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Forzada a ser esclava (3)

en Sadomaso

Forzada a ser esclava (3)

Mientras mi Ama espera que me recupere para proseguir con mi anillado, se entretiene incrementando mi degradación al tiempo que mortifica el cuerpo de mi compañera de infortunio para que me percate lo que me será mi sumisión.

Capitulo III: El calvario de Perra

Una vez dentro de la habitación me coloqué al lado de Perra imitando la misma posición que ésta había adoptado: las piernas abiertas, las manos en la nuca, la mirada al frente y el pecho exageradamente hacia delante. Una posición de espera para recibir órdenes y acatarlas sin demora alguna… Nuestra Ama se situó frente a nosotras, con las piernas abiertas, mostrándonos su desnudez y aprobando con una sonrisa nuestra voluntaria sumisión.

- Perra, como bien sabes, voy disfrutar al máximo con tu cuerpo. Quiero seguir mostrando a Zorra como voy a someterte sin importarme la humillación, el dolor y el sufrimiento que voy a ocasionarte. Quiero que vea "algunos" de los castigos que, sin duda, le aplicaremos a ella también hasta que logre alcanzar el alto grado de sumisión que hemos conseguido contigo tras un duro aprendizaje y que ella tendrá que superar.

Tras escuchar, horrorizada, estas palabras observé como cogía un recipiente y orinaba en él hasta prácticamente llenarlo…

- Ven a beber, Perra- le ordenó.

Observé como de inmediato, Perra se postró de rodillas, avanzó hacia nuestra Ama, inclinó la cabeza hacia atrás y abrió la boca. Esta, sonriéndole, acarició su cara, puso el recipiente en sus labios y fue poco a poco vaciando su orina en el interior de su boca hasta que se lo trago todo. Luego, se dio la vuelta, abrió las nalgas con sus manos y de inmediato Perra debió meter la lengua en su ano hasta que minutos más tarde la apartó de una patada en el vientre.

- Sube a esa mesa y entrégame el culo. Mientras Perra adoptaba la posición ordenada, oí otra orden que me dejo perpleja "Zorra sepárale al máximo las nalgas"… Como una autómata me dirigí hacia ella y con mis manos cumplí lo que se me había mandado. Momentos después observé como, apretando con fuerza, comenzaba a introducirle en su ano una especie de tapón anal de aproximadamente unos tres dedos de grosor que con cierta dificultad logró al fin metérselo. ¡Qué horror! Por como apretaba las puños mi compañera de infortunio debió de serle muy molesto y doloroso.

Una vez repuesta, y sin que se le dijese nada, Perra se dio la vuelta, apoyó los pies en la mesa y abrió las piernas. De cómo actuaba me hizo pensar que no era la primera vez que sufría esta práctica… Y de nuevo otra orden "Zorra, abrele el coño". Y de inmediato lo hice. Quedé sorprendida cuando vi como ahora le introducía por el meato de la orina un tubo de un dedo de grosor que le provocó una fuerte convulsión acompañada de una mueca de dolor y una especie de gruñido… ¡La había sondado!

Mientras Perra se reponía para seguir siendo torturada, mi Ama me dirigió una sonrisa, como aprobando mi colaboración. Me estrecho entre sus brazos y procedió a darme un largo beso en los labios. A meterme una y otra vez la lengua en la boca de forma lujuriosa, mientras se refregaba su cuerpo contra el mío, sin importarle el dolor que me estaba causando en mis torturados pechos y clítoris, todavía distendido con una jeringa de plástico que me colgaba entre las piernas.

Cuando se cansó de refregar su cuerpo contra el mío, comenzó a darme cortos besos en los labios, a los que tuve que responder de igual forma mirándole a los ojos con descaro. Luego, sonriéndome me dijo "¿Verdad que tienes sed, esclava?... Y totalmente en contra de lo que jamás hubiese dicho, porque intuí lo que pretendía, tuve que responder lo que quería escuchar … " Si,…. Mi Ama"… Lo dice porque sabe que con ello me va degradando por momentos cada vez más y que yo lo voy aceptando sin oponer resistencia ya que no tengo escapatoria alguna. Y quiere dejarme claro que negarme a cualquier capricho suyo, significaría un duro castigo para mi.

