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Los secretos de la familia Martínez (capítulo 3)

en Hetero: General

[RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS ANTERIORES: Tras una noche en un Club nocturno en la que yo y tres amigos más mantuvimos relaciones con una mujer, descubro por cosas del destino que aquella mujer es la madre de Lourdes Martínez, una compañera de clase. Tras descubrirlo estando cara a cara, se ofrece para llevarme a casa, pero por el camino tengo otros planes. Ella me la chupa en su coche y me hace prometer que la dejaré en paz. Con esas palabras me deja en mi portal, y yo me quedo allí parado pensando que no volveré a verla…]

No sabía que hacer. Tan solo la había visto dos veces, pero la madre de Lourdes Martínez ya me había dejado embobado. Pensé en irme a dormir pronto para no pensar más en el asunto, pero di vueltas y vueltas meditando y decidí acabar en el ordenador, como muchas veces.

-(*)Lourdes(*) dice: ¡Hola! =)

¿Lourdes conectada? Es cierto, me lo pidió para el dichoso trabajo. Trabajo que, por cierto, estaba haciendo casi todo ella y sin quejarse…

-Marty_McFly dice: Hola Lourdes.

-(*)Lourdes(*) dice: ¿Qué tal? ¿Has llegado bien a casa?

-Marty_McFly dice: Sí, muy bien, gracias. Dale las gracias a tu madre de mi parte también, por favor.

-(*)Lourdes(*) dice: De nada^^. Aunque siento que se haya perdido un poco…

-Marty_McFly dice: Ah, sí… no importa, tranquila.

-(*)Lourdes(*) dice: Había una cosa que quería preguntarte, pero me da un poco de vergüenza decírtelo cara a cara… es una tontería, te aviso.

Eso si podía ser. Con lo tímida que era, aunque muy simpática, debía tener vergüenza.

-Marty_McFly dice: A mí me ha entrado la curiosidad (jaja)… Pero no hace falta que te sientas obligada a decir nada.

-(*)Lourdes(*) dice: Bueno… Vamos a tener una boda la semana que viene, y no pensaba ir con nadie… Mis padres me lo dijeron hace tiempo, y como mañana tenemos ya que confirmar seguro… Si quieres y te apetece puedes venir conmigo.

-Marty_McFly dice: ¿Y a tu madre no le importará?

-(*)Lourdes(*) dice: ¡Qué va! Si me lo dijeron ellos… Pero si no quieres tampoco pasa nada…

-Marty_McFly dice: Claro que sí. Por mí perfecto.

-(*)Lourdes(*) dice: Vale, genial^^. Mañana lo hablaremos, que me voy a dormir. Un beso, ¡buenas noches!

-Marty_McFly dice: Nanit, un besito.

Aquella era la oportunidad que había esperado, y no pensaba renunciar aunque me lo dijeran. Las cosas habían venido sobre ruedas, casi habían salido perfectas. Me fui a dormir pensando en lo que podía pasar, casi dándome palmaditas en la espalda…

El sábado se casó la prima de Lourdes. El sitio que eligieron para hacer el banquete fue muy elegante, además de haber escogido anteriormente una iglesia que, aunque adecuada, estaba lejana y con difícil acceso.

Poco pude hablar con la señora Martínez, pero en cambio estaba con Lourdes, ya que apenas había jóvenes en esa boda. Cada vez que la veía me iba pareciendo más guapa, iba muy arreglada para esa boda y el escote no pasaba desapercibido; aunque miraba más a su madre, con ese vestido azul que le quedaba fantásticamente.

-Es un sitio muy bonito, ¿no te parece?-me preguntó Lourdes.

-Sí… aunque un poco apartado. Llegar por esa carretera llena de curvas ha hecho que me marease.

Al ver y apreciar sus risas sentí como Lourdes había pasado desapercibida para mí durante… ¿cuánto tiempo? Aseguraría que ya estaba conmigo en 1ro de ESO y ahora… habían pasado muchos años, todos los de la Secundaria de hecho, y no recordaba haber hablado tanto con ella nunca. Mis recuerdos eran muy vagos… esa exposición que hizo en Tecnología…aquel examen de Sociales… ¿no había ganado un premio en Prosa? Creo que sí…

Comparado con el viaje de ida, el desplazarse hasta el lugar del banquete fue un paseo. No pude evitar mirar con cierta admiración lo caro y distinguido que parecía el sitio.

