grupos relativamente cerca de ellos. Dado que no molestaban decidí dejarlo para más adelante, ya vería que pasaba con ellos, eso sí, manteniéndolos bajo vigilancia todo el tiempo.

En cuanto fue posible volvimos a hacer lo del año anterior, pero esta vez con todo el territorio, incluido el imperial, devolviendo la parte de impuestos que el reino de Tharkand no cobraba. Obviamente hubo gente que denuncio el hecho en un intento de ganarse el favor del imperio, principalmente en su propio territorio nativo, pero tal y como yo me temía si ocurrían casos como estos, el imperio fue de todo menos benévolo. Muchas familias terminaron ejecutadas o vendidas como esclavos, muchas aldeas fueron arrasadas para dar escarmientos, incluso como dije antes en el mismísimo territorio imperial, donde encima metieron mas la pata si cabe, ya que en el extremaron la crueldad de las represalias contra sus propios ciudadanos. Todo esto hizo que las lealtades de la gente que todavía lo hubiera podido apoyar, principalmente en su propio territorio de origen, se vieran desviadas en el acto hacia la princesa. Empezaba a ser la única esperanza para muchísima gente en todo el actual territorio del imperio, incluyendo tanto el ocupado como el propio original.

Otra obviedad era que todo el dinero que se recaudaba de los "impuestos" a los recaudadores imperiales no podía haber sido gastado en el mantenimiento del ejército, tanto víveres como todo lo demás. Pero cuando Samirna me pregunto por ello le conteste que ese dinero debía de guardarlo para que cuando recuperara el trono pudiera atender a los gastos del reino durante el mayor tiempo posible sin necesidad de cobrar los impuestos, intentar aguantar durante al menos como mínimo un par de años de ese modo para que la economía y las familias podrían recuperarse de esta mala época bajo el imperio, lo que además serviría para ir poco a poco ganando o asegurando con firmeza la lealtad de la población hacia ella.

Lo que sí que no sabía yo es cuanto tardaría la princesa en darse cuenta del camino por el que la estábamos llevando. Cuando todo esto acabara el reino de Tharkand lo más probable era que hubiera desaparecido como tal. Con las familias reales de los territorios ocupados del imperio desaparecidas al haber sido asesinados sus miembros, lo mismo que con la familia imperial de Nard-Tordhold y que el pueblo lenta pero exponencialmente iba dirigiendo sus lealtades hacia ella personalmente por todos sitios... Antes o después con todo esto la princesa se vería abocada aun en contra de su voluntad, a hacerse cargo de todas esas coronas, la gustara o no. Yo sabía de sobra que ella se negaría en redondo si sus consejeros se lo pedían, pero si quien lo pedía era el propio pueblo al final acabaría por ceder, aunque también sabía que intentaría negarse a ello aun así el mayor tiempo posible.

Tharkand pasaría aunque no la gustase la idea a ser un imperio en toda regla. Paradójicamente ella conseguiría sin querer hacerlo, lo que el actual emperador de Nard-Tordhold intentaba por la fuerza sin conseguirlo totalmente por culpa de la propia princesa, irónico no os parece.

Una cosa que me empezó a preocupar fue el tema de las mujeres. A estas alturas obviamente todos sabían que yo era un mago, más o menos poderoso según a que rumor hicieras caso, pero mago al fin, sin contar con ser también el victorioso general de "su" ejercito. Todo esto me puso en el punto de mira de muchas de las jóvenes de las aldeas de las montañas de la misma forma a como me dijo la chica que me fue a buscar que lo sentía ella, especialmente insistentes se mostraban las féminas de esta aldea donde estábamos, digamos que me consideraban como algo suyo ya que era donde siempre había ido incluso antes de todo esto, y más todavía después de saber por su “amiga” como la había defendido a ella y a su familia…

Supongo que eso me debió de colocar con un mayor atractivo todavía para ellas. Como ya explique no había problemas para su moral con practicar sexo con quien quisieran antes de casarse o si no estaban comprometidas para ello, así que imaginaros de repente la veda que se levanto sobre mi persona tras esta última gran victoria sobre el imperio.

Por otra parte la joven que fue a buscarme a mi cabaña empezó a dar muestras  de pensar que tenia ciertos privilegios por lo que había pasado entre los dos en mi cabaña... no es que quisiera que fuera a nada mas la cosa, pero era obvio que pensaba que para follar conmigo ya estaba ella porque para eso había llegado la primera, lo que a las demás no parecía importarlas un bledo. Otro problema era la propia princesa cuando se dio cuenta de esta situación... En público no daba muestras de nada de nada, tenía una cara impertérrita total, pero cuando estábamos a solas o con gente de confianza... solo la faltaba arañarme para demostrarme lo enfadada que estaba conmigo, y eso que prometió no enamorarse y que solo seria sexo.

