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Vamos a la playa

en Sexo Anal

Tras el divorcio mi madre se quedó destrozada. Por eso, mi padre tuvo la feliz idea de que pasase el verano con ella en la casa de la playa en la que solíamos veranear todos los años.

De joven mi madre había sido una muchachita perseguida por todos, pero ahora las cosas eran diferentes. Parecía que ya no era la rubita y encantadora chica que volvía locos a los chicos. Y aunque no me hacía mucha ilusión el plan que me había propuesto mi padre para deshacerse de mí y poder irse con su nueva novia de vacaciones tuve que aceptar.

Y así es como acabé con mi madre en la casa de Castelldefels, a las afueras de Barcelona.

Oriol y Joan, dos amigos de clase, venían aquel día para que pasáramos el día en la playa, pero como de costumbre llegaban tarde. Desde que los conozco no han sido ni una sola vez puntuales.

-¿No les habrá pasado algo? Deberías llamarlos.

-Estarán al caer. Tú no te preocupes, vete tranquila mamá.

Nada me apetecía menos que tener que aguantar a mi madre delante de mis amigos, intentaba aprovechar la oportunidad para echarla antes de que llegasen.

-Míralos, ahí vienen.

Con paso lento pero decidido, Joan y Oriol se acercaban por la calle.

-Anda que... vaya horas.

-¡Buenos días!

-El tren, que ha tenido un retraso...-se excusó Joan.

-¿A qué playa vais? Subid, que os llevo-propuso mi madre.

-Que no, si está aquí al lado. Podemos ir a pie.

-Perdona hijo...-dijo mi madre avergonzada.

-Bueno, total... Hemos caminado mucho, así descansamos-contestó Oriol, que cada vez que hablaba tardaba dos horas en decir su frase.

-¿Que habéis caminado mucho? ¡Si vinistéis en tren!

-Desde la estación... Con este calor cien metros parecen cien kilómetros.

-Bueno, no importa. Está claro que Manuel no quiere que os lleve. Pasadlo bien chicos. ¿Tienes dinero?-dijo mi madre buscando la cartera en su bolso.

Mis amigos se miraban el uno al otro, pensando sin duda en lo grosero que estaba siendo con mi madre.

-Vaaale... llévanos-dije por querer quedar bien.

-¡Perfecto! Subid chicos, nos vamos a la playa.

Yo tenía razón, la playa estaba a cinco minutos y podríamos haber ido andando. Llegamos enseguida. Por la cantidad de gente y de coches mi madre tuvo que estacionar porque no había sitio para aparcar.

-Ui cómo se ha puesto esto...

-Parece que todo el mundo ha pensado en venir a esta playa...

Todo estaba llenísimo, pero con tal de deshacerme de mi madre yo haría lo que fuese. Tendría que conformarme.

-Da igual, ya encontraremos algún hueco. Vamos.

-Pasadlo bien chicos, disfrutad del sol.

-¿Y usted a dónde va señora?-le preguntó Joan.

-Yo me voy a una playa de por aquí. Está un poquito más lejos pero me gusta ir a esa.

-¿Y por qué no vamos a esa, muchachos?-preguntó Joan mirándome.

-¿Para qué? Si ya estamos aquí...

-Sí, pero hay mucha gente...

-¡Es una puta playa, siempre hay gente!

-Para empezar no hables así a tus amigos-me regañó mi madre.

-Perdona...

-Además, no creo que esa playa os fuese a gustar.

-¿Por qué no? Seguro que está más vacía...

-Es un poco... privada. Yo voy porque soy socia VIP-rió a la vez que guiñaba un ojo.

El único al que no le hizo gracia la broma fue a mí.

-Bueno... ¿nos vamos a esa playa entonces?

-Por mí no hay problema. Si no os importa ir otro rato en coche, claro.

Tras unos veinte minutos llegamos a una playa que a simple vista parecía totalmente desierta. Incluso el agua parecía más limpia.

-Vaya diferencia...

-No sé por qué hemos dudado, debimos venir aquí desde el principio.

