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Crónicas de Vhaalzord - Libro 21 - 5 (Final)

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                                CRONICAS DE VHAALZORD

                                 Libro - 21

                                Capitulo- 5

 

Esa noche cuando nos tumbamos a dormir, pude notar varias cosas, la primera de todas a Mina rebulléndose y moviéndose constantemente en el lugar que había elegido para acostarse, justo lo más lejos posible de mí, aunque sabía que pese a ello ni por un solo momento me perdía de vista. Era consciente de la multitud de preguntas que debía de estar haciéndose, y también de que más que probablemente a estas alturas ya era muy consciente de quien era yo en realidad.

La segunda cosa que notaba era la cada vez más numerosa presencia de Nauruem a nuestro alrededor, incluyendo entre estos a un creciente número de "personas" con capacidades mágicas de un tipo u otro. En este caso creía firmemente que se trataba más que probablemente de hechiceras, alguna de ellas bastante poderosa según las trazas mágicas que mis criaturas estaban detectando. No tenía muy claro cuánto tiempo más estarían los Nauruem tan pasivos, no podría demorar ya mucho el entrar al templo, lo que me llevaba directamente a la última cosa que estaba sintiendo y que era el mayor foco de preocupaciones para mí.

Las sensaciones que tenía sobre el Templo iban cada vez a más, era como si estuviese intentando ejercer de algún modo cierta presión sobre mí y lo que más me preocupaba, en cierto modo de rebote, también sobre Mina. De tratarse de un ser vivo hubiese dicho que lo que sucedía es que estaba empezando a despertarse y su consciencia estuviese expandiéndose para buscarme con intención de atraerme o llevarme hasta él, por otro lado también parecía que eso estuviese afectando a la propia Mina de algún modo, aunque todavía no diese señales de ser consciente de ello o de dar muestras de reaccionar ante esto, pero aun así me tenía muy preocupado.

Me preocupaba, y el tener a Mina allí junto a mí, con sus tres poderes cada vez más latentes aunque aún bajo control en gran parte debido a mis bloqueos mágicos sobre dos de ellos, no hacía sino aumentar mi sensación de malestar. Di gracias a la decisión que tome en territorio Talkinq de bloqueárselos e impedir posibles interactuaciones entre ellos... no tenía muy claro en estas circunstancias donde estaríamos ahora de no haberlo hecho así.

Por la mañana, cuando nos levantamos, recogimos todo el campamento, procurando que no quedase rastro de nuestro paso por allí, tal y como siempre hacíamos, pese a saber de la presencia de los Nauruem a nuestro alrededor. Una vez listos me dirigí hacia la pared del templo, sentía la mirada de Mina clavada en mi espalda, así como las "vibraciones" mágicas de un conjuro sobre mí, conjuro al que permití hacer su trabajo al saber positivamente que procedía de Mina. Ese conjuro simplemente servía para verificar cuando alguien usaba magia... de modo que cuando extendí mi mano hacia la pared y convoque levemente el espectro arcano de mi poder para abrir la puerta de acceso, era consciente de que Mina lo estaría escudriñando y siendo quien era, con los conocimientos que sabía que tenía, no tardaría mucho en asociar similitudes entre ese poder y el que emanaba ella misma y que formaba su "aura" rojiza...

Tras abrir me volví para dirigirme a todas ella antes de entrar, en la cara de Mina pude ver reflejada la más absoluta sorpresa, me resulto evidente que ya se había dado cuenta de las similitudes que comente antes... Luego mire a las demás y comencé a hablar...

-      Bien, ahora escuchadme todas atentamente. Esto está lleno de trampas, no os despistéis, no os separéis mucho de mí, que nadie haga nada que yo previamente no le haya dicho o hecho, nada de curiosear... Si alguien intenta moverse ahí dentro -señale la abertura- por su cuenta, morirá, y de un modo particularmente desagradable, os lo garantizo. Venga, vamos... -dije, entrando dentro de seguido.

Tal y como sospechaba, el suelo aparecía impoluto de polvo, se notaba en él que había gente pasando de forma regular por allí, pese a todo las trampas existentes continuaban todas ellas en funcionamiento. Fui bloqueándolas todas, una por una para que pudiésemos pasar, una vez hecho esto volvía de nuevo a ponerlas en funcionamiento. Podía sentir perfectamente el nerviosismo de las Talkinq y su inseguridad por estar allí dentro. La verdadera sorpresa para ellas fue cuando alcanzamos la Gran Terraza Superior y nos encontramos allí con tres mujeres Nauruem sentadas en torno a un pequeño fuego en el que parecían estar calentando alguna especia de infusión para ello. Al vernos llegar, la más anciana de las tres se puso en pie acercándose a mi e ignorando completamente al resto de mis acompañantes...

-      Bienvenido de nuevo a su casa, hemos cuidado de lo que nuestra antecesora, la Maestra Jhorka nos encargó hasta su regreso.

-      Bien, os estoy muy agradecido por ello anciana, ¿me podríais decir vuestro nombre por favor?

-      Madara es mi nombre. Mi señor, a mi pueblo le gustaría saber si nos ayudareis de nuevo, tal y como hicisteis antaño, en tiempo de Jhorka, ¿lo haréis señor?

