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Eloy y Marisa - 2

en Hetero: Infidelidad

                                     Eloy y Marisa - 2

Cuando Blanca llegó se cruzó con Eloy, que salía con el coche, como era su costumbre saludo a su cuñada a su modo, poniendo el pulgar sobre la punta de la nariz y haciendo que sus dedos se moviesen, una forma cariñosa de hacerle burla que siempre empleaba con ella desde que se conocieron y que a Blanca al principio le sacaba de quicio. Cuando llegó a la casa y su hermana le abrió, lo que vio allí le confirmo que algo pasaba entre ellos. Su hermana estaba claro que había preparado una cena para ambos, por lo que sirvió para las dos cuando ella se quedó a cenar en lugar de Eloy, había preparado varios de los platos favoritos de este, incluido uno que nunca hacia ninguno de los dos porque a ella no le gustaba… Blanca conocía a su cuñado, y muy gordo tendría que ser lo que pasase, casi, casi que alguien se hubiese muerto, como para que este dejase a su hermana con aquello en la mesa e irse sin cenar con ella, especialmente viendo lo que esta se había esmerado en la preparación… Eloy jamás la dejaría tirada porque sí. Cada vez tenía más claro que allí estaba pasando algo bastante serio entre ellos y no sabía muy bien a qué carta quedarse…

Ese jueves Eloy había quedado para cenar con Cristina, su secretaria. Había llegado hacía poco a la ciudad, lo primero había sido ir a su casa, al apartamento que tenia de cuando era soltero y ducharse, después se pasó por la casa donde había vivido hasta ahora con su mujer para recoger los papeles firmados con la opción que esta hubiese elegido, luego de ello, se dirigió hacia su cita para cenar, todo ello casi, casi, contrarreloj. Aun así consiguió llegar a la cena cinco minutos antes de que lo hiciese ella, y como desde hacía casi un mes, mientras se quedaba pensativo con todo lo que tenía encima, no cesaba de jugar con su anillo de casado, usando el pulgar para darle vueltas sobre el dedo anular. Había adquirido esa costumbre cuando descubrió la infidelidad de Marisa, como si al hacerlo le ayudase de algún modo a enfocar sus pensamientos y permaneces tranquilo…

Al llegar Cristina, la saludo con un par de besos en las mejillas y como todo un caballero le echó una mano con la silla, ayudándola a acoplarse adecuadamente, nada sencillo debido a su “volumen” dado el avanzado estado de su embarazo. Ambos pidieron, y mientras esperaban Eloy decidió entrar en el asunto...