Yo sabía que ahora tendría que pasar el día con mi madre. Mi plan era darle esquinazo en cuanto pudiese.

Al avanzar algunos metros vimos a una pareja de ancianos que tomaba el sol, completamente desnudos.

-Mamá, ¿es una playa nudista?

-No tenéis por qué quitaros el bañador.

Lo sorprendente fue que a Oriol y a Joan no les alarmó mucho, el cortado era yo.

Dejé que ambos avanzaran unos metros para poder coger a mi madre del brazo y detenernos.

-Mamá, ¿se puede saber qué haces? Tendrías que haberme dicho que era una playa nudista.

-Hijo... es que como os habéis empeñado en venir... Pero bueno, ya da igual. Total, casi no hay nadie.

-Están ellos-dije señalando a mis amigos-y eso es suficiente. Si dependiera de mí nunca vendría a una playa nudista. Nunca lo he hecho y nunca lo haré.

-Mm... no estés tan seguro. Debes saber que con tu padre vinimos más de una vez, pero eras tan pequeño... que ni te debes acordar de nada.

-No... no importa. Vamos, vete.

-Pues lo siento mucho hijo, pero no me pienso ir a ningún lado. Si vosotros queréis ir por vuestra cuenta vale, pero yo no pienso marcharme a ningún sitio.

A regañadientes estendí mi toalla al lado de la de Oriol, a quien no parecía importarle lo más mínimo estar en esa playa.

Me sorprendió más, sin embargo, lo que dijo Joan tras estar dos minutos al sol.

-Buf, qué calor hace... Estoy por quitarme el bañador.

-Pues aquí nadie te va a mirar mal, nadie te va a decir nada-respondió mi madre.

-Yo sí-le dijo Oriol, provocando la risa de mi madre.

-De verdad, si tienes calor quítatelo.

Joan dudó unos segundos antes de deshacer el nudo de su bañador azul y quitárselo hasta quedarse completamente desnudo.

Me sentía doblemente herido: por un lado acababa de comprobar que Joan tenía la polla más grande que yo, y por el otro mi madre no había perdido detalle de la polla de mi amigo, aunque hay que decir que logró disimularlo bastante bien.

-Vaya cambio...

-¿Sí o qué?-preguntó Oriol.

-Ya ves...

-Estoy por probarlo.

-Adelante-le animó mi madre.

Oriol dudó menos, se lo quitó rápidamente y se puso las manos detrás de la nuca.

-Esto es vida.

-Anda que...-siguió Joan-nosotros aquí desnudos y la única que suele venir está todavía vestida.

-¿Yo? No me he quitado nada porque mi hijo no me volvería a hablar si lo hago.

-Eso no es verdad-reproché.

-¿No?

-No-dije poco convencido.

-Mejor, porque estaba deseando quitarme este maldito sujetador.

Sin esfuerzo, mamá se quitó la parte de arriba del bikini, dejando sus tetas al aire. Los tres nos quedamos con la boca abierta, aunque cada uno a su manera. Mamá tenía unas tetas grandes y redondas que bien habrían podido estar rellenas de leche o ser unas tetas de una mujer embarazada.

-Joan cariño, mi crema está en mi mochila negra, ¿me la pasas?

-Como no... Aquí tiene...tienes.

-Gracias cielo.

Mamá se pusó un generoso y abundante montón de crema en las manos y luego se embadurnó los brazos sin que nadie dijera nada aún.

Oriol tenía una fijación con el lunar que mamá tenía en el pecho izquierdo, y Joan la miraba y le sonreía porque sabía que ella haría lo mismo.

-Bueno, ¿qué, pensáis quedaros ahí todo el día o alguien se va a dar un chapuzón?

Mamá se levantó casi de un salto. En diez minutos que llevábamos ahí su bikini estilo tanga de veinticinco euros ya había encogido una barbaridad.

-¿Quién viene?

-Yo voy.

-Y yo.

-¿Manu?-me preguntaron.

-Paso. Me quedo aquí.

