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Crónicas de Vhaalzord - Libro 16 - 1

en Grandes Series

                                CRONICAS DE VHAALZORD

                                 Libro - 16

                               Capitulo- 1

Acababa de dejar el barco en que había llegado a puerto desde Nauruem, me quedaban apenas cinco meses para poder llegar al reino Dragón del Sur y convertirme en un Shaddin-Nur cuando las cuatro lunas entrasen en conjunción. Por primera vez en más de dos mil años de vida, tenía miedo, o si no miedo, si algo muy parecido a eso. En el templo durante todo este tiempo en que investigue que narices hacia allí un Dragón Rojo, descubrí muchísimas cosas, quizá demasiadas para mi gusto.

En primer lugar descubrí que no había entrado un Dragón Rojo al templo, sino que solo había sido un Dragón Rojo el que logró salir vivo del templo, un segundo Dragón me esperaba en su interior, muerto. No había podido con las defensas Arcanas dispuestas para protegerlo, muchísimo menos en su forma humanoide, murió a media transformación de humano a Dragón, en el centro de una gigantesca sala rompecabezas. Cuando la vi, entendí que era una trampa en sí misma, desde allí se debía de acceder a algún sitio especial, me llevo una semana entera dar con la solución, ya que me despistaron tres plataformas elevadas a modo de altar, que no tenían ningún sentido para mí.

Del Dragón también me aproveche, si había una parte de un Dragón que fuese de verdad valiosa para mí en esos momentos, era la garra central de sus patas delanteras… Esa garra era capaz de romper prácticamente cualquier cosa. Como podéis suponer, para conseguir una había que matar a un Dragón, y estos no se veían por el mundo humano desde hacia milenios. Aproveche que una de sus patas delanteras estaba completamente formada para arrancársela…  Después de encontrar la entrada que la sala ocultaba, mi siguiente urgencia que me entretuvo otra semana, fue construirme una nueva Shilkka, que por cierto, con la práctica de la anterior y varios intentos de prueba con otros objetos, logre dejar también en una especie de limbo mágico impreciso desde el que reclamarla si me hacía falta, estudiando incuso la posibilidad de dejar allí varios objetos a la vez, pero lo que parecía funcionar para la Shilkka, no resultaba ir también con otras cosas.

Después de eso me centre sobre la entrada que encontré resolviendo ciertos jeroglíficos de sus paredes, colocando por orden ciertas runas. Vi que en el suelo se abría una pequeña abertura, otra también pequeña en el techo, y una pequeña puerta oculta en una pared, a media altura, mientras varios bloques se movían para servir de escalera de piedra. Aún tuve que sortear varios peligros más, antes de poder llegar a la habitación que se abría tras esa puerta… Bajando más de doscientos metros por una larguísima galería, sorteando todo tipo de trampas, me encontré con una caverna un tanto extraña, sus paredes aparecían lisas, creando multitud de facetas de colores al reflejar la luz magia que portaba en el extremo de un pequeño bastón que usaba a modo de antorcha.

En la parte central de la caverna aprecie una especie de pirámide de cuatro lados que se hundía en lo alto del techo, mostrando un pequeño agujerito cuadrado que asocie con los dos que se habían abierto en la sala del Templo que quedaba justo sobre nosotros. Justo bajo ese agujerito una enorme bola pulida de color negro colgaba de tres cadenas, sujeta cada una de ellas a una columna, en cuyo centro se veía otra gran esfera pulida de color Blanco, existían tres de estas columnas, en una situación equidistante tanto unas de otras, como de la esfera negra.

No creo necesario decir que entre dentro del triangulo que formaban hasta situarme justo bajo la esfera negra, por su puesto puse sobre mí los escudos más poderosos que fue capaz de usar, combinando las tres magias en ellos, ya que sabia por mis experimentos y prácticas, que los escudos eran mil veces más resistentes así, fue lo peor que podía haber hecho. Fue terrorífico, observe todo con detalle, comprobé minuciosamente todo antes de hacer ningún movimiento. Todo ocurrió al tocar la esfera Negra…

De repente empezó a brillar, pero a brillar paradójicamente, con un tono tan oscuro que devoraba la luz de mi antorcha mágica, justo a la vez, las tres esferas Blancas también empezaron a brillar, parecían intentar combatir aquella oscuridad… “luminosa”. Empecé a sentir como cada una de las tres esferas blancas tiraban de mi magia, drenando mi fuente interior de cada uno de los tres poderes que poseía, el Draconiano, el Arcano y el Humano, cada esfera drenaba uno diferente…, pero no por ese Drenaje mi fuente de poder quedaba libre, todo el poder que salía hacia las esferas para intentar combatir con él esa oscuridad, era inmediatamente rellenado de un poder oscuro, el mismo tipo de poder que parecía exhalar la gran Esfera Negra… Cuando note eso, únicamente necesite segundos para entenderlo, esa Luz Oscura, ese Oscuro Poder que me estaba completando el que las esferas me drenaban, era el poder y la Luz de Nakriss, la Luna Negra.