Una de las veces que estábamos conversando a solas, harto ya de sus caras, de sus gestos y de sus rabietas se me ocurrió decirla que no era culpa mia si las chicas de la aldea, y de los alrededores se habían empeñado en liarse conmigo, que a ver qué era lo que quería que hiciese salvo no hacerlas caso. Ella muy amablemente me soltó destilando rabia por todos los poros de su piel que a la chica que fue a buscarme a mi cabaña estaba claro que sí que le había hecho caso cuando estuvo conmigo a solas, y que por lo pegajosa que estaba debía de haberla hecho "muchísimo caso y por todos sitios" sin la menor duda, tras esta salida de tono se levanto, le pego una patada a la silla donde había estado sentada toda rabiosa y se marcho de allí... la cosa se ponía mal con la princesita... en fin, no todo iba a ser perfecto, ¿no?.

Gracias a que hice que se compraran enormes cantidades de víveres no nos vimos sobrepasados ese invierno por lo que sucedió, muchos de los soldados de los disueltos antiguos ejércitos de los reinos ocupados llegaron hasta nosotros con el fin de unirse, esos antiguos soldados parecían opinar que la princesa sería capaz de terminar con el emperador y ellos querían ayudarla. El problema es que con tal cantidad de gente era inevitable que se nos terminara colando algún espía, pero no podíamos rechazar estos inesperados refuerzos. Por increíble que parezca pasamos de 12000 soldados a más de 45000 en ese invierno. La parte mala es que este sería el ultimo invierno en que las montañas podrían soportar tal cantidad de gente con seguridad, al llegar la primavera habría que ir a por todas contra el imperio, habría que presentarle batalla, me gustara o no.

Dividí el ejército en una fuerza de caballería de 8000 soldados y una de infantería de 37000, 7000 de ellos eran arqueros y ballesteros expertos de los ejércitos derrotados y del propio del reino de la princesa. Los dirigentes del ejercito los empezaron a adiestrar tal y como yo los había indicado que hicieran con nuestros anteriores soldados, creando tres cuerpos independientes de infantería pesada de 10000 soldados y un cuerpo de proyectiles de 7000, que una vez terminados estos podrían ser capaces de actuar como infantería ligera.

Esperaba no tener que llegar al enfrentamiento con el consiguiente derramamiento de sangre... pero si no quedaba otra, debía de asegurarme que de mis hombres murieran los menos posibles... Lo único bueno de todo esto es que parecía que la parte del Dios Loco de mi interior estaba en total calma, como si estuviera siendo amortiguada por el placer anticipado de la masacre en la batalla que se avecinaba y de las que ya había realizado protegiendo las montañas, era como si la carnicería de muerte que había llevado a cabo lo hubiera sofocado por completo.

Una vez más ese invierno decidí irme a mi cabaña para alejarme principalmente de los problemas que empezaban a darme las féminas... y no veáis que problemas, parecían una manada de gatas en celo persiguiéndome. En cuanto me quedaba a solas para intentar relajarme siempre había alguna que se las ingeniaba para intentar ponerse literalmente sobre mi polla... Supongo que pensaban algo del estilo de que si podían agarrármela como cualquier otro hombre que ellas conocieran ya no sería capaz de decir que no a follar con ellas... genial, creedme que sí.

La princesa por otra parte cada vez estaba peor conmigo dado que ya había sorprendido alguna de estas situaciones, al aparecer ella la chica de turno se esfumaba a toda prisa, pero en cuanto se daba media vuelta... otra vez igual. Claro que había una excepción, la chica que me fue a buscar a mi cabaña, a esa la daba lo mismo que apareciera la princesa que no, esa seguía enganchada a mí como una lapa intentando engancharse más profundamente todavía. Encima cuando harto del todo con sus rabietas le dije a la princesa que recordara que lo nuestro solo seria sexo, que nada de amor, casi me escalabra con el banco donde se había sentado para hablar conmigo al tirármelo a la cabeza del cabreo… que tía mas bruta, y con qué cabreo que se largo llamándome de todo menos guapo.

Con todo esto os podéis imaginar la gracia que le hacía a la princesita lo de las demás féminas, especialmente lo de una muy concreta que se pegaba a mi incluso delante de sus morros, creo que fue la única de todo el gobierno provisional que vio con muy, pero que muy buenísimos ojos y una sonrisa de oreja a oreja el que yo me volviera a enclaustrar en mi cabañita para descansar para la primavera mientras ellos ponían todo a punto. Además que dado que les prometí seguir vigilante no había nada que pudieran hacer para convencerme de que no me fuera allí. Tanto la princesa, como su guardia, como la chica que me busco la vez anterior sabían cómo encontrar mi cabaña así que... Lo malo fue que la princesita no debió de acordarse de ese detalle de la chica, porque le cambio la cara según lo dije cuando me despedía del consejero indicándole quienes podían localizarme en caso necesario, debo de aclarar también que a mala ostia lo dije mirando socarronamente a la princesa para que se cabreara, me encantaba joderla de esa forma, era la mar de divertido verla escupir fuego por los ojos... que mala leche ¿no?.

