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Crónicas de Vhaalzord - Libro 13 - 4

en Grandes Series

                                CRONICAS DE VHAALZORD

                                 Libro - 13

                               Capitulo - 4

Al día siguiente decidí no ir al mismo local, entre en otro de similares características y categoría, o eso pensé yo en esos momentos. Debía de seguir todavía bajo los efectos del dichoso conjuro, porque estábamos jugando a un juego de azar en el local cuando paso de nuevo. Aposte unas pocas monedas y perdí mi dinero, hasta ahí normal, me levante para irme cuando me empujaron y volví a sentarme por la inercia al perder el equilibrio, como el juego empezó y yo estaba sentado me incluyeron pese a mis protestas… supongo que fue en ese momento cuando el sutil conjuro entro en acción.

Este juego consistía en una ruleta de madera redonda con ranuras en el borde, justo donde había una pequeña plaquita de metal encargada de detenerla. A cada ranura se le asignaba un valor y el que hubiese apostado por ese número concreto se llevaba cien veces lo apostado. El disco tenia cien ranuras y se permitían un máximo de veinte jugadores con una única apuesta por jugador. En caso de no saber donde apostar o no haberlo hecho a tiempo, se suponía que el jugador lo hacía por uno de los números grabados en cada uno de los veinte asientos que había alrededor de la mesa.

El sistema era muy simple, cada jugador podía a postrar a un numero que de salir supondría la recepción de cien veces lo apostado, si en lugar de ese salía el de la silla en que se sentaba recibía de regreso lo apostado, a esos números de los asientos solo podía jugar el que ocupase la silla concreta. Si apostabas por tu número de silla por voluntad propia o simplemente por no saber a cual y aceptar este, de salir tu número el importe a recibir se doblaría, es decir, doscientas veces lo apostado. En el caso de la mesa donde había estado sentado, la apuesta mínima era de una única moneda de plata, era una mesa de las consideradas de altas apuestas.

Estaba discutiendo con el encargado de la mesa cuando se acerco un señor la mar de elegante preguntando que resulto ser el jefe. Le explique la situación a lo que me pregunto si el problema es que no llevaba dinero, le dije que no, le mostré de hecho varias monedas de plata, más que suficiente para cubrir la apuesta inicial mínima, el resultado fue que no trago con ello, de hecho me dijo que ya sabía que el sentarse en la silla suponía la aceptación de la apuesta mínima, sonriendo cínicamente me dijo que en cuanto la ruleta parara lo mejor para mi salud seria que entregase mi moneda calladito si no quería tener problemas... nada mas decir eso se paró la ruleta terminando el juego y resulto que el conjuro debió de actuar haciendo que ocurriese lo peor que podía pasar en esa situación. Dado mi carácter y la poca paciencia que tenía cuando me tocaban las narices el que se metiesen conmigo ya era malo de por sí, pero si me intentan timar es aun peor, además si alguien no quiere pagar y hay problemas no pasa nada, pero si por el contrario es la casa la que no quiere pagar a un ganador se lía seguro con el resto de la gente. Pues mira tú por dónde gane, salió el número de mi silla... una moneda de plata por doscientos, equivalían en la ciudad a doscientas monedas de plata o cinco de Oro, ya que la acuñación de oro de el país en cuestión era de cuarenta platas por un Oro.

El sujeto me indico que me fuese, que había tenido mucha suerte... hasta aquí todo bien, el problema real llego cuando le dije que me iría con sumo gusto del local, que lo haría tan pronto cobrase mi apuesta, ya que si hubiese tenido que pagar de perder, ahora quería cobrar por haber ganado. Pues sí, con cara de mala leche quiso que cobrara, pero en especie, hizo una seña y tres de sus gorilas vinieron para echarme... mala suerte para ellos, terminaron inconscientes... y que diesen gracias porque al verme defenderme sacaron cuchillos. No tuve tiempo de nada, un grupo de unos veinte hombres se lanzo sobre mí con las armas en la mano, incluido el jefe y el responsable de la mesa de juego donde surgió el problema. Saque mis espadas dejando de lado las dagas del cinturón, moviéndome raudo contra ellos, acuchillando a dos al pasar a su lado para terminad clavándolas en el pecho a otros dos, entonces estallo el caos.

