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La hija de la portera (Capitulo 3)

en Dominación

 

Capitulo 3 La hija de la portera

(Tres personajes, Doña Luisa, el Ama; Manolí, llamada ahora Guarra y su hija Elena, Cerda, protagonizan unas escenas plagadas de muchísimo morbo por el sometimiento al que se dejan llevar)

El comienzo de la relación de dominio de Doña Luisa sobre madre e hija no había podido comenzar mejor… Se encontraba muy satisfecha de cómo había cambiado la actitud de Manoli, ya más receptiva a aceptar su situación de sumisión... Ella, con las corridas encadenadas que terminaba de proporcionarle la lengua de la hija, se sentía muy contenta pero no quiso en ningún momento demostrar tal actitud a ambas mujeres… Se levantó y mirando a la desnuda mujer, dijo:

- Bueno, Guarra, vamos a comenzar con tus ejercicios de rehabilitación de la pierna izquierda… De momento flexióname al máximo la pierna derecha hasta que con el talón toques la nalga… Eso es… Muy bien…

Y sin más preámbulos sacó de la bolsa que traía, un par de correas y la ató fuertemente para que no la moviese de esa postura… Luego se fue a la otra parte de la cama y cogiéndole el tobillo izquierdo comenzó con los ejercicios.

- Cerda, fuerza la pierna derecha de tu madre para que con su postura deje lo más abierto posible su coño y lo podamos ver bien… En la bolsa que he traído te dejo todo lo necesario para que esta noche se lo afeites totalmente y luego le das la vuelta y le afeitas también el culo… Repásalo bien que no quiero que quede ningún pelo… ¿Entendido?

- Si, Ama,… contestó Elena, aceptando ya el nombre de Cerda.

- Ahora fíjate cómo voy a realizar cincuenta flexiones con esta otra pierna y ella debe hacer todo el esfuerzo posible para ir moviéndola… Aprende esto porque a partir de mañana se lo tienes que hacer tú, dos veces al día… En breve veremos que los resultados progresan.

Guarra, que permanecía desnuda veía como Doña Luisa le estiraba la pierna y luego se la contraía al máximo quedando, cada vez que se la flexionaba arriba, en una postura la mar de indecente, pensaba ella, pero sin atreverse a decir nada… Ya casi terminando las flexiones, paró dejándola con la pierna totalmente flexionada y dijo:

- Cerda, mira a ver si la Guarra esta mojada, porque me estoy dando cuenta que los jadeos que emite no parecen ser de cansancio sino más bien de lo caliente que está al verse expuesta así.

- Ama, ¡mire como está!,… le dijo a Doña Luisa, mostrándole la mano toda llena de fluido tras haberla pasado varias veces por el coño de su madre…  Ésta tenía las manos a ambos lados del cuerpo y miraba con la boca abierta hacia quien la estaba dominando.

- Vale, Cerda… Ahora métele un dedo en el coño… Pero hasta el fondo… Muy bien… A ver, ¿déjame mirar como lo has hecho?... Correcto… Ahora muévelo en circulo y de cuando en cuando lo sacas y lo vuelves a meter… Siempre hasta el fondo.

Al poco, Guarra, su madre, emitió sonidos característicos de estar gozando… ¡!AAAAUUUGG…. AAAUUUGG!!

- Tranquila Guarra, que estamos con un descanso de tus ejercicios y no debes correrte hasta que yo te lo autorice… ¡¿Está claro?!, le dijo Doña Lucia de forma seca.

Una señal afirmativa con la cabeza confirmaba su respuesta, mirándola a sus ojos.

- Cerda, métele ahora un segundo dedo y haz lo mismo, a la vez que mantenía su mirada en Manoli, la Guarra para ella.

- Si, Ama… Ya está… Uff!, Ama… La noto que está más mojada.

- Claro… Eso es normal porque la muy puta se esta calentando cada vez más con lo que le estás haciendo… Métele ahora tres dedos en su coño, Cerda.

- Me está costando mucho meterlos, Ama… Mire como arquea su cuerpo porque le debe doler.

- Me da lo mismo que arquee su cuerpo como si no… Vas a terminar metiéndole toda la mano dentro porque lo digo yo… Y, o se la metes tú o se la meto yo que la tengo mucho más grande… ¡Que elija ella!... Ahora verás como al escuchar esto que digo, se relajará y se dejará abrir todo lo posible su coño, por la cuenta que le tiene.

Cerda, tras meter tres dedos y hurgar dentro del coño de su madre durante unos minutos, volvió a intentar meter cuatro dedos y aunque le costó hacerlo al final lo hizo, mirando a su madre con una pequeña sonrisa de alegría al notar que colaboraba en lo posible… Estaba contenta de ir cumpliendo lo que su Ama le ordenaba en cada momento, a pesar de tener que hacérselo a su madre.

