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Al final consiguió doblegarme y hundirme (2/3)

en Dominación

Al final consiguió doblegarme y hundirme (2/3)

 

 

Capitulo 2.- Continuo cayendo en las redes de la Sta Andrew y mi madre creo que también

Andy y yo dormimos hasta el mediodía... Empaquetamos en silencio, charlando un poco sin mencionar para nada lo sucedido en la pasada noche.

Una hora después durante el viaje de regreso a casa, ella rompió el silencio... Hablando con esa voz baja y sensual que tiene, me dijo:

- "Adelante, Julia, relájate ... Te lo mereces."

Yo no entendí y le pregunté:

-  "No se que quiere decirme, Sta. Andrew."

- "Mastúrbate... Se que tienes muchas ganas de correrte."

Me quedé estupefacta y le respondí:

- "No puedo hacer eso, Sta. Andrew... No lo necesito... Sólo quiero llegar a casa."

- "No te estoy dando una opción, Julia... Te estoy ordenando que quiero ver cómo te masturbas... No me hagas enojar... Haz lo que te digo que hagas."

- "Eso es algo privado, Sta. Andrew... No puedo hacerlo... Sería demasiado embarazoso… Por favor, no quiero hacer eso."

Podía sentir la tensión que había y no sabía por qué estaba decidida a avergonzarme.

- "¿Me estás desafiando?", dijo con voz irritada.

Me ardía la cara... No entendía por qué era tan cruel.

Cerré los ojos y deslicé lentamente mi mano debajo de mi falda... Traté de silenciar el gemido... Tocarme de repente me emocionó... Mis dedos tocaron el pliegue de mis bragas… Sabía que ella estaba mirando… De alguna manera eso ahora me emocionaba… La sola idea de que ella me mirara me hacía sentir como una sucia puta.

Abrí mis piernas ligeramente… Mis dedos apartaron mis bragas a un lado... Encontré mi clítoris y, de repente, los gemidos ya no se amortiguaron... Mi coño se mojo copiosamente, lo mismo que mis bragas... Mis dedos me dieron mucho placer.

- "¿Te gusta masturbarte delante de mí, Julia?", me preguntó.

- "Síii" siseé.

- "¿Estás a punto de correrte, Julia?", volvió a preguntarme.

- “Síii… Estoooy sintieeendo que mee vooy a cooorreeer”, le respondí entrecortada.

De repente, el coche se desvió de la autopista y salió hacia el estacionamiento de un restaurante en la carretera.

- "Deja de masturbarte, Julia", le ordenó... – “No quiero que te corras todavía... Detente."

- "Por favor, Sta. Andrew... Tengo que correrme... No puedo parar... Por favor… ¡No puedo parar, ahora!"

- "¡Dije, alto!"

¿Por qué me estaba torturando?’, pensé… Mi cara estaba cubierta de sudor… Mi respiración se llenaba de jadeos cortos.

La Sta. Andrew salió del coche.

- "Vamos... Vamos a comer algo."

La miré, captando la sonrisa retorcida que mostraba.

Cuando nos paramos en el área de espera para una mesa, las otras personas que esperaban parecieron captar el olor que venía de entre mis piernas... Estaba segura de que todos los que estaban cerca de mí podían olerlo… Yo estaba tremendamente avergonzada.

Bajé la cabeza sumisamente cuando nos llevaron a una mesa en la parte trasera del comedor... Cuando me senté, la señorita Andrew se sentó a mi lado... Puso su mano en mi rodilla y mi cuerpo se puso rígido... No le importaba que estuviéramos en un lugar público… Mis piernas se separaron en clara señal de aceptación... Mis ojos le pedía que me corriera.

Sus dedos se deslizaron bajo el borde de mis bragas sacudiendo mi clítoris… En segundos, otros dedos le deslizaron por mi húmedo coño... En tan solo unos instantes, me estaba corriendo… Mi orgasmo fue tan intenso como el nunca he tenido antes… Pensé que me iba a desmayar... Me agarré el borde de la mesa cuando mi coño explotó, todo mi cuerpo temblaba violentamente... Era todo lo que podía hacer para contener el grito.

Una extraña voz rompió el silencio... Era la camarera.

- "¿Está ella bien?... ¿Está teniendo una convulsión o algo así?", dijo.

Su presencia solo intensificó mi erupción... Mis caderas, empujando involuntariamente, los jugos calientes que corrían por mi pierna.