La gente se altero mucho cuando se dieron cuenta que todo era porque la casa no quería pagar una apuesta, además para colmo los gorilas estaban perdiendo con lo que algunos intentaron aprovechar para llevarse el dinero de las mesas. El resultado fue que empezaron a luchar unos contra otros... las mujeres salieron a toda velocidad por las puertas de la sala a la carrera chillando asustadas. La gente se acuchillaba a diestro y siniestro con gran alegría sin distinguir enemigos del que casualmente pasaba por allí. En un momento dado éramos más de sesenta personas intentando matar a los otros cincuenta y nueve. Mis enemigos de repente se encontraron luchando por su vida contra todo el mundo y no solo contra mí, ya que les atacaban también desde todos lados. El dueño del local trato de escapar pero se lo impedí, una de mis dagas se enterró por sorpresa en su espalda seccionándole la columna... la otra aprovecho la coyuntura para degollarlo como un cerdo al estar sujeto por su compañera.

Recogí de la mesa de apuestas unas veinte monedas de plata como compensación por el mal trago sufrido. Cuando abandone el local dentro habría al menos una veintena de muertos y media docena de heridos, el resto seguía con las armas en la mano intentando matar al vecino. Cuando llegue a mi habitación desconvoque mi magia e hice un rastreo mágico sobre mí mosqueado por tanta casualidad negativa, encontrando la sutileza de la jugada con ese conjuro. Como digo lo tenía por algo inofensivo, pero después de recapacitar en todo lo sucedido desde que me separe del Dragón cambien de idea con respecto a él. Use mi poder para purgarlo de mí. Lo peor es lo estúpido que me sentí al saber que me lo habían colocado y no me había enterado por no revisar detenidamente la situación tras su marcha, había sido un error de novato.

Acelere mi marcha de la ciudad, tras lo sucedido en el local no quería más problemas si podía evitarlos. Seguí tranquilamente avanzando, pase por varias ciudades sin tener problemas de ningún tipo. Los reinos del Gran Continente tienen un problema endémico generalizado, que es su nobleza. En general esta posee grandes privilegios y autonomía, a decir verdad, una excesiva autonomía en muchos de los reinos, lo que va en detrimento del poder real. Todo esto supone una constante fuente de inestabilidad en prácticamente todo el continente, es fácil encontrarse de repente en una guerra entre nobles de dos naciones diferentes sin que sus reyes sean capaces de imponerles la paz, incluso verse obligados a declarar la guerra al final por una contienda de un solo noble.

Eso me paso a mí, que accidentalmente me metí en medio de la guerra de dos nobles. Estaban a punto de arrastrar a sus dos naciones al conflicto cuando aparecí yo con mis dos caballos en todo el centro del campo de batalla. ¿Que como se puede meter alguien en semejante situación de forma inadvertida?... si alguien encuentra una respuesta que por favor me lo diga, porque aun ahora, sigo sin entender como narices me las apañe, imaginaos que cuando todo termino volví a revisarme a mí y a todo lo que iba conmigo en busca de mas conjuros "divertidos". El caso es que aparecí en una gran explanada coronada en sus flancos por altas lomas... de repente sobre ellas, en las de ambos lados, hicieron su aparición jinetes enarbolando banderas y pendones de guerra. Primero fue una especie de runrún, luego una nube de polvo desde ambas direcciones, y apenas una hora después el retemblar de la tierra. Poco después dos ejércitos aparecieron en lo alto, formados para la batalla.

¿Que porque me quede tanto tiempo quieto sin moverme?... por temor a que si hacia algo o intentaba ir en alguna dirección, pensasen que estaba con el contrario y eso les diese por atacarse, lo último que quería es que me pillasen  en medio de la batalla. El problema es que ahora por esperar se había agravado la situación, en lugar de unos mil soldados totales de caballería entre los dos, ahora tenía unos veinte mil soldados por cada bando y por lo que estimaba unos seis o siete magos listos para lanzarse unos contra otros conmigo en medio. Opción primera, convocar a los Khulgan y terminar con la pelea, el problema es que eso supondría exterminar a ambos ejércitos y todo el que estuviese presente, pero más que posiblemente con un Dragón observándome no es que me hiciese mucha gracia lo de andar usando magia tan potente. Opción segunda, intentar que llegasen a algún tipo de compromiso, o por lo menos que no se liaran entre ellos mientras yo estuviese por allí. Un asunto ciertamente peliagudo el ver cómo hacer para que me escuchasen ambos bandos atentamente.

Realmente el problema me lo solucionaron los magos de ambos bandos al adelantarse para matarse mutuamente. Empezaron a cruzar conjuros ofensivos entre ellos conmigo en medio. La verdad es que dado que estaban en terrenos elevados y yo en la parte baja no había excesivos problemas... hasta que empezaron como siempre, a bolazo de fuego limpio... mira tú que son socorridas las bolitas, eh. Una de ellas, no importa el bando, se desvió para ir a dar sobre mí, sobre los caballos y lo que era aun peor, sobre el cofre. Los escudos que genere cuando empezaron a atacarse respondieron perfectos, no sufrimos ningún daño. Los magos de los dos bandos se asombraron de que no hubiese muerto durante diez segundos ya que reaccione por instinto y de forma muy agresiva ante el riesgo sufrido por el cofre del huevo... Los seis primeros segundos fueron los que use para convocar mi poder y disparar contra ellos, los tres siguientes el vuelo de mis disparos de dardos ígneos y el ultimo el que tardaron en morir todos ellos al ser alcanzados. Tras la demostración pude por fin hacer que me escuchasen ambos bandos, aunque estuve maldiciendo por lo bajo mi “reacción” tan desproporcionada ya que lo que precisamente no quería era usar magia.