Estaba inmovilizado por completo sin poder hacer nada, entonces, cuando más desesperado estaba por poder escapar de allí, fue cuando empezaron la visiones, las esferas blancas dejaron de drenarme, la esfera negra de alimentarme, pero las cuatro volcaron de repente y a la vez, todo su poder sobre mí, quedando este atrapado por mis poderosos escudos que parecieron ser disparados por las mismas esferas, generando a mi alrededor un enorme halo de energía mágica que ponía mi cuerpo en tensión hasta el extremo. Las visiones se fueron sucediendo una tras otra hasta que caía al suelo sin conocimiento victima de la tortura que suponían… Pero pese a todo, repetí una y otra vez, intentando controlarlas, intentando averiguar cosas… y lo peor de todo, es que tuve un cierto éxito en mis intentos.

Lo primero que vi fue el uso que se le daban a los tres altares situados en la sala de arriba, sobre cada uno de ellos se sacrificaba una criatura, un Arcano, un Humano y un Dragón. La sangre de estos caía por el interior de cada una de las columnas situadas bajo el altar y que contenían una de las esferas blancas, parte de la sangre de los tres sacrificios, caía también sobre la gran esfera negra por el agujero que había encima de ella. En la sala inferior, se situaba un poderoso mago Arcano sobre el que caía la sangre de los sacrificios resbalando sobre la brillante esfera negra, mezclando en la caída la sangre de las tres razas a la vez con el poder de Nakriss... Lo peor de todo esto era el objetivo del ritual, que según creí, debía de servir para realizar un intento, por parte de los magos Arcanos, de convertirse en Shaddin-Nur, ya que esa sala estaba en un lugar privilegiado, por mis cálculos, este templo en su momento había estado justo en uno de los puntos de conjunción de las cuatro Lunas, igual que el pozo de lava del Reino Dragón del Sur.

Una de las visiones más inquietantes fue ver pasar por el ritual a Z'mall, alguien a quien reconocería allá donde lo viese, Z’mall es conocido por todos vosotros, como "el Dios Loco". Si bien mis sospechas ya habían ido antes en esa dirección, esto me confirmaba que los Dioses en realidad, solo eran Magos Arcanos deificados por el ser humano, a los cuales entregaban gracias a complicados ritos que en la mayoría de los casos requería sacrificios, la posibilidad de dominar de forma muy limitada la Magia Arcana, de un modo parecido a como lo hacían también los Dragones con sus “humanos”... Lo que no tenía claro, es como habían podido terminar así por un intento de convertirse en Shaddin-Nur, claramente no eran dioses, pero tampoco habían logrado ser simples Shaddin y claro, mucho menos aún, era alguno de ellos un Shaddin-Nur.

En la visión que tuve, vi como Z'mall recibía una poderosa descarga de energía negra procedente de la esfera superior, mientras las otras tres lo drenaban por completo, siendo únicamente una, la Esfera Arcana la que en realidad drenaba su fuente interior, las otras dos, parecían concentrarse en drenar la magia existente sobre la sangre de las otras razas que le cubría tras caer sobre él desde la esfera negra... Solo unos segundos después de que aparentemente todo su poder fuese drenado y sustituido por la energía negra, su cuerpo rielo, él dio un terrible alarido, alzó las manos con una expresión de agonía en su cara, y desapareció. Vi este mismo proceso en al menos una docena más de poderosos Magos Arcanos en lo que parecieron sucesivos intentos fracasados en principio, y en todos los casos, sucedió lo mismo... Solo hubo una excepción, una de las visiones me mostró a un mago Arcano recibiendo tal cantidad de poder mágico oscuro, que su cuerpo literalmente se invirtió sobre sí mismo, adentrándose la piel en su carne, saliendo el interior de su cuerpo hacia afuera, cuando el proceso terminó, solo quedaba en el suelo un sanguinolento despojo de vísceras, músculos, carne, sangre y huesos.

Mis visiones también me mostraron una guerra, Arcanos contra Dragones y como aliados de estos últimos, los esclavos de ambas razas, los humanos. Las visiones me mostraron los estertores de la Raza Arcana siendo destruida, el intento de los magos Arcanos fue a la desesperada, con las lunas aún fuera de conjunción, aparentemente, solo un Arcano logro situarse en el momento preciso de la conjunción para que se llevase a cabo el ritual, y termino convertido en pulpa sanguinolenta. Por lo que me mostraron las visiones, la población de Dragones fue casi exterminada por los Arcanos en la guerra entre ellos, pero aún así, lo suficientes sobrevivieron, fue por ello, para proteger su especie, que se aislaron junto con sus esclavos más fieles en los dos continentes helados de los polos, ya que con una raza humana libre del control milenario de ambas razas y en plena expansión, no estaban seguros.