-      Por supuesto que sí, id a decirles que mañana por la mañana les acompañare al sur y veremos de tratar con "el problema", nuestros pactos siguen todavía tan fuertes como cuando Jhorka estaba aun viva.

-      Gracias, así lo haremos, os esperaremos fuera...

Tras decir eso hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo respetuoso, llamo con una mano a sus dos compañeras y las tres juntas se pusieron en marcha hacia la salida, por el mismo camino por el que habíamos entrado nosotros. Hice una indicación a las Talkinq para que se distribuyesen por el lugar para descartar por la noche. Mientras las guerreras lo disponían todo, aprovechando de paso el fuego para calentar algo de comer, Mina, Zoila, Khalan y Nala se acercaron a mí, siendo Mina quien pregunto...

-      ¿Que era todo eso de ir al Sur de la isla a ayudarles?

-      Pues lo que has oído, mañana iré con ellos y veré de tratar con quienes están intentando ocupar el Sur de Nauruem...

-      Pero... -Zoila entonces interrumpió a Mina

-      No sabes lo que dices, esos que están intentando ocupar ese territorio están comandados por uno de los magos más peligrosos que existen. Te garantizo que esta al mismo nivel de peligrosidad que la "Bruja Roja" -dijo mirando a Mina a modo de disculpa.

-      ¿Supongo que querrás que te acompañe para ocuparme de él, no? -pregunto Mina muy seria.

-      Me tendréis que acompañar todas, pero especialmente tú, no puedo dejaros aquí dentro, no estaríais seguras aquí solas.

-      Somos guerrer... -Interrumpí a Khalan.

-      Se lo que sois todas y cada una de vosotras, pero os sigo diciendo que aquí no sobreviviríais ninguna por diversos motivos, pero el principal es porque el Templo mismo os mataría.

-      Pero... -volví a interrumpir a Mina.

-      Sin peros Mina, no tienes ni idea de donde estáis metidas en estos momentos, y te sugiero especialmente a ti, que no intentes experimentar nada aquí dentro sin que yo lo sepa. Sé que te has dado cuenta de lo que he usado para entrar y a que se parece... te confirmo que tienes razón en tus sospechas, por eso precisamente tu eres quien más en peligro está aquí dentro...

Mina se mordió los labios al escucharme, tanto Zoila, como Khalan y Nala le cosieron a preguntas sobre a que me estaba refiriendo, pero sin embargo Mina me volvió a sorprender al no contestarlas. Simplemente me miró fijamente y me dijo que le mostrase el templo mientras el resto nos esperaban allí... La mire fijamente, Nala de inmediato se empezó a quejar amargamente y medio a voces sobre la petición de Mina... La hice callar al segundo, sorprendiendo nuevamente a todas...

-      Nala, tu vendrás con nosotros, pero si te veo usar magia sin mi permiso te mataré en el acto -entonces clave mis ojos en los suyos- y no intentes negar que eres maga porque lo sé, ¿está claro?

-      Si... si... claro... si... -Nala sintió un escalofrió cuando vio la mirada clavarse en ella, no pudo evitarlo.

-      Recuerda, usa magia y morirás… no pienses que no lo hare, porque te matare sin dudarlo si por ello nos pones en peligro –miro a Mina como para confirmar mis palabras, que asintió a su muda pregunta.

Dos horas después tras de mí, luego de una hora de discusiones con Zoila y Khalan, Mina y Nala, cada una con una antorcha seguían mis pasos mirando cada sala por la que les conducía completamente embobadas. Ambas miraban las paredes repletas de extraños y misteriosos jeroglíficos o dibujos, seguras de que debían de desvelar importantes secretos. Durante el principio del recorrido les mostré algunas de las trampas que sorteábamos, dejándolas claro que tenían que hacer lo que yo les dijese si no querían morir... Al final llegue con ambas a mi destino, la sala de las Esferas, sentía la atracción de estas sobre mi poder, así como la que empezaba también a sentir Mina por ello mismo. En el caso de Mina se trataba de cierta atracción por parte de las tres esferas de las columnas, pero en el mío, era por la gran esfera colgada del techo. Me di cuenta tarde, Mina hizo lo que yo la primera vez que estuve allí, ir a ver que había justo por encima de la Gran Esfera, situándose de ese modo en el centro del triángulo formado por las otras tres...

Todo sucedió de repente, las esferas pequeñas empezaron a intentar drenar su poder, las esferas empezaron a refulgir... Nala empezó a convocar su poder al verla en la situación aquella, la di un fuerte empujón rompiendo su concentración, luego mientras me acercaba a Mina le grite que se estuviese muy quieta y bajo ningún concepto recurriese a su poder pasase lo que pasase. Me acerque a Mina, la sujete por la cintura apretándola contra mí, luego busque sus ojos con los míos, le sonreí...

-      Tranquila, no pasa nada, en cuanto notes que ese tirón que sientes sobre tu magia cede, intenta relegar tu poder a tu interior, anula y controla cualquier intención que tengas de usarlo. Y ante todo, no te asustes de lo que veas... pase lo que pase… ¿vale?.