Yo no pretendía nada de nada al respecto, solo salir tranquilamente de allí. Mi problema era el dichoso cofre con el huevo, de no haberlo tenido junto a mi no me hubiese visto metido en gran parte de los líos del viajecito que llevaba, pero el cofre me imponía por ejemplo el tener que ir con dos caballos, Hrull en realidad, y el protegerlo de cualquier mal, algo a lo que ciertamente no estaba nada acostumbrado. Cuando logre salir del atolladero con la escusa de hablar con ellos, lo que hice fue decirles que fuesen buenos los dos, se diesen las manos y olvidaran rencillas. Después de eso volví a montar en mi caballo para irme de allí antes de que se liasen, pero bueno, eso ya no me afectaría.

Lo que nunca entenderé es porque ambos pensaron que yo trabajaba para el otro y todo esto era una trampa... sacaron las espadas para lanzarse uno contra el otro... las escoltas se liaron también y de cada grupo partió un mensajero con órdenes de sus jefes de que los ejércitos atacasen. Me enfade... me enfade mucho, muchísimo, mandando como resultado todo comedimiento mágico al garete... dos dardos de magia y los dos mensajeros cayeron. Después me volví a los dos nobles e hice con ellos un bonito asado, use para ello el poder Draconiano, hice que sus armaduras alcanzasen la temperatura de fundición, haciéndolo sobre sus cuerpos. Por los gritos y alaridos de los escoltas de ambos que salieron corriendo nada mas girarme, inconscientemente al hacerlo recurrí como de costumbre a los Ojos de Dragón, porque los guardias de los nobles escaparon llamándome Ojos de Serpiente... prefiero lo de Ojos de Dragón, sinceramente. Empecé a pensar que quizá los dichosos Ojos simplemente aparecían cuando usaba la magia Draconiana.

Tras este encontronazo tonto me puse de nuevo en marcha alejándome de allí antes de que alguien en alguno de los ejércitos decidiese hacer alguna nueva estupidez pillándome en medio de nuevo. Ante mi se abrían ahora tres caminos posibles para llegar al Mar de Hielo. Por un lado recorriendo la costa me quedaban unos pocos reinos civilizados, pudiendo atravesar después de ellos los territorios de los Hombres del Norte, lo que no era muy aconsejable, como ya sabéis no veían con muy buenos ojos a los extranjeros. Por el interior, cruzando parte del las Tierras Salvajes, pero en esa zona habitaban algunas de las mas... digamos que "nerviosas" ante las presencia de extraños en sus tierras. La tercera opción era la de las llamadas tierras intermedias... Cruzar por encima de una enorme cordillera montañosa a lo largo, esta se alzaba rodeando las tierras salvajes, cruzar por ella yo solo no me supondría ningún problema... Lo malo es que estaría constantemente entre dos tierras hostiles, y no estaba nada acostumbrado a ir con más de un caballo, puede parecer una estupidez, pero el jinete es capaz de controlar perfectamente a su montura, pero arrastrar otra tras de ti... eso es otra historia, y más aun si el supuesto caballo es en realidad un Hrull, mal asunto entonces.

Al final me decidí por la ruta que menos probabilidades de problemas me ofrecía, las Tierras Intermedias, atravesar a lo largo de toda la cordillera por lo alto de de la misma, un viajecito de mucho cuidado aun en el caso de que no sufriésemos inconveniente ninguno dándose todo a pedir de boca. Por aquí quizá fuese posible que tuviésemos algún problema, pero por cualquiera de los otros dos caminos eso era algo seguro del todo. Me aprovisione de pieles, listones para montar una pequeña tiendecilla y mantas tanto para mí, como para los caballos. También cambie en la última ciudad mis Hrull por pequeños pero enormemente fuertes caballos del norte, acostumbrados a esa climatología y a buscar ellos mismos la comida bajo la nieve. De todas formas lo cierto es que con la comida para ellos no había problemas, ya que mi magia podría sostenerlos tranquilamente durante días, reponiendo en cierto modo sus fuerzas, aunque era algo nada saludable para ellos.