- "Esas convulsiones que tiene es porque se está corriendo", la escuché decir.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, mi orgasmo comenzó a disminuir… Mi cuerpo se estremeció por última vez cuando la Sta. Andrew retiró sus dedos… Una ola de agotamiento se apoderó de mí... Me desplomé hacia adelante, cogiéndome al borde de la mesa con la vista perdida.

La Sta Andrew mostró a la camarera sus dedos que estaban cubiertos de una sustancia blanca y lechosa...Ésta le ofreció rápidamente un pequeño pañuelo... La Sta. Andrew, después de secarse las manos, se lo devolvió… La camarera, cogió el pañuelo en la mano, lo olió desvergonzadamente y luego desapareció rápidamente por el pasillo en dirección hacia el baño de señoras.

- "¿Viste eso, Julia... No caí en ello pero creo que debería haberte dicho que la acompañases al baño de señoras para que le dieras un capricho a esta pequeña zorra… ¿Te gustaría lamerle su coño... No es así?... Creo que a ella le gustaría que lo hicieras... ¿Qué te parece Julia?... ¿Quieres comer un poco de coño adolescente?"

Sacudí la cabeza con disgusto, demasiado molesta para hablar… Estaba muy llena de vergüenza… Su sugerencia fue repulsiva... Estaba en un nuevo mínimo.

Cuando la camarera trajo la comida pedida, no toqué mi sándwich, sólo bebí un poco de café... Luego regresó a nuestra mesa para traer la factura, me las arreglé para mirarla por primera vez... Era joven y bonita... Y cuando se alejó mis ojos se clavaron en su pequeño y apretado culo... Empecé a arrepentirme de que la Sta. Andrew no me hizo seguirla al baño cuando tuvo la oportunidad aunque al final logréextinguir los pensamientos carnales que asolan mi mente.

 

Cuando llegamos a la ciudad, la Sta. Andrew me llevó directamente a casa... No hubo ni una palabra entre nosotras.

Corrí hacia mi casa, quitándome rápidamente la ropa... El agua caliente limpió mi cuerpo pero no alivió la vergüenza que sentía por dentro... Estaba tan cansada que llorando me dormir.

No fui a trabajar al día siguiente… No quería tener que enfrentarme a la Sta. Andrew.

Alice, mi compañera del banco, me llamó alrededor de las 10 h. para ver si estaba bien… Le dije que no me sentía bien... Le pregunté si la Sta. Andrew había preguntado por mí y me dijo que la Sta. Andrew tampoco había ido a trabajar.

Al mediodía fui a ver a mi madre… Necesitaba algo de normalidad... Ella nunca entendería las cosas horribles que había experimentado durante el fin de semana, pero estar con ella sería reconfortante.

Al llegar a casa de mi madre, vi el Mercedes de la Sta. Andrew a la puerta de casa de mi madre… Fue como un duro golpe en el estómago... ¡Qué motivos podría tener esa perra para interferir en mi vida privada!... Supuse que no le diría nada a mi madre sobre nuestro fin de semana… no podía ser tan cruel... Además, ella nunca había conocido a mi madre... ¿Por qué fue a su casa?

No me detuve y continué conduciendo alrededor de la manzana de casas y aparqué a cierta distancia y caminé hasta la casa de mi madre... Escabulléndome a través del patio trasero de la casa de al lado, entré por una puerta lateral sin ser vista… Mientras caminaba de puntillas por el pasillo podía oír voces que venían de la cocina.

Me puse debajo de la escalera junto a la pared de la cocina desde donde sería capaz de escuchar su conversación claramente... Este era uno de mis escondites favoritos cuando era una niña.

- "Aquí está su café, Sta Andrew."

- "Gracias, Sra. Manrod… ¿Por qué no me llama Andy?"

- "¿Cuál es el motivo de tu visita, Andy?... ¿Hay algo mal con Julia?... ¿Está ella bien?"

- "Ella está bien, Sra. Manrod… Lo siento… No quise preocuparle por venir inesperadamente a su casa... Pasaba por aquí y,... para serle sincera, me gusta conocer a las familias de mis empleados clave... ¿Sabía que Julia fue promovida a ser mi asistente administrativa?"

Conocía bien a mi madre... Sabía que ella sería muy escéptica con esta muchacha de la ciudad.

- "Sí, estaba al tanto de la promoción de Julia... Y sé lo agradecida que se siente que tú tuvieras confianza con ella para darle más responsabilidad en su trabajo."

Esa era mi mamá... Elocuente y tímida.

Hubo un largo silencio… La Sta. Andrew finalmente habló.