Una presión de sus manos en mis hombros me advirtieron que debía arrodillarme. Luego me dirigió suavemente hacia el tubo que salía del coño de Perra. Me hizo colocar los brazos en la espalda y ordenándome abrir la boca y los ojos, para que no me perdiese detalle alguno, me lo introdujo. Me sostuvo con su mano mi barbilla y mirándome muy de cerca, abrió el cierre de la cánula. Mientras la miraba a los ojos fui tragando hasta la última gota toda la orina que tenía Perra en su vejiga.

- Estás aceptando muy bien tu nueva condición de esclava y eso me gusta. Entrégate siempre como lo estás haciendo ahora. Ya has comprendido que tu cuerpo es para disfrutar con él y no dudes que así será aunque como es natural se te irá exigiendo cada vez más, como estas viendo que hago con Perra, sin esperar compasión alguna.

Y dirigiéndose a mi compañera, le dijo ¡Tu esclava, a la tarima!... Vi como Perra bajaba de la mesa, se dirigía a un rincón de la habitación y se subía donde le había indicado. Se puso de rodillas, arqueando el cuerpo, con las piernas abiertas y los brazos hacia atrás cogiéndose con las manos los tobillos. Un gran espejo en la pared permitía verlo todo mejor. Observé también como del techo colgaba una polea atravesada por una cuerda.

- Sígueme, Zorra… No quiero que pierdas detalle… Vi como se colocaba detrás de Perra y comenzaba a lamerle la cabeza, al tiempo que sus manos pellizcan, estiraban y retorcían de forma salvaje los pechos de la desgraciada, cuya expresión facial y quejidos dejaban bien claro el dolor que le estaba infligiendo sin compasión alguna. Tras cerca de cinco largos minutos de sufrimiento, cogió un pequeño látigo con tres palas, que colgaba de la pared del rincón, le inclino la cabeza hacia atrás y descargó un latigazo en cada pecho, que hizo aullar a la pobre desgraciada dejando tres marcas en cada uno de ellos.

Cuando mi mente se preguntaba ¿Cómo es posible tanta crueldad? escuche una nueva orden… "Zorra, quiero que la azotes tu"…. Me quedé paralizada cuando me tendió el látigo. "Procura hacerlo bien, si no quieres estar su lugar. Golpea sus pechos de frente, de lado o desde atrás, como mejor te plazca…. Te adelanto que allí donde vas a ir, uno de los ejercicios de adiestramiento consiste en azotar y ser azotadas al mismo tiempo por otra esclava hasta que una de las dos desfallezca. El castigo por perder consiste en veinticinco o cincuenta latigazos. Lo tendrás que repetir muchas veces hasta que lo superes sin problemas. Ya te prevengo de la dureza de la prueba. A mi personalmente me encanta presenciarlo y no dudes que en mi primera visita que haga lo realizarás para mi y si pierdes seré yo quien te castigará".

Aterrorizada por lo que acababa de escuchar, con el látigo en mi mano y temblándome las piernas, me situé, en principio, frente a Zorra y me preparé a golpear cada vez que recibiera la odiosa orden que me daría mi Ama….

- ¡Uno! …… Zasss ……… ¡Ahuuug!; ....... ¡Dos! …….. Zasss ……. ¡Ahuuug!; ¡Tres! …… Zasss ……… ¡Ahuuug! ….. Y así hasta diez latigazos que descargué sobre mi compañera de infortunio desde distintas posiciones, como me habían ordenado, dejando a la pobre con los pechos enrojecidos por las marcas… Cuánto dolor le había producido en contra de mi voluntad. Un sufrimiento más para complacer un capricho más. Y lo triste es que ninguna de las dos nos atrevíamos a osar desobedecer. Las dos habíamos aceptado que nuestros cuerpos le pertenecían y disponía de ellos a su antojo.