  • Supongo que te extrañaría el que te pidiese el martes quedar para cenar hoy los dos, ¿no?
  • Bueno, sí, la verdad un poco, si querías que hablásemos hubiésemos podido hacerlo mañana en la oficina, algún momento hubiésemos encontrado.
  • Sí, quizá, pero ten en cuenta que mañana tengo unas cuantas reuniones pendientes y no tengo eso tan claro ya que no se cuánto tiempo estaremos liados. Además, prefiero hablarlo aquí tranquilos y que te lo puedas luego pensar con calma, sin que nadie se entere de esto. Prefiero hacerlo asi para evitarte presiones...
  • ¿Pensar el que...? -preguntó un poco perpleja.
  • Sales de cuentas en un mes y medio si no me equivoco, ¿verdad?
  • Si, bueno, menos en realidad, prácticamente un mes, posiblemente un poco menos según me dijo mi doctora, pero no veo...
  • Bien, veras, lo cierto es que me fastidia mucho perderte como secretaria, mas con el trabajo que se me avecina, pero en tu caso eso es inevitable. Tras el parto tienes varios meses de baja por maternidad, yo por mi parte me tendré que mover mucho y posiblemente no pueda ya prescindir de mi secretaria por mucho tiempo, en tu caso es un problema cuando regreses.
  • Bueno, puedo dejar a la niña con mis padres que pese a todo lo ocurrido, sé que vendrían encantados con ella, en especial mi madre, que se quedaría y así podría irme de viaje contigo sin problemas... Mi padre es más complicado, pero no tengo dudas de que también lo haría.
  • Si, no tengo dudas de ello, pero hay otra solución posible. Veras, Amalia, la secretaria de Herrera se jubila más o menos para cuando tú deberías de regresar tras el periodo de baja por maternidad, le quedaría un mes y medio aproximadamente para ello cuando te toca reincorporarte. Podrías si deseas ocupar su puesto. He hablado tanto con ella como con Herrera y a ambos les parece bien, Amalia te pondría al día en ese tiempo en que coincidiríais, cosa nada difícil, pues estando conmigo tienes más dificultades de las que te pudiese dar Herrera.
  • Sí, no es una mala oferta, me vendría muy bien ese cambio, pero tampoco tengo claro que quiera dejarte… es complicado. ¿Entonces debo de decirme ahora?
  • No, para nada, por eso quería decírtelo aquí, lejos de posibles oídos indiscretos y por lo tanto, multitud de consejos bien intencionados de tus compañeras. Tú tómatelo con calma, sin presiones, busca tu conveniencia y piénsatelo. Mañana tengo varias reuniones y tu muy poquito trabajo, así que quiero que hables con personal para que te faciliten los currículum que dispongan de posibles suplentes para ti, me elegirás a los diez o doce que consideres mejores y me los metes en la agenda de la semana que viene como mejor creas, al menos quiero veinte minutos mínimo con cada uno para entrevistarlos, aunque lo ideal sería media hora. La persona elegida dependerá de tu decisión, o bien ocupara tu puesto definitivamente, o bien cuando tu regreses ira con Herrera… Además, ya supondrás que quiero conocer tu opinión personal sobre ellos cuando termine mis entrevistas y que me prepares una introducción sobre todos, ya sabes cómo las quiero... –sonrió.
  • Muy bien, lo preparare todo para la semana que viene y te daré al final mi opinión sobre cada uno, también te hare una introducción con cada uno. Ahora el otro asunto, entonces dime… ¿cuándo tendría que decidir?
  • Al menos necesitamos saber tu decisión con un mes de antelación a tu regreso, eso te dará tiempo más que de sobra para ver todos los pros y los contras. Pero ten en cuenta que si continuas conmigo tendrás que viajar si o si… Me fastidiara mucho perderte como secretaria y lo sabes, te tengo un gran aprecio, eres muy valiosa para mí además de una amiga, pero por eso mismo, quiero que te lo pienses detenidamente y decidas lo mejor para ti y para la niña, ¿de acuerdo?
  • Si, tranquilo, si veo que quedarme con Herrera es lo mejor para la niña, aun partiéndoseme el corazón por tener que dejar mi puesto actual, es lo que hare. Tengo muy claro que lo primero es mi hija…
  • Pues entonces, ambos opinamos lo mismo, y tranquila, que el ser amigos sabes que no está condicionando a que seas mi secretaria, lo seguirías siendo aunque te fueses a la competencia directa –alzo la mano para que no hablase-, y como digas algo al respecto me enfadare, de modo que ya lo sabes… Bueno… aquí traen la cena –hizo un gesto con la cabeza señalando al camarero-. Ya era hora…
  • Ya te digo –se rio Cristina-, me muero de hambre… -dijo mirando de reojo las manos de Eloy, que seguía con aquel molesto tic de no dejar quieto su anillo de matrimonio, algo que ya llevaba observando desde unas semanas atrás, al punto de que no había podido evitar empezar a hacerse ciertas preguntas.
  • Por cierto, ya que los sacaste tu misma a colación, ¿tus padres que tal, entonces ha mejorado la situación? –Cristina dejo de lado sus pensamientos sobre el tic para centrase en esto, que era mucho más importante para ella y a lo que debía de estar atenta para no meter la pata en sus contestaciones.
  • Bueno, digamos que ya se adaptan a que su hija sea madre soltera, especialmente mi madre, supongo que cuando la niña nazca y la puedan tener en brazos, sí que cambiara sustancialmente su disgusto… Por eso te digo que se la quedarían sin problemas, les conozco a ambos.
  • ¿Sigues igual, nada no? –preguntó Eloy como de pasada, pues sabia como se ponía Cristina con “la pregunta” como ella la llamaba.
  • No Eloy, para nada, como ya te dije en su momento, aun en caso de que supiese quien es el padre, no lo diría tampoco. Sé que piensas que en realidad sí que lo sé, pero aun si fuese así, ya te lo he dicho cada vez, ¿para qué?, ¿para qué meta sus narices y me pueda amargar la existencia…?, no gracias, ni en pintura.
  • Pero es el padre, tiene también sus… -Cristina le cortó.
  • Eloy, déjalo, porque me voy a terminar enfadando… otra vez, y no estoy en el mejor momento para ello. Hazte a la idea, fue un polvo, un aquí te pillo aquí te mato, un simple préstamo de semen por parte de un tío. De todos modos te lo repito por centésima vez al menos, tengo un buen trabajo, casa propia, amigos e incluso un jefe comprensivo que además es mi confidente, motivo por el que no me despedirá, de modo que me hare cargo de mi hija yo sola…
  • Está bien –dijo Eloy riéndose con lo referente a él-, pero que sepas que sigo sin creerte. Tú no eres de las de polvo rápido, no te va eso de aquí te pillo aquí te mato… te conozco Cristina, pero no obstante, supongo que tendrás tus buenas razones para no decir o no querer que se sepa quién es el padre…
  • Bueno, cenemos, dejémoslo aquí… no lo sé y punto… Aunque agradezco mucho más de lo que te imaginas tu interés. Eres además de un buen jefe, un estupendo amigo… y por favor, cenemos… ya vale con esto…
  • De acuerdo, ya dejo el tema –sonrió haciendo un gesto gracioso con las manos, provocando que Cristina riese también.