Tras esta visión vi otras muchas sobre el destino de los Arcanos, pero hubo una que me sobrecogió, por un lado presencie el exterminio de su raza en el último ataque sobre ellos, que tuvo lugar en aquel mismo templo, por otra, el paso en aquella misma sala de unos pocos cientos de Arcanos de ambos sexos por una especia de portal aparentemente conjurado por las cuatro esferas… aunque creo que fue mediante un hechizo que me pareció llegar desde otro lado, un sitio que no era nuestro mundo, pensé que quizá el conjuro había sido realizado desde la tierra de los dioses, donde quiera que está este. De todos modos, aunque había hecho importantísimos descubrimientos, aún quedaban muchas preguntas, pero principalmente, cada respuesta que había obtenido generaba una pregunta sobre hechos aún más enigmáticos que los anteriores.

Quizá uno de los hechos más enigmáticos de todos en estos descubrimientos, es que ese templo, según las imágenes que veía en mis visiones, en las que también se incluía la visión del cielo de noche con sus estrellas, no estaba situado en la isla de Nauruem. Por las estrellas que se podían divisar en el cielo en esos instantes que yo observaba, su posición en esos instantes debería de haber estado en el Gran Continente, y no en Los Archipiélagos. Por otra parte, recordé que Shless no parecía saber donde se encontraba este templo, pero sin embargo, R’halrhaz, la primera vez, quedó conmigo en él, y no se sorprendió en absoluto de encontrárselo allí.

No tenía ni idea que era exactamente lo que pasaba con ese templo, pero era un autentico alivio saber que al menos, estaba fuera del alcance de los Dragones, visto lo visto con sus trampas, en esos momento no me quedaba la menor duda, que eran prácticamente ex profeso para ellos, más que para humanos. En mis visiones los Arcanos fueron exterminados en el templo, pero sin embargo, ahora mismo, en mi época, ese templo tenia tal cantidad de defensas mágicas Arcanas contra ellos, y de tal calidad, que no entendía cómo podían estar allí cuando deberían de haber sido dispuestas después de la muerte del último Arcano, era toda una paradoja.

Las dos peores interrogantes que me quedaron de todos o que mas me podían afectar, quizá fueron: Primero, ¿por qué Nakriss parecía rechazar sistemáticamente tanto a Dragones como a Arcanos?, a los primeros les condujo a la muerte tras otorgarles su poder y a los segundos no les concedió su poder pero les sacó de este mundo a donde fuese, sin embargo, a mí me estaba llamando para que acudiese a ella, intentando unirse conmigo a la mínima de cambio. Segundo y casi aún peor, ¿quienes construyeron aquella especie de altar con esas esferas?, porque si algo tenia clarísimo es que ni Arcanos, ni Dragones, ni Humanos, habían sido sus artífices, pero lo más impactante de todo, es que lo que parecía activarlas y moverlas era exclusivamente la magia de Nakriss, aunque parecía que el detonante necesario para activarlas era la presencia de las otras tres magias dentro de la pirámide que formaban las cuatro esferas. También empezaba a dudar, que el traslado del templo de una ubicación a otra tras el fin de la guerra entre Arcanos y Dragones con sus aliados Humanos, no era probable que fuese debido a ninguna de las tres razas implicadas, pese a lo que os comente antes de las defensas existentes en él.

Con todo el caos de visiones que tuve, saque relativamente poco en claro y si muchísimas más preguntas, necesitaba disponer de tiempo para pensar en ello e intentar analizarlo todo lógicamente. Tenía casi cinco meses para cruzar el continente occidental de Norte a Sur, del templo me había marchado bien surtido de Oro, es más, incluso me había llevado un Diamante Negro por si acaso necesitase conseguir una alta cantidad de dinero con rapidez. La presencia de los dos Dragones Rojos me seguía preocupando, y recordaba su enorme disponibilidad de dinero para conseguir mercenarios. No tenía motivos reales para ello tras la intervención de ambos Nahkkar, pero mi intuición me decía que el viaje que me esperaba no sería nada placentero, y muchísimo menos, tranquilo.

Lo primero que hice al desembarcar, fue conseguirme un caballo bastante normalito por un precio aceptable, conseguí víveres y por último abandone la ciudad. Normalmente hubiese evitado las principales rutas con el fin de pasar desapercibido, pero si los Dragones estaban tras de mí como intuía, contra más gente a mi alrededor, más dificultades tendrían para poder controlarme. Esperaba poder causarles el mayor número de problemas de esta forma… pero como suele pasar, lo que es bueno para una cosa, no lo es tanto para otra. Si bien ellos lo tendrían difícil para controlarme, en esa ruta si les sería relativamente fácil poder alquilar gente… cosa que como comprenderéis ya a estas alturas, me preocupaba bien poco.