Mina se limitó a asentir a lo que le pedía, estaba con los dientes fuertemente apretados, jadeando por el esfuerzo que hacia al tratar de retener su magia. Me concentre y desplegué mi poder, creando un inicialmente débil escudo a nuestro alrededor controlando la magia que usaba. Entonces vi cómo junto a la pared Nala perdía el conocimiento, aunque sabía que ni había sido drenada, ni estaba muerta, la podía ver respirar, lo que supuse es que la cada vez mayor concentración de magia de Nakriss en la sala le había dejado sin sentido, solo esperaba que todo quedase únicamente en eso al no usar su poder... Nada más verla caer deje de controlarme, aumente mi poder hasta mi máxima capacidad de control sobre él, desencadenándose ante mina mis "efectos secundarios".

La cara de Mina cuando se fijó en mis ojos, como estos cambiaron a un color negro, sin fondo aparente, con los zarcillos siseando a nuestro alrededor a modo de escudo... fue… de puro espanto. Mi escudo logro detener el drenaje sobre Mina, pero lo que me resulto increíble del todo fue la forma en que las cuatro esferas reaccionaron ante mi poder, no es que se iluminasen, es que hubiese podido jurar que se volvieron completamente incandescentes mientras absorbían cada vez mayor poder de mi escudo, el Oscuro poder de Nakriss en estado puro..., fue como si miles de pequeños ganchos estuviesen tirando de cada milímetro de mi cuerpo en direcciones opuestas. Cuando en un momento dado las esferas se apagaron, adquiriendo un tono negro como el carbón, un negro brillante, el templo entero pareció retumbar, vibrar y luego, como con una especie de grito de júbilo, "despertar" por completo... Por su parte Mina me miro y apretando los dientes dijo lo que desde el día anterior ya tenía claro, aunque parecía haberse estado negando así misma...

-      Vhaalzord... eres Vhaalzord...

-      Si Mina, soy Vhaalzord, y por fin te has atrevido a aceptar la idea que ha rondado tu cabeza en muchas ocasiones sin atreverte a admitirla en tu interior... pese a lo claro que te lo deje anoche. Sí, soy Vhaalzord el Nigromante... tu antepasado, el padre de Valara y Dhialmina...

-      Yo... -la interrumpí.

-      No, luego, cuando salgamos de aquí, es peligroso para vosotras dos permanecer en este lugar, y Nala es quien más riesgo corre en estos momentos, tú estás a cubierto por mi escudo, pero ella no, venga, vámonos... Aprovechemos a sacarla de aquí antes de que despierte y use algo de magia, aunque sea sin querer... Si lo hace, ahora mismo moriría en el acto…

-      Muy bien, pero tienes que explicarme muchas cosas...

-      Todas las que pueda, pero ahora mismo, vámonos. Te intentare explicar todo lo que quieras y pueda en cuanto nos quedemos los dos a solas, ¿conforme?, pero vámonos, dudo que pudiese volver a soportar las esferas por segunda vez en estos instantes, estoy casi a mi limite físico, me queda muy poco para caer también sin conocimiento por el esfuerzo.

-      Si, de acuerdo vámonos. No hablaremos de momento, pero hazte a la idea de que tenemos que hacerlo...

Una sonrisita cruzaba la cara de Mina de oreja a oreja, si no fuese por la situación, hubiese dicho que era una sonrisa totalmente estúpida tras saber lo que ahora sabia de mí, pero dado lo que había vivido bajo las esferas, lo tome como un medio de "desahogarse" quizá... Era consciente de que antes o después se daría verdadera cuenta del peligro que había corrido y querría explicaciones de algo que incluso a mí mismo me había sorprendido, incluso diría que dejado algo fuera de juego por no esperarme nada semejante. Por fortuna mi idea de llevarnos a Nala con nosotros por si las cosas iban mal había funcionado a la perfección, sabía que por ella si me sería fácil hacer que Mina regresase al campamento de buena gana.

Cargue a hombros a una inconsciente Nala, desde el principio había sabido que era maga, al igual que Mina, aunque sí que reconozco que me había jodido un poco que no me lo dijese cuando dije en el barco que nada de gente con poderes en nuestra expedición, pero bueno, eso era algo que si llegaba el caso trataría con ella. El Templo ahora sí que era un auténtico problema para mí, por lo sucedido en la sala de las esferas estas eran algo muy diferente a lo que yo pensaba originalmente... pero que muy diferente... y mucho más peligrosas, especialmente en este momento en que mi fuente de poder Oscuro las había recargado por completo. Estaba mentalmente agotado, el drenaje efectuado sobre mí por las esferas había sido brutal, había estado a un tris de perder el conocimiento y calculaba que quizá en torno al 25% de la totalidad de mi poder interno había sido absorbido por el templo, había tomado una cuarta parte de todo el poder de mi fuente, y eso si recordáis lo que os comente sobre ella, era muchísimo poder, algo inmenso.

La totalidad del Templo, y atraves de esas esferas, era como una especie de... almacén por llamarlo de un modo entendible, un gigantesco almacén para magia, empezaba a creer que servían para luego transferir esa magia al mago y que este desde la posición central bajo la gran esfera hiciese su "conjuro", posiblemente y dado que se trataba de guardianes, esto era para la apertura de "portales". Sentí cierta debilidad, empezaba a ser consciente de que los efectos de ese drenaje en mi escudo había sido muchísimo mayor de lo que había supuesto en un principio, y lo peor es que solo se habría cortado por el hecho de haber saturado el templo con mi magia por completo... y no porque yo hubiese sido capaz de ello.