El Viernes por la mañana, Eloy tuvo varias reuniones de trabajo, aunque logró escaparse una hora y media, tiempo que empleo en ir a la casa que compartía con su esposa, hacer un par de bolsas de deporte con buena parte de su ropa y trasladarlas a su antiguo apartamento. Por el camino uso el teléfono para ultimar varias compras que tenía ya vistas de antemano y únicamente a la espera de lo que Marisa decidiese hacer con las opciones que le planteó. Era consciente por otra parte, que esa noche debería de regresar a casa y enfrentar por fin a Marisa, explicarle las condiciones que había aceptado para continuar con la farsa de su matrimonio hasta que la madre de ella falleciese víctima del cáncer que la estaba devorando poco a poco.

De lo único que se alegraba de todo esto, es que gracias a la obstinada negativa de Marisa, aun no tenían ningún hijo, lo que le facilitaba muchísimo su decisión de qué hacer con su matrimonio… Con enorme tristeza se tuvo que reconocer a sí mismo, que nunca pensó que algo como eso, con lo que él deseaba desde siempre ser padre y en especial de serlo con Marisa desde que la conoció, le fuese a alegrar en algún momento de su vida. Pensó con toda la triste irónica en todas las peleas que habían tenido ambos por ello, y a cual más gorda por causa de la negativa cerrada de Marisa al teman niños. Era consciente de que con un hijo o varios de por medio, que en esas circunstancias, quizá, y solo quizá, no estaría tan seguro de sus decisiones o de que hacer en esos instantes, pues las cosas serían mucho más complicadas y dolorosas.

Marisa por su parte, esa mañana se fue a trabajar como siempre, con la única excepción añadida de su, ahora también, preocupación por su hermana Blanca, la noche anterior esta había estado muy sutil, pero había deslizado varias preguntas que de haberlas pasado por alto y respondido abiertamente, podrían haberla colocado en una situación un tanto comprometida, pese a que sabía que había salido airosa, también conocía a su hermana, y tenía claro que no iba a dejarlo estar tan fácilmente. Una de las preguntas de su hermana había sido hilada muy fino e iba sobre si a alguno de los dos le hubiesen ofrecido un ascenso en otro lugar siendo la causa esto de la aparente “discordia” entre ambos amen del acuerdo que debía de haberle presentado también esa misma noche, y ella le había dejado pensar lo que Blanca quisiese, ya que necesitaba tiempo, entre otras cosas para poder hablar con Eloy. Por la parte de su amante, bueno, este procuraba cruzarse con ella lo menos posible y esquivarla todo lo que podía, de hecho incluso una vez declino subir con ella en un ascensor porque no había nadie más… aunque claro, esto último, aunque no lo dijo, se le vio a la legua. Para ella estaba claro que seguía teniendo miedo a lo que Eloy pudiese decidir hacer con respecto a él si sabía quién era…

Cuando Marisa llegó a casa no notó nada extraño al principio, por lo menos no hasta que fue a sacar una cosa de un cajón de su habitación, cajón que compartía con Eloy y que de repente, le pareció excesivamente vacío para lo que era habitual, tras repasar lo que había mentalmente, descubrió que faltaban un número elevado de cosas, y todas eran de él. Temiéndose lo peor, fue moviéndose por la habitación abriendo como loca armarios, cajones, etc… Pudo constatar que si bien no todo lo que tenía allí había desaparecido, sí que buena parte de sus cosas personales ya no estaban donde solían, de inmediato se fue rápidamente a mirar en la habitación pequeña a la que dijo que se trasladaría, esperando que únicamente las hubiese movido de una a otra, pero no, excepto algunos utensilios básicos que encontró, confirmo que no, las cosas que habían desaparecido simplemente ya no estaban en el piso. Eso la angustio enormemente, en ningún momento se había llegado siquiera a plantear que pudiese hacer algo así, ya que en lo poco que hablaron nunca dio a entender que no fuesen a seguir viviendo juntos por el momento, sino todo lo contrario… ahora sí que tenía realmente el corazón en un puño... si antes lo veía todo gris, un gris muy oscuro, ahora ese gris, se acababa de transformar en negro.

Le llamó de inmediato para saber si esa noche pensaba ir a casa, como toda respuesta obtuvo un lacónico “si”, y luego de eso, simplemente la colgó, quedándose mirando su teléfono, pues no era el proceder de siempre de Eloy, entendió que esa era una más de las consecuencias de sus acciones. Marisa se mostraba cada vez más nerviosa a medida que se acercaba la hora en que debía de llegar Eloy. Había planeado mil veces en su cabeza que hacer, que decir, como comportarse, como tratar de minimizar los daños con él. La noche anterior, preparó con todo cuidado la cena y se vistió acorde con lo que considero su mejor oportunidad de poder hablar con él, de disculparse e intentar explicarse, pero había resultado un completo desastre, incluso para terminar de aumentar la catástrofe había aparecido su hermana Blanca, y ahora, también estaba lo de las cosas de Eloy, que se había llevado buena parte de ellas. Cuando sintió la puerta abrirse se levantó del sofá, empezó a retorcerse las manos nerviosa, solo segundos después le vio entrar en el salón, con el mismo gesto serio e inexpresivo de las veces anteriores en que le había visto… Notó como le empezaron a sudar las manos, se sintió aterrada al verle mirarla de ese modo… Luego saludo con un escueto buenas noches y pasó de largo, vio como entraba en la habitación más pequeña y cerraba tras él.