Me interne en las montañas, una ventaja es que en cuanto entrar en la zona situada entre los hombres del norte y las tribus no habría prácticamente nada de qué preocuparme, salvo que unos u otros decidiesen hacer alguna expedición de saqueo al territorio de los otros y se tropezasen conmigo. Y si, del mismo modo que os imagináis yo me lo temí también, encontrarme en alguna de esas... como así paso. Acampe en un pequeño claro que había, protegido por una pared de piedra a mis espaldas, no por temor a que me atacasen, sino para resguardarnos un poco más del frio. Estaba tranquilamente cuando los caballos empezaron a mostrarse inquietos.

No lo dude, me coloque todas y cada una de mis armas, incluyendo el situar a mi lado cargadas las dos ballestas que llevaba conmigo. En esa zona era difícil manejar los arcos debido al frio, los hombres del norte y las tribus estarían acostumbrados a ello siendo muy eficaces, pero desde luego yo no. Lo mejor era la ballesta, no necesitabas tener los dedos calientes para poder manejarla con eficacia. De repente oí el griterío a mi espalda, me volví con una ballesta en cada mano, cada una de sus culatas apoyadas contra mi cintura, alcance a dos hombres del norte en el centro del pecho abatiéndolos.

Raudo metí las manos bajo la capa en dirección a mis espadas, que desenfunde en un segundo lanzándome contra mis atecates, que tuvieron un leve momento de duda al verme ir por ellos. Los dos más cercanos pagaron su momento de incertidumbre, mis espadas rajaron sus costados pese a las gruesas pieles que llevaban. Tras ellos me gire a tiempo de desviar un hachazo dirigido contra mi cabeza, tuve que rodar sobre mi mismo para poder esquivar los ataques de los dos siguientes hombres del norte. Solté mis espadas usando dos dagas Khlomn que se incrustaron en sus cuellos, recupere mis espadas justo para parar una estocada de otro guerrero.

Quedaban sobre una docena contra mí, excesivos para seguir de ese modo, antes o después alguno me cazaría. Recurrí a la magia Draconiana, insufle calor a las hojas de mis espadas, hice llegar sus filos casi al punto de su forja, manteniendo su dureza pero provocando problemas a todo lo que chocase con ellas. El primero fue un hachero, pego con su filo sobre el de mi espada, esta penetro en profundidad en la hoja del hacha rompiéndola. El hombre del norte se replegó para sacar su espada tras tirar su hacha, no le di tiempo, una nueva daga Khlomn hizo su trabajo terminando con él. Con el resto en cuanto me concedieron dos metros de margen, emplee conjuros ofensivos de magia ígnea. Use dardos de fuego en su contra, para mi sorpresa al usar la magia Draconiana descubrí que pese a ser menos poderosos que los de la magia arcana o la humana, estos por contra eran diez veces más rápido, podía crearlos con mucha velocidad. Entre estos y las espadas terminé con los hombres del norte restantes.

Tras recuperar mis armas y despojarlos de lo que me resultase de valor para mi travesía por los páramos me fui de allí. Volviendo a acampar a un par de horas de distancia. Allí comprobé como funcionaba la magia Draconiana con los dardos mágicos. Descubrí que con ella efectivamente eran menos poderosos, pero a cambio eran mucho más precisos y por esa aparente falta de poder, podía hacer algo parecido a lo que hacía una Ballesta de asalto cuando disparaba las cargas de dardos. Era capaz de preparar y disparar de cinco a seis dardos consecutivos en cuestión de dos segundos, dependiendo de mi cansancio y de mi capacidad en ese momento para reunir poder Draconiano. Ni que decir que estuve practicando todo lo que pude con la concentración rápida de poder Draconiano... era un arma muy poderosa que me convenía tener a mi disposición cuando entrase en el Reino del Norte.

Cuando salí de esa especie de territorio de nadie sin más percances, había dejado las tierras de los hombres del norte al sur, por lo que me adentre en una de las más profundas e inexploradas zonas de los páramos del Norte. Apenas cuatro días después de entrar en ella mis dos caballos murieron por el frio, con lo que me vi obligado a usar un Hrull para moverme. Tuve que improvisar para no morir de frio ninguno de los dos al andar por esas tierras, concentre la magia Draconiana que considere como la más propicia para lo que tenía en mente con cuidado de que no interactuase con la arcana que mantenía el Hrull unido a mí. Puse un escudo sobre nosotros, sobre este otro escudo más y entre ambos un conjuro de calor sobre el aire allí encerrado para mantenernos medianamente en condiciones.