Por otro lado sentía el Templo a mi alrededor refulgir de poder Oscuro, del poder de Nakriss y algo me decía que no le sería entregado a cualquiera que pasase por allí para pedírselo, no sería algo tan simple... Tenía muchísimas cosas en las que pensar, empezando por sacar a todo el mundo de allí adentro cuanto antes. No podía evitarlo, mi sensación de que ese Templo era como una especie de ente vivo iba a mas, y pudiese ser que salvo yo mismo, en esos momentos cualquier otra persona corriese un muy gravísimo peligro de morir allí dentro.

Cuando llegamos a la terraza me encontré con una nueva sorpresa, la anciana y sus dos compañeras también estaban allí, visiblemente nerviosas además. Según me comentaron empezaron a sentir cosas muy extrañas procedentes del templo y decidieron entrar para ver que ocurría... por cómo me miraban todas las presentes, decidí aprovechar...

-      Todas tienen que salir de aquí ahora mismo, el Templo está despertando y es muy arriesgado que continuéis. A vosotras -señale a las Nauruem-, no os prohibiré la entrada por esto, pero recordad... nada de internarse o tocar nada... limitaos al camino que conocéis y permaneceréis a salvo.

-      No os preocupéis mi señor, Jhorka en sus legados nos dejó eso muy claro, algunas de nuestras hermanas que no creyeron en ello, nos demostraron que sus advertencias eran muy en serio, sus muertes y la forma en que lo hicieron fueron muy... "reveladoras"

Me di cuenta de que tanto Madara como sus dos compañeras sufrieron escalofríos al recordar lo que fuese que sucediera con esas... "incrédulas". Cuando salimos del templo nos fuimos a encontrar con Nauruem apostados en la salida esperándonos, para sorpresa de mis compañeras, eran unos cuantos cientos, tanto hombres como mujeres, y todos armados hasta los dientes. Fuimos llevados por tal escolta ante un grupo de jefes de aldeas que se hallaban cerca, una vez allí me estuvieron poniendo al día de todo, me solicitaron ayuda de acuerdo a la alianza que según sus antepasados teníamos, algo que de inmediato les reconocí como cierto y tal como le dije anteriormente a Madara, acepte encantado. Presente a las guerreras Talkinq, indique su procedencia y para asombro de todas ellas por eso, los Nauruem les sorprendieron al demostrar estar muy al tanto de lo que ocurría en el mundo fuera de su isla.

Decidí que Zoila despachase a dos de las guerreras para tranquilizar a las que quedaban en el barco, acepte que cuando regresasen lo hiciesen acompañadas de diez nuevas guerreras, pero lo que me sorprendió fue que los propios Nauruem agradeciesen la oferta y la aceptasen al instante... Nos pusimos en marcha con una Mina muy pensativa y que no dejaba de mirarme de reojo, no me quedo más remedio que hablar con ella en la primera ocasión en que pude...

-      ¿Qué te pasa?

-      Nada, es que no sé muy bien que pensar de todo esto, aun me sorprende quien eres de verdad, supongo que quizá esté un poco nerviosa por ello -desvió la vista de mis ojos.

-      ¿Y no será que por lo que de verdad estas nerviosa es por lo que sucedido en el Templo? Fue bastante duro para ti, lo sé, yo mismo lo he vivido y salí ileso de milagro... En tu caso de no estar yo es muy probable que hubieses muerto allí.

-      ¿Que era aquello Val? Sentía como absorbían mi magia, juraría que con ella incluso lo hacían con mi vida... pero que todo lo intentaban reponer con otra cosa terrible, me dio mucho miedo Val, y sé que no estaba soñando...

-      No, no lo estabas, pero es muy complejo para poder explicártelo aquí y ahora, ni es el lugar, ni es el momento más indicado para ello. Es necesario que hablemos de todo esto largo y tendido los dos, pero como te digo, no ahora.

-      Pero...

-      Sin peros Mina. Eres mi descendiente, por tus venas corre mi sangre, y créeme que eso tiene mucha más importancia de la que tu supones ahora mismo...

-      ¿Lo dices por esa especie de poder con el que abriste el Templo, el mismo que forma esa especie de bruma rojiza a mí alrededor?

-      Sí, eso es parte de todo esto, es algo que procede de la parte de mi sangre que corre por tus venas... Como digo, necesitamos hablar, pero tardare en poder explicarte y ponerte al día, pero por supuesto, eso solo será cuando ambos estemos completamente a solas... pero de momento, no te separes mucho de mí...

Mina acepto con un movimiento de cabeza, también prometió obedecer a Val hasta el momento en que ambos hablasen de todo esto, justo en ese instante decidiría que camino escogería....

Cuando Mina pareció tranquilizarse con respecto al templo, empezó a mosquearse con otra cosa distinta, concretamente con las Cazadoras Nauruem, que iban en todo momento muy pegadas a mí en plan escolta, los guerreros mantenían una cierta distancia, pero las Cazadoras no, ni por asomo. Lo malo de esto, es que dado que aún no había explotado con todo lo averiguado sobre mí, no era precisamente el momento más propicio como para que yo mismo hiciese nada al respecto, mi intervención podía con toda seguridad agravar la situación, por lo que opte por hacerme el tonto y desentenderme de la situación, a ver si a alguien le daba por tranquilizarla, pensando claro, en Zoila, Nala o Khalan.