Eloy entró en la casa, cuando llegó al salón, vio a Marisa de pie, algo pálida y retorciéndose las manos completamente nerviosa. La miró fríamente, con una gelidez que congelaría a un pingüino, aunque únicamente por un segundo, después la ignoró por completo, tan solo le dirigió un buenas noches y pasó de largo, entrando en la habitación pequeña a donde había llevado parte de sus cosas más básicas y cerrando la puerta detrás suyo. Una vez cerrada esta, se apoyó contra ella, había pensado que tenía todo bajo control, pero no, estaba claro que no era así, le había dolido verla en aquel estado de desasosiego, tan nerviosa, aparentemente tan vulnerable, y se maldecía por ello, por sentirse así con ella, cuando lo que debería es de odiarla por haberle destrozado la vida. Sintió unos tenues golpes en la puerta, y desde el otro lado la voz de ella preguntándole si deseaba algo de cenar, con voz seca le contesto que ya lo había hecho… Tras eso la escuchó decir que tenían que hablar los dos…, solo fue capaz de decir “si, ahora saldré”.

Cuando Eloy se encontró con fuerzas para enfrentarse a ella cara a cara sin demostrarle su debilidad al verla nuevamente en ese estado, salió de la habitación, encontrándose con Marisa sentada a la mesa, él se dirigió directo a sentarse justo frente a ella. Se intentó levantar, pero él le hizo un gesto de que no se molestase en ello…