- "Sabes, Sarah, no te importa si te llamo Sarah, ¿verdad?... Me acabo de dar cuenta de lo mucho que Julia se parece a ti… Los mismos ojos, mejillas... incluso tu sonrisa. Sin duda, ella te quita tu belleza."

Tenía ganas de vomitar… Mi madre nunca caería en esta mierda falsa.

- "¿Más café, Andy?... Y gracias por el cumplido... También creo que Julia es guapa... Las madres siempre somos un poco sesgadas cuando se trata de sus hijas… Y tienes razón, se parece mucho a mí".

Fue entonces cuando la Sta. Andrew dejó caer la bomba.

- "Tuve la suerte de ver a Julia desnuda este último fin de semana, Sarah… Créeme si te digo que tiene un cuerpo precioso."

Dejé de respirar... No podía creer lo que estaba escuchando... ¡Esta mujer era malvada!... Sabía que mi madre estaría absolutamente lívida al escuchar este tipo de declaración.

Con voz temblorosa oí decir a mi madre:

- "¿En qué circunstancias viste a mi hija desnuda, Andy?... ¿Estabais... ya sabes,... teniendo alguna clase de fiesta sexual en Chicago?"

Me estaba esforzando por escuchar algún tipo de inflexión en la voz de mi madre… ¿Estaba molesta o preocupada?... No lo supe… Sin embargo, estaba asombrada de que ella tuviera esta conversación con una chica desconocida para ella.

- "Oh no, Sarah... Nada de eso… La vi saliendo de la ducha... Nos estábamos arreglando para ir de compras… Lo siento, no quise que me malinterpretaras... Sin embargo, sobre las preguntas que acabas de hacerme, si la hubiera visto teniendo relaciones sexuales con alguien, ¿Querrías que te lo contara?... ¿Querrías conocer todos los detalles?

- "Mi hija es una mujer adulta… Puede hacer lo que quiera... Pero los detalles a veces pueden ser excitantes, supongo… Tras decirlo escuché risas de mi madre… ¿Cómo pudimos hablar de este tema?... No puedo recordar la última vez que vi a Julia en la ducha."

Yo pude detectar la emoción en la voz de mi madre cuando habló de esto y estaba segura de que la Sta. Andrew también la detectó… Esta mujer es una maestra de la manipulación... ¿De qué otra manera podría haber atraído a mi madre para hablar de esto?

‘No entendía la motivación de la Sta. Andrew en ir a casa de mi madre... ¿Cuál sería su propósito?... ¿Iba a contarle a mi madre los detalles de nuestro fin de semana juntas?... Mi madre nunca entendería eso... Le haría mucho daño’, pensé mientras estaba escondida debajo de la escalera escuchando la conversación.

Cansada de la posición, mis piernas empezaron a darme calambres... Y para aumentar mi problema, me estaba orinando... Solo podía esperar que esta conversación terminara pronto, se marchara y yo pudiera salir del escondite sin que nadie me viera… De pronto escuche lo que dijo la Sta. Andrew y me quedé helada.

- "Sabes, Sarah... Le compré a Julia un regalo muy personal mientras estábamos en Chicago… Ahora puedo ver que también habría sido el regalo perfecto para ti… Creo que la próxima vez cuando vaya a Chicago buscaré uno similar para ti."

- "De verdad", oí decir a mi madre… "¿Qué le compraste?"

- "Te encantaría, Sarah... Una blusa blanca muy cara y transparente... Se ve absolutamente sexy con ella puesta... Naturalmente, se tuvo que usar sin sujetador... Cómo tiene unos pechos perfectos, una vez superó su timidez se veía fabulosa."

- "Se la has visto puesta."

- "Sí, claro… ella se la puso para mí en mi apartamento... Era extremadamente consciente de que me mostraba sus pechos, que son, como supongo sabes, muy bonitos y muy tiesos.”

- "Sí,... bonitos y tiesos", escuché repetir a mi madre con una voz apenas susurrante.

- "Tus senos son similares a los de Julia... Por eso creo que esta blusa se vería muy bien en ti... Y apuesto a que tienes grandes pezones y aureola oscura… Se verían a través de la seda... El contraste sería brutal de bonito."

- "Esa blusa nunca podríamos usarla por aquí, Andy... Esto es un pueblo grande, no es Chicago, que puedes usar cualquier cosa sin ningún tipo de reparos.”

- "Estoy de acuerdo contigo, Sarah… No podrías ponértela aquí… ¡Oh, que rápido pasó el tiempo!… Se me está haciendo tarde... Tengo que irme… No olvidaré de elegir una blusa bonita para ti, Sarah.. Será mi regalo… Tal vez te lo querrás poner para mí... Me encantaría ver esos grandes pezones que debes tener."