El repentino mal humor de Mina llego al extremo de que incluso Madara se dio cuenta de ello e intervino. Confieso que me sorprendió cuando le explico a Mina, que la deferencia y la cercanía que las Cazadoras mantenían era una especie de muestra de agradecimiento porque fui yo quien consiguió que las mujeres Nauruem también pudiesen ayudar a defender sus territorios y familias como los hombres. Por lo que deduje, me había convertido para ellas en una especie de “leyenda”… lo que no dejaba de tener su guasa si teníamos todo en cuenta, como el hecho del tiempo que hacía que no pisaba por allí… de traca. Los ojos de Mina parecieron pasar de simplemente observarme medio enfadada a querer taladrarme con la mirada… y no sabía muy bien si con ganas de matarme, despellejarme, desmembrarme o que… pero que con ganas de algo que no me iba a gustar, eso seguro.

Tardamos unos pocos días en llegar al Sur, donde nos encontramos con un elevado número de Guerreros y Cazadoras, dado el tiempo transcurrido desde que estuve por allí, no era muy capaz de discernir si era un numero anormalmente elevado, o simplemente que la población de las aldeas había aumentado considerablemente y solo estaban lo normal en estos casos con los Nauruem, tampoco pedí aclaraciones al respecto, eso era algo que me daba igual, me preocupaba el “sabor” de la magia que se detectaba ya desde allí… casi exclusivamente, magia Nigromántica y como yo lo llamaba, su hedor a muerte… Con todo a eso estaba acostumbrado, no en vano yo era uno de ellos, pero había trazos extraños en ese “hedor”… y no precisamente a “Damok” que era lo que yo me esperaba, si estaba en lo cierto, era algo muchísimo más preocupante y grave para mí que eso.

Desde donde estábamos a la posición de los Invasores en la costa, había como casi media hora de andar sobre terreno ennegrecido por el fuego, los Nauruem en algo de verdad que insólito dado su amor por sus junglas, se habían visto obligados a optar por una defensa de “tierra quemada” para poder sobrevivir… Me estuvieron explicando todo lo acontecido desde el desembarco de esa “gente”, por primera vez obtuve una clara imagen mediante lectura mental del tal “Shargon”, alguien por otro lado fácilmente reconocible, dado que una gran cicatriz recorría su mejilla derecha, desde el ojo hasta la barbilla, sobre 1.90 de altura y con unos músculos que ya quisiese para si un Guerrero del Norte, dado su aspecto general, me resulto un mago de lo más atípico.

Me encontraba con un serio problema entre manos y una suerte loca a la vez. La distancia hasta los invasores me protegería de que nadie viese lo que no debía, pero tenía claro que Mina no querría separarse de mi ni un solo segundo y si vería cosas que “aun” no me gustaría que viese sobre mi… especialmente mi parte Nigromántica. Ahora, tras mi sueño centenario no  sabía cómo seria, pero antaño, desde que yo hoyaba por el mundo, esas eran unas artes mágicas denostadas por todos los magos… yo debía de ser de los pocos que reconocían abiertamente conocerlas, aunque inicialmente a mí me aplicasen el apodo por el aspecto de los Khulgan, y no por mi verdadero conocimiento en las artes de la muerte. Considere que lo mejor sería aceptar los problemas, enfrentarlos y aprovecharlos para conseguir algo que no sabía bien como poder hacer, sacar a Mina de esa Isla y alejarla momentáneamente del Templo como fuese.

-      Zoila, quiero que tú y las demás Talkinq regreséis al barco, bordeéis la isla y nos recojáis en la ensenada del sur donde están los invasores. Madara os proporcionara guías que os conduzcan hasta allí a salvo de que encalléis…

-      Por supuesto Señor, así se hará, varios Guerreros y Cazadoras les acompañaran, todos ellos son de aldeas costeras y conocen toda esta zona como la palma de la mano. Pero señor –extendió la mano señalando al Sur-, ir allí sería un suicidio…

-      No, Mina y yo iremos a “visitarles”, quiero hacerles unas preguntas a sus magos, pero debemos de ir los dos solos. Cuando terminemos os mandaremos un mensajero… -impedí que hablase-, no, sabréis cual es mi mensajero, tranquilas –en ese momento sonriendo lance al cielo un Halcón Azul-, ese será quien os díga que vayáis.

-      Nosotras también vamos –dijeron repentinamente Nala y Khalan.

-      No… -me interrumpieron.

-      Si, si iremos con los dos, yo soy maga, lo sabes, se protegerme, puedo ayudaros con mi poder y no tienes nada que esconder que yo ya no sepa, en ese templo no perdí el sentido tan rápido como tú crees, y con lo que vi me quedo muy claro quién eres de verdad Val, o debería de llamarte Vhaalzord, El Nigromante… -dijo Nala muy seria.