Si las veces anteriores que estuve en el continente occidental, me moví por su lado Oriental, el que da hacia el Gran Continente Sur, en esta ocasión decidí ir por el lado Occidental, el que da hacia Los Archipiélagos. Con ello pretendía evitar encontrarme con algún conocido de mis últimas estancias por aquellas zonas. La primera parada fue en una ciudad interesante, principalmente por lo que me ocurrió a las pocas horas de entrar en ella, que fue de traca. Estaba comiendo tranquilamente cuando se me acercaron cuatro individuos que se situaron rodeándome, lo que me hizo prepararme para defenderme si se daba el caso...

Para sorpresa mia, el que parecía jefe de ellos, me transmitió una invitación del hombre que dominaba los bajos fondos de la ciudad para ir a verle, indicándome que no me pasaría nada, e incluso permitiéndome llevar mis armas y no sufrir ningún registro, algo que vi a las claras que no les gustaba en lo más mínimo. Con  mucho cuidado de no hacer movimientos bruscos accedí a sus pretensiones, aunque no tenía nada claro sobre que quería poder querer el “dueño” de esa ciudad de mí.

Cuando entré en la casa, en la que supuestamente me esperaba, me encontré con un señor algo mayor, sentado ante una mesa, escribiendo tranquilamente con pluma sobre unos papeles, también sobre la mesa se encontraban dos vasos y una jarra de vino. Me sorprendí cuando me indicó con un gesto amable que me sentase frente a él y que me sirviese lo que me pareciese bien, algo que hice, tomando tranquilamente asiento en frente suyo. Entonces fue cuando levanto la cabeza mirándome fijamente...

- S'tix: No me conoces, me llamo S'tix, y durante mucho tiempo serví a los Lahishin, trabajaba para uno de sus suministradores de productos exóticos, luego, me quedé con el negocio. En este continente tengo muchos y buenos contactos, alguien me advirtió no cruzarme por delante.

- Val: Vaya, que suerte, y dígame entonces, ¿tendría usted algún motivo para meterse conmigo sin que haya hecho nada contra usted o su organización?

- S'tix: Lo cierto es que si, dos mil monedas de oro para ser exactos, es el precio que le han puesto a tu cabeza.

- Val: Y esto, ¿porque me lo cuenta?, lo normal sería que estuviese intentando cobrar ese dinero.

- S'tix: Porque me fio de quien me lo dijo, tengo muchos contactos, tanto en estas tierras como en el Gran Continente, y según quien me lo diga le creo, y hablé con una persona que le conoce bien. Cuando cambiamos impresiones, me recomendó que si me cruzaba con usted…, evitase enfadarle por la cuenta que le traía a mi vida y mis negocios. Esta ciudad está bajo mi cuidado, no permitiré a nadie que le moleste, pero aún siendo así, la cantidad es muy alta, siempre puede aparecer un codicioso.

- Val: Vamos -sonreí-, que me está diciendo que si alguien trata de matarme no es cosa suya, ¿no?

- S'tix: Eso mismo es lo que le digo. Se por mis contactos que es usted quizá el mejor... eh... digamos que "Ejecutor" que hay, creo que entenderá que no deseo que por la ambición de algún idiota venga usted a por mí. De todos modos, por muy bueno que sea, debería de moverse más rápido.

- Val: Quiere decirme con eso, ¿que debería de escapar de la ciudad ahora que todavía puedo?

- S'tix: No, le digo que debería de procurar marcharse de los sitios sin entretenerse más de lo necesario, de otro modo antes o después le cazaran, por muy bueno que sea. En el caso de que alguien de esta ciudad le haga aunque solo sea un rasguño... lo pagara, créame que se lo haría pagar.

- Val: Entiendo, y no le diré que no le falta razón, pero dígame, ¿sabe quien ha ofrecido semejante suma por mi? -Le pregunté.

- S'tix: Lo cierto es que no, vera, en este continente existen ciertas personas que se dedican a ofertar esos trabajos y que guardan celosamente la identidad de sus clientes, ni bajo tortura podrían sacarles algo, morirían antes. Creo que sabe a qué me refiero con eso, ya que es un sistema que fue implantado por los Lahishin, de modo que alguna gente ha decidido seguir con el negocio.

- Val: Ya... pero de todos modos me gustaría que me indicase donde puedo encontrar a ese caballero, quizá si pudiese hablar con el...

S'tix se me quedo mirando durante un buen rato, al poco se inclinó sobre la mesa diciéndome un nombre y un lugar, advirtiéndome que fuese con cuidado porque esa gente era extremadamente peligrosa. Me sonreí para mí mismo, el hombre podía haber oído lo que fuese sobre mí, o le podrían haber dicho cualquier cosa, y me imaginaba de donde procedía esa información sobre mis andanzas en el continente como ejecutor, pero estaba claro que no tenía ni idea de quién era yo de verdad.