Sin insistir mi madre y mis dos amigos desaparecieron, dos hombres desnudos y una mujer en tanga. Apenas entrar en el agua vi cómo se reían y se quejaban de que el agua estaba fría. Mi madre se sumergió completamente y los dos chicos hicieron lo mismo. No volvieron a salir hasta veinte segundos después. Peinándose el pelo mamá echó accidentalmente agua encima de Joan, y este se la devolvió tirándole agua salada a la cara.

Oriol se tapó la boca viendo la escena, y como reacción mi madre trató de hundirlo inútilmente en el agua.

Así comenzo un tonteo que duró varios minutos entre mi madre y mis dos amigos.

Al salir mi madre del agua, Joan y Oriol se juntaron, comentaron algo y luego se fueron cada uno por su lado a nadar.

Mamá aterrizó instantes después en la toalla de al lado.

-¡El agua está riquísima! ¡Tienes que probarla!

-¿Si, verdad? Parece que el mar no era lo único que te gustaba.

-¿A qué te refieres?

-Sabes muy bien de que hablo.

-Pues no, no lo sé. Lo que sí sé es que no me gusta ese tono en el que hablas últimamente.

Joan y Oriol llegaron antes de que pudiese decir nada. La polla de Joan había disminuido visiblemente de tamaño por el frío. Incluso diría que me sentí triunfante porque ahora la mia era más grande.

-Apetece tomar algo fresquito, ¿no?-sugirió Joan.

-Oye, pues me parece una buena idea. ¿Vamos a buscar unos mojitos?

-Estaría genial.

-¿Quién me acompaña?-preguntó mamá.

-Yo voy-dijo Joan-¿Me dejarán ir así?

-Claro, hay un chiringuito por aquí que es para nudistas.

-Pues vamos.

Mamá y Joan desaparecieron y no volvieron hasta casi cuarenta minutos después con un mojito en la mano cada uno y entre risas. Mi madre especialmente se partía con lo que le contaba Joan. El desgraciado volvía a tener la polla igual de grande.

-¿Por qué habéis tardado tanto?

-Como no había mucha gente le he invitado y nos hemos quedado tomando algo.

Cuando Joan vio la expresión de mi cara se le borró la sonrisa de golpe.

No duramos mucho más en la playa, aunque el plan inicial era pasar gran parte del día allí.

-¿Queréis que os prepare algo en casa o compramos algo así en plan rápido?

-Yo voto por comprar algo.

-Sí, no te molestes... Cocinar ahora... buf, qué palo...

-Vámonos entonces.

Acabamos comprando en un burguer abarrotado de gente, y comimos en la terraza de casa.

-Estoy tan lleno que... Qué bien me vendría ahora una siesta-opinó Joan.

-Duerme si quieres-exclamó mi madre-Puedes ir a mi cama.

-¿De verdad?

-Por supuesto cielo.

-Pues creo que voy a aprovechar.

-Ven, te enseño donde está.

Mi madre y Joan entraron en casa mientras Oriol seguía devorando su helado de nata y vainilla.

-Tío, voy al lavabo-le dije sin que me hiciera caso.

Mi intención, por supuesto, no era otra que seguir a Joan y a mi madre hasta el dormitorio y ver cómo actuaban a solas.

-Mira, échate aquí cariño.

-Gracias Marta.

Mi madre le sonrió, y le volvió a acomodar la almohada.

-¿Necesitas algo más?

-No, todo está estupendo. Muchas gracias.

-Vale cariño. Ponte cómodo.

-En mi casa duermo desnudo, pero claro...

Me dieron ganas de salir y darle un puñetazo, pero seguí escondido tras la puerta.

-Quítate la ropa si quieres. Yo no tengo ningún problema.

-¿De verdad? Es que así estoy mucho más...

Joan empezó a desnudarse sin acabar la frase. Mi madre lo miraba quitándose la camiseta, y luego no se cortó cuando Joan se bajó el bañador y dejó al aire su polla.

-Si luego después de la siesta quieres darte una ducha tengo un lavabo incorporado a la habitación.

-Gracias, eres muy amable.