Vi como mucha gente dio un paso instintivo hacia atrás, empezando por todas las Talkinq, incluida Khalan, lo que me indico que Nala no había compartido ese conocimiento con ella y que mi leyenda había alcanzado incluso a alguien tan aislados como los Nauruem. Me quede mirándola fijamente, luego convoque mi poder sin intentar ocultar nada de nada, esta vez en cuanto mis ojos hicieron su aparición con los negros zarcillos rodeándome, tan solo Mina y Nala mantuvieron sus posiciones sin moverse, el resto dieron un mínimo de cuatro y cinco pasos atrás por lo que pude apreciar, mientras sus rostros se ponían más que pálidos, cadavéricos… Sonreí, luego junto a Mina y a mi aparecieron diez gigantescos Lobos Espectrales con unos ojos igual de lindos que los míos, estos empezaron a pasearse junto a ambos, pero con una particularidad de la que todo el mundo se dio cuenta, incluida Nala, que los diez Lobos, lo hacían interponiéndose en todo momento entre todas ellas y nosotros dos, dejando también a Nala al margen, incluso gruñéndola cuando pasaban cerca suyo, lo que instintivamente le obligo a retroceder visiblemente asustada.

-      Lo diré más claro Nala, ni tengo ganas, ni tiempo, ni me puedo preocupar cuando llegue allí de proteger a nadie, Mina es la única capaz de hacerlo por si misma sin necesidad de que yo intervenga para ello, tu morirías. ¿Te queda más claro ahora porque no quiero que nadie venga?

-      Pero yo… -la interrumpí.

-      Allí hay Nigromantes y algo más, todo lo que matemos volverán a lanzarlo de nuevo contra nosotros. Ya escuchaste a los Nauruem, solo cortándoles la cabeza puedes tumbarles definitivamente cuando los levantan…

-      Pero solo sois dos…

-      No Nala, parece que olvidas un pequeño detalle tonto, en realidad somos “La Bruja Roja” y “Vhaalzord El Nigromante”. Con toda la información que ellos –señale a los Nauruem- me han proporcionado, puedo asegurarte que van a tener una muy desagradable sorpresa conmigo, conozco todos los hechizos que usan y como neutralizarlos, su poder es ínfimo comparado con el mío… Pero no me puedo permitir el lujo de estar mirando hacia donde apuntar, porque cuando empiece, os aseguro que apunte donde apunte quien este allí morirá definitivamente y sin posibilidad de ser alzado de nuevo. Estoy acostumbrado a trabajar con Mina, ella es algo asumido y con quien no necesito pararme a pensar, por eso ella no corre el peligro que vosotras si correríais.

Al final fue la propia Mina quien zanjo la cuestión poniéndose en marcha e indicando a sus primas que se pusiesen de camino al barco de inmediato con Zoila y las demás, se despidió de Madara y los Nauruem poniéndose de inmediato a andar hacia el Sur, la seguí sonriendo, no me había engañado ni por un instante, Mina quería hablar… por eso fue tan drástica...

-      Dime la verdad Val, ¿lo del barco es para alejarme del Templo?

-      Si, para eso mismo, aunque también para que cierta persona que según creo está allí o debería de estar –señale hacia donde nos dirigíamos- no pueda huir de mi si se ponen mal las cosas. Tú aun no estas preparada para poder estar en el Templo, es muy peligroso para ti. Bástate saber que existen tres tipos de magia en este mundo, la magia humana, la magia Arcana, que es la fuente de ese halo que te rodea, y una tercera que llegado el momento te explicare, pero que ahora mismo conocerla solo complicaría más las cosas. Tu posees las tres, lo que podría desembocar en que adquirieses un poder más allá de lo que ahora puedas incluso soñar…

-      ¿Te refieres a esa especie de magia extraña que tú posees?, la que drenaron las esferas me refiero –la mire sorprendido.

-      Vaya… no lo esperaba… -admití.

-      No soy idiota Val, sé que en todo momento intentaste disfrazarla, pero cuando te interpusiste entre aquellas cosas y yo… bueno… sé que te drenaron muchísimo poder, algo colosal, no sé cómo puedes seguir vivo tras ello, pero también me di cuenta que ese poder no era como nada que yo hubiese visto… -miro al frente y susurro-, fue un poder que me dio miedo, te lo juro Val, me dio mucho miedo.

-      Pues ese es el poder que podrías alcanzar, o al menos unos muy similar a ese, pero si no estás preparada para ello, morirás, y aun estándolo, puede que también mueras por su causa… Pero ahora, tras el contacto que allí has tenido con él por culpa de las esferas, ya no tienes opciones Mina, antes o después tendrás que enfrentarlo, y tendrás que superarlo o morir. El Templo ahora mismo esta sumergido en él, lo último que te conviene es estar cerca o terminaras por ir por tu cuenta sin estar preparada y eso sería tu muerte.

-      Pero puedo irme yo, tu podrías qued…

-      No Mina, no puedo separarme de ti por muchos motivos, y ese es solo uno de ellos…

-      ¿Por qué mas entonces? –me sonrió

-      Bueno, quizá algún día te lo diga… o quizá no… -no pude evitar jugar con mis palabras.

-      Pues tu veras Val, pero te advierto que mi Matriarca tiene pensados media docena de candidatos a “esposo” –me dijo irónica.

-      Bueno, eso no es problema, sería cuestión de hablar con tu matriarca… ¿o crees que no me tomaría en serio si se lo digo? –le conteste sin poder evitarlo, también entre irónico y muy poco contento con saber eso.