Cuando llegaba la noche desconvocaba el Hrull y me construía una pequeña tiendecilla con las pieles que había podido llevarme, envolviéndome en su interior con todas las mantas que llevaba. También sobre la tienda concentraba un pequeño escudo que me aislase y que durase por si solo unas ocho horas si no había problemas raros. Otro conjuro anclado a mi fuente de poder protegía las 24h el cofre del huevo, ese no lo anulaba o modificaba para nada. Mágicamente no me suponía casi, pero a nivel físico lo cierto es que indudablemente sí.

Por fin logre dejar tras de mí los páramos entrando en el mar de hielo, lo que era aun peor, en los páramos por lo menos la nieve y la tierra ofrecían una solida base sobre la que andar, el mar de hielo solo eso, hielo, con lo que era problemático por los resbalones patinazos y demás, aun siendo un Hrull. Tuve otra idea un tanto peregrina pero que pareció servir, use un pequeño conjuro de calor sobre sus cascos, estos al tocar el hielo hacia que se fundiese solo un pelo, pero más que suficiente para crear un leve desnivel donde entraba el casco impidiendo de ese modo que el Hrull resbalase. La vez anterior que estuve en el Reino del norte llegue atraves de las aldeas de pescadores de la zona de los Archipiélagos. Sin embargo sabia que para acceder por allí el único modo era por ciertos pasos en sus elevadas cordilleras, y tenía muy claro que seguramente en cada uno de ellos habría un Dragón esperando por si aparecía.

Estaba seguro que por aquí los sorprendería, entraría sin problemas. Eso pensé hasta el mismo momento en que tres días después de estar en el mar de hielo apareció volando mi queridísimo amigo Shless y tres dragones Verdes mas aterrizando los cuatro frente a mí. Shless me miraba con cierto aire socarrón, pero los otros tres me miraban con claras ansias de lanzarse contra mí y destrozarme. Por "suerte" para mi, allí quien parecía mandar era Shless... suerte hasta que hablo, claro...

- Shless: Vhaalzord... entrega el huevo a mis compañeros y lucha conmigo...

- Val: Jajajajaja... no me hagas reír, ¿que entregue el huevo?... como broma es divertida, me has hecho gracia Shless, créeme...

- Shless: Creo que no me entendiste. Quiero que ellos cuiden de que no le pase nada al huevo mientras nos enfrentamos, no que se lo des para perderlo. Quiero que nos enfrentemos, pero el huevo no puede sufrir ningún daño.

Shless luego hizo algo que me dejo atónito, me juro por su raza que el huevo me sería devuelto si yo lo vencía, en esta promesa comprometió a sus tres acompañantes, además de hacerles comprometerse a no atacarme si a él le ocurría algo. Al ver que aceptaban tuve algo muy, muy claro, Shless indudablemente no era un Dragón corriente... o mucho me equivocaba o era el Nahkkar Verde del reino del Norte. Y desde luego un Nahkkar no era alguien como para andar tomándoselo a broma. También sabía que el color de escamas en un Dragón no significaba nada en referencia a su poder, eso solo los identificaba en la rama familiar de su color en cada uno de los dos reinos Dragones.

No tuve otra opción que dejarles el cofre a los tres acompañantes de Shless. Retire la totalidad de protecciones del cofre con la intención de tener el menor drenaje mágico posible sobre mí. Intensifique mis escudos, sabía que aunque Shless pudiese ver mis urdimbres no podría hacer más que buscarles un punto débil, además eso podría ir incluso a mi favor, crear algún punto para poder luego sorprenderle cuando atacase. En mis anteriores enfrentamientos nunca me había pasado lo que ahora con Shless, estaba tanteándome, nunca vi un Dragón tantear a un humano, jamás, siempre atacaban duro desde el principio para terminar cuanto antes con la vergüenza de tener que matar un infecto humano.

Estuvo lanzando sobre mi ataque ígneo tras ataque ígneo, bolas de fuego, dardos, haces, golpes de calor contra el suelo donde yo estaba, incluso me sorprendió con una lluvia de fuego sobre mí. Ni una sola vez hice el menor atisbo de atacarlo con frio, me limite a devolverle golpe ígneo tras golpe ígneo. Le estuve siguiendo el juego por completo durante casi media hora... estaba jadeante por el esfuerzo, ya que tuve que estar moviéndome, ya que el fuego lo malo que tiene sobre ese terreno es que derrite el hielo, el podía volar, pero yo desde luego no.

Por fin logre mi objetivo, alzo el vuelo lanzando un terroríficamente poderoso conjuro ígneo contra mí, un conjuro que golpearía en una amplísima superficie. Yo hice varias cosas, en primer lugar enfriar con magia gélida mi escudo y el suelo a mi alrededor, después lanzar poderosos haces de fuego contra la expuesta panza de Shless, seguidos de unos aun mucho más poderosos haces de frio gélido y cortante. Por último tras ellos iban dardos de magia pura... Logre sorprender en cierto modo a Shless... el fuego le alcanzo, después el frio, pero cuando llegaron los dardos mágicos él había conseguido rotar sobre si poniendo las escamas de su espalda que los rechazaron sin problemas. Pero para hacer eso perdió la sustentación en el aire, cayendo a plomo sobre el Mar de Hielo.