-Dulces sueños.

Al ver que mi madre venía bajé las escaleras corriendo hasta reunirme con Oriol. Mamá apareció segundos después en la terraza.

-Oriol, si tú quieres dormir también tenemos otro cuarto, el de invitados.

-Sí, quizá vaya en breve.

-Pues yo sí que voy a ir a dormir un rato-dije.

Me fui a mi habitación a dormir, y no supe cuanto rato pasó, pero al levantarme oí unas risas que venían del cuarto de mi madre.

Primero a paso lento y luego rápido me fui al cuarto de mi madre y la encontré sentada en su cama, con el mismo bikini con el que había ido a la playa. Joan seguía estirado, completamente desnudo. Oriol estaba sentado en una silla, y almenos llevaba puesto el bañador.

-Hola cariño, te esperábamos para tomar algo.

-Sí, será mejor que bajemos, que Joan y Oriol pronto se tendrán que ir.

-¿Tan tarde?

-¿Pero qué hora es? ¿Cuánto rato he estado durmiendo?

-Pues no sé, unas horas... Son las once de la noche. Pero estabas tan mono dormidito.

Se me congeló la sangre. ¿Qué habría pasado mientras dormía?

-Me ha dado tiempo de hacer la siesta, dormir, ducharme, comer, tomar algo... ¡Eres un dormilón tío!

-¿Por qué no os quedáis a dormir?-dijo mi madre de repente.

-Los estarán esperando, mamá. Que se vayan a la estación.

-A mí no me espera nadie...-dijo Oriol con su característica parsimonia.

-Si no os importa...-señaló Joan.

-¿Tú estás tonto? Exigo que os quedéis a hacernos compañía.

-Pues contra eso no podemos competir-bromeó Joan-Entonces decidido, nos quedamos.

-Voy a por sábanas.

Seguí a mi madre hasta el armario del pasillo, intentando persuadirla para que los echara.

-Mamá, ¿crees que ha sido una buena idea?

-No me gusta que trates con tan poca hospitalidad a tus amigos.

-No es eso...

-No me discutas. Toma, llévale esto a tu amigo. Y alegra esa cara, eh. Venga, vamos a tomar algo abajo.

Al llevarle las sábanas a Joan lo vi vistiéndose, y pensé que porfin había entrado en razón. Nada más lejos de la realidad.

-Manu... no sé cómo decirte esto.

-¿El qué?

-Es sobre tu madre.

-¿Qué pasa?

-Tío, es que...

-¿Es que qué?

-Que me gusta un montón.

-¿Perdona?

-Pues sí, que me gusta tu madre. Nos hemos pasado la tarde hablando y no sé... no es como las otras niñatas, ¿sabes? Me gusta de verdad. Ha sido como un flechazo.

-Y una mierda, tú lo que quieres es otra cosa.

-¿Te crees que si hubiese querido no lo hubiese hecho? Vamos...

-Hijo de puta.

-Mira, enfádate si quieres, pero te estoy diciendo la verdad. Me estoy enamorando de tu madre.

-Como la toques...

-Pero Manu...

-Ni Manu ni ostias.

Salí de allí enfadado, tan enfadado que no vi que Oriol estaba en el pasillo y choque contra él, tumbándolo al suelo.

-Quítate de en medio imbécil.

-Pero Manu tío... ¿qué te pasa? Nunca te había visto así.

-El gilipollas de Joan, que... bah, da igual.

-¿Pero qué pasa? Bueno, yo no venía a eso. Venía a hablar contigo.

-¿Qué quieres?

-Creo que deberías tratar mejor a tu madre. Es muy especial.

-¿Es una broma?

-Joan y yo hemos estado hablando con ella, sobretodo de ti.

-¿Qué te ha dicho?

-Eso es mejor que te lo diga ella, ¿comprendes?

-Chicos, ¿bajáis?-pregunto mi madre desde la planta baja.

Y al cabo de cinco minutos estábamos los cuatro sentados en el sofá del salón y bebiendo margaritas caseros. No podía más con la situación: cada risa de mi madre era una tortura, cada mirada de Joan a su escote, cada repaso que le daba Oriol... No podía más.