-      Ya, ahora entiendo… -entorno los ojos pensativa, para luego abrirlos de golpe-, así que ellas si sabían quién eras, por eso toda aquella pantomima de mis ritos de magia y aceptar tan bien tus “sugerencias”… ¡¡¡¡TODO AQUELLO FUE COSA TUYA CACHO CABRÓN!!!!

No pude evitar dar una carrerita mientras Mina riéndose me perseguía con intención de sacudirme, aceptando de ese modo que sus sospechas al escucharme eran ciertas. No dejaba de asombrarme la aguda inteligencia de Mina, también el hecho tácito de que acabábamos de declararnos mutuamente de forma estúpida, y que de modo más estúpido aun, no había podido evitar hacerlo también a mi vez, y lo peor, que esa cosa en el estómago cuando dijo lo de los pretendientes, quizá fuesen eso que llaman celos y que ni recordaba como mierdas eran… Pensé que joder, un enredo más para acabar de arreglarlo… encima uno con algo que no terminaba de saber cómo tratar, mis sentimientos…

EPILOGO

No hubo mucha historia porque no estaba allí quien yo quería que estuviese, el puñetero Shargon. Había una veintena de Nigromantes, unos dos mil mercenarios y aproximadamente cien o doscientos cadáveres contra Mina y yo, algo muy desparejo en fuerzas. Lo primero evidentemente fue convocar a mis… “amigos”, que por cierto, Mina literalmente se cayó de culo al suelo cuando junto a nosotros vio aparecer a los “Khulgan”, especialmente a su gigantesco Jefe que se la quedó mirando fijamente… puede que fuese eso lo que la sobresalto de aquel modo, o quizá, el saludo en señal de respeto que recibió por parte de este, junto con un gutural “mi señora”…, y que, confesémoslo, también me sorprendió a mí, y mucho, creedme que sí.

Como digo hubo poca historia, en menos de veinte segundos los cadáveres volvían a ser cadáveres, eran veinte Nigromantes y para nueva sorpresa mía, no especialmente muy buenos que dijéramos, no como para todo lo que habían hecho contra los Nauruem. Además, lo cierto es que para esos pobres, enfrentarse contra alguien que llevaba dos mil años practicando esas artes, infinitamente más poderoso y que era muy, muy bueno con ellas, no es por echarme flores, pero diría que incluso “excepcionalmente bueno” en ellas, era un suicidio. Y esos tipos, creedme que dejaban muchísimo que desear, al punto de resultarme absolutamente patéticos como Nigromantes.

Cuando levantas un cadáver tienes que usar un conjuro para ello, pero un nigromante listo o que sepa lo que se hace, especialmente si se enfrenta a otro, debe de cubrir ese conjuro con protecciones, primero para evitar que puedan tomar el control de la “criatura” o como mínimo, para evitar que destrocen el conjuro revertiendo ese poder de nuevo hacia la fuente interna, lo que es muy desagradable y terriblemente doloroso ya que se podría decir que retorna un poder “corrompido”. Esto último fue justo lo que yo hice, desgraciadamente para ellos, primero no sabían que yo era Nigromante y segundo, a ninguno de los muy idiotas se les ocurrió cubrir sus conjuros, en este caso si podríamos decir, que su confianza o estupidez, en realidad, fue su perdición. De haberlos cubierto no es que algo hubiese cambiado realmente, pero quizá en lugar de veinte segundos, me hubiese llevado varios minutos deshacerme de esos “alzados”.

Los Nigromantes no sufrieron daños, todos ellos fueron capturados por orden mía por mis Khulgan y controlados por los magos de estos, luego los interrogue uno a uno mediante conjuros de lectura mental, tras ello y con sus metes destrozadas fueron decapitados por mis Guerreros. Los Mercenarios que aún quedaban vivos o heridos por orden mía fueron desmembrados o usados para su diversión hasta su muerte por los Khulgan, todo ante una Mina que me miraba hacer todo aquello con los labios apretados pero sin decir absolutamente nada de nada. Reconozco que me mostré especialmente despiadado y cruel ante ella, quería enseñarle cuanto antes mi peor cara, que viese al verdadero Vhaalzord, no a Val… Decidí que no deseaba que se llevase a engaño conmigo y mostrarme como era “realmente”. Y sinceramente, por cómo Mina me miraba, creo que eso es algo que conseguí completamente.

Averigüé varias cosas, confirmando mis sospechas sobre aquellas trazas en su magia que me preocuparon, empezando por el hecho de que esos cadáveres eran de esclavos y esclavas llevados específicamente para servir como sacrificios para Shargon. Después sobre esos sacrificios que este llevaba a cabo para conseguir poder y conocimientos, todo ello gracias a conjuros y hechizos que extraía de un extraño e inquietante libro que llevaba consigo. En este incluso había encontrado un modo de poder controlar de forma eficaz a los Damok… Cuando hice mis lecturas y vi esas ceremonias atraves de los ojos de los Nigromantes, no tuve problemas en reconocerlas o en darme cuenta de que era ese puto libro, ¡¡¡ese era el maldito libro de conjuros del “Dios Loco”!!!. De nuevo otra vez Z’mall, o el Dios Loco como yo le llamaba, uno de los más poderosos magos de la Raza Arcana, y no, no me había olvidado de él ni por un instante, tampoco de mis ansias de matarlo por lo que le hizo a mi esposa varios miles de años atrás… Quería destruir hasta la última brizna de su presencia sobre el mundo, especialmente esos malditos libros.