- "Me he alegrado de que hayas pasado por mi casa, Andy… Me gustó hablar contigo... Llámame... Quizás podamos almorzar un día... Me gustaría."

- "Lo haré, Sarah... Que tengas un buen día."

Escuché que se cerraba la puerta de la casa y mi madre regresaba a la cocina… Yo, tenía que orinar, pero también tenía que salir de aquí sin que mi madre me viera… Esperé y al momento escuché un sonido... Sonaba como un gemido indefinible al principio... Luego se volvió claro, muy claro.

- "Aaaaaaaahhh... Aaaaaaaahhhh... Aaaaaaahhh."

¡Mi madre se estaba masturbando!... Me quedé estupefacta... Y al momento, ella se estaba corriendo... Lo vi todo muy vulgar y muy desagradable y sin embargo me produjo una intensa excitación.

Yo no podía aguantar más... Estaba en el límite ... Hacía tanto calor que podía sentir el sudor corriendo por mi espalda... Sentí como si una burbuja estuviera a punto de estallar dentro de mí... Me froté frenéticamente la raja húmeda de mis bragas y en apenas unos segundos la burbuja estalló... Tuve un orgasmo tan intenso que apenas podía soportar el placer… No sé cómo amortigüe el grito.

Me desplomé hacia delante y de inmediato me oriné. La orina caliente brotaba de mí, cubriendo el suelo alrededor de mis rodillas... Me  senté agotada y mi falda empapó la orina como si fuera una esponja.

Mi madre finalmente salió de la casa, dándome la oportunidad de poder salir del escondite... Yo estaba hecha un desastre con mi falda mojada y mis bragas empapadas de orina.

Mientras conducía de vuelta a mi casa, pensé de nuevo en la Sta. Andrew, la depredadora sexual de otras hembras… ‘¿Por qué sucumbí tan fácilmente ante ella?... Mi madre, también había estado muy cerca de ser seducida... ¡No puedo dejar que se convierta en una desviada sexual como yo!... Tengo que protegerla de esta perra enferma’, pensaba.

Ya en casa me prometí que esto iba a terminar, incluso si eso significaba perder mi trabajo… No pude apartar de mi mente la imagen de mi madre y la Sta. Andrew, juntas… En un instante, la lujuria y el deseo sexual, me invadieron de nuevo.

A la mañana siguiente fui a trabajar… Una buena noche de sueño y una brillante y soleada mañana me llenaron de confianza... Estaba decidida a ser mi propia persona otra vez¡... Y me sentía bien.

Cuando me senté en mi escritorio, Alice se acercó y me dijo:

- "Julia, ¿qué estás haciendo aquí?... Pensé que estarías camino a la Oficina Central en Chicago... ¿No escuchaste el mensaje en tu contestador automático, diciéndote que fueses?"

El tono de su voz me asustó… ¿Mi contestador automático?... ¡No me había molestado en revisar mis mensajes en varios días!

- "¿Qué mensaje, Alice?... ¿De qué me estás hablando?... ¿Oficina Central?... ¿Está la Sta. Andrew, aquí?"

- "No, ella volvió a Chicago anoche... Me llamó y me dijo que te dejó el mensaje... Fue muy específica... Quiere que estés allí el miércoles por la mañana… Pensé que estabas de camino."

- "No abrí mi contestador, maldita sea… Esto es un desastre… Y encima, ni siquiera sé dónde está ubicada la sucursal de la Oficina Central... ¿Qué más dijo ella?... ¿Dónde se supone que debo quedarme cuando llegue allí?

- "Me dijo que fueras al Hotel Plaza... Tienes una reserva allí... Ya está pagada por el banco."

Mi gran confianza de esta mañana se estaban evaporando rápidamente… Me fue imposible determinar si mi presencia allí era para un asunto de trabajo o uno más de sus juegos enfermizos.

Fui a casa a hacer la maleta ... No sabía cuánto tiempo iba a estar allí, así que cogí ropa para estar al menos 4 días... Dos horas más tarde estaba en la carretera.

Me convencí a mí mismo de que iba a enfrentarme a cualquier cosa y debía oponerme si no fuera correcta... Esa reafirmación duró poco... Inconscientemente, salí de la autopista y paré en un restaurante para tomarme una taza de café. ¡Era el mismo restaurante en el que la señorita Andrew me había humillado tan cruelmente!... Fue algo así como volver a la escena del crimen... ¿Por qué me paré?... Sólo esperaba que la joven camarera que nos atendió no estuviera.