Nuestra Ama se acercó para ver de cerca el lastimoso estado de los pechos de Perra cuyo rostro desencajado denotaba el dolor soportado…A continuación, sin muestra alguna de compasión, lió una cuerda al pecho derecho y la fue cerrando hasta que quedó muy apretado. Luego le retiró la argolla del pezón y en su lugar le colocó una especie de pinza que debió causarle dolor, por la forma en que contrajo el cuerpo pero sin atreverse a retirarse ni un milímetro. Y, sin prisas, realizó la misma operación sobre el pecho izquierdo… Acto seguido, ató independientemente cada pecho a la cuerda que pendía del techo que pasaba por la polea. Del otro extremo de la cuerda, y que quedaba por encima de su cabeza, colocó una gran pesa que, al dejarla libre, estiraba mucho los pechos provocándole, sin duda, otro angustioso dolor que aceptaba resignadamente…. Mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo, ni tanta brutalidad.

- ¡En pie! Perra… Observé como se levantó… Abrió ampliamente las piernas, cruzo los brazos por detrás de su espalda y levanto la cabeza, mientras, sin arquear la espalda, soportaba el estiramiento de los pechos provocados por la pesa. Estaba segura de que, con anterioridad, había sido sometida a esta tortura para castigar su cuerpo.

A continuación le ató con una cuerda los brazos, que enganchó a un amplio collar que previamente le había colocado en el cuello. Luego, sin prisa, me mostró sonriendo unas terribles pinzas metálicas provistas de una pequeña cadena, con una argolla al final. Situándose entre las abiertas piernas de la pobre mujer, le colocó una en cada labio vaginal. Pude apreciar perfectamente el dolor que le estaba causando por la forma en que Perra convulsionaba su cuerpo y resoplaba, al tiempo que su rostro mostraba el sufrimiento que le estaba produciendo. Finalmente enganchó un grueso cilindro metálico en cada argolla que colgaba de su coño, que estiraban exageradamente, por el peso de debía tener, cada uno de sus labios…. ¡Que atrocidad estaba presenciando como un ejemplo más de lo que yo tendría que sufrir también en manos de quien dispusiera de mi cuerpo!

Cuando pensé que ya había terminado de atormentar a mi compañera de infortunio, me equivoqué de nuevo... Nuestra Ama cogió dos botellas de litro que, por el color de su contenido serían, sin duda alguna, orina almacenada… Una de ellas se la hizo beber toda sin tener prisa alguna. A continuación le introdujo en la boca una gran tapón del que sobresalían dos largos tubos y lo ató fuertemente por detrás de la cabeza… Luego, situándose detrás de ella, manipuló el tapón anal que llevaba insertado y conectó la otra botella… Vi como la apretaba, también sin prisa –a modo de lavativa- hasta que la vació totalmente dentro de sus intestinos. Finalmente, cogió los tubos que sobresalían de la boca y los conectó, uno al tapón anal y el otro a la cánula del meato urinario… Jamás en mi vida pensé en una cosa así… Había establecido un doble circuito cuyos líquidos saldrían y volverían a entrar de nuevo en su cuerpo… La escena era escalofriante y me entró no miedo, sino pánico, pensar lo que mis ojos veían.

- Dentro de un rato, volveré alimentarte de nuevo, le dijo. Ya sabes que me gusta verte con el vientre hinchado como si estuvieras embarazada. Ahora apenas lo noto, le dijo, mientras lo acariciaba y sonreía satisfecha sin preocuparse lo más mínimo del sufrimiento que le causaba.

Y dirigiéndose a mi, me comentó…- A estas alturas te habrás dando cuenta, Zorra, que no sois más que un trozo de carne para usaros en la forma que me place hacerlo… En llegar a tu destino, las instructoras que te asignarán, pronto comenzarán a modelarte con ejercicios de este tipo, o más cruentos, para conseguir tu entrega total. Harán de ti, entre otras cosas, una buena yegua de arrastre y competición. Y eso cuesta mucho de aprender… Pero tendrás tiempo suficiente para conseguirlo… Mientras estés aquí, y siempre que me obedezcas ciegamente, como hasta ahora lo vienes haciendo, no torturaré tu cuerpo más que lo necesario, y bien que me pesa no hacerlo, porque estás muy apetecible…. Escuchar estas terribles frases hicieron que, una vez más, mis ojos se llenasen de lagrimas con sólo pensar en el tremendo calvario que me espera pasar. Todo por algo que no hice y que tengo que pagar con la entrega total de mi cuerpo.