  • Y bien, ¿qué quieres?
  • Bueno, dijiste que hablaríamos de… -tragó saliva-, de las condiciones…
  • Sí, es verdad. Son muy simples, de puertas hacia afuera seremos la misma pareja feliz de siempre, pero aquí dentro, te agradecería que te abstuvieses a dirigirte a mí en lo posible, a mi vez procurare también que se note mi presencia en tu casa lo mínimo imprescindible, me ajustare en todo lo que pueda a tus horarios y costumbres para no coincidir los dos.
  • No hace falta, sabes que no hace falta, esta casa también es tuya, podemos seguir como siempre…
  • Te pasare la mitad de la letra de la hipoteca en concepto de alquiler –continuó, ignorando su comentario anterior-. Es muy posible que algunos días me quede en el apartamento del centro, pero te avisare cuando lo haga. Por cierto, no intentes ir, porque ya he cambiado las cerraduras, no te quiero en él, allí ya no eres bienvenida.
  • Pero… -Eloy nuevamente la ignoró y continúo hablando.
  • Te cubriré las espaldas en cualquier evento al que debamos de acudir ambos, ya sea familiar o profesional, pero ten en cuenta que se positivamente los que “si” son inevitables. Si aceptas algo que no lo sea, ves preparando una buena excusa para explicar mi ausencia porque no iré –se quedó pensativo unos segundos antes de continuar.
  • Esta es tu casa, si en algún momento te traes a uno de tus amantes y necesitas que no aparezca por aquí, tan solo mándame un correo o un Whatssap para avisarme de que no venga, me quedare ese día en el apartamento y arreglado. Pero no quiero encontrarme aquí con ningún numerito, porque en ese mismo momento me marcho definitivamente y das luego las explicaciones que te dé la gana si alguien lo averigua.
  • Eso no es justo, solo ha sido esa vez, sabes que nunca te he engañado antes de… -Marisa se calló, estremecida al ver la mirada de odio que por unos segundos afloro a sus ojos para ser rápidamente contenida y desaparecer.
  • Si te preguntan algo comprometido tu madre o tus hermanas, y tienes que poner una excusa, comunícamelo para poder decir lo mismo y cubrirte… -continuó, pasando olímpicamente de responder a lo dicho por ella.
  • Eloy… -tendió la mano hacia las de él, quien las retiro al instante, impidiendo que se las cogiese.
  • Creo que estoy siendo muy razonable con lo que te pido, tan solo quiero que tu madre no sufra en sus últimas semanas. Esto me va a costar muchísimo de aguantar, te pediría que me ayudases con esto haciendo que estemos juntos el menor tiempo posible… Desde hoy dormiré en la habitación pequeña, por supuesto continuare usándola de despacho cuando este aquí, solo iré a la otra cuando venga visita pasando allí la noche, siempre que no pueda encontrar una excusa valida para evitarlo, claro.
  • Puedes seguir como hasta ahora, es también tu cama… por favor… -Eloy siguió ignorándola cuando hablaba.
  • He comprado un colchón nuevo para esa cama –señalo a la habitación pequeña-, el que hay está muy mal, para una noche sirve, pero para más es una tortura. También compré un colchón hinchable que con tu permiso guardare en el armario de tu habitación, si se queda alguien a dormir yo lo hare en la habitación, pero en ese colchón…
  • No hace falta, sabes que puedes… -la interrumpió de nuevo.
  • También instalare un pestillo para poder cerrar la puerta de la habitación por dentro para evitar que puedan nadie ver como dormimos cuando se queden, pondré otro también en la pequeña. Pero estate tranquila que con ellos nadie se quedara encerrado dentro, incluso tu si le das un golpe fuerte a la puerta la abrirías. Por supuesto todos estos gastos corren de mi cuenta… Eso es todo… -el dique de los sentimientos de Marisa no aguanto más, se rompió tras aquello, no pudo seguir soportando todo lo que la estaba destrozando poco a poco, pero sobretodo ver como Eloy se alejaba cada vez mas de ella.
  • Yo… lo siento, siento lo que he hecho, por favor, perdóname Eloy –sus ojos por fin se derramaron en lágrimas-, por favor, perdóname… Dame una oportunidad, te juro por lo más sagrado que esto no se volverá a repetir nunca… te lo juro por lo que tú quieras… por favor Eloy, por favor… te amo, perdóname, por favor, perdóname… no volverá a pasar, te lo juro, te lo juro por dios, créeme… por lo más sagrado, por lo que tú quieras… -su voz sonaba desesperada-.
  • Por lo más sagrado ya me lo juraste una vez, ¿recuerdas?, fue en la iglesia, ante dios, y para más datos te diré que ese día ibas vestida de blanco. Yo no tengo nada que perdonarte, porque para ello, me tendrías que importar algo… y tú, para mí, ya no eres nada… procura seguir con tu vida, que yo haré lo mismo con la mía -dijo levantándose.
  • Eloy por dios, déjame explicarte, deja que te lo explique todo… por favor… permíteme…
  • No te molestes –hizo un gesto con la mano levantándose de su sitio, su voz se llenó de dolor y rabia contenida-. Ya sé que seguramente toda la culpa sea mía por tenerte abandonada, porque no te he dado aquello que necesitabas, porque he estado más tiempo fuera en hoteles, viajando, que contigo. Porque en vez de prestarte la atención que merecías, he antepuesto mi trabajo y el ganar dinero por encima de ti. Es todo por mi culpa, por pasarme todo el tiempo posible trabajando como un puto animal durante los que posiblemente serán los mejores años de mi vida, pues no te preocupes más por ello, ahora por fin eres libre de buscar quien sea contigo como tú piensas que te mereces… pero a mí, olvídame –terminó con amargura-.
  • Eloy por favor, te lo suplico –le rogó ya llorando la lagrima viva-, por favor, no digas eso, sabes que no es así, que te amo más que a mí misma, que te quiero con toda mi alma… que eres lo más importante para mi… por favor, perdóname, por favor… -se tiró a por él, abrazándose a su cintura-, por favor… ten compasión de mí, por favor Eloy… por favor… perdonameeee… dame otra oportunidad… he sido una idiota, por favor, dime que quieres que haga para compensártelo y lo hare, hare lo que me pidas, cualquier cosa, lo que sea, me iré de ese trabajo, me quedare en casa sin salir, no iré más con mis amigas, no saldré si no es contigo a mi lado… hare lo que quieras, pero no me dejes… por dios, ten piedad de mi… no me dejes…
    • Lo único que quiero es que vivas tu propia vida como desees desde ahora, que yo lo hare igual con la mía. Solo te pido que mientras sigamos con esta farsa de matrimonio mantengas la debida discreción cuando te veas con otros hombres, cosa que no creo te cueste mucho, ya que solo tendrás que seguir igual que lo has estado haciendo hasta ahora. Mientras viva tu madre, nadie tiene que enterarse de que ya no somos nada… -dicho eso Eloy se la quitó de encima, metiéndose de nuevo en la habitación y cerrando por dentro.

Eloy cuando cerró tras de sí la puerta y la atrancó, usando una silla contra el picaporte, para evitar que Marisa pudiese entrar tras él, después de eso no pudo evitar echarse en la cama. Cuando al pensar en todo, en la propia Marisa, en lo que significaba para él, en lo que de verdad la amaba y en todo el daño que le había causado con su infidelidad, no pudo evitar romper a llorar. Tuvo que ponerse la almohada contra la cara para ahogar sus gemidos de dolor para no ser escuchado, quería a esa mujer con toda su alma, pese a saber que ya no podía seguir con ella, y no podía por el bien de ambos, pues desgraciadamente sabía que nunca volvería a verla igual.