Pero ahora a diferencia de cuando el Libro de Rezos, tenía ciertas ventajas que no tenía antes, ahora sabía que no era un Dios real, sino solo un mago Arcano, muy poderoso, pero Mortal, tan mortal su cuerpo en ese mundo al que escaparon huyendo de los Dragones como sus restos dejados aquí, en este, eso era especialmente asi ante mi… Ahora yo tenía el poder de Nakriss tras de mí, lo que era mucho más que su magia netamente Arcana… Mis siguientes pasos estaban claros, primero dar con Shargon y los Nigromantes que marcharon con él para matarlos a todos, luego hacerme con el libro, intentar recuperar el otro, el Libro de Rezos del Culto del Dios y destruir ambos para siempre usando el poder de Nakriss.

Lo sabía, en cuanto sentí la podredumbre de Shargon supe en lo más profundo de mi alma que el muy cabrón había retornado de algún modo, y resulta que era por culpa de ese maldito libro, que llevaba impregnado su poder, sus conocimientos, su ambición, su arrogancia y finalmente, su maldad. Por primera vez, me daba cuenta de que quizá tuviese los medios necesarios en mis manos para poder destruir de forma definitiva hasta el último rastro de su paso por este mundo… Además contaba con aliados poderosos que los que confiar para ello y que podrían ayudarme a conseguirlo, como Mina y sobretodo, Amaratha.

No hacía falta ser un lince para saber que quería Shargon del Templo, era la llave para alcanzar el poder de los Arcanos o quizá solo quisiese llegar a aquel sitio donde se autoexiliaron para tratar con los demás magos de esa raza. No sabría decir de momento si era para ir a su mundo, o para intentar obtener su poder, pero en ninguno de ambos casos me gustaba la idea. Shargon se había marchado según vi en las mentes de los otros nigromantes tan solo dos días antes de atacarles nosotros junto con los mejores Nigromantes de los que disponía, lo cierto es que me pareció que lo hacía de forma muy apresurada, a la carrera… algo extremadamente sospechoso para mi gusto, había algo que se me escapaba en todo esto, pero ni por asomo podía en esos instantes imaginarme la verdad. Mi primera prioridad, incluso antes que el empezar con el entrenamiento de Mina para alcanzar a ser una Shaddin-Nur, iba a ser darles caza…

Había tenido tiempo para reflexionar sobre el Templo y los últimos acontecimientos en él, empezaba a tener ciertas ideas o sospechas, cada vez me parecía más una especie de herramienta mágica de algún tipo que ninguna otra cosa, pero una herramienta que muy posiblemente fuese capaz de autodefenderse por sí misma de quien no debía de estar allí, y Shargon de todas, todas, entraba en la categoría de “ese alguien”. Casi diría que a los Nauruem o quizá solo a determinados de ellos los toleraba en aquella zona en que andaban, pero no más allá de eso, a mí sin embargo, sí que diría que me “aceptaba” hasta cierto punto al igual que a Mina, pero eso era algo que no podría definir aún… Lo único cierto es que todo lo relacionado con el Templo era “extraño”, y que Mina no podía regresar allí de ninguna manera hasta que pudiese controlar sus “nuevos poderes” que me iba a ver obligado a despertar en ella… Quisiese ella, me gustase a mi o no… al final ya no teníamos opción con ello, Mina necesitaba, le era vital, adquirir el poder de Nakriss y convertirse en una Shaddin-Nur o morir intentándolo.

Partimos tal y como había previsto desde aquella costa, era evidente que todas y cada una de las Talkinq presentes en el barco sabían quién era yo, más que nada por los primeros días, en que cada vez que me dirigía a una para algo, primero respingaban, luego se ponían pálidas como muertas y después me contestaban tartamudeando… excepto Mina claro, que solo sabía pegarme gritos cuando no contestaba a sus preguntas… Creo que eso de preguntarme y que solo le dijese que “las respuestas cuando estemos a solas”, no le gustaba mucho que dijéramos, sumado a lo de ser Vhaalzord y estar a su lado todo el tiempo, pues imaginaos, incluso más de una vez hizo aparición su halo rojizo ante mis respuestas, como imaginareis, me alegre infinito de haber conseguido que aprendiese algo de mí “autocontrol” durante nuestros viajes… Mediante varios Halcones Azules logré localizar el barco de Shargon, su dirección y donde atraco… luego… bueno, luego confieso que perdí a Shargon y sus hombres, pero al menos teníamos un punto desde el que comenzar a buscarlo… a él, y más importante aún incluso, al libro.

Los Nauruen reafirmaron sus compromisos conmigo, además de conceder a la Capitana Zoila la posibilidad de negociar con ellos en exclusividad, usando para ello la ensenada que yo le había enseñado. Cuando le hicieron la oferta a Zoila, tuve uno de mis famosos presentimientos y apoye el trato usando con ambos toda mi “influencia”, supe que esa oferta y la aceptación de la Capitana, de algún modo, sería importante para mi futuro, aunque no sabía o podía siquiera imaginar cómo, o de qué forma.

FIN

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El tamaño importa - 11 (Final)

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