- Ahora, mientras Perra "disfruta" durante un buen rato del tratamiento que le estoy aplicando, me acompañas a prepararos la cena de esta noche. Dicho esto, se dirigió hacia la puerta y yo tras ella, sin que me dijese como debía hacerlo: con las manos en la nuca, de puntillas, con las piernas abiertas y la mirada al frente, es decir, como lo había hecho hasta ahora.

La seguí a través del pasillo hasta una nueva habitación... Al abrir la puerta pude ver que se trataba de un amplio baño. Una vez dentro las dos, me indicó que me arrodillase y mirara con atención. Colocó en el suelo, ante mi, un plato. Se situó de espaldas, se agacho un poco y me ordeno que abriera sus nalgas. Observé como su ano comenzaba a dilatarse. Horrorizada y angustiada presentí lo que iba hacer. Tras unos instantes de espera, y sin ninguna muestra de pudor por su parte, expulso sus heces y orina en el plato…

- ¡Límpiame, esclava!… Me quedé helada al escucharla. A pesar de la repugnancia que me producía su orden, acerqué mi boca hacia su sucio ano, saqué la lengua y comencé a cumplir lo ordenado ¡Que vejación!

- ¡Saca al máximo la lengua! ¡Y quiero sentirla también en lo más profundo de mi culo, si no quieres que te azote!... No fue necesario oír más. Cerré los ojos y me entregué a lamer y penetrarla en su sucio ano sacando al máximo mi lengua. Y así estuve todo el tiempo que quiso hasta que, por fin, se apartó de mi.

- Zorra, has tardado demasiado en cumplir mi orden y eso me irrita en gran manera, me dijo… Tienes que obedecer ciegamente y con gran rapidez. Como castigo por esta grave falta, antes de partir, me cagaré directamente en tu boca. Así aprenderás… Mis ojos se empañaron, una vez más, de lagrimas ante semejante barbarie, que sin duda cumpliría.

- Ahora, moviendo el culo, sígueme pegada a mi.

Sin más comentarios salimos las dos del baño y nos dirigimos a la habitación contigua a la que estábamos antes… Ella lo hacía caminando lentamente y yo, como una perra, a cuatro patas y como me ordenó: moviendo descaradamente el culo… Al entrar en ella, ví una gran cama baja y en casi toda la pared lateral, un gran cristal, a través del cual se veía perfectamente a la pobre Perra sufriendo el tormento que le había impuesto… De esta forma el Ama, descansando acostada en la cama, no perdía detalle del sufrimiento que la infeliz estaba padeciendo.

Mis ojos se agrandaron al ver como mi Ama se colocaba unas bragas que llevaban un doble pene. Uno pequeño pero grueso que se introdujo dentro de su coño y el otro, que asustaba con sólo verlo, quedaba libre y que intuí de inmediato que sería para mí.

- Vamos, Zorra, sube a la cama mirando a Perra para que podamos verla y excitarnos con su entrega... Arquea la espalda al máximo y ofréceme el culo… Temblando de miedo ante lo que me esperaba, obedecí y adopté la postura exigida…. Pronto noté el extremo del pene comenzando a presionar la entrada de mi ano. Un ano que, salvo en alguna contada ocasión, había sido utilizado para ese fin pero con mucha delicadeza… Ahora mi Ama, sin importarle el terrible dolor que me estaba produciendo, presionaba con fuerza el pene articulado sobre mi agujero abriéndose paso poco a poco y disfrutando de mi agonía… Mi cara se fue desencajando por momentos, mientras apretaba mis mandíbulas y puños… Y así continuó presionando hasta que introdujo toda aquella monstruosidad dentro de mi culo. Luego se dejo caer sobre mis espaldas, me agarró mis doloridos pechos y comenzó a meterlo y sacarlo sin hacer caso omiso a mis lamentos hasta que al cabo de un buen rato estallo en un alarido de placer indicándome que había alcanzado su orgasmo.