Marisa se sentó en el sofá llorando, tras la conversación, si antes por todo lo ocurrido ya sabía que había cometido un terrible error de cálculo que le iba a costar muy caro. Ahora viendo a Eloy, al escucharle, al sentir su dolor, ya sabía que el coste de ello era su matrimonio y el hombre al que de verdad quería más que a nada en el mundo. Se levantó conmocionada por todo lo sucedido, abrió el mueble mar y saco lo primero a lo que echo mano, una botella de bourbon prácticamente entera. Primero fue un tercio de vaso lo que se tomó de un solo trago, después medio vaso, a este le siguió otro y luego otro de una segunda botella, otro, otro más… hasta que quedo tumbada de lado en el sofá medio inconsciente por el efecto de las dos botellas que prácticamente se había terminado ella sola en solo unos pocos minutos…

Estuvo bebiendo descontroladamente mientras pensaba, se maldecía y se auto compadecía. Era muy consciente de que lo tenía todo completamente perdido, pero mientras que tuviesen que verse, que estar juntos, aunque no se hablasen, aunque ni siquiera la mirase, sentía como si aún tuviese una pequeña, una mínima, una minúscula esperanza de que todo aquello se pudiese superar, con cada vaso esa esperanza pareció crecer en ella… Que todo volviese de nuevo a ser como antes entre los dos con un gran esfuerzo por su parte… fue su último pensamiento consciente antes de caer en la oscuridad de su ebriedad… casi incluso al borde del coma etílico por la rapidez de la ingesta…

Cuando a la mañana siguiente salió Eloy de la habitación se encontró con Marisa tumbada en el sofá, con la ropa toda arrugada, sobre la mesa una botella vacía de Bourbon, junto a otra en la que apenas quedaba el culo de la misma con líquido, y un vaso a su lado en el que aún tenía como medio dedo del ambarino líquido. No pudo por menos que sentir pena por ella, que sabía que casi nunca bebía nada, muy mal debía de encontrarse de verdad para haberse tomado ella sola aquellas dos botellas, incluso hizo un leve amago de ir a abrazarla al verla de ese modo que rápidamente contuvo, aunque luego se odio por tener esos sentimientos hacia quien le había destrozado la vida, hacia quien le había traicionado de aquel modo tan miserable… Apretó los labios y se marchó directo a la cocina para prepararse un café, había terminado de tomárselo cuando entró Marisa, con una más que evidente huella de la resaca que tenía en el rostro.

Fue ver a Eloy allí y de inmediato tratar de arreglarse la ropa, de forzar una sonrisa y de tratar de hablar con él… Para su desgracia, lo primero que hizo fue tratar de explicarse, tratar de hacerle entender porque le había engañado… Eloy no le dio tiempo a decir más de una docena de palabras, apartándola suavemente, ya que estaba en la misma puerta, salió de la cocina. Marisa le siguió rogándole que por favor la escuchase, pero este se limitó a entrar en su habitación, cuya cama, según aprecio ella, ya estaba hecha, tomar el maletín de trabajo con su portátil y dirigirse hacia la puerta… Se despidió con un seco…

  • Volveré esta noche. Cenare por ahí… adiós –luego de lo cual cerró la puerta de la calle tras él.

Eloy salió con el coche del Garaje, condujo en dirección al centro, al apartamento. Se había visto impelido a marcharse de casa con rapidez cuando Marisa nuevamente empezó con sus intentos de explicarse, no se consideraba un hombre nada violento, para nada agresivo, pero sintió que si no la perdía de vista de inmediato, si continuaba allí con ella, escuchándola, teniendo que oír como trataba de justificar su infidelidad, se veía muy capaz de emprenderla a golpes, cada intento para él era como una nueva cuchillada, igual de dolorosa. Dudaba que ella fuese nunca consciente del verdadero daño que le había hecho cuando la descubrió, incluso estuvo por un rato tentado a quitarse de en medio por la vía rápida por haber fracasado de ese modo como hombre, como esposo, como amante e incluso como amigo, preguntándose que había hecho tan mal como para merecerse eso que ella estaba haciéndole, destruyéndole de ese modo, a él, que tanto había sacrificado por ella y su familia. Luego, comprendió que por doloroso que fuese, esa no era una opción, no merecía la pena hacerse eso por “alguien” así, que en cierta enfermiza forma de verlo, incluso de ese modo, solo la estuviese haciendo un favor.