Teniendo en cuenta que debía de cruzar todo el continente y que iba con tiempo específico para poder llegar a mi destino, hice lo más obvio, conseguirme provisiones abundantes, montar en mi flamante caballo y partir hacia el sur al día siguiente. Por lo menos una cosa sí que tenía ya clara, alguien había puesto precio a mi cabeza, ese alguien apuntaba hacia un Dragón, y me dije que si tuviese que apostar, su color seria rojo sin lugar a dudas. La segunda decisión que tomé, fue la de reforzar todas mis defensas mágicas, para después prepararme con todas las armas posibles y disponibles acordes a mis habilidades, incluidas aquellas que usaba en muy escasas ocasiones, pero que sin embargo también era experto en su uso, como por ejemplo la cadena o el mismo hilo de triple trenzado.

A unos escasos diez kilómetros de la ciudad fui atacado por sorpresa, o por lo menos eso fue lo que intentaron. Eran solamente seis hombres, aparecieron a la carrera rodeándome, armados con espadas de muy buena calidad, cuatro de ellos llevaban pequeños escudos metálicos, y los otros dos en la otra mano portaban una daga pesada. Normalmente me lo hubiese tomado con calma, pero en esas circunstancias no estaba como para excesivas estupideces. De modo que intente dialogar con ellos, dirigiéndome directamente al que parecía el jefe…

- Val: Os lo diré únicamente una vez… dejadme pasar en paz…

- Jefe: Claro que pasaras, pero a mejor vida… jajajajajaja –su risa contagio a sus compañeros.

Mire fijamente como se reían, no espera más tiempo para solucionar el problema. De mi mano derecha partió un haz ígneo que calcino a uno de los bandidos con escudo al instante, otro idéntico partió de mi mano izquierda, haciendo lo propio con otro asaltante. Un rápido cambio a magia Draconiana y vi como el jefe al fijarse en mis ojos rasgados se aterrorizo, al punto de echar a correr su más dilación. Alzando teatralmente mis manos, hice el amago como de lanzar una piedra desde lo alto de mi cabeza… solo segundos después una enorme bola de fuego lo consumió, al desaparecer la bola solo se podía ver su cuerpo ardiendo entre alaridos.

Los tres restantes tuvieron mejor suerte, dardos de energía los atravesaron, más de veinte por cada uno, les deje completamente destrozados. Tras esto simplemente espolee mi montura para continuar mi camino. Lo cierto es que quizá inconscientemente desde ese mismo instante y dada mi reacción, creo que fue cuando tome la decisión que mantendría todo el resto del camino, la de terminar con los problemas de forma drástica y eficaz, sin pararme en tonterías para nada.

Solo dos días después entre en una nueva ciudad portuaria, pensé en tomar un barco hacia el sur, de ese modo iría mucho más rápido que por tierra y de una forma quizá bastante más segura. No me lo pensé mucho, en dos días partía un barco que me veía perfecto, un veloz mercante, pequeño, ligero, con un capitán honrado, pero sobre todo, veloz, muy, muy veloz. Para pasar esos dos días tenía dos opciones, alojarme en la zona del puerto, en una posada, casa de citas, taberna con habitaciones, o algo de ese estilo, y otra, irme a la parte “noble” de la ciudad, si es que en esa ciudad eso existía, para alojarme en un buen hotel con todas las comodidades que pueda proporcionar el dinero.

El problema radicaba en el precio puesto a mi cabeza, sabía que era más que posible, más bien inevitable, que me atacasen con afán de cobrar la recompensa. En el puerto una docena de muertos más o menos no sería un problema, en la parte noble de la ciudad desde luego que si, puede que incluso hiciese intervenir a la guardia de la ciudad, y tampoco quería meterme en una batalla campal con ellos si me intentaban detener. Por otro lado, un ataque en la parte noble era más complicado que en la zona del puerto, pero con la situación, y pretendiendo mantener por lo menos un mínimo de discreción, me decidí por el puerto.

Encontré alojamiento en una tabernucha de mala muerte, en la que por cierto me fije que cinco clientes se me quedaron mirando muy fijamente cuando acorde el precio de la habitación con el propietario. No me hacía falta pensar mucho para saber que esos hombres no llegarían vivos al día siguiente si intentaban lo que sin duda estaban pensando hacer. Como tenia la sana intención de poder dormir tranquilo, me fui directo hacia ellos para hacerles una advertencia…

- Val: Soy quien pensáis, os sugiero que lo dejéis pasar o lo pagareis muy caro… solo lo advierto una vez, y ahora estáis avisados… -dije muy serio.

- Hombre: No se dé que me habrá –me dijo mirando a sus compañeros.

- Val: Lo sabe de sobra, usted y sus cuatro amigos, procuren con confundirse.

- Hombre: Repito que no se dé que me habla… -dijo volviéndose hacia la barra, pero cambiando una mirada de complicidad con sus cuatro amigos.