-Me voy a la cama. No me encuentro del todo bien.

-¿Qué te pasa cariño?

-Estoy un poco mareado, eso es todo. Se me pasará.

-¿Quieres una pastilla?

-No hace falta... buenas noches.

-¿Seguro?-dijo mi madre medio levantándose.

-Seguro...

Me arrastré por las escaleras hasta mi habitación. Ojalá nunca hubiese invitado a esos capullos a mi casa. Pasé veinte minutos maldiciéndolos hasta que salí otra vez. Bajé sin hacer ruido. Sin duda los tres seguían en el sofá, hablando, pero esta vez de un tema diferente. Me escondí detrás de la pared para escucharlos.

-¿Y entonces vosotros ya habéis probado el sexo?

-Hace cuatro años la primera vez.

-Yo igual.

-Bueno, bueno... ¡cómo ha cambiado la historia! Cuando yo era joven nadie hacía nada. Yo misma no hice nada hasta que me casé. Vosotros ya habréis hecho de todo...

-Todo, todo... no.

-Pero ya sabéis para qué sirve un coño. Y eso ya es mucho.

-Yo no lo sé-bromeó Oriol.

Los tres rieron a la vez, y mamá decidió seguir con la broma.

-Pues verás... una mujer tiene tres agujeros: la boca, el coño y el culo. El coño sirve para que le den placer, y es por donde el hombre puede meter la polla.

-¿No la puede meter en ningún sitio más?-preguntó Joan más serio.

-Quizá con suerte en la boca.

-¿Y en el culo?

Mi madre dejó la copa en la mesita de cristal y suspiró antes de contestar.

-Puede que tengáis suerte y encontréis una mujer que os deje hacerlo algún día.

-¿Y a ti, qué agujero te gustaría utilizar?-preguntó Joan.

Luego se hizo el silencio. Lo siguiente que vi fue a Joan y a mi madre besándose, mientras Oriol los miraba sin saber qué hacer. Poco después mi madre se despegó de Joan, haciendo sonar los labios, y besó a Oriol, que no opuso resistencia. Joan se acercó y le beso los hombros, la espalda, le apartó el cabello para encontrar su piel.

-Tu piel sabe a sal, me gusta.

Mi madre sonrió como hacía tiempo no lo hacía, y metió la mano dentro del pantalón de Joan, buscando su polla.

Se veía a leguas que la inquieta mano de mi madre rebuscaba y rebuscaba y no paraba de moverse. Fue ella quien le quitó los pantalones. No podía verla completamente desde mi posición, pero su cabeza bajaba y subía con una delicada lentitud. Sus siguientes palabras me confirmaron lo que ya sospechaba.

-Tu polla también sabe a sal.

Mamá siguió chupándosela a su antojo, y Oriol se ocupaba en la ardua tarea de quitarle la ropa. Una vez desnuda, volvió a besar a Joan en la boca y bajó la cabeza hasta la polla de Oriol.

-También está saladita.

El coño de mamá quedó a la altura de Joan, que lo miraba sin decidirse. Al fin sacó su lengua y lamió el coño de mi madre como el perro que era. Se lo baboseaba y lo comía sin que yo pudiese hacer nada.

Algo interrumpió la escena, y es que de repente mi madre paró de chuparle la polla a Oriol y le dio instrucciones a Joan.

-Mete más la lengua, trata que quede más profunda.

Joan le hizo caso y metió la lengua, retorciendo a mi madre de placer.

-Así, así... Escupe y vuelve a meterla, juega con ella hasta que casi puedas meterla entera.

Joan escupió y siguió metiendo la lengua, cada vez más profunda.

Ahora lo entendía todo. ¡Joan le estaba metiendo la lengua por el culo a mi madre!

-Así, así... ah...

Pronto mi madre dejó de chuparle la polla a Oriol para entregarse al placer de ser besuqueada analmente. Oriol se levantó para contemplar la escena.

-Déjame probar...