Aprovechando el golpe y su desconcierto concentre todo el poder gélido que pude en conjuros de magia arcana que era la que más daño podría hacer al Dragón, hasta el momento solo use la humana esperando este momento. Haz tras haz gélido de poderosa energía Arcana fue saliendo disparado contra Shless, golpeando sus apresuradamente creados escudos sin piedad, llegando los últimos haces a perforarles y causarle algunas heridas un tanto superficiales, pero una particularmente dolorosa para él, una que le cruzaba el morro en el lado izquierdo... dejando que la espesa sangre saliera por ellas. La magia Draconiana rápidamente restaño el daño dejando de sangrar, pero el toque de atención había sido muy convincente. Me fije en que Shless desde ese momento se había dotado de escudos mágicos, no confiando únicamente en sus prácticamente invulnerables escamas.

Yo por mi parte estaba que se me llevaban los demonios (que por cierto si existen, aunque ese es otro asunto) al haber fallado mi plan. Estaba muy fatigado, no era nada simple batirse contra un Dragón, y desde luego Shless debía de ser lo que sospechaba, un Nahkkar, dudaba que un Dragón cualquiera hubiese salido indemne de mi ataque. Lo más probable es que cualquier otro Dragón hubiese tenido que retirarse para no caer en esos momentos ante mí. Shless por el contrario parecía ahora muchísimo más concentrado que al principio, si me había tomado a la ligera cuando empezamos, ahora desde luego no lo estaba haciendo para nada. Yo ocupaba el cien por cien de su atención y de su mente.

Deje de hacer estupideces, ya no tenía sentido seguir fingiendo con el que no sabía cuál era su punto débil, no volví a lanzarle ni un solo ataque ígneo mas, solo me concentre en ataques gélidos contra él. Estaba claro que Shless no estaba nada cómodo, la parte vulnerable de su anatomía era el estomago y debido a nuestra diferencia de tamaño este se encontraba anormalmente expuesto ya que contra un Dragón no tendría esos problemas. Mi estatura me permitía dirigir mis ataques contra ese punto casi como único blanco. Intento la transformación en guerrero, se lanzo de esa guisa contra mí, imbuí a mis armas con magia y su propio escudo para evitar que pudiesen romperse con el frio. Le pille también por sorpresa al hacer eso tan rápidamente, sin duda no me creyó capaz.

Su siguiente problema fue comprobar nuestra diferencia de nivel. Reconozco que Shless era un maestro con la espada, pero yo no era ningún guerrero, yo era un asesino y estaba claro que no se había enfrentado a nadie como yo. Estuvo retrocediendo de mala manera ante mis hojas, al final tuvo que volver a su forma de Dragón ya que le alcance dos veces en una pierna. Vi los profundos cortes en una de sus patas cuando se transformo. Empezó a usar una táctica de desgaste contra mí, para él, el fuego no era problema, pero para mí sí, y mucho más que el frio, ya que derretía el suelo de hielo sobre el que estaba, obligándome a moverme a toda velocidad, agotándome lentamente.

Si seguíamos así sabia que terminaría siendo derrotado por Shless y no podía permitírmelo. Le hice una autentica jugarreta, lance una mezcla de haces ígneos con dardos de magia pura contra uno de sus costados, eso le obligo a desplegar un ala para evitar los impactos en ella ya que aunque los haces no le hicieran nada la magia pura sí. Eso era precisamente lo que yo estaba esperando que hiciese. Con el ala extendida use magia Draconiana, logre concentrar la justa como para poder crear un afilado tempano en forma de afiladísima estalagmita que hice ascender desde el suelo contra el ala, perforándosela. Algo muy doloroso para él, no ponía en peligro su vida, pero hasta que no se la curara le impediría poder volar de forma comoda. Volví rápidamente a retirar la magia Draconiana y a lanzar raudo magia ígnea Arcana contra el suelo de Shless... creando pequeñas lagunas bajo el, causándole serios problemas para moverse.

Vi que estaba atascado con una pata en uno de los agujeros creados bajo el, entonces concentre únicamente magia Draconiana a toda velocidad. Recubrí mis hojas con una capa de gélida magia pura helada concentrada en sus filos. Supe que mis ojos se habían transformado también porque empecé a ver con claridad las urdimbres mágicas que rodeaban a Shless. Mis hojas se lanzaron sobre el Dragón, golpeando contra el costado en busca de su parte débil. Para mi sorpresa vi como ciertas urdimbres desaparecían con los golpes, como estos penetraban en las durísimas escamas del Dragón, causándole heridas de cierta seriedad. Aquí fue donde comprendí que los ojos de Dragón eran intrínsecos la magia Draconiana, cuando esta era convocada por mi estos hacían su aparición.