Sonriendo al ver las miradas me di la vuelta para dirigirme hacia mi cuarto, dándoles la espalda a los cinco. Sucedió lo que supuse con ellos, fue darles la espalda y sacar las dagas con el agradable fin de clavármelas en la espalda. Me volví como un rayo, sacando mis dos espadas por debajo de mi capa, dos de ellos fueron decapitados según me daba la vuelta. Con una espada pare un golpe de daga, con la otra raje las tripas del propietario del cuchillo que quedo frente a mi tras las decapitaciones.

Me encaré con el hombre con quien había hablado y el que estaba junto a él, ambos con sus dagas en las manos, mirando acorralados a su alrededor, buscando de modo frenético un sitio por donde poder escapar de mi. No les di tiempo para encontrarlo, avance hacia los dos, acuchillando a placer al acompañante, mientras mi parlanchín interlocutor intentaba escapar por encima de las mesas hacia la puerta… Lo hice a lo bestia, directamente le arroje una de mis espadas, que se enterró en su espalda hasta la empuñadura… desgraciadamente dos de los parroquianos parecieron opinar que al faltarme un espada podrían conmigo. Uno se encontró con la espada encajada en el estomago, mirándome atónito mientras intentaba sujetar la empuñadura para sacársela. El otro se tropezó con mis dos dagas pesadas en sus costados, hice un veloz movimiento lateral opuesto con cada una, rajándole el estomago en forma de aspa, escurriéndosele las tripas hasta el suelo…

Después de la escabechina, me dirigí directamente hacia el dueño, señalando con un dedo a los cadáveres...

- Val: Siento el destrozo, cuando pagué, por favor inclúyalo en la nota, pero asegúrese, de que algo así no vuelva a suceder, esta es su casa y le pagó no solo por dormir, sino por poder hacerlo agusto, si no lo hago así, es muy probable que me enfade, ¿me capta? -dije sonriendo.

- Tabernero: Si claro -tragó saliva ostensiblemente-, de lo más claro señor, no le molestaran, se lo garantizo.

- Val: Perfecto, veo que nos comprendemos.

Después de esto me dirigí hacia mi habitación, antes de desaparecer por el pasillo vi como dos empleados ayudaban al dueño a sacar los cuerpos por la parte de detrás del local, supuse que por aquello de no ganarse aún peor fama. Antes de acostarme dispuse de varias criaturas para que vigilasen mi sueño, solo por si las moscas, y ciertamente no me equivoque al hacerlo. El caso es que esa noche no logre descansar agusto pese a todo, a las cuatro horas aproximadamente de todo esto, fue el propio tabernero el que me despertó. Mis criaturas me informaron de que era él quien golpeaba la puerta con gestos nerviosos, cuando le abrí su cara estaba pálida...

- Tabernero: Perdone, pero hay algunos hombres buscándole, he logrado despistarlos y mandarlos a otro local, pero no tardaran en regresar -retorciéndose las manos nervioso-, creo que sería mejor que se fuese.

- Val: No se preocupe, y dígame, ¿cuántos eran y a donde les envió? -sonreí.

- Tabernero: Eran doce, les mande a la Perla Azul, está en el puerto, en la parte del muelle de pesca -dijo nervioso.

- Val: Bien, le voy a hacer caso, lo mejor será irme... -sonreí como un lobo-, de momento, pero no alquile mi habitación que volveré otra vez a ella.

Pase ante él, lanzándole unas monedas, justo el pago de mi habitación por dos noches. El tabernero me miro como pensando que debía de estar loco o no le había entendido bien, por su cara estaba claro que suponía lo que pretendía hacer, ir a por los hombres que me estaban buscando.

Cuando entré en la zona del puerto, me dirigí de inmediato y directamente hacia la Taberna La Perla Azul, que fue donde me dijo que los había mandado. Tuve la suerte de verles salir todos juntitos por su puerta, como uno de ellos, el que parecía llevar la voz cantante, se paraba en seco y decía unas palabras en voz baja, tras eso todos ellos me miraron, y empezaron a desplazarse en varias direcciones, con evidentes intenciones de rodearme.

Normalmente hubiese retrocedido y mirado de buscar como sorprenderlos por grupos, seria mas fácil que matarles así, pero desde luego, también llamaría muchísimo menos la atención sobre mí. Como ya os dije, en esta ocasión, tampoco sé muy bien el motivo de mi decisión, estaba dispuesto a no escodarme o andar con discreción, si alguien me venía a buscar, pensaba matarle directamente. En este caso ellos me fueron a buscar, y como no me encontraron, decidí devolverles la amabilidad.

Se dividieron en tres grupos de cuatro, directamente al verlo cambie el sentido de mi marcha, yéndome directamente a por uno de ellos, según me acercaba, sin mediar palabra o gesto alguno aparente por su parte, dos dagas Khlomn partieron de mis manos, entrando en los cuellos de dos de ellos, los otros dos cayeron solo veinte segundos después victimas de mis espadas, mientras aún trataban de sacar las suyas. Con cuidado me gire raudo, los ocho restantes de me echaban encima a la carrera ya con sus armas en la mano.