Joan se apartó, dejándole paso. Él se sentó y tal y como había escuchado escupió en el culo de mi madre y le metió la lengua. Para apoyarse le agarró una nalga con cada mano y le abrió el culo ligeramente, logrando así meter gran parte de su lengua.

-Así, así... muy bien chicos.

Joan y Oriol se fueron turnando para meterle la lengua por el culo a mi madre hasta que ella los detuvo.

-Ahora meted un dedo. Intentad mantenerlo recto.

Primero Joan le metió un dedo, haciendo que soltara un grito. Lo sacó y Oriol hizo lo mismo, metiendo su dedo entero.

-Qué rápido aprendéis...

Mamá cogió un par de cojines y se acomodó con ellos en el sofá mientras los dos la miraban.

-Joan, mójate la polla con saliva e intenta mezclarlo con el líquido preseminal que tienes.

-¿Así?

-Sí, así. Muy bien. Primero mete solo la punta, ¿vale?

-Vale.

Joan apuntó al culo de mi madre con su gran polla. Pensé que iba a ser imposible que le entrara.

-¡Aaaaggg!-gritó mi madre.

La cara de Joan me dijo que la punta estaba dentro.

-¿Ahora qué hago?

-Vuelve a sacarla del todo, y mira si se ha abierto.

Joan sacó su polla y miró con atención el culo de mamá.

-Un poco... más que antes.

-Oriol... acércate corazón. Ponme la polla en la boca, te la llenaré de saliva. Intenta aprovecharlo cuando la metas.

Mi madre empapó la polla de Oriol y este sin tocarla se dirigió al culo de mi madre.

-¿Meto solo la punta?

-Sí, intenta meter la punta.

-Vale.

-Aaaah...-suspiró mi madre más suavemente.

-Ya la tengo dentro.

-Muy bien chicos. Oriol, intenta cogerme de la cintura las primeras veces, para que puedas hacerlo con ritmo.

-M...Marta...

-¿Qué pasa cariño?

-Una gota acaba de caer al sofá... desde tu coño.

-Joan, con mucho cuidado intenta pasar la lengua por mi coño para limpiarlo un poco. Oriol, todavía no salgas.

Joan se acercó y le pegó un lametazo al brillante coño de mi madre. Estaba tan caliente que le salían los fluidos del coño.

-Oriol cariño, con cuidado intenta meterla como si follaras un coño.

Oriol la metió poco a poco hasta que logró que gran parte estuviese dentro.

-Con las dos manos junta mi culo, como si quisieras darte masajes en la polla.

-Me arde...

-Lo sé cariño, tu polla está dentro de mí y lo haces muy bien. Ahora sácala muy despacio hasta llegar a la punta.

Oriol se deslizó hacia afuera hasta que soló le quedó la punta dentro. De un movimiento la sacó también.

La punta de la polla ya le chorreaba semen.

-Joan, acércate. Sepárame un poco las piernas e intenta meter la punta como antes.

Joan volvió a meterse, y esta vez con más facilidad.

-Tengo la punta dentro.

-Bien. Con tu mano palpa mi coño hasta que encuentres por donde puedes meter un dedo. Mételo.

Joan buscó y le metió un dedo por el coño a mi madre sin salir de su culo en ningún momento.

-Quiero que lo muevas cuando metas tu polla.

-Vale.

Joan la masturbó antes de seguir, y poco después le metió también la polla.

-¡Aaaaaggg!-gritó mi madre como si pariese.

-¿Lo hago bien?

-Lo haces estupendamente. ¿Puedes meterla un poco más?

-Creo que sí...

-Oriol, acércate. Déjame que te limpie un poco la polla, mira cómo te he dejado.

Oriol no se había molestado en limpiarse la polla, pero mi madre lo hizo por él. Se la introdujo entera y la lamió un par de veces antes de sacársela de la boca.

-Ahora mete un poco más tu polla Joan.

Él sin protestar siguió metiéndola lentamente.

-¿Tus huevos están muy lejos de tocar mi culo?-preguntó mi madre.