Sus garras me obligaron a retroceder girando por el hielo sobre mi mismo para evitar ser alcanzado. Levantándome de forma inmediata cuando me considere lo suficientemente lejos de él. Apenas si tuve tiempo de esquivar un enorme trozo de hielo que volaba hacia mí, me aparte de chiripa, pero me alcanzo en el hombro... sentí el dolor agudo del impacto sobre él. No tuve otra que soltar la espada de esa mano al quedarse esta sin fuerza. Me volví hacia Shless jadeante y con el brazo inutilizado colgando mientras concentraba mi magia para curarlo lo antes posible, por fortuna no estaba roto, únicamente se había desplazado y dañado algún de los tendones. Necesitaba tiempo para que mi magia hiciese su labor, si antes no moría frente a Shless, con un solo brazo mis oportunidades eran casi nulas para vencer, debía de aguantar y hacer tiempo para reponerme.

Shless abrió las fauces en mi dirección mirándome con ojos de furia, se lanzo hacia mí para frenarse de repente, intento parar de golpe y sufrió una aparatosa caída que le hizo lanzar un rugido de dolor al dañarse aun más el ala herida por ello. Se volvió a incorporar rápidamente, enfrentándose a mí, dándome la cara... veía como sus urdimbres por algún motivo oscilaban, igual que su concentración mágica. Entonces Shless pronuncio una palabra que me dejo con la boca abierta...

-Shless: Tregua...

- Val: ¿Como qué...?

- Shless: Es importante Shaddin Vhaalzord, necesito hablar contigo, por eso quiero una tregua, desconvocaremos nuestra magia para hablar... empeño mi honor en esto que te digo...

- Val: Bueno... pero mantendré al igual que tú la magia curativa y uno de mis escudos... no quiero morir congelado, espero que no te importe...

- Shless: Yo también dejare mi magia curativa funcionando, puedes permanecer con uno de tus escudos, es algo lógico en tu caso.

Me resulto increíble, mas cuando fueron a acercarse los otros tres dragones y Shless se lo impidió con una orden cortante. Después se dirigió a mí y también para mi sorpresa me confirmo que él en realidad era el Nahkkar Verde del reino del norte. Luego me pidió que por favor hiciese lo que había hecho en el último momento de nuestro enfrentamiento. Le pedí explicaciones de a que se refiera, muy serio me dijo que a lo que había hecho con mis ojos. Concentre mi poder Draconiano volviendo a aparecer los Ojos de Dragón de nuevo, pudiendo ver sobre Shless las urdimbres mágicas de lo que suponía que era su magia curativa, ya que esta estaba sobre sus heridas, igual que al mirar sobre mi también tenía ciertos patrones parecidos a los suyos sobre mis propias heridas...

- Shless: ¿Shaddin Vhaalzord, hiciste el ritual de la Sangre en el Reino del Sur?

- Val: No se a que te refieres con eso, no he pisado el reino del Sur desde hace muchísimo y menos aun participado en ningún ritual con Dragones… (Vi como Shless parecía meditar)

- Shless: ¿Pero es indudable que puedes usar magia Draconiana… y dices no has pasado el ritual de la Sangre…? (Volvió a quedar como pensativo)

- Val: Tal y como has dicho puedo usar vuestra magia, pero te repito que no he pasado ese ritual que dices… no se dé que me hablas Shless…

- Shless: ¿Me puedes contestar por favor si eres capaz de ver la magia sobre nosotros?

- Val: (Por algún motivo decidí ser franco con él) Si, lo cierto es que puedo verla... (Shless siseo al oír la respuesta)

- Shless: Me permitirías usar sobre ti un pequeño conjuro de búsqueda... no te hare nada, te lo juro por mi honor nuevamente.

- Val: Adelante, hazlo...

Si os digo que no estaba intranquilo mentiría como un bellaco, si dijera también que Shless no me lo noto seria aun mas mentiroso. Sonriendo hizo el conjuro, cuando lo retiro se lanzo al aire rugiendo de furia, de forma automática lance sobre mi mis escudos más poderosos de que disponía. Poniéndome en guardia previniendo su ataque, vi que los otros tres Dragones se lanzaron sobre nuestra posición con clarísimas intenciones de atacarme. Shless aterrizo golpeando el suelo enfurecido al posarse, lanzo un rugido a sus tres acompañantes y estos pararon a su lado con la cabeza baja... sin atreverse a mirarlo. Después los hizo regresar a su sitio, no volvió a hablar hasta que se hubieron retirado y no pudieron escucharnos.