Una vez que, sin prisa, se hubo recuperado, se separó de mi… Abrió mis nalgas para ver el estado en que había dejado mi ano y me dio una serie de palmadas fuertes en el culo. Luego, se quitó las bragas y me volvió a meter de nuevo, hasta el fondo, el gran pene por el culo…

- Esclava, es necesario tenerlo dentro porque debes dilatar mucho el ano y cuanto antes comiences, mejor. Tu entrenamiento no ha hecho sino empezar. Te queda mucho camino por recorrer pero al final te sentirás también orgullosa, como lo está Perra, del nivel que serás capaz de alcanzar para satisfacer a tus futuras Amas… De nuevo ¡Cuanta degeneración me esperaba sufrir y quizá para el resto de mi vida!... Cada vez estaba más segura que el contrato firmado no serviría para nada. Mi esclavitud sería interminable, sin vuelta atrás. Igual que Perra.

Poco después abandonó la habitación y la ví a través del cristal como se aproximaba a Perra. Tal y como dijo anteriormente, cogió dos botellas y repitió la misma operación… Una de ellas la vació lentamente en la boca y la otra en sus intestinos… Desde mi posición pude ver perfectamente, y sin perder detalle alguno, el sufrimiento que Perra estaba padeciendo al retener tanta cantidad de líquido en su cuerpo… Terminada la operación, sonrió satisfecha y comenzó acariciar el abultado abdomen de Perra… Su capricho se había cumplido… Parecía estar embarazada. Tras unos instantes de entretenerse contemplándola, la ví salir.

Cuando mi Ama entró en la habitación se dirigió hacia un armario con grandes espejos y sacó algo de él…. Me dijo "Ven aquí esclava. Ponte ante el espejo para verte. Quiero realzar tu figura con esta hermosa penda que voy a ponerte"... Al situarme como me ordeno, me mostró un pequeño corsé de caucho negro. Este corsé en parte era rígido y cubría todo mi cuello y un poco de los hombros. Al anudármelo por atrás, mi cabeza apenas tenía movilidad... Por delante bajaba una pequeña cinta de unos dos centímetros entre mis pechos y luego se ampliaba para levantármelos. El corsé llegaba tan sólo hasta la cintura…. "Ahora, al máximo, hincha el pecho y hunde el estómago, que tengo que atártelo"… Lo hizo tan fuerte que, cuando terminó, apenas podía respirar…

Luego, mientras me manoseaba indecentemente por todo el cuerpo me volvió a ordenar… "Ponte de puntillas y mírate como te resalta el cuerpazo que tienes…. Ponte de perfil… Asi, muy bien… Ahora de espaldas… observa que caderas tienes… Tus instructoras van a disfrutar mucho contigo… Tan sólo te faltan los anillos en tu coño… Bueno, y el de la lengua, la naríz y quizás otros pero eso te lo pondrán cuando llegues a tu destino"… Sus palabras me aterrorizaban… ¡Cuánto dolor me esperaba sufrir! Y lo peor de todo… Debía aceptarlo con obediencia absoluta y resignación incuestionable.

Totalmente desconcertada, me observé en que estado me encontraba. El pelo corto, los pechos erguidos con los pezones anillados. La cintura tremendamente apretada. El clítoris distendido por el tubo y un pene de gran tamaño clavado en mi ano…

- Ven conmigo a la cama, esclava. Te entrego mi cuerpo para que, sin prisas, me des el máximo placer posible. Necesito correrme de nuevo. Te juegas mucho si no quedo satisfecha… Y sin más, se dirigió a la cama y se tumbo en ella.

Inmediatamente trepé encima de la cama con una única intención: cumplir ciegamente la orden recibida… Comencé dándole una gran cantidad de besos en sus labios, lo más apasionados que supe dar, al tiempo que mi lengua penetraba en su boca recorriendo todos los rincones de la misma y mis manos acariciaban los pechos y excitaban sus pezones… Luego, mi lengua comenzó, sin prisas, a lamer sus orejas, su cuello y sus hombros, para poco a poco voltearla y ponerla boca abajo... Acto seguido empecé a lamer su espalda e ir bajando lentamente hasta los pies… Le abrí las piernas y al subir me detuve en sus nalgas… Las abrí e introduje mi lengua lo máximo que pude dentro de su ano y, moviéndola sin parar, así permanecí durante mucho tiempo…

La forma como la oía jadear me indicaba que estaba satisfaciéndola plenamente, lo cual me animaba a seguir a pesar de mi repugnancia a ello, pero debía hacerlo para evitar ser castigada.