Cuando considere llegado el momento, clave las espadas en el suelo por la punta ante mí, me agache en canclillas, extendí el brazo reclamando mi Shilkka, que apareció en mi mano con la cuchilla ya extendida. Lo que los ocho hicieron fue lo peor que se podría hacer en esa situación, detenerse en seco al ver el arma. Me dieron el tiempo necesario para hacer un molinete y amputarles las piernas a tres de ellos, que cayeron al suelo entre chillidos de dolor. Tras ese giro recupere la guardia de la Shilkka incorporándome con ella bajo el brazo, con su hoja a mi espalda, con la punta de la cuchilla hacia el exterior.

Cuando otros dos de ellos avanzaron, solo tuve que dejar ir hacia atrás la Shilkka, extendiendo el mango hacia afuera, haciendo que la cuchilla fuese hacia el lado contrario para poder luego tomar impulso, pasando a toda velocidad el extremo del mango de una mano a otra, partiendo literalmente a ambos atacantes por la mitad cuando entraron dentro del radio de acción de mi arma. Tras eso estaba claro que ninguno de los supervivientes volvería a cometer ese error, por lo que la retire al limbo mágico donde permanecía oculta.

Nuevamente recupere mis espadas, tome carrera en cuanto estuvieron en mis manos yéndome hacia ellos. A toda velocidad entre directo a por los dos que quedaban y el que hacía de jefe, hicieron lo que más me convenía, darme la espalda e intentar echar a correr para escaparse de mí. Tras recorrer apenas tres metros mis armas les entraron por la espalda, había lanzado mis espadas al ver su maniobra. Aún así, el que hacía de jefe prosiguió su carrera hasta que un Colmillo de la Luna se enterró en su espalda, eso sí, tuve la precaución de no tirar a matarle en el acto, con el fin de poder interrogarle.

Lo que descubrí tras leer su mente, fue interesante, bastante interesante. Por lo que pude averiguar, a la desaparición de los Lahishin, el negocio que ellos tenían montando de asesinatos, extorsiones, secuestros, etc, diversos hombres, u organizaciones, se hicieron cargo de ello. El que se había encargado de ofrecer la recompensa en esa zona vivía en una ciudad cercana, lamentablemente en dos días partiría en barco y me iba a quedar con las ganas de ir a verle, pero tome nota mental para pasarme por allí si algún día me daba por regresar por la zona. Tras el interrogatorio, le degollé, mentando luego también a uno de los amputados, los otros dos habían muerto desangrados, pero ese último parecía querer salvarse a toda costa... la separación de la cabeza de su cuello fue definitivo para convencerle de morir también. Tras esto volví a la taberna, donde el dueño me miraba con los ojos abiertos, estupefacto por completo, no dude ni un instante que la noticia ya le debía de haber llegado, cuando pase por su lado...

- Val: Bien, solucionado el problema de las visitas indeseadas, por favor, si alguien más vuelve con la misma idea, no dude en hacérmelo saber de inmediato, así como averiguar dónde ha ido en caso de que decidiese marchar, ¿de acuerdo?

- Tabernero: Si claro, lo que usted diga señor... -volvió a tragar saliva ostensiblemente, su semblante estaba completamente pálido.

Esa noche, más la siguiente que aún permanecí en la taberna y la ciudad, no me molesto nadie, es más, observe que cuando entraba a tomar cualquier cosilla sistemáticamente se hacia un hueco a mi alrededor, donde me encontraba completamente solo, sin nadie a mi lado, por muy atestado que estuviese el local en esos momentos. Era indudable, que nadie quería problemas conmigo tras lo sucedido. Dos días después, por fin pude embarcar con rumbo sur, lo que acortaría el viaje de modo considerable, o por lo menos eso es lo que pensaba, craso error por mi parte.

A las tres horas de navegación, y aún al lado del puerto de partida como aquel que dice, dos barcos bastante veloces cayeron sobre nosotros. Nuestro barco, más pequeño, mas marinero y de menor calado era sin duda el mas rápido de los tres, desgraciadamente iba cargado hasta los topes, y además con bienes de peso, lo que era un lastre para su maniobrabilidad, dejándonos en clara desventaja, todas nuestras virtudes habían sido anuladas por ese hecho concreto. La única opción viable fue la que tomo el capitán, virar hacia la costa, e intentar navegar con vientos cruzados de regreso a nuestro punto de salida, algo casi idílico.