- Shless: Te ruego que perdones mi descortesía, Shaddin-Nur, también perdóname por favor el que me haya estado atreviendo a llamarte por tu nombre humano... ha sido imperdonable e indigno del todo por mi parte el hacerlo así...

- Val: No pasa nada Shless, Nahkkar de los Dragones Verdes del Reino del Norte... (Creedme que no entendía nada de nada de lo que pasaba pero opte por la formalidad al hablar con él)

- Shless: Podrías por favor decirme si lo sabes y quieres compartirlo conmigo, de qué forma obtuviste tu poder Draconiano, Shaddin-Nur... ¿por favor?

- Val: No veo ningún problema en ello Nahkkar Verde. En mi cuerpo se ha fusionado una escama de Dragón que protege mi corazón... fue involuntario por completo por mi parte, eso incluso te lo puedo jurar si quieres... no fue intencionado por mi parte…

- Shless: Por favor una cosa más Shaddin-Nur... ¿esa escama es quizá de un Dragón Blanco?

- Val: Si, así es... concretamente es la escama cardiaca de un Dragón Blanco por lo que me dijo R’halrhaz cuando lo hablamos.

Por algún motivo Shless no pareció encontrar en eso nada bueno, un nuevo rugido esta vez de frustración escapo de su garganta. Después para mi sorpresa hizo que me trajesen el Cofre declarándose vencido, pero antes de eso me indico por donde podría entrar al Reino del Norte de forma segura, por un sitio donde podría curarme con calma y planificar mis siguientes pasos para llevar el huevo a mi objetivo, deseándome suerte con mi intento, cosa aun más extraña viniendo de un Dragón del Reino de Norte, no digamos ya tratándose de un poderoso Nahkkar. Tras esto partió volando de forma un tanto inestable debido a la herida de su ala junto con sus Dragones, dejándome allí solo, parado y absolutamente perplejo mirando cómo se alejaban de mi.

Y si, también me di cuenta del cambio de tratamiento de simple humano a Shaddin, y de este a Shaddin-Nur… si bien al principio pensé que ambos términos eran lo mismo pero quizá acortando el “Nur”. Pero os garantizo que en esos instantes, tras ver las reacciones de Shless, desde luego eso ya no lo tenía yo tan claro…

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Enmendando un error - 8 (final)

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Enmendando un error - 7

Enmendando un error - 6

Enmendando un error - 5

Enmendando un error - 4

Enmendando un error - 3

Enmendando un error - 2

Enmendando un error - 1

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El adivino - 7 (final)

El adivino - 6

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El adivino - 2

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Crónicas de Vhaalzord - Libro 16 - 3

Crónicas de Vhaalzord - Libro 16 - 2

Crónicas de Vhaalzord - Libro 16 - 1

El tamaño importa - 11 (Final)

El tamaño importa - 10

El tamaño importa - 9

El tamaño importa - 8

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El tamaño importa - 6

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El tamaño importa - 4

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Laura - 8

Laura - 7

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Laura - 5

Laura - 4

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Timidez - 5 - (final)

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¿Por qué a mí? – 5 – Final

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Hasta el día de hoy 23

Hasta el dia de hoy 22

Hasta el día de hoy 20

Hasta el día de hoy 21

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Hasta el día de hoy 19

Veinte días - 4

Veinte días - 3

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Veinte días - 2

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Hasta el dia de hoy 15

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Rehaciendo mi vida 6 - Los motivos de Ainoa

Rehaciendo mi vida 5 - Sombras del pasado

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Rehaciendo mi vida 4 - Recibiendo señales...

Rehaciendo mi vida 3 - Mi jefa, el iceberg

Rehaciendo mi vida 1 – La puta de mi novia

Rehaciendo mi vida 2 - La Dama de las Nieves

Hasta el dia de hoy 13

Hasta el dia de hoy 12

Hasta el dia de hoy 11

Hasta el día de hoy 10

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Un balonazo en los testiculos

Hasta el día de hoy 8

Hasta el dia de hoy 7

Hasta el dia de hoy 6

Hasta el dia de hoy 5

Hasta el dia de hoy 4

Hasta el dia de hoy 3

La falta de comunicación 3

Hasta el dia de hoy 2

La falta de comunicación 2

La falta de comunicación 1

Hasta el dia de hoy 1

Cuando los deseos se hacen realidad

Mi lado oscuro 6

Mi lado oscuro 5

Mi lado oscuro 4

Mi lado oscuro 3

Mi lado oscuro 2

Mi lado oscuro 1

Mala suerte 4

Mala suerte 3

Mala suerte 2

Mala suerte