Llevaba un mes de tranquilidad total en mi cabaña cuando una tarde mis espías me informaron que se acercaba a todo galope la princesa, en un principio me preocupe pensando que pasaba algo grave para que viniera con esas prisas así que me puse a vestirme rápidamente para acompañarla. Entro por la puerta como si fuera un torbellino, revolviéndolo todo a su paso, al verme vistiéndome la emprendió conmigo gritándome...

- Samirna: ¡¡¡¿Dónde está esa puta...?!!!!

- Val: ¿Quien?, ¿el qué?.

- Samirna: No te hagas el tonto quieres... donde esta esa puta que te vino a buscar el invierno pasado, ha desaparecido de la aldea, seguro que te la estabas follando ahora...

En todo esto no paro de revolverlo todo intentando encontrar donde, según ella, había escondido a esa chica con la que estaba follando estos días que se debía de haber venido a mi cabaña conmigo mientras echaba espuma por la boca de la rabia. No hubo forma de que se calmara o dejara de decir majaderías hasta que comprobó que no había ni el menor rastro de ella... después de eso se volvió hacia a mí con cara de arrepentida pidiéndome perdón con una vocecita la mar de dulce, intentando camelarme tras su metedura de pata...

- Val: Te avise que no te enamoraras de mi...

- Samirna: Y no lo he hecho, pero hasta que decidas irte, aquí solo folla contigo una servidora, la que quiera un hombre que se busque a otro...

- Val: ¿Eso es una orden princesa?

- Samirna: Por supuesto que sí, tu solo tienes mi permiso para follarme a mi... que no se te oc... ummmmmmmmm

Fue lo último que la dio tiempo a decir antes de que saltara sobre ella derribándola sobre un montón de cálidas pieles que había desparramado sobre el suelo cuando buscaba a mi imaginaria amante. La derribe quedando sobre ella, metiéndola mi lengua en su boca hasta las amígdalas... jugueteando con la suya que rápidamente acudió al encuentro de la mia.

La desnude como pude ayudado por ella misma, que a su vez intentaba desnudarme también a mí, en que hora me puse a vestirme. Cuando lo conseguimos sin más preámbulos o juegos se la metí en el coño, despacio, lentamente, haciéndola gemir al sentirse invadida de ese modo, estaba perfectamente lubricada, se veía que tenía tantas ganas de follar conmigo como yo con ella. Poco a poco empecé a coger velocidad, perforándola con suavidad pero de forma contundente, sin pausa, mientras no dejaba de besarla el cuello, los labios, morderla las orejas, bajar como podía hasta sus pechos para lamerlos golosamente, arrancándola cada vez gemidos y jadeos más altos, más intensos, en algunos casos prácticamente hasta ahogarse por no respirar al jadear de ese modo.

Al final la lleve a su primer orgasmo, que le llego demoledor... tras él me retire de su interior, bajando hasta su entrepierna mientras se recuperaba para lamerla con fruición su rajita... según noto mi lengua y mis labios sobre su sexo intento que no lo hiciera, sabiendo por las veces que lo había echo conmigo que entonces haría con ella lo que quisiera. Esta vez prometo que todo fue sin el uso de ningún hechizo sobre ella, todo al natural, todo con la experiencia de mis más de 2000 años de existencia.

Comiéndola el coño la logre llevar en tres ocasiones más al orgasmo, tras lo cual me tumbe yo para que ella me hiciera una mamada en toda regla. Me sorprendió como había mejorado en este tiempo... me la empezó a mamar jugando con la punta de su lengua sobre mi glande... acariciándomelo mientras sus uñas rastrillaban mis cojones, arañándomelos, acariciándomelos... Después cuando mi polla empezaba a dar signos de empezar a contraerse para expulsar mi leche me apretaba los testículos con fuerza, haciéndome un poco de daño, pero cortando de raíz mi eyaculación... Entonces paso a arañarme el glande al chupármela con los bordes de sus dientes, pasándolos sobre el con suavidad, provocándome escalofríos mientras sus uñas seguían jugando con mis pelotas.