-No mucho... unos centímetros.

-Intenta seguir hasta que tus huevos toquen mis nalgas.

Joan siguió, muerto de placer, hasta que logró lo imposible: sus huevos cargados de semen tocaban el culo de mi madre. Había metido toda su polla en su culo.

-Muy bien cariño... no podría describirte el placer que me está dando tu polla ahora mismo...

-Ni yo el placer que me está dando tu culo-replicó Joan.

-Fóllame despacio, sin prisas...

Joan empezó a follarse el culo de mi madre, produciendo un sonido estruendoso cada vez que sus huevos chocaban con ella.

Él empezó a gemir como un animal, y mi madre daba largos suspiros y sollozos a la vez que le ordenaba que siguiese.

Joan siguió unos minutos hasta detenerse.

-Todavía no quiero correrme...

-Joan, saca tu polla muy despacio. Eso es corazón. Así.

Al estar fuera vi la polla de Joan, rojiza y llena de semen.

Mi madre se levantó y se puso de pie.

-Estírate en el sofá cariño-le dijo a Joan.

Casi rendido, Joan se estiró en mi sofá. Apenas lo hubo hecho mi madre se sentó encima de él, introduciendo con cierta facilidad su polla en su coño.

-Esto no ha acabado-dijo poniéndole un dedo en los labios de Joan.

-No quiero que acabe...

-Oriol, cielo, acércate. Ponte detrás. Busca el agujero de mi culo. ¿Lo ves?

-Sí, Marta.

-Mete tu polla.

Oriol obedeció sin rechistar, metiendo un buen pedazo de su polla.

-¿Has visto? Aprendes muy rápido cariño. Estoy orgullosa.

Ahora mi madre tenía la polla de Joan en el coño y la polla de Oriol en su culo.

-Joan, tú te moverás menos. Aprovecha los movimientos cuando Oriol me folle el culo para meter más la polla.

Entendiendo las instrucciones, Oriol jadeaba follándole el culo a mi madre, y Joan se aprovechaba con la polla metida en su vagina.

Estuvieron así un rato. Mamá arañaba la cara de Joan, y él le mordía los dedos que metía en su boca.

Cuando Oriol empezó a bajar su ritmo, mi madre decidió que era hora de jugar. Ambos dejaron de follársela.

-Oriol, acércame el pañuelo que está allí. Vamos a jugar a un juego. Tapadme los ojos y ponedme en el sofá.

Una vez se hubo sentado, mi madre prosiguió:

-El juego es el siguiente: me pondré como antes. Vosotros me besaréis el culo y meteréis la polla como os he enseñado. Yo tengo que adivinar de quien se trata, si Joan o Oriol. De vosotros depende cuanto podréis follar. Si acierto quien es, ese no podrá seguir y el otro tendrá cinco minutos para poder follarme el culo si él quiere. Si fallo, podrá follarme el culo diez minutos. Si sois listos uno de vosotros puede estar toda la noche follando. ¿Os apuntáis?

-Estamos deseando jugar.

-Adelante chicos.

Mi madre se acomodó de nuevo en el sofá, dispuesta a practicar sexo anal.

El primero en probarlo fue Joan. Torpemente intentó meter la polla en el culo de mi madre, pero no logró engañarla.

-Tú eres... Joan.

-¡Mierda!-exclamó él.

Mamá sonrió con los ojos tapados, había ganado el primer asalto.

-Acércate Oriol. Tienes cinco minutos.

Oriol no perdió el tiempo y casi más torpemente que el otro metió su polla y se folló el culo de mi madre.

-Ya han pasado cinco minutos.

-¿Ya?

A regañadientes Oriol paró, con ganas de más.

No tardó mucho en volver, pues él volvería a intentarlo de nuevo. Para despistar a mi madre, metió su polla a la vez que un dedo suyo.

-Tú eres... ¡Joan!

-No, soy Oriol.

-Serás...-maldijo Joan.

-Me has engañado cielo. Tienes diez minutos para hacer lo que quieras con mi culo.