El único motivo por el que estaba aguantando todo esto y lo que tendría que soportar, era doña Carmen, la madre de su esposa, que tanto le ayudó cuando sus padres y hermana murieron en un accidente aéreo, fue ella quien le sacó del pozo, quien le hizo reaccionar, centrarse y tirar para adelante… Ni siquiera Marisa fue capaz de sacarle del negro agujero en el que se hundió en ese entonces, fue su suegra quien lo consiguió, hablándole como nunca le habló nadie, enfrentándole a todo lo que no quería ver, con una dureza insoportable, haciéndole más daño del que nunca le habían causado hasta este mismo momento, y por fin, obligándole a reaccionar, sacándole con ello de aquel pozo... Cierto que él había hecho muchísimo por toda la familia, que él también se había volcado con todos ellos, pero no podía dejar de sentir, que a esa gran mujer que era su suegra, le debía mucho más que su propia vida… ya que para el tras aquello era algo así como una segunda madre. Únicamente por ello estaba decidido a sufrir durante el tiempo que hiciese falta, para que se marchase de este mundo pensando en que sus hijas eran todas ellas felices y unas grandes mujeres…

Marisa por su parte se encontraba en la cocina de su casa, con una gran taza de café solo entre las manos, haciéndola rodar entre ellas, con su mente en otro sitio, en otros derroteros que no eran precisamente los de si el café estaba bueno, si quemaba, si lo quería… Pensaba en Eloy, en lo idiota que había sido, en cómo le había traicionado, en la forma en que se dejó enredar por Alejandro, por su amante, mientras su marido se mataba a trabajar por su familia, porque cuando se casó, tras el primer año, él se había convertido en el soporte de todas ellas, y no solo en su esposo. Cuando había algún problema, todas ellas recurrían indefectiblemente a Eloy, y ella..., ella siempre lo había visto con una sonrisa de orgullo, de sentirse en una nube con el marido que tenía, incluso en cierto modo empujando a Eloy a esas situaciones que agotaban aun mas su ya de por si poco tiempo libre, incluso cuando no eran necesarias, en lugar de cortarlas.

Se había visto enfrentada a los problemas de su madre, que se moría sin que nadie pudiese hacer nada, se encontraba sola, desamparada, hambrienta de sexo, de la cercanía de Eloy, de su comprensión, de su fuerza, de su calor… por una situación a la que en buena parte ella misma le había empujado por necesitar el dinero para los tratamientos que se intentaron. Cuando le habían puesto ante los ojos algo parecido a eso que anhelaba de su marido, a eso que tanto echaba de menos, que tanto ansiaba desesperadamente, además del goce de unas caricias de cariño que inicialmente parecían tan inocentes pese a conocer perfectamente la reputación de Don Juan que tenía… Todo eso provocó que sucumbiese ante Alejando, había caído en la tentación y se había visto arrastrada por su necesidad… ¿Pero eso la justificaba?. Sabía que para nada, que en otras circunstancias y quizá con otro marido desde luego que sí, pero que tratándose de Eloy, eso únicamente la hacía más culpable de lo que ya era o ella misma se sentía… Porque todo eso que podría serle achacado, ni siquiera era por su culpa, todo era por ella y por su familia… su madre y sus hermanas… Y mucho como ya se dijo antes, incluso potenciado por ella misma, que orgullosa se “su” Eloy siempre procuraba darle el último empujoncito...

Llevaban juntos once largos años, tres de novios y ocho de casados, pero todo eso se había ido al retrete por su culpa, por no saber tener las piernas cerradas, sentía que se quería morir. Recordó cuando los padres de Eloy y su hermana murieron nueve años antes, como tuvo que ser su madre quien sacase de su pozo a su entonces novio, ya que ella fue incapaz de hacer nada de nada por él, como vio impotente como este se hundía día a día. Era consciente de que lo intentó, aunque también, de que al verlo tan hundido se acobardo echándose para atrás, y quizá de no haber sido así, hubiese podido hacer mucho más, hacer lo que al final fue su madre quien se vio obligada a ello. No tenía claro que era lo que su madre le diría o que haría, pero una tarde se presentó en su casa cuando estaba con ella, hizo que se marchase y les dejase solos. Cuatro horas después su madre con cara fúnebre entraba por la puerta pidiéndoles que le dejasen en paz hasta que el diese señales de vida por sí mismo, y al día siguiente Eloy parecía de nuevo él otra vez… o casi. Obviamente no fue tan simple como parece, necesito de terapia para poder superar lo de su familia, pero se recuperó en pocos meses, y aunque no dijo nunca de que hablaron, siempre le agradeció a su madre esa conversación que tuvieron.

Al año de casados a su madre le detectaron un cáncer, un linfoma, estuvo mal, francamente mal, cuando peor iba todo, su padre las abandono, según el no pudo con la presión, pero la realidad que descubrirían tan solo una par de meses después, es que el muy hijo de puta estaba liado con otra mujer, una que por edad podría ser cualquiera de sus hijas. Fue Eloy quien se hizo cargo de todo en esos días hasta que su madre salió del bache mientras ella y sus hermanas se medió hundían, siendo también Eloy el que se vio obligado como su madre hiciese con él, a sacarlas de allí y volver a ponerlas en marcha. Esa situación tuvo consecuencias, Carol pensó en dejar de estudiar para ponerse a trabajar, fue Eloy quien lo impidió, uso la indemnización que le dieron por lo de su familia para mantenerse todos a flote mientras terminaban los estudios y el matándose literalmente, trabajaba tratando de escalar puestos a toda velocidad a la vez que estudiaba para mejorar sus posibilidades de ello. Por eso temía tanto que cualquiera de ellas, pero en especial su madre, se enterasen de lo que le había hecho a Eloy, de que le había engañado con otro hombre…