- Venga, Cerda… Ahora pon tu mano en esta posición… Ves… Así… Comienza a meter y no te detengas que ya verás como poco a poco su coño cede… Ya te aviso que esto vas hacérselo todos los días para que lo tenga dilatado y más adelante también se lo harás por el ano, por la misma razón… Guarra, al igual que tú, debéis de tener los agujeros del coño y del culo preparados para este tipo de prácticas que gustan mucho a las mujeres viciosas como yo… Y tenéis que estar entrenadas para no dejarme en mal lugar.

Mientras escuchaba esto, Guarra, arqueando el cuerpo y doblando la cabeza hacia atrás, recibió por primera vez un puño… Era el puño entero de su hija dentro de su coño al tiempo que emitió un lastimoso grito de dolor que quizá pudo oírse en la planta segunda donde vivía sola una señora, de casi 60 años, viuda y que sabía también de las andanzas de Doña Lucia pero callaba porque le atendía en sus achaques aunque la rehuía porque la miraba con vicio y ella se avergonzaba.

- Mira esto, Cerda… Esto es el clítoris de Guarra,… le dijo Doña Luisa separándole los labios vaginales… Es pequeño pero se puede, con trabajo, hacérselo grande… Ahora no es el caso… Ahora, ponte a mamárselo como si fuese un pezón y mueve despacio los dedos que tienes metido en su coño… Hazlo todo despacio para que sus terminaciones nerviosas vayan creciendo en excitación más y más… Verás como tiene un intenso orgasmo… Cuando lo notes, que lo notarás, sigue y no pares hasta que yo te lo ordene, que será cuando haya visto que se haya corrido al menos cinco o seis veces seguidas.

Manoli, la Guarra, miraba a Doña Luisa con los ojos casi en blanco y la boca abierta sintiendo cada vez más la llegada de una corrida que esperaba fuese descomunal, por todo lo que estaba viviendo… Y así fue… Unas sacudidas tremendas convulsionaron todo su cuerpo a las que siguieron otras y otras en una especie de oleada de placer continua al tiempo que segregaba tanto flujo que llegó a pensar que se estaba meando de gusto, cosa que efectivamente también se estaba produciendo.

Cuando Doña Luisa, dio la orden de parar y sacarle el puño del coño, Manoli quedó totalmente agotada y respirando aceleradamente… Le habían dado un buen repaso de coño, como nunca lo había tenido y el resultado quedaba a la vista… No lo podía ocultar… Luego, Doña Luisa, le desató la pierna que tenía retraída y la dejó descansar.

Irene se daba perfecta cuenta de que Doña Luisa disfrutaba con ellas, ya que ambas aceptaban acatar todo lo que le apetecía hacerles... Nunca se hubiera imaginado lo tremendamente viciosa que era esta mujer… Y, sin embargo, a ella esto le estaba gustando y se mantenía muy caliente desde que bajo a su casa a recogerla para que subiera… Pero… ¿Y su madre?... ¿Qué le parecería a ella todo esto que estaba viviendo?... Tendría que hablarlo con ella cuando estuviesen a solas, para conocer su opinión.

Y mientras pensaba todo esto, se dio cuenta como Doña Luisa la miraba sería y de inmediato comprendió lo que con esa mirada pretendía… Elena se irguió, puso sus manos cruzadas detrás de la nuca, abrió las piernas, las flexiono, hinchó todo lo posible el pecho y levantó la cabeza con la mirada al frente… Era la señal inequívoca de entrega total a su Ama.

Doña Luisa se acercó a ella y comenzó a palparla de forma de lo más impúdica posible, incluso refregando su cuerpo desnudo con el de ella… Ambas estaban sumamente calientes… Sabía que ahora le tocaba a ella someterse a todos sus caprichos… En un momento determinado Doña Luisa se situó detrás de ella y mientras continuaba refregándose con ella, la fue inclinado poco a poco hacia delante.

- Mira a tu madre, Cerda, le dijo su Ama.

Mientras cumplía la orden recibida, notó como Doña Luisa le intentaba meterle en el culo, un dedo de la mano izquierda… Y, también notó como por delante, quería meterle dos dedos de la mano derecha, dentro de su coño… Elena, para facilitarle el camino a estas penetraciones, se inclinó un poco más hacia delante a la vez que separaba más las piernas y las flexionaba… La postura que debía observar su madre sería de lo más indecente pero no le importó… El placer que estaba recibiendo era para ella, indescriptible… Nunca había tenido este tipo de sensaciones… Ni tan morbosas, ni tan guarras, pero la enloquecía y quería participar… Pensó –mientras  miraba a su madre- que quizá eso mismo debió sentir ella cuando la penetró con el puño al tiempo que mamaba su clítoris.