Fue al entrar y antes de que comiéramos cuando aproveché un segundo para acercarme a la Señora Martínez, Noemí, camuflándome entre la gente y acercándome hasta el rincón donde estaba ella.

-No te estoy persiguiendo. Únicamente he venido con Lourdes.

-Lo sé, ella me lo dijo. Cuando comentó que al final iba a venir con un amigo pensé que ibas a ser tú, aunque no estaba del todo segura.

-¿Y por qué no le dijiste nada si sabías que iba a venir?

-No eres una mala influencia. Atribuyo tu interés por verme a un arrebato infantil. Eso es todo.

-Vaya, qué halagador…

-No te ofendas. Simplemente lo que pasó fue casualidad y ya está. No hay que darle más vueltas.

-¿Por qué? ¿Por qué lo haces?

-Quedamos en que no habrían preguntas.

-No, tú quedaste en que no habrían preguntas. Yo prometí no decirle nada a Lourdes, y vuelvo a prometer que no le diré ni una palabra. Pero quiero estar contigo.

-No empieces. Te comportas como un crío cuando dices eso.

La desfilada de la gente hacia el comedor indicó que nuestra conversación había acabado. No se giró para decirme adiós ni para mirarme, sólo me dejó con la palabra en la boca y se fue a su mesa. Me prometí que eso no iba a quedar así.

-Eo, ¿dónde estabas?

-¡Lourdes!

-Ven, que te han puesto a mi lado.

Resultó que aquella mesa estaba  compuesta por gente que ni conocía y con la cual Lourdes poco se hablaba, así que una vez más fuimos ambos los que estuvimos medio aislados.

-Hoy estás muy guapa- le dije sin pensarlo.

-Gracias… tú también.

No sé por qué le dije eso, aunque si era cierto que iba muy guapa. Ese escote no pasaba desapercibido aunque quisieses, otra cosa es que alguien pretendiese aguantarle la mirada…

Tras un banquete, un par de copas de inocente cava y el postre en último lugar, la gente empezó a desfilar de nuevo, pero esta vez para ponerse a bailar.

-¿Quieres dar un paseo?

-Por supuesto.

Poco a poco fuimos dejando las primeras cercanías con parejas y grupos para ir más allá, perdidos entre árboles y naturaleza. Me parecía un buen sitio para celebrar un banquete, pero elegir ese lugar también me hacía recordar lo que debía costar…

-Martín… ¿yo no te gusto?

Ante no saber que responder, elegí la peor respuesta sin saberlo: el silencio.

-No importa. Sé que no te gusto…

-Pero si le gustas a mucha gente. Eres simpática, divertida y además eres muy guapa; vas a tener a muchos tíos detrás, ya lo verás.

-Ya… Está bien.

-Lo digo en serio.

-Si es verdad lo que dices, ¿por qué no me besas?

Y no la besé. Me besó ella a mí. No era un mal beso, ponía una pasión admirable, pero no sentí aquello que tenía que sentir.

-Lo siento… es mi primer beso…

Quiso intentarlo otra vez, abrazándome y besándome, poniendo la vida en ello. Poco a poco nos fuimos moviendo, casi sin darnos cuenta, hasta que un árbol nos detuvo.

Fue ella quien me llevó al suelo, la que no me soltaba. Yo no hice esfuerzos para irme; aunque no estaba enamorado podía reconocer que esa Lourdes Martínez era una que no me había molestado en conocer.

Fui subiendo mi mano por su pierna, por debajo del vestido, acariciándola, e incluso notando que estaba algo fría.

-Soy… virgen…

-Lo siento, pensaba que tú… querías…

-¿No quieres hacer el amor conmigo?

¡Pero si era Lourdes! Ya no sabía como estaba mi relación con ella…

-Porque yo sí quiero hacerlo contigo…-siguió ella.