Mi día continuaba empeorando... Ahí estaba ella... ¡Y yo sentada en el mismo sitio que la señorita Andrew y yo ocupamos dos días antes! ¿Hubo algo en mi subconsciente que me obligó a tomar esta terrible decisión?

Cuando se acercó, recé para que no me reconociera… No hubo tal suerte.

- "¿Cómo estás hoy, señora?... ¿Tu amiga no viene hoy contigo", me dijo con una sonrisa de complicidad en su rostro.

- "No, vengo sola... Tomaré una taza de café... Ah!, y una ensalada pequeña con aderezo de queso."

- "¿Algo más?"

- "No… Eso es todo."

Mientras se alejaba mis ojos se quedaron con su culo firme y redondo y sus piernas atléticas... Sentí que me invadía la lujuria al imaginar sus bragas, húmedas, entre los labios de su vagina.

No sabría explicar por qué esas cosas que ahora me parecían atractivas, la semana pasada me habrían parecido repugnantes.

Se acercó a mi mesa para volver a llenar mi taza de café.

- "¿Vives por aquí?", me preguntó.

- "No, solo estoy paso... Por cierto, ¿podría mostrarme dónde se encuentran el baño?"

- "Al final del pasillo a tu..."

- "Podrías acompañarme, por favor."

- "Seguro… Sígueme"… Su actitud cambió... No era estúpida… Sabía lo que yo le estaba insinuando.

Cuando llegamos, ella me abrió la puerta y entré en el puesto para discapacitados, lo hice con cuidado de dejar la puerta abierta... En unos segundos se acercó a ella, entró y la cerro por dentro.

- "Tengo que volver pronto a mi trabajo… ¿Te importa si voy primera?"

Me aparté del inodoro… Mi corazón latía tan fuerte que casi me desmayo... Se veía muy joven e inocente, pero era descarada, sin duda, por este tipo de trabajo y encima seguro, mal pagado.

Se movió rápidamente, agarrando mi cabeza y besándome... Fue el primer beso de una mujer… Su lengua era tan agresiva, lamiendo y sondeando, que me chupé en la boca, su almuerzo de chili que casi me atragantaba.

Me tiró del brazo cuando se levantó la falda y se dejó caer en el inodoro… Sus bragas, tal como imaginaba, estaban húmedas entre sus labios fangosos.

Inmediatamente caí de rodillas y hundí la cara en su entrepierna maloliente… Apartando las bragas a un lado, vi los labios hinchados de su coño peludo... Su cuerpo se puso rígido cuando envolví mis labios alrededor de su clítoris, que tenía buen tamaño... Gritó de placer cuando lo chupé como si fuera una pequeña polla... Cuán rápido había aprendido a deshonrarme a mí misma.

Pero más que eso, me encantó el sabor de su coño... Ahí estaba yo, de rodillas en este baño sucio, atendiéndola… Y quería que ella se corriera en mi boca... Llenarla si era posible... Ella se corrió y la chupé y lamí, hasta dejarla más limpia que estaba antes.

Me puse de pie, tirando de mi falda por encima de mi cintura.

- "Por favor... ¿Me correrás ahora? Tengo que correrme... Por favor."

- "Qué puta perra que estás hecha... Me encanta", me susurró ella.

Se deslizó hasta el suelo y hundió su cara entre mis muslos... Haciendo a un lado mis bragas, su lengua lamió mi coño pegajoso… El frenesí que mostró acentuó mi pasión... Esta era la primera vez que una chica se comía mi coño… Estaba loca de lujuria...Cogí su cabeza y golpeé sádicamente mi coño en su boca, sin vergüenza.

No podría haber parado, ni quería… Mi grito fue como una declaración de total depravación... Me corrí y me gustó.

De vuelta en la autopista comencé a llorar... No pude evitarlo… El olor a jugo de coño seco en mis mejillas, era un recordatorio de mi nueva debilidad de la que aparentemente era incapaz de escapar... No tenía respuesta sobre lo que hice en el restaurante... Tuve que aceptarlo... Era débil y pervertida... Cuanto más me quejaba, más placer obtenía.

Mis nervios estaban destrozados, como los labios de mi coño... Sabía que en estas condiciones no podía estar con la señorita Andrew en Chicago... Me era imposible.

Así pues, en la siguiente salida me di la vuelta y me dirigí de regreso a casa... Sabía que habían muchas posibilidades de que pudiera perder mi trabajo... Pero también sabía que no podía ir a Chicago.

 

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