Y cuando estaba a punto de alcanzar su ansiado y monumental orgasmo, Doña Luisa le saco los dedos y la dejo jadeando e insatisfecha… Recuperada su sorpresa se giró a mirar a su Ama por intentar conocer que había hecho mal pero la respuesta fue una gran palmada en la nalga al tiempo que escuchó de nuevo las mismas palabras:

- Mira a tu madre, Cerda… No te he dicho que hagas nada más.

Y de nuevo cumplió angustiada la orden de mirar a su madre, la cual, sonriéndole levemente, levantó su mano para acariciarle los pechos y retorcerle los pezones para así evitar que le bajase la excitación que llevaba dentro… Era todo cuanto se atrevió hacerle.

- Sepárate las nalgas, Cerda… Escuchó la orden y de inmediato cada mano se situó en la posición adecuada y dejó abierto el canal del culo… A continuación sintió como Doña Luisa le introducía algo por el ano, que lo dilataba y quedo insertado… Era la primera vez que tuvo metido un artilugio en el culo… Y se sintió momentáneamente molesta hasta que empezó a sentir una especie de hormigueo que fue en aumento provocado por la vibración que le había sido conectada, lo que le hizo que se escucharan en la habitación sus quejidos de placer y una respiración agitada.

Mientras esto sucedía, sentía como Doña Luisa se refregaba de nuevo contra su cuerpo… Obviaba sobar sus pechos para que fuera su madre la que siguiera acariciándoselos como ya venía haciéndolo… Ella prefirió ocuparse de su coño buscando, con su palpo, sacarle más secreción vaginal, que sin duda notaría con facilidad…  Cuando comprobó que estaba lubrificada como ella quería, colocó en la abertura del coño lo que Elena dedujo que sería una especie de polla y se la fue introduciendo poco a poco hasta notar que estaba totalmente penetrada… Se trataba de un dildo doble para dar placer a ambas.

Doña Luisa, una vez logró tener bien ensartada a Elena, su Cerda, giró su cuerpo para que la madre, desde la cama donde estaba postrada, viese perfectamente el acoplamiento de ambas… Y, sin más, comenzó un mete y saca primero lento pero poco a poco incrementó el ritmo provocando de inmediato en Elena, el tremendo orgasmo que tanto necesitaba.

- Aaaaahhhh…. Aaaaahhhh… Aaaaaahhhh… Ama, me revienta de placer… Aaaaahhh…. Aaaaahhhh… Aaaaaaahhh… Ama, que me corro de nuevo… Aaaaahhh…. Aaaaahhhh… Aaaaaaahhh… Ama, que creo que me estoy meando de gusto… Aaaaahhh…. Aaaaahhhh… Aaaaaaahhh… Ama, que me vuelve loca del gusto que me esta dando… Aaaaahhh…. Aaaaahhhh… Aaaaaaahhh… Ama, que me corro otra vez… Aaaaahhh…. Aaaaahhhh… Aaaaaaahhh… Ama…

Mientras escuchaba todo esto, su madre observaba a ambas… A su hija, la veía convulsionándose una y otra vez, bramando de placer y con los ojos en blanco… A doña Luisa, encajando a su hija y follándola frenéticamente a base de golpes de cadera, abrazándola fuertemente y metiéndole y sacándole un dildo de medidas nada despreciables… Se extrañaba de la resistencia y aguante que ambas estaban teniendo con esta follada tan larga al tiempo que notaban que estaba segregando flujo por la excitación del momento… Pero, claro, todo tiene un límite y tras unos minutos de darle una buena, pero buena follada, Doña Luisa terminó con una serie de golpes de polla bien dados, soltando bramidos que perfectamente pudieron ser escuchados desde lejos, como en otras ocasiones.

- Aaaaaaahhhh… Aaaauuggg… Aaaauuuugg… Aaaaaauuugg,… eran los sonidos inconexos que salían de su garganta, seguidos de una serie de convulsiones que anunciaban claramente que había alcanzado un gran orgasmo disfrutando a tope con esta joven, mientras la pobre Cerda caía al suelo tremendamente agotada y sin apenas fuerzas... El número de corridas que había tenido fueron tantas que le sería imposible saber conocerlas.

Sin apenas tiempo de recuperarse, Elena escuchó de nuevo la voz de su Ama que le ordenaba, al tiempo que recibía una buena palmada en el culo que le dejó la señal del golpe, perfectamente marcada.

- Venga, Cerda, ayuda a levantarse a Guarra, que tiene que empezar ya los ejercicios de caminar… Volvamos de nuevo al trabajo, que luego aún quiero tener más diversión antes de irme para casa.

Y de inmediato todo volvió a ponerse en marcha de nuevo.

 

Continuará........

(Agradezco los comentarios que recibo de todos estos relatos que estoy publicando y que me anima a escribir y continuar)

 

 

 

 

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