No pude parar de besarla y de tocarla por debajo del vestido, llegando hasta lo más íntimo de su ser. Percibí el momento en que le acaricié con el dedo la raja de la vagina por encima de la ropa interior, suavemente. Paró una décima de segundo y regresó a mi boca.

Sabíamos que no había nadie, y si hubiese habido alguien tampoco creo que hubiese importado. Ella se saltó todas las paradas de mi cuerpo y fue a parar directamente a mi miembro, que ya se había puesto duro sólo por el hecho de haberle tocado el coño.

La ayudé desabrochándome el cinturón para que me bajara los pantalones y pudiese seguir tocándomela, lo que hizo a la perfección. Desconocía donde lo habría visto, pero tenía un estilo para masturbar que me gustaba mucho.

Volví a tocarla y noté como la ropa interior se le pegaba ligeramente a la piel, como Lourdes se empezaba a humedecer, cosa que me encantaba. Quise jugar con ella, pasar los dedos por debajo y estar en contacto directo con su intimidad. No sé por qué, pero no imaginaba a Lourdes depilada en esa zona. Dejé sus labios para dedicarme a su cuello, con esa piel tan sensible que tenía y que hacía que saltara al más leve roce.

-Eso….el cuello…-me gemía ella.

Me sentí descontrolado, no podía parar de morder de forma cariñosa aquel cuello y escasamente me acordaba de seguir tocándole su parte húmeda. Sentir los gemidos a flor de piel tan sólo hacían que animarme, no podía parar.

Pero paró. Lourdes me apartó con una mano, preocupada por algo en lo que yo no había caído.

-¿Llevas protección?

-No…maldita sea…

Bajándose el vestido de nuevo, se incorporó apoyada en un brazo.

-¿Y qué vamos a hacer?

-No… no lo sé… Yo… no quiero que te ofendas, pero me tienes encendido y…durante toda la noche…no…yo no…

-¿Qué quieres decir?

-Que…que no he parado de mirarte los pechos en toda la noche, e incluso el otro día en tu casa, con aquella camiseta azul que llevabas que…te los marcaban tanto y, poder tenerlos… Son preciosos. Pero no quiero ser el único que….ya sabes…

-No te preocupes.

Entendí con su mirada que si yo gozaba y disfrutaba de ella de alguna manera tendría que devolverle el favor. No sabía lo que estaba pensando, pero creía que algo tenía en mente.

-Ayúdame a bajar la cremallera del vestido, por favor.

Y por un segundo pensé en su madre con aquel pelo y aquel gesto que hacía para echárselo todo a un solo lado. Eran iguales pero diferentes.

Al ver sus tetas desnudas noté que eran incluso más grandes de lo que había creído en un principio.

-¿Tengo que estirarme?

-Cómo estés más cómoda. Puedes quedarte agachada de rodillas.

Ambos semidesnudos y mirándonos a los ojos. Si me hubiesen dicho que iba a ser Lourdes no me lo hubiese creído.

Sabía de qué iba el asunto. Me pidió que me acercara y me sacudió el pene levemente, para ponerlo más duro de lo que ya estaba. Cuando agarró sus pechos y enterró con ellos mi miembro, lo primero que hizo fue quedarse quieta y mirarme de nuevo.

-Si no lo hago bien me lo dices.

Metí el pene entre sus pechos otra vez, moviéndolo primero sin manos, y con ella intentando apretárselas. Sentía el contacto, esa piel levemente fría con la mía que estaba ardiendo; con ella sentía un ardor diferente, un placer constante que se mantenía al mismo nivel y que aumentaba cuando se movía entre aquellos pechos perfectos.

Queriendo marcar el movimiento, apresé el pene en mi mano para luego dejar simplemente un par de dedos que diesen apoyo a la base y poder seguir.

Lo hacía suavemente, no quería precipitarme o dañarlo todo por el hecho tonto de hacerme daño allí abajo. Nadie se había lubricado, pero observaba el fino hilo que nacía de la punta de mi órgano para engancharse con gracia en sus tetas.