Solo cinco minutos después quedo claro que estábamos perdidos, uno de ambos barcos monto un espolón improvisado, de golpearnos se fijarían con seguridad contra nosotros, la vía de agua no sería importante mientras no retirasen el espolón, y aún mas importante, nos pararían en seco, permitiéndoles hacer con nosotros lo que se diese la gana. Desgraciadamente para ellos tenían un problema, mi presencia a bordo, aunque por la forma y lugar del ataque, tenía mis dudas, de que no fuese yo su autentico objetivo en realidad, y la carga del barco, solo un golpe de buena suerte por su parte. Para terminar de arreglarlo del todo, mis ojos Draconianos me permitieron ver urdimbres poderosas sobre ambos barcos, y sin duda alguna generadas por varios magos, no por uno solo.

Desgraciadamente para ellos, no tenia intención ninguna de ser comedido, cuando estuvieron relativamente cerca de nosotros, extendí mis escudos con el fin de proteger el barco en lo posible, solo un minuto después de haberlo hecho así, un buen numero de conjuro golpearon contra mis defensas, aguantando bien sin que el barco sufriese daños, para alivio de todos los presentes. Avance hacia el costado del barco, en dirección al atacante más cercano, que se dirigía a toda vela y a golpe de remo directo a nosotros con su espolón por delante, del barco surgieron nuevos y cada vez más poderosos ataques...

Sin embargo en esta ocasión si puedo decir que cometí un error de bulto importante, no me importaba descubrirme, pero supongo que siglos, y siglos de querer pasar desapercibido dejan una profunda huella... Contraataque con cuidado de no excederme, aunque eso sí, los golpes mágicos que envié abrieron un buen numero de vías de agua en el barco enemigo al perforar cómodamente sus protecciones. El problema es que, su capitán vio enseguida la opción más viable para salvar a sus hombres, enterrar su espolón en nuestro barco, eso les mantendría a flote el tiempo suficiente como para: En primer lugar matarnos además de tomar nuestro barco ya de paso, y en segundo lugar, permitir que su compañero nos alcanzase, rematándonos si aún resistimos, y recogiéndoles a ellos a salvo, con lo que ofrecían por mi cabeza, mas lo que sacaran de la carga, podrían comprar cien barcos como los suyos de querer.

El choque del espolón fue brutal, la estructura crujió de mala manera. Pero para sorpresa de todo el mundo, tanto amigos como enemigos, asalte en solitario en barco enemigo, y muy, muy, muy, muy enfurecido por el retraso que eso me iba a generar. Tres magos estaban sobre cubierta, al primero le partí literalmente por la mitad con un haz mágico, al segundo le hice explotar como medio centenar de esferas de energía en su interior, con cuidado de que no muriese en seguida, y al tercero le queme vivo a base de dos minutos de haces ígneos contra él, alternándolos eso sí, con todo el que se me ponía a tiro. Después de terminar con él, libere mi Shilkka haciendo que empezase a cantar su canción de muerte... Todo enemigo que veía, me iba a por él y lo eliminaba, de forma rápida y contundente. Cuando finalice regrese a nuestro barco, que se estaba defendiendo del compañero del pirata, que estaba asaltándolo en ese momento por la otra borda.

Los magos contrarios estaban empezando a hacer estragos en la tripulación, de cuarenta, llevaban unos dieciséis muertos, justo cuando yo aparecí es cuando se rindieron, tirando las armas, algo con lo que personalmente no estuve nada de acuerdo. Entre en el barco como una carga de caballería, Shilkka en mano cortando gente por la mitad, brazos, piernas, cabezas, lo que pillaba por medio. A los veinte segundos de mi aparición, once de los piratas habían sido eliminados por mí, el resto se disperso disponiéndose a cazarme... Uno de ellos mato a un marinero de mi barco porque le molestaba para poder atacarme por la espalda. Para su desgracia lo vi, de un golpe de la Shilkka, le abrí de abajo a arriba, introduje el extremo de la cuchilla por debajo de su ombligo, sacándoselo por debajo de su cuello, rompiendo en dos su externan, haciendo que todos sus órganos vitales empezasen a desplazarse hacia el exterior por la enorme raja que le hice. En dos pasos me acerque, sujetando la Shilkka con una mano, y metiendo la otra en su interior por el corte, cogiendo el corazón y arrancándoselo.

Tras esto, y con mis manos empapadas con su sangre, con la Shilkka literalmente chorreando, me dedique a los demás piratas. Al último de ellos le queme vivo usando mi magia, cuando terminé, toda mi ropa estaba empapada en sangre, era de color rojo intenso, muy intenso. Volví a mandar mi Shilkka a su lugar en el limbo mágico, y tras separarnos, queme los dos barcos piratas de sendos bolazos de energía ígnea... Tardamos más de veinte horas en poder regresar de nuevo a nuestro punto de partida, debido a los considerables daños del barco. En la ciudad recupere mi caballo, recomprándolo por un precio justo tras explicarle al dueño los problemas para su salud de volverse muy codicioso. Después de ello, compre víveres, poniéndome en marcha hacia cierta ciudad cercana, con la sana intención de visitar al causante de que mi cabeza tuviese un precio y tener una amigable charla con él.

CONTINUARA

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