Cuando noté que ya tenía suficientemente acariciada la zona anal, pasé una pierna por encima de mi cabeza para voltearla de nuevo al tiempo que mi lengua recorría todo su coño… Luego, subí lamiéndola lentamente hasta sus pechos, que mordí y mamé con gran ímpetu, mientras mi mano masturbaba suavemente su clítoris… Al empezar a notar como se convulsionaba su cuerpo, bajé rápidamente; me situé entre sus piernas y mi boca atrapó su clítoris… Comencé frenéticamente a lamerlo y chuparlo, sin olvidar meter también la lengua dentro de su vagina, hasta que explotó en uno, dos, tres y cuantos orgasmos quiso tener… Una señal en mi cabeza me indicaba que parase y así lo hice pero sin despegar mis labios de su coño.

- Esclava… te has entregado como esperaba que lo hicieses. Estas aceptando muy bien tu degradación. Ya aceptas cosas que hace apenas unas horas ni te lo imaginabas que lo harías. Tragas orina; metes muy bien la lengua dentro del ano y lo limpias si esta sucio; lames el clítoris y degustas el jugo agridulce de mi vagina. Estoy satisfecha de cómo he logrado tu progreso. Un paso más en tu sumisión. Hay que proseguir en ese duro camino que empiezas a recorrer.

No me quedaba ninguna duda de que las palabras que me decía, de forma intencionada, eran, sicológicamente, una forma sutil de humillarme al máximo para remarcar mi forzada esclavitud –pero aceptada en contrato- recordándome las vejaciones que hasta el momento me había impuesto y yo cumplía incuestionablemente. Efectivamente, mi degradación iba poco a poco realizándose según su previsiones y aumentando por momentos.

Mis pensamientos se cortaron al escuchar el sonido de un teléfono.

- ¿Si? … Hola Ama suprema ¿Qué tal? … Bien,… estamos en ello… ¿Está en camino?... En diez minutos… De acuerdo… Hasta ahora.

- Tenemos visita esclava... Ven aquí, ¡rápido!… No hay tiempo que perder… Viene a visitarnos nuestra Ama suprema para conocerte y comprobar personalmente como progresas en su sumisión… Ya sabes lo que espero de ti… Entrega total, obediencia absoluta, incuestionable e inmediata… ¿Lo has entendido, Zorra?

- Si, mi Ama, respondí… ¿Qué otra cosa podía decir?

Me quitó el ajustado corsé y el pene que tenía hundido en mi ano, lo cual fue un alivio para mí aunque tenía claro que nada bueno me esperaba de la persona que estaba a punto de llegar... Tengo que resignarme a todo cuanto quieran hacerme. No veo escapatoria posible.

Tras guardar el arnés en el armario, y antes de cerrarlo, saco una serie de abrazaderas… "Póntelas lo más apretadas posibles en las muñecas y en los pies", me dijo… Al cogerlas, ví que eran iguales a las que me pusieron cuando me taladraron los pechos… negras, con cierre de belcho, de unos tres dedos de ancho y provistas de una anilla… Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Mientras me las colocaba no pude dejar de pensar que serían para seguir con el proceso de anillado que aun quedaba por hacerme… Este acto era una forma más de mortificar a la victima haciéndole participe de su suplicio, colaborando en su preparación.

Una nueva orden… "Perra, ponte este collar"… Era muy amplio y provisto de cuatro anillas. Al colocármelo una anilla quedaba delante, otra detrás y dos a los lados. Quedaba claro que de este modo podían sujetarme en la forma que más les conviniese.

- Vamos a recibirla. Te pondrás con las piernas bien abiertas y los brazos extendidos al máximo. Cuando entre el Ama suprema debes hinchar los pechos, hundir el estómago y sacar el coño. La mirada siempre al frente. ¡No lo olvides, esclava!

Una gran palmada en el culo fue la señal para que la siguiera... De nuevo me puse de puntillas, piernas abiertas, manos en la nuca y mirada al frente… Comencé a seguirla observando su desnudez mientras mis ojos comenzaban a llenarse de lagrimas y resignada ante los nuevos acontecimientos que, sin duda alguna, iban a provocarme atroces dolores que debía soportar para terminar mi anillado.

(Continuara…)

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