Notaba todo el esplendor aplastándome y me gustaba. Me olvidé de cómo se debía sentir Lourdes, me perdí en los caminos de las deleitaciones y me preocupé de mi placer propio. No pude evitarlo.

-¿Lo hago bien? ¿Así te gusta?

-Sí…sí…

Puede que fuese una tontería, pero aquellos arranques me mataban de placer. Verle los pechos a Lourdes… era casi un capricho que se había alimentado día a día, que había dejado que creciese en mi mente, sin pararlo, sin aparcarlo a un lado y decir basta; había dejado que siguiese creciendo y creciendo, convirtiéndose las miradas disimuladas en contemplaciones descaradas hacia sus atributos.

-Sigue…lo haces muy bien…

Miré a Lourdes con la boca medio abierta. Con la luz de la luna nunca había estado tan preciosa. Era ligeramente clara, pero aunque suene raro esa luz era la que bañaba su piel de una pureza blanca.

-¿Te gusta?

-Sí…

-¿Te gusta?

-Sí…me gusta mucho…

-¿Te gusto yo?-preguntó ella para volver a dejar florecer el parecido con su madre.

-Sí…me gustas mucho…me gustas…eres preciosa Lourdes…

Y lo sentía. Me parecía preciosa en aquel momento y no podía negarlo. Poco a poco su piel se fue calentando con la mía, los escasos roces que tuvieron mis piernas con sus pezones me dejaron una sensación de acaloramiento desmesurada.

Ardía y ardía. Esa tontería inicial fue algo que al final se mantuvo en mi mente mucho tiempo.

-Lourdes…voy a terminar…

Sin descanso se echó a un lado y siguió masturbándome con esa manera tan especial que tenía de hacerlo. Suspiré como pude mientras el semen seguía cayendo al verde césped, mientras alcanzaba mi apogeo gracias a esos pechos y esa mano que no se cansaba nunca.

Cogerle la mano que me la sostenía fue mi manera de decir basta. Tuve que dedicarme unos veinte segundos a descansar y pensar en lo que había conseguido.

Por una extraña razón, ambos sentimos el impulso de volver a ponernos nuestras ropas desordenadas y taparnos.

-Lourdes…nunca había hecho eso…para mí ha sido perfecto. Quiero que tú sientas que te lo he recompensado.

-¿Crees que…? No sé mucho sobre este tema, no sé si tú…

-Sí, puedo. Puedo ir a buscar un condón.

-No, quédate aquí por favor. Yo iré a buscarlo.

Tras volverle a subir la cremallera del vestido, se fue con un paso ligero hasta que la perdí de vista, y finalmente dejé de oírla.

Mi sangre se congeló cuando sentí pasos pero que venían de otro sitio. Dudaba que Lourdes hubiese tardado tan poco, y tenía cierto temor a que alguien me viese allí.

-¿Dónde está Lourdes?

Observé a esa persona aún en cierta oscuridad, pero esa voz… esa voz la podía reconocer aunque hubiese estado en un comedor con un enorme griterío.

-Me he dado cuenta de que ninguno de los dos estaba bailando.

En efecto, allí delante estaba plantada su madre preguntando por su hija. Sudé pensando en cuanto tiempo debía hacer que nos observaba, y los nervios evitaban que me fijara en el detalle de la pregunta que delataba mi estupidez.

-¿Dónde está Lourdes?-repitió tranquilamente.

-Ha ido al lavabo. Estábamos charlando.

-¿De qué hablabais?

-Del…del instituto…

-¿Habéis hecho algo?

-No…claro que no…

-Mírame a los ojos y prométeme que no habéis tenido relaciones.

-Te prometo-dije clavándole la mirada-que no hemos hecho el amor.

-No lo hagas.

-Pero…

-No. No lo hagas. Dejarás que se marche.

-No pretendo tirármela sin más.

-Deja que se vaya… y volveré a darte otra noche, tú y yo…solos.

¿Por qué tenía ella ese interés en que la dejase? ¿Y yo? ¿Pensaba hacerlo?

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