-Pues sabes lo que voy a hacer, ¿no?

Sin demora, Oriol volvió a follarse el culo de mi madre, arrancándole gritos de placer.

-Sigue, sigue...

Fue en aquel momento cuando de un salto salí de mi escondite. Joan se asustó al instante, y Oriol se quedó de piedra. Lo que ocurrió a continuación no me lo esperaba.

Desnudo, Joan se acercó a mí y me tapó la boca. Intenté resistirme, pero me acorraló.

-Escucha, para. Tienes que probar el culo de tu madre. Es como una droga.

Joan me soltó, mirándome a los ojos. Todo lo que yo había visto...

Tenía la polla igual de manchada de semen que ellos, puede que incluso más.

-No tiene que saberlo, tiene los ojos tapados.

Me acerqué a comprobarlo. Oriol seguía en otro mundo, lejos de nosotros.

-Te toca.

Me quité la ropa segundos antes de que los diez minutos de Oriol acabasen.

-Has follado muy bien cariño. Me lo merezco por boba.

Me acerqué a ella. Tragué saliva, miré su espalda. Estaba llena de sudor. La toqué. Ardía. Me escupí en la polla y la puse cerca de su culo. Busqué su agujero con mis dedos. Estaba mojado, empapado de saliva y semen.

Empujé con esfuerzo, metiendo la punta de mi polla en el culo de mi madre.

-Tú eres... ¡Joan!

-No, soy Oriol-respondió él a mi lado.

-Mm... me estáis engañando, traviesos... Lo hacéis muy bien. Oriol, tienes diez minutos para follarme.

Agarré el culo de mi madre. Metí con fuerza la polla.

-Sigue cariño...

Poco a poco mis huevos ardieron al chocar con mi madre.

Plaf, plaf, plaf. Una y otra vez me estremecí al entrar y salir del pequeñito agujero.

Tanto que antes de darme cuenta habían pasado los diez minutos. Mi polla sabía que el final estaba cerca, y por ello expulsó más semen de lo que me hubiese gustado. Asustado, salí del culo de mi madre.

-Oriol cariño, ¿se te ha escapado un poco de semen?

-S...sí-respondió él.

Mamá se levantó del sofá y se quitó la venda de los ojos. En su salón vio a tres chicos, y no a dos como hubiese esperado. Los tres desnudos, los tres chorreando semen por culpa del culo de una mujer.

Mi madre cogió de nuevo el pañuelo y se tapó los ojos otra vez, se sentó en el sofá y volvió a adoptar la posición en la que había estado.

-Seguimos. ¿Quién quiere probar ahora? De momento Oriol va ganando...

 

................

 

Diría que eran las cuatro o las cinco de la mañana, no lo sé, cuando acabamos de jugar. Al final pudimos empatar con Oriol y logramos follar con mamá varias veces.

Rendidos, los cuatro nos estiramos en su cama, donde nos quedamos dormidos tras haber follado durante horas.

Me levanté con ganas de un zumo de naranja, para recuperar vitaminas.

-Buenos días-me dijo una mujer rubia y madura saludándome desde la puerta de la cocina.

-Buenos días...

-¿Cómo has dormido?

-¿Yo? Divinamente... ¿y tú?-le dije acercándome a ella y agarrándole el culo por encima del tanga.

-Pues... con dulces sueños...

-¿Cuándo supiste que era yo?-le pregunté.

-Lo supe desde la primera caricia.

Besé a mi madre en la boca, y seguidamente volví a darle dos picos como si fuésemos un par de enamorados.

-¿Y ahora qué va a pasar?-le pregunté.

-¿Quieres jugar a un juego?

 

FIN

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Sandra, me gustas

Lo que las hembras quieren y los machos hacen

Los secretos de la familia Martínez (capítulo 4)

Jessica en París (capítulo II)

Jessica en París (capítulo I)

Los secretos de la familia Martínez (capítulo 3)

El bulto

Los secretos de la familia Martínez (capítulo 2)

Sucedió en la playa

Follando como conejos

Los secretos de la familia Martínez

El regalo