Al final me corrí en su boca, en cuanto sintió como se contraía mi pene con la próxima descarga y al darse cuenta de que ya no podría retenerla más debido a mi excitación se incrusto mi polla hasta el fondo de su garganta, tragándoselo todo sin dejar escapar ni una sola gota de mi leche, relamiéndose cuando se saco mi polla de la boca. Sin dejarme decir nada mas, siguió chupándomela hasta dejármela por una parte completamente limpita, y por otra de nuevo en plena forma. Ante mi asombro se coloco a cuatro patas y me pidió que se la metiera por el culo, pero que lo hiciera con suavidad.

No me hice de rogar, aunque intrigado sobre cómo había conseguido espabilarse tanto la princesita... obviamente no creía que se hubiera dedicado a follarse a todo tío que le apeteciera, por una parte no era de ese tipo de mujer porque no estaba en su educación, y por otra era muy, muy, pero que muy consciente de su situación, de hecho me sorprendía incluso el mero hecho de que se me entregara a mí de esta forma... de que estuviera dispuesta a arriesgar su reputación de esta forma. Una cosa era una aldeana, y otra muy distinta una princesa, por muy injusto que os pueda llegar a parecer, pero el mundo es así, y esas son sus reglas.

Estuve jugando con dos deditos sobre su culo durante unos quince o veinte minutos, dilatándoselo, mientras mi lengua como podía le pegaba alguna que otra lamidilla a su conejito, arrancándola gemiditos de placer al sentirlas a la vez que mis dedos manipulaban su culito. Cuando considere que había llegado el momento me situé tras de ella, introduciéndosela lentamente, despacio, muy despacio, abriéndola suavemente, todo lo suave que podía... emitió un leve gemidito de dolor al sentir como mi polla invadía su interior, pero solo durante unos pocos segundos, enseguida se fue tornando en jadeos de placer, de gusto por lo que estaba sintiendo.

Tarde casi cinco minutos en tenerla dentro de ella por completo, pese a que no hacía más que pedirme que se la metiera de una vez por mucho que pudiera dolerla... empecé a moverme, a embestirla con suavidad, pase un brazo por debajo de su cintura para que mi mano pudiera trabajarla el coño, fue tocar mi pulgar su clítoris y derrumbarse por completo víctima del orgasmo que estaba rozando en todo este proceso de encularla... mi polla salió de su culo con un fuerte "Ploc". Quedo tendía sobre las pieles completamente jadeante por el orgasmo... intento reincorporarse como podía para según ella que yo pudiera terminar de follarla el culo y correrme en su interior.

Simplemente me tumbe sobre ella impidiéndola levantarse, después la puse los dedos en los labios para evitar que siguiera diciendo tonterías. Le hice levantar un poquito el culo metiéndosela por el coño, lentamente, empezando después a follàrmela a un ritmo frenético y con dureza, sus gemidos y jadeos llego un momento en que se convirtieron en gritos al sentir como me la estaba follando, a lo bestia, eran sensaciones nuevas para ella. Llego al orgasmo una vez más en poco tiempo, tras ellos cuando vi que estaba a punto de correrme me salí de su coño, metiéndosela en el culo sin piedad, haciéndola esta vez sí, cierto daño... me corrí después de unas pocas embestidas, justo cuando estaba terminado y mi pene se reducía rápidamente de tamaño, Samirna alcanzo un nuevo orgasmo que la dejo en esta ocasión si que medio muerta...

Cuando más tranquilos pudimos hablar ante mi pregunta de cómo había podido aprender todo eso, me confesó roja de vergüenza que se había hecho amiga de una de las chicas de la aldea, una que era muy fogosa y había tenido innumerables amantes que la estuvo explicando con pelos y señales todo lo que hacía con los chicos u hombres con los que se divertía follando. Que después solo pensaba en poder ponerlo en práctica conmigo y que cuando se entero de que esa chica de la otra vez había desaparecido pensó que estaría aquí follando conmigo, que no es que estuviera enamorada, pero que no quería que ninguna más follara conmigo, que mientras que yo estuviera allí ella seria quien se encargaría de mi en exclusividad... Luego me dijo toda colorada que cuando entro en la cabaña y me pillo vistiéndome no lo pudo evitar, pensó automáticamente que estábamos follando y ella se había escondido para que no nos pillara, obviamente pensó que por eso mis prisas en vestirme. Ni os digo lo que se cabreo con mis carcajadas…

Se fue por la mañana temprano al día siguiente, quedándome yo todavía un rato mas metido entre las cálidas pieles, recordando lo bien que me lo había pasado con ella la noche anterior... Llevaba allí tumbado como una hora tranquilamente dándole vueltas a la actual situación, cuando mis vigilantes me avisaron de que alguien se acercaba, no tarde en saber de quién se trataba, permitiendo que esa persona llegara hasta la cabaña sin problemas... no moviéndome de donde estaba para nada.

CONTINUARA

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