Cuando por fin empezaban a salir a flote, aunque económicamente exhaustos, empezó todo de nuevo. Eloy había encontrado un nuevo trabajo muy bien remunerado gracias a todos sus anteriores esfuerzos, ella había entrado en el MIR ganando también dinero, no mucho pero eran ingresos, Carol estaba avanzando en su profesión de investigadora y Blanca estaba con una grandes notas en Derecho… a su madre se le volvió a reproducir el Linfoma de nuevo. Esta vez la quimio no salió bien, pero les hablaron de un tratamiento experimental en Houston, en Texas, en EEUU. Eloy ni se lo pensó, decidió que “Doña Carmen” viajaría allí para empezar el tratamiento… se endeudaron hasta las cejas para que pudiese hacerlo, económicamente tenían el agua por encima incluso del cuello.

Eloy habló con su jefes para que por favor, le tuviesen en cuenta para los trabajos externos, no solo para los internos, es decir, para viajar de modo prolongado, que era en donde más dinero se ganaba, aunque se pasasen días, e incluso en algunas ocasiones, semanas lejos de la familia. Le aceptaron en el acto, en vista del gran potencial que veían en él, claro que tuvo que firmar una serie de compromisos, para que fuese aceptado, como el de no abandonar la empresa mientras estuviese trabajando en algún caso abierto, plazos de tiempo, etc… El tratamiento de su madre fue muy bien, de nuevo el Linfoma pareció estar bajo control, pero las deudas eran enormes, incluso Blanca tuvo un bajón en sus estudios, pero lo peor fue que por un despiste al año siguiente no obtuvo la beca de estudios, nuevamente fue Eloy el que se hizo cargo de todo aumentando su ya amplísima carga de trabajo para poder hacer frente a este nuevo gasto. Blanca pasó a una universidad privada y Eloy se metió aún más en el trabajo con el fin de que le diesen casos más complejos para así poder ganar mucho más dinero con el fin de hacer frente a todos esos pagos, quitándose de ese modo tiempo disponible para ella, o realmente, muchas veces, empujado por sí misma, tiempo para todas ellas.

Cuando estaba en casa, en Madrid en las oficinas centrales, entraba a las ocho de la mañana y solía aparecer por casa a las ocho de la tarde pasadas, justo más o menos cuando ella. Cenaban juntos, hablaban, charlaban, se contaban las cosas, luego ella se marchaba a dormir y Eloy aún se quedaba algo más de tiempo en la habitación pequeña, esa misma en la que ahora dormía, trabajando con su ordenador, más de un día se había levantado y le había sorprendido dormido en la silla. Se había quedado así, completamente dormido mientras esperaba a que el sistema de su portátil se terminase de cerrar… así de cansado estaba por el ritmo frenético de trabajo a que se sometía por ellas. Para colmo, ocho meses atrás a su madre la volvieron a detectar el linfoma, pero esta vez, pese a acudir de nuevo a EEUU, el diagnóstico fue idéntico… año y muy poco, siendo optimistas, máximo dos años… Él nuevamente había sido el soporte de toda su familia, de todas ellas…, se había sacrificado y a cambio de esto, ¿qué había conseguido?, que ella le traicionase de aquel modo destrozándole por dentro.

Marisa era consciente de que mataría a su madre si se llegase a enterar de todo esto, si descubriese que había traicionado a Eloy, dudaba que en su estado su cuerpo soportase semejante shock e incluso que la pudiese llegar a perdonar tras lo que paso con su propio padre. Ni decir ya de sus propias hermanas, de Blanca o de Carol…, con ellas ya se sabía condenada en cuanto se enterasen de lo que había hecho pese a que posiblemente solo por ser su hermana le apoyasen, y antes o después era consciente de que lo harían, era una sentencia sobre ella que únicamente se había pospuesto… Su única salvación era que Eloy la perdonase, que siguiese con ella, pero no solo por su familia, sino por ella misma, que le quería con toda su alma, se sentía a medio morir solo por verle como le había visto… Le conocía muy bien, por mucha entereza que pareciese tener ante ella, era consciente de cómo le debía de haber hecho daño el descubrir su traición, como le debía de haber destrozado cuando averiguo todo… Pensó que quizá lo único que aun pudiese hacer por él fuese apartase para siempre de su camino, pero no podía, no quería hacerlo, quería a su marido de regreso, con ella, para ella, y haría lo que fuese para poder recuperarle… Lo que fuese, costase lo que le costase y tuviese que hacer lo que tuviese que hacer, lo haría… pues Eloy era suyo…

CONTINUARA

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